Día 2
Robin permanecía en su mesa en la última fila, mordía el lápiz mientras daba golpecitos con el dedo índice sobre la mesa. Estaba pensativa.
—¿Vas a escribir la nota aquí? ¿Estás loca?— sorprendido, entreabrió los labios.
Jason era un chico de cabello castaño, ojos azulados y bastante alto. Él y Robin habían sido amigos desde la guardería, y siempre se apoyaban mutuamente en cualquier situación.
La chica desvió la mirada hacia su mejor amigo molesta, hizo un puchero y negó con la cabeza.
—Jason, las horas de clase son las mejores, sobre todo esta, si escribo la nota al principio del día no tendría sentido—se excusó como si fuera lo más obvio del universo.
Por una parte, tenía razón, durante el día habría podido observar a Nancy, no de una manera obsesiva, simplemente como le había ido el día.
—Sabes que te apoyo en esto, pero no quiero que suspendas— suspiró.
El castaño se encogió de hombros, Robin sabía que él tenía razón. Sin embargo, ella estaba demasiado convencida de que no iba a suspender si estudiaba unos días antes.
—Soy inteligente— sonrió.
—Tienes la cara muy dura Buckley.
—Puede ser.
Jason rio por lo bajo para no levantar las sospechas del profesor. Robin no pudo evitar sonreír ante el comportamiento de su amigo. Le gustaba que se preocupara por ella.
—De todos modos estás loca, te recuerdo que Nancy está aquí. A primera fila, pero lo está ¿Recuerdas?
No sé equivocaba. Robin elevó la mirada hacia la primera fila, Nancy se encontraba hablando con su compañera de pupitre: Jennifer Reyes.
La chica pecosa conocía bien ese nombre y siempre había pensado que ella no era una buena compañía para Nancy.
—No consigo saber lo que dicen— Robin apretó los labios frustrada.
—Es normal, no sabes leer los labios.
—De momento...— susurró.
Apartó la mirada de nuevo para acabar de escribir la nota de aquel día.
Decidió dedicar los últimos diez minutos en prestar atención. Después de todo, la literatura siempre se le había dado bien.
—¿Me podrás pasar los apuntes Jason?—sonrió inocentemente la pecosa.
Robin hizo un puchero. Jason suspiró y le entregó su cuaderno con una pequeña sonrisa.
—Eres de lo que no hay Robin— sonrió.
—Por eso me quieres.
Ambos rieron ante su comentario. Haberse conocido era una de las mejores cosas que le habían pasado nunca.
Al acabar la clase, Robin salió lo más rápido que pudo y sin ser vista por nadie dejó la nota en su taquilla. Lo bueno de no ser muy popular era que nadie mantenía la atención en ella. Una gran ventaja en esos casos.
La chica permaneció en su rincón de siempre junto a Jason, y ambos vieron como Nancy cogía la nota y sonreía.
Misión cumplida.
Espero que el día te haya ido genial. Te he visto animada en las clases y por los pasillos, eso debe ser porque has tenido un buen día, me alegro más que nada.
Aunque tengo curiosidad de que hablabais tu amiga y tú. Sí, Jennifer no me cae muy bien.
Dejando esto de lado, quiero decirte que tus ojos son únicos y lo más increíble que los míos podrían observar. Un color hermoso, como el cielo azul.
Robin sonrió mirando a su mejor amigo, este le guiñó el ojo dándole su apoyo. Estaba orgullosa de aquella decisión, aunque tal vez no fuera la más valiente.
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