Charla incómoda.

Jungkook estaba dispuesto a acompañar a Jimin, de verdad que sí planeaba hacer su presencia obvia: pero por alguna razón, en cuanto el rubio se despojo de sus ropas, sus piernas se detuvieron instantáneamente, y de manera inconsciente, se había escondido tras el umbral.

No sabía porque se escondía, solo sabía una cosa y es que no podía dejar de ver a su hermano mayor, desnudandose y mostrando su escultural cuerpo con el inocente deseo de meterse a la piscina.

Su pulso perdió todo su ritmo, y sentía que su rostro estaba ardiendo; imagino que sería producto de la vergüenza, pero entonces su teoría se iba al carajo al notar que realmente no podía dejar de observar a Jimin.

El rubio se deshizo de toda su ropa y, de manera descuidada, arrojó sus prendas a la silla reclinable de playa que se encontraba al borde de la piscina. Una vez estuvo listo, se arrojó al agua, en ese momento no quería saber nada del mundo y la única forma de no verlo era con dos cosas: durmiendo, lo cual no podía hacer porque no quería correr el riesgo de soñar con Jungkook de nuevo, y segundo: cubriendo sus ojos con el azul brillante del agua.

Cuando vio a Jungkook por primera vez dándose un chapuzón en aquella piscina, pensó que sería de alguna manera relajante, y no tenía nada que perder así que lo intentó.

Cuando saco la cabeza del agua y por fin pudo respirar, se permitió dejar llevar todo su cuerpo, he inmediatamente comenzó a flotar boca arriba. No era la gran cosa, pero debía admitir que el estar desnudo le relajaba un poco más.

Realmente estaba disfrutando del agua, hasta que una sombra misteriosa le privó del cálido rayo del sol. Abrió los ojos, solo para ver a Jungkook parado justo sobre su cabeza.

-¡Con un demonio, ¿No sabes tocar o qué?! - grito Jimin en pánico, inmediatamente dejo de flotar, se dió media vuelta en dirección hacia Jungkook y se cubrió la entrepierna.

-Te estaba buscando, creí que cometerías una locura. - dijo Jungkook mientras se hincaba a orillas de la piscina.

-Bueno, ya me encontraste. Ahora lárgate. - exigió el rubio, realmente molesto.

-¿Por qué tanta prisa? ¿Te da vergüenza? - pregunto Jungkook, quizás si lo provocaba un poco lograría que Jimin lo arrojará junto a él a la piscina. - ¿Temes que vea tu pene? Los dos somos hombres, no debería haber problema... A menos que te avergüence otra cosa, hermanito.

Jungkook había nacido con el don de ser extremadamente irritante y molesto, cada palabra que salía de su boca le era una razón más para molerlo a golpes.

Por otro lado, la situación era muy extraña para Jimin, es decir, su hermanastro haciendo referencia a qué él tenía un pene pequeño, ¿No era raro?

Y habiendose hecho esa pregunta, supo que debía contestar a estas extrañas y humillantes palabras.

-¿Por qué te interesa tanto? - pregunto Jimin, realmente interesado en la respuesta.

El rizado se mostró confundido, no entendía a qué se refería Jimin.

-¿Verdaderamente te importa si lo tengo grande o no? ¿Quieres que te lo muestre para confirmar tu teoría? - siguió preguntando el rubio, en respuesta: Jungkook entro en pánico he inmediatamente se puso de pie.

-¿Que~que cosas dices? Claro que no me interesa ver tu pene, que locura. Tu parecer desesperado por mostrarmelo, ¿No te parece? - tartamudeo y contraatacó el rizado una vez que el sonrojo dejo su rostro.

-Tu fuiste el primero en mencionar mi pene, maldito pervertido. - se defendió Jimin.

-Eso no es cierto. - se negó a reconocer la verdad el avergonzado Jungkook.

-Claro que si. ¿Te interesa verlo? No tienes los huevos de mirarme. - reto el ojiazul, posando sus manos a su cintura y despojando su entrepierna de toda cobertura.

Instintivamente Jungkook se cubrió los ojos, dejando escapar un jadeo de sorpresa en cuanto adivinó que Jimin dejaría de cubrirse.

De Jimin no había visto mucho antes, solo lo vio de espaldas, y es por esta razón que había reaccionado de aquella manera en esa situación.

Ambos se mantuvieron firmes, Jungkook no se quitaría las manos de los ojos hasta que Jimin se cubra, y Jimin no estaba dispuesto a cubrirse.

. . . Que situación extraña. Pensaron ambos en sus adentros.

¿Cómo habían llegado a esto? Ninguno sabía. Solo querían que se los tragara la tierra en ese momento.

Y aún así, el orgullo no les permitiría rendirse hasta que uno cediera, por más vergonzoso que fuera ver y ser visto.

-¡Jimin! - se escuchó llamar a lo lejos a la madre del rubio.

-¡Es mi madre! - grito entrando en pánico el chico desnudo.

-¡Rápido, escóndete bajo el agua! - sugirió Jungkook, cosa que Jimin no apelo y simplemente inhaló profundo y se metió bajo el agua.

-¡Jimin, ¿Dónde estás?! - grito la rubia, apareciendo tras la puerta por dónde había entrado Jungkook.

En cuanto vio al rizado afuera, la señora decidió ir junto a él para preguntarle.

El rizado se encontraba acostado sobre la silla reclinable, para así impedir que la madre reconociera la ropa...

Además de haber aventado los botines del rubio al agua.

Imbécil, estás muerto. Prometió Jimin mientras veía como lentamente sus mejores botines se hundían a sus pies.

-Jungkook, querido, ¿No sabes dónde puede estar mi hijo? - pregunto la señora, acercándose al disimulado chico.

-No, señora Park. No lo he visto. - negó Jungkook, incómodo por algún objeto que se encontraba dentro de los pantalones del rubio.

La señora Park suspiró y entonces, sin moverse, observo a su alrededor, buscando a su hijo en la inmensidad del patio tan solo con la vista.

-No se porque perdí su respeto, era tan buen hijo... - comenzó la rubia, intentando no demostrar tristeza entre aquellas palabras.

Jungkook tenía la respuesta a aquello, pero se debatía si era prudente mencionarlo o no.

El silencio se hizo entre madre he hijastro, cosa que producía que la ansiedad por responderle a la rubia fuera más grande.

Al demonio. Se dijo a si mismo el rizado, entonces abrió la boca.

-Muchos padres cometen el error de ignorar lo que su hijo quiere, y prestar atención a lo que “necesita”... Creen que los ayudan, que el amor de padre es así de duro y autoritario, cuando lo único que hacen es enseñarle a sus hijos que no hay cabida para realizar sueños en esta vida, y que están condenados a una vida llena de actividades que odian, pero que son “necesarias” para su supervivencia. Condenan a sus hijos a creer que la vida se trata de no poder hacer lo que te gusta, cuando hacer lo que te gusta hace que la vida sea buena. - recito Jungkook, perdido entre la infinidad del cielo azul y las nubes, hasta este punto, había olvidado la incomodidad en su espalda.

La madre de Jimin se mostró atenta, prestando atención a cada palabra que el chico le decía.

-Dígame, ¿Cuando fue la última vez que hizo algo que le gustaba? - pregunto Jungkook de manera sería.

La pregunta se mantuvo sin respuesta, la señora Park se había quedado en blanco, además de parecerle incómodo decir que había perdido la cuenta. Solo se dió media vuelta y se despidió del chico, siguiendo con su misión inicial.

Jungkook suspiró aliviado, aunque realmente no había dicho aquello con la intensión de espantar a la rubia con la intimidad de la pregunta. Pero agradecía haber matado dos pájaros de un tiro, porque... Sin querer, había resumido toda su adolescencia... Se había deshecho de palabras que tenía en el pecho por años.

Aunque habría agradecido que aquellas palabras fueran dirigidas a su propio padre, en lugar de una madre que no tenía nada que ver con él.

Jimin salió de debajo del agua, por fin respirando, sentía que se desmayaría.

El chico coloco sus brazos sobre la orilla de la piscina y recargo su mentón sobre estos mismos, observando al rizado frente a él en silencio.

-...¿Que? - pregunto el rizado, incómodo.

-¿Cuando fue la última vez que hiciste algo que te gustaba? - pregunto Jimin, intercalando entre un tono de burla y un tono de seriedad.

El castaño suspiró, no recordaba haber hecho nunca en su vida algo que realmente él quería hacer.

-¿Y tú? - pregunto Jungkook, evitando la pregunta.

-Yo siempre hago lo que quiero. - respondió Jimin con una sonrisa en su rostro.

-Tienes razón. - acepto Jungkook.

Jimin salió de la piscina y se cubrió la cintura con una toalla, a la par que Jungkook decidió meter su mano bajo su espalda y sacar el objeto que estaba lastimando su columna.

En cuanto saco el objeto, miro su mano y casi se le sale el alma por la boca.

-¿¡Trajiste un revolver a la casa de mi padre!? - pregunto enojado y asustado el menor, quien sostenía el arma en su mano.

Jimin había terminado de atar la toalla, y cuando Jungkook le dirigió la mirada, sonrió y se encogió de hombros.

-Siempre hay que estar preparado. - respondió el rubio, divertido.

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Y tú, ¿Cuando fue la última vez que hiciste algo que te gustaba?

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