Capítulo 24


24


Claris

Observaba el campo a través de la ventana. La ciudad había quedado atrás y faltaba poco para que llegáramos a la casa de los abuelos. El sol aun no descendía, dejando una vista preciosa en el horizonte.

Miré a Will y él me miró de vuelta. Le regalé una sonrisa y antes de llevar mi cámara negra a mi ojo y capturar el momento. Volví a centrarme en la ventana hasta llegar a nuestro destino. Mi mente no paraba de recordar lo que pasó con Marco.

Se sentía extraño.

Raro.

Había sido algo sin importancia para mi realmente, pero sabía que si se lo decía a Will obviamente para él no lo sería.

Así que decidí no decírselo.

(ღ)

La puerta de aquella casa humilde rodeada de mucho campo fue abierta luego de unos toques. Recibiéndonos una abuelita con el cabello corto y castaño claro junto con una mirada muy alegre que se veía debajo de sus lentes para ver. Una sonrisa apareció enseguida en su rostro dándole paso a unas cuantas arrugas.

—No puede creerlo —saludó y abrazó enseguida a mamá, mirándonos detrás de ella—. Creí que no llegarían hoy—siguió conmigo.

La apreté a mí y así que como ella hizo conmigo.

Los abrazos de la abuela nadie podía imitar.

Luego de separarse, sus ojos dieron con Will quien nos miraba con una sonrisa amplia para a mi lado. Al notar la mirada de mi abuela, reaccionó.

—Hola, mucho gusto, soy William Brethan el novio de Claris —le ofreció su mano y ella la miró un segundo. Que, para sorpresa de todos, en lugar de corresponder el saludo, lo jaló y lo envolvió en un abrazo tomándolo desprevenido.

—Pero mírate —se alejó y apretó sus mejillas como a un niño—. Eres más guapo de lo que creía y altísimo. Y mira esos ojos y esa sonrisa. Sin duda todo un galán.

Si abuela, aumenta su ego.

Will me vio y alzó una ceja en forma de "Le caigo bien".

(ღ)

La abuela no paraba de ofrecerle cosas a Will y él no paraba de recibirlas. Solo llevábamos diez minutos aquí y ya le había dicho un millón de halagos y dado una fruta tras otra.

—La fruta aquí está más buena —logre entenderle, mientras comía.

—Y Will —la abuela llegó con aquella sonrisa que conocía perfectamente y se sentó frente a nosotros. Will levantó la mirada hacia ella con las mejillas llenas—. Supe que sigues estudiando —él asintió, la abuela prosiguió—: Mi duda aquí es, ¿A qué se dedican tus padres?

Ay no.

—¿Y dónde está el abuelo? Pensé que estaría aquí —intervine antes de que comenzará con el interrogatorio. Eso era para un rato más tarde.

—Oh, debe estar con los caballos, espérenme poquito voy por él —hizo el ademán de levantarse, pero enseguida la detuve.

—No, no, no te preocupes abuela, nosotros vamos con él —tomé a Will de la mano y lo obligué a levantarse sin darle tiempo a oponerse.

Caminamos hasta salir de la casa e ir a los establos de los caballos. Metí mis manos en las bolsas de mi chamarra café a juego con la de él y bufé.

—Quita esa sonrisa —le ordené.

—Tu abuela me ama, admítelo. He pasado la prueba.

—Esa no fue la prueba y solo lo dices porque te dio comida. Espera a que inicie con el interrogatorio de verdad y ya no te darán ganas de sonreír.

—Sobreviví al de tu madre, puedo hacerlo con el de tu abuela.

Mis ojos fueron a él y los suyos a los míos. Detuve mi paso antes de entrar a los establos.

—Estas son otras zonas, caballero —le di una palmadita en su pecho—. Ahora, ¿preparado para conocer a mi abuelo?

—Nací listo, bonita.

Alcé mis cejas y apreté mis labios en un intento de parecer convencida.

Entramos a los establos y parecía no haber nadie. Will miraba todo con detenimiento. Los tres caballos que tenían no estaban, seguro en unos minutos más estarían de regreso de su paseo.

Reinaba un silencio tan tranquilo, casi que podría jurar que realmente no había nadie, pero no era así.

Conocía a la perfección la soledad.

—¿Debemos buscarlo en otro lado?

—No —levanté con ligereza las comisuras de mis labios para después hacer aquel silbido que compartía con el abuelo. Aquel que cuando jugábamos al escondite hacíamos para alertar de que estábamos cerca.

Will me miró extrañado por mi acción. Parecía intentar saber el porqué de ella. Y luego de un segundo escuchamos de vuelta aquel silbido.

—¿Qué fue eso? —exclamó, tomándome de los hombros.

Dirigí mi vista de inmediato hacia una de las esquinas donde había pajas y en donde ya casi no entraba luz. Noté a aquel ser sentado encima de ellas y sonreí.

—Hola, abuelo.

Will colocó su vista donde mismo que yo.

El abuelo bajó de las pajas como si nada. A pesar de la edad seguía teniendo un cuerpo sano y fuerte, sin embargo, la abuela le insistía en que ya no hiciera tantos esfuerzos, que descansara que no se preocupara por los animales que para eso venían algunos chicos del pueblo cercano a ayudarle. La respuesta del abuelo siempre era la misma:

"Dejare de trabajar hasta que el cuerpo me lo permita, mujer"

—Mi niña —exclamó el abuelo con una sonrisa de oreja a oreja. Todo un señor de campo. Se podía notar en su vestimenta.

Las manos de Will desaparecieron de mis hombros. Mi abuelo abrió sus brazos y fue mi turno de envolverlo en un abrazo y sentir de vuelta el calor fraternal.

Había pasado un tiempo de la última vez que lo vi. Volvía a sentirme como una niña. Recargué mi cabeza en su pecho y lo sentí mecerme lentamente.

—Te extrañé, abuelo.

—Yo más —me separó de él, analizándome—. ¿Has crecido?, Creo que si —una sonrisa amplia salió de mis labios—. Te notó distinta, ¿Qué ha ocurrido?

Giré mi cabeza hacia atrás en busca de su respuesta.

—Él —pronuncié mirando a Will. Lo tomé de la mano para que se acercara y volví a centrarme en el abuelo. Quien inspeccionaba a Will de forma seria.

—Él —rectificó.

Sentí como Will apretó despacio mi mano. Estaba nervioso. No era la misma bienvenida que le dio mi abuela. Aquí no hubo abrazo ni halagos, en su lugar una mirada seria y pocas palabras.

—Abuelo, él es Will mi novio.

—Mucho gusto, señor —estiró su mano. Más mi abuelo no la recibió.

—Así que tú eres el dichoso Will —dijo—. Interesante.

(ღ)

Cerré la puerta detrás de mí, me deshice de la chamarra y caminé a la cocina. Aquí adentro estaba calientito. Mi madre y la abuela me miraron en cuanto entre. Estaban preparando de comer.

—¿Dónde está Will? —preguntó mamá, pasando su brazo por la parte de atrás de mis hombros y buscando con la mirada a mi novio.

—El abuelo lo puso a cargar los botes de agua para los animales.

Mamá hizo una pequeña "oh" y asintió despacio. La abuela soltó una media sonrisa y se giró a seguir con su labor.

—Tu abuelo no cambia —dijo, la abuela.

La prueba de mi abuelo para saber si Will era "el correcto" para mí, iba más allá de las preguntas. Era más físico y mental.

Solo esperaba que no lo forzará de más.

—¿En qué les ayudo? —me acerqué a ellas para ayudar con la cena.

Will

Y.... último.

Dejé la cubeta en el piso y limpié la gota de sudor de mi frente.

Hacía frío, pero sentía que me estaba asando con la chamarra.

Miré como el abuelo de Claris solo pasó por mi lado y después de echar un vistazo a fuera de los establos regresó. Tomó la cubeta y se metió a uno de los establos.

A diferencia de su abuela, el abuelo de Claris ya tenia varias canas y era un poco mas serio.

—Es importante que los animales tengan agua en todo momento —dijo. Me dio un repaso rápido—. En estas épocas suelen tomar menos agua, pero no está demás que siempre tengan, también el que hagan un recorrido diario, eso los impulsa a tomar.

Asentí despacio sin saber que decir. Comenzó a verter el agua en los recipientes para los caballos. Parecía tranquilo, pero me estaba muriendo de los nervios por dentro.

—¿Has montado a caballo alguna vez, muchacho?

—Si, desde niño, solo que de unos años para acá dejé la equitación.

—A mi Claris le encanta.

Eso activó mi curiosidad y puse más atención. Vi como tomaba a cubeta vacía y se encaminaba para salir del espacio. Lo seguí.

—¿Sigue montando? —me atreví a preguntar.

—Siempre que viene es algo que nunca falta —seguimos caminando en un paso tranquilo—. ¿Estudias?

Oh, oh.

—Si, señor.

—Y, ¿Qué piensas hacer una vez que termines?

—Cuando terminé la universidad me adentrare más a fondo en los asuntos de la empresa de mis padres. Me prepararé para cuando llegué el momento de hacerme cargo de ella.

—Tú familia tiene dinero ¿no? —volvió a preguntar y como no respondí me echó una mirada seria y repasó mi vestimenta. Le di un leve asentimiento—. Mi niña es alguien noble y desinteresada.

—Lo sé, señor.

—No tengo dudas de eso, muchacho, pero me preocupo por mi nieta. Ella no está contigo por interés o estatus, ella vio algo más allá que simple dinero. ¿Qué es importante que esa persona pueda ofrecerle lo que merece? Claro, sin embargo, sé que va más allá de eso, y que eres un gran muchacho para que te hayas ganado su corazón.

Me miró directo a los ojos y tragué saliva. Bajé la mirada al suelo un segundo y contesté:

—No sé si soy realmente un buen chico o si estoy haciendo las cosas bien, pero me esfuerzo cada día por ella, intentó ser lo que ella merece.

Me dio una ligera sonrisa que fue suficiente para saber que había pasado su aprobación. Regresamos hasta la casa en silencio.

(ღ)

El contacto de los cubiertos con los platos se escuchaba. Hablaban sobre que la venta de la leche aumentó en los últimos días.

—Mañana por la mañana iremos a comprar chocolate para el champurrado —dijo su madre.

—La camioneta esta teniendo unos fallos, mujer, creo que es mejor que nos lo traigan y cancelar el pedido de quesos —su abuelo habló y esta vez mi vista dio con él.

Supe que sus abuelos solían vender leche fresca de las vacas y también quesos que su abuela hacía. Y a lo que dijeron no les iba nada mal. Casi no había muchas personas que hicieran quesos.

Me pesaba el echo de que tuvieran que cancelar su venta y sus compras.

—Si gustan puedo prestarles mi coche, podría llevarlos —la atención de las otras 4 personas se posó en mí, luego de mi propuesta.

—¿Enserio, hijo? —expresó, su abuela. Con una sonrisa asentí.—. Muchas gracias, muy amable de tu parte.

Su abuelo me dio una inclinación con su cabeza en forma de agradecimiento.

—¿Podemos ir? —me cuestionó Claris, a mi lado—. Así podríamos enseñarte el pueblo de paso.

—Por mí no hay problema, me encantaría, sí.

—Iremos a comprar las cosas antes de las nueve —prosiguió su madre.

—¿Estás muy lejos de aquí? —pregunté.

—Mas o menos, no mucho realmente —respondió Claris.

—Gracias —su madre me regaló una sonrisa de agradecimiento y continuamos comiendo.

—Por cierto ¿Has probado el champurrado, Will? —su abuela me preguntó con una sonrisa desde la otra esquina de la mesa.

—Ah, no —lamí mis labios—. Pero si los champiñones.

Claris intentó aguantar la risa y bajó la cabeza mirando su plato, su madre se quedó quieta con su vaso en los labios y su abuelo también contuvo una sonrisa.

¿Había dicho algo malo?

—Claro —respondió su abuela.

La señora Keith dejó su vaso en la mesa y me contestó:

—El champurrado es una bebida caliente típica de México.

—Oh, ya —exclamé, comprendiendo por qué mi novia se reía.

Tomé mi vaso con agua y le di un trago intentando ahogar mi pena.

(ღ)

—Este es tu cuarto —dijo, Claris, abriendo una puerta.

El cuarto era pequeño, pero con el suficiente espacio para poner mis cosas.

—¿Como que no dormiré contigo? —dejé mi maletita encima de la cama y me giré a mirarla. Tenía su hombro izquierdo recargado en la orilla de la puerta con los brazos cruzados.

—Mi cuarto está a lado —añadió.

—Ahora me dices esa información sabiendo que no poder dormir teniéndote a un metro —caminé a paso lento hasta ella. Levantó su cabeza cuando estuve enfrente suyo—. Dígame, bella dama ¿qué es lo que tengo que hacer?

Coloqué mi mano en la pared a lado de la puerta. Miré como su garganta de movió al pasar saliva.

—¿Mm? —insistí en que respondiera.

—No entiendo cual es problema, señor —su voz salió más baja de lo normal. Ladee mi cabeza.

—Tú lo sabes.

—Solo debes dormir. Mañana nos levantamos temprano y no es bueno desvelarse.

Sonreí y mordí mi labio inferior.

—Descansa —se puso de puntitas y dejo un beso caso en la comisura de mis labios. Me quede mirando hacia en frente justo donde había estado, mientras ella se alejaba apresuradamente. No tarde mucho en escuchar la puerta de al lado cerrarse.

Eche un vistazo en esa dirección.

Esa mujer acabaría conmigo.

Cerré la puerta del cuarto y solté un suspiro mirando la habitación. La cama era pequeña así que sabía que mis pies quedarían fuera de ella.

Grandioso.




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NOTA DE LA AUTORA


Hola de nuevo, luego de muchos días.

¿Como están? Espero que muy bien.

Ojala te haya gustado el cap.

Cualquier error una disculpita.

No olviden dejar su comentario que leerlos me motiva mucho al igual que su votos.

LOS TQM. 

Nos vemos. Besos.

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