Carta 19

Querido Diario:

Pasé todo el fin de semana repasando mis apuntes de clase y escribiendo anotaciones en mi cuaderno, supongo que Lorraine hizo lo mismo porque nos estuvimos enviando mensajes y compartiendo tips todo el tiempo.
Por mi parte hice un resumen de los temas que considero más importantes del semestre, junto con algunos separadores de información y un par de ejercicios.

Nos organizamos para que el día lunes me reuniera con ella después de clase para irnos juntas a la residencia de los Cantú. El lugar me resultaba bastante familiar, la zona era tranquila y se encontraba a tan solo cuadra y media de la cafetería dónde trabajo en vacaciones, por lo que fue fácil dar con la dirección y las indicaciones que nos dió Rafael.

El calor era insufrible, no tenía idea de cuánto tiempo nos llevarían las lecciones; quería ser optimista y creer que que sería rápido pero la verdad era muy distinta.

Ya pasaban de las tres de la tarde, había transcurrido una hora desde que llegamos, no habíamos avanzado mucho y para colmo empezaba a sentir hambre.
Consuelo me empaco una manzana y una leche de chocolate extra en mi almuerzo de hoy pero dudaba que fuera a llenarme con eso nada más.

Rafael estaba resolviendo la mitad de un ejercicio tras una larga y repetitiva explicación de mi amiga.
Frustrada cerré los ojos y me recargue en el respaldo acolchonado de la silla por un breve tiempo, los abrí de pronto sin darme cuenta; vi pasar una sombra a través del umbral que divide el comedor y otro cuarto de la casa. Creí haberlo imaginado por qué Rafael no mencionó que hubiera alguien más, pero en eso la sombra volvió y se acercó revelando la silueta de un joven.

En cuanto lo tuve cerca lo reconocí de inmediato, era él mismo chico a quien había visto en los bebedores la semana pasada.

- ¿Por qué no me dijiste que tendríamos visitas Rafa? Preguntó mientras se ponía una playera al mismo tiempo que caminaba en nuestra dirección.

- Si te lo decía, seguramente lo ibas a divulgar con mis padres.

- Como sea, no seais descortés con nuestras invitadas, ofrecéis algo mal educado. ¿Quieren beber un vaso de agua! Nos preguntó atentamente tras regañar a Rafael.

- Si, por favor. Respondió Lorraine por ambas.

- Aquí tienes. Me dijo entregándome el vaso.

- Gracias, que amable eres.

- No hay de que. Respondió con dulzura.

- ¿Ustedes son nuevos? No pude evitar preguntar a pesar de saber la respuesta.

- Si, recién fuimos transferidos por ciertas cuestiones personales. Supongo que por eso están aquí, para ayudar al burro de mi hermano. Dijo riéndose.

- Así es, si necesitas alguna tutoria puedes acudir con nosotras. Hablé ofreciéndole nuestra ayuda.

- Lo haré, muchas gracias. Respondió nervioso. - Soy Ronaldo por cierto.

- Kimberlyn y Lorraine. Dije señalando a mi amiga.

- Tienen bellos nombres.

- Gracias, tienes un nombre muy peculiar, aunque no puedo evitar pensar en él futbolista

- Jaja, mi hermano es el deportista.

- Y supongo que tú eres él inteligente. Bromee un poco.

Rafael aclaro la garganta en señal de queja, volteé discretamente y observé a Lorraine viéndome detalladamente con expresión perpleja; seguramente más tarde tendría que enfrentarme a su interrogatorio inminente.

- Bueno los dejó continuar con su clase, nos veremos después. Se despidió de nosotras dejando en completo silencio la habitación con su partida.

No puede evitar sentirme incómoda después de que él se fuera, inconscientemente podía sentir las miradas sobre mí pero no me importo. Realmente quería ser amable. ¿Acaso eso es un crimen?

Transcurrieron veinte minutos para que Rafael terminará y diéramos la sesión por concluida. Por lo visto faltarían más asesorías de las que tenía planeadas pero de algún modo se habían vuelto interesantes.

Al salir de la vivienda no puede evitar mirar con incredulidad la calle, tres años trabajando en veranos y algunos fines de semana en esa zona y nunca antes había visto esa casa.
Lorraine permanecía callada, estresada de tanto explicarle algo simple a su pupilo. No dije nada para no alterarla todavía más, caminamos en silencio por el resto del camino a nuestros respectivos hogares pero no pude evitar cuestionarme a mí misma por qué actúe de ese modo con él hermano de Rafael.

Era evidente que Ronaldo era un chico agradable al contrario su molesto hermano, sin olvidar lo carismático y atractivo que me había parecido.
Viéndolo de cerca pude apreciar con mejor detalle sus facciones: el tono claro de su piel, su cabello castaño corto alborotado, la sonrisa que le ilumina a el rostro, pero lo que más llamó mi atención fueron lo almendrados de sus brillantes ojos.

No dejaba de pensar en lo pequeño que podía ser el mundo. Estando tan cerca y nunca lo vi, y ahora de repente aparecía como un faro en la neblina de mi denso mar para iluminar mi caminó.

Nos leemos pronto Diario.

Att. Kim

Espero que les guste el capítulo, he estado escribiendo con mucho esmero últimamente.

Mi querido Ronaldo finalmente hace acto de aparición, espero lograr describir al dulce chico que ronda en mi cabeza.

💜 Inspirado en mi guapo vecino.

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