CAPÍTULO 45: LOS RECUERDOS DEL ARMARIO

Ashton

El tiempo allí dentro se ralentizaba. No había mucho que pudiéramos hacer para distraernos, pero fue cuando nos dimos cuenta de algo. No habíamos estado en tanta paz desde hacía meses.

No volví a tener dolores de cabeza, ni ataques de ansiedad, ni poderes que se descontrolaban. Dormía abrazado a Madison y me despertaba con la certeza de que ella seguiría ahí y así era.

Estábamos en paz.

Después de esos meses no nos vino mal, pero la hora de volar se acercaba.

Las noticias y avances sobre nuestro caso iban disminuyendo. Habían pasado casi tres meses de nuestra huida y los medios seguían sin respuestas.

No las iban a encontrar.

Si en tres meses no habían encontrado nada ya no lo harían. Aunque la duda seguía comiéndome por dentro ¿Y si encontraban sangre? ¿Un mínimo rastro de lo que ocurrió esa noche?

Nuestro caso era un rompecabezas con piezas perdidas que no encajaban para la policía. La mayoría de personas no nos recordaba y los que lo hacían solo podían dar datos básicos sobre nosotros.

Menos Alex.

Las cámaras lo acosaban a diario, pero él nunca decía nada. Me preocupaba que lo encerraran por obstrucción a la justicia, pero su padre era el oficial de policía. Si alguien quería llegar hasta Alex tenía que pasar por Yeon primero.

¿Su padre lo sabría?

Fue lo que me pregunté incontables noches y algo me decía que sí. Yeon no habría dejado el tema apartado hasta que Alex le hubiera contado todo. Cuatro desapariciones bajo su mandato podrían haberle destrozado la carrera. Aun así, cada par de días salía a dar un discurso en directo, calmando los nervios de la gente y en principal de Sharon Green. Aseguraba a todos los ciudadanos que no pararían de buscarnos y por la manera en la que lo decía sabía que no lo hacía en serio.

Alex se lo había contado todo y no nos estaban buscando.

Ellos sabían que no queríamos ser encontrados porque cuando nos pusieran el foco encima, estaríamos muertos. Yeon tenía que fingir ante las cámaras y ante la madre de Nancy. Jurando que nos encontrarían.

Pusimos las noticias una noche más. Casi nos habíamos hechos adictos a ello, pero seguíamos esperando el día en que ya no dijeran nada más de nosotros. Sería el día que apagaríamos ese televisor y nos marcharíamos lo más lejos posible.

La noche había caído ya en Atlanta y lo mismo había hecho en Dakota del sur. La emisión comenzó en el plató de televisión como de costumbre. La presentadora y su compañero que veíamos cada día tenían la inquietud grabada en sus rostros. La mujer apenas miraba a cámara, tenía los ojos tristes y cristalinos. Esta vez fue el hombre a su lado el que dio la noticia.

"La policía del estado de Dakota del sur ha sido avisada esta tarde de un derrumbamiento en una de las naves de construcción Cage Brothers a las afueras de Sioux falls. Cuando las autoridades llegaron se instaló un perímetro de seguridad para mantener a la gente a salvo. Minutos después el sonido de un teléfono procedente del interior del edificio alertó a los oficiales de que podía haber víctimas mortales en el lugar de los hechos. Los equipos de rescate han estado trabajando con cautela desde entonces y se ha confirmado la peor de las noticias. Lamentablemente, los servicios de emergencia no han podido hacer nada. Cuatro cuerpos han sido hallados en el interior. La policía los ha identificado hace unos minutos como Nancy Green, Alissa Johnson, Ashton Allen y Madison Harris."

"No puede ser". Fue lo que primero que me dije.

Alissa se llevó las manos al cuerpo como si así también comprobara que seguía allí, que todos estábamos allí.

Sin embargo lo que las noticas decían era lo contrario, y no por pura especulación.

Cambiaron la imagen de plató a una en plena calle. Era una noche oscura y con un viento violento. En cuanto las cámaras aparecieron con sus focos la imagen cambió. Todo se veía con claridad. Se podía ver un conjunto de naves rodeando a otra totalmente derrumbada y cuatro bolsas para cadáveres siendo sacadas de los escombros por los servicios de emergencias. El viento levantó las bolsas de un tirón y lo vi con claridad. Todos lo vimos porque los medios no desperdiciaron la oportunidad. Hicieron zoom a la escena todo lo que pudieron.

Madison se aferró a mi mano, completamente horrorizada por las imágenes. Por unos instantes habría jurado que ninguno respiramos.

Éramos nosotros.

Sobre esas camillas estábamos nosotros. Los periodistas nos enfocaron uno a uno mientras las autoridades intentaban apartar las cámaras, pero no lo consiguieron a tiempo porque nos sacaron en antena.

¿Qué narices estábamos viendo?

La madre de Nancy apareció ante las cámaras. Corriendo hacia la bolsa que contenía a la que parecía ser Nancy y se aferró a ella. A pesar del fuerte viento que hacía allí la oímos sollozar a través de la televisión.

Entonces Alex apareció en televisión. Su padre trató de frenarle y las cámaras no se perdieron un detalle. Alex peleo con su padre a gritos y empujones para que le dejara pasar y al fin lo consiguió. Vio la escena y su pecho comenzó a subir y a bajar con fuerza. A penas a unos metros de esas bolsas, cayó de rodillas al suelo cubriéndose la cara con las manos.

- Alex... no ¡No! - Alissa se acercó al televisor como si Alex pudiera oírnos tras él - ¡No somos nosotros! - se giró hacia nosotros, con los ojos a reventar de lágrimas -¡No puede creérselo, no puede creer que seamos nosotros!

Nancy se estaba cubriendo la boca con las manos, llorando. Tanto su madre como Alex estaban llorando su pérdida.

Una pérdida que no era real.

Entonces me di cuenta. Alex era mucho más listo que eso.

- Ha sido Alex - afirmé, con un nudo en la garganta sin saber si mis palabras se oían por encima de los gritos de la retransmisión -. Nos ha hecho invisibles.

Ellas me observaron, como si quisieran creerme y algo en sus cabezas hizo clic también. Había algo que daba sentido a esas imágenes.

Una conversación que ocurrió hacia demasiado tiempo, pero era la clave de todo.

- Los Saith. Da igual como de lejos nos vayamos, nos encontrarán.

- Habrá alguna manera.

- Quien la supiera ya está muerto. Cualquiera que conocíamos que tuviera el mínimo trato con los Saith está muerto, ¡por que los hemos matado a todos!

- Entonces eso haremos. La única manera de que dejen de buscarnos es estando muertos.

Alissa fue quien lo dijo y Alex el que lo había hecho posible.

Supe que había sido él.

Antes de marcharnos Alex se quedó con los teléfonos y uno de ellos había sonado en el interior de esa fábrica. Esos cuerpos tenían nuestra apariencia, nuestras huellas y nuestros teléfonos móviles.

Esos cuerpos solo eran una distracción. Una de las mejores.

Eran cambiadores de forma o unas personas que habían sufrido los efectos de ello.

No sabía mucho sobre cómo funcionaba, pero sabía que solo hacía falta algo de ADN para poder conseguirlo. Nuestras casas estarían llenas de ello.

- ¿Son... personas con poderes? - se atrevió a preguntar Nancy. Su respiración estaba acelerada y sus manos temblorosas.

Asentí.

Alex nos había ayudado. Nos había dejado marchar.

Casi como si Madison me estuviera leyendo la mente, habló.

- Nos ha hecho libres.

Y así era.

Nadie busca a unos fantasmas.

Al ser conscientes de lo que Alex había hecho, de lo que había conseguido para nosotros, quisimos saltar de la alegría, pero eso también era el final. La despedida que no queríamos tener.

Estábamos muertos.

Alex estaba en pantalla llorando nuestra muerte y no estaba muy lejos de la realidad. No nos volveríamos a ver. Realmente seria como si estuviéramos muertos. Nuestra vida pasada sería humo, desapareciendo en el aire. Todos nos olvidarían poco a poco y con ello nuestra nueva vida empezaba.

Una vida sin Alex.

Eso fue lo que nos detuvo de estar felices. Las lágrimas se reflejaban en nosotros. Una mezcla dolorosa de alegría y pena. De esa manera, Alex nos dejaba atrás. Hizo las paces con nosotros ayudándonos una vez más, la última vez.

La emisión terminó con la escena de aquellos cadáveres con nuestros rostros y volvió a plató. Los presentadores estaban pálidos como la nieve y me fije en que a la mujer le temblaba el labio inferior al igual que las manos sujetando un tomo de papeles sobre la mesa.

El hombre respiró hondo miró a cámara y con una voz profunda y suave habló por última vez.

"Desde aquí queremos transmitir nuestras condolencias a los familiares de los fallecidos."

Tomó aire y frotó sus manos, desviando la mirada de la cámara unos segundos. Cuando creímos que la emisión terminaría, levantó la cabeza con decisión y habló.

"Al fin y al cabo cuando conoces a alguien como tú lo último que haces es abandonarlo".

La presentadora le miró y trató de sacar una sonrisa en vano, se agarraron las manos por encima de la mesa y la cámara se alejó despacio de ellos, terminando la retransmisión.

Tras esa frase todos nos miramos.

Éramos más de los que pensábamos.

Primero habían dado sus condolencias a la familia de Nancy, pero con esa frase, nos daban el pésame a nosotros y a todos con poderes que alguna vez nos hubieran conocido.

Alissa apagó el televisor y algo en ella cambió. Dejó el mando en la mesa y se levantó de la cama, arrastrando las lágrimas de sus mejillas.

- Vámonos.

Parecía una orden, pero ni ella misma quería irse. Se notaba demasiado que lo que quería hacer era volver. Puede que todos lo quisiéramos por un segundo. Pero Sioux Falls ya no era nuestro hogar.

Puede que nunca lo hubiera sido.

Nuestro hogar no estaba entre cuatro paredes.

Yo sabía que el mío estaba junto a Madison.

No había mucho que hubiéramos traído. Prácticamente nada aparte de la ropa que trajimos puesta. Menos yo. Me traje algo de nuestra antigua casa que no estaba seguro de si debía seguir llevando encima, pero si lo iba a dejar allí antes quería enseñárselo a Madison.

Tenía que sincerarme con ella al cien por cien para poder avanzar.

Solo quedaba un secreto por compartir.

Quien era yo realmente.

- Garret esta abajo - avisó Nancy, mirando a través de la ventana.

Le hizo una seña con la mano para que esperara abajo.

Hubiera sido demasiado bueno poder marcharnos sin que él estuviera, pero había vuelto. Eso me recordaba que se me acababa el tiempo y tenía que hablar con Madison antes de salir de ese motel.

Alissa cargó con un par de cosas, entre ellas ropa que había en la habitación y algunas medicinas que habíamos comprado. No nos quedaba nada más.

- Id bajando - les pedí a ambas -. En unos minutos bajamos.

Ambas asintieron sin poner pegas.

Madison al contrario frunció el ceño ligeramente. Sabía que cuando quería estar a solar con ella de esa manera, quería decirle algo importante o terrible y no estaba equivocada esa vez. Solo que yo aún no sabía cuál de las dos opciones era.

Alissa y Nancy abandonaron la habitación y la expresión de Madison se inclinó ligeramente a una de preocupación.

- ¿Qué ocurre?

Era difícil de explicar si no se lo enseñaba.

Me acerqué al armario de la habitación, lo abrí y me agaché para buscar en el interior. Traté de localizar a tientas la tablilla de madera suelta que encontré un mes atrás y en la que escondí mi último secreto.

Mi pasado.

Levanté la tablilla de madera y saqué de su interior una caja metálica. Era una fiambrera arañada con unos dibujos grabados, pero medio borrados por el paso del tiempo. La última vez que la abrí tenía trece años. No me había atrevido a abrirla de nuevo.

Me observó con atención mientras dejaba la caja en el suelo. Me senté y Madison hizo lo mismo dejando la caja entre nosotros.

- ¿Una caja? - preguntó intrigada, sospechando que era más que eso, una simple caja.

Asentí y llevé mi mirada a la caja, tenía una cerradura en la parte frontal.

Madison agarró la caja sin miedo a pesar del pánico que me daba a mi si quiera mirarla. Pero tenía que enfrentarme a lo que había en su interior.

- No se puede abrir - dijo tras observar la cerradura y no poder abrirla.

Asentí de nuevo, lo sabía.

Me acerqué a ella, yendo directo a sus labios una vez más. Le di un beso lento, tan suave como el roce con la seda, pero a la vez era ardiente. Con ella siempre era ardiente. Llevé mi mano hasta su cuello y con un dedo levanté la cadena de su piel hasta que toqué la llave que llevaba en ella.

Tirando un poco de ella, la cadena se soltó de su cuello. Madison me observó con detenimiento cuando separé nuestros labios.

Lo había entendido.

Agarré la llave y la llevé a la cerradura. Con media vuelta, se abrió.

Nuestros ojos se encontraron y la intriga de Madison aumentó.

Abrí la caja, dejando que ella viera lo que se encontraba en su interior. Dentro había un puñado de fotos, algunos objetos pequeños y varios papeles mal doblados y arrugados, ya descoloridos por el paso del tiempo.

Madison pasó su mirada de la caja a mí. Casi como si me hubiera leído la mente, habló.

- Todo este tiempo... esa llave...

Asentí.

Ella observó lo que había dentro. En las fotos salía yo, una versión más pequeña de mí, alrededor de unos tres o cuatro años. Ya no lo recordaba con claridad.

- Era la llave de mi pasado. No había nadie mejor para tenerla que tú.

Levantó los ojos de nuevo. Al darse cuenta de lo que había en esa caja sus ojos se mostraron vidriosos. Acercó la mano a los objetos y los fue sacando uno a uno para verlos. Yo no me moví, quería que ella lo viera todo y entendiera lo que significaba. Yo sabía todo sobre su pasado y su historia, pero nunca le dejé a ella entender la mía.

- Ahí tenía poco más de dos años - dije al ver la foto que escogió.

Yo apenas mediría un metro. Tenía el pelo negro, totalmente rizado y algo largo. A pesar del estado y la calidad de la foto se me notaban algunas pecas y de distinguía el color de mis ojos. Iba vestido con un mono azul y blanco y llevaba un pequeño peluche en la mano. Madison lo vio y sus ojos viajaron a la caja de nuevo. Ese peluche estaba ahí.

Lo cogió entre sus manos. La tela parecía estar áspera, pero no lo toqué. Ella pasó sus dedos por la parte delantera del muñeco, como si intentara entender que estaba sintiendo yo en ese momento. Con sinceridad, no lo sabía.

La siguiente foto era de mis padres.

Hacía mucho que no veía esa. Era la que peor estado tenía.

Madison no tuvo la necesidad de preguntar por ellos. Fueron mis padres, hace demasiado tiempo que dejaron de serlo y Madison sabía que ellos me dieron en adopción. No estaban enfermos y no tenían dificultades económicas. Simplemente no me querían con ellos porque era diferente y sabían que yo podía hacerles daño si me descontrolaba.

- Recuerdo... abrazarme a esa foto todas las noches desde que me separaron de ellos. Los echaba de menos, pero pronto comprendí que no los vería de nuevo.

Madison me miró una vez más con lágrimas recorriendo ya sus mejillas. Sostuvo el pequeño peluche con una mano y con la otra agarró la mía, con fuerza.

La nariz me empezó a moquear y con el dorso de mi otra mano quité esa humedad, pero no iba a poder retener las lágrimas por mucho más.

- ¿Ellos... no tenían tu poder?

Me encogí ligeramente de hombros, notando mi labio inferior comenzar a temblar.

Esa era la pieza del puzle que nunca llegué a encajar.

- Nunca lo supe - reconocí -. Debían tenerlo, al menos uno de ellos pero me tenían miedo... Es lo poco que recuerdo. Tengo muchas lagunas... No sabría explicar que ocurrió realmente.

Los padres de Madison tenían poderes, al menos uno de ellos, pero con la fuerza que ese poder conllevaba me costaba creer que ambos no tuvieran el poder del fuego. En cambio, mis padres tenían miedo de mí. Comencé a manifestar mis poderes pronto y no supieron cómo controlarlo. La solución que me dio mi cabeza fue que ellos eran completamente humanos.

Madison se secó las lágrimas como había hecho yo unos segundos atrás y continuó indagando en la caja.

Sacó una foto más. Un Ashton de apenas cinco años y un chico a su lado de unos siete. Tenía ciertos recuerdos de ese día en el que nos hicieron la foto. Fue unas semanas antes de que el caos ocurriera y me dieran en adopción.

Los ojos de Madison escanearon la foto con detenimiento y frunció ligeramente el ceño. Nunca le dije que tenía un hermano.

- Era mi hermano mayor - le aclaré, atreviéndome a mirar la foto y ver su cara de nuevo. No compartíamos mucho en común, pero la última vez que le vi él tenía siete años. Ambos habíamos cambiado. Él Tenía el pelo rubio, casi blanco cuando estaba bajo el sol y los ojos totalmente azules sin manchas verdosas como los míos. Era como la versión buena de mí. Él era completamente normal, todo lo que mis padres querían de mí, pero no pudieron conseguir.

Entonces Madison dejó la foto a un lado y cogió otro objeto de la caja. Fue algo que cogí antes de marcharme. Siempre me dije que no lo robé porque estaba en mi casa, pero lo hice. Esa ya dejó de ser mi casa.

Era uno de los pendientes favoritos de mi madre, un ángel plateado con alas. Llevármelo era una manera de tenerla cerca, pero teniendo todos esos recuerdos en esa fría caja, la sentí más lejos que nunca.

Madison agarró ese pendiente entre sus manos y me miró de nuevo. Parecía sorprendida e intrigada a la vez. No era un simple pendiente. En un pasado, tuvo un significado para mí familia.

- Nunca te dije mi verdadero nombre - comencé a decir, atreviéndome a sacar mi partida de nacimiento de la caja y se la entregué. Comenzó a leerla y fui capaz de decirlo de nuevo en voz alta -. Era D'angelo. Ashton D'angelo.

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