Carta 13
Querido Diario:
Tras mi crisis de irá en el instituto y varios regaños de parte de los mayores, poco a poco va mejorando el desastre que se ha vuelto mi vida.
En estos últimos días he meditado mucho sobre mi actitud un tanto inmadura y rebelde, llegando a la conclusión de que mejoraré en cada aspecto que me sea posible.
No se me ocurre otra mejor manera de hacerlo, que hablando con un profesional de la salud mental.
Cómo lo mencioné anteriormente, una vez al mes visitó a la madre de Lorraine en su consultorio para el seguimiento de mi tratamiento. Casualmente en esta ocasión resultó días después de mi percance sucedido.
No tengo miedo de ser sincera con ella, llevamos años trabajando juntas que ha mejorado mucho nuestra relación
terapeuta - paciente; no sé si se deba a qué logramos congeniar, o porque su hija menor es mi mejor amiga. En todo caso ella nunca me ha juzgado, realmente está comprometida en ayudarme y en mostrarme la luz del camino.
En algunas ocasiones desearía ser como otras personas, quienes siempre ven y piensan todo de manera positiva. Y que son capaces de ver la luz en cada persona.
Contrario a mí que siempre veo todo de manera negativa, esperando lo peor de las situaciones para mantenerme alerta y saber cómo reaccionar ante tanta oscuridad.
Sin embargo no siempre percibo al mundo en blanco y negro, también hay escalas grises y en ocasiones algunos tonos de color.
En la constante lucha en mi batalla por mejorar, he recibido varios golpes de realidad que me han dejado incurables cicatrices de guerra por sanar.
"Debo aprender a cambiar lo que puedo, aceptar lo que no, y tener la suficiente sabiduría para ver la diferencia".
La vida no es una máquina de conceder deseos.
Bajo la misma estrella.
Tristemente desde lo más profundo de mi ser, sé que sin importar lo buena persona que llegue a ser, de algún modo siempre seremos los malos en la historia de alguien más. Sólo queda disfrutar nuestro rol y ser por lo menos un villano memorable.
**********
Me encuentro sentada en la sala de espera del consultorio, las paredes blancas inexpresivas y el silencio abrumador que predomina en el aire hacen insoportable cada segundo de espera.
Llevo aproximadamente esperando media hora desde mi llegada, la mayoría de las veces odió ser excesivamente puntual por la tortura de tener que esperar.
Sobre mi regazo descansa una revista de entretenimiento que devoré hace rato, impaciente consultó la hora en el reloj de pared por décima vez hasta que la recepcionista llama mi nombre.
- Kimberlyn Benavides Córdoba, tú turno. Me ordena al mismo tiempo que escribe en su computadora sin apartar la mirada del monitor.
Me acercó frente a su escritorio, ladeó ligeramente la cabeza a modo de saludo hacia la nueva recepcionista. Extraño a Scarlett, era más amistosa, solo espero que pronto esté de regreso tras aliviarse de su embarazo.
Observó el mosaico del piso cuándo el sonido de la puerta indica la salida del paciente anterior, alzó la mirada y la psicóloga Catherine me sonríe y me invita a pasar.
Al cruzar el umbral de la puerta sentí una oleada de tranquilidad inexplicable, quizá se deba a la familiaridad que me produce ese lugar.
- Bienvenida Kim, ¿Cómo te encuentras? Preguntó sentándose en la silla frente a su escritorio.
- Buenas tardes doctora, como podrá notar me encuentro algo pérdida, probablemente Lorraine le menciono sobre mi percance sucedido en la escuela. Respondí apenada con la mirada fija en el suelo.
- Efectivamente, pero quiero escucharlo de ti. Cuéntame Kim, ¿Que sucedió ese día para que actuaras de ese modo?
- La verdad, no lo sé. Supongo que explote en rabia todas las emociones que reprimo. El regaño de mi maestra solo fue un pretexto para colmar mi paciencia.
- Correcto, ya es un progreso que reconozcas tus equivocaciones pero aún necesito saber porque continuas reprimiendo tus emociones, y conocer la razón para desquitar tu coraje con la maestra.
- Bueno, es un interesante cuestionamiento que quisiera poder contestar. Tal vez lo intente.
- Desquite mi irá contra la maestra por qué ya me había hartado sus críticas poco constructivas hacia mis reseñas de novelas que escribía. Era entendible que en cualquier momento me cansaría de escuchar su mismo sermón repetitivo y diría algo al respecto. Acaso, ¿Tiene algo de malo defender mis ideales?
- Por supuesto que no tiene nada de malo luchar por defender lo que quieres, al contrario requiere mucho valor levantarte y alzar tu voz. Sin embargo la forma en que lo hiciste fue poco razonable, sin olvidar que ella es una persona mayor y por derecho se merece tu respeto, independiente de su actitud.
Además no puedes ir por la calle tratando de esa forma a los demás, no es una conducta apropiada ni propia de ti.
- Lo sé perfectamente, y también reconozco que no fue nada ético mi comportamiento pero en ese momento no pude pensar con claridad.
- Te comprendo Kim, cuándo era joven solía ser muy impulsiva y tuve la necesidad de aprender a controlar mis emociones, el no hacerlo me estaba ocasionando problemas y no quería que ellas me controlarán a mí.
- ¿Y cómo lo consiguió? Pregunté analizándolo todo lo anterior que me había dicho, resultaba imposible imaginarme una versión violenta de la doctora Catherine.
- Fueron muchos años de práctica, necesite meditación, y sobretodo mucha fuerza de voluntad para cambiar. No es un proceso fácil pero me di cuenta de lo que quería: ayudar a otros, aunque primero debía ayudarme a mi misma.
- ¿Creé que pueda cambiar? Le pregunté con un hilo de voz al borde del llanto.
- ¿Porque me preguntas eso? Claro que puedes, todos pueden cambiar, si lo desean.
Únicamente asentí, no tenía palabras para responder a todo aquello. Me quedé callada reflexionando en mi interior, permanecimos un rato en silencio mirándonos frente a frente sin decir una palabra, más que sonreír.
Decidí romper el silencio antes de que acabará la sesión.
- Respecto al manejo de las emociones pienso trabajar en ello, me conmovió su testimonio sobre la superación personal. Buscaré algún método que más se adecúe a mis necesidades.
- Y a cerca de eso creo que olvide mencionar que hace aproximadamente un mes y medio inicie a escribir un diario personal, sé que no es mucho progreso pero lo considero un pequeño avance para desahogarme y ser sincera conmigo misma.
- Me siento halagada que decidas seguir mi ejemplo, ya verás como lentamente irás creciendo personalmente.
Y en lo que respecta a tu diario me da mucho gusto saber que llevas un registro de tus memorias, continúa con él y espero que en algún futuro podamos trabajar con ello, si lo deseas.
No es bueno quedarse en el pasado pero a veces es necesario regresar a él y darse cuenta que esas malas experiencias han sido superadas y que puedes lograrlo.
- No sé me habría ocurrido ningún otro tratamiento para sanar el alma, como escribir relatos de nuestra vida propia. Menciono conmovida.
- Sé lo agradezco mucho doctora.
- No tienes que agradecer, al contrario espero verte pronto en casa, cuándo termine tu castigo estás invitada a comer con nosotros.
- Será un placer. Le agradecí por su tiempo y apoyo. La abrace para despedirme, deseando verla pronto sin motivos médicos.
Salí a la calle a esperar a Consuelo que regresará de hacer las compras al supermercado, para que volviéramos juntas a casa.
Ansiaba contarle sobre mi deseo de superación personal, había sido un compromiso que decidí hacer conmigo misma. No era un camino fácil de recorrer pero no estaría sola, necesitaba todo el apoyo posible de quienes amo para salir adelante y no dejarme hundir en la neblina.
Incluso aunque todavía tenía asuntos pendientes que resolver siento una tranquilidad que me embarga por completo. Disfrutaré esté momento de paz y dejaré que las cosas sigan su transcurso natural, no me preocuparé más por lo inevitable de la vida. Tal vez algo grato pueda esperarme a la vuelta de la esquina.
Nos leemos pronto Diario.
Att. Kim
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