En Hogwarts por lo menos, las cosas estaban algo más tranquilas. Nos habían invitado formalmente a Harry,  Hermione y a mi para acudir a una cena del club de las eminencias, fundado por el profesor Slughorn. La cena fue bastante tensa, al menos por mi parte. Recuerdo haber llevado un vestido azul oscuro con encaje negro (algo ajustado), que provocó algunas miradas por parte de los demás chicos de la sala. Harry se puso celoso, y era muy gracioso.

- Señorita Fox.- Slughorn habló cuando estaba metiendome una cucharada de helado en la boca.- Díganos, ¿como se conocieron el señor Potter y usted? Si es que no es algo demasido personal.

- No se preocupe, profesor. No nos importa hablar sobre ello. ¿Cierto, Harry?

- Para nada.- se le veía la duda en la mirada, incluso enojo, pero tenía que ganarse a Slughorn, de cualquier manera que se le presentara.

- Nos conocimos hace poco más de un año, durante las vacaciones de verano, en su lugar de residencia. Corto período de tiempo, lo admito, pero, como dirían los muggles, fue amor a primera vista. Poco después de pasar las navidades junto a nuestros amigos, nos dimos cuenta sobre lo que sentíamos y fuimos una pareja oficial. Nunca en mi mi vida he querido a nadie tanto como le quiero a el.- le cogí de la mano sobre la mesa, y el sonrió tímidamente.
Le miré a los ojos, y ví que los suyos reflejaban confusión.- Es... Como mi pilar sobre el cual me sostengo, y consigo avanzar en la vida. Leamo con locura.

- ¡Precioso! Si me permite la osadía de mis palabras, ¡ese ha sido un discurso esplendido! ¡Una verdadera declaración de amor! ¡Treinta puntos para Gryffindor, ya lo creo!

Le sonreí amablemente, y le dí un suave apretón a Harry con la mano.
Al poco rato nos fuimos, y paseamos lentamente por los pasillos, los cuales estaban solo iluminados con la luz de la luna.

Estabamos solos, Harry y yo.

El tenía sus manos en los bolsillos del pantalón, y yo andaba algo encogida por el frío, a su lado.

- Eso que has dicho ahí dentro...

- ¿Qué pasa con ello?

- Eres buena actriz.

Me detuve al instante, y el se giró sorprendido al ver que no seguía.

- ¿Estarás de broma, verdad?

- ¿Por qué lo dices?

- ¿Te crees que lo que he dicho era mentira?- estaba enfadada, muy enfadada.

- Pues... ¡Si! Ni siquiera nos conocimos en mi lugar de residencia y...

- ¡¿Y que querías que dijera?!- susurré acercandome a el.- No podía decirle que nos conocimos en el cuartel.

- ¿Y eso que me quieres con locura, eh? Tú no hablas así, Olivia. Tú no eres así de empalagosa.

- Harry, escuchame.- lo cogí de la cara, con ambas manos.- Tienes que ganarte a Horace, ya lo sabes. Tiene que darte eso que necesita Albus, ¿recuerdas? Y es cierto que yo no soy así de empalagosa, pero si que lo es el profesor. Fíjate, que incluso le ha dado puntos a Gryffindor.- sonreímos inevitablemente.- Pero el mensaje es el mismo que si te lo digo así: Te amo, Harry. Sabes que no he tenido una vida fácil hasta ahora, pero ahí estabas tu, haciendome sonreir; en un libro, si, pero estabas ahí. Y ahora estás aquí, yo estoy aquí, y es cierto que nunca antes he sido tan feliz. Eres mi novio, mi gafotas, el chico al que de verdad quiero con locura.

Solté unas leves lagrimas, y sonreí. Harry se acercó más, y me besó.
Al separarnos nos abrazamos, y se disculpó y se quitó la chaqueta, y me la puso sobre los hombros.

Paseamos abrazados el resto del camino, hablando de otras cosas.

- ¿Como va con Sarah?

- Bien. Ella está bien, quiero decir. En la última reunión, cuando llegaron Sirius y Sarah... Digamos que tu padrino explotó. Al parecer unos mortífagos los persiguieron al terminar sus compras en el callejón Diagon. Imagínate... Habían comprado una casita de muñecas, se habían cruzado con un vieno conocido, habían comido en el caldero chorreante, y ido a una libreria a llevarse unos libros para Sarah. Un día perfecto, y van y llegan los mortífagos, con las varitas en mano dispuestos a atacar. Por suerte Sarah no se dió cuenta, pero Sirius lógicamente sí. Debió de sentir un miedo por su hija...

- ¡¿Y dices que estaban dispuestos a atacar a Sarah?! Pero si es solo una niña.- su tono de voz contenía asco. Asco a los mortífagos.

- Si... Y lo peor es que han decidido que lo mejor será que no salga más de la casa.

- ¡¿Qué miembro estúpido de la orden ha propuesto eso?! Es una niña de casi siete años. ¡Necesita salir a la calle, y respirar aire libre!

- Te enfadarás al saber quién ha sido.

- ¿Qué...?

- Fue Sirius.

- ¿El ha propuesto eso? ¿Quiere que su hija viva encerrada?

- Si y no. El no quiere que viva encerrada, pero mejor eso a que le pase algo. Creo que es su instinto protector/paternal, que está saliendo a la luz.- antes de que dijera algo más, añadí.- Además, creo que al final han quedado en ir alternando con la madriguera, para pasar los días, digo. Estarán al aire libre la mayor parte del tiempo, así que no te preocupes.

Harry asintió con la cabeza, y seguimos andando. Ya quedaba poco para llegar a la sala común.

- Harry, ¿tu también la quieres mucho, verdad?

- Si... No sé, es como si... Como si fuera mi hermana pequeña, ¿sabes? No quiero que le pase nada. Y Sirius es lo más cercano que he tenido a un padre en los últimos años, y no me gusta que vivan en esas condiciones.

- Te entiendo.

- ¿De verdad?

- Claro. Incluso puede que yo sienta eso de una forma mayor. Sarah es mi prima biológica, y Sirius es su padre, por lo tanto es como mi tio...

Me quedé quieta.

Paralizada.

Lo había descubierto.

- ¿Olivia, que pasa? ¿Estás bien?

- Necesito hablar con Albus... Lu-luego te veo...

Sin esperar respuesta salí corriendo en dirección al despacho del director. Era parecido a la vez en que corrí hacia el mismo sitio en quinto año, para evitar el ataque al señor Weasley, pero esta vez, era algo más personal aún.

Lo había descubierto.

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Heeelloooooo
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Besosss y difuuuu