(2)Capitulo 1: Espejo peligroso.
1978
Los pasillos estaban vacíos, al igual que las aulas y las sala comunes. La sala de profesores estaba cerrada con llave, y los dormitorios se encontraban impecables, al igual que los baños.
En cambio el gran comedor, estaba ocupado.
Habían retirado las largas mesas de las casas y sus respectivos bancos, y el gran comedor ya no parecía lo que en realidad era. De pie en el centro de la tarima en la que anualmente colocaban el taburete en el que se sentaban los niños de primer año para ser seleccionados en una casa mediante el sombrero seleccionador, estaba Albus Dumbledore. Vestía una se sus típicas túnicas, y su barba estaba algo más crecida. Observaba todo a su alrededor, sin mover ni un solo músculo, a través de sus gafas de media luna. Como mucho, parpadeaba, y casi ni se notaba que respiraba.
Siete de sus futuros ex-alumnos combatían a pocos metros de distancia, esquivando los conjuros y maldiciones que les lanzaban los profesores de la institución.
James Potter esquivaba las maldiciones con facilidad, pero se desconcentraba vigilando a su pelirroja, Lily Evans, quien realmente no tenía ningún problema defendiendose. Otros, como Sirius Black y Adler Fox, combatían solos y con fuerza, pero no podían evitar mirarse mutuamente para ver si estaban bien. Remus Lupin unía fuerzas junto a los dos restantes, a pesar de que uno de ellos fuera Regulus Black. No le hacía gracia estar ahí con su hermano y los amigos de este, pero internamente sabía que no podía renunciar a la misión que su propia hija le había encomendado. Sentía que la estaría traicionando, además de que debía proteger a Miranda.
Sin margen para reaccionar una maldición les dio a Lily y a Adler, provocando que cayeran al suelo.
Claramente no practicaban con maldiciones graves como la "cruciatus", pero debían entrenar para el momento en que sí lo fueran.
James y Sirius fueron junto a ellas corriendo, incluso sabiendo que la maldición había sido un "desmaius". Los profesores dejaron de combatir, y los demás respiraron profundamente, intentando recuperar el aliento.
-¡Ennervate!- ambas abrieron lentamente los ojos, y los chicos les ayudaron a incorporarse. Los profesores se retiraron, y Dumbledore bajó de la tarima, caminando hacia ellos.
- No ha estado mal. Pero debeis mejorar vuestros reflejos. Si hubiera sido una maldición asesina, no habría vuelta atrás.- se colocó bien las gafas, y sonrió levemente.- Hemos terminado por hoy. Podeis ir a descansar hasta mañana.- salió del comedor sonriendo débilmente.
Los jóvenes recuperaron el aliento poco a poco, y se miraron unos a otros. Tenían grandes ojeras por la falta de sueño, y por lo general, estaban desarreglados y cansados. Cada día de la semana (menos los domingos por las tardes), entrenaban cuatro horas por la mañana, y otras tres por la tarde. Siete horas que los dejaban exhaustos; cansancio añadido a la tristeza que arrastraban desde hacía semanas.
Sirius intentó abrazar a Adler, pero ésta se apartó de él antes de que consiguiera rodearla con sus brazos. Salió dando grandes zancadas del comedor, y el animago bufó desesperado y bajó la mirada al suelo mientras apretaba los puños.
- Sirius... Necesita tiempo y espacio, espera un poco más y...
- Eso ya me lo dijo ella por primera vez hace casi un mes. No puedo esperar más tiempo, Lily.
- Si quieres puedo intentar hablar yo con ella. Es mi hermana, no puede ocultarme algo... Para todos ha sido duro, y lo sigue siendo, pero sabes que a ella le ha afectado mucho más que Sarah se haya ido.- Miranda colocó su mano en el hombro de Canuto, y éste suspiró.
- A mi también me duele...
- Pero no como a ella.- todos miraron sorprendidos al menor de los Black.- No hace falta ser uno de esos filósofos muggles para saber que a tu novia le ha afectado mucho más que a todos que se hayan ido.- Regulus ya no pronunciaba sus nombres.- Pero conociendote no me sorprende que quieras hacerte la mayor vícitma. Siempre buscando ser el centro de atención.
- ¡Retira eso!- Sirius lo apuntó con el índice mientras caminaba hacia él.- ¡Retira lo que has dicho!
Regulus hizo una mueca, y negó con la cabeza.
- Solo he dicho la verdad.- esas palabras provocaron que Sirius y James sacaran sus varitas, y que lo apuntaran con ellas.
- Repite lo que has dicho, asquerosa serpiente de...
- ¡James!- Lily se puso delante suya, algo enfadada. No por su conducta, sino que más bien por la de Regulus. Estaban en una situación difícil, y a cada rato alguien soltaba una tonteria similar.
- Mejor una serpiente de mierda que un egocéntrico malcriado como tú.- Remus se puso junto a sus amigos.
- Regulus, solo estás empeorando las cosas.- Miranda habló con una voz baja pero potente, casi entre dientes.
- No perdamos el tiempo con él, no merece la pena.- Sirius y James miraron furiosos a Remus, pero bajaron sus varitas a los pocos segundos. No las guardaron. Sirius salió del comedor de la misma forma en la que lo había hecho Adler, y a los pocos segundos también Regulus, caminando en la dirección contraria a la de su hermano.
El grupo restante en el comedor se miró de nuevo entre si, y todos soltaron un gran suspiro.
(...)
Estaban a mediados de marzo, y las corrientes de aire estaban constantemente presentes en los pasillos. Quitando a los siete magos y brujas adolescentes que habían entrenado en el gran comedor, no había ni un solo alumno más entre los muros del castillo. A los que estaban en séptimo y quinto año los habían enviado a otras escuelas, y a los demás se les educaba en casa. Lógicamente no todos los padres estaban de acuerdo en que sus hijos abandonaran sus estudios a mitad del curso, pero la inminente amenaza de los recientemente surgidos "mortífagos", y el líder de estos "Voldemort", causaba cierto temor en toda la comunidad mágica. A los padres de los alumnos de la casa de Slytherin se les tenía que ofrecer una plaza para sus hijos en escuelas igual de prestigiosas para que los alumnos abandonaran el colegio.
Regulus Black no era la excepción directa; sus padres pensaban que se encontraba estudiando en los Estados Unidos de América.
A Sirius no le importaba que sus padres biológicos no se preocuparan por él.
Él tampoco se preocupaba por ellos; sabía que estában del lado de Voldemort. Se preocupaba por sus padres adoptivos, los Potter, y también por sus amigos. Cuando le dijeron que Peter los iba a traicionar a todos, después de pensarlo un rato... Ni siquiera le parecía extraño. Peter siempre se ponía detrás de ellos, como si fueran sus guardias protectores.
Ahora estaba en azkaban, donde debía estar.
Por quien más se preocupaba era por Adler.
Claro que echaba de menos a Sarah. Ni siquiera entendía por qué la mayoría pensaba que no lo hacía. Era su hija; le era inevitable echarla de menos.
Y justo por eso no entendía a Adler. Ambos eran sus padres, y en vez de querer consolarse con él, le había dado la patada y no le dirigía más la palabra. La chica siempre desaparecía después de sus prácticas, y no la volvía a ver hasta el día siguiente. Ni siquiera la veía en la sala común quedandose él despierto hasta la madrugada.
Al igual que la mayoría de hombres, no entendía a las mujeres, pero creía entender a su novia.
Siguió caminando por los desolados pasillos, y llegó a un corredor en el que había una puerta que siempre solía estar cerrada. Como merodeador que era, había intentado entrar en la sala que ocultaba esa puerta muchas veces en el pasado, pero siempre estaba totalmente bloqueada.
Ésta vez, la puerta estaba entre abierta.
Sintió en su pecho lo mismo que sentía cuando junto a sus amigos elaboraba el mapa del merodeador: La emoción de descubrir algo desconocido y seguramente, prohibido.
Extendió el brazo y apoyó la palma de su mano derecha en la puerta. Empujó suavemente, y deslizandose con suavidad, se abrió la puerta. Entró rápidamente y cerró la puerta tras su paso, la cual para su sorpresa casi no hizo ruido al cerrarse por completo en el marco.
Miró a su al rededor: La sala era amplia y carecía de mobiliario. Había una pequeña ventana justo donde comenzaba el techo en la pared a su izquierda, y una silla al final. Había gruesas columnas que daban a otra sala igual.
Caminó con cautela y curiosidad, y casi suelta un grito al ver que había alguien sentado en el suelo.
El individuo estaba cubierto por una capa azul oscuro que le cubría la cabeza, y miraba un espejo que tenía delante de forma inmóvil; no se distinguía quién podía ser. El espejo era grande con un grueso y detallado marco dorado. Inscrito en el marco mismo, ponía: Oesed lenoz aro cut edon isara cut se onotse.
Se acercó con mucho cuidado hacia donde estaba la otra persona, y se vió reflejado en el espejo; por lo menos era él.
Se vió distinto. Parecía... algo más mayor. Llevaba unos vaqueros y una camiseta blanca (al igual que en persona), pero sus facciones parecían ser más maduras. Tenía más músculo en los brazos, y incluso parecía más alto. A su izquierda, apareció una sombra que se fue haciendo cada vez más lucida, y descubrió que esa sombra era Adler. Ella también estaba más mayor, pero no en el sentido de "vieja", sino que estaba más... madura; y a Sirius le gustó aún más de esa manera. Era igual de preciosa, incluso más de lo normal (aun que eso le parecía imposible). Le sonreía de forma deslumbrante... La misma sonrisa que siempre llevaba antes de que Sarah se fuera.
Le devolvió la sonrisa, y se giró a su izquierda para mirarla; no estaba. Desconcertado fijó su vista de nuevo en el espejo, y volvió a verla. Ésta vez, la chica estaba junto a un niño y una niña, los cuales eran una mezcla perfecta entre Canuto y su novia.
-¿Sirius?
Se sobresaltó al escuchar la voz de la persona bajo la capa que tenía delante suya. Ésta se levantó, y de giró para mirarle.
El chico no logró articular ninguna palabra, y se quedó estático.
- Sirius, ¿Qué haces aquí?
La chica se acercó a el y le palpó las mejillas para que reaccionara, y a los pocos segundo lo hizo.
- ¿Adler?- La nombrada se quitó la capucha y se miraron directamente a los ojos. Sirius no se contuvo y la abrazó feliz de tenerla al fin cerca. En cambio ella, no le devolvió el abrazo.
- ¿Qué haces aquí?
- Te buscaba.- se separó de ella.- ¿Qué haces tú aquí?
- Eso no es de tu incumbencia.- se alejó de él rápidamente y salió por la puerta. Sirius la siguió y la alcanzó en el pasillo. La agarró del brazo, y Adler forcejeó.- Suéltame, Sirius.
- No. Antes explicame por qué te alejas de mi.
- No hay nada que explicar. Ya te dije en su momento que necesito tiempo.
- Ese dato ya lo conozco. Ahora dime la verdad.- se acercó más a ella, y sus caras quedaron a pocos centímetros de distancia.- ¿Por qué me has excluido de tu vida?- su voz era un débil susurro.- ¿Por qué me alejas de la única persona a la que he amado de verdad?
Los ojos de ambos se cristalinizaron, y Adler dejó de forcejear. Apoyó su cabeza en el pecho del chico, y comenzó a llorar. Sirius la rodeó con sus brazos, y asi estuvieron durante varios minutos. Cuando se separaron, se miraron de nuevo a los ojos, y intentó besarla, pero ella se apartó.
- Todavía... todavía necesito tiempo. Te prometo que no será mucho, y que pronto te explicaré por qué... Pero ahora no estoy lista.
- Al menos respondeme a una cosa más.- asintió.- ¿Seguimos siendo algo? ¿Seguimos siendo una pareja?- ella sonrió y le dió un dulce y casto beso en la mejilla.
- Te amo, Sirius.
Se alejó de él caminando más tranquilamente, dejando al animago confuso en medio del pasillo.
(...)
Las mazmorras eran el peor lugar del castillo en esas épocas, y Regulus respiró aliviado en cuanto salió de ellas. Había demasiadas corrientes de aire helado, las cuales no eran nada agradables.
Llevaba puesto su abrigo y su bufanda, por lo tanto decidió ir a despejarse por Hogsmeade.
La caminata le sentaría bien.
El aire gélido del exterior era distinto al del interior del castillo, y sus músculos perdieron tensión al instante. Comenzó a caminar con las manos en los bolsillos, apartando las piedras del camino dandoles patadas. Hacía poco sus padres le habían escrito mediante la lechuza de los Black que justo después de graduarse empezarían sus preparativos para convertirse en mortífago. Un gran honor, depende del punto de vista.
No quería ser un mortífago. Eran personas horribles que hacían daño a gente inocente. Gente inocente como los amigos de su hermano.
Meses atrás, antes de volver a Hogwarts, habría aceptado ese puesto en las filas del señor oscuro sin dudarlo. Habría hecho lo que sus padres le ordenaran sin pensar siquiera en lo que él mismo querría... Pero eso había cambiado. Su hija le había abierto los ojos.
Le había enseñado por qué luchaban contra Voldemort. Le había hecho ver las atrocidades que cometerían todos los seguidores, y se negaba a contribuir a la desgracia de vida que tendrían todas esas personas.
No quería que gente de buen corazón como los Potter, Remus, Miranda o Adler murieran. No quería que su hermano pasara doce años en azkaban.
Aun que todos pensaran lo contrario, de alguna forma, aun que fuera remota, aún quería a Sirius. Era su hermano mayor, y habían estado demasiados años uno al lado del otro como para odiarse tanto. Por lo menos, él no le odiaba. Tenía... Algo de envidia. Sirius siempre conseguía a todas las chicas, y era de los más inteligentes de su curso. Siempre era el centro de atención, y sorprendentemente tenía una relación (hasta hace poco estable), con una chica increíble.
Adler era genial, no podía negarlo, pero como persona prefería más a Miranda. Era más calmada que su hermana y... seguramente por eso, en el futuro habría tenido una hija con ella. Ahora eso ya le parecía imposible.
(...)
La sillones de la sala común de Gryffindor estaban ocupados, y la chimenea estaba encendida.
Abrazados en un sofá estaban Lily y James, y en los sillones Remus y Miranda.
- Miranda, ¿De verdad no sabes qué le ocurre a Adler?
- No. Creeme que he intentado hablar con ella, pero lleva ya una semana sin siquiera dirigirme la palabra. Y lleva aún más tiempo desapareciendo por las tardes, ¿No lo habeis notado?
- Es cierto. Ya ni siquiera duerme en su habitación. Y dudo que duerma en la misma cama que Sirius, ¿cierto?
- Para nada.- Remus se levantó y se agachó junto a la chimenea, y echó más leña al fuego.- Sirius se pasa las noches en la sala común esperándola, pero nunca aparece.
Se escuchó cómo el retrato se abría, y Sirius pasó por su obertura. Parecía ir con prisas, pero se detuvo al ver a sus amigos.
- ¿Adler ha pasado por aquí?
- Hola a ti también, Canuto.
- No me vengas com tonterias.- James le sacó la lengua.
- No, no la hemos visto. ¿Por casualidad sabes dónde va todas las tardes? Eres su novio...- Lily parecía incómoda. Sabía que su amiga se había distanciado del todo del resto, pero también sabía que no sería capaz de dejar a Sirius.
- Todas las tardes no, pero hace una media hora la he encontrado en la sala x.- James y Remus se paralizaron, y lo miraron asombrado.
- ¿Has dicho la sala x?
- ¿Qué es la sala x?- James se incorporó bien y miró a Lily altivamente.
- Ese, mi querida pelirroja, es el único sitio que no hemos podido añadir a nuestro preciado tesoro, recientemente usurpado por las autoridades del colegio.- bajó la mirada un momento, pero después se levantó de golpe.- ¡Vamos a ver ese sitio!
Nadie le siguió, y algo desconcertado miró a sus amigos.
- ¿Lunático? ¿Canuto?- ambos negarom y bufó.- Aguafiestas.
- ¿Qué hacía en esa sala?- Miranda se acercó a Sirius, quien entre tanto se había sentado en el sillón en el que antes estaba Remus.
- Cuando entré... Estaba sentada en el suelo, mirando inmóvil un espejo. Cuando me descubrió parecía enfadada, y se fue al momento, y...
- ¿Un espejo?- Lily se levantó y se sentó también al lado de Sirius, dejándolo en medio de ella y de Miranda. Canutó asintió ante la pregunta.- ¿Cómo era?
- Grande, dorado, viejo... Tiene un marco grueso, y una inscripción rara.
- ¿Oesed lenoz aro cut edon isara cut se onotse?
- Lily dime que no estás enferma.- James la sacudió y ella le dió una colleja.
- ¿Dice eso? ¿Sí o no?- Sirius asintió, y la pelirroja se levantó de golpe.- ¡Mierda! ¡¿Cómo has podido permitir eso, Sirius?!
- ¡¿Qué?!
- ¡No puedo creerlo! ¡Es tu novia, y lo que ha hecho es extremadamente peligroso!
- Lily, ¿cómo de peligroso?
- Basta con decir que la mente equilibrada de tu hermana puede trastornarse si pasa demasiado tiempo delante de ese espejo. Remus, tu sabes de qué hablo, ¿verdad?
- El espejo de oesed... lo vimos en historia de la magia. Te muestra el deseo más profundo de tu corazón, de ahí la inscripción en el marco, la cual dicha legíblemente sería: Esto no es tu cara sino de tu corazón el deseo.
- ¿Qué hay de malo en ese espejo?
- James, ¿nunca prestabas atención en clase?- el chico negó.- Ha habido casos a lo largo de la historia en los que a las personas que se pasaban delante del espejo demasiado tiempo... se les iba la pinza. Vivían en sus sueños, y no percibían lo que pasaba a su al rededor.
- Si Adler ha estado todos estos días delante del espejo, podría explicar por qué nos ignora a todos de tal manera. Estamos dejando de existir para ella, y vive en lo que sea que ve en ese espejo, que supongo que será...
- Sarah. Adler ve a Sarah en el espejo.- Sirius salió corriendo y los demás lo siguieron. Salieron por el retrato y corrieron tras el animago hasta la sala en la que supuestamente se encontraba el espejo.
- ¿Es aquí?
- No me puedo creer que después de años de espera por fin entre en esta sala. Esto es un momento historico, Lunático; en cuanto se recupere el mapa, añadiremos esta sala.
Pero las palabras de James no se tomaron en cuenta, ya que nadie le estaba prestando realmente atención. Todos se concentraban en la puerta abierta, y en los susurros que se escuchaban del interior de la sala. La primera en entrar fue Miranda. Después, el resto.
En el mismo lugar que la vez anterior, estaba Adler. Murmuraba cosas, mirando de forma inmóvil el espejo que tenía delante. Lo único que se movía eran sus manos, las cuales se agitaban nerviosas. Un sudor frío le recorría la frente, y uno igual le bajaba por la nuca.
- ¡Adler!- corrieron hacia ella, pero apenas reaccionó a su llamado. Sirius se puso delante de ella, y vió que sus ojos estaban... como vacíos. Miraban sin ver. La sacudió por los hombros con frenesí, pero seguía sin reaccionar.- ¡Lily! ¡¿Qué hago?!- pero la susodicha estaba muda. No se le ocurría nada. Una idea apareció en la mente de Sirius, y al no tener más opciones, la puso en práctica: Besó a Adler. Al principió los labios de la chica no le seguían, pero a los pocos segundos le devolvió el beso, y Sirius notó como se relajaban los hombros de su chica bajo sus manos.
Cuando se separaron, Adler seguía como ida. Se desmayó en los brazos de Sirius, murmurando cosas que no se entendían en ningún idioma.
(...)
Siete vasos de whisky de fuego más tarde, Regulus salió del bar conocido como "Cabeza de puerco", y echó a andar de nuevo hacia el castillo. Seguía haciendo frío, así que se cerró mejor el abrigo. No había prácticamente nadie en las calles del pueblo, pero tampoco le sorprendía. La gente del pueblo mismo ya no se atrevía a salir a la acera, y los pocos que pasaban por allí eran forasteros... y no de los buenos.
Llegó al castillo media hora más tarde, tambaleándose un poco a causa de los efectos del alcohol.
Las puertas seguían abiertas, y entró agradeciendo el calor que aportaban los muros de la construcción en comparación con el exterior. Decidió que no quería tener resaca la mañana siguiente, así que fue a la enfermería para que Madame Pomfrey le diera un buen somnifero, o algo similar.
A los pocos metros de la enfermería, vió que había personas en su interior, y vió como la enfermera echaba de sus dominios a cuatro personas que conocía: James Potter, Lily Evans, Remus Lupin, y el mismisimo director de Hogwarts (quien más que ser echado de la enfermería, había recibido la amable indicación de retirada).
- ¿Qué ha pasado?- le preocupaba que su hermano no se encontrara en ese grupo.
- ¿De dónde vienes?
- De Hogsmeade. ¿Qué ha pasado?
- Adler... se ha desmayado. Sirius y Miranda están con ella.- el chico asintió, y al ver que quería entrar, Dumbledore se acercó a el y le llevó al interior de la enfermería. Poppy iba a replicar al verles, pero Regulus le explicó que en realidad venía por una poción.
Mientras Pomfrey rebuscaba en su despacho por una poción concreta, Dumbledore le hizo una seña a Regulus para que se acercara a su hermano. Algo duduoso, lo hizo.
Adler estaba tumbada en una de las numerosas camas, y sentado a su lado estaba Sirius, agarrando con fuerza su mano. Miranda estaba junto a la cama, sentada en una silla agarrando la otra mano de su hermana, con algo más de dulzura que Sirius. Se le veía la cara de angustia y preocupación al animago desde lejos.
- ¿Qué le ha ocurrido?- Ambos miraron a Regulus en cuanto abrió la boca. Parecían molestos al haber interrumpido su silencio.
- Se ha desmayado.
- ¿En qué circumstancias?
- Eso no te importa.- Sirius se levantó, sin soltar la mano de Adler.- No te lo vamos a decir para que luego les vayas contando cosas a tus amiguitos mortífagos.
- ¿Ahora insinúas que me he cambiado de bando?
- ¿Donde has estado toda la tarde? Nadie te ha visto después del entreno. No tienes derecho a saber qué le ha pasado.- Miranda lo miraba con odio. Ni siquiera ella sabía por qué estaba enfadada con él, pero la preocupación por su hermana podía con ella.
- Señorita Fox, su compañero solo se interesaba por el estado de su hermana. En mi opinión, lo que les ha preguntado no iba cargado con malas intenciones.- Dumbledore colocó sus manos sobre los hombros del joven Black, y este bajó la cabeza algo cohibido.
- Lo siento profesor, pero no he pedido su opinión.
El director sonrió levemente.
- Eso es cierto. Mis más sinceras disculpas, Miranda. Vamos, Regulus, me parece que Poppy ya tiene tu poción.
- ¿Poción?- Sirius fijó su mirada en la enfermera, la cual llevaba en sus manos un frasco que contenía un líquido blanco con burbujas de distintos colores.- ¿Poción contra la resaca? ¿Desde cuando bebes?
- Eso no te importa.- Regulus fue hacia Madame Pomfrey y le quitó la poción de las manos, y salió con ella de la enfermería. Algo resignada, la enfermera volvió a acompañar al director al pasillo, en donde detrás de la puerta estaban James y Remus intentando escuchar algo. Poppy les dió una gran reprimenda, y cerró la puerta con llave (y con algún que otro conjuro), para que no entraran.
- Vosotros os quedareis hasta que despierte ¿cierto?- ambos jóvenes asintieron.- Bien. Dadle esto cuando despierte, si no estoy yo presente.- sacó de su bolsillo una tableta de chocolate y Miranda la dejó en la mesita de noche. Pomfrey se retiró, y Sirius y Miranda se miraron.
- ¿Tú te has mirado en el espejo? En el de oesed.
- Sí, la primera vez que la ví ahí...- se sentó de nuevo junto a Adler, y le acarició la mejilla con cariño.
- ¿Qué veías?
- Primero salía yo, pero más mayor... con unos bíceps bastante buenos a decir verdad.- rieron un poco.- Después salía Adler, también más mayor, y estaba preciosa...- se quedó mudo un momento, mientras seguía acariciando la mejilla de su novia. Le rozaba levemente los labios, y los notaba cálidos bajo sus dedos.- Por último salían dos niños, bueno, un niño y una niña. Se parecían muchísimo a nosotros... El niño era como yo, pero con el pelo algo más claro y con mis ojos, y la niña era como... se parecía a...
- ¿Era como Sarah?- Sirius asintió sonriendo, con los ojos algo cristalinos.- ¿Sabes qué significa eso, verdad? El mayor deseo de tu corazón es formar una familia con ella.
- Supongo que sí. Tú sabes que la amo; nunca la dejaría por nada en el mundo. Lo sabes, tienes que saberlo.
- Sí, lo sé. Y realmente no podría elegir mejor cuañado.- le guiñó un ojo.- Ella también te ama, Sirius.
- Me duele que no haya contado conmigo para superar todo esto... Tú la viste delante del espejo: No era ella misma. Estaba como en un trance.
- Y realmente daba escalofríos, lo sé. A mi también me duele que no me haya dicho nada... Mejor dicho: A nadie. Pero ella es así de cabezota y también egoísta... más que egoísta orgullosa. Pero han dicho que se pondrá bien, no te angusties.
- Creo que podré tenerte como cuñada. Tampoco eres tan mala dando consuelo como creía.- la chica le sacó la lengua, y le sonrió cálidamente.
Esa era una de las cualidades de Miranda: Sin saber muy bien como, una de sus sonrisas conseguían calmar a cualquiera, incluso a Voldemort... si tuviera sentimientos.
Comenzó a oscurecer en el exterior, y se pusieron unas mantas encima para no pasar frío.
- Voy un momento al baño.- somnolienta, se levantó de su silla y dejó a Sirius solo con Adler.
Pasaron unos segundos, y suspirando, Sirius colocó su cabeza encima de la clavicula de Adler, justo en el hueco entre el cuello y el hombro. Aspiró su aroma, y disfrutó un poco de la calidez que traspasaba su cuerpo.
- ¿Por qué me haces esto, Adler?- le dió un casto beso en el cuello.- Sería mucho más fácil que me contaras directamente como te sientes... y si no es a mi, pues a tu hermana.- se incorporó de nuevo.- Pero claro, eres así de cabezota... Testaruda, contestona, de vez en cuando irrespetuosa, directa, impulsiva, caótica, sabelotodo, altiva, tonta, bromista, preciosa... y muchas cosas más... y todas ellas hacen que te ame cada día un poco más.- le dió un beso en la mejilla.- Una pena que no estés despierta, por que te habría encantado la cursilada que he dicho.
Escuchó la puerta del baño abrirse, y Miranda pasó por ella. Se había hecho una coleta, y se había mojado la cara con agua. Le sonrió a Sirius, y él a ella de vuelta, pero el semblante de la chica cambió a medida que se acercaba.
- Sirius, Adler se está moviendo, su mano se mueve.- y era cierto. La mano derecha de la chica se movía; más bien temblaba. Así también comenzaron a hacerlo sus pies, seguidos por ambas piernas, y segundos más tarde todo el cuerpo.- Iré a por Poppy. ¡Sujétala!
Adler comenzó a retorcerse de los pies a la cabeza, y abrió los ojos de golpe mientras que Sirius la sujetaba como podía. Sus pupilas estaban dilatadas, y el chico no lograba ver esos tonos mieles y verdes que tanto amaba. La puerta del despacho de Madame Pomfrey fue abierta de golpe al salir por ella Miranda seguida por la enfermera, la cual al ver a la chica fue a unos estantes buscando un frasco con prisas. Miranda se tapó la boca conteniendo un sollozo, y no pudo hacer otra cosa que observar como Sirius intentaba traer de vuelta a Adler, ya que se había paralizado a causa del miedo que sentía por su hermana.
Pomfrey se acercó a la cama con una jeringuilla en la mano, y se la pinchó a Adler en la pierna. La chica dejó de moverse poco a poco, y como si no hubiera pasado nada, se quedó quieta en la cama, como cuando la habían traído hacía unas horas.
- Iré a avisar al director... Cariño, acompañame, ¿sí? Venga, vamos... tienes que calmarte...- agarró a Miranda por un brazo, y se la llevó poco a poco.- La profesora Mcgonagall te preparará un té, y ya verás como estarás más calmada...- La pelinegra asintió, quitandose un poco de sudor frío de la nuca.- Señor Black, cuide bien se la señorita Fox. Enseguida vuelvo.
Y como si nada hubiera pasado, la enfermería quedó en silencio. Sirius miró nervioso a Adler, y se echó a llorar. No lo soportaba más.
- ¿Qué te pasa...? Tendrías que haberme dicho algo... Tendrías que haberme dicho algo...
Se arrodilló junto a la cama, y lloró contra las sábanas que cubrían el colchón, irremediablemente triste. Notó como algo le tiraba un poco del pelo, y levantó la cabeza de golpe. Adler tenía los ojos entre abiertos, y su mano sobre su cabeza.
- ¿Sirius?- su voz estaba ronca, y era casi inaudible.
- Adler... Adler.- se echó sobre ella y lloró de nuevo.
- ¿Qué ha... pasado?
- Has tenido... era como un ataque... pensaba que te perdería...- la abrazó con cuidado, y ella le devolvió el abrazo.
- Sirius... le he visto... era él...
- ¿Qué?- se incorporó.- ¿A quién has visto?
- A él... su alma... Está en el castillo, aquí...
- ¿A quién has visto?- Adler cerraba de nuevo los ojos, y Sirius colocó sus manos en las mejillas de la chica y la agitó un poco.- Amor... no te duermas, no otra vez... ¿A quién has visto?
- A él... Voldemort.
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Oh mi gosh. Han anunciado...
UN MARATÓN DE LAS ÚLTIMAS PELICULAS DE HARRY POTTER EN EL CINEEEEEEEEE.
😍😍😍😍😍😍😍😍😍😍😍😍
Y YA TENGO EL NUEVO LIBRO DE HARRY POTTER, Y ME LO HE LEÍDO YA Y ES SÚPER BONITO Y TRISTE A LA VEZ😭❤️😭❤️😭❤️
😍😍😍😍😍😍😍😍😍😍😍😍
Y me acabo de dar cuenta de que todos los años veo la constelación Orión
en el cielo, y no lo sabía.
Siempre era la que más me gustaba desde pequeña, justamente😂.
Y bueno... QUEDA INAUGURADA LA SEGUNDA TEMPORADA.
Lo sé, he tardado mucho, pero tenía problemas en el insti, y un bloqueo que lo flipais, pero no os quejeis, que ya he vuelto.
🦄Zoy un unicornio felis🦄
Besosssss y difuuuuuuu
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