Capitulo 28: Compras y vigilancias alarmantes.

Leer abajo. Importante.

Draco estaba a salvo. Ese era el resultado de nuestra charla con Albus. Anteriormente, en la casa de los Black, había descubierto un viejo y polvoriento libro ( uno entre todos de los que había de esa clase), que nos podría servir para resolver el problema que implicaba a Draco, Albus, y a Snape. Consistía en hacer un hechizo que... Hacía una copia real, con apariencia totalmente humana, del director de Hogwarts. Parece ridículo, pero así Snape podría matar al doble de Albus delante de los mortífagos, ganandose su confianza plena, mientras que el verdadero Dumbledore se escondería en su vieja casa en el valle de Godric, hasta que tuviera que volver.
En sexto, nos comenzaríamos a preparar para los Éxtasis. Ron estaba super contento porque tendríamos muchas horas libres, pero ese entusiasmo desapareció al notar el montón de deberes que nos ponían. La asignatura más productiva, fue la de Pociones. Era y soy un fracaso en ella, y lo admito; pero Harry encontró el libro del "Principe Mestizo", y tuvo un éxito total en las clases del profesor Slughorn, convirtiendose en el favorito del profesor.
Para Hermione era algo frustrante no ser la primera de la clase, pero se calmó al enterarse de que Harry le había dicho a Slughorn que era la mejor alumna de nuestro curso.
Albus nos enseñaba cada cierto tiempo recuerdos sobre Tom Ryddle, y con Sirius y algunos más de la orden nos mandábamos regularmente cartas.
Realmente era una pena que al tener la libertad, y a una hija a la cual criar, Sirius no pudiese vivir en otro sitio junto a Sarah que no fuera el cuartel de la orden; pero eso no quería decir que no pudiesen salir de vez en cuando de casa a ir a otro sitio de paseo.

Sirius subió tranquilo las escaleras, y se paró delante de la puerta del cuarto de su hija.
"Hija", pensó, "Tengo una hija".

- Princesa...- abrió lentamente la puerta, y se asomó. El cuarto estaba tranquilo, y visiblemente renovado.

Junto a Remus y algunos más, habían sacado todos los muebles viejos de la habitación, y los habían sustituido por unos viejos de Tonks que todavía estaban en buen estado, de cuando tenía la edad de Sarah. Habían pintado las paredes de color blanco, y habían cambiado las polvorientas y pesadas cortinas verdes, por unas ligeras de color blanco. El suelo estaba tapado por alfombras multicolor, y encima de estas había una considerable cantidad de juguetes. En la esquina, habían colocado una mesa para que Sarah pudiese dibujar, y dentro del armario había una combinación entre ropa vieja de Tonks, y poca nueva que habían podido ir a comprar.

Le debían muchas cosas a Tonks, pero ella se había ofrecido sin siquiera haberse planteado la idea de preguntarla.

Sarah dormía acurrucada entre las mantas de su cama, abrazando cariñosamente a su peluche favorito. Sirius sonrió, y se acercó lentamente a la cama.
Se sentó en esta, y acarició suavemente el brazo derecho de Sarah. Se acercó más a ella, y le dió un beso en la mejilla, haciendo que la niña se revolviera un poco.

- ¿Papi?- susurró somnolienta.

- Buenos días, avellanita.

Sarah abrió los ojos y sonrió al ver a su padre delante suya.

- ¿Has dormido bien, bebé?

- Mhm... Tengo hambre, papi.

- Pues vamos.

La tomó en brazos, y la niña apoyó su cabeza en el hombro del animago. Bostezó, cosa que le causó ternura a Sirius a causa de su tono de voz infantil.
Llegaron a la cocina, y Sirius sentó a Sarah en una silla y comenzó a servir el desayuno.

La niña cruzó los brazos sobre la mesa, y apoyó la cabeza sobre estos. Cerró de nuevo los ojos, pero antes de que se durmiera Sirius se arrodilló al lado de ella y le acarició la espalda.

- Cariño, no te duermas ahora. Hay que desayunar.

- Pero quiero dormir...

- Te he hecho tortitas...- canturreó en su oido.

- ¿Con sirope?

- Puede.

Sarah levantó la cabeza, y sonrió al ver su plato delante. Su padre se sentó frente ella, y comenzaron a desayunar.

- Sarah.- habló después de un rato. La niña le miró.- Tengo una sorpresa para ti.

- Si me la dices ya no será una sorpresa.

- Eres muy lista, cariño.- la niña sonrió con autosuficiencia.- Pero te la diré de todas formas. Si no te la digo... ¡El día de hoy no tendría sentido!- rieron, y prosiguió:- Hoy saldremos de casa para comprarle cosas a mi niña preciosa.

- ¿Saldremos de aquí?- preguntó emocionada.

- Casi todo el día.- Sarah se levantó y saltó sobre el contenta, y corrió arriba para cambiarse de ropa.

A los veinte minutos salieron rapidamente al exterior, y lo primero que hicieron fue ir al parque. En el había unos columpios, y Sarah se montó en ellos. Pasaron la mañana ahí, y después tomaron un autobús hasta llegar al caldero chorreante. Saludaron a Tom, y salieron al Callejón Diagon.

Había muy pocas tiendas abiertas, pero Sirius sabía que todavía existían las tiendas que quería visitar. Pasaron por el banco, y cogieron galeones para las compras, y comenzaron con estas.

A Sarah se le iluminó la cara al ver una tienda de juguetes, y arrastró a Sirius hacia el interior. Literalmente, la niña se enamoró de una pequeña casa de muñecas: Tenía pequeños muebles y algunos muñecos expuestos en ella.
Inmediatamente Sirius se la compró, y salieron de nuevo a la calle.

Al salir por la puerta, se cruzaron con un niño de más o menos de la edad de Sarah. Tenía muchos rizos castaños, ojos marrones, y una sonrisa de completa felicidad al admirar la tienda. Junto a el había un hombre al que Sirius conocía, y se saludaron amistosamente.
Habían estudiado juntos en Hogwarts.

- Sirius Black. ¿Cuantos años hace que
no nos vemos?

- Bastantes. ¿Como te va?

- Estupendamente. ¿Te acuerdas de Susanne? Al final nos casamos.

- ¿Y tuvisteis un hijo?

- Si. Este es Joan. Hemos vivido en España hasta hace poco, pero hemos vuelto por la familia. ¿Tu tienes una hija?

- Si. Bueno... ¿Te acuerdas de Adler?- el hombre asintió.- Pues... Esta es su hija, Sarah. La adopté hace poco tiempo.

- ¿Y Adler...?- Sirius negó, y el hombre entendió.- Lo siento, amigo.

- No te preocupes. Estamos bien.- se señaló a si mismo y a la niña.
Siguieron hablando durante un rato, mientras que Sarah y Joan se observaban. Minutos después se despidieron, y siguieron por sus caminos.

- ¿Quien era, papi?

- Ese es un amigo de cuando tu mami y yo íbamos a Hogwarts. Estuvo en Hufflepuff. Se llama Mason Betling. Su mujer era Gryffindor, y era muy amiga de tu mami.

- ¿Si?- su padre asintió.- Papi, ¿tu venías aquí de niño?

- Si. Y uno de los mejores días de mi vida fue cuando tenía once años, y vine a comprar mis cosas para Hogwarts; pero había más tiendas abiertas...- respondió algo apenado.

- ¿Yo también vendré? ¿Y habrá más tiendas?- preguntó ilusionada.

- Pues claro. Y te prometo que vendremos tu y yo juntos, con todas las tiendas abiertas, y te compraré una escoba (aunque no se pueda tener en primer año), los libros, una varita y una mascota. Todo lo que necesites y quieras.

- Gracias papi.

- Te quiero, avellanita.

Volvieron al caldero chorreante a comer, y por la tarde salieron de nuevo al callejón para terminar las compras. Entraron en una librería (que no era Flourish & Blotts), que Sirius conoció a sus doce años gracias a Remus. En el almacén tenían una colección de libros muggles, normalmente solo comprados por los magos o brujas de padres no mágicos, o algunos mestizos.
La bibliotecaria lo saludó efusivamente, y se sorprendió de ver a Sarah con el. Cuando preguntó quien era, respondio orgulloso:

- Es mi hija.

Sorprendida pero contenta por el, los llevó a la trastienda, donde estuvieron un rato. Sirius se sentó en una silla, y sonrió al ver a su hija tan interesada en la lectura. Era igual a su madre. Hacía poco que había aprendido a leer con fluidez, y ya devoraba los libros que le daban.

Sarah sacó de la estantería un ejemplar algo antiguo, y fue hacia su padre a enseñarselo.

- ¿Me puedo llevar éste?- preguntó tímida. No era avariciosa, pero Sirius le compraba todo lo que pedía.

- Claro que sí. ¿Como se llama?

- Alicia en el país de las maravillas.

- Lo conozco. Tiene mucha imaginación.

Al poco rato salieron de la librería, y echaron a andar calle arriba. Habían pasado todo el día fuera, y ya volverían a casa.

- ¿Te lo has pasado bien, princesa?

- Mucho.

Siguieron andando, y unos hombres los adelantaron. Llevaban ropa negra, al igual que sus capas, y en la mano derecha tenían la varita a mano, amenazadoramente.
Se giraron momentaneamente para mirar a Sirius, y éste comprendió.
Mortífagos.

Cogió a Sarah en brazos, y se dió prisa para llegar al bar. Se apareció Grimmauld Place, y entró rapidamente en la casa.

En el corredor estaba Remus, quien lo estaba esperando para una reunión.

- ¿Habeis llegado bien? ¿Qué tal las compras?

- Bien... ¿Subes a tu cuarto, princesa? Luego voy contigo. Puedes empezar tu libro.

- ¡Vale!- les dió un beso en la mejilla a ambos, y subió corriendo las escaleras.

- ¿Que ocurre, Canuto?

- Había mortífagos. Cuando nos íbamos se nos cruzaron, y estaban preparados para atacarnos. ¡Llevaban la varita en la mano, Remus! ¡Iban a atacarnos, estoy seguro de eso! ¡Iban a atacar a una niña indefensa, Lunático!

Los miembros de la orden se asomaron al rellano, y escucharon la conversación.

Esa fue la gota que colmó el vaso (las expresiones muggles son lo mío).

Desde ese momento, no se podría salir a la calle de forma tranquila. Los mortífagos nos estaban vigilando, a todos.

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Hey!!!
Que os parece???
AVISO: TODAVÍA SE ADMITEN PREGUNTAS PARA CUALQUIER PERSONAJE. LAS RESPUESTAS SE PUBLICARÁN DENTRO DE POCO.

Besoss y difuuu.

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