Capítulo 31: COMIENZA LA GUERRA
Madison
— Avisa a Ashton y a Alex — le pedí a Alissa.
— ¿Qué hay de tu móvil?
— Se destrozó una noche que me cabreé con Stephen. Estaba pinchado asique de todas formas no lo iba a seguir usando.
Alissa sacó su teléfono y escribió un mensaje.
"Cambio de planes, todos al Crawford's."
En menos de un minuto Alex escribió "¿Algún problema?"
"¿Acaso no los hay siempre?". Respondió Alissa.
"¿Qué hay de Nancy?"
Antes de poder decirle a Alissa que le dijera que iba con nosotros le contestó "Con Madison. Nos vemos en 15 minutos."
— Va a verla cuando lleguemos, lo sabes, ¿no?
— No le he dicho que estuviera en casa, le he dicho que está contigo, no he mentido — se encogió de hombros —. Cuando estemos allí ya no nos podrá hacer volver.
Miré a Nancy viendo que no tenía una pizca de arrepentimiento. Quería formar parte de nuestro mundo, pero no era si quiera bueno para nosotros.
Las calles a esas horas y por el clima tan frio, casi siempre estaban vacías. El sol se había ido hacía horas y los locales de copas eran los únicos que seguían abiertos. La gente ya se marchaba a casa, pero nosotras nos adentrábamos en el pueblo. Contra más nos acercábamos menos gente había, cosa que nos venía bien para que no nos vieran entrar por la valla de atrás del Crawford's.
Al llegar, Nancy no se cuestionó el aspecto que tenía todo. Alex ya le habría hablado de ello y entendía por qué no había sido capaz de imaginarse ese lugar antes. Era un local medio derruido por fuera, con una enorme señal de riego de derrumbamiento y todo estaba lleno de basura, pero esa era la belleza que tenía.
Era invisible para todos menos para nosotros.
Una vez dentro ayudé a Nancy a avanzar. Apenas se veía por la poca luz de luna que entraba entre los ladrillos y si no conocías el camino hasta la puerta que daba al sótano, era imposible encontrarla. El silencio era casi absoluto menos por los cristales que pisábamos en el suelo rompiéndose aún más.
Ni si quiera el aire resonaba dentro, pero sentí una ligera brisa sobre mi nuca. Un sutil soplido. Me giré y no había nadie a mi alrededor, pero sabía que no era así. Había alguien solo que no podía verlo si no usaba los ojos adecuados. No me hicieron falta usarlos para averiguarlo. Al segundo Ashton apareció delante de mí y Alex y Connor tras él.
Estaba apenas a unos centímetros, sonriéndome y ahí en plena oscuridad sabíamos que teníamos un mínimo de libertad.
Le abracé y el me apretó como si no nos hubiéramos visto en años. Su colonia impregnó mi ropa con ese simple abrazo. Por lo menos así le tendría conmigo el resto de la noche cuando no pudiera estar junto a él.
— ¿Intentabas asustarme?
— Si, pero ya veo que no he sido capaz.
Le sonreí y me quedé pegada a él deseando no tener que apartarme una vez que bajáramos.
— ¿Nancy? — Alex tardó un segundo en darse cuenta de que estaba con nosotras.
— Antes de que digas nada, yo insistí en venir. Aquí estoy más protegida que en casa.
— Aquí nadie está protegido Nancy.
— Estará con nosotros, estará bien — le aseguró Alissa —. Además, su madre estaba deseando que saliéramos de su casa. Así por lo menos se relajará hasta que volvamos.
Alex se lo pensó. Sabia mejor que nadie que no podía hacer siempre de guardián de Nancy al igual que yo lo sabía con Ashton.
— ¿Qué ocurre con su madre? — preguntó Ashton.
— Nos tiene miedo — le respondí.
— ¿Lo sabe? — quiso saber Alex.
— Está claro que sí — afirmó Alissa —, pero ¿sabes qué? No me preocupa. La gente que solo nos respeta nos traiciona — Miró a Connor por unos instantes, dejando claro que aquello iba por él —. El respeto se pierde, el miedo no Madison.
Lo medité unos instantes ¿Podría ser esa la razón? El miedo que nos tenían nos protegía más que su respeto. Eso lo podían sobrepasar, pero el recorrido de sudor frio por su piel como el de Sharon permanecería por el miedo que sentían hacia nosotros.
— Tiene miedo porque no lo entiende — Nancy dirigió sus palabras hacia Alissa —. Yo tampoco lo entendía al principio y mira donde estoy ahora.
— En la boca del lobo — le recordó ella —. Eso no te hace más lista ni que hayas dejado de tener miedo de lo que somos capaces.
— He dejado de ser una ignorante en lo que respecta a vosotros y por eso estoy aquí. Por qué he decidido estar aquí. Conozco las consecuencias. Se que me he metido en la boca del lobo y lo he hecho por vosotros. No pesan más el respeto ni el miedo Alissa. La confianza es lo que importa. Es lo único que tenemos entre nosotros.
Alissa frunció la boca sabiendo que Nancy no se equivocaba. Se quedó sin palabras para rebatirle aquello. Nancy había dado la cara por nosotros muchas veces y a pesar de no tener poderes siempre estaba ahí pasara lo que pasara, sabiendo que su final podría ser la muerte a manos de un asesino.
Era lo que teníamos entre nosotros, confianza y solo confianza. La seguridad de que si cerrábamos los ojos y saltábamos al vacío el resto estaría con los brazos extendidos al final de la caída.
Alissa no dijo nada para así no tener que darle la razón a Nancy y se dirigió a la puerta que daba la entrada al sótano.
Me acerqué a Nancy y la agarré para ayudarla a llegar a la puerta. Tenía la piel fría y húmeda. Me miró sabiendo que entendía que significaba esa respuesta. Decirle eso a la cara a Alissa no había sido fácil. Llevándole la contraria y teniendo razón había conseguido destapar ese miedo.
Bajo el poder, todos éramos iguales.
A medida que bajamos, noté el agarré de Ashton sobre mi mano volverse más débil hasta que salimos a la luz y me soltó por completo. Se quedó más pegado a Connor y a Alex y yo me adelanté con Nancy entre la gente. No había rastro de Alissa.
— ¿Es como lo esperabas? — le pregunté al oído a Nancy.
— Realmente si — dijo mirando a su alrededor —. Puede que esperara ver más ojos brillantes.
— No creo que a ninguno nos guste realmente lo que somos asique nunca los enseñamos. Ni si quiera entre nosotros — dije con media sonrisa.
Nancy agarró mi mano en señal de apoyo porque me siguiera sintiendo así. Ella era de las que creía que todos debíamos mostrarnos como éramos realmente, pero nosotros no entrabamos en ese caso.
Busqué entre la gente temiendo encontrarme esa cabellera rubia y ondulada entre ellas, pero no fue así. La Sra. Kelly no estaba ahí y que ninguno nos mirara con rabia significaba que no había abierto la boca, aunque eso podía ser incluso peor. Estaría planeando el siguiente golpe para nosotros. Tendríamos que acabar con ella de un momento a otro. Era su palabra contra la nuestra y nos ocuparíamos de que nadie la escuchara.
Quise evitar ir a la barra, pero no había más huecos libres. Solo las sillas colocadas delante y por ello delante de Garret. Llevaba su pelo recogido de nuevo, con varios mechones largos cayendo a los laterales de su rostro. Estaba charlando con unos chicos al final de la barra, pero eso no evitó que nos viera y a mí la primera.
Dejó de hablar con ellos cuando cruzamos la mirada. Sus ojos verdes me atravesaron y aparté la mirada rápidamente, intentando no hacer demasiado obvio que estaba más nerviosa a cada paso que dábamos hacia él. No podía perder el tiempo en preguntarme si Garret lo recordaba, pero su mirada me confirmaba que así era. Tenía que dejarlo atrás. Habíamos venido a hacer algo más importante que aquello.
Un fuerte silbido resonó dentro e hizo que todos se callaran dejando un silencio casi absoluto. Las cabezas se giraron todas en la misma dirección. Alissa estaba en medio del Crawford's, subida sobre una de las mesas con las carpetas sobre su mano. Ya había tomado la iniciativa de empezar con la guerra.
— Llevamos mucho tiempo detrás de los asesinos después de que empezaran a cazarnos en masa. Siempre ha sido imposible llegar hasta ellos porque se ocultan bajo una máscara como cobardes. Nos han arrebatado mucho y van a seguir así hasta que los detengamos. Si le quitamos los peones a la reina no tendrá más defensas y tendremos el camino despejado hasta ella — Alissa miró las carpetas en un suspiro que denotaba su pena mezclada con la ira —. Nosotros hemos agachado la cabeza todo este tiempo, pero eso se acabó por que ahora tenemos ventaja. Ahora tenemos sus caras — Alissa alzó las carpetas y las dejó caer sobre la mesa —. ¡Ahora los cazadores seremos nosotros!
Todos en la sala gritaron al unísono. El tiempo de esconder el rabo entre las piernas y seguir las órdenes había acabado para nosotros. Solo nos quedaba ver el resultado de nuestra desobediencia cuando comenzáramos a ir a por los asesinos. El precio sería alto y no podíamos retroceder. Teníamos mucho que perder y todo por ganar.
Nuestra libertad.
Alissa se bajó de la mesa y todos comenzaron a coger las carpetas y a pasárselas entre ellos, memorizando la información de cada hoja, grabando sus caras en sus mentes.
— Bonito discurso, muy inspirador — le dijo Connor una vez llegó a nosotros.
— No me tires de la lengua — estaba cabreada, pero conociéndola sabía que tenía días peores y ese no era su punto álgido de enfado.
Nos sentamos en los taburetes. Alissa se puso lo más alejada de mí. Seguramente para no tener que sentarse junto a Nancy. Seguía enfadada por la charla anterior con ella. Ashton hizo lo mismo. La diferencia era que él estaba obligado a sentarse lejos de mí.
Connor se puso entre ellos, Alex al lado de Ashton, después Nancy y por último yo, al final de la barra. Lo más alejada de Garret que pude.
Garret estaba dudando en si acercarse a nosotros o no, pero era el barman, era cuestión de tiempo que tuviera que hacerlo.
— Hola chicos — su voz sonaba diferente, como si no estuviera seguro de lo que tenía que decir — ¿Qué vais a querer?
— Ponme un poco del Whiskey de la otra vez — le dijo Alissa mientras se quitaba la chaqueta para dejarla sobre la banqueta.
— Se nos acabó la semana pasada...
Miré la estantería sabiendo que yo había sido la culpable de que estuviera vacía.
Alissa suspiró y buscó otra bebida por la estantería.
— Bueno pues Vodka. Me da igual.
— ¿Vosotros? — le preguntó Garret al resto.
— Lo mismo — respondió Ashton.
— ¿Madison? — me preguntó Garret de nuevo al no responder.
Negué con la cabeza y tragué saliva notando el nudo de la garganta apretarme cada vez que me miraba.
— No, yo no quiero.
No iba a repetir la noche de la semana anterior. Ya me había prohibido a mí misma probar la bebida de nuevo.
— ¿Con quienes venís esta vez? — preguntó Garret mientras echaba las copas a todos.
— Somos como las perreras, siempre vamos recogiendo perros perdidos — se notó de lejos que Alissa lo dijo con malicia y aquello hizo que la lanzara una mirada desde el otro lado de la mesa.
— Y parece que algunos tienen la rabia — dije después.
Alissa me miró y yo la mantuve la mirada hasta que se giró con rabia de nuevo.
Alex trató de no reírse y Nancy hizo lo mismo llevándose la copa a su boca. Poner en su sitio a Alissa siempre se me había dado bien. Hacía tiempo que también dejé de temerla.
— Son Connor y Nancy — dijo finalmente Alex —. Séptimo nivel.
Esperaba que Garret se sorprendiera por ser ambos de su mismo nivel, aunque el de Nancy fuera falso pero la respuesta de Alex le hizo pensar en otra cosa. Se veía en su cara como estaba recordando algo.
— ¿Connor entonces? — repitió su nombre como si quisiera que encajara en su cabeza.
El mismo día que tuve mi pelea con Connor fue la última noche que estuve en el Crawford's. Garret fue más listo de lo que me creía y dio en el clavo al suponer que alguien con poderes me había hecho esa enorme herida en el abdomen, concretamente alguien del séptimo nivel. Lo había recordado perfectamente y sabía que el culpable de esa herida era Connor.
Connor asintió y se dieron la mano sobre la barra. Vi como Garret le agarraba la mano con más fuerza de la necesaria para sacudirla en señal de aviso. Connor se dio cuenta, pero no añadió nada más.
— Encantado Nancy.
A ella le puso una sonrisa, completamente amplia y sincera y Nancy le sonrió de vuelta.
La noche seguía relajada, al menos ahí abajo para nosotros sintiéndonos intocables entre esas paredes. Alissa se ahogó en todas las copas que pudo alejada del resto. Se notaba que Connor se sentía incomodo y se arreglaba su camisa cada cinco segundos para que el cuello no se abriera mucho y descubriera su tatuaje de esa perversa polilla mitad calavera, pero supe que a Garret no le había hecho falta verlo para saberlo. Estaba muy pendiente de Connor todo el rato, como si estuviera esperando a que diera un paso en falso y saltar sobre él. Alex y Ashton hablaban entre ellos y notaba como Ashton me miraba de vez en cuando. Era su manera de decirme "estoy contigo".
Yo estuve hablando con Nancy, intentando aclararle el tema de los poderes todo lo que pude ya que algunas cosas seguían siendo una incógnita para mí. Ella me escuchaba con fascinación a cada cosa que decía a pesar de que para mí eran terroríficas algunas de ellas. Los poderes reunidos ahí abajo eran más fuertes de lo que podía llegar a imaginar, aunque fueran categorías inferiores.
Los de mí misma categoría también me daban respeto. El tema de los terremotos, los tornados... todo lo que un pequeño descontrol podía crear era interesante para Nancy como si estuviera contándole un cuento que no podía atravesar sus páginas de papel, pero todo era real y eso sí que daba miedo. El poder que cada uno teníamos guardado en nuestro interior era algo que no llegábamos a procesar realmente.
— Madison, ¿podemos hablar?
Garret se puso frente a mí en la barra y noté un subidón en el estómago, aunque no sabía si era de los buenos o de los malos. Se me había revuelto toda la cena en un segundo.
Intenté aparentar que no pasaba nada, pero Nancy estaba delante escuchando.
— Nos tendríamos que ir ahora. Nancy no puede llegar tarde a su casa.
Omití por completo su pregunta, pero él no lo iba a dejar ahí.
— Es solo un momento... quiero disculparme como es debido...
— Garret — le corté —. No pasa nada, todo está bien.
Nancy frunció el ceño. Se notaba de lejos que quería evitar hablar con él y Ashton también se dio cuenta.
— ¿Qué ocurre?
— Nada, es algo que tengo que hablar con Madison.
Ashton levantó una ceja frente a su respuesta y después me miró.
— ¿Desde cuándo sois tan amiguitos? — dijo Alissa al final de la barra con su quinta copa en la mano. Seguía en pie, pero el efecto del alcohol ya se notaba en su voz.
El pulso se me aceleró. Todos se iban a enterar en ese momento y no quería que fuera así.
— Nos presentaste tú Alissa — le recordé —. Tenemos que irnos — repetí de nuevo, pero ninguno se movió de su sitio.
Alissa clavó sus ojos en Garret, demandándole una respuesta.
El dudó, pero parecía que no tenía problema en hablar.
— Solo es que... nos besamos y... no debí hacerlo y por eso quería disculparme.
Cerré los ojos.
No podía ser verdad. Desee que no fuera verdad. Que no hubiera dicho esas palabras en voz alta, pero lo había hecho y todos le habían oído. Todos se giraron para mirarme. Todos menos Ashton.
Garret no pareció entender porque me había puesto así y Alissa le aclaró todas las dudas.
— Vaya... parece que va a acabar bien la noche — se giró para mirar a Ashton — ¿Tú que crees?
Garret siguió la mirada de Alissa y se detuvo en Alex por error.
— Alex lo siento yo no sabía...
Garret pensaba que entre Alex y yo había algo. Alex negó con la cabeza. Se carraspeó la garganta y señaló a Ashton con la cabeza.
Los ojos de Garret acabaron en Ashton y los de Ashton en Garret. La tensión se podía cortar un cuchillo.
Garret tragó saliva y casi podía ver el sudor crearse en su frente. Ese miedo del que hablábamos antes estaba grabado en el rostro de Garret a medida que los ojos de Ashton se adentraban más en él.
— Joder...
Después me miró como si por fin hubiera entendido que significaba lo de "es complicado" cuando le hablé de alguien importante para mí.
Ashton le dio el último sorbo a su copa para acabarla y la dejó sobre la mesa.
— Es cierto, deberíamos irnos.
Se levantó de la silla y sin añadir nada más se marchó hacia la puerta desapareciendo entre la gente. Alex se levantó segundos después y fue detrás suya.
Suspiré, pasándome la mano por la cara notando la pesadez de mis párpados y el dolor que se estaba creando en mi pecho.
— Madison... — volvió a decir Garret.
— No es culpa tuya — dije cortándole antes de que se disculpara de nuevo —. Ahora sabes por qué era complicado.
— Vámonos — dijo Nancy poniéndome una mano al hombro. Intentaba sacarme de esa situación, pero salir de allí abajo no iba a arreglarlo.
— Te llevo a casa — le dije levantándome de la silla.
Miré por última vez a Garret sintiendo que la que tenía que pedirle perdón era yo. Dejé que me besara y yo fui la que tenía que haberlo evitado.
Pasé al lado de Alissa y antes de avanzar más nos paró a ambas con su brazo.
— ¿Os vais sin mí?
— No creía que quisieras venirte de nuevo con Nancy y conmigo — solté más borde de lo que quería, pero no estaba de humor para Alissa.
— Si toca hacer de niñera habrá que hacerlo.
— Te ofreciste tú a venir — le recordé.
— Me ofrecí para estar contigo no con ella — respondió con indiferencia.
— No parece que quieras estarlo.
— Pero tengo que hacerlo.
— ¿Como que tienes que hacerlo? — dije a punto de reírme por el tono de sus palabras — ¿Estás obligada a ello o qué?
— Porque eres un caos Madison. Alguien tiene que estar vigilando tu culo cada dos segundos para que no la líes.
— ¿De qué narices hablas?
Respiró hondo, dejó su copa de un golpe sobre la barra y se levantó.
— No dejaste que Stephen te vigilara asique tuve que hacerlo yo por él porque te fiabas de mí.
— ¿Tú eras la que hablaba con Stephen por teléfono esa noche? — apreté los puños.
— Te cuesta sumar dos más dos, ¿verdad? — comenzó a reírse y puso sus manos en sus caderas —. Te dejé una noche sola y te liaste con Garret asique sí, yo creo que hace falta que esté contigo.
Abrí mis puños y levanté la mano para darle una bofetada. Cuando giró su cara de nuevo hacia mí, tanto sus ojos como los míos estaban iluminados. Había llegado al límite de mi paciencia con Alissa.
— No sabes lo que deseaba que llegara este momento — Alissa apretó la mandíbula, dispuesta a tirarse sobre mí.
Antes de que lo hiciera, un ruido parecido a un disparó se creó sobre nuestras cabezas. Alissa se detuvo y se apartó de mí llevando su vista al techo al igual que el resto. Busqué a Ashton sin éxito por la sala. Diferentes ojos de colores se mostraron a mi alrededor. Ningunos los que buscaba.
Todo se tornó en un silencio absoluto como si la muerte hubiera venido a por todos nosotros y así era. Iluminé mis ojos y elevé la vista hacia el techo que nos cubría. Sobre nosotros había once figuras térmicas.
Comencé a jadear, el pánico se había apoderado de mí.
— Están aquí — dije rompiendo el silencio.
Todos comenzaron a mirarse entre ellos, iluminando sus ojos unos tras otros en señal de ataque.
Los asesinos no habrían venido en son de paz.
Me giré, viendo a Alissa y como sus hombros subían y bajaban con fuerza a medida que los pasos se movían sobre nosotros.
Tras ella, Nancy. Si nosotros estábamos entrando en pánico no me quería imaginar como estaría ella. La temblaban las piernas, aunque se mantenía en pie. Estaba intentando con todas sus fuerzas no mostrar miedo, no mostrar debilidad, pero ni si quiera el poder nos daba seguridad a nosotros.
— Alex — le llamé, intentando buscarle entre la gente.
Alex se abrió paso y llegó hasta mí. Ambos miramos a Nancy. Teníamos que sacarla de ahí.
— Tenemos que esconderla.
— El problema es que no tenía que haber venido joder — se echó el cabello hacia atrás, apunto de perder los nervios.
Garret salió de detrás de la barra y se acercó a nosotros.
— Hay unas galerías subterráneas que llegan hasta las afueras de la ciudad. Es la salida de emergencia que tenemos en caso de que nos encuentren.
— ¿Dónde están? — preguntó con impaciencia Alex.
— En la parte de atrás — Garret señaló el final del local con la cabeza y Alex no se lo pensó dos veces.
— Vámonos.
Agarró a Nancy para hacerla invisible y Alissa le puso la mano encima.
— No puedes abandonarnos ahora.
— Vosotras no teníais que haber traído a Nancy aquí — respondió con la mandíbula tan tensa que la vena de su cuello se marcó.
— Tienes que quedarte con ellos. Yo puedo buscar el camino a casa — le pidió Nancy.
— Yo me voy con ella. A mí no pueden verme aquí si no queréis que mi tapadera se descubra.
Connor se ofreció y hubiera sido un acto heroico si no fuera porque yéndose con Nancy también se protegía a sí mismo en vez de enfrentarse a los asesinos con nosotros.
No había más opciones y Alex lo sabía. Ninguna más que pudiera sacar a Nancy de allí en pocos segundos. Se nos acababa el tiempo a medida que los pasos se acercaban a nosotros y nos acorralaban.
Alex agarró a Connor del brazo antes de dejarles marchar.
— Demuéstrame que eres uno de nosotros y protégela con tu vida. Si salimos de aquí te llamaré.
Nancy entró en pánico.
— ¿Si salís de aquí?
Alex la besó, sin importar todos los que estábamos allí. No se escondía e iba a luchar por eso. Por ser libre con ella.
Era como si se estuviera despidiendo de ella para siempre y eso me estrujó el corazón. No solía cumplir muchas promesas pero en ese instante me hice una a mí misma. Saldríamos de allí y Alex se reuniría con Nancy de nuevo.
Costara lo que costara.
— Corre.
Esas fueron las últimas de Alex mientras clavaba sus ojos en Connor. Él agarró a Nancy del brazo y tiró de ella. Las lágrimas se formaron en los ojos de Nancy al no poder hacer nada. Nosotros éramos los que teníamos que permanecer ahí.
No era algo que quisiera asumir, pero era la realidad que teníamos que enfrentar. Esa noche podía cambiarlo todo. Lo que estaba seguro era que no nos rendiríamos tan fácilmente.
La puerta que nos separaba del exterior sonó al abrirse y el ruido de numerosas pisadas se acercaba cada vez más. Me hice paso hasta la entrada y continué buscando a Ashton. Estaba parado al final de las escaleras. No me hacía falta ver sus ojos para saber que estaban brillando con fuerza. De sus puños salía un vaho helado y su piel empezó a recubrirse de hielo.
Se giró, viendo cómo me acercaba a él y vi la preocupación en su mirada. Activé también mis ojos y dejé que el fuego recubriera la piel de mis manos. Alissa hizo lo mismo, permitiéndole a la electricidad recorrerla por completo creando chispas alrededor de todo su cuerpo.
Los demás poderes se hicieron visibles, pero por desgracia los únicos que nos servían en ese momento eran los de tercer nivel para arriba. Nosotros teníamos que dar la cara.
A mi derecha apareció Luther. No le había visto hasta ese momento en toda la noche, pero estaba listo para luchar. No había agachado la cabeza. Había dejado sus ojos negros azabache atrás para dar paso al verde. Apretó sus puños y no supe que esperar cuando hizo ese gesto, pero de seguro que no era que el suelo bajo nuestros pies temblara por unos instantes.
Busqué unos ojos morados por la sala. No sabía si necesitaba una predicción de como iría aquello, pero con solo encontrar la cara de uno lo sabría. Un chico delgado casi al fondo del Crawford's cruzó mirada conmigo. En él pude ver que estaba estudiando todos los finales posibles y ninguno parecía complacerle.
Me giré de nuevo. Tragué saliva al saber que estábamos a escasos segundos de tenerlos frente a nosotros. La duda era ¿Stephen estaría esa noche con ellos?
Los pasos cesaron y en su lugar se escuchó un golpe, de algo pesado chochando contra los escalones. Algo estaba avanzando a toda velocidad resonando por las escaleras hasta que llegó a nosotros, pero no era algo si no alguien. Una persona había bajado rodando. Cabello negro, piel blanca y unas gafas medio rotas que habían rodado con ella.
Era Esther.
Apagué mi fuego de inmediato y me agaché hacia ella. Despejé su rostro apartando su cabello y vi que estaba magullada. No abría los ojos. Puse mi dedo índice sobre su cuello para comprobar su pulso y antes de poder saber si estaba viva o muerta, el simple roce con su piel me hizo ver esa visión de nuevo.
Esa vez iba más rápido como si se hubiera duplicado la velocidad. Yo en el suelo. Mi ropa llena de sangre al igual que mis manos. A mi lado, pero aún demasiado lejos, Ashton. Estaba desangrándose rápidamente y yo intentaba acercarme a él sin éxito hasta que todo se volvía negro de nuevo.
Aparté mi mano de ella intentando saber dónde estaba de nuevo. Esa pequeña ojeada al futuro me destrozaba por no ser capaz de sacar nada más en claro. Cada vez tenía esa sensación más cerca. El dolor. Ocurriría pronto. Seguía marcado en el futuro.
Esther abrió los ojos lentamente y se llevó una mano a la cabeza. Me arriesgué a tocarla de nuevo, pero lo hice por encima de su ropa, no podía tocar su piel de nuevo. No quería ver aquello ni una vez más.
Estaba desorientada y totalmente ida. La levanté del suelo e intenté ser todo lo clara y concisa que pude con ella.
— Ponte detrás de mí.
Me aparté de ella cuando los pasos por los escalones volvieron de nuevo y sentí las llamaradas preparadas bajo mi piel, deseando salir para atacar.
Los asesinos aparecieron al final de la escalera y uno a uno fueron entrando. Sus rostros seguían ocultos y no podía parar de pensar que seguramente Stephen estaría tras una de esas máscaras negras.
¿Para evitar una masacre o empezarla él mismo?
Había diez hombres. Faltaba uno y no tuve mucho tiempo de preguntarme quien faltaba. Un chico de ojos castaños, con el cabello en el mismo color a la altura de las orejas y barba de varios días, entró por la puerta. Era alto y más mayor que nosotros, pero aun así no aparentaba más de veinticinco.
Al verle, todos retrocedieron varios pasos dejándonos a Ashton, Alex, Alissa y a mí al frente.
— No puede ser — oí a Alissa susurrar y al instante retrocedió al igual que el resto.
¿Quién podía darle tanto miedo a Alissa como para a hacerla retroceder?
No llevaba el mismo traje negro que los demás, llevaba ropa normal y corriente y tenía su cara descubierta. No tenía miedo de que se supiera quien era, ¿por qué?
Estudié su rostro y no conseguía encontrar la persona que buscaba. Yo no le conocía, pero el resto estaba claro que sí. ¿Quién podría tener tan mala reputación e inspirar tanto miedo entre ellos?
Entonces lo entendí.
Se trataba de Marcus.
Era el rostro rallado en la foto que Garret me enseñó. El que traicionó al hermano de Alissa. El mejor amigo de Garret que tomó su propio camino en contra de todo lo que era, en contra de sus amigos. Era del sexto nivel. Alissa creía que todos los que eran capaces de leer la mente estaban medio locos. Todos menos Marcus.
Alissa me contó que era capaz de concentrarse en una sola persona a pesar de haber cientos a su alrededor. Todos éramos vulnerables en su presencia. Ninguna mente estaba segura a su lado y menos la mía. Saber que podía ver mis pensamientos con claridad hacía que todo lo malo que había hecho en mi vida volviera a mi cabeza y no podía permitirlo.
Tenía que dejar de pensar, ¿cómo?
La única manera en la que lo había conseguido era dejando al fuego tomar el control sobre mí. Cuando él me controlaba mi mente se quedaba en blanco. Como un botón de apagado automático. No quedaba espacio para algo en mi mente que no fuera el fuego.
Marcus nos observó, sabiendo el miedo que despertaba en todos y cada uno de los que estaban ahí, pero no iba a dejar que conmigo ocurriera igual. Alex y Ashton parecieron entender quién era por la reacción de Alissa. Iban a tener que resistirse mucho si no querían que Marcus entrara en sus cabezas y descubriera todos nuestros secretos.
— Vaya — respiró hondo, como si estuviera satisfecho con la reacción de los demás ante su llegada —. No esperaba menos. Ya sabéis que no os hace falta hablar para que pueda entenderos.
Observó nuestros rostros buscando caras conocidas. Dio con Alissa y comenzó a caminar hacia ella. Sabía que Alissa podía defenderse sola, siempre lo había hecho, pero eso no evitó que sintiera la necesidad de protegerla. Le corté el paso poniéndome delante de él.
— No sabía que estuvieras invitado.
En ese momento era el fuego el que iba a llevar las riendas, y no me iba a preocupar ni los más mínimo si así conseguía desviar su atención del resto y de mi mente.
— ¿Nos conocemos? — preguntó con indiferencia.
"Madison" dije como respuesta en mi cabeza.
Elevó la barbilla y pude ver como una pequeña y perversa sonrisa intentaba escaparse de sus labios.
— Un placer.
— No puedo decir lo mismo.
Agrandó su sonrisa, como si le divirtiera mi respuesta.
— No me conoces, pero te tomas la libertad de juzgarme, ¿por qué no me dejas hacer lo mismo?
Activó sus ojos, volviéndolos tenebrosos con el tono violáceo tan oscuro que mostraron.
Inclinó su cabeza a un lado buscando una respuesta en mí a través de mis iris naranjas que estaban a punto de desatar el fuego.
Nada.
Solo podía ver fuego por todas partes.
— ¿Nada? — dije con burla sin esconder una sonrisa como había hecho él.
— No — reconoció —, pero varias personas aquí se han tensado un poco.
Miró a Ashton arrugando su entrecejo. Ashton estaba serio y seguía manteniendo el hielo bajo control, pero puede que no por mucho tiempo.
— Qué narices quieres — dijo Garret llamando su atención.
— Auch... Así no se trata a un viejo amigo.
— Tu ya no eres bienvenido aquí Marcus.
Marcus soltó una risa en un suspiro mientras se acariciaba la barbilla.
— Ah ¿no?, porque creo recordar que este lugar asqueroso es vuestro gracias a mí. Yo fundé el Crawford's y puedo elegir cuando echaros de aquí.
— ¿Por eso te has traído a diez hombres más contigo? — me acerqué más a él — ¿Porque eres capaz de echarnos a todos de aquí tú solo?
La diversión se había acabado para Marcus. Cerró los puños haciendo que crujieran sus nudillos. Ni me inmuté. Lo único que tenía era su poder de leer la mente y mientras tuviera el fuego conmigo no le iba a funcionar.
Uno de los asesinos dio un paso hacia delante y Marcus puso su brazo delante de él impidiéndole dar el siguiente.
— No es una petición — dijo acercándose a mí, casi respirando el aire que expulsaba de mis pulmones —. Me pertenecéis, todos y cada uno de nosotros. Nada me impediría acabar con vosotros ahora.
— Somos más de los que sois capaces de controlar, y tú no tienes pinta de poder mandar sobre nadie.
Los agujeros de su nariz se agrandaron.
Podría tener el poder de matarnos a todos en ese momento usando a los asesinos, pero no lo hacía. Seguía ahí parado delante de mí.
— Tienes suerte de no ser tú el encargo de esta noche.
Marcus hizo contacto visual con Esther. Seguía detrás de mí, apenas siendo capaz de mantenerse en pie.
— Ni se te ocurra — le advertí.
Marcus se llevó la mano a su espalda, sacando de la parte de atrás de su pantalón vaquero una pistola.
— Hay que aprender que saltarse las normas está mal y la única manera de que todos aprendáis es dando ejemplo — levantó la pistola y apuntó hacia Esther —. A que sí, ¿Alissa?
Marcus se estaba regodeando de la muerte de Logan, el hermano de Alissa. Ella había quedado como recordatorio de lo que ocurría si no se seguían las normas y Marcus pretendía hacer lo mismo con nosotros matando a Esther.
Alissa seguía detrás de mí. Estaba entristecida a pesar de tener cara de enfado y apretar sus puños con fuerza. Sus ojos estaban húmedos, reteniendo con fuerza las lágrimas por la impotencia de no poder hacer nada.
— Eres un cabrón — respondió ella, conteniéndose para no matarle y que los asesinos se ocuparan de nosotros después.
— Un cabrón muy listo — le corrigió —. Hay que estar del lado que gana Alissa, sea cual sea y aún no lo has aprendido.
Cargó el arma y mantuvo el cañón apuntando a Esther. El tiempo pareció detenerse. No podía dejar que la matara. Le prometí a Esther que la protegería de cualquiera a quien le tuviera miedo y en ese momento supe que se trataba de Marcus.
Ya la habían golpeado y tirado por las escaleras como si fuera basura. No dejaría que la atravesara una bala. Puede que no fuera la mejor idea porque no solucionaría que nadie recibiera un disparo, pero me puse entre la pistola y ella.
El fuego seguía decidiendo, si lo sacaba de mi cabeza seria vulnerable para Marcus, más vulnerable que interponiéndome entre Esther y esa bala.
Marcus enarcó una ceja, sin que si quiera le temblara la mano que sujetaba el arma.
— ¿Estás dispuesta a morir por ella? — preguntó totalmente serio.
— No vas a disparar — dije convencida.
— Esa no es la respuesta Madison.
Antes de que me diera cuenta, puso su dedo en el gatillo, mirándome con frialdad a los ojos. Apretó el gatillo y vi como en una fracción de segundo Ashton se puso delante de mí. El disparo resonó y lo sentí como si me hubiera traspasado, aunque no hubiera sido así. Me llevé las manos al pecho al instante, nada.
No, no podía ser así. ¿Se iba a cumplir la visión? ¿En ese momento? Ashton no se giró, seguía mirando a Marcus y él reflejaba la ira en cada parte de su rostro. No lo pensé y me abalancé sobre Ashton para girarle.
Observé su pecho. No había sangre, no había agujero de bala, no había nada.
Ashton me miró, sus pupilas temblaban y yo no me había dado cuenta de que me temblaban las manos hasta que bajé la vista viendo nuestras manos unidas.
Marcus nos observó y guardó la pistola de nuevo.
— Nos veremos Madison. Muy pronto.
La munición no era real. No iba haber matado a nadie. Apreté los dientes como si tuviera el cuello de Marcus entre ellos y él nos miró a todos por última vez como el que observa a un animal enjaulado, sabiendo que tenía el control. Después desapareció por la escalera y los asesinos le siguieron uno a uno.
No supe que había estado aguantando la respiración hasta que el último de los hombres desapareció de nuestra vista. Cogí una bocanada de aire teniendo el sonido del disparo aún en mi cabeza.
Creí que iba a perder a Ashton. En menos de un segundo Marcus podría haberlo arrancado de mi lado, para siempre.
Estaba a punto de llorar, las manos me seguían temblando y Ashton no se lo pensó dos veces. Soltó mis manos y me abrazó con fuerza haciendo que soltara todas las lágrimas contra su pecho.
— Estamos bien Madison — me aseguró en un susurro a pesar de que su voz estaba pendiente de un hilo.
Los demás no tardaron en darse cuenta de lo que ese abrazo significaba al igual que Marcus. Su intento de asesinato le había dado lo que necesitaba. Una debilidad. Mi mayor debilidad y no había tenido que leer mi mente. Ashton se había puesto delante de la pistola sabiendo que moriría cuando Marcus disparara. Sabía que moriría salvándome.
— ¿Qué narices significa esto? — dijo una voz cerca de nosotros —. ¡Vosotros sois los culpables de que hayan venido!
Era aquel hombre que se opuso a enfrentarse a los asesinos la primera vez. Alegando que no teníamos nada por lo que luchar y por eso debíamos seguir las ordenes, fueran las que fueran.
No tenía fuerzas para responder, a pesar de que nadie había salido herido tenía grabada la imagen del cañón de la pistola en mi cabeza.
— ¿Vas a echarnos la culpa? — respondió Ashton.
— Esto está prohibido chico — dijo refiriéndose a nosotros dos —. Vendrán otra vez y yo no voy a dar la cara por vosotros.
— Tampoco lo has hecho ahora — intervino Alissa.
— Nadie sale ileso si se enfrenta a Marcus, todos lo sabemos. ¡Ella solo nos va a traer más problemas! — dijo señalándome.
— ¿Problemas? — repitió Ashton —. ¡Nos ha salvado a todos! — elevó la voz —. Los asesinos no vienen a hacer una visita sin un motivo. Ella ha conseguido que se vayan con las manos vacías.
— Por ahora — añadió el hombre —. Eso solo significa que la próxima vez no se llevaran solo a uno.
— Quedó muy bonito cuando nos contaste la historia de tu hija muerta a manos de los asesinos, pero todos aquí sabemos que traficaba con personas y por eso se la quitaron de en medio — Alissa se puso delante de él —. Tienes dos opciones, seguir luchando a nuestro lado o en el de ellos, pero la única persona que has visto que se interponga entre una bala por alguien es Madison.
— ¿Y qué va a hacer? ¿Me lo va a impedir? Es fuerte contra los asesinos, pero no sería capaz de hacernos daño a ninguno de nosotros.
— Y no lo haría — afirmó ella—. Madison tiene cargo de conciencia, yo no. Yo sería la que apretaría el gatillo en tu cabeza.
El hombre elevó la cabeza, mirando con rabia a Alissa, sabiendo que ella si sería capaz de matarle si se metía en su camino.
— Entonces nada te diferencia de ellos, eso es lo que Marcus hizo con tu hermano.
— Yo te estoy avisando, Marcus no hizo eso. Llevémonos bien, vamos a necesitarlo de ahora en adelante.
Alissa echó una mirada a los demás, esperando una respuesta por su parte. La mayoría no quería problemas. Otros, se notaba que estaban en contra. Sabían cómo se extendía la ira de los asesinos y no querían que acabara sobre ellos. Nosotros en cambio no teníamos opción.
Ninguno añadimos nada más. Miré a Garret por última vez, siendo yo la que le estaba rogando por su perdón. Me miró con tristeza, pero algo me decía que no era por la visita de Marcus si no por nosotros dos. No le había dejado hablar conmigo ni explicarse.
Esa noche sí que había cambiado algo, pero a peor. Ya se sabía lo que había entre Ashton y yo.
La verdadera guerra comenzaba en ese momento.
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