Carta 20
Querido Diario:
Es jueves por la tarde, toda la semana he estado muy ocupada por el fin de curso, solo falta una semana más para que terminen las clases y acabé mi martirio; si es que Lourdes no me envía a supletorios.
No pensaré en eso por ahora. Decidí tomarme la tarde libre de preocupaciones, terminé rápido mis deberes escolares, comencé a ver un antiguo programa mientras comía en compañía de Consuelo. Terminando subí a darme un largo y relajante baño con agua caliente. Al terminar decidí sentarme junto a mi ventana a tocar la guitarra que me regaló mi abuela varios años atrás.
No toqué nada en específico, solo melodías tristes que fluían de mis dedos. Escuchar aquellos desgarradores acordes me género mucha nostalgia, de pronto recordé los días nublados de mi niñez que solía pasar junto a mis abuelos.
En los últimos años mis abuelos han estado más ocupados que de costumbre arreglando el papeleo de sus jubilaciones que pretendían quitársela a mi abuelo, también han tenido problemas de salud; hace apenas unos meses mi abuelita sufrió una caída que la tumbó por dos semanas en cama. Me apenó mucho no estar con ellos para apoyarlos en esas situaciones difíciles.
Desde hace cuatro años han tenido complicaciones para viajar, hemos pasado una navidad todos juntos aquí en España, y otra los tres juntos en Londres; y así sucesivamente. Por esa razón empecé a trabajar los veranos en la cafetería, para pagar mi pasaje de avión y ellos me pagan el otro de regreso.
Tras un rato de reflexión de mi tonada guarde mi instrumento en su estuche y los llamé por teléfono para saber cómo estaban. Me alegro mucho escuchar que se encontraban bien a pesar de los problemas de la vida.
Hablamos por un largo rato; les conté sobre Foster, mi pelea con la maestra de literatura, las asesorías con el chico nuevo, mi última sesión con la doctora Catherine y la cena con los Morrison.
Se alegraron de escucharme feliz y de que encontrará un círculo de personas cercanas con las que pueda abrirme y convivir libremente.
He tenido un pequeño pero significativo progreso en estos años.
Antes solía aislarme de los demás por miedo al rechazo. Los gritos y desprecios insensantes de mi padre me dejaron traumada al punto de tener miedo a convivir con otra persona que no conociera.
Todo mejoró cuándo empecé a interactuar con Jampier, aunque sea difícil de admitir no puedo quitarle mérito a mi amigo; me sentía segura a su lado pero él no podía estar siempre conmigo. Los abrazos reconfortantes de Consuelo y los esfuerzos inalcanzables de mis abuelos con las visitas al consultorio de la doctora Catherine lentamente fueron surtiendo efecto.
Con su apoyo de todos ellos poco a poco fuí ganando confianza en mi misma, entendí que no todo el mundo era malo pero no por eso hubo obstáculos en el camino. Conforme crecía me encontré con varias personas de diferentes edades que por diversas razones que nunca entendí me rechazaron, se burlaron de mí o simplemente me trataron de mal modo.
Un día decidí seguir el ejemplo de Jampier y empezar a defenderme de los abusones, no permitiría que nadie más me volviera a hacer sentir miserable.
"Cada persona es el resultado de como lo ha tratado la vida".
Al crecer aprendí a ignorar los nombres por los que te llaman las personas, entendí que lo único importante es lo que tú decides creer de ti mismo. Sin embargo por mucho tiempo yo fui mi propia enemiga, solía tener una percepción negativa de mi persona, y a veces inclusive era mi peor crítica.
Tanto tiempo en las sombras estaba consumiendo mi ser, todavía me cuesta trabajo aceptar que las desgracias de mi vida que provoque no fueron culpa mía, y que incluso tal vez un monstruo como yo sea merecedor de recibir afecto.
He cambiado drásticamente con el transcurso de los años, ahora prefiero aislarme voluntariamente de los demás; soy como una loba solitaria que anda libremente por su cuenta y que de vez en cuándo visita a la manada dónde creció.
Por ahora es todo lo que tengo que decir respecto a mi infancia, sobre este análisis personal. Supongo que me desvíe sobre el tema central de mis abuelos pero una vez que comienzas a escribir no puedo detenerme.
Antes de irme te diré que en la llamada con mis abuelos, o más bien mi abuela Isabel para ser específica, expresó su deseo de que al terminar el bachillerato me vaya a vivir con ellos por un tiempo.
La noticia me dejó perpleja, aunque solo fue una sugerencia no pude evitar sorprenderme por ello. No me esperaba que fuera a decirme algo así, a pesar de haber sido un decir no dejo de pensar en la posibilidad que tiene de convertirse en un hecho.
Claramente aún no tengo un plan al terminar el instituto, ni siquiera sé si iré a supletorios o no. Mucho menos tengo un rumbó fijo por ahora.
Creo que consideraré pensar en su oferta brindada, quien sabe que vueltas de la vida; tal vez decida tomarme un año sabático como mi madre y mudarme a Londres con ellos.
Todavía tengo tiempo para pensarlo, no me estresaré en tomar una desición en éste momento; además muchas cosas pueden cambiar en un año.
Nos leemos pronto Diario.
Att. Kim
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top