Código escarlata.
Los siguientes dos dias casi no pudieron verse, y es que ambos estaban demasiado ocupados con sus propios asuntos.
Jungkook tenía muchas cosas que supervisar respecto al Juicio, que se llevaría a cabo mañana. Y Jimin no podía estar más ocupado, había recibido una llamada de Namjoon advirtiéndole que una de sus joyas había desaparecido.
Y el rubio estaría tranquilo sabiendo que solo fue un berrinche por el incidente en la limusina, pero ya habían pasado dos días y no había rastro alguno de Chaseok.
Esta vez no vio conveniente escapar hacia el distrito Goldenleonar, pidió autorización a su madre y solo a su madre, el señor Jeon no tenía algún tipo de palabra respecto a sus asuntos; la mujer le permitió ir porque sabía lo importante que eran esos chicos, no solo para Jimin sino también para mantener la paz entre pandillas.
Abrió la enorme puerta de la sala y enseguida el resto de sus joyas detuvieron su discusión para darle la bienvenida con una reverencia.
Observo a todos y cada uno.
-¿Pueden, por favor, decirme cómo mierdas ocurrió está tragedia? - gruñó el líder, realmente se veía molesto.
-No se cómo ocurrió exactamente, pero lo más probable es que Chaseok haya desaparecido después de haberlo dejado solo hace unos días. - relató calmadamente Nill.
-¿Y pueden explícame por qué, idiotas, lo dejan solo? - el rubio se aproximó hacia las joyas.
Mokium observo disimuladamente a la Joya que se encontraba a su lado, y es que estaba seguro que Heasol diría lo que todos en esa sala pensaban.
Y no se equivocaba, Heasol alzó su quebradiza voz para reclamarle a su amo.
-¡Tal vez se largó porque entendió que no valemos nada para ti! - gritó la joya amarilla.
Jimin le miró desafiantemente.
-¡Chaseok desapareció y estoy aquí parado, preocupado por él! ¿¡Es que a caso no es suficiente!? - exigió saber Jimin, pero no logró intimidar a Heasol.
-¡Es lo mínimo que deberías hacer, desapareció por tu culpa! - acusó la joya amarilla.
-¿¡Disculpa!? ¡¡Chaseok estaba bajo su cuidado, si hubieran sido más cuidadosos~!! - se mostró más y más furioso el ojiazul.
-Aunque odio admitirlo, Heasol tiene razón, amo. - interrumpió Mokium, quien enseguida se ganó una mirada fría por parte de Jimin. - Chaseok desapareció en nuestra jurisdicción, si. Sin embargo, no puede culparnos, lo dejamos solo porque queríamos asimilar la idea de que usted nos había abandonado.
-¡¡Yo no los abandoné!! - se defendió Jimin.
-Si no lo hizo, entonces respóndame, ¿Que le hizo quedarse en aquella limusina? - preguntó Nill. - ¿Lo amenazaron?
Fue ahí que Jimin no supo que responder, se quedó en blanco.
-Ya veo. - susurró Nill, visiblemente decepcionado.
-Yo no... - tartamudeo Jimin, para después suspirar con frustración. - No tengo tiempo para contestar preguntas estúpidas, ustedes deberían responderme preguntas a mí.
Heasol fue el primero en irse, seguido de Mokium y por último Nill, Jimin no tenía en estos momentos la cara para exigirles que se quedarán, así que los dejó ir.
-Jefe... - le llamó Yoongi, quien era el capitán de la guardia del joyero.
-¿Que ocurre? - suspiró frustrado el rubio.
-Tenemos que hablar. - exigió su primo.
-Pues habla. - frunció el ceño el ojiazul, extrañado por la forma en la que su primo le pedía tal cosa.
De inmediato Yoongi negó en silencio, pidiendo con señas que salieran del joyero. Jimin no entendía la razón de tanto misterio, pero aún así siguió a Yoongi fuera del edificio.
-¿Y bien? ¿Por qué razón me haces salir del joyero? - preguntó curioso el líder.
-Tenemos informes no confirmados de que existe un topo. - susurró su primo.
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Ante la noticia, Yoongi se apresuró a llevar a su primo a la sala de reuniones de la hacienda, dónde se encontraban esperándolo los más confiables miembros de Sangre azul.
-Necesito que me aseguren cien por ciento este asunto antes de declarar un código escarlata. - dijo Jimin una vez entró a la sala.
-No tenemos cámaras de seguridad en el templo de las joyas por privacidad de las joyas, pero tenemos informes de uno de los guardias, vió a un hombre sospechoso cargando con, lo que relata el guardia, lo que parecía ser un cuerpo en el jardín el día que Chaseok desapareció. - explicó Namjoon.
-¿¡Y alguien me puede explicar por qué ese guardia esperó dos días a entregar un informe!? - preguntó Jimin, golpeando la mesa redonda frente a él.
Los hombres en aquella sala se vieron entre sí.
-Porque no tuvo la oportunidad de entregar un informe. - explicó un chico de enormes cachetes.
-¡Más le vale que su excusa sea buena! - gritó Jimin al chico.
La sala quedó en silencio.
-Jimin, el guardia fue encontrado muerto a las afueras de la ciudad, por suerte, registramos su habitación y encontramos el informe que planeaba entregar. - dijo Yoongi, mencionando lo que los demás no pudieron explicar.
De nuevo, la sala se llenó de silencio.
No había duda alguna.
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~En la casa Jeon~
No quería ser molesto, pero era el quinto mensaje que Jungkook le enviaba a su hermanastro, avisándole que el juicio se había adelantado para hoy y que le gustaría que él estuviera ahí para apoyarlo. Sin embargo, Jimin no leía sus mensajes.
Suspiró profundamente y apagó su celular.
-¿Estás nervioso? - preguntó su padre, entendiendo que el suspiró de antes era por los nervios.
Ya se encontraban de camino al jurado en aquella limusina, aquel mensaje era el último ya que no podía usar su celular en la corte.
-Un poco, si... - respondió Jungkook, palmeando su muslo con su celular de manera inquieta.
-No te preocupes demasiado, tenemos los mejores abogados y contundentes pruebas. No hay forma de que perdamos. - explicó el señor Jeon.
Su hijo le mostró una falsa sonrisa, para después mirar por la ventana polarizada el trayecto.
Y es que el viaje en limusina podría ser menos incómodo si al menos se encontrará un Park acompañándolos, incluso si fuera la señora Park.
Pero su padre pensó que, como aún no se encontran casados, no había motivo alguno para traer a su prometida.
Y Jimin, bueno, de él no sabía nada. Había salido de emergencia a Goldenleonar y no contestaba sus mensajes.
Tal vez debería castigarlo por ignorarme después de nuestra primera vez... Pensó Jungkook, aprendiendo del porno que así es como funcionaba una relación homosexual.
Y es que, al estar encerrado permanentemente en un closet, jamás experimentó una relación amorosa o sexual con otro hombre. Tampoco se permitía investigar mucho en internet por la vergüenza que le generaba que su padre llegará a enterarse.
Quizás Jungkook no tuviera tantos problemas al respecto si aprendiera algo de Nick, de Heartstopper.
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Llegando al juicio, los paparazzi no se hicieron esperar, rodearon la limusina y, de no haber sido por los guardias, se avalanzarian hacia el empresario y a su hijo.
Se sentaron en sus respectivos asientos y, a partir de ahí, la sala se mantuvo entre susurros, ya que la jueza aún no se hacía presente.
Por debajo de su escritorio observo su celular, se decepcionó bastante cuando vió que no recibió ningún mensaje del rubio. Suspiró y puso su celular en modo “no molestar”.
-Escucha, hijo, esto es lo que debes decir. Por favor, memorizalo. - pidió el abogado de los Jeon, entregándole una hoja al joven.
Jungkook asintió y el resto de los minutos se dedicó a leer y leer el escrito.
Después de casi media hora, la jueza se presentó y todos se levantaron para saludarla.
-Ingresa la jueza Dennis Hu al estrado. - presentó el guardia mientras la mujer subía a su asiento.
-Pueden tomar asiento. - indicó la jueza una vez que se sentó, a lo que todos se sentaron.
La mujer tomó los papeles frente a ella y los leyó una sola vez, asintió y con su martillo golpeó la mesa.
-Entra en sesión el caso “Escuela de etiqueta: Modales y Comportamiento, contra La familia Jeon, dueña de la cadena de bancos: Eterna.” - dictaminó la mujer.
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~En la hacienda de los Park~
Código escarlata era el nombre a una de las alertas más importantes dentro de la pandilla de Sangre azul.
Solo Jimin podía oficializar los códigos en lo que se encontraba la pandilla, y cada código tenía protocolos diferentes.
Y dependiendo de la magnitud, todos, o bien unos cuantos, podían estar consientes de ellos.
El código escarlata era de los pocos en los que solo unos cuantos, los más leales, sabían al respecto.
El escarlata significaba un estado máximo de alerta, en dónde el número de los guardias en las fronteras aumentaba, los cambios de guardia eran cada 20 minutos, las joyas no podían salir del templó y muchas medidas extremas más.
Salvó por los hombres que lo acompañaron en aquella sala de reunión, nadie sabía que sucedía.
Incluso Jimin tenía protocolos propios que seguir, y es que debía estar acompañado de al menos tres de los mejores guardias en todo momento, quienes tenían la orden de no dejarlo solo incluso si él se los ordenaba.
En este momento, se encontraba en el templo de las joyas, para informarles de manera personal que no podían salir sin permiso y sin acompañante.
Estaba claro que no lo tomarían muy bien.
-¡No soy un bebé, puedo cuidarme solo! - vocifero Mokium.
-Se que puedes, Mokium. Pero entiendanme, no quiero perder a otro de ustedes. - pidió el rubio, sentado frente a ellos en el sofá.
-¡Chaseok no habría desaparecido si tú estuvieras con nosotros! - gruño Heasol, quien no paraba de limpiarse los mocos con un pañuelo.
-¡¡Esta bien!! - se levantó Jimin del sofá, cosa que hizo que Mokium y Heasol pararán su drama. - ¡Fue mi culpa, ¿Si?! ¡Acepto toda la responsabilidad de haber descuidado a Chaseok y a ustedes! Pero se los diré una última vez, y no como amante, como su dueño. ¡¡No saldrán del templó sin que yo lo diga!! ¡Es una maldita orden, ¿Entendieron?!
Después de haber gritado de esa manera, las joyas asintieron, intimidadas.
-Ahora larguense, sus lloriqueos me dan dolor de cabeza. - se masajeo el puente de la nariz mientras se volvía a sentar en el sofá.
Las joyas se retiraron, junto con sus asistentes, excepto Nill, quien se sentó junto a él y acaricio su rodilla para tratar de calmarlo.
-No puede molestarse con ellos, amo. En verdad les rompe el corazón que los haya abandonado. - dijo el moreno.
-No los abandoné... - el rubio escondió su rostro entre ambas manos, estaba tan estresado que estaba llorando de la frustración.
Nill le abrazó, cosa que Jimin le permitió he incluso se acurrucó en su enorme pecho.
Se quedaron abrazados y en silencio durante un par de minutos más, hasta que Jimin por fin dejo de llorar y separó su rostro del pecho de Nill.
El moreno le depositó un tierno beso en la frente.
-Tu siempre fuiste mi favorito, lo sabes, ¿No? - ronroneó Jimin sobre el cuello de su amante.
-Necesita que al menos una de sus joyas sea madura y responsable, amo. - sé carcajeo el moreno.
Los besitos en el cuello por parte de Jimin siguieron, hasta que esos inocentes besitos se convirtieron en besos húmedos.
El más alto se apresuró a colocar a Jimin sobre su regazo, tomándolo del culo con ambas manos.
Se besaron apasionadamente, y es que está era la recompensa de Nill por ser tan comprensible y maduro. Cuando el resto de las Joyas hacían una rabieta, Jimin se estresaba, y un Jimin estresado entregaba el mejor sexo de todos.
Cuidadosamente le sacó del bolsillo de los pantalones cualquier cosa que tuviera dentro para poder quitárselo sin problemas; la cartera, llaves, incluso su teléfono.
Y al momento de poner todas esas cosas en la mesita de noche, junto a esa psicodélica lámpara que parecía ser nueva, Jimin pudo ver en la pantalla de su celular como es que tenía varios mensajes en la bandeja de entrada.
Tomó su celular y lo encendió, mientras Nill se dedicaba a quitarle el pantalón mientras besaba su cuello.
-Amo, concentrese en mi. - hizo un puchero el moreno, intentando quitarle el celular.
Jimin se carcajeo y no permitió que el moreno se llevará su celular.
-Espera, no puedo ignorar mensajes, no en código escarlata. - sonrió Jimin, encendiendo de nuevo su celular.
El mayor suspiró un poco molesto, mientras Jimin revisaba su celular.
Y en cuanto vio los mensajes de su hermanastro, abrió la boca en señal de sorpresa.
De inmediato se bajó del regazo de Nill y se dispuso a ponerse sus pantalones con rapidez.
-¿Ocurre algo malo? - pregunto el mayor.
-¡Si! E~es decir, no. ¡Te~tengo que irme rápido! - dijo el rubio mientras metía las llaves y su cartera dentro de sus pantalones.
-Pero vamos a seguir con esto más tarde, ¿No? - preguntó el moreno, desilusionado.
Jimin le entregó un pequeño beso en los labios antes de irse.
-¡Lo prometo! - prometió Jimin antes de salir por aquella puerta.
Jimin entró a su auto y, de manera apresurada, corrió por las calles, saltandose semáforos incluso.
-Vamos, vamos, vamos... - susurro desesperado, atorado en un embotellamiento.
Tenía que llegar a tiempo.
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