Quinta carta
Querida Muerte:
Que nostálgica es el aura que desprende su jovial imagen, cuando canta una mentira frente a quienes le dieron la vida a él y a mi semblante. Simplemente una sonrisa dependiente del que aparenta feliz utopía, pues su memoria está llena de surcos ausentes de tranquila infancia. Qué melancólico el sonido artificial que su respiración imita, pues el ardoroso aire a menudo en los pulmones le hace falta. Es mi sangre, pero no siento el dolor de sus heridas en mis venas, y lo lamento con quemante llanto en mis noches de terrible agonía llenas.
Sembrado en su dulce mirar está el engaño que su sonrisa me transmite, pues tan amable el vivir diario no le abraza como yo quisiera. El cruel amigo de sus brazos es el amor malherido dado a ésta pieza que intenta forzar el encaje en el rompecabezas, pues tan estrecho es el sitio en donde va cada maderilla pintada, alojando su convención y simetría, pero a la distinta deben "mejorarla" para que a las demás sea similar y no rompa la perfecta ignorancia de lo bello en lo distinto. Él así ya no se ve, pues ellos de que es una infección lo han convencido. Lamentable librillo de sueños tristes, si ese amor que siente por él le ha negado el amor de los que decían sentir afecto por tan triste ser.
Y mis padres nada han de hacer, si en su falso semblante lleno de brío no pueden ver su sufrir oculto. Que aquel beso que dio, un golpe le han dado, que a su calidez dé un abrazo enternecido al amor profano, un grito le aparte de tan inocente contacto. Que busque el secreto al verlo a escondidas, que sepa fingir a sus pares que el dolor físico no importa, que aguante los gritos al recibir el cruel contacto forzado de tantas familiares manos agresoras, pintando con los dedos tantas historias contadas desde el frío purpureo hacia el negro. Que llore con su sonrisa sobre mi regaso, perdiendo la mirada en la ventana, queriendo y no decirlo todo. Que lo ame sin importar nada, que ellos no sepan quererlo a pesar de todo lo que antes juntos vivieron.
Que potencial asesino puede ser un infante en una sociedad cruel e ignorante, que tan rápido llega el arrepentimiento cuando se da cuenta que se obró mal, que una vida si pesa en las manos de un niño, aún cuando no la ha arrebatado del todo. Porque no han sido ellos los causantes de su trágico e indefinidamente prolongado sueño, sino los adultos que a diario inculcaban en cada temprana e inexperta mente el odio irracional a un ser que solo ama.
Y así recuerdo, de aquel momento violento del que visualmente fui partícipe, como mi hermano era golpeado hasta la inconsciencia, y por más que aceleré mi paso, no pude contener su cuerpo antes de verlo caer al piso, cuando los agresores al advertir mi presencia huyeron. Su cuerpo se me hizo frágil en el piso, lleno de marcas y despidiendo sangre, como una muñeca de cristal que ha sido rota a pesar de su belleza y sabiendo que al golpearla iba a trizarse. No pude protegerlo por más que intentaba descubrir el porque de las heridas que a menudo podía ver cuando despreocupado cambiaba su ropa, fui un inútil aún cuando lo vi siendo agredido, soy un inútil ahora que nada puedo hacer cuando su cuerpo resposa en ésta camilla de hospital luchando por no detener su corazón.
Le daría mi vida para llenar la que le falta en el pecho, le daría mi cuerpo para que no sintiera dolor, le daría mi memoria para que no recordara la mitad de los golpes que recibió porque no estuve allí, le daría la fuerza para elevar la voz contra los que lo quieren hacer caer. Le daría todo lo que tengo, aún más, por ver esa sonrisa auténtica sin nada que ocultar detrás, por que no tenga miedo, por que empiece de cero para ser su escudo, por estar en su lugar y que no tenga que pensar en la muerte, por que le tengas piedad, por que no me lo quites.
Por eso te escribo desesperadamente, a un ser que temo y respeto, para suplicarte por él. Es mi luz, mi hermanito menor, lo más precioso que tengo. No soporto no haber sido capaz de hacer algo para salvarlo y si soy así de inútil, te tengo una propuesta: si logras que despierte antes de que me gradué de la Universidad y puedo ver una sonrisa auténticamente feliz en su rostro, si no te lo llevas de mi lado para siempre, te ofrezco mi vida por la suya. Puedes tomarla sin más, pero te pido que él no sufra, si es preciso que no me recuerde para que no sienta una sola gota de tristeza cuando me vaya, haz que me olvide junto a todo su dolor. Tal vez mi vida te parezca insignificante, pero es todo lo que tengo para darte, es lo más valioso que tengo, pero estoy dispuesto a darla por él. En este momento ya me encadené a ti más de lo que estaba, ya te di acceso a mi alma para agregarla a tu casa, así que espero que cumplas con tu parte del trato, o siquiera lo aceptes. ¿Podrías hacer esto por mí? ¿Podrías devolver a ese maravilloso ser para que ame a quién aún lo ama? ¿Podrías hacerlo por él, por mí, por los que de verdad lo queremos incondicionalmente? ¿Podrías hacerlo feliz cuando despierte sin importar nada de su pasado? ¿Podrías? Sinceramente, querida muerte, espero que no me falles, porque en verdad he llegado a suplicarte.
-Rubén.
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