Día 11
Era lunes por la tarde, Nancy se encontraba en su habitación tumbada en la cama. Estaba decaída.
Steve no le había hablado y ella no sabía qué hacer. Tenía miedo de romper aquella relación, tenía miedo de ya no estar enamorada de él.
Rebuscó en su bolsillo y sacó la nota de aquel día, sonrió.
Hoy no hemos compartido muchas clases, así que no sé qué tal te ha ido el día. Deseo que fantástico y si no...Te doy todas mis fuerzas, no te decaigas, eres fuerte.
Puedes con todo Nancy Wheeler, y recuerda que nunca va mal pedir ayuda.
Aquella nota parecía haber estado hecha para aquel día. Nancy decidió hacerle caso y encaminarse hacia casa de Jennifer.
Ella siempre había estado a su lado. Necesitaba consejo.
Caminó unas cuantas calles hasta llegar a una casa bastante elegante. El coche no se encontraba en la puerta, así que dedujo que sus padres no estarían. Picó al timbre y Nancy esperó unos minutos.
Tal vez no sé encontraba en casa. Tardaba demasiado.
—¿Nancy? Bienvenida.
Sonrió al encontrarse con Evelyn.
Siempre le había caído muy bien, tenía un gran corazón. Seguía sin entender por qué Jennifer se negaba a aceptarla.
—¿Jenny no está?— preguntó intrigada.
Nancy entró observando el lugar, manteniendo sus oídos fijos en lo que decía la castaña.
—Sí...— por unos segundos a la de ojos azules le dio la impresión de que Evelyn estaba nerviosa—Está en su habitación.
La ojiazul asintió en forma de agradecimiento y sonrió.
—Gracias.
Subió las escaleras para ir a la habitación de Jennifer, abrió la puerta y se la encontró haciendo la cama. Nancy arqueó una ceja.
Sin duda nadie hacía la cama a esas horas de la tarde y menos alguien tan ordenada como lo era Jennifer.
—Tal vez debería venir en otro momento...— dijo mirando por la habitación buscando el rastro de algún chico.
—No te molestes— negó ella algo avergonzada. Era extraño verla así—¿Ocurre algo? No sabía que venías.
La de ojos verdes intentó desviar el tema. Nancy se sentó en un pequeño sofá que había en la habitación y miró al suelo. Jennifer se acercó preocupada, sentándose a su lado.
—¿Qué ocurre?
—Es por Steve...— susurró.
Varias lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas. Jennifer la miró fijamente y frunció el ceño.
—¿Qué te ha hecho ese idiota?
—Él sabe lo de las notas. Me obligó a decírselo, me empujó...— tragó saliva—Ahora no me habla y tengo miedo Jenny. No sé si quiero que lo nuestro se acabe.
Nancy suspiró limpiándose las lágrimas con la manga de su camiseta.
—Has de pensar que es lo mejor para ti, y si de verdad le quieres— Nancy asintió—Tal vez el chico de las notas te esté causando confusiones.
—Tal vez.
Jennifer hizo que la mirara a los ojos mientras observaba los gestos de la chica.
—¿Pasarías el resto de tu vida con Steve? Esa es la pregunta decisiva.
Nancy pensó en ello y negó con la cabeza. No lo haría. Tenía que dejar de engañarse.
—Nancy...— suspiró—Sé que es difícil, pero tú misma has de saber lo que es mejor para ti.
—¿Y si lo mejor para mí son esas notas? Tu misma dijiste que era una estupidez.
Jennifer se mordió el labio inferior y pensó que decir durante unos segundos.
—Si eso es lo mejor para ti olvida aquella conversación, entonces. Bienvenido seas chico de las notas— sonrió.
Jennifer apoyó su mano en el hombro de Nancy. La de ojos verdes parecía muy fría, pero en el fondo tenía un gran corazón, solo le daba miedo mostrarlo.
—Gracias.
—No agradezcas.
—Jenny ¿Puedo hacerte una pregunta algo personal?
—¿Qué pregunta?
—¿Alguna vez te has enamorado?— preguntó la de ojos azules.
Aquella pregunta tan repentina hizo que Jennifer se sorprendiera. Sabía la respuesta, pero no sabía si debía contestarla.
—Es decir, siempre te muestras segura con los chicos, pero nunca has mantenido ninguna relación de verdad, nunca te ha gustado uno de verdad...— opinó Nancy.
—Sí, una vez. Solo una, pero prefiero no hablar de ello— respondió la ojiverde.
Nancy asintió pensando en sus palabras.
Le hizo ver que lo que ella quería era romper con Steve y fijarse más en la persona de las notas, tal vez era porque aquella persona misteriosa había sido la causante de sus sonrisas aquellas últimas semanas.
—¡Chocolate caliente!— una vez femenina interrumpió la escena.
Ambas se giraron hacia la puerta. Evelyn traía en sus manos dos tazas de chocolate caliente.
Sabía lo mucho que ayudaba el chocolate con los temas amorosos.
—Oh, gracias Evelyn— sonrió Nancy agradecida.
Jennifer la miró sin decir nada, solo cogió su taza. Aquella noche Nancy se quedó a dormir agradecida eternamente con ambas chicas.
También, pensó en como contactar con la persona de las notas.
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