Capítulo 04


04


Will

Dos días después

Durante esos dos días no había podido ir con Claris, tenía varias pruebas que si o si debía pasar la siguiente semana así que tenía que estudiar.
Le expliqué esto por mensaje para que no pensara otra cosa que no.

Y ese día me había decidido ir a verla, sabía que dentro unos dos o tres días la darían de alta y quería que se mantuviera feliz y positiva.

Durante toda la noche ideaba que podía hacer para que ella, algo que disminuyera el ambiente de aburrimiento del cuarto del hospital.

¿Un helado? No sabía si podía comer helados.

¿Llevarla al cine? Aún no la daban de alta.

Pero si ella no podía ir al cine, que el cine viniera a ella.

Bingo.

—Ayúdame, no te quedes ahí parado—le pedí a Fredi mientras sacaba la mochila de la parte trasera del auto.

—Ahorita podría haber estado con Mari disfrutando de una maravillosa noche, ¿Puedo saber por qué me estas obligando ayudarte a pasar chetos a la habitación de un paciente?

—No son chetos, son palomitas y jugo de naranja natural y —lo miré cerrando la puerta del auto—, porque se supone que eres mi amigo.

Caminamos lento hacia la entrada del hospital. Ya era de noche y por obvias razones no te dejaban pasar a los cuartos, así que tendría que escabullirme.

Era la primera vez que hacía esto y quería que saliera lo mejor posible.

—No es razón suficiente —susurró a mi lado cuando entramos.

—Qué más da —miré a los lados, y cuando no había peligro me giré hacia Fredi, quien solo me veía aburrido—. Escucha, tengo que pasar por aquel pasillo para poder llegar al elevador, peeroo hay una enfermera que todo el tiempo está vigilando...

—Quieres y necesitas que la distraiga para que pases—completa por mí.

—Aja.

—Claro, siempre Fredi debe hacer el trabajo sucio y vergonzoso.

—Solo hazlo.

—Bien, pero me debes algo —caminó un par de pasos y se giró otra vez hacia mi—. Un momento, es decir ¿que tendré que esperarte en el auto mientras que tú haces lo que sea que vayas a hacer?

Asentí breve y él realizó un gesto de ¿por qué?, le hice una mueca y una señal con la mano de que solo fuera, suspiró y retomó su camino hacia donde se encontraba la enfermera. Antes de llegar a ella se colocó una mano en la frente.

—-Señorita —habló como si se le dificultara mientras se sostenía en la barra, comenzó la actuación—. Me siento muy mal, como que me falta el aire.

—¿Qué más siente? ¿Dolor en el pecho? —la enfermera se paró de su asiento para acercarse a Fredi.

—Creo que me voy a.... —y según se desmayó.

—¡Joven! —la enfermera se agachó, tomo su pulso y se volvió a levantar para tomar el teléfono del mostrador—. Necesito ayuda en pasillo A18 —colgó para volver a Fredi.

A los minutos otro enfermero llegó para ayudar, estaban los dos tan metidos en "checar" a Fredi que era el momento indicado para pasar. Caminé lento, intentado no hacer ruido, levanté la mirada a una esquina y observé la cámara.

Demonios se me olvidó ese detalle, pero pues ya.

Saludos.

Pasé por el lugar de la enfermera. Miré a Fredi y este abrió un poco uno de sus ojos. Alcé mi pulgar y continué caminando hasta pasar por detrás de ellos y ya no correr riesgos de que me vieran.

De un momento a otro Fredi abrió los ojos de golpe.

—Ay, creo que ya estoy bien—exclamó levantándose igual y exaltando a los enfermeros, se sacudió la ropa y les regaló una sonrisilla a la par que juntaba sus manos—. Este....gracias por la preocupación, Ammm...que tengan excelente noche, dios los bendiga con mucha pasión.

Negué divertido. Apreté el botón del elevador. Entre en él y presioné el botón para el piso 4.

Esperaba que aún no estuviera dormida. Chequé la hora en mi reloj, marcaba las 10:47p.m.

No tardó nada en que las puertas se abrieran y saliera.

Caminé hasta su habitación esperando que nadie me viera, no fuera a ser que pensaran que era un fantasma y me aventaran una cubeta o un rosario en la cabeza.


Claris


Me acomodé de lado, llevé mi mano derecha debajo de mi cabeza, doblé las piernas y metí entre estas mi mano izquierda. No podía dormir. Así había pasado los últimos días.

Creo que por la inquietud de saber que dentro de pocos días me darían de alta.

Cerré los ojos para conciliar el sueño. Pero no lo logré, lo peor es que no podía salir de mi habitación a estas horas, eso estaba totalmente prohibido. Y le había dicho a mamá que por hoy fuera a descansar a casa, batalle mucho en convencerla. Su trabajo la desgastaba y se merecía algo mejor que dormir en un sillón o en un simple banquito a lado de mi camilla.

Una vez más cerré los ojos para intentar dormir, pero unos toques en la puerta me lo impidieron, levanté la cabeza para mirar hacia ella. Fruncí las cejas y le di un vistazo rápido al reloj que estaba en la pared.

10:50 p.m.

Me levanté mientras quitaba la sábana de encima, bajé las piernas de la cama por el lado izquierdo y caminé a la puerta.

—¿Quién es? —pregunté colocando mi oreja en la madera.

—Will —respondieron en un susurro.

¡¡¿Will?!! ¿Qué hacía a esta hora aquí?

Abrí sin dudar y lo encontré parado justo ahí.

—Hola—alzó su mano izquierda—. ¿Puedo pasar?

Traía un pants negro y una sudadera del mismo color, con el gorro puesto. Venía cargando una mochila.

—Entonces, ¿puedo? —se refirió a que si lo dejaba entrar—, hace frío acá afuera.

—¿Qué haces aquí a estas horas? —cuestioné luego dejarlo pasar y cerrar la puerta—. ¿Viniste acompañar a alguien? O ¿Estás herido?

—Respuesta de la segunda pregunta: No —dejó la mochila en la cama—. De la tercera: No y de la primera: vine porque es noche de películas.

—¿Qué?

Abrió con dificultad su mochila y sacó de ella una computadora.

—Noche de películas —repitió, sonriendo en mi dirección como un niño.

Solo me quedé quieta intentando comprender que estaba sucediendo.


(ღ)


Me subí nuevamente a mi cama y él se puso a mi lado a pesar del poco espacio, le pregunté si quería meterse bajo la sábana, pero me dijo que así está bien, que no quería incomodarme. Sonreí tímida como respuesta.

—Por cierto, te traje jugo de naranja —dijo, mirando el interior de su mochila.

¿Cómo podía traer jugos en su mochila sin que se derramaran?

Lo miraba batallar por lo que le ayudé, me estiró un vasito de plástico con tapadera y un popote verde.

—Espero te guste, yo lo hice —bajó su mochila al piso.

Le di un sorbo al juego e intenté no hacer gestos.

Estaba muy amargo, demasiado amargo siendo honesta, pero no quería hacerlo sentir mal, por lo que fingí que estaba bueno.

—Hum, está riquísimo—metí un poco mis labios y alcé las cejas un segundo.

—¿De verdad?, Eso me alivia, le dije a Martita que podía hacerlo —susurró eso ultimo sin tomarle importancia.

—Gracias.

Bebí otro poco del jugo, creo que después de varias probadas ya no se sentía lo amargoso del juego.

—¿Gustas? —le ofrecí de mi bebida.

—No, gracias, así estoy bien.

—¿Seguro?

—Soy alérgico a la naranja.

—Oh —bajé el brazo con el que sostenía el jugo—. Interesante.

Pero entonces ¿cómo hizo el juego?

—S i eres alérgico, ¿Como hiciste el jugo?

—Con las manos—sonrió.

—Claro, como no lo pensé antes.

—No tienes que preocuparte de nada, aunque no fue nada sencillo lo que importa es que te lo estás tomando.

Will puso la computadora en sus piernas y las palomitas en medio de nosotros y preguntó:

—¿Te gustan las palomitas?

—Si, supongo que a ti también.

Movió su cabeza de arriba abajo. Abrió una aplicación.

—Es un alivio que no seas alérgico a ellas también —Dejé el vaso del jugo en el piso y lo miré—. ¿A qué más eres alérgico?

—A la naranja, a la miel, a las nueces, a los arándanos y a los gatos—sonrió en mi dirección levantando sus cejas.

—Wow, casi a nada, he.

Soltó una risa ante mi comentario y yo hice lo mismo, sintiendo esa comodidad que llevaba mucho tiempo sin sentir.

—Muy bien, ¿Qué película quieres ver? —me cuestionó tomando palomitas.

—Tú elige, sorpréndeme.

—Muy bien.

(ღ)


Después de siete minutos se decidió.

—Espero te guste, es romance y acción a la vez —explicó bajando un poco el volumen de la computadora.

Me acomodé en mi lugar. La introducción de la película apareció en la pantalla para después darle paso a la primera escena que comenzaba con la imagen de una casa.

—Espera—exclamó de pronto, Will, poniéndole pausa a la película.

Agarré mi codo izquierdo con mi mano derecha y lo vi curiosa.

—¿Qué?

—Antes quiero saber algo, para advertirte.

—¿Advertirme?

—Yeah.

Lo miré fijamente para que continuara, pero no decía nada.

¿Todos los chicos como él actuaban así?

—¿Cuántos años tienes? —soltó la pregunta.

—Diecinueve, ¿tu?

—Veintidós, te falta un año para ser mayor de edad, pero aun así creo que puedes verla, porque tú sabes ¿no? —miró de un lado a otro "tímido".

—Saber ¿Qué?

—Pues eso que ocurre entre dos personas...a solas, en un cuarto, donde se dan besos y otras cosas —habló pausado—. Eso que pasa cuando quieren demostrarse amor, aquello que, pasa cuando sientes calor y...

Ya entendí.

—¿Hablas de sexo? —me crucé de brazos.

—Oh, que atrevida —exclamó, sorprendido.

—Es algo normal que nos explican a todos desde yo que se ¿secundaria?

—Lo sé solo que transmites tanta inocencia que me sorprendió que lo dijeras sin pudor.

—Que mi apariencia no engañe, Will.

Sonrió de lado e inclinó un poco cabeza para después decir:

—Vaya, acaso ¿eres más pervertida de lo que pienso?

Las que leen esto, tampoco son tan inocentes.

—Talvez, no lo sé.

Pero la realidad era que ni mi primer beso había dado, aunque siendo honesta he leído ciertas...ejem...escenitas hot en mis libros, pero no tan extremas, bueeeno solo algunas, pero ese no es el punto.

Cuidadito, mucho cuidadito, lectores.

—Muy bien señorita que finge inocencia pero que es más pervertida de lo que me imagino, ya que dejamos eso claro, no te sorprendas si ocurre una escena de ese tipo en la película.

Asentí y miro la computadora esperando a que le pusiera reanudar a la película.

Mi respiración se entrecorto cuando sentí la suya en mi oído y susurró:

—Mejor disfrútalo.

Observé de reojo el cómo se acomodó en su lugar y relajó los hombros.

¿Qué pensará mamá de que su hija está en su habitación de hospital con un chico casi a media noche, cuando hace unos días se dormía a las 9 p.m.?

Bueno, no queríamos descubrirlo.

(ღ)

Abrí los ojos ante la escena que mis ojos estaban percibiendo.

La chica se acaba de aventar de forma desesperada sobre el chico, cayendo ambos en el sillón y comenzar una guerra de besos para nada tiernos.
Comenzaron a deshacerse de las prendas como si no hubiera un mañana.

Y tenía razón Will, no tenía por qué sorprenderme por la escena que estaba ocurriendo.

Me había dicho que la peli era de romance y acción, pero no especifico que tipo de acción.

Lo miré de reojo a y estaba tan atento a lo que pasaba en la pantalla que me hizo tragar saliva.
Yo solo había visto las películas de princesas y la de ratatouille.

Y al cabo no fue la gran cosa, al final cortaron la escena y no dieron muchos detalles.

Genial.

(ღ)


—¿Qué tal te pareció? —me preguntó en lo que cerraba la computadora.

Me estiré, necesitaba a hacerlo luego de una hora y cuarenta y cinco minutos.

—Pues le doy unos 2.5 estrellitas de cinco.

—¿Por qué? ¿Tan mal estuvo?

—La historia estaba interesante, pero, las escenas del sin respeto estuvieron de más, estaban intentando transmitir que en una relación el sexo es lo primordial como que sin sexo una relación no funciona y creo que eso no es así, una relación es más que eso.

—Opino lo mismo.

Me levanté de la cama para ayudarlo a meter la computadora a su mochila.

—Aparte no me gusto mucho como actuaba la chica en ciertas situaciones.

Cerré por él la mochila para luego colgarla bien en sus hombros. Me alejo unos pasos atrás para quedar frente a frente.

Me gusta su sudadera. Una curiosidad llega a mi mente y sin poder detenerme a pensar antes de hablar las palabras salen de mi boca:

—¿Cómo te pusiste la sudadera? Tú yeso debería impedírtelo.

—Y no sabes cuanto batalle para lograr ponérmela—frunció su nariz—. ¿La bata es cómoda?

Miré mi atuendo y ladee la cabeza.

—Algo, agradezco que no sean como esas azules que te ponen, esas que están abiertas de la parte de atrás ¿sabes a cuáles me refiero? —asintió—. Estas son como un vestido blanco y plano de algodón así que no me quejo.

—Me alegro.

Le di un si con la cabeza, lentamente.

Observé sus ojos, eran de un color azul con gris, pero lo que más captó mi atención fueron sus pestañas. Hacían ver sus ojos más atractivos. Así que se lo hice saber por si no se había dado cuenta.

—Tus pestañas son largas y rizadas —me incliné un poco hacia él y sonreí—. Me gustan.


Will


¡¿Había dicho que le gustaba mis pestañas?!

¿Que se supone que debía responder a eso?

¿Qué dios había sido tan generoso conmigo que me las dio a mí y no a ella?

No se enojen, pero es que las chicas hasta ese momento solo me habían dicho que les gustaban mis brazos, mi cuerpo, mis labios o mi sonrisa, pero ninguna, absolutamente ninguna había dicho que le gustaba algo tan simple como mis pestañas. Algo en lo que nadie se daba cuenta.

Claris era la primera.

—¿Por qué te estás poniendo rojo?

Su voz me sacó de mi mundo.

Llevé rápidamente una mano a mi cara como si fuera a decirme si estaba rojo.

—Claro que no, yo nunca me sonrojo por nada ni nadie, ni por tu comentario, ni te ilusiones—hablé rápido.

—¿Eh?

Me miró sin entender.

Estúpido.

Se suponía que debías reaccionar diferente. Fingí toser. Ella alejo su vista y miró hacia un lado.

—Bueno, ¿Vendrás mañana? —me preguntó.

Gracias por cambiar de tema.

—Me gustaría, pero ¿recuerdas? tengo evaluaciones pendientes—aclaré mi garganta—. Pero mándame un mensaje del día que te darán de alta y vendré sin falta.

—¿De verdad? —su mirada regresó a la mía, llena de ilusión por lo que asentí de inmediato.

—Lo haré, nadie se desase de mi tal fácil.

—¿Ni siquiera yo? —sonrió.

—Ni siquiera tú, pequitas.

Su sonrisa se borró y me di cuenta de lo que había dicho.

—¿Me has dicho "pequitas"?

—Creo que no escuchas bien, dije pequeña sabandija.

Entrecerró sus ojos.

—No, me dijiste pequitas y si escucho bien.

—No, no escuchas bien, talvez si dios te hubiera dado más belleza como a mi talvez, solo talvez también te hubiera dado un poco de comprensión.

—Por dios solo eres un chico común y corriente nada en especial, aparte ¿Qué tiene que ver la belleza con la posibilidad de qué comprendas algo y escuches?

—Mucho porque para comprender algo necesitas escuchar bien y la belleza te da puntos extra para que sea más verás.

¿Tenía sentido lo que dije?

No me importa.

—Bueno me tengo que ir, alguien me está esperando—le di un vistazo a mi reloj el cual marcaba casi la una de la mañana.

—Bien.

Me di la vuelta y justo cuando tomé la perilla de la puerta, la miré sobre mi hombro.

—Por cierto, a mí me gusta tu flequillo, pequitas—me apresuré a salir antes de que me diera un golpe o algo.

Sonreí sin darme cuenta mientras me imaginaba la cara que puso.

La noche había salido mejor de lo que me imaginaba.


(ღ)


Entré al campus más sonriente de lo normal. Extrañamente esa mañana amanecí más feliz de lo normal.

Divisé a Marcos y unos compañeros mas ya en el campo.

—Hola Marcos —lo saludé cuando pase a su lado dirigiéndome a los vestidores—. Hoy no te deseo un mal día, pero tampoco uno bueno.

Me miró extrañado y compartió mirada con los demás. Llegué a los vestidores y encontré con los demás quienes apenas se terminaban de vestir.

—Hola perrillas —choque los cinco con todos mientras me miraban desconcertados—. Bonito día ¿no?

—¿Te encuentras bien? —me cuestionó, Sebastián.

—Perfecto, ¿por qué no lo estaría?

—¿Qué haces aquí? —Sebastián se colocó su camiseta mientras se acercaba a mí.

—Bueno, solo quise venir a verlos, a echarles porras, por cierto, ¿Dónde está Fredi? —lo busqué por todo el lugar.

—Aun no llega.

—Bueno no pasa nada, a todos se nos puede hacer tarde.

—¿Que te pasa hoy? Tú eres el primero en gritarnos si llegamos tarde—dijo, Alen otro jugador—. Lo haces mas que el propio entrenador.

—¿Acaso echaste un polvo de esos buenísimos con tu cita? —preguntó esta vez Gael.

—Estimado compañero, el sexo no es lo primordial en una relación o a la hora conocerse con alguien, va más que eso y, respecto a tu pregunta Alen, bueno no hay respuesta—"sonreí"—. Vayamos a entrenar.

Dije vayamos, aunque yo no fuera a entrenar.

—¿Okey? —respondieron.

(ღ)


—¡Muy bien incompetentes que nos los quieren ni sus madres! —les gritó el entrenador—. ¡Cuidado al empujar a sus compañeros, ya saben que paso la última vez y vean donde está el llorón!

Me señalo.

Ja, ¿llorón yo? A, pero ese día bien que estaba preocupado por su estrella.

—¡Vamos perrillas, creo en ustedes! —alcé mi pulgar hacia ellos y todos se vieron entre ellos.

—¡Bueno ya! ¡Comiencen! —el entrenador silbó y comenzó el entrenamiento.


(ღ)


Mi vista daba a enfrente sin tener un punto en específico. Solo podía repetir ciertas palabras en mi cabeza.

—Tus pestañas son largas y rizadas—dijo—. Me gustan.

Recordaba su voz, y no podía quitar que cada vez que lo hacía sentía como un calorcito peculiar en mi pecho.

—Ok ¿Qué pasó anoche? —me preguntó Fredi logrando que quitara mi vista del campus y lo viera.

—¿Eh? Nada, ¿por qué?

—Porque llevas sonriendo como idiota hacia la nada desde hace media hora, que ni siquiera me préstate atención cuándo llegué —dijo Alex, a mi derecha.

—No me pasa nada—bajé la cabeza.

—Estás extraño —continuo Fredi.

—¿Qué? Claro que no —volví a negarlo, mirándolos.

—Claro que sí, ¿qué te sucede? ¿acaso ya te conseguiste una sugar mommy? —subió y bajó sus cejas de forma picarona.

Solté una risilla.

—Es mejor que eso, digo, no, es decir porque...bueno, cállate Fredi —lo vi fastidiado.

—Oh, oh, alerta roja —dijo Alex.

—Alerta roja —afirmó Fredi.

Los miré con la boca abierta.

—¿Alerta roja? ¿Por qué? —ellos me señalaron—. Bfff, por favor, alerta roja mis nalgas.

Alerta roja según mis secuaces significaba que uno de nosotros le estaba empezando a gustar alguien o se estaba enamorando al punto de perderle.

Eso ocurrió con Fredi, pero después se compuso el imbécil.

—Admítelo—Alex colocó su brazo derecho en mis hombros—. ¿Quién es?

—Tu abuela.

—Mi abuela es sagrada, idiota—me dio un zape.

—¿Es la del hospital?

No dije nada. Ni me moví.

—¿Hospital? —preguntó Alex mirando a Fredi.

—Si, tu querido amigo me obligo ayudarle a pasar a la habitación de un paciente ayer las altas horas de la noche ¿puedes creer eso?

—Tal vez fue a visitar a un abuelito, ¿obra de caridad? —Alex me dio el beneficio de la duda.

—Pasaría palomitas y su computadora, ¿para ver a un adulto? —espetó Fredi—. No lo creo.

Alex me miró y alzó una de sus cejas.

—Wow, ¿pues como es la chica?

—No lo sé yo creo que...

Y sin detenerme a pensar hablé:

—Es pequeña, muy pequeña, su cabello le llega a hasta la cintura, es castaña llegándole a lo pelirroja, varias pecas en su rostro, su mirada es...hermosa de un café claro pero único, rostro un tanto redondo, usa flequillo pero este no es voluminoso —bajé la mirada y sonreí sin darme cuenta—. Lee demasiado que de solo pensarlo me da flojera, pero eso es lo que la hace ella y aunque seamos tan diferentes, me soporta, supongo, no lo sé.

Todo lo que acababa de decir era cierto, justo ayer había detallado su mirada y me percate de que nunca había vista una como la suya, una con ese ligero aire a tristeza que tenían y que no me permitía admirar su belleza total.

Pero tan tierna con ese flequillo que, me hacía preguntarme ¿dónde había estado todo este tiempo?

Así que si, eso que le dije antes de irme, era de verdad.

Levanté nuevamente la mirada y vi a Fredi y a Alex uno a cada lado. Estaban con la boca abierta.

—¿Qué?

—Lo hemos perdido —hablan al mismo tiempo.

Y justo llegó un mensaje a mi celular.

Cuando lo cheque me corrijo no era uno, sino dos.

Pequitas<3:
El doctor acaba de revisarme, me dijo que pasado mañana me da de alta. ¿Te veré?

Lu =b:
Pasado mañana no tendremos clase, se le escapo la información a un profe, así que ¿salimos?, la otra vez me cancelaste, esta vez no puedes, espero tu respuesta.

Ay no, ahora que iba hacer.

—¿Qué? ¿Qué ocurre? —cuestionó Fredi.

—Te has puesto pálido—escuché decir a Alex.

—¿Qué hago?

—Si nos dices en que talvez te podamos ayudar.

—Claris me acaba de mandar un mensaje diciendo que la dan de alta pasado mañana y Lu me ha mandado otro diciendo que pasado mañana no hay clase y que...

—¡¿Pasado mañana no hay clases?!—gritó Fredi y juntó sus manos frotándolas—. ¡Ajajay ya era hora de que nos librarán por un día de esta pocilga!

—Céntrate, necesitamos ayudar a Will, luego festejas—lo regañó Alex y Fredi guarda silencio mirándome—. Continua.

—Bueno, Lu quiere que salga con ella ese día y dice que ya le cancele una vez, que esta ocasión no puedo y tiene razón.

—¿Cuál es el problema? Sal con las dos y ya, llévate a ambas y las presentas —explicó Fredi guiñándome un ojo, alzando sus pulgares y sonriendo.

Alex le dio una mirada de que "ahorita vas a ver" de esas que las madres nos solían dar.

—¿Claris es la chica del hospital? —asentí—. Supongo que quedaste con ella en ir ese día que la dieran de alta ¿verdad? —asentí nuevamente—. Creo que deberías ir con ella.

—¿Y Lu? —hice un mohín con mi boca.

—¿Si y que con Lu? Es su mejor amiga y no puede dejar a la pobre, eso, no, es, correcto —me siguió Fredi.

Alex le dio otra mirada y exhaló, regreso a mí y sonrió.

—Puedes salir con Lu en la tarde/noche —alzó sus hombros—. Acuerda con cada una, así calculas los tiempos y listo. Cumples tu promesa con Claris y no le cancelas a Lu.

—Cierto no lo había pensado, gracias.

—Si, gracias—dijo Fredi.

Tomé mi celular y le contesté a ambas.

Pequitas<3:
¿Te veré?

Will<3:

Si, ahí te veo, me dices a qué hora.

Sali de su chat y abrí el de Lu.

Lu =b:
...esta vez no puedes, espero tu respuesta.

Will:
Ok, salgamos en la tarde.

—Listo.

—Bien, pues vayamos a comer —Fredi se levantó sin esperar respuesta nuestra.

Lo seguimos sin alegar, solo porque tenía hambre.

—Necesito que me cuentes todo lo que paso ayer —me pidió Alex caminando a mi lado.

—Ah, por cierto —Fredi se volteó, caminado de espaldas y me apuntó—. Me hizo hacer el ridículo, tremenda vergüenza, para mí que mi cara ya está en varios folletos diciendo que estoy loco.

Me reí al recodar aquello.

—Pero recuerda que lo hiciste por un bien —llegamos hasta su lado y volvió a caminar normal.

—No importa lo ridículo que me vi, saben que haría cualquier cosa por ustedes —nos puso un brazo en los hombros a cada quien—. Pero me debes algo —y seguimos nuestro camino a la cafetería.

Porque lo primordial era comer. Total, ya todo estaba solucionado ¿Qué podría pasar?

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