Capítulo 06
06
Will
Después de aquel tiempo que compartimos, decidí llevarla a casa. Quería haber pasado más tiempo con ella, pero dijo que se sentía cansada y quería descansar un rato.
Así que, sin protestar, hice lo que me pidió.
Recordé que había dicho que no solía escuchar mucha música. Por lo que decidí hacer una playlist para ella.
—¡William Brethan! —gritaron de la nada, haciéndome saltar del susto de la banca de una de las mesas del jardín de la universidad.
Levanté la vista de la hoja y me percaté de que una Lu muy enojada, caminaba hacia mí.
¿Qué le ocurrió para que viniera así?
—Hola —alcé un poquito mi mano.
Ella colocó una de sus manos a arriba de mi hoja sobre la mesa, arrugándola.
—Mas te vale, que me digas realmente porque me dejaste hace días en la plaza.
—¿Qué? No te deje y te dije el porque me fui.
—Lo hiciste y según porque tu madre te llamo, pero no fue cierto. Le llame para confirmar y ¿sabes que contesto? Que no, dijo que no.
—¿Por qué hiciste eso?
¿Qué le pasaba?
—Porque me mentiste, te fuiste con una chica ¿No?
No entendía el comportamiento de Lu. De verdad que no.
En ese instante la pantalla de mi celular se ilumino, alcancé a identificar que era de Claris el mensaje. Lo tomé y lo metí a mi bolsillo.
—¿Quién era? ¿era ella cierto? ¡Dame tu celular, déjame ver! —exclamó, Lu, abalanzándose sobre mí de un momento a otro, intentado sacarme el celular.
—¡Lu!, ¿Qué te pasa?, ¡Basta! —forcejé con ella, en uno de los movimientos sentí un golpe en mi brazo lastimado provocándome una ligera molestia—. ¡Lu me estás lastimando!
Al parecer mi intento de que reaccionara eran en vano, parecía no escucharme o parecía importarle en absoluto porque continuó con el forcejeo.
El pequeño malestar se convirtió en un calambre que cada vez se iba intensificando, Intente que ella parara, pero no lo estaba logrando.
—¡No, déjame ver tu maldito teléfono! ¡Ahora, es una orden! —gritó alejándose. Me tome el brazo tensando mi mandíbula ante lo que sentía y sin poder reconocer quien era aquella chica frente a mí.
Pero eso ultimo que dijo hizo que estallara.
—Basta, no sé qué te ocurre, pero no está bien como estas actuando.
De repente su entrecejo se frunció, pestañeo varias veces y dio un paso atrás. Su mirada fue a mi brazo lastimado.
—Will, no, yo no sé...—parecía confundida—. Perdóname no quise lastimarte.
Me levanté como pude, alejándome de ella, tenía mi respiración un poco agitada. Necesitaba irme.
—Solo, ¿Por qué te fuiste? ¿Fue por ella? —continuó preguntando sabiendo la respuesta.
Tomé una bocada de aire, y dije:
—Había quedado con ella desde tiempo antes que contigo, sin embargo, no quería rechazarte porque sabes que la última vez no reaccionaste bien y no quería hacerte sentir mal, pero creo que no sirvió de nada, sé que no estuvo bien que te haya mentido y que actué mal, lo siento ¿ok? — agarré la hoja de la mesa y mi mochila con dificultad por el pequeño punzón que sentía en mi brazo, la miré y pase por su lado.
(ღ)
—Okey, ya está —exclamó la enfermera checándome—. Tomate las pastillas para el dolor y procura no volver a tener un golpe o un lastimón en el brazo, eso puede retrasar el tiempo de recuperación e incluso volverlo más grave.
La miré caminar hacia su pequeño escritorio y regresar.
—Deja esto en el escritorio de los profesores —me estiró un papel—, es un justificante para que te puedas retirar, de todos modos, avisaré que te retiraras para que ya sepan los maestros y el porqué, no te preocupes.
—Gracias señorita Lee —me levanté de la camilla.
—No hay de que, solo ten más cuidado, ¿vale?
Y con eso último salí de la enfermería.
Llegué al salón y dejé el justificante en la mesa, no había nadie. Miré por la ventana hacia el campus, cerré los ojos intentando no sentirme mal por Lu. Por primera vez no había cancelado mi cita por ella y me hacía cuestionarme si estuvo bien.
—¿Estás meditando? —aquella voz paró mis pensamientos. Abrí mis ojos y miré en la dirección de donde provino.
Observe a Fendi, sentado justo frente a mí en una de las bancas. Traía el pelo un poco despeinado y se logra ver parte de esa frente que siempre cubría, esperaba respuesta mía mientras se comía una paleta.
—No —respondí.
—¿Entonces qué estabas haciendo?
—Estaba imaginando como seria mi vida sin ti.
—Uy, no pues, ¿Qué ves cuando cierras lo ojos? Exacto, nada —alzó sus cejas dándome una sonrisa—. Pues así sería tu vida sin mí, simplemente nada, una vida muy triste y sin chiste.
—Claro, pero créeme que daría lo que fuera por probarlo.
—Que malo.
Solté una risilla y me senté en la orilla de la mesa de profesores, dejando una pierna estirada.
—¿Qué ocurre? —indagó Fredi—. ¿Tiene que ver con tu nueva amada?
Amada, eso se escuchaba bien.
—En parte—exhale—. Ah, se podría decir que discutí con Lu—baje la mirada recordando todo.
—¿Fue porque te fuiste y la dejaste con nosotros en la plaza? —asentí como respuesta—. Bueno, creo que a cualquier chica le molestaría si la dejas así sin más, cuando ya habían quedado.
—Es que ahí está el problema —dije mirando el techo—. Sabes que quede en salir con ella, pero en la noche porque así podría ir tranquilamente con Claris, pero de la nada Lu aparece ese día en la mañana diciendo que no podía esperar y no sé qué tanto que no pude ni quise decirle que vería a Claris.
Fendi bajo su mirada al piso, pensativo.
—Pero me sigo preguntando ¿Porque cambio de opinión? Cuando quedamos en algo, así se hace y esta vez se notaba desesperada o no sé—finalicé, soltando aire, cansado de pensar. Fijé mi vista en mis zapatos, pero la regresé a Fredi cuando lo escuché soltar una risilla nerviosa.
—Je, je, este, tal vez yo tuve la culpa.
Fruncí mis cejas, confundido.
—¿Qué? ¿Por qué la tendrías?
—Es que talvez, solo talvez, se me haya escapado decirle a Lu que tenías una cita, si es que así se le podía llamar, en la mañana de ese día con otra personita.
—Voy a matarte —susurré y fui hasta él.
Pero él pensó rápido y actuó antes de que llegará a él, se colocó detrás de dos bancas de la que estaba.
—Espera, espera, podrías lastimarte tu bracito precioso —exclamó estirando sus manos hacia enfrente en son de detenerme.
—Ya más lastimado no puede estar —me moví, y él se movió para el lado contrario—. ¿Qué hiciste exactamente?
—Me la encontré en la salida ese día que nos contaste tu lío, ella se acercó me saludo igual de amable como siempre y yo dije que te tenía envidia porque no perdías el encanto aun estando lastimado, ella me preguntó porque decía eso y yo de lo feliz que estaba por ti pues le solté la información sin querer —seguíamos moviéndonos—. Solo dije que me preguntaba cómo le hacías para tener dos citas el mismo día, no fue necesario que le aclarara a lo que me refería no es tonta lo dedujo de inmediato, perdón.
—Voy aniquilarte —logré tomarlo de su cuello y acercarlo a mí.
—No, yo te amo mucho, siempre lo haré, tú lo sabes, puedes amarme igual —me decía como si se estuviera confesando.
—No puede ser —una tercera voz nos hizo mirar a la puerta. Un chico con la mano en ella, nos miraba con la boca abierta. Nos miramos los dos.
—Ay no —dijimos al mismo tiempo.
Claris
Al día siguiente
Ayudaba a mamá a mover las plantas de maceta. Cargué una para ponerla encima de un tablero en la pared.
—Uy, no, no —exclamó mamá viniendo hacia mi—. No cargues nada pesado, deja, yo lo hago—tomó la maceta que tenía en mis manos.
Reí un poquito por su actitud.
—Estoy bien, mamá, puedo hacerlo.
—De eso nada —colocó la maseta en el mueble—. Quedamos en que solo me ayudarías a moverlas de maceta, y si estaba muy pesada, la movíamos entre las dos, sino yo lo hacía.
Regresé a mi lugar y tomé otra, comencé a hacer el mismo proceso que en las anteriores.
—Por cierto, te compré...—habló mamá y la miré enseguida, ella dejó delante de mí dos pequeños cactus.
Dejé los materiales a un lado y tomé despacio uno para admirarlo.
—Es de los que se quedan pequeñitos —exclamó con una sonrisa—. Habías dicho que querías uno, pero me hicieron un descuento para llevarme los dos.
Alcé la mirada hacia ella y con una sonrisa le agradecí.
—¿Ya sabes en donde los vas a colocar? —preguntó, poniendo sus manos en la mesa.
—Si.
—Muy bien, cielo.
El timbre de la casa sonó.
—Creo que ya llegaron las nuevas flores, ahora regreso —informó, saliendo del cuarto.
Tenía la forma de una cochera, solo que sin la parte por donde entra el auto. Solo una ventana grande por donde entraba la luz del sol y con buena ventilación.
El celular vibró encima del mueble.
Lo dejé pasar, pero volvió a vibrar una vez más. Me quité los guantes y lo revisé.
Will:
Buenos días.
¿Ya estás despierta?
Le contesté enseguida:
Claris:
Buenos días. Y si ya estoy muy despierta.
Will:
¿Qué haces?
Claris:
Ayudo a mamá a cambiar las plantas de maceta.
Will:
Deberías dejarlas en su lugar,
seguro se siente cómodas ahí.
Claris:
No lo creo, se pueden sentir apretadas, aparte es necesario cambiarlas luego de tiempo por su bien, más que nada por las raíces.
Will:
Supongo que sí, así que te creo.
Claris:
¿Estás en clases?
Si lo estás, deja de ver el celular.
Will:
No lo estoy, voy llegando apenas.
Y número dos, las clases son aburridas.
Así que me distraigo usando el celular.
Claris:
Dios, me imagino que tienes
puros ceros de calificación.
Will:
Pues te equivocas, porque además de guapo, responsable.
Saco mayormente 80 o 90.
Rodee los ojos divertida.
¿No podía no mencionar su "belleza" por lo menos una vez? No era necesario que lo mencionara siempre, era algo que ya sabía.
Claris:
Entonces suerte.
Will:
Suerte tú con tus plantas.
Solté una pequeña risa y dejé el aparato a un lado y continué mi labor.
Will
Guardé el celular en mi bolsillo y sonreí. Se estaba convirtiendo en una rutina el que Claris y yo nos mensajeáramos prácticamente todos los días. No durábamos mucho, mínimo unos 10 minutos y no porque yo me aburriera. Porque si por mi hubiera sido, platicaría toda la vida con ella.
Pero Claris al no estar acostumbrada a usar celular, decía que le dolían las manos y que aparte escribía muy lento, así que mi nueva misión que me plantee, fue el enseñarle como mandar notas de voz.
Entré a la universidad, y todos me miraban.
Era normal pero que por lo menos disimularan.
—No lo sabía, al final Marco es más hombre que tu eh —dijeron unos chicos pasando por mi lado cuando llegué a mi casillero.
No les tome importancia y me dediqué abrir mi casillero y de él cayeron varios papeles.
—¿Qué es esto? —dije mientras me agachaba a tomar uno.
Y al leer la nota cerré mis ojos, fastidiado.
Ay no, tonto Fredi
(ღ)
Caminé hacia la mesa donde nos sentábamos a comer. Dejé mi charola en la mesa.
—Hola, enamorado —saludé a Fredi, quien estaba dándole mimos a su noviecilla.
Me senté.
—Hola, nuevo amor —saludó de vuelta, separándose de Mari.
Ella nos dio una sonrisa divertida y se recargó en su asiento.
—¿Puedo saber por qué son noticia universitaria? —cuestionó, intercalando su mirada entre nosotros.
—Pues solo porque tu querido novio dijo que me ama y... —me incline hacia ella para susúrrale—: que siempre lo ha hecho, así que cuidado, no vaya a ser que solo te esté utilizando para olvidarme.
Ella se inclinó de igual forma.
—Tranquilo, no tengas pendiente, estoy cierto porciento segura que no es así, porque vamos ¿me has visto?
Solté un intento de risa y me coloqué recto.
Se me había olvidado que Mari es como yo, en el ámbito de cuando se trata belleza.
—El chiste es que —volvió a hablar Fredi—, yo estaba suplicando por mi vida porque casi arruine su cita con su nueva amada que se llama Claris, a la cual conoció en el hospital y a mí se me salió decirle una pequeña parte ello a Lu, con la cual el imbécil frente a nosotros —me señaló, mirando a su novia—. Se le ocurrió tener una cita con ambas el mismo día, pero bueno, Lu se enteró, llegó a su casa, casi pero casi arruina lo bonito de la Clarisss y del Willy, pero no lo logró porque Willy dejó a Lu con nosotros ¿recuerdas? Pues Lu no es mensa, así que le reclamo, pelearon, Will se puso a meditar en el salón, me contó todo, le confesé mi parte, él me quería golpear y yo supliqué, le dije que lo amaba para salvar mi vida, alguien solo escuchó eso y ahora somo noticia universitaria.
—¿Claris? —Mari me miró con el entrecejo fruncido.
—¿Solo escuchaste eso? —le reclamó Fredi, y yo no pude evitar reír—. Teeee recuerdo que ahora dicen que somos novios —se quejó.
—Bueno, amor, fue tu culpa por decir que lo amabas, aparte será que después la gente lo olvidará, solo espera a que pase algo nuevo y ya —le contestó, Mari.
—Apoyo a tu noviecita —me llevé un Nuggets a la boca.
—Pero que vergüenza, dios —Fredi colocó sus brazos en la mesa y enseguida su cabeza encima de ellos.
—Entonces, ¿Quién es Claris? —Mari recargó sus brazos en la mesa, doblando uno de ellos permitiéndole apoyar su barbilla en esa mano, mientras me dedicaba una sonrisa.
—Su nueva enamorada —respondió por mí, Fredi, sin levantar su cabeza de sus brazos.
—Le pregunté a Will —le reprocho dándole una mirada rápida y regresando a mí.
Alzó las cejas en son "¿Y....?"
—Él ya lo dijo —me encogí de hombros.
—Pero, ¿dónde la conociste?, ¿Como es? Dame información.
—La conoció en el hospital, lo de cómo es te lo debo —respondió nuevamente Fredi.
Mari solo cerró sus ojos y respiró hondo.
—Dame paciencia dios, para soportarlo —dijo.
Sonreí de lado y me llevé otro bocado de mi comida a la boca.
—Técnicamente es tu culpa el que lo estés soportando —le dije, ella abrió sus ojos y me miró—. Tú decidiste andar con él, ahora no metas a mi amado dios en esto.
Ella exhalo, dándome la razón.
Miré a mi alrededor, buscando a la personilla que me faltaba.
—¿Dónde está Alex? —pregunté, llevándome otro bocado de mi almuerzo a la boca.
—Supongo que dando lecciones de vida —me contestó Fredi, alzando por fin su cabezota de sus brazos.
Mastique lento
—¿Discutió con su padre?
Ambos asintieron.
Durante los diez minutos que permanecí en la cafetería no pude dejar de pensar en Alex.
Por lo que me dirigí hacia donde lo encontraría.
Miré la última fila de las gradas de fútbol americano. Subí hasta allá.
Él me miró subir las gradas.
—Ey —lo salude alzando mi mano izquierda.
—Ey —respondió de vuelta—. ¿Qué tal tu brazo?
—Bien, con las pastillas que me dio la señorita Lee, se fue el dolor.
Tomé asiento a su lado.
—Me alegro que no fuera nada grave.
—Si
No dijimos nada más, podía percibir que algo había pasado. Después de todo somos mejores amigos.
Decidí preguntar:
—¿Todo bien?
—Todo bien —respondió sin más.
Ambos permanecimos mirando hacia el campo.
—¿Quieres hablar y contarme lo que pasa? —insistí.
—No quiero aburrirte con lo mismo, aparte soy yo el que debe escucharlos a ustedes no al revés —intentó bromear.
—No siempre tienes que ser tú el que escuché y nosotros los que hablemos —me crucé de brazos—. Anda, desahógate, tenemos todo el tiempo del mundo.
Esperé varios segundos hasta que lo escuché exhalar.
—Solo, papá volvió a decir que hice una pésima elección de carrera, que lo de las artes no me llevaran a nada exitoso, dijo que prefería decir que no tenía hijo a decir que su único hijo era un perdedor.
¿Había dicho cuanto odiaba al padre de Alex? ¿No? Pues bueno, lo odio desde siempre.
¿Como un padre pude decirle eso a su hijo?, ¿no se suponía que los padres deben apoyar a sus hijos a seguir sus sueños?
—Tu padre es un imbécil —expresé.
—Lo sé, pero, sus palabras duelen.
Lo miro. Lo atraje hacia mí.
—Recuerda que estamos aquí, para ti.
—Gracias, amigo.
Claris
Terminé de acomodar la última planta en su nuevo espacio, la coloqué encima del banco a un lado de otras flores.
Me quité los guantes y comencé a recoger todo.
Durante las próximas horas me dediqué a cortar aquello que no le servía a las plantas y a regarlas.
Una vez terminé, tomé el celular de la mesa, los pequeños cactus y subí las escaleras hacia el interior de la casa.
Miré a mamá bajar las escaleras del segundo piso, de forma apresurada.
—¿Todo en orden? —indagué cuando estuvimos frente a frente.
—Me llamaron del trabajo, me necesitan.
—Pero es tu descanso —Dije, en un tono bajo.
—Lo sé, pero este dinerito extra nos ayuda —se agarró el pelo en una cebolla.
Se despidió de un beso en la frente, no sin antes decirme que comiera y todo eso. Luego salió de la casa.
El celular vibró en mi mano.
9:24 a.m.
Deslicé hacia arriba.
Will:
¿Salimos está tarde?
Claris:
¿Para qué?
Will:
Ah pues tenía pensado
buscar la solución al calentamiento global.
Sonreí de lado al leer su mensaje, suponía que estaba usando la ironía. Y eso, lo confirmé con su siguiente mensaje:
Will:
Obvio, que para despejarnos y relajarnos, pequitas.
Mmm, otra vez ese apodo.
Se sentía extraño que él me llamara así. Mas bien me era extraño que alguien que no fuera mamá o mis abuelos, me pusiera un apodo.
Y menos con algo que no era mi cosa favorita en mí.
Claris:
No me llames pequitas.
Will:
Pequitas, pequitas, pequitas
Claris:
Basta
Will:
Si, basta.
Necesito que me confirmes o me rechaces la invitación.
Will:
Porque hay muchas en la fila, que están esperando.
Rodee los ojos.
Claris:
Entonces invítalas a ellas.
Will:
No quiero.
Claris:
¿Por qué no?
Will:
Porque con la que quiero salir, es contigo.
Sentí un calor comenzar a invadirme en mis mejillas. Dios estaba sonrojándome.
Claris:
Sospechoso -_-
Will:
Mmm, algo, entonces ¿qué?
¿Salimos?
Miré los cactus.
Una idea vino a mi mente en ese instante, por lo que le respondí enseguida.
Claris:
De acuerdo, salgamos.
(ღ)
Miraba hacia todas las bancas del parque, buscando a Will. Caminé y caminé por todo el parque. Hasta que sentí un toque en mi hombro izquierdo, miré en esa dirección y no había nadie. Por inercia voltee hacía la derecha, y ahí estaba Will, sonriendo.
—¿Me buscabas? —levantó sus cejas, divertido.
(ღ)
Nos terminamos sentando en una de las bancas del parque. Estaba casi solo y el clima era perfecto.
—Y.... ¿Cómo estuvo tu día? —le cuestioné.
—Mmm, bien, en lo que cabe, fue diferente —me miró—. Pero un diferente, diferente.
Sonreí, sin entender.
—¿Eso como es?
—Es un diferente que nunca habías experimentado o que no fue cool es tipo "Demonios" ¿Entiendes ahora?
—Eh, no —miré un microsegundo a la derecha—. ¿Por qué mejor no me lo cuentas?
—¿Quieres realmente saberlo?
—Mgim, quiero conocer el "diferente, diferente"
Resopló y alzó sus hombros.
—Después de que me termináramos de mensajearnos esta mañana...
Comenzó a contarme todo lo que ocurrió.
Y vaya, sí que era un "diferente, diferente"
—Ahora toda la maldita escuela piensa que Fredi está enamorado de mi —dijo—. Aunque no dudo en que lo esté de verdad, ¿porque has visto mi cara?
—¿Tu simple y aburrido rostro? Si.
—No es simple ni aburrido, es magnífico y maravilloso, pero el punto es que el pobre de mí best friend no para de pasar vergüenzas.
—No sé cómo es el, pero supongo que luego lo deja ir.
Giró su cabeza hacia mí.
—¿Eres bruja o algo así?
Negué.
—¿Entonces cómo es que sabes que él es así?
—Solo lo suponía —alzo mis hombros—. Aparte la gente lo olvidara, no te preocupes.
—Eso mismo me dijo alguien, yo creo que leer tanto ya hasta te desarrollo un sexto sentido.
—Supongo que a ti por tanto empujón —señalé con mi mano izquierda su brazo—: Has perdido la habilidad de pensar.
—¿Cómo sabes lo del empujón? ¿Ves que si eres bruja?
—Solo lo deduce de nuevo, aunque no sé qué deporte sea en realidad.
—Futbol americano, vaya, enserió que lo sabes todo.
—Lo sé, pensar no es lo tuyo —regresé a mi comentario anterior.
Me miró "ofendido"
—¡Oye!
—¿Qué? —me hice la inocente—. Tú no lo negaste.
—Fue porque no te escuche —dijo y una pequeña sonrisa se quiso mostrar por mis labios—. No te burles de mí.
—No me estoy burlando de ti —sonreí más amplio y luego de unos segundos el hizo lo mismo.
—Ah —exclamamos al mismo tiempo, nos miramos y reímos nuevamente.
Calmé lentamente mi risa, hasta detenerla.
Miré al cielo, había muchas nubes. Excelente para poder hacer lo que me gustaba, darles formas, ¿recuerdan?
Había de todos tamaños. Una un tanto pequeña, entrecerré los ojos, he intenté encontrarle forma.
Mire otra más grande, sonreí y voltee hacía a Will, el susodicho mantenía su vista en el suelo, quien sabe que estaría pensado, nada importante, supongo.
Creí que sería mejor incorporarlo a mi actividad.
—Ey —golpee suavemente su brazo izquierdo en un intento de llamar su atención. Él me miró y es cuándo hice la pregunta—: ¿Qué forma tiene esa nube? —señalé hacia el cielo.
Will miró hacia él, y sin despegar su vista de ahí solo exclamó:
—Las nubes no tienen forma.
Ay Willy.
Aburrido.
Me centré de nuevo en él.
—Si la tienen, todas las cosas lo tienen, incluso la partícula más pequeña del mundo, tiene forma.
—A-ja—exclamó, por silaba.
—Las formas de las nubes dependen del viento, pero siendo realistas eso no le interesa a nadie.
Sonreí obteniendo una sonrisa también de su parte.
—A ti te interesa que es lo importante.
—En parte.
Nuestras miradas se toparon, Will alzó un segundo sus cejas.
—Bien, ahora regresemos a lo que estábamos diciendo, ¿qué forma tiene esa nube? —señalé nuevamente.
—Ya te dije lo que pienso —comenzó a mover un pie, de forma un tanto inquieta.
—Puedes darles forma tú.
—No tiene sentido —cruzó sus brazos.
—Eso dices porque nunca lo has intentado.
—Porque no tiene sentido —repitió.
—Inténtalo conmigo.
Suspiró, dramáticamente.
Tome su brazo.
—Esa de ahí, ¿qué forma tiene?
—A un cocodrilo —dijo, sin más, logrando que lo viera con cara de "¿Really?"—. ¿Qué?, tú dijiste que podíamos darle forma de lo que quisiéramos.
—Si, pero no literalmente cualquier cosa, me refiero a algo que se asemeje.
Miré el cielo.
—Por ejemplo esa —señalé la pequeña que miré instantes atrás—. Tiene forma de un corazón, ¿ves? Tu turno.
—Por si querías mi opinión, a mí me parece más un círculo mal echo.
—Yaa, anda —le reprimí.
—Bien, bien —exhaló—. Esa nube tiene forma de—me estaba imitando, por lo que se ganó un pequeño golpe en su hombro, riéndose se sobó—. Bien tiene forma de—habló normal y le dio forma.
—Perfecto, si se asemeja, mi turno.
Will
La veía tan animada dándole forma a las nubes que no podía decirle que era algo aburrido para mí.
Miré su perfil, sus cachetes un tanto regordetes la hacían verse tierna. Tanto que me daban ganas de apretujarlos. Algo que en mil años me imaginé querer hacerle a alguien.
Claris sacaba mi lado tierno, un lado que ni siquiera sabía que existía.
—... ¿verdad? —preguntó, sacándome de mis pensamientos
—Si —respondí, sin saber que era lo que había dicho.
—Qué bueno, creí que dirías que no.
Esperen, ¿que había dicho?
Observé como abrió su mochila, y de ella sacó una cajita de madera.
—Toma —la acerco a mí.
La recibí, sin esperar mucho, la abrí. Fruncí las cejas al mirar su contenido.
¿Un cactus?
—¿Eh?
Giré mi cabeza hacia ella.
—Mamá me compró dos, uno lo pondré en mi cuarto y creí que sería bueno darte el otro.
—¿Por qué?
—Ya te dije, pensé que con eso de que tienes tu brazo fracturado, no puedes hacer muchas actividades por lo que puedes llegar a aburrirte, pero regar y platicar con un ser vivo tan pequeño, si puedes hacerlo.
—¿Quién dice que el pequeño cactus quiere escucharme?
—Yo.
Miré el cactus. La verdad no me imaginaba hablándole como si fuera una persona.
—¿Se morirá si no le pongo agua?
Ella rio bajo y asintió.
—Es obvio. Con respecto al tamaño, no te preocupes son de los que no crecen.
—Wau que gran alivio —dije—. Pero no, no creo que sea capaz de hacer que sobreviva.
—Lo harás, yo confío en ti.
Estaba sintiéndome como esas veces en las que sientes demasiada responsabilidad por culpa de los profesores.
Yo puedo, yo puedo.
Él puede, él puede.
—Bien —contesté, rendido.
Claris se levantó y su puso frente a mí.
—Los dos cactus estuvieron juntos todo este tiempo, ahora que tú tienes uno y yo otro, será como lo que nos une, no importa donde estemos, ellos nos mantendrán juntos, ¿okey?
Con mi mirada puesta en ella y sin dudar nada, las palabras salieron de mi boca:
—Entonces tendré que cuidarlo con mi vida, si no quiero perder lo que me une a ti.
Porque era cierto, y estaba dispuesto a darlo todo.
Nota de la autora:
Espero les vaya gustando la historia, estoy haciendo mi mayor esfuerzo jaja.
No olviden dejar su votito y comentar.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top