Capitulo 38: Verano movidito.


El cuartel general de la orden del fénix estaba lleno de gente durante las próximas semanas. El futuro traslado de Harry desde la casa de los Dursley hasta la casa de los Tonks, y seguidamente a la Madriguera era la prioridad principal de la orden, ya que teníamos que planear todo bien para que la emboscada de los mortífagos no nos afectara en cantidad.

Todo se basaba en la estrategia, y lógicamente nos habíamos desecho de Mundungus, aun que este volviera de vez en cuando para intentar robar algo. Más de una vez casi lo consiguió, y aun que no fuera un mortífago, de vez en cuando se le escapaba la maldición asesina (aun que no muy potente). Se notaba que la mayoría de veces estaba ebrio, y seguramente también fumaba drogas potentes alucinogenas. Intentaba librarse de la gente que se interponía en su camino cuando intentaba largarse sin ser visto, y estaba claro que en alguna ocasión logró llevarse el guardapelo de Slytherin, ya que en los periodicos se vio a Dolores Umbridge con él puesto. Parecía estar más loco de lo normal.

El traslado resultó ser más complicado de lo esperado, aun que todo comenzó tranquilamente en la casa de los Dursley.

Eran casi las cuatro de la tarde cuando me aparecí en el número 4 de Privet Drive. Había un coche aparcado en la entrada, y habían colocado una especie de carretilla al final de este, que estaba enganchada a un gancho que salía del coche.
Sobre la carretilla había ya algunas cosas, y la puerta principal de la casa estaba abierta.

En ese momento, una señora alta, de cuello largo y cara avinagrada salió de la casa llevando con si una caja en la que ponía: Cocina. Su pelo rubio se posaba sobre sus ojos y se lo apartaba constantemente.

- ¿Desea algo?

A los pocos segundos noté que la pregunta iba formulada hacia mi. Petunia Evans de Dursley estaba de pie casi en frente mia, ya sin la caja en brazos. Movía su pie de forma impaciente, y tenía los brazos cruzados. Tenía una ceja levantada, y me miraba impaciente.

- Eh... Venía a ver a Harry.

- Aquí no...

- Sé que aquí vive Harry Potter Evans, que es su sobrino, y que ahora mismo debe de estar o ayudando a recoger las cosas para la mudanza de esta tarde, o que está en su cuarto con su lechuza Hedwig.

Guardó silencio unos segundos, analizando mis palabras.

- ¡Petunia!¡¿Donde estás?!

- ¡Un momento, Vernon!

Me agarró de un brazo y me llevó unos pasos mas allá.

- ¿Cómo te llamas?¿Estudias con el en Hogwarts?

- Me llamo Olivia Black, y estoy en su misma casa y... Somos novios.

- ¿Black? ¿Su padrino no era ese... Sirio Black?

- Se llama Sirius Black, y es mi tio. Adoptó a mi prima Sarah hace un tiempo, y vivimos juntos.

- ¿Eres parte de esa... Orden?

- Sí.

- Está en su habitación.- le dí las gracias, y antes de llegar a la entrada me detuvo.- Olivia... Cuida de el, por favor. Es lo único que... Que me queda de Lily.

- Lo haré, no se preocupe.

Le sonreí timidamente, y entré en la casa. Era tal como me la imaginaba.

El señor Dursley y su hijo no estaban en el vestibulo, asiq procurando no hacer ruido (y de no pisar los escalones que chirriaban), subí las escaleras hasta el cuarto de Harry. La puerta estaba entre abierta, y podía ver a Harry sentado en su cama, mirando la foto de sus padres. Hedwig estaba en su jaula, y parecía que ya había recogido todo lo que le era de importancia.

- Toc, toc.

Abrí la puerta al completo y Harry me miró sorprendido. Se levantó y se lanzó a abrazarme, y sin dudarlo le correspondí el abrazo.

- Te he visto por la ventana...

- Pues vaya mierda de sorpresa, ¿no crees?

- Un poco... Entra.- me cogió de la mano y me adentró en sus dominios... O lo que quedaban.
La habitación estaba (como había supuesto), totalmente vacía en lo que respetaba objetos personales. Incluso los estandartes de Gryffindor de la pared estaban descolgados. - ¿Cómo es que has venido antes?

- Tonks dijo que te preparara... Es parte del plan nuevo.

- ¿Tonks? ¿Nuevo?

- Sí, Tonks; digamos que he decidido seguir los consejos de una chica.- reimos.- Y lo otro... Es algo muy complicado, de lo que no tengo más ganas de hablar. De todas formas no tiene importancia, asi que no te preocupes.

- ¿Qué tal está Sirius? ¿Y Sarah? ¿Y  has visto a Ron y a Herms?...

- Sí, les he visto.- nos sentamos en la cama, y me abracé a el colocando mi cabeza en su pecho.- Vamos en orden... Sirius, de salud, está bien. De mente... Algo loco, y por el resto, estresado y protector respecto a tu traslado.

- ¿Eh?

- Está estresado por que ha sido mucho lío montar "el plan", y por que por petición mía a Moody (que es quien lleva la batuta), no le deja participar en el recorrido de esta casa hacia la casa segura.- suspiré.- En cierto modo es comprensible que no quiera que participe, ¿no? No quiero que le pase nada, y menos aún que Sarah tenga que volver a estar un tiempo sin el.

- Es comprensible, Olivia. No te preocupes.

Le sonreí, y continué:

- Segundo... Sí, Sarah está bien. Tanto física como mental y psicológicamente. Sirius la mima muchísimo, tanto que ya me preocupa. Le ha comprado (mediante Remus), un televisor y una radio muggle con muchísimos Cd's y emisoras, y ya estoy algo harta de escuchar todos los dias a los backstreet boys diciendo que baile.- Harry riò y yo sonreí un poco.- Claro que la tele es para todos, pero cada vez que vas al salón por las mañanas y las tardes está puesto algún programa infantil... Se ha enamorado de la bella durmiente y la sirenita, y no puedes imaginarte lo mucho que se emocionó al ver que había una pelicula de "Alicia en el país de las maravillas". Aunque luego dijo que el libro era mejor, no para de verla cada semana.- Harry rió, seguramente imaginandoselo.- En cierto modo es comprensible... Que la mime tanto. Intenta alejarla lo máximo posible de la guerra en la que nos hemos metido, y intenta que sea feliz...

Harry me abrazó más contra si, y estuvimos en esa posición un rato, hasta que un grito del tio de Harry hiciera que él bajara.
Yo me quedé en su habitación, esperando a que volviera, y mirando por la ventana. Vi como los Dursley se iban, y también vi cuando Dudley se disculpó con Harry.

El azabache entró de nuevo en la casa y juntos la recorrimos por primera y última vez. La alacena fue lo que más atención tuvo, por parte de ambos.

- Asi que aquí es donde dormiste hasta tus once años...

- Solo se nota un poco que eras fan mia.

- No era fan tuya, sino de la historia.- le saqué la lengua, y seguimos mirando la casa.

Pasó una hora, y escuchamos el sonido de una motocicleta al aterrizar; sí, aterrizar. Harry abrió la puerta y se encontró a Hagrid. Se abrazaron, y le dejó pasar, al igual que a los demás miembros de la orden que ayudarían en el traslado.

En un principio yo no debía participar en la acción, ya que Voldemort también me buscaba, pero al no estar Mundungus, necesitaban a alguien; y ahí es donde entré yo en la sala poniendo mi mejor cara.

Claro que junto a todo lo demás Harry no estaba de acuerdo en que hicieramos eso por el, pero, por lógica, no le hicimos caso y Hermione le arrancó unos pelos para la poción multijugos.

Y, lo cierto, habría sido mejor hacerle caso, por que George se quedó de todas formas sin oreja, y Moody había muerto, pero de forma más heroica: Salvandome. Le debo la vida.
En cambio, a mi me rozó un "sectumsempra", y mi brazo comenzó a sangrar a mitad del vuelo.

Me esforzaba por ir lo más rápido que podía hacia la madriguera. Mi brazo sangraba a horrores, y no podría aguantar mucho más con la escoba sin algún conjuro curativo. Me lo habría hecho yo misma, pero el idiota de mortifago llamado Stan Shunpike me perseguía (algo torpemente a decir verdad). Aumenté la velocidad de mi saeta de fuego y cruzé la barrera protectora justo cuando mi oponente me lanzaba un avada.
Aterrizé tambaleandome, y me eché al suelo, y besé a este.

- ¡Tierra!¡Mi querida tierra! No volveré a alejarme de ti en mucho tiempo... ¡El peor vuelo en escoba de la historia!

- ¡OLIVIA!

Harry, Ron, Hermione, Sirius, y algunos más corrieron hacia mi, pero se detuvieron al ver mi brazo sangrando.

- Eh... Un mortífago me perseguía, siento haber llegado tarde...

- No pasa nada, cielo.- Sirius se arrodilló y me abrazó cuidadosamente. Hermione se acercó también y curó mi brazo. Se turnaron para abrazarme (que monos), y Sirius me cogió en brazos y me llevó dentro. Me dejó sentada en un sillón, y delante mia tenía a George.

- Lo siento mucho, Gred...

- No importa, Liv. De todas formas sigo siendo más guapo que Feorge...

- ¡Eh!

Reímos, y Molly me envolvió el brazo con una benda por si volvía a sangrar.
Ya era de madrugada, y todos los que estabamos despiertos nos quedamos en el salón, hablando sobre el traslado semi-exitoso, y sobre la próxima boda.

Algo que amé ese verano fue la boda de Bill y Fleur. A pesar de estar en guerra habían decidido casarse, y la ceremonia fue preciosa.
Yo misma junto a Hermione y Ginny ayudamos a la novia con el vestido, y a pesar de haber sido muy pomposo para mi gusto, tengo que admitir que a Fleur le sentaba de maravilla.
Por algo era una cuarta parte veela.

Bajé el último escalón y fui a la cocina buscando a Harry. Por suerte, lo encontré ahí.
Estaba mirando por la ventana, observando como los adultos levantaban la carpa en la que se celebraría la boda. Me hice notar golpeado la mesa con mis nudillos, y me miró.

Parpadeó una cuantas veces, y sonrío.

- Estás preciosa.

El tampoco estaba mal con su chaleco marrón oscuro y su corbata lila; la cual hacía juego con mi vestido. Me llegaba hasta las rodillas y era un color un poco más oscuro que el de la corbata, con encaje por todo. Llevaba unos tacones pequeños negros, y me ponían a la altura de los ojos de Harry. Llevaba el pelo suelto, con algunos rizos hechos por Hermione al estilo muggle, gracias a que el señor Weasley tenía algún que otro enchufe por la casa.

- ¿Ha venido ya el ministro?

- Hace un rato... Como no estabas, me ha dicho que te dé esto.

Sacó de su bolsillo un sobre en el que ponía mi nombre con letras grandes.
Era la letra de Albus.

- ¿Me dejas... Leerlo sola? Será un momento...

- Claro. Iré a ver como van fuera.

Salió y yo me senté en una silla. Abrí el sobre, y saqué la carta que contenía.

Querida Olivia:

Antes de nada, no te preocupes por que el ministerio haya podido leer estos parrafos, ya que he hecho un encantamiento para que solo tu pudieras leerlo. No preguntes como, ya que, como dicen los muggles: Un mago nunca revela sus trucos.

Te escribo para informarte de que estoy bien, y que la casa está en el mismo estado en que le dejaste. Los muggles de por aquí no notan mi presencia, y los magos que pasan de vez en cuando ya no se acuerdad de que en otros tiempos vivíamos aquí los Dumbledore, y, en algun tiempo, Grindelwald.

Supongo que ya sabrás que como legado he dejado a tus amigos, algunos objetos que les serán de ayuda para resolver el enigma de las reliquias, y así, permitirles seguir el camino correcto para poder destruir de una vez a Voldemort.

En verdad, siento que no puedas acompañarles en esta aventura, pero sabes que debes acudir a tus entrenamientos y prácticas con Remus a partir del 1 de agosto, y con Alastor si ha sobrevivido al traslado.

Saluda de mi parte a los que saben que en realidad no he fallecido, y intenta arreglar el embrujo de la puerta principal del número 12 de Grimmauld Place. Supongo que al vivir ahí gente de forma permanente sería mejor que al abrir la puerta no tuviesen que enfrentarse a la aparición que les recibiría.

Cuida de ti y de tu prima, y deja ayudarte por tu tio cuando te ofrezca ayuda. Eres demasiado cabezota. El realmente te quiere, y solo intenta ayudarte. Aunque claro que sigue siendo algo infantil y inmaduro, asi que no dudes en enseñarle como comportarse de vez en cuando.

Esta carta se auto destruirá en cuanto termines de leerla, y por último quiero que sepas que te agradezco de corazon lo que estás haciendo por mi y el resto de la comunidad mágica.

Un abrazo; Albus P.W.B. Dumbledore.

La carta se esfumó en mis manos, dejando sobre la mesa unas pocas cenizas. El sobre también había desaparecido, y recogí los restos y los tiré a la basura. Me limpié las manos, y al igual que Harry minutos antes, me puse a mirar por la ventana.

Ya habían terminado de montar la carpa, y ahora estaban colocando las mesas y las sillas. Todos eran hombres, y ya estaban arreglados para la ceremonia. Eso daba a entender que las chicas seguían arriba vistiendose y/o ayudando a Fleur. Escuché pasos en las escaleras, y Sarah vino hacia mi sonriendo.
Llevaba consigo una funda para vestidos (que contenía uno), y una cajita de zapatos.

- Liv... ¿Me ayudas a vestirme? Ginny y Hermione me querían ayudar... Pero me gustaría que me ayudaras tu...

Lo decía de una forma tan tierna, que al instante acepté (aunque lo iba a hacer de todas formas, claro está).
Subimos las escaleras hasta el cuarto de los gemelos, los cuales habían cedido con ganas su habitación para Sirius y su hija.

Al entrar, la primera palabra que se te podía venir a la cabeza era: Bromistas. La habitación entera delataba quien había dormido ahí por años. Claro que estaba más recogida y había juguetes de niña por el suelo, pero algunos prototipos de "Sortilegios Weasley", seguían rondando por el cuarto.
Sarah colocó las cosas en la cama, y la llevé al baño para que se duchara. Cuando salió, tenía las mejillas sonrojadas, y llevaba un albornoz azul que le iba algo grande; estaba adorable.

Le sequé el pelo con un secador, y cuando estuvo seco fui hacia la cama y saqué el vestido de la funda.
Era precioso.

Era de color azul tinta, y tenía algo de vuelo en la falda (la cual tenía unas cuantas capas de tul del mismo color). Un poco más arriba de la cintura tenía una cinta, que estrechaba la parte del pecho y los tirantes.
Se lo coloqué con mucho cuidado, y le até el lazo que tenía en la espalda. Saqué los zapatos de la caja y se los coloqué. Combinaban perfectamente con el vestido.

Fui un momento a la habitación de Ginny, y la encontré a ella junto a Hermione arreglandose. La pelirroja llevaba un vestido dorado (ya que era dama de honor junto a la hermana de Fleur, Gabrielle), y Hermione llevaba un vestido rojo. Me llevé el rizador de pelo y volví con mi prima.

La senté en una silla, y con el rizador le comenzé a rizar el pelo (obviamente, por algo el nombre), y vi que miraba curiosa como quedaba su pelo. Saqué un poquito de maquillaje, y le puse brillo en los labios, y un poco de colorete rosa. Estaba casi al natural, y así estaba perfecta.

- ¿Te gusta?

- Mucho... Mami tenía algo igual, y alguna  vez también me ponía esto.- señaló el maquillaje.

- Seguro que estabais guapísimas...

- Mami era muy guapa... Me gustaría ser como ella de mayor.

- Así como lo veo yo, eres idéntica a ella. Igual de guapa...- dejé el rizador a un lado y me arrodillé en frente de ella.- Y sabes que, aunque no esté físicamente... Siempre estará aquí.- señalé donde estaba su corazón y sonrió.

- Papi dice lo mismo.- sonrió más.- Mami también decía algo parecido... Y cada vez que lo decía me enseñaba la foto en la que salía papi más joven.- ladeó la cabeza como si estuviera pensando, y frunció los labios; pero no dijo nada. Negó con la cabeza y ensanchó su sonrisa.- Estás muy guapa, Liv.

- Gracias, peque.

- Te quiero mucho, lo sabes ¿no?

Asentí y la abracé. Le susurré un <yo también te quiero mucho> y seguimos así unos minutos.
Al separarnos escuchamos pasos en el pasillo, y a los pocos segundos llamaron a la puerta. Dí permiso y Sirius entró en la habitación.

Llevaba un traje negro, y un chaleco azul oscuro que conjuntaba con el vestido de Sarah, al igual que la corbata que llevaba del mismo color. Debajo tenía una camisa blanca, y una sonrisa enorme adornaba su cara.

- Chicas... Estais preciosas.- dijimos gracias al unisono, y se nos acercó y nos abrazó. Al separarnos salí del cuarto, pero me quedé detrás de la puerta un momento.- Eres idéntica a tu madre, princesa.

- ¿De verdad?

- De la buena. El color de tu vestido era su favorito...

Pasaron unos segundos de silencio.

- La echo de menos papi... Mucho, mucho mucho.

- Yo también, preciosa. Pero ya sabes que nunca se irá, y ahora me tienes a mi.

Como la puerta estaba entre abierta vi como sonreían y se abrazaban de nuevo.
Ese momento era tan tierno que podría haber ablandado el corazón del mismo Voldemort (si tuviera sentimientos).

Fui abajo a recibir a algunos invitados, y mi tio y mi prima vinieron a los pocos minutos también.

Había algunos profesores presentes, y gran parte de las personas eran pelirrojas. Había unas cuantas chicas (que seguro que tenían una parte veela a juzgar como las miraban los chicos), que ligaban con los hombres de sus respectivas edades, y entre ellas había una mujer (que creo que era tía de Fleur, o algo así), que se acercó a Sirius y comenzó a coquetearle.
Era bastante gracioso, ya que se pegaba a el como si fuera pegamento, pero el merodeador casanova no le prestaba atención y la mujer se frustraba.

Sirius solo tenía ojos para Sarah, y después de unos minutos la mujer veela se dio cuenta y se alejó indignada.

Una pareja junto a su hijo se apareció unos metros más allá. El hombre iba de traje y el niño también, solo que más infantil, y sus rizos castaños parecían haber intentado ser peinados en vano. La mujer que iba con ellos era de tez palida, y tenía los mismos rizos que el niño repartidos a lo largo de su cabello. Llevaba un vestido marrón grisaceo que le llegaba hasta las rodillas, con una cinta a la altura de la cadera y con algo vuelo en la falda.

Sirius sonrió y fue hacia ellos en cuanto les reconoció, y les abrazó efusivamente.
Suponiendo quienes serían, agarré la mano de Sarah y fui hacia ellos hasta ponerme al lado de Sirius.

- Olivia, te presento a Mason y Susanne Betling. Te hablé de ellos, ¿recuerdas?

- Supongo que tú eres la sobrina de Sirius, ¿correcto?

- Sí. Encantada de conocerles.

- Lo mismo digo, querida. Eres muy parecida a tu madre, Miranda.- sonreí.- Este es Joan, nuestro hijo.

Sirius abrió un poco más de lo normal los ojos, y (creo) que si notarlo se puso un poco delante de Sarah.
Se había acordado de mi visión.

- Sirius, ¿por qué tapas a...?- la pregunta quedó inacabada, y la mujer apartó un poco al animago de delante de la niña.- Es la hija de Adler, ¿verdad?

Me miraba a mi, asi que asentí.

- Hola... Soy Sarah, Sarah Black.

Sarah levantó su manita y la mujer se la estrechó gustosa, y se agachó a su altura.

- Yo me llamo Susanne, pero puedes llamarme Susi. Tu mamá y yo eramos muy buenas amigas.

- ¿La conocía?

- Éramos casi como hermanas. Y mira, este es Joan, mi hijo. Quizá podeis ser amigos.

El niño se acercó algo tímido y Sarah se sonrojó. Sirius parecía estar algo confuso y celoso, y el otro hombre, Mason, sonreía; al igual que yo.

El resto de la velada fue estupenda. Cuando Bill y Fleur sellaron oficialmente el estar casados, todos estallamos en aplausos, y después comenzó el banquete. Como si fuera obra del destino, los Betling se sentaron en la misma mesa que los Black ( a excepción mía, ya que estaba unas mesas más allá con mis amigos). Después de comer empezó la buena fiesta, es decir, el baile.

Bill y Fleur bailaban en el centro de la piesta al son de una canción movida, y los invitados les vitoreabamos a su al rededor.
Estaba junto a Hermione hablando con Viktor Krum, sobre como le iba en Bulgaria (y bueno, yo fangirleando). Harry estaba algo más allá, y Ron también.

Ví que Sarah y Joan estaban jugando fuera, al lado de la carpa, y corrían de un lado a otro riendo.
Sirius podría estar tan celoso como quisiera, pero esos dos se harían mejores amigos y no podría impedirlo (al menos en esta realidad, claro).

Pasó un rato y vi tambiéna Sirius bailar con su hija, y de nuevo algunas mujeres veelas que miraban la escena cabreadas de que un hombre así no les prestara atención.
Quiera o no Sirius no perdía su carisma natural.
Los tres Betling también bailaban juntos, y al poco rato todo el mundo bailaba en la pista.

Ron y Hermione bailaban juntos, y, por qué no, yo bailaba con Harry. A lo lejos veía a Ginny bailar junto a Dean, y a muchas otras parejas pasandoselo bien.

De pronto, una luz azul llegó desde el cielo, y se quedó parada en el centro de la pista. Todo el mundo paró de bailar y miraron asustados el patronus que informaba que el ministerio había caído y que en pocos minutos todo estaría lleno de mortífagos.

Los invitados comenzaron a desaparecerse, y me separé de Harry y busqué a Sirius. 
Estaba junto a los Betling, con Sarah en brazos. Intercambiaron palabras, y Canuto me miró. Me guiñó el ojo, y se desapareció agarrando el brazo de Mason, quien agarraba a Susanne, llevando en brazos a Joan.
Se habían desaparecido, seguramente al cuartel.

Saqué mi varita y busqué al trio de oro, quien estaba reunido al completo, casi en el centro de la pista. Los invitados se habían ido casi al completo, y casi solo quedaban los miembros de la orden junto a los más cercanos a los novios, y algunos invitados más. Le guiñé el ojo a Hermione y ella asintió. Seguidamente agarró a Harry y a Ron y hizo aparición conjunta. Los Weasley acabaron su conjuro protector sobre la casa, y se desaparecieron al refugio junto a la familia de Fleur.
Solo quedabamos Remus y yo.

- Sigue el plan, Olivia, síguelo.

Asentí, y puse una parte del conjuro protector sobre la casa y los alrededores.
Tenía muchas ganas de patearle el culo a algunos mortífagos pero eso al parecer no podía suceder.

Al ver que Remus iba a desaparecerse hice lo mismo, y acabé en la entrada del 12 de Grimmauld Place. Abrí la puerta rápidamente, y me encargué del maleficio de la entrada.
Suspiré, y seguí mi camino hasta la cocina, en donde estaban Sirius y los demás.

Estaban sentados al rededor de la mesa, y el animago se levantó al verme y me abrazó.

- ¿Se han ido todos?

- Sí. ¿Vosotros estais bien?¿Donde están los niños?

- No te preocupes, Olivia. Nos hemos ido cuanto antes hemos podido. Y los niños están en la habitación de Sarah, durmiendo, espero, y no jugando.

- He de confesar que no me esperaba que fueran miembros de la orden, señores Betling.- Mason hizo un ademán con su mano.

- Llamanos por nuestro nombre de pila, por favor. Me haces sentir algo viejo. - reimos un momento.- Es fácil no saber de esas cosas si estás bajo la protección de Dumbledore, y más cuando este ha conseguido fingir su muerte de forma creíble y así poder seguir cuidandonos a todos desde las sombras.

- Y cuando nos habló sobre tu visión en la que salía nuestro hijo...

- ¡¿Lo sabeis?!

- Por supuesto, Sirius. Sabes que Dumbledore les cuenta cosas así a su gente de tal confianza, y más si se trata del hijo de esa gente.

- ¿Gente de confianza?

- Verás, Olivia... ¿Sabías que Albus tenía una tía paterna?- negué.- Esa tía suya, Honoria Dumbledore... Tuvo un hijo ilegítimo, al cual dejó en casa de unos muggles a su suerte... Este niño, Archibald Dumbledore, descubrió su "verdadera identidad", al entrar en Hogwarts, y años más tarde localizó a su familia materna. Descubrió que su madre había muerto años atrás, y que su tío había sido encerrado en azkaban. Su tía estaba gravemente enferma, y sus primos cursaban en Hogwarts, a excepción de su prima, quien estaba traumada por alguna razón... En fin, volvió con su familia adoptiva, pero se quedó con su apellido materno, y años después de salir de Hogwarts conoció a una mujer y tuvieron hijos juntos. Uno de sus hijos era Nicholas Dumbledore, quien se casó al salir de Hogwarts y tuvo dos hijos varones y una única hija. Ésta se casó con un hombre de su mismo curso, y unos cuantos años más tarde tuvieron un hijo. ¿Adivinas ahora por qué somos gente de confianza?

Me quedé callada unos segundos; no por no saberlo, sino por la impresión del relato.

- Eres una Dumbledore.

- Correcto.

Y entonces, algo en mi mente hizo click. Daba igual cuanto se esforzaba alguien por mantener su estatus de sangre "limpio", y todas esas cosas... Siempre había un hijo ilegítimo en la familia que lo cambiaba todo.
Todas las familias tenían un "bastardo"  que conseguía conectar las ramas de los arboles familiares.
Todos éramos una gran familia.

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  No es el mejor
Final pero bueh...

ANIMALES FANTASTICOS 2 PARA NOVIEMBRE DE 2018, BITCHES!

*baila*

Besossss y difuuuu

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