Capítulo 16
Canción: Perfect – Ed Sheeran
16
Claris
Sentados uno al lado del otro en la orilla de la banqueta de la esquina de mi casa, mirábamos hacia la casa de enfrente. No pasaban muchos carros, ni personas y, había uno que otro auto estacionado.
El vecindario era tranquilo al igual que clima fresco de ese día.
—¿Y qué hiciste estos dos días que no nos vimos? —la pregunta de Will rompió el silencio.
—Mari vino a casa para tomarle foto al pequeño garaje de plantas que tenemos para su trabajo de la universidad —respondí sin quitar mi vista de la casa de enfrente.
—¿Un garaje?
—Si, el espacio es parecido al de un garaje para autos, pero como a mamá le gustan mucho las plantas eso es lo que tenemos ahí. Si quieres podría mostrárselo luego —lo miré.
—Claro, me gustaría —me miró de vuelta y sonrió.
Su sonrisa era linda.
—Y... —aclaró su garganta para proseguir—. ¿Qué hiciste después?
—Pues, ese día fui a comprar un libro, Mari iba a acompañarme, pero sucedió un percance y no pudo. Así que Marco me acompaño.
Hizo una pequeña "o" con sus labios y alejó su mirada.
—¿Tú qué tal? —fue mi turno de preguntarle. Me acerqué un poco más hacia él de forma inconsciente y estiré mis piernas.
—Pues fui a comprar un suéter nuevo y como el doctor ya me permitió regresar al fútbol, pues he regresado, solo que el entrenador decidió darnos una semana de descanso. Luego de ella volveré a mi normalidad.
—Que bien, supongo que lo extrañas mucho —movió su cabeza arriba, abajo como respuesta a mi afirmación—. ¿Y qué tal Alex y Lucía? No pregunto por Fredi ya que Mari me ha contado mucho y ha dicho que pues, sigue siendo él en pocas palabras —sonreí.
Will
Sentía que los nervios me comían por dentro entre más alargaba mi intención por la que había venido. Pero a la vez me sentía alivio por tener unos minutos más para procesar lo que iba a hacer.
No sabia si estaba haciendo lo correcto, pero necesitaba hacerlo.
Sonreí un poco ante sus palabras ocultando los nervios.
—Si, Fredi sigue siendo él, el mismo enfadoso de siempre —pero lo quería al idiota—. Y pues, Alex está bien, centrado en su carrera, está tranquilo y me siento de igual forma sabiendo que no está sufriendo otra ola de palabras hirientes por su padre.
—¿Su padre le dice cosas?
—Su padre biológico cree que la carrera de Alex es para fracasados, así que se encarga de repetírselo cada que lo ve —la miró, frunciendo mis labios—. Estudia Artes.
—¿No se supone que los padres deben apoyar en lo que les gusta a sus hijos?
—Yo pienso lo mismo, pero creo que algunos no nacen para ser padres.
Esa era la verdad y no podemos mentir.
—Pero su madre y la pareja de ella lo apoyan, así que —alcé mis hombros. Y ella movió su cabeza de arriba abajo comprendiendo la situación.
—¿Y Lucía?
—Lu está bien, creo —parpadee un par de veces.
—¿Crees? ¿Qué no es tu mejor amiga?
—Lo es o eso era, ya no lo se. Lo que pasa es que se alejado de mi desde hace un tiempo, pareciera que me evita. Y no es como que yo haga mucho por saber que sucede.
—¿Y por qué no hablas con ella? Chance eso necesitan. Hablar.
—Lo haré, talvez en los próximos días —coloqué mi codo izquierdo en mi rodilla y mi mano en mi mejilla—. ¿Y comenzaste ya a leer el libro que compraste? —cambié de tema.
—No, en realidad Marco me prestó uno suyo —la mención de su nombre hizo que bajara mi brazo izquierdo y mirara hacia adelante otra vez. Dios ya no podía con esto. Su simple mención me hacía recordar esa escena de la cafetería entre ellos—. Comencé a leer ese y ya después seguiré con el que compré.
—Mmmmm.
Mi corazón se estaba acelerando porque es desesperado.
—¿Crees terminarlo pronto?
—¿El de Marco? —asentí—. Espero que sí, tanto puedo leerme un libro entero en un día, como puedo leerme un libro en un mes.
—Creo que yo sería el que se tarda un mes en leerlo o hasta más.
Escuché su risita y provocó que sonriera.
—Supongo que sí.
Volvimos a quedarnos en silencio. Jugaba con en el anillo que lleva en mi dedo índice izquierdo.
—¿Will? —la mire enseguida. Ella espero unos segundos antes de hablar—: Te noto tenso, ¿puedo saber qué pasa?
Ella ya me conocía bien, ¿cómo pude pensar que no lo notaria? Cerré mis ojos y tragué saliva decidiéndome a ser claro de una vez por todas.
—En realidad quería verte porque tengo que algo que decirte —la miré y lamí mis labios—. Algo que llevo sintiendo por mucho tiempo y que no sabía cómo decirlo y hasta hace unos días encontré la manera —saqué mi celular del bolsillo de mi suéter—. Es una canción y, esta canción expresa exactamente lo que siento por ti y lo que me gustaría pasar contigo y quisiera que la escuches —dije sin mirarla, por otro lado sentía el como ella me miraba atenta y, con las manos temblorosas, le di play a la canción.
Perfect – Ed Sheeran
Mantuve la vista en el aparato.
Había decidido ser claro con ella, confesarle mis sentimientos.
Tenía que ser hoy o después me arrepentiría.
Tenía que ser hoy porque necesitaba que me rechazara ahora para que fuera menos doloroso.
Claris
No pude apartar mi vista de él durante toda la canción.
Y cuando la canción terminó fue cuándo mi cerebro y mi corazón comprendieron lo que Will quiso y estaba diciéndome.
Y siendo sincera, sentí una felicidad al comprenderlo. Una felicidad que nunca antes había sentido, se sentía como un calorcito en el pecho.
Will levantó la mirada y yo entre abrí los labios sin poder decir nada.
¿Qué tenía que decir?
¿Cómo tenía que reaccionar?
Creo que todos alguna vez practicamos o pensamos en el que diríamos cuando estuviéramos en esta situación, pero ahora que lo estaba, no sabía qué hacer.
—No nos conocimos desde niños, pero lo hubiera deseado —su voz aceleró mi corazón—. No nos enamoramos desde entonces, pero me hubiera gustado que así hubiera sido, aunque ni siquiera sé si solo yo soy el que siente esto, pero desde la primera vez en que nos vimos, mi corazón te eligió como su dueña, y que, aunque quise engañarme a mí mismo y tratar de convencerme con algo que no, ya no puedo hacerlo. Me gustas, Claris.
Quería gritar de alegría.
Quería brincar.
Quería sonreír.
Pero me contuve.
—Di algo, por favor —suplicó.
—No soy muy buena con las palabras, no para esto.
—Entonces, solo toma mi mano —acercó su mano derecha, y le di un vistazo. Pero en lugar de tomarla, enrede mis brazos en su cuello en un abrazo que me permitía sentir su calor llenarme. Me correspondió lentamente.
Inhalé su aroma.
El aroma que solía disfrutar en silencio siempre que estaba junto a él.
Ese aroma que a partir de ahora sería mi favorito.
Pero, aun así, tuve miedo, no por él.
Si no por el futuro.
Porque no sabía que iba a pasar.
—No tienes que decidir nada ahora, solo quería que lo supieras porque no podía callarlo más, pero por favor no te alejes de mí.
Lo abracé con más fuerza diciéndole con ello que no lo haría. Y sonreí de lado recostando mi cara en su hombro.
—¿Cuál es tu color favorito? —pregunté de repente.
—Azul.
Sonreí más, en el fondo lo sabía.
—¿El tuyo?
—Gris azulado —respondí sin quitar mi sonrisa. Solté un suspiro, me relajé y disfruté del abrazo que no rompimos durante bastante tiempo.
(ღ)
No podía dejar de pensar en sus palabras. Era un ciclo que parecía no tener fin porque siempre regresaba al principio.
Una y otra vez.
—¿Qué se supone que tengo que hacer, amiguito? —le pregunté a Mevak, recostada de lado en mi cama.
Mamá decía que no tenemos que sentir miedo a lo nuevo, que debemos afrontar todo de la mejor manera.
Qué el tiempo era valioso.
Luego de darle una repasada a la situación, me decidí. Me levanté de la cama y busqué lo que necesitaba. Estaba tan concentrada que los toques a la puerta de mi habitación hicieron que dejará el listón que manipulaba, y mirara hacia ella.
—¿Sí?
—Hija, Marco llegó —informó, Mamá.
—Oh, ya voy.
Dejé a un lado el listón y tomé el libro que había seleccionado de mi pequeño librero. Bajé despacio las escaleras y le avise a mamá que estaría.
—Hey —lo saludé, cerrando la puerta tras de mí.
—Hola —se acercó.
—¿Mamá no te interrogó de más?
—Lo necesario, solo preguntó por mí y mi familia y por qué no me he quedado a cenar ni una sola vez.
—Solo quiere ser amable —sonreí—. Es la primera vez que conoce a varios amigos y quiere conocerlos un poco más.
—¿Soy el favorito? —preguntó con una sonrisa, inclinándose hacia mí.
—Puede ser —las comisuras de mis labios dieron hacia abajo—. Toma, es libro que pensé que estaría bien que leyeras —lo estiré hacia él.
—Gracias, lo voy a leer en cuanto pueda.
Moví mi cabeza en afirmación.
—Podemos sentarnos aquí, y platicar —señalé el escalón que estaba enseguida de la puerta—. O ¿Tienes que irte ya?
—No, no llevó prisa.
Sentados en el escalón, mirábamos hacia la casa de enfrente. Ya el sol se estaba ocultando.
Repare en su moto bien estacionada.
Mi flequillo se movió ante la pasada de una brisa, dejando mi frente descubierta.
—Marco, ¿Qué se siente cuando te gusta una persona? —pregunté.
Necesitaba aclarar mis emociones. Saber si estaba tomando la decisión correcta.
—¿Qué?
—Si, ¿Qué se siente? ¿Cómo lo sabes? —aleje mi mirada de la moto, pero no lo vi a él, solo incliné un poco mi cabeza como si lo fuera a hacer.
Tomó una bocada de aire y exhaló pensando en que decir. Lo sentí mirarme, sin embargo, yo continué en mi posición anterior.
Marco
—Bueno, primero te sientes cómodo con esa persona —empecé—. Te gusta su voz, te gusta escucharla. Quieres verla reír, quieres verla feliz —pasé saliva y en ningún momento despegué mi vista de ella—. Anhelas el momento de volver a estar junto a ella en persona, de pasar tiempo juntos, esperas con ansias un mensaje o una llamada suya. Tu corazón se acelera ante el más mínimo acercamiento o por algo que hizo o, sientes un calorcito agradable en el pecho. Te aterra la idea de que este con alguien más y cuando ya estás perdido, te quedas mirándola, detallando cada uno de las facciones de su rostro intentando memorizarlas y pensando en cuan hermosos son cada uno de ellos —Terminé.
Decidí no preguntarle por qué preguntaba, porque en el fondo lo sabía. Y no quería escucharlo, no ahí. No me quedo de otra que guardar bajo llave lo que sentía y mirar hacía enfrente.
Así se sentía.
Así se sentía saber que la persona que te gustaba, no te miraba de la misma forma que tú.
—¿Te quedas a cenar? —nos miramos—. Podría decirle a mamá que mi mejor amigo se quedará, seguro tiene un lugar más para ti.
—Seguro, si, sirve que cumplo el deseo de tu madre —sonreí—. Solo le avisaré a mamá.
Y por primera vez, me quedé a cenar con ellas.
Claris
Levanté mi manualidad hasta la altura de mis ojos y respiré hondo. La dejé en mi buro de noche.
Me acosté y apagué la luz.
Will
Cerré la puerta de mi baño.
Me acosté y apagué la luz, soltando un suspiro.
Claris
Miré hacia el techo con mis manos en mi estómago.
Will
Miré hacia el techo con una mano bajo mi cabeza y la otra en mi estómago.
Claris
Sabía lo que le iba a decir, y ya no habría marcha atrás.
Will
Sabía lo que le dije, y ya no había marcha atrás.
Claris
Movía mi pie derecho de forma inquietante mientras lo esperaba sentada en la banca del parque donde vinimos la primera vez.
Los patos en el lago se veían tan tranquilos que me daban ganas ser uno en ese momento.
No miraba la hora porque no quería saber cuánto faltaba para que llegara.
Hasta que escuché pasos por mi lado izquierdo. Will caminaba con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón. Me reincorpore enseguida y él detuvo el paso.
—Hola.
—Hola —respondí.
Cuando estuvo frente a mí, observé nuestros pies. La punta de estos casi se tocaba.
—Gracias por venir, yo... —tragué saliva y metí mi mano a la bolsa de mi suéter de encaje color blanco y sentí la textura del listón—. Estuve pensando sobre lo que dijiste ayer.
Se podría decir que pensando de más.
—Y, ¿Qué pensaste?
En lugar de responder, estiré hacía el pedazo de listo que traía en mi bolsillo.
Una rosa pequeña de su color favorito.
Mantuve la vista en mis manos sin tener el valor de enfrentarlo.
—¿Qué es esto? —lo escuché preguntar.
—Una rosa azul, para ti —me atreví a mirarlo.
El viento movió unos cabellos que caían en su frente.
—¿Por qué?
Vamos Claris tú puedes, solo debías decirlo y ya.
El corazón me palpitaba rapidísimo.
No tenía nada que perder ¿o sí?
Solo debía, decirlo.
Mis manos me temblaban un poco, pasé saliva y solté un pequeño suspiro.
—Porque también hubiera deseado habernos conocidos desde niños, haber experimentado esto desde entonces, porque no eres el único que siente lo mismo que dijiste ayer.
Lo dije.
Por dios lo hice.
Lo hizo.
Diablos lo hice.
No puedo creer que le dije a William Brethan que él también me gustaba. No directamente, pero lo hice.
Se quedó quieto por varios segundos, hasta creí que no iba a decir nada. Y fue hasta que una pequeña sonrisa se comenzó a dibujar en su lindo rostro.
Rodeó mi muñeca con su mano derecha. Cuando creí que tomaría la rosa, me jaló hacia él logrando que mis manos quedarán en su espalda y mi cabeza en su pecho. Su mano derecha se colocó en mi espalda baja y su mano izquierda en mi nuca.
Sentí que el aire volvía a mi cuerpo.
Al igual que la tranquilidad y la felicidad.
—¿Escuchas mi corazón, bonita? —sí, podía escucharlo—. Así es como se pone cada que te veo.
Podía sentirlo, podía escuchar sus latidos.
Alcé mi cara hacia él y él bajo la suya.
—Me gustas, Will —confesé.
Acarició mi mejilla con su pulgar derecho.
Y acercó su rostro con lentitud hacía el mío, como si me estuviera pidiendo permiso. Y supo la respuesta cuando cerré mis ojos esperando el contacto.
Y pasó.
Sentí sus labios tocar los míos despacio, con una delicadez como si temiera que me fuera a romper. Abrió sus labios un poco para continuar con el movimiento.
Sentí que fue demasiado corto el beso cuando se separó. Abrí mis ojos y entreabrí mis labios.
—Menta —susurró.
—¿Qué?
—A eso saben tus labios —explicó, sonriendo—. Y creo que será mi sabor favorito a partir de ahora.
Solté una risilla y junté mi frente a la suya.
—No sé nada de esto, Will y me da miedo no saber hacerlo bien.
—No tengas miedo a lo nuevo, solo... vive.
Si, solo vívelo.
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