Creo que tengo depresión.
Y todo lo que escribo no parece serlo, me disculpo con quienes sí la tengan.

O al menos empiezo a tenerla, algunos síntomas.
O tal vez sólo soy muy sensible... no lo sé.

Lo que sí sé, es que, a veces, me siento mal y sin ganas de hacer nada. Pierdo la inspiración y mi forma radiante de ser que me caracteriza.
Y no es culpa de nadie.
Simplemente las cosas se vuelven grises y nada me provoca risa. Ni la más mínima sonrisa. No quiero estar aquí ni allá. No quiero hablar con nadie. No quiero pensar nada. Y no siento nada en concreto.

Y la gente más cercana a mí me pregunta: "¿Qué tienes?".
Y yo contesto que no tengo nada. Y es verdad, nadie me ha hecho nada. Simplemente pasa y ya. No tengo nada, estoy triste porque sí. O me siento vacía porque sí. Y esa es la verdad.

Hay días en los que se pasa en unas horas, al estar con los que quiero. O simplemente se pasa porque sí. A veces se va hasta el día siguiente. A veces es peor al día siguiente.
A veces, con el pasar de los días, mejora... otras veces no lo hace.

Pero cuando se va, me siento más ligera. Y la sonrisa vuelve. Y ese reírme por todo también.
Y vuelvo a ser yo.

—Reflexión del 31 de marzo de 2017 a las 22:36 horas.
Sentada en mi cama.
Después de haberme probado un vestido precioso.