Carta 44

Querido Diario:

Finalmente era viernes y con ello la llegada del fin de semana, la cuál estuvo repleta de emociones. Necesitaba un descanso.

No tenía ganas de salir a caminar para despejar la mente, así que en su lugar decidí llamar a mis abuelos.
Tanto la escuela como el trabajo en la cafetería me absorbían la mayoría del tiempo. Impidiendo hablarles por teléfono, me limitaba a enviarles mensajes nada más.

Pero hoy quería llamarlos por videollamada, saludarlos y saber como se encontraban.
Tras unos minutos de espera el rostro de mi abuela apareció en la pantalla.

- Kim, querida. Me saludo con dulzura en la voz.

- Abuela ¿Cómo estás? ¿Dónde está mi abuelo? Le pregunté al notarla sola.

- Estamos bien mi niña. Tu abuelo salió a comprar unas cosas, seguramente llegará más tarde. Me alegra que me llamarás, tengo mucho que contarte.

- Adelante, te escucho abuela.

Solo eso basto para que empezará a platicarme un montón de cosas desde su recuperación. Aunque varias cosas ya me las había contado no quise interrumpirla.

Parecía feliz por estar hablando conmigo, me sentí culpable por mi ausencia con ellos.

Y como sino hubiera suficiente sal en la herida, de repente cuando termino de hablar me volvió a mencionar el mismo tema de meses atrás. Su petición de que me vaya a vivir con ellos al terminar el instituto.

Al igual que la vez anterior volví a quedarme helada sin saber que decir. No podía simplemente tomar una decisión precipitada, darle falsas esperanzas sobre algo que no podría cumplir después. Pero tampoco podía romper su corazón así, no después de lo que han atravesado por mi culpa.

Me encontraba en una encrucijada mayor en mi vida. Parecía algo inevitable, tarde que temprano tendría que afrontarlo.

Mi abuela no me dejará sin desistir lo más que pueda, pero ¿Realmente quería hacerlo? Tendré el valor de dejar mi vida,  todo y a quienes quiero atrás.

No lo sabía pero el reloj estaba corriendo.

- Kim, hija ¿Me escuchas?

- Eh, si perdón abuela me dejas sin palabras otra vez.

- Tranquila, no tienes que decidir ahora pero entre más pronto sea mejor para ir arreglando todo para tu llegada.

- Claro, aunque tendría que retomar trabajar los fines de semana y en las tardes para poder pagar...

- No mi niña, en cuanto nos confirmes tu venida te enviaremos el dinero para el vuelo de avión.

- Te lo agradezco abuelita, en verdad pero ya me pagan el pasaje de ida para navidad cada año. Tampoco puedo ser abusiva con ustedes.

- No te preocupes por eso cariño. Eres nuestra única nieta déjanos pagar.

- ¿Y como crees que lo tomé mi padre? Le pregunté pensativa.

- No lo sé, deberías ir hablando con él. Además con lo ocupado que siempre parece estar ese hombre para pasar tiempo contigo, ya sea con el trabajo o su mujerzuela. No son buenos ejemplos a seguir.

- Tal vez tengas razón. No obstante que pasará con Consuelo, mis amigos, Foster o mis sesiones con la doctora Catherine. Han estado conmigo toda mi vida para dejarlos atrás.

- Mi cielo no quisiera obligarte a despedirte de nadie, siempre habrá un modo de seguir en contacto con quienes amas.
No quiero que estés triste mi niña, piénsalo y después hablamos. Cuídate mucho corazón.

Me despedí de mi abuela y colgué la llamada. Al final había logrado cambiar una congoja por otra de mayor peso. Acrecentando mis preocupaciones a futuro. 

Nos leemos pronto Diario

Att. Kim

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