Carta 20.

Querida Navidad;

Es Navidad sí, pero los villancicos no me afectan igual que al resto. Hoy no sonrío, ni creo que lo haga, al menos no sinceramente. No sé que intento aparentar.
Me limito a ver como se derriten los hielos del alcohol, ese que parecen necesitar todos para ser un poco más felices en sus vidas de mierda llenas de afable falsedad esencial para días como estos, y mierda se están derritiéndose en el bol de mis desayunos con leche con cereales para días más ordinarios y reales que este. Que ironía de la vida.
Sólo sigo aquí porque espero paciente y con la mirada fija a que rebose el agua, porque lo hará, y se verterá y verterá irremediablemente como yo. Porque mis ojos rozan el límite de los bordes de un bol casi lleno. Y en este sentido verlo medio lleno no se si acaba de ser del todo bueno. Solo se que la inundación se acera y que todos saldrán corriendo de esta casa y ninguno se parará a ayudar a otros a sobrevivir a la catástrofe.
A parte, no se que pinto aquí, solo se que te echo de menos. Y lo peor es que estás y es como si no estuvieras. No se cuantos boles habré vertido ya por ti y cuantos más faltarán antes de que te vuelva a ver. Y tengo que sentir el dolor, lo sé, pero sigo siendo una niña con miedo. Enserio, tengo mucho miedo.
Hoy tengo que reprimir el grito y quedarme aquí, y lo único que me ayuda a no derrumbarme es pasar los dedos por el pelo de mi madre y dejar que ella sonría todo lo que yo hoy no puedo hacer.
Sonríe muy fuerte mamá.

PD: Espero que no te importe pero soy un poco el grinch de esta navidad, bueno solo con quien se lo merece. Ya sabes simplemente me gusta repartir bien el amor.
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