CAPÍTULO 44: LAS NOTICIAS DE LAS SIETE

Madison

Me desperté cuando un rayo de luz llegó a mí, obligándome a abrir los ojos. Intenté buscar la cortina de mi habitación para cerrarla, pero el fuerte dolor de cabeza que sentí al instante de moverme me recordó donde estaba y porqué.

Llevé la mano a mi cara, cortando esa luz para poder ver mejor. Alissa estaba a mi lado, dormida con los puños apretados sobre su pecho. En la cama de al lado estaba Nancy, con los párpados algo hinchados y los restos de maquillaje ennegreciendo sus mejillas.

Una punzada se hizo presente en mi pecho y el dolor de la noche anterior amenazó con volver de golpe a mí.

Me incorporé en la cama, sintiendo como si mi cuerpo no fuera ni mío. Cuando fui a poner los pies en el suelo para levantarme. Me encontré con Ashton tumbado en el suelo al lado de mi cama.

¿Había dormido ahí toda la noche?

Me agaché hacia él tambaleándome un poco hasta que toqué el suelo y me pude apoyar. Le moví ligeramente y se despertó pocos segundos después, algo acelerado, pero se calmó al ver que era yo.

— ¿Has dormido aquí toda la noche? — pregunté en un susurró.

Agarró una de mis manos y con la otra se presionó el puente de la nariz cerrando los ojos y asintió.

— Me quedé sin sitio — respondió en un suspiro mostrándome una sonrisa —. Quería estar cerca de ti.

Le extendí mi mano para ayudarle a levantarse, aunque me ayudó el más a mí que yo a él. Una vez de pie, pude sentir todas las partes de mi cuerpo que aún me dolían, seguramente el noventa y nueve por ciento. El dolor de cabeza era mil veces peor al recuerdo que tenia de mi primera y última resaca en el Crawford's.

Entonces me acordé de Garret.

No estaba.

— ¿Garret no ha dormido aquí?

— Volverá — respondió Ashton sosteniendo mis manos —. Tenía algo de lo que ocuparse.

Veía en él que había algo más rozando la punta de su lengua, pero no parecía que lo fuera a decir.

— ¿Hablasteis?

Me dormí pronto, sabía que algo más pudo suceder desde que me quedé dormida.

Analicé su mirada y como sospechaba, si había algo que quería decir.

— Algo así — confesó —. Pero no le he echado, él me dijo que tenía que irse.

Negué, no le estaba echando la culpa. Ni por un segundo pensaba que Ashton pudiera hacer algo que me hiciera daño como echar a Garret.

— ¿Tú estás bien? — tuve la necesidad de preguntar, aunque no sabía en qué sentido lo preguntaba.

Subió su mirada a mis ojos. Cuando quise darme cuenta sus manos estaban en mis mejillas. No recordaba la última vez que pudimos estar así. Sus manos estaban frías y lo adoraba. Adoraba lo que despertaba en mí. Siempre me daba la calma que necesitaba. Con él me sentía protegida.

— Ahora sí — susurró —. Contigo siempre es todo mejor.

Acarició la piel de mis mejillas y cerré los ojos, embriagándome de esa sensación. Su frente se posó sobre la mía y su aliento llegó hasta mis labios, frio como un glaciar para después soltar las palabras más cálidas que alguna vez hubiera escuchado.

— Te quiero — su nariz rozó la mía y toda la rigidez de mi cuerpo se esfumó —. Te quiero Madison y por eso voy a luchar por ti. Por nosotros. Seremos intocables — susurró.

Antes de poder responder, me besó. Fue lento e intenso como el choque de un glaciar que sabes que te va a destrozar, pero dejas que ocurra de todas formas. No quería evitarlo porque solo una cosa me hacía temblar de esa manera, solo chocaba con alguien de esa manera tan única que no podía esperar más a estar tocada y hundida.

Ashton.

— Te quiero — susurré después. Sin tener miedo de pronunciar esas palabras y Ashton me besó de nuevo, sonriendo tanto que nuestros dientes chocaron por un instante.

— Ogg... buscaros un motel por favor — Alissa estaba boca bajo en la cama, pero aun así había escuchado toda la escena.

Intentó coger una almohada para lanzárnosla, pero no llegó a salir de la cama. En otro momento la habría devuelto la almohada en un movimiento para hacerla callar, pero a pesar del dolor que quería aflorar en mí, Ashton estaba conmigo, también Alissa, Nancy y Garret. Debía centrarme en los que estaban, y no en los que se habían quedado atrás.

— Muy gracioso el chiste — respondió Ashton sin soltarme un instante, esta vez bajando sus manos a mi cintura para rodearme con sus brazos.

Me dio un beso en la mejilla, grande y sonoro con intención de molestarla y lo consiguió. Se giró sobre la cama para tratar de lanzarnos la almohada de nuevo. Estaba totalmente despeinada y con la ropa revuelta, pero yo no debía estar muy diferente.

Ashton agarró la almohada sin esfuerzo y se la devolvió lanzándosela como ella había hecho.

Fue entonces cuando vi a Nancy moverse sobre la cama. Abrió los ojos lentamente y no me esperé que lo primero que vería en ella sería una sonrisa, pero así fue.

— ¿Las guerras de almohadas no son por las noches? — preguntó con la voz algo rasposa.

Ashton y Alissa se detuvieron y yo me obligué a no ser una cobarde y mirar a Nancy por más de tres segundos sin querer llorar.

El pasado estaba enterrado y había que mirar hacia delante.

— Perdona por despertarte — fue lo primero que dije, pero ella negó y se colocó sobre la cama para sentarse.

— No estaba del todo dormida — aclaró llevándose el dorso de la mano bajo su nariz y absorber.

Me acerqué, agachándome delante de ella para prender mis ojos y observar su figura térmica, algo no iba bien. Su temperatura era más baja que de costumbre, comenzaba a azularse.

— Creo que te has puesto mala Nancy — le informé, cogiendo sus manos comprobando que estaban heladas.

— Sería la lluvia — dijo restándole importancia —. Podría haber sido peor.

Era cierto, todo siempre podía ser peor asique me parecía justo que solo se hubiera resfriado. Me senté a su lado para abrazarla y desprendí calor hacia ella, tratando de hacerla sentir mejor. Ella se cubrió con parte de las sábanas, manteniendo más el calor.

— Estuve pensando lo que me dijiste anoche — se dirigió a Ashton y él la miró con atención —. Y tienes razón, puedo ser la heroína de mi propia historia.

Ashton sonrió y asintió. Nancy se apoyó en mí y la rodeé más con mis brazos. Habían pasado muchas cosas esa noche desde que caí rendida sobre la cama y que Ashton se hubiera preocupado de Nancy me hacía sentir mejor.

Ashton podía ver que yo aún tenía miedo y que me dolía todo lo que le estaba ocultando a Nancy. Siempre estaba para mí, para todos en realidad y adoraba eso de él.

Cuando yo no era capaz de ser fuerte, él lo era por los dos.

Pasamos un rato en compañía los unos de los otros. Las instrucciones que le había dejado Garret a Ashton eran claras. Se había marchado para ocuparse de algo. No había tenido mucho tiempo esa noche de poder planificar ni dejar nada hecho asique me parecía justo. Además, él no era perseguido por los asesinos y en definitiva por los Saith. Al menos eso quise creer.

En ningún momento hizo nada para captar su atención. Todo lo contrario que nosotros.

Al abrir las cortinas, parecía que estábamos en un mundo totalmente distinto. Hacia demasiado que no veía un sol tan resplandeciente, de los que te calientan la piel con solo estar bajo él unos minutos. Debía de ser medio día más o menos ya que se encontraba en el punto más alto. Aun así, solo lo podía observar de forma borrosa tras el cristal manchado de la ventana.

Debíamos salir lo justo hasta saber cómo estaban las cosas allí fuera. Aunque necesitaríamos comida y nos veríamos obligados a salir y me daba miedo que Nancy empeorara. Puede que necesitara algún medicamento.

No habíamos traído teléfonos con nosotros, nada electrónico que pudiera funcionar para rastrearnos. Lo único que nos podía dar una pequeña idea de cómo estaba el exterior era el televisor de caja de la habitación. Dudaba de que pudiera funcionar, pero aun así Alissa estuvo intentando arreglarlo toda la mañana.

Al pasar las horas, teníamos que tomar la decisión de quien tenía que salir para conseguir algunas cosas y con suerte así evitarnos salir en un par de días.

Yo quería salir, pero la mirada que me pusieron Ashton y Alissa me indicó que no sería así. Seguramente yo era la cabeza de ganado que más estaban deseando encontrar.

Nancy había pasado las horas descansando en un profundo sueño y nosotros debimos hacer lo mismo pero nuestras cabezas no nos lo permitían. Teníamos demasiado que olvidar dándonos vueltas en la cabeza.

Alissa se ofreció a salir, pero era imprevisible y demasiado fácil reconocerla. Si no era por su aspecto sería por la descarga que le daría al que se interpusiera en su camino.

Quedaba Ashton y esa idea me daba una punzada en el pecho que no me gustaba. Como un presentimiento. No quería que se marchara. Ya le había dejado ir una vez y casi le matan.

— No iré muy lejos y me cubriré la cara, nadie sabrá que estoy — me aseguró —. Solo necesito coger comida suficiente y no tendremos que salir en varios días.

Seguía sin gustarme la idea, pero ya se estaba haciendo tarde y no habíamos comido. Me preocupaba Nancy. No se quejó de nada, ni de que tuviera hambre ni de que se encontrara aún mal. Aunque estuviera peor que ninguno siempre intentaba que no se notara para que no nos preocupáramos de ella, pero con mis ojos podía ver como su temperatura no mejoraba.

— ¿Y si no vuelves? — dije con el corazón encogido solo de pensar que no volviera.

Él negó una y otra vez poniéndome las manos en los hombros.

— Voy a volver — dijo con convencimiento, pero la voz de mi cabeza era más fuerte —. Dame dos horas y estaré de vuelta. Cerrar la puerta cuando salga.

Era inútil que intentará detenerle. Se cubrió la cara con la capucha y sus gafas de sol y salió de la habitación. Me hubiera gustado decir que esas horas se pasaron rápido pero no lo fue. Estuve junto a Nancy, tratando de darle todo el calor que podía ya que no me atrevía a darle mucho espacio al fuego para salir.

Alissa seguía intentando arreglar esa caja para que fuera una televisión de nuevo. Se llevó varios calambres que la cabrearon. No porque le doliera si no porque no conseguía hacer que funcionara.

No sabía cuándo tiempo había pasado pero seguro que más de dos horas. No dejé de dar vueltas a la habitación observando la ventana a la espera de verle aparecer de nuevo. La cabeza comenzó a jugarme malas pasadas y fue ahí cuando me di cuenta de lo rota que estaba.

No podía fiarme ni de mi propia cabeza.

La voz de mi interior me decía que no aprendía de mis errores y puede que así fuera, había vuelto a separarme de Ashton.

¿Y si no volvía?

Debíamos haber ido los dos o que Alissa hubiera ido con él. En una situación crítica ella no perdía los estribos, pero yo sí. Ya estaba claro que así era.

Me metí al baño en un intento de no alarmar a Nancy ni a Alissa, pero no era dueña de mí misma.

Ya no era la misma.

La ansiedad se alojó en mi pecho y cada vez que respiraba mis pulmones parecían hacerse más pequeños. Apoyé las manos frente al lavabo, encontrándome un espejo hecho añicos frente a mí que puede que representara mi realidad mejor de lo que quería.

Me sentía tan rota como ese reflejo.

Tocaron dos veces a la puerta con los nudillos y abrieron la puerta sin esperar respuesta.

— He conseguido arreglar la tele — me informó Alissa.

— ¿Algo de lo que deba preocuparme?

Negó, apoyándose en el marco de la puerta.

— A penas hay un par de canales, en ninguno se habla de nosotros.

Asentí, recibiendo esa información como algo bueno. Levanté los ojos para observar ese reflejo hecho añicos de nuevo y la duda que tenía en la punta de la lengua, salió.

— ¿Va a volver?

Alissa notó como se me aceleró el corazón al preguntarlo. Casi lo oía yo misma palpitar contra mis costillas.

— ¿Quieres la respuesta de verdad o la de mentira?

Tragué saliva.

— Ambas.

— Solo hay una. La verdad. Va a volver — dijo tan convencida como Ashton horas atrás.

Suspiré apretando mis párpados como si al abrirlos fuera a conseguir que eso fuera una pesadilla de la que podía despertar, pero no lo era.

— ¿Como lo sabes? — pregunté notando mis manos comenzando a temblar sobre el lavabo.

Lo pensó por un momento y subió la mirada a mis ojos, apoyándose en la puerta.

— Solía creer que Ashton eran de los que morían por los demás, como los héroes de las películas. Pero puede que la historia haya cambiado. Los héroes ya no tienen que morir para ser valientes ni para ser recordados. Todo lo bueno tiene su parte mala y aunque ni él mismo quiera admitirlo a cambiado. Ashton es de los que mataría por ti, por eso sé que va a volver. No se rendiría tan fácilmente.

Sus palabras despertaron algo en mí. Era cierto que él había cambiado, pero a esas alturas, ¿quién no lo había hecho?

Por desgracia eso no me aseguraba que los asesinos, los Saith, o quien estuviera esperándonos allí fuera fueran a tener piedad con nosotros. Ojalá las palabras de Alissa fueran ciertas y que la fuerza que tenía Ashton y el amor que nos teníamos lo hiciera volver.

La puerta principal sonó un instante después, alguien estaba llamando con los nudillos sobre ella.

Alissa y yo nos miramos.

Podía ser Ashton, necesitaba que lo fuera.

Activé mis ojos rápidamente y corrí hasta la puerta. Una figura helada se encontraba tras ella.

Quité el pestillo y abrí la puerta, encontrándole tras ella cargado con bolsas. Se dio prisa en entrar y dejó las bolsas en el suelo. Sin decir nada me abrazó y el tacto con su piel fría me calmó.

Estaba ahí y note como mi corazón fue ralentizando el ritmo hasta dejarme respirar de nuevo. Se me hubiera salido del pecho si hubieran pasado unos minutos más. Pareció notarlo también, y me apretó un poco más fuerte.

— Te dije que volvería — susurró.

Estaba de vuelta, pero había algo diferente en su voz.

Temblaba.

Ligeramente, pero le temblaba. Me apretó una última vez antes de dirigir sus ojos al viejo televisor haciendo que yo hiciera lo mismo.

Alissa también se giró. Nancy tenía el mando en su mano, y estaba subiendo el volumen, con una expresión neutra en su rostro.

"Empezamos el informativo de esta tarde con malas noticias. El año nuevo es una fiesta muy señalada y celebrada alrededor del mundo, pero se ha convertido en una pesadilla para una de las madres de nuestro país. Sharon Green vio a su hija Nancy por última vez la pasada noche de fin de año cuando se marchaba de su casa acompañada por tres amigos. La policía ha actuado de la forma más rápida posible para coordinarse y buscar a la menor de diecisiete años. Pedimos a los telespectadores que si tienen cualquier tipo de información sobre el paradero de la joven, se pongan en contacto con el teléfono que aparece en pantalla. Muchas gracias, les mantendremos informados".

Había llegado el momento.

La foto de Nancy salió en pantalla con el letrero de "desaparecida" bajo ella. Su expresión seguía neutra, no le cambió ningún músculo de la cara. Puede que no pudiera cambiarla. Estaba como petrificada al igual que el resto. Las lágrimas cristalizaban sus ojos, pero no dejo caer ninguna ni ellas.

Se había prendido la mecha y contra más se acercará la policía, más corta se volvería, acabando con nuestro tiempo.

No habían pasado ni veinticuatro horas. Era lo mínimo para dictaminar que alguien estaba desaparecido, pero aun así su madre había actuado rápido. Era abogada, tendría contactos para obligar a quien fuera a comenzar a buscar a su hija.

Que Stephen no diera señales de vida la habría alarmado también, pero no podía decir nada sobre él si no quería que la verdad saliera a la luz. No éramos los únicos enterrando la verdad. Sharon no habría salido a buscarle aún. Era demasiado peligroso. Estaría llamándole sin parar, dejando cientos de mensajes de voz en su buzón que jamás escucharía.

La emisión terminó. No sacaron a la madre de Nancy, puede que aún fuera pronto. Si no sabía si estaba secuestrada o si se había escapado podrían meter la pata sacando a la madre de Nancy desquiciada en televisión.

Seguramente Sharon no veía capaz a Nancy de fugarse, creería que alguien la habría secuestrado y era cuestión de tiempo que descubrieran que nosotros tampoco estábamos y que podríamos haberla hecho algo. Sharon lo creería. Stephen la habría advertido de mí demasiadas veces como para que ese no fuese su primer pensamiento. Y no se equivocaba, pero nunca le haría daño a Nancy.

Algo en mi cabeza me respondió diciendo "mentirla es hacerla daño". Aparté esa voz, tratando de enterrarla en el fondo de mi mente. Pero no pude evitar ser yo misma la que me dijera de nuevo "prácticamente es un secuestro. Si Nancy supiera la verdad no estaría aquí".

Alissa agarró el mando de las manos de Nancy y apagó el televisor. Ni si quiera habló y pude casi oír como se decía a sí misma "¿Por qué he tenido que arreglar este trasto?"

Necesitábamos saber que ocurría fuera y ya lo sabíamos. Habían dado a Nancy por desaparecida y comenzarían a buscar

¿Habríamos dejado un rastro que podían seguir?

Nada de eso importó en ese momento. Nos quedamos en silencio. Observando la pantalla en negro del televisor. Puede que con demasiado miedo de volver a encenderla y ver a la madre de Nancy rogándole a los medios porque quien la hubiera secuestrado, la devolviera sana y salva.

Pasaron las horas y el silencio entre todos nosotros me estaba matando. Todos pensábamos en lo mismo, pero ninguno decíamos nada. Nancy seguía débil. Comió algo como el resto de nosotros, pero no se encontraba demasiado bien como para darse uno de los atracones de Alissa. Se tomó uno de los sobres con medicamento que Ashton trajo y se volvió a sumir en un profundo sueño. Con mis ojos pude comprobar que estaba mejorando. Pero solo físicamente.

Ashton no se despegó de mí y noté lo alerta que estaba. Como si algo fuera a suceder aun estando escondidos a kilómetros de Sioux falls. Siempre teníamos ese presentimiento aflorando en la piel, poniéndonos los pelos de punta.

Alissa se sentó en el suelo frente a la televisión. A cada rato observaba su reloj de pulsera. Estaba esperando a la siguiente emisión de las noticias. Cuando llegaron las nueve de la noche, estiró su brazo hacia el mando y puse mi mano sobre la suya.

Negué con la cabeza.

Nancy se había quedado destrozada, rota por dentro al ver las noticias del mediodía, era cuestión de tiempo que su madre saliera también en pantalla. No tenía que ver aquello.

Nancy se incorporó en la cama y en un leve suspiro nos miró. Creía que estaba dormida, pero me equivoqué. Pasó su vista de nosotras al mando y asintió con la cabeza.

— Ponerla — nos pidió —. Necesitamos saber que saben.

No había emoción en su voz, nada que me dijera en qué estado se encontraba y por eso sabía que estaba tan rota que no se reflejaba nada en ella.

Alissa y yo nos miramos para después dirigir nuestra mirada a Ashton. Asintió al igual que Nancy. Alissa presionó el botón del mando y esta se encendió en el canal de las noticias. Al cabo de unos minutos, la noticia que esperábamos y a la vez no queríamos ver, apareció en pantalla.

"Buenas noches. Les traemos las últimas noticias del día. La búsqueda de la joven desaparecida, Nancy Green ha comenzado hoy al medio día tras ser notificada su desaparición por parte de su madre Sharon Green a la policía de Sioux falls. La policía ha descartado por completo que la joven se marchara por voluntad propia por lo que se está empezando a crear una lista de sospechosos y a buscar testigos que puedan dar luz al paradero de Nancy".

La periodista se llevó la mano a la oreja, desviando la mirada de la cámara. Su compañero a su lado hizo lo mismo. Les estaban diciendo algo por el pinganillo.

Se miraron durante unos instantes, confusos. Pero la voz que les hablaba les hizo reaccionar devolviéndoles la mirada a la cámara.

"Tenemos una noticia de última hora. Se han notificado otras tres desapariciones en la ciudad de Sioux falls. Las autoridades afirman que podrían estar relacionadas con el caso de la joven Nancy Green al ser conocidos de la joven."

Y entonces ahí estábamos.

Nuestras fotos en fila.

Nancy, Alissa, Ashton y yo.

Era extraño verlo, vernos en las noticias como desaparecidos cuando lo último que queríamos era que nadie nos encontrara. Lo que había dado la voz de alarma era Nancy. A ella la quería encontrar su familia, a nosotros los asesinos y los Saith.

Lo que no me encajaba era porqué Lena y Stephen no estaban entre esas fotos y por una parte me alegraba. Eso significaba que no habían escarbado lo suficiente o los Saith se habían encargado de hacerlos desaparecer del mapa sin que los medios se metieran. Menos preguntas saldrían a la luz. Al menos por el momento.

En cambio, estarían deseosos por saber en qué agujero estábamos nosotros.

"Los nombres de los desaparecidos son Alissa Johnson, Ashton Allen y Madison Harris. Estas desapariciones solo dejan más incógnitas y dificultades para el trabajo de las autoridades debido a que eran los testigos principales de la investigación y ahora se estudia la posibilidad de que puedan ser sospechosos. Varias fuentes cercanas afirman que eran peligrosos y violentos y Nancy podría haber sido víctima de ellos".

Abrimos los ojos de par en par. Me lo esperaba. Esas palabras no eran de los medios y la madre de Nancy no se atrevería a culparnos de esa forma. Eran los Saith. Se buscaba más rápido a unos sospechosos que a unos desaparecidos. Infundía miedo entre la gente. El simple hecho de no saber si tenías a un sospechoso buscado por el policía escondido en tu ciudad, en tu barrio o en tu edificio hacía que estuvieras aún más alerta. Querían encontrarnos y querían hacerlo cuanto antes.

Nuestros días se convirtieron en un bucle a la espera de la siguiente emisión de las noticias. Las de primera hora, las del medio día y las de la noche. No salimos al exterior de nuevo. Todo lo que trajo Ashton nos serviría para varias semanas. Aun así, teníamos que encontrar la manera de poder marcharnos de allí sin ser vistos, pero íbamos los cuatros juntos. Levantaríamos sospecha rápido. Nuestra mejor baza era esperar a que todo se calmara, pero podrían ser meses.

Y esperamos, pero las noticias no mejoraban. Cada día se iba volviendo, peor para nosotros.

"Los habitantes de Sioux falls se niegan a hablar con los medios y algunos incluso afirman no conocer a los jóvenes. Tras estos cuatro primeros días de búsqueda se ha terminado de peinar todo el territorio de la ciudad. En los domicilios de los sospechosos desparecidos se han encontrado sus objetos personales y ningún signo de pelea ni forcejeo en el interior. Aun así, la opinión de la policía no ha cambiado en cuanto a los sospechosos Alissa, Ashton y Madison. Se sigue investigando con detenimiento con la intención de saber que ocurrió realmente la noche de año nuevo."

"Nos encontramos en el instituto Axtell, con la esperanza de poder hablar con algunos de los compañeros de los desaparecidos para brindar algo de luz a la investigación"

Era después de medio día. Los alumnos estaban saliendo del instituto, el momento perfecto para pillarlos para que hablaran con ellos y soltaran todo lo que habían pensado de nosotros el tiempo que habíamos estado en el instituto. La reportera de acercó a un chico de tez pálida con ojos oscuros y pelo negro. No sabía su nombre, pero sabía que lo había visto en el instituto, puede que hubiéramos compartido alguna clase o dos.

"— Estamos aquí para saber que opinan los alumnos del Axtell sobre las desapariciones sufridas en el instituto. Debe de ser un momento muy impactante y triste para vosotros.

— Yo la verdad que no los conocía. No sabía que venían al instituto hasta que se dijo en las noticias."

Respondió con sinceridad y eso dejó pasmada a la reportera. El chico de encogió de hombros, de colocó la mochila y siguió su camino.

La reportera trató de buscar a otro estudiante en cuanto se le pasó el asombro, pero los que nos quedamos pasmados en ese momento fuimos nosotros.

Era Harper.

"— No los conocía. Solo a la chica, Nancy. Era algo tímida y callada. Nadie la prestaba mucha atención... puede que fuera con ellos, pero no lo recuerdo."

¿Qué estaba sucediendo?

Harper no parecía estar mintiendo. No tendría por qué hacerlo y tampoco estaba confusa. Estaba segura de sus palabras. No sabía quienes éramos. No nos recordaba.

Todos nos dimos cuenta de que significaba aquello.

Estaban borrando nuestro rastro.

Los Saith no querían que la policía nos encontrara primero y la única manera de hacerlo era borrándonos de la memoria de todas las personas que alguna vez hubiéramos visto, cualquier persona que hubiéramos conocido.

Eso me provocó una punzada en el estómago.

Alex.

¿Habría ocurrido lo mismo?

Aún no había salido en las noticias, no habíamos oído de él.

¿Estaría bien?

Días después, lo supimos.

Los periodistas y reporteros iban a toda prisa por las calles de la ciudad, persiguiendo a alguien en directo con la intención de conseguir respuestas.

"¡Alex, Alex! ¿Qué puedes contarnos de la desaparecida? ¿Estabais en una relación?"

"¿Alex que tienes que decir sobre los sospechosos? ¿Los conocías?"

"¡Alex muchas fuentes afirman que eras amigo de los sospechosos! ¿Dónde están ahora?"

"¡Alex!, ¿qué ocurrió en la noche de fin de año? ¡Fuiste el último que los vio!"

Alex, Alex, Alex....

No dejaban de decir su nombre. Lo iban persiguiendo mientras él iba con la cabeza agachada, cubriendo su rostro con su brazo y esquivándoles cómo podía.

No dijo nada.

No consiguieron enfocarle la cara bien y tuvieron que dejarle marchar cuando llegó a la puerta de su casa y se metió de un portazo.

¿Nos recordaba?

Parecía cabreado, tenso, molesto. Si no nos recordara le daría igual que los periodistas le acosaran porque diciendo "No, no los conocía" le hubieran dejado en paz.

Pero no era así.

Alex lo recordaba todo y ahora era el único que podía dar una respuesta a que ocurrió esa noche. Sharon sabia de su relación, sabía que esa noche, Alex fue a buscar a Nancy con Ashton y Alissa y ya no volvió a saber de ella.

Nosotros no lo estábamos pasando bien, pero sabía que él tampoco. Y no lo merecía. Decidió quedarse en Sioux falls para seguir con su vida, con toda la normalidad posible, pero mientras su nombre, su vida y sus recuerdos estuvieran ligados a nosotros, no podría.

Pasaron más días y la ausencia de Garret comenzó a preocuparme. Ashton no especificó cuantos días estaría fuera, pero ya habían pasado casi tres semanas desde que se marchó. Parecía que yo era la única que lo notaba. Su ausencia pesaba más cada día.

Después de lo de Alex, no me creía capaz de poder despedirme de nadie más, pero sabía que no era el mismo caso. Garret dijo que volvería. Él no tenía a los asesinos al cuello y eso era lo que me dejaba dormir más tranquila por las noches, pero con los días me iba impacientando.

Me daba miedo encender el televisor en una de nuestras sesiones de noticias y verle, pero fue peor.

Nada nos preparó para lo que íbamos a ver.

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