Día 10

Robin estaba sentada en uno de los bancos del instituto, era la hora del recreo y Jason no había venido porque estaba enfermo, así que se sentía sola.

Suspiró.

—¿Me dejas que te haga compañía?— una voz alegre interrumpió su soledad.

La castaña sonrió al oír la voz de Evelyn. Asintió y se movió para dejarle un sitio a su lado.

—¿Por qué estás sola?— la de ojos marrones le dedicó una sonrisa.

—Jason no ha venido. Sabrás que no tengo muchos amigos— sonrió apenada.

Evelyn clavó sus ojos marrones en los azules de Robin y sonrió dándole su apoyo. Ella siempre podría ayudarla si lo necesitaba.

—¿Por qué estos últimos días intentas ayudarme, Evelyn?— aquella pregunta sorprendió a la de cabello ondulado.

Antes eran amigas, dejaron de hablar y hacía unos meses apenas cruzaban dos palabras. Aunque tenía que reconocer que ella siempre había sido amable.

Ante su pregunta, la joven decidió ser sincera. Robin se lo merecía.

—Oí a Jennifer hablar con Nancy de unas notas, lo oí por pura casualidad y te vi después de aquella clase de gimnasia colocar la nota— la miró.

—¿Qué?

Robin tenía miedo. Solo una persona sabía lo de Nancy y ese era Jason. Le asustaba que alguien más lo supiera.

—Robin— sonrió—No te preocupes. El amor no se puede controlar, tú no escoges de quién enamorarte. No pienso juzgarte por ello, así que puedes confiar en mí.

Sus palabras parecieron sinceras, incluso como si ella también estuviera pasando por algo así. La reconfortó mucho.

—¿Acaso tú...?— Robin la miró fijamente.

—A mí también me gusta una chica, no, no me gusta, estoy enamorada de ella. Pero es muy complicado, demasiado.

La de ojos azules, sorprendida, entreabrió los labios. No era la única que estaba pasando por aquello. No estaba sola.

—Te lo digo porque confío en ti, Robin. Sé que tú lo entenderás.

—¿Necesitas hablar de ello?— preguntó la pecosa—Tal vez te ayude, y sí, claro que puedes confiar en mí.

—No de momento— sonrió—Es complicado, mejor en otra ocasión.

—Está bien.

Robin no estaba sola. No era la única que podría estar pasando por aquella situación. Eso la aliviaba. Además, Evelyn era muy dulce. Le gustaba poder hablar con ella.

—Robin, quiero que sepas que no debes sentirte mal por como eres, debes estar orgullosa.

—Gracias, Evelyn— sonrió.

Aquella charla le sirvió para el resto de su vida. Agradeció que la chica la hubiera descubierto colocando aquella nota en la taquilla de Nancy.

—Nancy piensa lo mismo que yo, estoy segura. No debes tener miedo por lo que ella podría pensar. Bueno, esa es mi opinión. No parece esa clase de persona.

Sin previo aviso, Robin la abrazó. Evelyn le siguió el abrazo con una sonrisa. Le gustaba ser de ayuda.

Sin ellas saberlo, Jennifer las estuvo observando desde la lejanía.

Hoy ha sido un buen día. He conseguido quererme del todo. He pensado mucho en ti, y en lo que pensarías si te digo cómo soy.

Tal vez algún día de estos tenga el valor de darte la primera pista para que sepas quién soy.

Gracias Nancy Wheeler.

Robin sonrió. Su corazón iba rápido. Pronto le diría a Nancy que era una chica.

Antes de irse, decidió ir al cuarto de baño, una mala decisión de nuevo. Jennifer estaba allí con la respiración agitada, parecía enfadada. Algo le ocurría, sin lugar a dudas y ella era parte de ese algo.

—¿Estás bien?— no tenía ni idea de porque había preguntado, le salió solo.

Al oír la voz de Robin ella cerró los ojos con fuerza y apretó la mandíbula.

—Lárgate.

La de ojos azules hizo una mueca.

—¿Por qué me odias? No te he hecho absolutamente nada.

Robin no entendía por qué Jennifer la odiaba de aquella manera, ni siquiera sabía su nombre, estaba segura.

No le gustaba tener en contra a la mejor amiga de Nancy.

—Alejáte de Evelyn ¿Lo entiendes?

Notó sus ojos sobre los suyos, no pudo evitar desviar la mirada. Respiró hondo y la miró fijamente.

—No controlas a todo el mundo, y no controlas a tu hermana, somos amigas.

Robin no sabía cómo había reunido el valor para decir aquello, pero lo había hecho. Las palabras de Evelyn le habían dado fuerza, y también aquellas cartas que le había estado dando a Nancy.

—No es mi hermana— gruñó—¿Tanto cuesta de entender? ¿No os llega la suficiente sangre al cerebro?

—¿Por qué te cuesta tanto aceptarlo? Evelyn es buena persona, no merece que la trates as...—la de ojos verdes no la dejó terminar.

Jennifer la agarró de la muñeca con fuerza. Robin la miró sorprendida, y Jennifer, con apuro, la soltó al ver lo que había hecho.

Por unos segundos su mirada dejó de ser amenazante, como si tuviera miedo.

—No sabes cómo trato a nadie— su mirada fue tan fría que por unos segundos pensó que iba a temblar—Así que cállate, Robin.

Robin asintió algo apurada. Jennifer se apartó de la contraria saliendo de los lavabos.

Bueno, al menos había dicho su nombre bien. Era un gran avance viniendo de Jennifer Reyes.

Suspiró mirando su muñeca y negó con la cabeza. Estaba bastante roja.

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