El discurso de siempre.

Jungkook y Jimin sabían lo que sucedería si el castaño seguía acercándose de esa forma, sin embargo, ninguno de los dos planeaba decir algo para detenerlo.

Irremediablemente Jungkook terminó por colocar sus piernas entre las de Jimin, a la par que colocaba sus manos a cada lado del rubio para dejarlo sin salida.

-¿Y bien? - preguntó Jimin al notar que su hermanastro comenzó a dudar sobre seguir con el movimiento. - Ya llegaste hasta aquí, Jungkook. ¿Quieres ser un cobarde y echarte atrás?

Aquella pregunta le motivó, entonces el rizado se avalanzó hacía el más pequeño y se unieron en un candente beso.

La sábana de la cama fue arrugada violentamente por los largos dedos de Jungkook, liberando toda aquella emoción que se asentó en su cuerpo tras besar al dueño de su vida.

Sus labios se abrazaban mutuamente con mucho deseo y desesperación acentuados. Y aquellas emociones se maximizarón cuando hubo lengua de por medio: cortesía de Jimin.

Separaron sus labios por la obligación fisiológica de tener que respirar, de no ser así...

-Felicidades, ya no eres un virgen... - se burló Jimin, jadeante. Apenas rozando sus labios con los de Jungkook para molestarlo.

-¿Que te hace creer que soy virgen? - preguntó el más alto.

Aquella insinuación molestó mucho al rubio, aunque él mismo se lo buscó.

-¿Quien fue la afortunada? - preguntó Jimin con una repentina actitud masoquista.

-Hyung. - sonrió nervioso, no deseaba tocar ese tema, no le parecía prudente.

-No, no, está bien. Puedes decírmelo. - insistió Jimin.

Jungkook depósito un beso en los labios de Jimin, mucho más dulce y corto que el anterior.

-Ella es parte de mi pasado, tu eres mi presente ahora. - explicó, mirándole a los ojos y sonriendo genuinamente. - Además, Hyung besa mucho mejor.

Un disimulado y pequeño rubor se presentó en las mejillas de Jimin, halagado por las palabras de Jungkook.

Y, tratando de aparentar desinterés, el rubio desvió la mirada.

-Claro, es obvio que yo beso mucho mejor. - afirmó el mayor.

Jungkook se carcajeo, para después inclinarse aún más y depositar un par de cortos besitos en el cuello del rubio. Jimin extendió el cuello, permitiéndole a su hermanastro besarlo de manera más cómoda.

Todo inocente, hasta que un distinguido bulto presionó el pene de Jimin, quien se alarmó internamente.

¿Realmente lo haremos aquí? Se cuestionó Jimin, pensando en muchas cosas a la vez.

Jungkook no había puesto cerrojo a la puerta, y el roomie del rizado podría entrar en cualquier momento. Y si eso pasaba, los denunciarían con la rectora, la cual, seguramente los expulsaría.

Además de eso, hace tan solo un par de horas habían acordado cierto espacio para que él pensara mejor, sin embargo, en este momento estaban por hacer algo mucho más grande que besarse.

Jimin no paraba de maquinar todo tipo de pensamientos negativos, estaba por pedirle al rizado que se detenga, pero no fue necesario, ya que el castaño se separó antes de pedírselo.

-De nuevo estoy forzandote. - se lamentó Jungkook, sentandose al lado del rubio.

-N~no me estás forzando, yo te dije que...

-Pero no estás listo para darme una respuesta, ¿Verdad? - le interrumpió Jungkook.

Fue entonces que Jimin no pudo decir nada, había dado en el blanco.

No quería confundirlo ni ilusionarlo, y la única forma de hacerlo era no confundirse a si mismo.

La habitación se llenó de silencio, Jimin se sentó sobre la orilla de la cama, al igual que Jungkook, y siguió sin saber que decir.

Si pedía perdón, pensaría que lo esta rechazando; si explicaba que aún no estaba listo, lo tomaría como un rechazo, y no podía simplemente darle el sí solo para hacerlo sentir mejor.

Repentinamente apareció un salvador, el roomie de Jungkook entró por aquella puerta, rompiendo con el silencio.

-Hola. - saludo el chico.

Jimin asintió a modo de saludo.

-Tu debes ser mi Roomie. - intuyó Jungkook.

-Mi nombre es Hyo-Kium. - se presentó el castaño, lucía más delgado y más joven que Jungkook.

-Un gusto. Soy Jungkook. - se levantó de la cama para poder estrechar su mano.

-La rectora pide tu presencia en su oficina. - pasó el recado Hyo-Kium.

-¿Ahora? - se mostró sorprendido el rizado.

-Ve. - permitió Jimin, a lo que Jungkook se despidió de ellos rápidamente y corrió.

Jimin se levantó de la cama, dispuesto a irse a su propia habitación.

-Tu eres su novio, ¿No es así? - preguntó el roomie, descolocando al rubio.

-¿Que...? ¿Que tonterías estás diciendo? - disimuló Jimin.

-¿Él te gusta? - indagó el más bajito.

-Hey, deja de decir incoherencias o te juro que...

-¿Que tiene de malo? ¿Te gusta o no? - siguió insistiendo.

-No~no es tu problema. - gruño Jimin, empujando al chico y sacándolo de su camino para poder irse de una vez.

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Jungkook llamó a la puerta, y cuando la rectora le pidió que entrara, abrió la puerta lentamente.

-Joven Jeon, un gusto volver a verlo. - le saludo la señora mientras acomodaba un par de hojas.

-¿Tenía algo que decirme? - preguntó el castaño mientras cerraba la puerta a sus espaldas, no se encontraba de muy buen humor al ser interrumpido en medio de una conversación con Jimin.

-Su padre mencionó que usted ya había asistido a nuestra academia cuando era más joven. - comenzó la autoridad, a lo que Jungkook asintió. - A raíz de ese comentario, indague un poco en los registros de la instalación y, efectivamente usted tomó clases de etiqueta aquí.

Jungkook podía darse una idea de hacía dónde iba dirigida la conversación, si todo esto involucraba sus registros... No había otro camino que seguir.

-Espero no tome esto como una especie de ataque personal ni mucho menos, pero me veo en la obligación de preguntar; ¿Es usted tendiente a... Los chicos, en lugar de las chicas? Si sabe a lo que me refiero. - lo preguntó con un tono incómodo.

-Si respondo que si, ¿Que hay de malo? - respondió sin titubear.

-No, no. No hay nada de malo, nuestra institución es moderna y tomamos en cuenta que los tiempos han cambiado. Solo que, también somos una escuela prestigiosa, y deseamos que nuestros alumnos se concentren en sus materias, en lugar de trivialidades como lo es el... Noviazgo.

Jungkook alzó una ceja, no se tragaba aquello ni con 30 litros de vodka en su organismo.

Y viendo que su discurso mediocre no estaba funcionando, la rectora siguió hablando.

-Esta petición se la hacemos a todos nuestros estudiantes, no solo a los que... Son como usted, señor Jeon. - dejó en claro la señora.

Jungkook se levantó de la silla y se dirigió a la puerta, y antes de salir, miró a la señora a sus espaldas por encima de su hombro.

-Si eso es todo lo que tenía para decirme, entonces me retiro. Con su permiso. - dijo antes de abrir la puerta he irse.

Si antes se encontraba de mal humor, ahora echaba humo por las orejas. Odiaba ese estúpido discurso aparentando ser incluyentes cuando todo lo que les provocas era asco, ¿No conocían otras palabras? ¿Por que parecía que todos lo repetían como periquito?

Ni siquiera su padre fue tan cerrado cuando él le confesó que era gay. Fue a sus escasos 13 años y, contrario a lo que esperaría de su padre abusivo, el hombre le informó que ya sabía, que era bastante obvio y que no le molestaba. Solo le pidió una cosa y es que no diera esa noticia al público, ya que muchas de las clientas que usaban la cadena de bancos lo hacían por él, y que anunciar que era gay bajarían los ingresos.

Si su padre, que no era exactamente el hombre más comprensivo y Open Mind de todos, ¿Por qué el resto seguía en su burbuja de odio?

Estaba asqueado, ya debería estar acostumbrado a esa típica charla pero, creía que, mientras más la escuchaba, más le provocaba repulsión.

Estaba por entrar a su edificio cuando chocó violentamente con un chico más bajito que él. Estaba tan ensimismado en sus pensamientos que no había visto que el rubio se cruzó en su camino.

-Perdón, no fue mi intención... - quiso seguir caminando, disculpandose mientras se iba, pero cierta voz le detuvo.

-¿Eres tan idiota como alto? ¿Ni siquiera me escuchaste cuando te llame o querías empujarme? - gruño Jimin, con un tono tanto de burla como de molestia.

De inmediato el rizado se dió media vuelta y se aproximó a su hermanastro.

-Lo lamento, creo que realmente no te escuché. - se disculpo de nuevo.

Jimin sonrió, enternecido por el más alto cuando notó que este no se encontraba muy bien, borró su sonrisa y se aproximó más hacia él.

-¿Ocurrió algo en la oficina de la rectora? Si te dijo algo que te molestó solo dime qué auto usa y dame una hora para conseguir una navaja y... - comenzó el rubio, a lo que Jungkook negó lentamente.

-Estoy bien, Hyung. Gracias por preocuparte. - dijo aquello, pero sus ojos no reflejaban otra cosa que no fue una inmensa tristeza.

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Distrito Goldenleonar.

Templo de las joyas.

El ambiente entre los concubinos nunca fue precisamente el mejor. Naturalmente se trataban como rivales amorosos aunque entre ellos había cierta tensión sexual debido a viejos tríos, pedidos por su dueño.

Sin embargo, no podían permitirse amores entre el harem, no porque estuviera prohibido, Jimin desde un principio dejó en claro que no le molestaba, mientras siguieran sirviendole sexualmente. No sé permitían el amor ya que se encontraban en ese templo por una razón, y era ganarse el corazón entero del rubio.

Cómo ya se había mencionado antes, las cuatro joyas fueron regalos de paz de cuatro diferentes pandillas vecinas. Los hombres fueron enviados no solo como símbolo de paz, sino también como una oportunidad para unirse a Sangre Azul como uno solo.

Si se mira desde arriba (no se incluyó en el mapa a todo Seúl, solo a una pequeña parte relevante), se puede apreciar los territorios de dónde vienen las joyas.

Siendo el punto rojo la casa de los Jeon, el azul la hacienda de Jimin y la amarilla el templo de las joyas.

Los Sangré azúl cuentan con más territorio y más oportunidades de comercio, ya que se encuentran a orillas del mar, cualquiera querría ser parte de algo tan grande.

Y por obvias razones, no podían todos simplemente ser parte de Sangre Azul; tendrían que renunciar a su nombre y eso a no todos les gustaba.

Además de eso, si Sangre Azul expandía todo su territorio, desde la pandilla de Chaseok Chá, hasta la de Heasol, las pandillas más grandes de Seúl los verían como una amenaza potencial. Y Jimin no buscaba pelea con mafiosos.

Los líderes de cada joya los enviaron con la misión de enamorar perdidamente el príncipe de Goldenleonar, y formar parte de Sangré Azúl. No les permitirían fallar.

Cueste lo que cueste.

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