Carta 9
Querido Diario:
A pasado un breve tiempo desde que inició mi tiempo en exilió obligatorio, la mayor parte me la he pasado limpiando y ordenando de manera obsesionada cada rincón de mi hogar.
Mi manía por mantener el orden en todo momento tiene cierto grado enfermizo, reconozco que mi comportamiento no es sano ni me siento orgullosa por ello pero debo aceptar que me ayuda a pensar y aclarar mis ideas.
Y hablando de aclarar la mente, la verdad he estado evitando un poco el tema de sinceramente con mi pasado, no es tan fácil como supuse que sería. Debido a que logré irritar a Consuelo con mi impertinencia e invasión en sus labores de trabajo, decidió mandarme a mí habitación para tener un momento de paz sin ninguna interrupción de mi parte.
Puesto que mi habitación es mi lugar favorito y refugió del mundo exterior supongo que no tengo más remedio que enfrentarme a lo inevitable y abrirme por una maldita vez.
Mi historia no inicia realmente conmigo sino con mis padres: Abraham Benavides Bautista, y Elizabeth Córdoba Corona. Antes de conocerse ambos tenían caminos separados que parecía muy difícil que pudieran encontrarse en algún momento de sus vidas.
Mi padre es español y mi madre británica, ambos de países europeos diferentes; sino hubiera sido por el intercambio escolar que realizó mi padre cuándo estudiaba la universidad probablemente él y mí madre jamás se habrían conocido.
Papá es diseñador gráfico, se graduó en la Universidade de Vigo, temporalmente estudio en University of West London dónde conoció a mamá; quien siempre vivió en Reino Unido hasta antes de conocerlo.
Mi abuelo materno Stephen era profesor en la universidad, nunca le dió clases directamente a mí padre, más bien era un asesor estudiantil con él que desarrollo una fuerte relación que más tarde se convertiría en familiar.
Me preguntó cómo habrán reaccionado ambos al percatarse que su amistad estaba encaminada a un próximo parentesco.
Realmente mi abuelo debía ser un profesor entregado con su trabajo y dedicado con sus estudiantes para ganarse la confianza y admiración de mi padre.
Por experiencia personal puedo decir que él no es una persona amigable con todo el mundo, no obstante siempre se dirije con respeto a los demás. Sólo que únicamente le cuesta trabajo confiar en las personas.
No lo juzgo por eso, como podrás haberte percatado no soy una persona muy sociable, me reservo muchas cosas para mí misma y me cuesta mucho trabajo abrirme con cualquiera, inclusive contigo. Son algunos de los rasgos que comparto con mi padre.
En cuanto a mi madre era un par de años menor que mi padre, había terminado sus estudios medios superiores cuándo decidió darse un año sabático para tomarse un respiro de las presiones de su familia y organizar su vida respecto al futuro.
No conozco nada de ella más allá de lo que me cuentan las personas que la conocieron en vida. Por lo que no sabría decir que la llevó a tomar esa desición de pausar todo, me hubiera gustado conocer que metas tenía para el futuro o que pensaba hacer al respecto con su vida.
Lo que si se es que durante ese tiempo ella trabajaba en una cafetería en Londres, la misma en qué trabajo mi abuela décadas atrás en su juventud.
Ésto es algo que también comparto con ellas, en el periodo vacacional trabajo en una cafetería aquí en España; resulta como si fuera una tradición que las mujeres de la familia deben seguir.
Regresando al relato en cualquier día normal de trabajo mi padre fue a esa cafetería, mi madre debió atenderlo y quizá hubo alguna chispa, conexión o atracción por partes de ambos para que mi progenitor decidiera frecuentar ese lugar y captar el interés de mi madre.
Me preguntó que habrá hecho para llamar su atención. Obviamente él era un hombre distinto al que es ahora: más joven, lleno de sueños, y sin estar enojado con la vida.
Supongo que tras un tiempo cortejando a mi madre, decidieron tener un romance juvenil apasionado, de esos que sientes que no hay nada mejor en el mundo, dónde simplemente no puedes concebir la idea de vivir sin el.
Quisiera conocer más detalles de como se desarrollo su relación, y que fue lo que los unió a tal magnitud. Lamentablemente la comunicación con mi padre es tan escasa y el solo hecho de mencionar a mi madre lo irrita por completo.
Aún así creo que tuvieron una gran historia, no puedo imaginar que se enamorarán por alguna trivialidad absurda. Debió ser algún trauma en común, sentimiento o emoción igual de fuerte para crear ese tipo de vínculo.
En la ficción el amor se describe como un sentir magnífico que te eleva y hace sentir en el cielo de lo maravilloso que puede llegar a ser. Aunque también es muy insufrible, capaz de destrozar a la persona que vive ausente de ese sentir.
Sea cuál sea el caso, con mis padres debió ser lo suficientemente fuerte para iniciar todo un verano y prevalecer en el tiempo y la distancia en la espera del tan añorado reencuentro para sellar la unión de dos seres.
Pareciera una historia de película sólo que está no tuvo un final feliz. La realidad es mucho más cruel. Comprendo el dolor inmenso que debió sentir mi padre por la pérdida de su esposa a causa mía y el resentimiento que me guarda desde entonces; incluso el acto de rehacer su vida con alguien más.
Sin embargo conozco algunos viudos que cuando hablan de su esposa la describen como la mejor mujer del mundo que pudieron conocer, en sus expresiones se refleja lo mucho que la amaron, y a pesar del tiempo de su fallecimiento continúan sus sentimientos que no quieren intentar algo más con nadie que no sea ella.
Me fascina ese tipo de conversaciones por la manera tan pura de expresar ese bello sentir, además de que admiro la capacidad de poder amar a alguien después de su muerte, como si el amor no muriera.
Eso es algo que nunca he observado en mi padre, y tal vez esa sea alguna de las causas de mí resentimiento que le tengo.
Se que era un bebé cuándo llevó a cabo su duelo, no estuve para apoyarlo en ese momento pero conforme fui creciendo y teniendo conciencia únicamente reciba su despreció de lo mucho que me aborrecía, haciéndome desear haber sido yo quien falleciera ese fatídico día.
Lo más crítico del asunto es que no quiso entregarle la custodia a mis abuelos, ellos también sufrieron por la pérdida de su hija años después de la muerte de su hijo mayor en un accidente vehicular.
Unos padres que pierden a su última hija, un hombre que pierde a su primer esposa y en medio una bebé que ha colmado de desgracias a esa familia.
Supondría que tras toda esa tragedia merecía ser despreciada sin embargo mis dulces abuelos fueron las primeros personas que me acogieron con cariño en sus vidas al ser el legado de su descendencia caída.
No obstante lo que me enfada de este asunto fue que la única razón por la que mí padre no se deshizo de mí era porque le recordaba a mi madre, sospecho que ocurre la misma situación con mis abuelos. Ver a su hija reflejada en mí: una joven de cabello rubio, ojos azules, la piel blanca, y la misma sonrisa pero apagada que tenía ella.
Mi relación con todos ellos es delicada desde un inicio, al menos con el transcurso de los años he logrado que me aprecien por la persona que soy y no por el reflejo de la que perdieron.
Aunque también he conocido personas que me aprecien sin importar mi pasado, Consuelo, Lorraine, y Jampier son algunos ejemplos de ello y no puedo imaginar mi vida sin ellos.
En lo que respecta a mi padre de algún extraño modo lo apreció, después de todo es mi padre, a pesar de nuestras diferencias y sentimientos divididos no me ha dejado sola. Quizá no sea muy afectuosos ni el mejor padre del mundo pero intenta compensar sus acciones con llenarme de cosas para tenerme contenta, pero más allá del materialismo detrás se esconde su cariño paternal que no sabe demostrarlo.
Sin embargo debo decir que una parte mía piensa que los sentimientos de mi padre hacia mi madre no son tan verdaderos como afirma. Me costó mucho trabajo aceptar que pudiera querer a otra mujer que no fuera mi madre.
Consuelo me ayudó a aliviar mi decepción, cuándo el formalizó su relación con Nadia. Ella trabajaba como su secretaria en la oficina de papá, al ser ascendido como jefe de marketing necesitaba nuevo personal a sus órdenes.
Convenientemente Nadia brinco de su escritorio a su dormitorio para convertirse en su nueva esposa, aunque en realidad nunca se casaron ni siquiera por el civil.
Existen muchas cosas fuera de mi comprensión y de mi alcance, no puedo controlar la vida de mi padre, ni tener una buena relación con una mujer usurpadora. Sólo me queda aceptar aquello que no puedo cambiar, y entender que por mucho que me esfuerce no puedo ganar la empatía de todos ni ser su persona favorita.
Nos leemos pronto Diario.
Att. Kim
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