Día 6

Jason mordía su manzana mientras observaba a su mejor amiga, la cual no había tocado su comida.

—¿Estás bien?— preguntó.

Robin desvió la mirada hacia él y suspiró ante su respuesta. Era lunes y había tenido todo el fin de semana para pensar.

—Estaba pensando que soy una cobarde—Jason negó con la cabeza escuchándola—A veces pienso en decirle quién soy o mis sentimientos, pero luego me entra mucho miedo.

—Robin...

El castaño la miró con preocupación.

—¿Qué haré cuando esto termine? ¿Ella sabrá quién soy? ¿Yo le diré quién soy? ¿Y qué ocurre si eso sucede? Tal vez me odie, seguramente lo haga.

Jason la abrazó con fuerzas ante sus palabras.

La de ojos azules apoyo la cabeza en su hombro mientras él acariciaba su espalda.

—Si lo hace es que es imbécil. Nancy tiene mucha suerte de tener detrás a una chica como tú. Créeme— sonrió.

Robin no pudo evitar sonreír. Una sonrisa de felicidad ante sus palabras.

Siempre pensaba que no sabría que hubiera sido de ella, de no ser por Jason. Él la estuvo apoyando en todo momento, fue la primera persona con la cual salió del armario y le confesó sus sentimientos por Nancy, él no la juzgó en ningún momento, la ayudó en todo lo que pudo, y sobre todo la ayudó a quererse.

—Gracias, Jason. Eres el mejor.

—Es muy valiente lo que estás haciendo. Escribirle notas a la persona que te gusta, ojalá yo pudiera hacer eso— suspiró—Robin, estoy seguro de que aunque Nancy no sepa que eres tú quien se las escribe, te está muy agradecida.

Gracias a él, Robin estuvo muy animada ese día. Había pensado en lo que su mejor amigo le había dicho y tenía razón. Tenía que pensar en el presente y no en el futuro. Aprovechar el momento.

Antes de última hora decidió ir al cuarto de baño. Ya era una costumbre.

Maldijo su decisión al ver a Jennifer allí, maquillándose como siempre hacía. Tragó fuerte e intentó lavarse las manos sin ser vista. Pero por su mala suerte, la de ojos verdosos bloqueaba el dispensador de jabón.

—Ehm...¿Podrías apartarte un momento, por favor?

Sus ojos verdes se clavaron en los azules de Robin. En ese momento tuvo miedo, mucho miedo. La mirada de Jennifer era muy intensa y penetrante.

Ella era una depredadora y Robin un simple cachorro.

—No, estoy ocupada. Mi cara es más importante que tus manos.

La castaña apretó los puños y se mordió la lengua, quería decirle algo, pero sabía que no iría por buen camino.

—No me molestes, Robby.

—Es Robin, idiota.

Robin tragó saliva al ver como Jennifer dejaba el pote de maquillaje sobre el mármol del lavabo para girarse en su dirección.

—¿Qué has dicho, Robby?— preguntó de forma amenazante—Repite eso si te atreves. Vamos.

No, definitivamente no se atrevía.

Robin desvió la mirada y retrocedió unos pasos. Sabía de qué pasta estaba hecha Jennifer.

—Déjala en paz Jen, y su nombre es Robin. No es tan difícil.

La voz de Evelyn hizo que Robin suspirara aliviada. Salvada.

—¿Eres amiga de esta pringada Ev?— rio de forma sarcástica—Estás cayendo muy bajo.

Ambas se miraron fijamente con el ceño fruncido. Parecía que se hubieran olvidado de Robin por unos segundos.

—Vete, o se lo diré a tu madre. Sabes que soy capaz.

Robin escuchaba la conversación algo confusa. No sabía que Evelyn tenía ese poder sobre alguien como Jennifer.

La de cabello color miel recogió su maquillaje y con pasos fuertes salió del lavabo.

—¿Cómo...?— estaba impresionada.

—Somos hermanastras desde hace unos meses. Mi padre se casó con su madre— suspiró—Cosas que pasan.

Asintió con la cabeza sorprendida ante aquella información. Robin tendría que ponerse al día en muchos aspectos.

—Has hecho bien en plantarle cara Robin, no mucha gente lo hubiera hecho— sonrió antes de irse de los lavabos.

Sonrió aliviada y agradecida por su ayuda.

Al salir del baño, fue directa a su taquilla antes de empezar la última clase. A última hora tocaba gimnasia de nuevo y los pasillos estarían algo revueltos.

Hoy he tenido una crisis. He pensado en que ocurríria si te dijera quién soy y en las consecuencias. Por un momento he pensado en dejar esto. Pero luego he reflexionado. Esto te hace sonreír, y no dejaré de hacer nada que te haga sonreír.

Gracias Nancy Wheeler por ser como eres ¿Sería mucho pedir que no cambies nunca? Y...por favor, no te dejes influenciar por los demás.

Robin sonrió dirigiéndose a su última clase.

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