Carta 47

Querido Diario:

El timbre de mi alarma me despertó temprano, me sentía mejor, tras una noche de sueño reparador.

Empezaría esté día con entusiasmo. No permitiría que los problemas me roben mi tranquilidad. He dejado por mucho tiempo que tanto la tristeza como el dolor controlaran mi vida, pero ya no más.

Merezco ser feliz.

Me puse de pie y bajé a desayunar. A  diferencia de cualquier lunes, esta vez sentía entusiasmo por llegar al instituto y repartir los cupcakes que había horneado la tarde de ayer.

Consuelo me acompaño a la parada del autobús, fue un poco incómodo caminar mientras cargaba mi canasta llena  de postres.

Sin embargo, algo a lo que no podía acostumbrarme era a las miradas penetrantes de los estudiantes que encontraba por pasillos con el ceño fruncido; de algún  extraño modo me hacían recordar los gritos de mi padre o a los matones que me molestaban en mi infancia.

Tras un largo rato de clase,  mi mente por fin había logrado calmarse de las memorias del ayer. Parecía que la mañana estaría en calma, al menos hasta que él maestro Humberto de sociología se levantó de su escritorio para hablarnos de un proyecto, con el que nos evaluaría el resto del semestre.

Si no fuera por el equipo con el que me tocó trabajar, ni siquiera lo escribiría aquí, pero al parecer tengo muy mala suerte.

Ni más ni menos, algo que jamás imaginé es que me vería obligada a convivir con el trio de "Clasistas".

Definitivamente era un giro sorprendente que me sacaría de mi zona de confort.  Obviamente tuve que guardar la compostura, aunque es evidente que no nos agradamos por cosas que te contaré más adelante.

Lorraine no pudo contener la risa ante mi tragedia.

Sin embargo no permití que ese mal rato arruinara mi día y mi compromiso por mejorar. Al contrario, en compañía de mi amiga empezamos con la repartición de postres.

Fue un lindo gesto que aprecie bastante, el compartir mi pasión por la repostería con quienes estimo y respeto fue algo invaluable.

Desde la ver la deslumbrante sonrisa en el rostro de Ronaldo, el agradecimiento de Jampier y el asombroso de Austin; Fueron pequeños detalles que me llenaron de dicha.

También les obsequie a mis maestros, sentí un poco de pánico cuando le entregué el suyo a Lourdes.

- ¿Qué es ésto señorita Benavides? Me interrogó arqueando una ceja.

- Un cupcake, lo horneé ayer por la tarde.

- ¿Tú lo hiciste?

- Así es, espero que le guste. Me dí media vuelta antes de que pudiera añadir algo más.

Me preguntó que pensará sobre mi gesto. Al igual que con las clasistas, jamás me imaginé que le obsequiará algo a Lourdes pero las cosas cambian de un modo inexplicable.

Supongo que era una buena oferta de paz, y quizá hasta sembrará la semilla para un nuevo comienzo en nuestra relación.

Inclusive me desquité con Lorraine, haciendo que le entregara uno a Rafael. Tenía la sospecha de que le gustaba mi amiga y no dejaría pasar está oportunidad.

No podía evitar sonreír. A pesar de que el día tuvo su momento desdichado, también me ofreció otros más agradables.

Todavía, a la hora de la cena pude ser testigo de como mi padre se deleitaba con algunos cupcakes que Consuelo había apartado.

Verlo complacido degustando de mis postres me lleno de felicidad.
Quizá debería cocinar más seguido. Es evidente que jamás seremos unidos por el resentimiento que me guarda, tampoco puedo culparlo pero sí un simple postre pueden ponerlo así; Entonces lo haré, por verlo sonreír.

Nos leemos pronto Diario.

Att. Kim

🧁🧁🧁🧁🧁

He vuelto 👻

Espero que les haya gustado este capítulo, marcando el inicio del empoderamiento de Kim; y el inicio de nuevas tramas llenas de giros,  que nos muestran que las personas no siempre son lo que aparentan.

Y también lleno postres deliciosos. 😋

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