Día 29 | Segunda parte
Robin llegó a casa, su padre aún no había llegado de trabajar. En cualquier momento llegaría Nancy. Se miró en el espejo, nerviosa.
El sonido del timbre consiguió que los nervios volvieran a ella. Se colocó el cabello y abrió la puerta.
Sonrió al ver a Nancy, iba vestida con una blusa azul y una falda negra.
—Robin, siento haber tardado, me he equivocado de calle al venir— sonrió ella algo avergonzada.
—Tranquila ¿No llegamos tarde, no?
Ella negó con la cabeza e hizo ademán de que la siguiera.
Ambas se sentaron en su coche, Nancy conducía y Robin iba a su lado. No era un coche muy grande, pero suficiente para cuatro personas.
—Nancy, gracias por invitarme.
Ella arrancó y sonrió con la mirada fija en la carretera.
—Tranquila— la miró de reojo—La verdad es que me apetecía ir contigo.
—¿Conmigo?
—Claro. No puedo explicarlo, pero sí, contigo más que con cualquier otra persona.
Las mejillas de Robin se tiñeron de rojo y desvío la mirada.
El corazón le iba muy rápido. Miró el retrovisor para que Nancy no lo notara.
—Lo siento, tal vez estés algo incómoda.
—No, claro que no. Me gusta mucho ir al cine, y más en buena compañía.
Volvió a desviar la mirada hacia la chica. Una sonrisa se había dibujado en los labios de la castaña.
La había preferido antes a ella que a Jonathan, que a cualquiera.
—¿Qué película vamos a ver?
—Es una sorpresa ¿No te importa, no?
—Me gustan las sorpresas.
Ella siguió conduciendo, parecía concentrada.
Robin miraba por la ventana mientras la observaba de reojo. Cada vez que la miraba recordaba lo mucho que le gustaba. Aún recordaba el día que empezaron esos sentimientos, al principio ella pensaba que era simple admiración, qué inocente.
—Ya casi llegamos.
—Oye, Nancy.
—Dime.
—¿Tú estás bien? Con todo lo que ha estado ocurriendo quiero decir— suspiró—Quería que superas que si quieres hablar yo estoy disponible.
Justo en ese momento Nancy paró, parecían haber llegado.
Ella se giró hacia la de ojos azules y le dedicó una sonrisa tranquilizadora.
—Más que bien ¿Tú lo estás?
—También— sonrió.
Ambas bajaros del coche. Parecía una calle llena de tiendas.
Caminaron un poco hasta llegar al cine. Nancy entregó las dos entradas y pudieron entrar.
—¿Quieres palomitas, Robin?
—Oh claro ¿Dulces?
—Serás la primera persona con la cual podré compartir unas palomitas dulces— hizo un puchero—A nadie le gustan.
Robin sonrió. Decidió pagarlas ella, Nancy insistió, pero ella se negó.
A los pocos minutos volvió con un cubo de palomitas de colores. Ambas entraron a la sala, no había mucha gente, pero se iría llenando.
—Es una película romántica—me miró—No sé si te gustará, pero...
—Seguro que me gusta, siempre sé verle el lado bueno a las cosas, incluso la película más mala, tiene su parte buena ¿No crees?
—Sí, exacto.
Nancy entreabrió los labios, no mucha gente pensaba como ella y eso le gustaba. Hacía tiempo que no se sentía tan cómoda con alguien, como si pudiera ser realmente ella misma.
Robin iba a decir algo, pero la película empezó. Iba de una chica de clase baja que tenía que luchar por su libertad, y de un chico de clase alta que tenía que luchar por aquella chica. Ambos querían unirse dejando atrás todos los pensamientos de la sociedad.
La pecosa miró a Nancy durante el final de la película, una lágrima resbalaba por su mejilla, en un acto inconsciente cogió su mano y la apretó. Nancy sonrió agradecida mientras se limpiaba las lágrimas con la manga de su blusa.
Tal vez ambas buscaban lo mismo que los protagonistas de la película. Robin buscaba ser libre, quería que la sociedad no le impidiera ser ella misma, y Nancy quería querer, quería ser querida, quería dejar todo atrás y empezar de nuevo.
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