CAPÍTULO 7: El PRECIO DE LAS MENTIRAS

Madison

Sentí que apenas había cerrado los ojos cuando la alarma comenzó a sonar. Creí que era broma, pero no. Ya eran las siete.

¿Como se suponía que iba a soportar siete horas de clase habiendo dormido apenas cuatro horas?

Apagué la alarma y me levanté al momento de la cama porque si no lo hacía volvería a quedarme dormida.

Podía apoyar bien el pie, pero tampoco iba a forzarlo. Al menos el rato que estuviera en casa ya que de camino al instituto iba a tener que andar.

Al pensar en la noche anterior, Ashton volvió a mi mente. No fue un sueño. Nada de lo que ocurrió lo fue. El lago, su confesión y las ganas que tuve de besarle cuando se quedó a escasos centímetros de mi cara. Quería verle, pero ya sabía que a esa hora no estaba en casa.

Me vestí con lo más cómodo que encontré. No me sentía con ganas de ponerme si quiera un vaquero. Necesitaba algo que no fuera muy justo y que tapara el vendaje del tobillo. Un pantalón deportivo junto con una sudadera era la mejor opción. Me sorprendía lo bien que notaba el tobillo teniendo en cuenta el dolor de la noche anterior.

Fui al baño para lavarme los dientes y el reflejo del espejo tenía cara de pocos amigos. No estaba de mal humor, pero se veía en mis ojeras más pronunciadas que no había dormido.

Si hubiera estado días sin pegar ojo como Ashton no sé qué hubiera sido de mí. Tenía ojeras de un ligero color oscuro y en el cuerpo la sensación de ni si quiera haberme acostado sobre la cama.

Sentía todo en contra al empezar el día, pero el haber solucionado los problemas con Ashton valía más que las ganas de irme a dormir. Terminé de arreglarme y bajé a desayunar. Llegué a la cocina viendo a Lena preparando el desayuno.

Ashton estaba con ella.

Tenía un aspecto notablemente mejor que la noche anterior. Parte de sus ojeras prevalecían en él, pero había algo que le hacía estar diferente.

— Sigues aquí — afirmé sorprendida.

— He decidido levantarme más tarde — respondió echándose zumo en un vaso —. Necesitaba dormir un poco más.

Compartió conmigo una mirada cómplice y nos sentamos a desayunar. No pude evitar echar una mirada a Lena en cuanto se sentó frente a mí.

— ¿Cómo estás? — pregunté al ver su mirada ida.

Suspiró.

— Nos oíste ¿verdad? — acarició su brazo mostrándose incomoda con la situación.

— No me hizo falta — me acerqué a ella —. Por como acabó la conversación cuando me subí a la habitación lo supuse.

Realmente, aunque no los hubiera escuchado si los vi discutir desde el jardín, pero eso no se lo podía decir.

— Siento que fuera mi culpa — intervino Ashton —. Yo provoqué la situación y tu tuviste las consecuencias.

Lena negó con la cabeza.

— No fue tu culpa — respondió mostrando una sonrisa para reconfortar a Ashton —. Lo importante es que ya estás mejor.

— Solo había estado estresado por los exámenes de esta semana, pero ya está todo resuelto — dijo terminando su frase echándome una mirada de nuevo.

Se le veía mil veces mejor que los días anteriores por lo que sí que había sido capaz de descansar esa noche. Al parecer ya no tenía nada atormentando su cabeza.

— Me alegro de que esté todo bien —Lena sonrió complacida acariciando el hombro de Ashton.

Cada vez me sentía más cómoda con ellos y me daba miedo. Me daba miedo empezar a sentir cosas por todos ellos. Nancy se estaba convirtiendo en mi amiga, Lena trataba de hacerse un hueco como mi madre y luego estaba Ashton. No sabía que era para mi, pero me gustaba estar con él.

Eso podía ser muy peligroso.

Estaba a punto de terminar de desayunar, pero el tiempo se nos echó encima. No podía irme con el tiempo justo por que lo último que me quería era tener que ir corriendo al instituto.

— Tengo que irme ya — dije tras terminar de recoger mi desayuno.

— Si vámonos — Ashton se levantó de un salto para darle un beso a Lena en la mejilla — ¡Espérame fuera, voy enseguida! — salió corriendo de la cocina y le perdimos cuando salió por la puerta de atrás.

«¿Qué ha sido eso?».

No parecía el Ashton de la semana pasada, ni si quiera el de la noche anterior. Estaba de tan buen humor que incluso asustaba. Teniendo en cuenta como había estado los días anteriores se me hacía difícil recordar si al principio de conocerle se comportaba igual. Lena debió de estar pensando lo mismo por la cara de asombro que puso.

— Hacía mucho tiempo que no le veía así — reconoció con una pequeña sonrisa terminando su café.

— Se le ve bien así — reconocí también con una sonrisa —. Nos vemos luego — me atreví a darla un pequeño abrazo como despedida y me fui tras coger la mochila.

El cielo estaba cubierto en una capa blanca de nubes que no dejaba ver ni un solo rayo de sol. La sensación térmica no era tan baja como me esperaba aunque parecía que nevaría en cualquier momento. Al bajar la mirada, Ashton estaba en mitad de la acera esperándome con una bicicleta.

— ¿Qué te parece? — preguntó enseñándomela.

— Ashton no puedo montar en bici— le recordé con una risa.

— Ya lo sé, por eso te voy a llevar yo, he colocado otro sillín detrás para que puedas sentarte — dijo confiado mientras se montaba.

— ¿Estás seguro de que es una buena idea?

«El que de todo?» Me pregunté yo misma.

¿Montar en la bicicleta o que estuviera tanto tiempo con Ashton?

— Vamos a llegar tarde si sigues poniendo tantas pegas — dijo de forma graciosa —. Tú te sientas en el sillín de atrás y yo pedaleo — hizo un gesto con la cabeza para que me subiera y quitó el pie de apoyo de la bici.

— Vale, no suena tan mal — me acerqué y me senté en el sillín tratando de mantener el equilibrio —. No nos vamos a caer, ¿no?

— ¿No te fías de mí? — dijo intentando hacerse el ofendido.

— Claro que me fio, pero no quiero otro tobillo torcido.

Río una vez más y me aferré a él percibiendo de nuevo su suave colonia. Comenzó a pedalear en dirección al instituto y me agarré más fuerte a su cintura por miedo a perder el equilibrio ya que no podía apoyar ambos pies.

— No se va tan mal, ¿no? — preguntó echando su mirada unos instantes hacia atrás para verme.

— Es mejor que ir coja — le dije bromeando — ¿Crees que Lena lo ha notado?

Negó con la cabeza.

— Lo dudo, sino se hubiera puesto como loca si se entera de que te he curado yo mismo un esguince.

— Apenas me duele asique no fue tan loco — dije agradeciéndoselo de nuevo — ¿Puedo preguntarte algo?

— ¿Es una venganza por mi pregunta de anoche?

Negué con la cabeza, ocultándome más detrás de él cuando el aire comenzó a soplar con más fuerza por la velocidad a la que íbamos.

— No, solo es por curiosidad — me detuve un segundo pensando en cómo debería formular la pregunta, pero solo había una y era bastante directa y clara — ¿Qué secretos tan oscuros guardas?

— ¿Quieres que te los cuente? — preguntó con seguridad en su voz.

— Solo si tú quieres hacerlo.

— ¿Deseas tener pesadillas? — me desafió con sus palabras.

— No creo que pueda tener más de las que ya tengo — sonaba a broma, pero era la verdad.

«¿Tan oscuros serán sus secretos?».

El instituto ya se divisaba al fondo de la calle y Ashton redujo la velocidad en sus pedaladas. Unos ligeros y casi invisibles copos de nieve trataban de cubrir el paso y las hojas de los árboles que rodeaban el recinto.

— Solo lo haré si tú me cuentas uno tuyo.

— No tengo nada interesante que contar — mentí.

Ni si quiera me creería si lo hiciera. Había cosas que ni yo podía creer de mí misma.

— Entonces nunca lo sabrás — me retó de nuevo.

Sonaba muy confiado con sus palabras. Tal vez creyera que todos tenemos secretos sin excepción y no se equivocaba.

Llegamos a la entrada del instituto y tras bajarnos, Ashton ató la bicicleta a un anclaje. Cada día pasaba más desapercibida entre la gente, pero no para el grupo de amigos de Ashton. Estaban en mitad del aparcamiento observándonos con el ceño fruncido mientras Alex nos miraba con una sonrisa divertida. No pude evitar sonreír al verle.

— ¿Cómo se tomaron la noticia? — seguían mirándome de forma extraña y no sabía cómo tomármelo.

— Les pareció desconcertante toda la historia, pero...supongo que bien. Ellos no tienen nada que opinar de todas formas.

— ¿Y Harper?

— Se enfadó por no haberla contado nada, pero no estaba en mis manos el decírselo asique lo acabó entendiendo.

«Podría haber sido peor» Pensé.

— ¿Y sobre lo del sofá? — pregunté al recordarlo.

— No lo sabe. No sabía cómo explicárselo asique le dije que esa tarde estabas con Nancy.

— Hiciste bien — le dije con sinceridad ya que yo tampoco sabría encontrar las palabras para aclarar algo así.

No me gustaba que se hubiera visto obligado a mentir por mí, pero tal vez eso era mejor que decirle la verdad a Harper. La culpa había sido mía desde el principio, pero ella podía no creer en las palabras de Ashton.

Entramos al instituto y recorrimos el pasillo juntos hasta llegar a la primera clase del día. Nancy estaba esperando impaciente en la puerta con la cara metida en el teléfono.

— Hola Nancy — se adelantó a decir Ashton antes si quiera que yo.

Nancy levantó la mirada de la pantalla.

— Oh, hola Ashton — por la cara que puso debió parecerle raro que Ashton la saludara.

— ¿Qué ocurre? — miraba su teléfono como si estuviera esperando una llamada importante.

No parecía segura de querer contestar. Pudo ser por la presencia de Ashton o porque no quisiera realmente responder.

— Es mi madre... hemos discutido esta mañana y quería hablar con ella, pero está en el trabajo asique no creo que me llame hasta esta tarde...

— Tu madre es Sharon Green, ¿no? — Intervino Ashton llamando la atención de Nancy de nuevo.

— Si — afirmó ella con el ceño fruncido —, ¿la conoces?

— No en persona, pero sé que trabaja en el bufete con mi padre. Puedo llamarle y pedirle que avise a Sharon de que tienes que hablar por ella.

— ¿Podrías hacerlo? — preguntó Nancy aliviada.

— Si, claro.

— ¿Estás seguro de que quieres pedirle un favor a Stephen? — no creía que Stephen fuera una persona capaz de hacer un favor sin pedir nada a cambio.

Ashton compartió una mirada conmigo.

— Si porque lo hará para Nancy — sacó su teléfono del bolsillo y buscó el contacto —. Voy a llamarle — marcó su número y retrocedió por el pasillo de nuevo alejándose de nosotras.

— Se arreglará cuando hables con ella, no te preocupes— le dije al ver que aún estaba algo nerviosa.

— Eso espero... — me dedicó una pequeña sonrisa.

— ¿Quieres que lo hablemos luego? — le propuse intentando que así se desahogara y aceptó.

Me acerqué a ella y la abracé tratando de hacerla sentir mejor. No era muy normal en mi abrazar a nadie, pero tuve el impulso de hacerlo al verla tan triste. Me siguió el abrazo hasta que el timbre sonó segundos después y Ashton volvió hacia nosotras.

— Hecho. Te llamará en la hora del recreo.

— Muchas gracias — la boca de Nancy se tornó en una amplia sonrisa hacia Ashton.

Entramos en clase cuando todos se empezaron a agrupar en la puerta. Me dirige a mi sitio junto a Nancy como de costumbre. Los amigos de Ashton no tardaron en entrar y a volver a observarnos esta vez a Nancy y a mí por estar sentadas juntas.

Sabía que realmente no tenían nada en contra de mí, pero si tenían muchas preguntas que Ashton se había negado a contestar y por eso yo seguía siendo un enigma para ellos. Enterarse de que tu amigo te había estado mintiendo durante semanas no tenía que ser plato de buen gusto.

Con el paso de la mañana me iba sintiendo cada vez más cansada hasta el punto de que los parpados me empezaban a pesar. El haber dormido cuatro horas me iba a pasar factura durante los exámenes que tenía ese día.

En la siguiente hora tocaba el examen de biología y sentía que iba a quedarme en blanco en mitad del examen, pero fue peor ya que me quedé dormida sobre la mesa.

El timbre retumbó en mi cabeza haciendo que me sobresaltara en mi silla. Todos estaban levantándose de sus asientos para entregar sus exámenes. Baje la vista a mi mesa y mi hoja estaba totalmente en blanco, no había llegado a rellenar nada antes de quedarme dormida.

— Mierda, ¿ahora que hago? — gruñí llevándome las manos a la cara.

Ya no tenía tiempo de responder a las preguntas.

— Dámelo — murmuro una voz detrás de mí.

— ¿Qué? — pregunté al girarme y ver que era Alex.

No supe que quería hacer con mi examen sin rellenar, pero extendió su mano hacia mi mesa para coger el folio colocándoselo en su mesa.

— ¿Se puede saber qué haces? — pregunté al ver que se puso a escribir como un loco sobre la hoja.

— Hacerte un favor.

— ¿Todo bien Srta. Allen? — el tono serio del profesor me asustó de tal forma que sentí que no podía articular palabra.

— Si... yo solo — balbuceé en busca de una respuesta verosímil al porqué estaba hablando con Alex a escondidas en mitad de un examen.

Tuve que parpadear varias veces al girarme y ver que no estaba, me volví hacia mi mesa de nuevo y el examen estaba de nuevo en mi mesa totalmente relleno.

— Si ya ha terminado puede marcharse, es la hora del recreo — el profesor se aproximó a mí y cogió el examen echándole un vistazo con una expresión de aprobación.

Asentí nerviosa y me levanté de la silla cogiendo mi mochila. Volví a girarme y no había rastro de Alex

«¿A dónde ha ido?».

Unos segundos antes había estado detrás de mí, pero era como si se hubiera evaporado. Salí de la clase y la primera persona con la que tropecé fue Alex de nuevo. Estaba parado al lado de la puerta junto a Ashton.

— ¿Qué tal el examen? — dijo Alex tratando de ocultar una risa.

Fruncí el ceño.

— ¿Cómo has hecho eso? — dije ignorando su pregunta.

— ¿Ayudarte con el examen?

— Irte sin que te haya visto — le corregí.

— Me ha dado tiempo a salir con tanta gente, el profesor ni lo ha notado.

— No hablo de él si no de mi — entrecerré aún más mi mirada —. No te he visto salir.

— Se me da bien no ser visto — dijo tratando de darle misterio a la frase.

Ashton parecía entretenerse con nuestra conversación al tratar de ocultar una sonrisa.

Debía de haberse escabullido sin que me diera cuenta ya que no había otra opción que tuviera sentido. Estaba aún medio adormilada y el cansancio me habría hecho creer que se había ido más rápido de lo que parecía.

— Gracias por ayudarme... — dije mientras andábamos los tres hacia la cafetería.

Me estaba acostumbrando demasiado a que todos ellos me ayudarán y no me gustaba que fuera así.

— Te habías quedado dormida sobre la mesa, ¿qué iba a hacer si no? — dijo soltando una risa.

— Me acosté tarde anoche — dije a modo de explicación frotándome los ojos de nuevo.

Arrugó el ceño dirigiendo su mirada a Ashton.

— ¿No tendrás algo que ver? — puso una mirada de acusación haciendo que Ashton rodara los ojos.

— No te comportes como mi padre, ¿quieres? — dijo a modo de broma.

Ashton no dio más detalles y continuamos andando. Llegamos a la cafetería y el ruido se hacía cada vez más grande haciendo imposible oírse casi a uno mismo. Vi a Nancy hablando por teléfono y me separé de Ashton y Alex para ver cómo había ido la llamada con su madre.

— ¿Todo arreglado?

— Eso creo, al menos he podido hablar con ella — dijo tras colgar el teléfono.

— Puedes contarme que ha pasado.

Dudó un momento. Pero sabia tan bien como yo que tenia que soltarlo todo.

— Todo empezó hace unos días... comenzó a estar rara y creo que es por...

— Creo que ya es hora de que os sentéis con nosotros — la voz de Alex nos sorprendió en mitad del pasillo Y nos rodeó a ambas por los hombros con sus brazos.

Nancy me dio una mirada dándome a entender que me lo contaría más tarde y yo miré a Ashton para comprobar si estaba conforme con la idea de Alex. Tenía una sonrisa en sus labios dándome a entender que podría haber sido incluso él el que había tenido la idea.

No tuvimos mucho tiempo de pensárnoslo ya que Alex tiro de nosotras dentro de la cafetería con cada una bajo un brazo.

— No sé yo si es buena idea — no me hacía a la idea de estar sentada en esa mesa y sentir las miradas aún más clavadas en mí y que me bombardearan a preguntas.

— Claro que sí, todos preguntan por vosotras — respondió Alex mientras seguía agarrándonos.

— ¿Por mí también? — preguntó Nancy más asustada que sorprendida.

— Tranquila Nancy. No dirán nada que no deban — le aseguró Ashton.

Llegamos a la mesa y parecía que todos nos estaban esperando. Alex y Ashton nos dejaron un hueco entre ellos para que las dos nos sentáramos juntas. Me situé junto a Ashton y al lado de él estaba Harper como de costumbre. Al otro lado de la mesa se encontraban Connor y Alissa la cual no parecía estar contenta con que les abordáramos la mesa.

— Bueno chicos, ellas son Madison y Nancy, pero seguro que ya las conocéis — dijo Alex dando paso a la ronda de preguntas.

— Ya he tenido el gusto de conocer a Madison — el tono de voz de Connor sumado a su guiño de ojo ya me parecía vomitivo.

Alissa lo vio perfectamente y se mostró irritada pero no dijo nada al igual que yo que decidí no responder. Tenía un aspecto extraño como si estuviera cansada y parecía algo ida. Realmente le importaba poco nuestra presencia.

— La verdad es que has sido un secreto para todos — dijo Harper acabando con el silencio después de Connor. Escuchar su voz de nuevo me hizo recordar la escena del sofá y trate de ocultar mi nerviosismo.

— Fue culpa mía, yo le pedí a Ashton que no dijera nada hasta que estuviera preparada.

Estaba harta de tener que estar explicándome y disculpándome a todo rato casi por existir, pero debía dar una explicación por Ashton. Se había jugado mucho por ayudarme.

— Encima de guapa, sincera, ¿hay algo que no tengas? — Connor no paraba de jugar con fuego haciendo la situación más tensa aún.

— Paciencia — le acuchille con la mirada y eso pareció divertir a los demás.

— Córtate un poco, ¿no? — Alissa no se quedó callada por más tiempo frente a los comentarios de Connor y se levantó de la mesa.

— Oh venga, ¡si no he dicho nada! — la voz de Connor se alzó por la cafetería mientras Alissa se iba, pero ni si quiera hizo el esfuerzo de ir tras ella.

— Tío, ¿enserio? — dijo Alex para que Connor comprendiera que era lógico que ella se hubiera marchado.

— Es la verdad si es guapa hay que decirlo — volvía a ponerme unos ojos que me revolvían en el peor de los sentidos. Parecía que no había pillado la indirecta.

«A la próxima debería quemarle los pantalones para que se aleje de mi». Pensé.

Si seguía sin cerrar la boca no iba a poder contener mis ganas de calcinarle la cara.

— Déjala ya, ¿quieres? — Ashton notó como me tensaba e intervino al ver que Connor no cesaba con sus comentarios.

Por lo menos el centro de atención no fue Nancy ya que notaba lo nerviosa que estaba al evitar cruzar la mirada con Harper a toda costa. Pero tampoco iba a salir bien que me acorralaran a mí. Había sido mala idea ir a sentarnos a su mesa.

— Puede defenderse sola — soltó Harper en una risa rodando sus ojos. Claramente molesta por que Ashton hubiera intervenido tratando que Connor se callara —. Por cierto, Madison. Fui hace unos días a casa de Ashton y me dijo que no estabas. Tal vez nos hubiéramos conocido ese día asique fue una lástima... ¿dónde estuviste?

Traté de no ponerme nerviosa ya que iba a pillarme con su pregunta. Creía que ese día sí que había estado en casa de Ashton y no se equivocaba. La situación podría haber sido fácil de resolver, el problema era que supuestamente estaba con Nancy, pero ella no lo sabía.

— Con Nancy — dije rápidamente para no hacerla creer que dudaba de mi respuesta. Giré la cabeza hacia Nancy rogando que me siguiera la corriente —. Estuve en su casa.

Nancy lo pilló al vuelo y asintió.

— Sí cierto, la semana pasada pasamos varias tardes estudiando en mi casa — mostró una media sonrisa y yo me sentí aliviada ya que su respuesta era creíble.

Algo me decía que Harper no estaba convencida y que no iba a dejar la conversación ahí pero simplemente sonrió con malicia y no soltó una palabra más.

— Bueno... — Alex carraspeó —. Ashton quiere decir una cosa — le lanzó una mirada para que hablara y él se aclaró la garganta.

Posó la mirada sobre todos los que estábamos sentados en la mesa y decidió hablar tras un suspiro.

— He decidido unirme al equipo de Hockey.

— Gracias a mi insistencia — añadió Alex contento consigo mismo.

— Creo que se me puede dar bien.

— Sabes que tienes que pasar las pruebas primero, ¿no? — Connor no estaba tan ilusionado por la iniciativa de Ashton, pero era el capitán del equipo asique, ¿por qué no querría a su propio amigo en el equipo?

— ¿Insinúas que no las pasaría? — mi pregunta hizo reír a Alex al haber puesto en duda las palabras de Connor.

Connor se quedó pensativo unos segundos mirándome y después pasó su mirada a Ashton.

— Las pruebas son esta tarde a las seis, solo hay tres vacantes asique tendrás que esforzarte.

— No te preocupes, será como respirar para Ashton — Alex compartió una mirada cómplice con Ashton que me hizo pensar que tal vez Ashton sabía sobre hockey más de lo que parecía.

El timbre sonó y nos levantamos de la mesa cuando recordé que Alissa no había vuelto aún y que nadie había ido a buscarla. Era lógico que el comportamiento de Connor le había molestado asique él era el único que podía arreglarlo y no me parecía que fuera a ir a hablar con ella.

Querría haber felicitado a Ashton por la decisión que había tomado sobre entrar al equipo, pero Harper se agarró a él mientras salían de la cafetería.

— ¿No ha sido tan malo verdad? — nos preguntó Alex a Nancy y a mi mientras salíamos del comedor.

Le miré con el ceño fruncido dándole a entender que no había sido de mis comidas favoritas.

— Harper no nos ha matado por haber demasiados testigos presentes — reconocí en lo que parecía un tono de broma, pero iba en serio. Entre sus preguntas y miradas, Nancy y yo nos dimos cuenta de sobra que no éramos bienvenidas en su mesa.

— ¿Crees que lo hubiera permitido? — Alex trató poner un tono de ofendido —. Además, no te hubiera hecho falta nadie. Podrías patearle el culo sola perfectamente.

Se me escapó una pequeña sonrisa al imaginarme utilizando mis poderes sobre Harper. Aunque se lo hubiera ganado a pulso durante el almuerzo esa no era la manera de lidiar con los problemas. Volví a la realidad unos segundos después tras quitarme de la cabeza esa macabra idea.

— No estoy a favor de la violencia, ¿sabes? — dije aparentando seriedad, pero mi voz estaba más cerca de una risa.

— Pero ella seguro que sí. Es como un perro marcando su territorio, se cree que quieres algo que es suyo — continuó él.

— ¿Y que se supone que quiero?

— La atención de Ashton.

«¿Eso quiero?».

— Apenas le conozco. No sé de qué tendría que preocuparse ella entonces.

— No hace falta más para poner nerviosa a Harper.

— ¿Sigue siendo tan superficial? — preguntó Nancy en un tono casi de afirmación.

— No ha cambiado — coincidió Alex —. Con el único con el que se porta bien es Ashton. Seguramente yo sea demasiado gracioso para ella — se encogió de hombros haciéndome reír por su gesto.

La verdad que Harper no parecía la persona más divertida del mundo, no me la imaginaria teniendo una conversación como la que estábamos teniendo en ese momento nosotros.

— Por cierto, ¿dónde se supone que estuviste la semana pasada? — acabó preguntando Nancy con curiosidad.

— Estuvo limpiando detrás del sofá — Alex no pudo contener una carcajada mientras lo decía.

— ¿Te lo ha contado? — sentía como la sangre ardiendo subía hasta mis mejillas.

— Era demasiado bueno como para no hacerlo — Alex continuaba riendo y Nancy puso cara de confusión.

— ¿Limpiando detrás del sofá? — volvió a repetir ella con el ceño fruncido.

— Si es que... — traté de centrarme en lo que iba a contar, pero la risa de Alex lo hacía más difícil —. Sabes que llevo viviendo en casa de los Allen desde el primer día que llegué a Sioux falls y cuando aún no se sabía nada sobre mi adopción, Harper se presentó en casa de Ashton y llamó por lo menos cuatro veces a la puerta. Ashton y yo no sabíamos que hacer porque si me veía ahí íbamos a tener que dar muchas explicaciones asiqué me escondí tras el sofá del salón — hice una pausa para respirar y vi la expresión de asombro de Nancy —, pero lo peor no fue eso. Se pusieron a liarse en mitad del salón y Harper no me pilló tras el sofá por los pelos...

— Ahora entiendo que no quisieras que se enterara de que estabas ahí — dijo soltando una leve risa.

— No es gracioso — dije sin poder evitar reírme.

— La verdad fue que Ashton no quería estar con ella — Alex se encogió de hombros al hablar. Esa vez su voz si contenía cierta parte de seriedad.

— Es su novia, ¿por qué no iba a querer? — pregunté extrañada.

— De normal puede, pero ese día solo la dejó quedarse para que no te pillara. El solo quería pasar la tarde a solas contigo y se le fue de las manos.

Supe que Alex iba totalmente en serio con su respuesta cuando no soltó ni una risa más. Lo cierto era que sí que estuvimos bien los dos juntos hasta que vino ella y tuve que pasar la tarde encerrada y luego esa misma noche fue cuando me marché tras discutí con él y la situación se torció del todo cuando acabé en el hospital.

Ninguno de los tres añadió nada más. Supuse que ellos también estaban procesando esa respuesta.

«¿Ashton preferió estar conmigo esa tarde y no con Harper?».

Entramos en la siguiente clase y Harper seguía junto a Ashton revisándome de arriba abajo mientras andaba hacia mi sitio. Lo bueno era que al menos ya no sentía tanta pesadez en los párpados como por la mañana. La charla del almuerzo me había despertado para lo que quedaba de día. No volví a ver Alissa en el resto de clases y me pareció demasiado raro que siguiera sin aparecer.

Al final de la última clase necesitaba ir al baño antes de marcharme asique le pedí a Nancy que me esperara porque quería que de vuelta me contara lo que había ocurrido con su madre.

— ¿Podemos volver juntas para hablar? — le pedí mientras andábamos a los servicios.

— Claro — respondió con una sonrisa quedándose parada frente a la puerta del baño.

Me metí en la zona privada del baño y al abrir la puerta para salir de nuevo Alissa estaba frente a uno de los últimos espejos de los lavabos con la mirada fija en su reflejo. Tenía la respiración jadeante y la piel brillante como si hubiera estado haciendo deporte, pero con los tacones que llevaba no me encajaba esa idea. Me miró desde el reflejo del espejo sin decir nada, pero mi curiosidad era demasiado grande como para no preguntar.

— ¿Estás bien?

Me volvió a mirar desde la superficie del espejo.

— ¿Acaso te importa?

Con sus palabras ya vi que no estaba por la labor de hablar conmigo, pero aun así insistí.

— Se te veía cabreada antes, no parecías estar bien.

— No es asunto tuyo.

«Déjalo ya Madison» me dije a mi misma, pero como siempre ni a mí misma me hacía caso.

— De hecho, si lo es, porque es tu novio el que me estaba molestando. Yo no he hecho nada como para que me hables así, no nos conocemos.

— Por eso mismo no es asunto tuyo, porque no me conoces y yo lo único que se de ti es que eres una mentirosa y encima de las peores porque has hecho que otros mientan por ti. Ni si quiera has tenido el valor de hacerlo tú misma — pasó por mi lado golpeando mi hombro con el suyo y salió del baño.

Bufé apretando mis puños. Lo peor era que tenía toda la razón y yo no era capaz de aceptarlo. Era una mentirosa compulsiva que dejaba a los demás hacer el trabajo sucio por ella. Nunca me lo habían dicho a la cara, pero no me hacía falta ya que por dentro siempre lo había sabido.

Traté de respirar hondo conteniéndome a mí misma para no armar el espectáculo del siglo en los baños y salí por la puerta al calmarme. Nancy estaba apoyada en la pared de enfrente con su mirada al final del pasillo. Alissa se encontraba al fondo andando a paso rápido para salir del instituto.

— Madison... ¿estás bien?

— Tranquila, no me ha dicho nada que no supiera...

— No eso no, tus ojos... — me miró preocupada fijando su mirada en mis pupilas.

Me entró el pánico. ¿Estaban brillando? Era tan normal para mi ver de ambas maneras que no había notado el cambio. Cerré los ojos con fuerza y froté mis parpados con mis manos haciendo como si no hubiera pasado nada.

— No es nada, es que he dormido poco y los tengo un poco rojos — mentí.

Volví a abrirlos para que lo comprobara y de frotarlos notaba como se me habían irritado.

Parecía confusa, pero si tenía más preguntas, se las guardó para sí misma.

— No sé, creía que había visto otra cosa — sacudió la cabeza quitándole importancia.

— Ha sido un día raro para las dos. Yo al menos siento que necesito irme a dormir — traté de convencerla todo lo que pude — ¿Nos vamos? — le sugerí comenzando a andar.

Nancy puso un gesto extraño, pero accedió. Había sido una cagada por mi parte ya que ni si quiera había sentido estar tan cabreada como para que mis ojos se iluminaran, pero el estar agotada también entraba en juego haciendo que fuera más difícil controlarme.

Al llegar a la puerta había escasas personas aún dentro del instituto y el grupo de Ashton eran de esos pocos que quedaban. Iba a pasar de largo, pero Ashton me frenó agarrándome del brazo.

— ¿Vas a venir a la prueba? — preguntó tras soltar mi brazo.

— Si claro — le aseguré —. Voy a acompañar a Nancy, después nos vemos.

Me dedicó una amplia sonrisa asintiendo y yo le respondí con otra. Nancy y yo salimos del instituto dejándoles atrás hasta que volvió a sentirse segura para retomar la conversación del recreo.

— ¿Quieres que hablemos de lo de antes?

Nancy dudó me puso una mirada que no supe descibrar y habló.

— Ya no sé si quiero Madison.

No me esperé esa respuesta.

— ¿Por?

— Creo que no te sinceras del todo conmigo... Siempre hay una parte de la historia que desconozco.

— ¿Lo dices por lo que ha contado antes Alex del sofá? Fue una tontería.

Negó con la cabeza inspirando por la nariz, como si se estuviera armando de valor para decirme algo más.

— Por las cosas que te han estado pasando desde que llegaste. Cuando nos encontramos hace una semana en el recinto del Lago Covell estabas super tensa y nerviosa cuando me viste llegar como si estuvieras esperando que se presentara el mismísimo diablo... y luego al día siguiente no se supo nada de ti en clase y resulta que te dio una hipotermia y hoy...

— ¿Hoy...? — dije tratando de que continuará su frase al ver que estaba dudosa sobre si seguir hablando o no.

— ¡Te has quedado dormida en mitad de un examen! — exclamó exhausta al ver que yo seguía quitándole importancia al asunto — y he visto la venda que intentas esconder bajo el pantalón — dijo señalando mi tobillo con su cabeza.

Bajé la mirada hacia mi pierna viendo como parte de la venda asomaba por el bajo del pantalón, pero no supe que decir.

¿Cómo podía explicar lo que había pasado esa noche en el lago Covell con Ashton y como casi morimos ambos ahogados?

Probablemente pensaría que estaba loca o que tenía instinto suicida.

— ¿Y lo de tus ojos? — continuó al ver que no respondía.

Me quedé en silencio unos instantes, con miles de pensamientos recorriendo mi mente a toda velocidad.

«¿Será este el momento de sincerarme con ella?».

— Necesito que confíes en mi — fue lo único que alcance a decir.

— No sé qué te está ocurriendo, pero por alguna razón eres tú la que no confía en mi — se paró en seco en mitad de la calle y suspiró —. Se que no somos amigas de toda la vida o igual ni si quiera lo seamos realmente ahora, pero siento que no te fías de mí y no sé si quiero contarle mis secretos a alguien que no confía en mi para compartir los suyos...

Puede que fuera la solición porque si se lo contaba se apartaría de mi pero, ¿a qué precio?

— Nancy... por favor — suspire sin saber que explicación debía dar a todo eso —. Es muy complicado...siempre se me ha dificultado todo en la vida, pero te puedo asegurar que estoy bien. Lo que me ha estado ocurriendo simplemente ha sido mala suerte.

No podía exponerla a algo así. Que supiera mi secreto la enloquecería.

— ¿Ves? Aun así, estas evitando responder diciendo que simplemente estás bien cuando se puede ver a la legua que no es así. Es como si Ashton tuviera algo que ver en todo esto.

— ¿Qué tendría que ver Ashton? — pregunté extrañada porque pensara que mi comportamiento estuviera relacionado con Ashton.

— Es como si no estuvieras siendo tu realmente. Tu estado de ánimo ha estado ligado al de Ashton desde que nos conocimos. Si él está distante tú también lo estás, si él está contento tu no paras de sonreír y si os cabreáis, estás todo el día de mal humor.

No me había parado a pensarlo, ¿podría ser cierto? El comportamiento de las personas a mi alrededor siempre me había influido de una manera o de otra, pero no había pensado que pudiera ser tan notable. Si que era cierto que con la persona que más contacto había tenido desde que llegué era Ashton, tanto para lo bueno como lo malo.

— Vivo con él — trate de explicarme —. Supongo que eso tendrá que ver en mi estado de ánimo porque es la persona con la que más tiempo he pasado desde que llegué...

— Eso no justifica que nunca me quieras contar la verdad.

— No es tan fácil — mi voz sonaba suplicante al ver que no se iba a dar por vencida y no podía arreglarlo —. Necesito que confíes en mi Nancy, necesito tiempo y podré ser totalmente sincera contigo.

— ¿Por qué no ahora? — me pidió con la voz cada vez más agotada.

— No me creerías.

— Prueba.

Me tragué las palabras y negué cabizbaja.

— No puedo — susurré sintiendo mis ojos húmedos.

Nancy suspiró. Sentí que también estaba apuntó de llorar, pero no pude comprobarlo porque al instante se marchó. Levanté la cabeza, sabiendo que mis ojos estaban ardiendo de nuevo ya que todo se tornó de colores fríos a mi alrededor. Cada vez parecía que tenía menos control sobre ellos.

Sequé mis mejillas con la manga de mi sudadera mientras la veía desaparecer al final de la calle. Sentía un intenso dolor en mi pecho mezclado con un estallido de calor recorriéndome por dentro.

Nancy merecía saber toda la verdad, pero, ¿cómo podía explicárselo sin que pensara que era una especie de monstruo? ¿aun así me creería? ¿O pensaría que estaría alucinando? Me di media vuelta yendo hacia casa mientras intentaba recomponerme.

A cada paso estaba más confusa sobre que debía hacer ya que eligiera lo que eligiera salia perdiendo yo. Me quería dar de cabezazos contra la pared por haber llegado a ese punto.

Que Nancy se hubiera ido decepcionada me había producido una punzada en el pecho y no tener respuesta para ella hacía que doliera aún más.

Eso significaba que me importaba.

«Mierda».

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