CAPÍTULO 30: SIN TIEMPO

Madison

Salí corriendo de allí todo lo rápido que mis piernas me lo permitieron mientras oía los pasos de los demás detrás de mí.

Estaba en blanco, corriendo sin seguir ninguna dirección. Sin ningún lugar al que ir. No tenía ni idea de dónde empezar a buscar a Ashton. Si esa visión se iba a cumplir me estaba quedando sin tiempo.

Fuera, el clima gélido me nubló más de lo que estaba. No tenía nada fiable para poder encontrarle antes de que le mataran.

— Tenemos que dividirnos — dijo Alex al llegar a mí.

— ¿Crees que podremos encontrarle? Podría estar en cualquier sitio de la ciudad — le advirtió Alissa.

No se equivocaba. Era peor que intentar buscar una aguja en un pajar. Me enterré en mi propia mente mientras daba vueltas en círculos bajo el porche del instituto. Yo ya sabía lo que venía y no estaba preparada para ello. Aun sabiendo el sitio en el que sería no había podido encontrarlo. Tenía a los sospechosos delante de mí y había acabado desconfiando de los que no eran culpables dándole así al responsable mayor libertad para quitarme a Ashton de mi lado.

Roselyn era quien lo había planeado.

— Madison — dijo Alissa llamando mi atención, pero apenas la escuchaba, como si fuera una voz en la lejanía — ¡Madison! — me agarró de los brazos para detenerme y la miré sintiéndome totalmente ida, acabada —. Hay que encontrarle, ¿vale? Necesitamos tu ayuda.

Mi ayuda no iba a servir de nada y esa desesperación me fue perforando hasta llegar a lo más profundo de mí.

— Ashton no es el que está en peligro — Nancy se acercó a mí, manteniendo una distancia prudente como si por primera vez si tuviera miedo de mi —. Creo que se ha ido él, por su propio pie.

— Explícate — le pidió Alissa.

Nancy pasó su mirada a cada uno de nosotros hasta quedarse en mí.

— He ido a verle esta mañana, antes de venir a clase. Le veía tan mal... totalmente sedado que decidí quitarle la vía con el calmante. Empezó a mover algunos dedos de la mano, incluso los parpados como si quisiera abrirlos... y habló.

— ¿Qué dijo? — casi le supliqué con el tono de mi voz.

— Tu nombre — respondió ella en un pequeño suspiro —. Le dije que no era tú y... me preguntó por ti.

— Nancy, no nos estás aclarando por qué piensas que él se ha ido solo — insistió impaciente Alissa.

— Porque cuando me preguntó por Madison... le dije lo que ocurrió con Connor... Lo siento.

— ¿La pelea? — intentó aclarar Alex.

Ella asintió.

— Pero no sabe nada de que compartís poderes ni el mismo dolor físico... No sabe que Connor tiene ese poder — el pánico estaba en casa sílaba que soltaba Nancy. Era peor de lo que imaginábamos.

— No se lo han llevado... — dijo Alissa al comprenderlo y yo sentí un nudo en el estómago al hacer lo mismo —. Se ha escapado para ir a por Connor.

Se nos acababa el tiempo. No para Ashton si no para mí. Si no le encontrábamos antes que él a Connor. Yo sería quien moriría.

Vi el miedo en Nancy al darse cuenta de lo que iba a pasar. No había sido culpa suya. Yo era una mentirosa y su virtud era la verdad, no tenía que sentirse culpable por ser sincera. Contarle aquello a Ashton lo había sacado de ese hospital antes de que Roselyn pudiera llegar hasta él, aunque el resultado fuera que Ashton nos enterraría a Connor y a mí de un solo golpe.

— ¿Dónde está Connor? — pregunté a punto de salir corriendo.

— Se fue a su casa después del almuerzo.

Alissa conocía el camino y corrió en dirección a su casa con nosotros detrás. En menos de diez minutos, habíamos atravesado casi todo el pueblo hasta llegar al puente del rio Big Sioux. Connor vivía en el centro de la ciudad al igual que Harper.

Estábamos a punto de llegar cuando un fuerte dolor en mi muslo derecho me hizo parar y caí al suelo. Me llevé la mano a mi pierna y un flujo de sangre empezó a traspasar la tela del vaquero. No grité, apenas hice un pequeño ruido presionando la herida con la palma de mi mano para detener la sangre, pero no sirvió.

Todos se detuvieron y Alex fue el primero en venir a mí, pero Alissa le obligo a seguir andando.

— ¡Entra! ¡Encuentra a Connor!

Alex maldijo al aire y se dio la vuelta para llegar a la puerta y comenzó a aporrearla.

— ¡Connor! — no hubo respuesta — ¡Connor abre la puerta!

Alissa y Nancy me agarraron de ambos costados y me levantaron del suelo. Apoyé la otra pierna para poder andar y fuimos a la puerta. Seguía sin haber respuesta asique Alex tiró la puerta de una patada arrancando parte del marco de madera.

No había nadie en el salón. Ni rastro de Connor ni de Ashton. Nancy no podía más con mi peso asiqué me agarré al sofá para apoyarme y la sangre resbaló de mi pierna hasta la tela del sofá manchándola al igual que el suelo.

Iluminé mis ojos y repasé las habitaciones de la casa una a una. Dos figuras en la planta superior. Una de ellas familiar por ese tono azulado que creaba ante mis ojos.

— Está arriba. Ashton está con él — les dije a punto de caerme de nuevo, pero me agarré con fuerza a la barandilla y subí las escaleras hasta esa habitación.

Alex se hizo paso delante de mí y golpeó la puerta de la misma manera que lo había hecho abajo.

Estaba cerrada.

— ¡Ashton! ¡Abre la maldita puerta!

Cuando Alissa y Nancy llegaron arriba yo ya no podía respirar. La piel de mi cuello empezaba a estar tensa, apretándose poco a poco y notaba la capa de hielo cubriéndola, congelando cada célula de mi piel.

Alex agarró el pomo con ambas manos y empezó a golpear la puerta con su hombro hasta que se abrió.

En mitad de la habitación estaba Ashton, sujetando por el cuello a Connor contra la pared. El primero en entrar fue Alex que agarró a Ashton desde la espalda para separarlos, pero no lo conseguía. Era como si Ashton no estuviera escuchando, como si no estuviera presente. Sus manos seguían sobre el cuello de Connor, sin ahogarle, extendiendo su frio hasta él y, en consecuencia, en mí también.

— ¡Ashton para! — le gritó Alex teniendo que soltarle. No podía soportar el frio de su piel.

Avancé hasta ellos, viendo la mirada de Connor transformarse en fuego, dispuesto a pelear.

Empujé a Ashton poniéndome entre ellos dos haciendo que soltara a Connor. Las piernas me fallaron y mi cuerpo calló sobre Connor que seguía apoyado en la pared, jadeando de la misma manera que yo. El frio se estaba yendo y podía respirar de nuevo.

Connor me agarró al ver que me caía al suelo por falta de fuerza. Seguía sin poder apoyar las dos piernas.

Estiré mi mano frente a Ashton al no poder decirle "para", pero sabía que ya no iba a hacerle daño, no después de verme a mí.

Ashton no lo entendió. No entendía porque estaba protegiendo a Connor y en una situación normal yo tampoco lo habría entendido porque no tendría sentido. Estaba confuso, respirando de forma agitada. Sus ojos brillando con intensidad y el hielo recubriendo cada parte de su piel. No parecía él. La venganza estaba actuando por él.

Bajó la mirada hasta mi pierna viendo detrás la de Connor. Ambas con la misma herida en el mismo lugar al igual que ocurrió con nuestro abdomen una semana atrás. Después me miró a los ojos viendo a la par los de Connor. Ambos incendiados en llamas.

— Están conectados — Alex se acercó a Ashton, comprobando que ya no fuera un peligro —. Sienten lo mismo.

Ashton se llevó las manos a la cabeza lamentándose y negué con la cabeza cuando me miró como si así dijera "no importa, estoy bien".

— Joder... — fue lo que alcanzó a decir mientras recuperaba el aliento.

El hielo desapreció en él y se acercó a mi arrancándome de los brazos de Connor. Su olor me embargo como la sensación de calor al volver a casa. Esa nostalgia que dolía contra más lejos estaba, pero ya no existía.

Giré mi rostro y miré a Connor que estaba aún apoyado sobre la pared. En su pierna había un cuchillo rompiendo la tela de su pantalón y clavado en su piel.

— Se lo dije y no me creyó — Connor tenía la voz entrecortada —. Intenté avisarte — dijo señalando mi muslo con su dedo índice.

Él había sido el que se había clavado el cuchillo en señal de aviso.

— ¿Cómo iba a hacerlo? — me acerqué a él y la arranqué el cuchillo del muslo provocando un dolor mayor en ambos cuando salió de su piel.

— Por cosas como esta necesitaba tu protección.

— No me estas usando de protección — agarré el cuchillo con fuerza en mi mano y lo puse sobre su garganta, sin pensar en las consecuencias — ¡soy tu maldito escudo y van a acabar matándome por tu culpa! ¡Estoy harta! — apreté el cuchillo contra su piel, notando el filo de la hoja sobre la mía propia y como su pulso se aceleraba bajo el metal.

— Sigues sin confiar en mi Madison. Yo no quería esto.

— ¿Quieres mi confianza? — aparté el cuchillo de su cuello y lo tiré al suelo con fuerza —. Aquí la tienes. Deja de usar mi poder y te protegeré como a uno más.

Quería ser libre de nuevo. Me había sentido enjaulada al estar unida a Connor. Eso se tenía que acabar.

Nos miró a todos, uno por uno y en cada parte de nuestro rostro se reflejaba la ira hacia él. No sería culpable de tramar un plan a nuestras espaldas, pero seguir vinculado a mí solo nos retrasaba a todos.

— ¿Lo prometes?

— Si. Déjame ser libre.

Connor estiro su mano hacia mí. Le miré, advirtiéndole con la mirada de que no quería trucos. Le di la mano y sus ojos se iluminaron junto con los míos hasta que los suyos perdieron fuerza y eliminaron el poder, mi poder.

Por raro que sonara me sentía completa de nuevo a pesar de haber negado durante toda mi vida que el fuego no formaba parte de mí. Aunque no quisiera lo era. Una parte fuerte de mi sin la que me sentía incompleta, como si no fuera yo misma.

La situación pareció relajarse un poco después de que Connor hubiera cedido. Pusimos al corriente a Ashton, aunque la mitad de las cosas no tenían sentido para él. Para él el tiempo se había detenido y para mí iba al triple de velocidad, sin detenerse un segundo.

Todo lo que había pasado en la última semana había sido una locura. Podíamos afirmar que Lena estaba tramando algo y la tenía jurada conmigo. Lo que quedaba por saber era porqué y el padre de Alex se estaba encargando de ello. Stephen había abierto una pequeña parte de él y me había confesado que, a pesar de ser un asesino, aquello era falso y estaba infiltrado.

Los demás se enteraron al principio de semana menos Ashton y Connor. No quise contarlo delante de Connor y no había cambiado mucho mi perspectiva en ese momento.

Sabía que no era cosa mía, pero le transmití las palabras de Harper y lo arrepentida que parecía estar. Ashton me escuchó sin darme respuesta alguna, como si también quisiera creer si esas palabras eran sinceras. Tampoco omití la parte en la que Harper nos contó que había conocido a alguien y que seguramente esa había sido la razón principal por la que nos había dejado respirar un poco.

Ashton se quedó casi sin aliento al saber que la Sra. Kelly había intentado hacernos volar en pedazos y por eso Alex y Alissa estaban heridos, por protegernos a Nancy y a mí. Algo en la cara de Ashton me dijo que no se sorprendía del intento de asesinato de la Sra. Kelly. Yo apenas me relajé con ella por unos minutos y el resultado fue un matraz estallando por los aires.

Todos allí teníamos heridas que curarnos menos Nancy y Ashton, algo que al menos era bueno. Ashton me ayudó a vendarme la pierna. La herida no era muy grande ni muy profunda asique presionando bien la sangre se había cortado. No necesitaba puntos, ni yo ni Connor.

Nancy estuvo ayudando a Alex en el baño con los cristales de su espalda. Lo bueno era que se trataba de herida superficiales, nada que lamentar. Alissa se negó a que ninguno la ayudara y se encerró en uno de los baños de la planta baja.

— Explícame otra vez porque no puedo matarle — me susurró Ashton mientras apretaba el vendaje de mi pierna.

Suspiré, buscando una respuesta de peso que darle, pero no tenía una. ¿Qué aún no nos había traicionado? No podría que jurar que lo haría ni que no.

Miré a Connor que estaba al otro lado de la habitación cubriendo su pierna con una venda y recordé una frase de cierta persona, que había tenido aplacada en mis pensamientos desde hacía tiempo.

— Lo bueno es pasar del bando malo al bueno.

Al menos eso era lo que creía Garret.

Se me hacía un nudo en la garganta al pensar en él.

Ashton me miró como si quisiera creerme, pero ni yo misma lo hacía. Terminó de vendarme y me coloqué la ropa de nuevo. Estiró su mano hasta la piel de mi brazo, provocándome un escalofrió al acariciarla. Sonrió por esa simple respuesta de mi piel y no pude evitar hacer lo mismo.

Nada había cambiado.

Eso seguía igual entre nosotros. La respuesta de mi cuerpo ante él, poniéndome los pelos de punta y dándome un cosquilleo que me recorría el estómago cada vez que estaba cerca.

Aun así, él parecía estar diferente. Probablemente confuso porque hasta yo estuviera de acuerdo con que Connor estuviera con nosotros, pero yo no era nadie para decidir que se debía hacer y que no ante el resto. Aquello nos incumbía a todos y ya se había decidido darle esa oportunidad al igual que me la dieron a mí. Yo no merecía más que él por como actuaba. Había tenido más oportunidades de ser mejor de las que merecía con ellos.

Alex y Nancy bajaron de la planta de arriba y poco después Alissa salió del baño con su jersey manchado de sangre a medio poner.

Le eché una mirada y me devolvió otra indicándome que estaba bien. Todo lo bien que se podía estar.

Alex se acercó a nosotros. Pensaba que hablaría con Ashton, pero me miró directamente a mí y sacó la cadena de su bolsillo para dármela.

— La ganaste tú.

No venía a regodearse, sonaba como una disculpa.

— No lo hice — se la devolví —. Nunca me he merecido tener algo tan importante para vosotros como esta cadena.

— No seas tonta Madison...

— No la merezco — me recordé más a mí misma que a él —. Tengo que dejar de obsesionarme con las mentiras y las traiciones... No soy nadie para elegir sobre ello. Nunca he sido honesta.

— Todos tenemos secretos — me acercó la cadena al cuello y me lo puso él mismo —. Nadie nos defiende tanto como tú. Por eso la mereces.

Alex y Ashton se miraron, como si estuvieran de acuerdo con ello y yo le di las gracias a Alex con la mirada. Agarré la cadena pensando si realmente lo merecía. Si Alex supiera lo que guardaba no me lo hubiera dado nunca. La vida de Ashton seguía en mis manos sin que nadie más lo supiera.

Alex se dirigió a la puerta con los demás, pero Ashton no movió los pies del suelo. Ya me extrañaba que fuera a irse de casa de Connor sin más y no me equivoqué.

— ¿Por qué estás ahora de nuestro lado?

— Ashton... — dijo Alissa pensando que esa conversación no acabaría bien, pero yo sabía que Ashton solo quería una respuesta.

— Eso es lo único que me falta por entender. Me he pasado más de una semana en la cama del hospital por su culpa. Quiero saber por qué.

Connor se acercó a nosotros sin miedo y en tono de voz relajado le respondió.

— Porque no quiero matar a nadie.

— En este lado no te aseguras de librarte de ello — le dijo él.

— También sé que os protegéis y quiero hacer lo mismo. Los asesinos no hacen eso entre ellos.

— Porque tienen distintos códigos — le recordó Alissa —. El suyo es hacer lo que sea por cumplir un encargo y el nuestro salir todos con vida.

— Lo sé.

— Tenían las mismas normas cuando elegiste unirte a ellos — continuó diciendo Ashton —, ¿qué te hizo cambiar de opinión?

Connor se lo pensó dos veces antes de contestar, como si no nos fuera a gustar la respuesta.

— Ver que no me satisfacía tanto como pensaba hacer lo que ellos me pedían — aclaró —. La ira que sentía con vosotros no se iba a ir si os mataba, así no era como quería que fueran las cosas.

No quise enfadarme. Era verdad lo que decía, pero había hecho falta que mandara a Ashton al hospital y que yo casi muriera para que se diera cuenta de que ese no era el camino que quería seguir.

Ashton inspiró con fuerza por su nariz hasta hinchar su pecho y luego lo dejó salir, más frio de lo que había entrado.

No dijo nada, si lo hacía puede que todo hubiera acabado mal. Por suerte o por desgracia sabía lo que Ashton sentía. Agarré su mano, notando el frio de sus dedos tornarse cálido con el roce de los míos.

— Deberíamos irnos — sugirió Alex y se giró hacia Ashton —. Tendrás que volver al hospital para que Lena crea que no te has ido. No tardará en volver.

— Roselyn estaba segura de que algo iba a pasarle — les recordé a todos —. Solo nos hemos librado por los pelos porque él ha salido por su propio pie. Alguien estaba de camino o ya en el hospital.

— Iremos uno de nosotros con él entonces — dijo Alissa.

No me pareció la mejor idea, pero accedí. Era mejor eso a dejarle solo de nuevo.

Fuimos a salir de nuevo por la puerta, pero esa vez fue Connor el que nos detuvo.

— Espera Madison. Tengo lo que te prometí.

Le mire extrañada al no recordar a que se refería. Fue a la mesa del centro del salón y sacó de su cajón un tomo de carpetas de papel y al verlas supe lo que eran.

Los expedientes de los asesinos.

— ¿Están todos?

— Si, son todos con los que yo he tenido contacto. Vivos y muertos — cogió una mochila y me la dio para guardarlos.

Guardé las carpetas con una sola pregunta en mi cabeza. No estaba lista para ver el nombre que esperaba no tener que encontrar entre esas hojas.

— ¿Quién viene con Ashton? — pregunté.

— Tú no deberías Madison. Roselyn esperará que tu estés con él — me advirtió Alissa.

Aunque quisiera ir con Ashton era cierto que sería demasiado predecible. Aun usando el poder de Alex para ser invisible para el resto sabrían que estaba ahí con él.

Alex vio la preocupación que se había despertado en mí y habló.

— Yo iré con él.

— ¿Qué hay de Nancy?

— Me fio más de ti si se trata de protegerla. Si intentan algo yo no puedo hacerlo.

Asentí.

— Iré con ella.

— Y yo — dijo Alissa acercándose a nosotras —. Noche de chicas — me echó una mirada y en su voz se notaba cierto tono de burla, pero había accedido ella misma a venir.

Connor se acercó a nosotros y tras carraspear su garganta habló.

— ¿Puedo ir con vosotros? Puedo ser de más ayuda que estando aquí.

Nos miramos entre nosotros. Que fuera, podía significar más protección para Ashton, pero no se me quitaba la idea de que no haría lo más mínimo por él.

— Vale — respondió Ashton —. Tres es mejor que dos.

Ashton lo estaba intentando. Más de lo que yo podía decir.

Me colgué la mochila al hombro y antes de salir, Alex tocó a Connor haciéndole invisible. Mire a Ashton por última vez, sin poder ocultar la pena por marcharme de su lado de nuevo. Los tres desaparecieron delante nuestra y nos separamos en diferentes direcciones.

— Estará bien — dijo Alissa al ver que no hablaba.

«Solo cuando terminé con Roselyn», me dije a mi misma.

— Lo sé — dije intentando no pensar más en ello.

Andamos hasta la avenida de la casa de Nancy y a Alissa seguía molestándole el silencio que había entre nosotras.

— Estás muy callada Green.

Nancy la miró y apartó la mirada después.

— No me gusta que tengáis que estar viniendo conmigo para protegerme. Ashton lo necesita más que yo.

— Ashton puede protegerse mejor que ninguno de nosotros y recuerda que la que te metió en esto fui yo — me adelanté a decir —. Y no es un problema.

Me miró de reojo. No parecía convencida con mi respuesta, pero era la verdad.

Llegamos a su puerta y antes de abrirla, revisé a nuestro alrededor si veía a alguien.

— ¿Se molestará tu madre porque vengamos? — le pregunté.

— Espero que no...

La primera en entrar fue Nancy y fue directa a la cocina. Por dentro su casa reflejaba mucha calidez por el amarillo que inundaba todas las paredes y la madera clara de los muebles decorada con flores. Además, hacía calor por la calefacción y el olor a carne ahumada que venía de la cocina lo hacía recordar como mi casa hacia años atrás.

Nancy nos hizo una señal para que la siguiéramos y su madre apareció por la puerta de la cocina.

— Puede que la encontremos en esas carpetas — me susurró Alissa antes de entrar.

Tragué saliva.

Hasta que no revisáramos esos documentos no podríamos estar seguras.

Nada más verme, pareció que a Sharon se le congeló la sangre. Era de esperar. La última vez que la vi tenía las manos y los puños de mi sudadera llenos de sangre y amenacé a Stephen delante de sus narices. Que intentara poner cada de niña buena no iba a ayudar.

— Hola Sra. Green — me adelanté a decir, con la sonrisa más amplia que pude mostrar.

Alissa levantó su mano a modo de saludo. Su sonrisa no era mejor que la mía, se notaba la falsedad bajo ella. No la conocía de nada y hasta que no la descartáramos de las carpetas, Alissa no iba a cambiar su actitud.

Sharon estaba tensa pero aun así respondió.

— Hola chicas — se quitó los guantes de horno y miró a Nancy —. No me avisaste de que tendríamos visita.

— Ha sido un poco de improvisto, ¿pueden quedarse esta noche?

Sharon abrió los ojos haciendo que se notara la sorpresa y el miedo mezclado en ella.

— Claro. Tus amigas siempre son recibidas — puso su mano sobre el hombro de Nancy —. La cena estará pronto.

Sonreí una vez más a Sharon, aunque eso no evitó que dejara de estar rígida. Nancy le dio un beso en la mejilla y subió las escaleras hacia su cuarto.

Alissa y yo la seguimos mientras oíamos como Sharon suspiraba de alivio a nuestras espaldas.

— No le caemos bien, ¿verdad? — dijo Alissa de forma divertida en un susurro.

A Alissa no le suponía un problema no agradar a la gente, pero tratándose de la madre de Nancy, yo al menos quería que no me tuviera miedo.

— Seguro que sabe más de lo que parece.

— No le voy a saltar los plomos de la casa si es lo que teme.

La habitación de Nancy estaba plagada de colores pastel, conjuntando con los cojines de pelo de su cama y una lámpara de techo envuelta con finas capas de tela simulando una rosa. Parecía sacada de un cuento de hadas.

Me quité la mochila y la deje a un lado de la habitación en el suelo.

En cuanto Alissa vio la cama, se tiró sobre ella, se quitó los zapatos usando sus talones y cogió uno de los cojines abrazándolo sobre su pecho.

— Claro, túmbate como si estuvieras en tu casa — le dije con clara ironía quitándola el cojín de las manos.

Nancy se rio por lo bajo como si no le sorprendiera el comportamiento de Alissa y se sentó en la silla de su escritorio. Estaba toda llena de apuntes subrayados en colores y había un monitor de ordenador sobre ella.

— ¿Siempre eres tan aguafiestas Madison? ¿O solo te descontrolas en el Crawford's? — preguntó Alissa.

La mire con los ojos entrecerrados. Solo había bebido una vez en el Crawford's. Solo una vez que me había descontrolado como una adolescente normal y no como un incendio forestal.

La noche que besé a Garret

¿Lo sabía?

En vez de responderla le tiré el cojín de nuevo directo a la cara. Ella lo agarró antes de que le golpeara y me puso una sonrisa maliciosa.

— ¿Cómo es ese sitio? — preguntó Nancy con curiosidad —. Alex me ha hablado de ello alguna vez, pero no consigo imaginarlo realmente.

— Es increíble — dije yo.

— Da asco — respondió Alissa casi a la vez.

Cada una teníamos una opinión muy distinta del Crawford's. Era de esperar. Para mí era una vía de escape y para Alissa una jaula.

— Dejémoslo en pasable — acabó diciendo Alissa.

Llamaron a la puerta y antes de que Nancy pudiera responder la puerta se abrió.

— Ya está la cena chicas.

Intenté poner mi sonrisa artificial de nuevo, sin resultados nuevos y cuando Alissa me vio me imitó. La avisé con la mirada de que parara, por mucho que le pareciera divertido no lo era para mí. Sharon parecía tener verdadero miedo de nosotras.

Bajamos detrás de Nancy. En el salón había preparada una larga mesa decorada con un mantel de flores y cuatro platos de carne en salsa repartidos.

Dejamos a Sharon a la cabeza de la mesa, Nancy a su lado derecho, yo frente a Nancy y Alissa a mi lado izquierdo.

Alissa y yo cogimos los cubiertos, pero Nancy nos echó una mirada avisándonos de que no debíamos hacerlo y cuando vi a Sharon con sus manos entrelazadas frente a su rostro lo entendí.

Iba a bendecir la mesa.

Solté los cubiertos y entrelacé las manos al igual que ellas sin saber muy bien que hacer. Alissa se quedó mirándonos y le di con el pie bajo la mesa para que reaccionara. Soltó el tenedor sobre el plato creando un fuerte ruido y tras toser cruzó sus manos mirándome por el rabillo del ojo.

Sharon cerró los ojos.

— Gracias señor por estos alimentos que vamos a tomar, por tu generosidad y por bendecir a nuestra familia para eliminar el pecado de ella — Hizo una pausa y abrí los ojos creyendo que había terminado —. Sigue protegiéndonos del mal.

Nuestros ojos se encontraron y era como si viera a través de mi como hacia Esther, pero la que podía ver a través de ella era yo. Ese miedo que emergía en ella al mirarme a los ojos como si estuviera mirando al cazador que se había conseguido sentar en su mesa.

Alissa y Nancy abrieron los ojos y Sharon dejó de mirarme.

Miré la comida, dudando de si realmente debía probar bocado y Alissa tenía la misma inquietud. Stephen me apartaba la comida de Lena, pero sabíamos que las intenciones de Lena eran de todo menos buenas.

¿Sería Sharon también capaz de algo así? ¿O el miedo que tenía al menos nos venía bien y no sería capaz?

— ¿Me das el tuyo? — preguntó Nancy en mitad del silencio —. El mío tiene demasiados champiñones, no me gustan mucho.

Nancy era muy lista, siempre lo era. A veces me parecía que podría ser la que solucionaría todos nuestros problemas. Si cambiamos el plato y Sharon se oponía, le había echado algo a la comida.

— Sí, claro.

Intercambiamos los platos y Sharon no se inmutó mientras cogía su tenedor.

— Podrías darle el tuyo a Alissa, mama. Ella no come tanto.

El de Alissa tenía más cantidad y servía de excusa perfecta para que Sharon intercambiara su plato con el suyo.

Sharon frunció el ceño medio segundo por el interés de Nancy en cambiar todos los platos, pero accedió.

— Si claro, no queremos que se desperdicie nada, ¿verdad?

Le puso una sonrisa a Alissa que le costó bastante mostrar y cambiaron los platos.

Nancy se relajó. Aquello significaba que su madre no había intentado nada.

Comimos, en un silencio que casi nos hacía atragantarnos con la comida. Sharon no levantaba la mirada de su plato y si lo hacía era para mirar a Nancy o al reloj de la pared. Los minutos pasaban demasiado lentos.

Alissa casi devoró su plato y yo tenía un nudo en la garganta que me impedía tragar. No éramos bien recibidas en su casa.

A mitad de la cena, la pantalla del teléfono de Alissa se iluminó a través de la tela de sus pantalones. Lo sacó de su bolsillo y bajé la mirada para mirarlo con ella.

Mensaje de texto de Alex.

"Ya ha venido Lena. Ashton le ha insistido en que se encuentra bien y se lo lleva a casa. Seguimos con él."

Alissa me miró y yo asentí. Todo iba bien. Al menos el tiempo que Alex pudiera estar con él, pero eso de "seguimos con él" significaba que Connor no se había ido.

Terminamos de cenar y tras recoger nuestros platos Nancy le dijo a Sharon que subíamos de nuevo a la habitación porque estábamos cansadas. Suavizó la situación llamándolo pijamada, pero esa noche Sharon dormiría con un ojo abierto y puede que hasta un cuchillo bajo la almohada.

— No sabía que tu madre era religiosa — le susurré a Nancy mientras subíamos las escaleras.

— No lo era, al menos antes. Empezó a hacer estas cosas hace unas semanas, como si algo la trastornara...

«Yo», pensé.

Sabía lo que era, ya podía confirmarlo. Que yo estuviera alli era como tener al demonio recorriendo los pasillos de su casa y esa noche iba a dormir bajo su techo.

Cerramos la puerta y Alissa se sentó sobre la cama mirando a Nancy.

— ¿Tu madre sabe algo?

— No le he contado nada — Nancy se tensó sin poder evitarlo por como sonó la pregunta de Alissa.

— No porque se lo hayas contado tu — casi la oí reirse —. Aunque lo hubieras hecho no te creería. Se hubiera pensado que estás loca.

— Igual fue Stephen, son compañeros de bufete desde hace años — sugirió Nancy —. Siempre hay algo raro entre ellos.

— Si alguien tiene contacto con Stephen se puede asegurar que hay algo raro — coincidió Alissa y después me miró —. Hay que salir de dudas.

Eché un vistazo a la mochila que estaba a nuestros pies. La cogí del suelo y la puse sobre la cama frente a Alissa. Nancy se acercó también y se puso a mi lado. Ella también tenía la duda rondando sobre si conocería a alguien de esas carpetas lo suficiente como para asustarse y salir corriendo.

Abrimos la mochila y sacamos las carpetas. Había unas cuarenta. Todas con apenas un folio o dos de información, era bastante conciso. Foto, nombre, edad, año de unión a los asesinos, características del sujeto, encargos realizados y la muerte si procedía.

Fuimos pasando las carpetas, reconociendo algunos rostros de personas de la ciudad. Nada que nos alarmara por el momento porque no teníamos contacto directo con ellos.

Eran jardineros, trabajadores del supermercado o como mucho, ayudantes del alcalde. Trabajos normales para pasar totalmente desapercibidos.

La media de tiempo que llevaban trabajando como asesinos iba desde hacía treinta años hasta unas semanas de antigüedad. Todos los años había incorporaciones nuevas, tanto hombres como mujeres desde los dieciséis años hasta casi los cincuenta. Algunos llevaban desde el inicio de la organización en los noventa, acumulando cientos de muertes en sus expedientes.

Entre las carpetas, el nombre de Dominic llegó a mis ojos. Su foto al lado izquierdo de la hoja estaba tachada con una cruz en rojo.

Nombre: Dominic Foster

Edad: 48 años

Unión: 5 de septiembre del 2012

Características: Sangre fría, paciente. Realización de encargos sin margen de fallos.

Encargos realizados: 148

Muerte: 1 de diciembre de 2021 (Orfanato Mrs. White, Kansas)

Alissa apretó las sábanas entre sus puños al ver la información. En cambio, yo sentía ganas de llorar al ver el total de sus víctimas. Helen era un número más entre esos informes, como si nunca hubiera existido y su vida entera se hubiera reducido a una simple cifra.

Seguimos pasando las hojas. Encontramos también a la cocinera del instituto, Doris. Alguien con fácil acceso a nosotros y a lo que comíamos. Si quisiera también nos podría quitar de en medio.

Nadie con poderes. La única persona que estaba tan loca como para haberse aliado a ellos era Connor. La información de su expediente estaba casi vacía. Apenas llevaba unas semanas con ellos.

Nombre: Connor Adams

Edad: 17 años

Unión: 13 de diciembre del 2021

Características: Falta de empatía, impulsivo y sin remordimientos. Ideal para encargos rápidos.

Encargos realizados: A la espera de órdenes.

Muerte: —

Leyendo sus características tuve que forzarme a no cambiar mi opinión sobre él de nuevo y volver al principio. A cuando no hubiera puesto ni la vida de una mosca en sus manos y en ese momento, tenía la de Ashton.

— Nada que no supiéramos antes — murmuró Alissa con desinterés.

Quitó la hoja de Connor y llegamos a la última. La de Stephen. Por lo menos así sabíamos que la madre de Nancy no estaba entre ellos, pero lo que no encajaba era que no estuviera Lena.

¿De qué lado estaba ella entonces?

Nombre: Stephen Allen

Edad: 41 años

Unión: 10 de septiembre del 2019

Características: Inteligente, metódico, paciente, objetivo, preciso, muestra autocontrol en situaciones de presión y estrés. Empatiza con sus víctimas para acercarse a ellas. Nunca falla en un encargo.

Encargos realizados: 999 (Récord de víctimas)

Muerte: —

Me quedé paralizada al leer el número de víctimas. En tres años había conseguido el doble que los que llevaban más de veinte años en la organización.

— Eso es... una víctima al día... desde hace tres años — dijo Alissa, horrorizada por primera vez.

Nancy se quedó callada, observando los datos de la hoja de arriba abajo.

— Nos fiaremos lo justo — les aseguré.

— Ni eso deberíamos — me recriminó Alissa —. Ganarse tu confianza es una de sus características estrella. Es el que más cualidades tiene. Inteligente, paciente, preciso... Solo está esperando a meternos en su jaula. Los demás son unos inútiles si los comparamos con Stephen.

Me froté los ojos, superada por la situación.

— ¿Y qué sugieres? ¿Los matamos a todos? Hay cuarenta carpetas aquí y el que menos experiencia tiene es Connor y casi me mata. No podemos meternos en esto.

— Pareces que lo has olvidado. Ya estamos metidos — Alissa cogió las carpetas y se levantó de la cama —. Nos vamos al Crawford's a que todos sepan quienes son. Los saith no nos podrán seguir controlando si se quedan sin esbirros que nos asesinen. Cuando apenas estén cerca, sabremos quienes son y nos los vamos a quitar de nuestro camino de una vez por todas.

— No podemos dejar a Nancy sola.

Antes de que Nancy se defendiera diciendo que podía quedarse sola, Alissa habló.

— ¿No querías saber cómo es el Crawford's? Vendrás esta noche — me miró —. Será del séptimo nivel como Garret y nadie tendrá sospechas de que no sea verdad. Todas las semanas va alguien nuevo.

Miré a Nancy en busca de su aprobación, aunque me pareciera la peor idea que pudiéramos tener. Nancy no pareció dudar, estaba segura de que hacer.

— Iré. Allí con todos vosotros puedo estar mejor protegida que aquí.

— Alex nos va a matar — les avisé a ambas.

— Le hará ilusión ver a su novia allí, alegra esa cara — respondió Alissa con burla.

Todo lo que fuera probar la paciencia de Alex le encantaba a Alissa, pero era cierto que allí nadie podría probar que Nancy no era como nosotros. A Roselyn ni se le ocurriría volver al Crawford's. Sabría que la estaríamos esperando y no con los brazos abiertos precisamente.

— Espera — me levanté aun sabiendo que era imposible detenerla y cogí la carpeta de Stephen de entre sus manos—. Todas menos esta.

Suspiró irritada y sacó también entre ellas la de Connor para dármela.

— ¿Haces los honores?

— ¿Tienes una papelera? — le pregunté a Nancy.

Ella asintió y me acercó una papelera metálica de debajo de su escritorio. Alissa abrió la ventana y eché las carpetas dentro de la papelera, sin querer arrepentirme de lo que iba a hacer. Rocé los expedientes con la punta de mis dedos y el papel ardió con la misma intensidad que mis ojos. El fuego se mantuvo hasta que el papel desapareció en cenizas y con ello se extinguieron las pruebas que unían a ambos con los asesinos.

— Vámonos — Alissa se puso la mochila al hombro y salió por la puerta de la habitación.

Nancy tendría que inventarse algo que decirle a su madre a. Salir por la ventana hubiera sido más fácil para no tener que dar explicaciones, pero si Sharon subía y veía que nos estábamos, nos pondría en busca y captura por haber secuestrado a su hija.

Abajo sorprendimos a Sharon hablando por teléfono. Estaba bastante nerviosa. Caminando de un lado a otro del salón.

Al vernos colgó la llamada y puso cara de que no pasaba nada. Hubiera colado si no fuera por las gotas de sudor que se le acumulaban en la frente.

— ¿Qué ocurre mamá?

— Nada — respondió ella, como una respuesta automática —. Cosas del trabajo.

Nancy no se lo creyó al igual que nosotras, pero sabía que no teníamos tiempo para eso.

— Nos vamos un rato al centro del pueblo. Volveremos pronto, ¿vale?

— ¿A estas horas Nancy? ¿No estabais cansadas?

Su pregunta era clara, pero se notaba que en verdad quería decir: "¿Te vas con ellas?"

— Si, pero nos ha apetecido ir. Solo queremos dar una vuelta por el centro del pueblo.

Nancy estaba relajada y sonriente para que su madre la dejara ir, pero la preocupación de Sharon era que fuera con nosotras. Seguramente preferiría que fuera sola en mitad de la noche antes que en nuestra compañía.

Sharon estaba buscando la manera de decirle a Nancy que no, sus palabras no la habían convencido. Antes de que pudiera responder, Nancy habló de nuevo.

— Estaremos bien. Te prometo que no tardaremos mucho.

Evité mirar a Sharon, que lo hiciera solo nos daría más motivos para tener que quedarnos. Nancy estaba a punto de ponerle pucheros cuando accedió.

— Esta bien, no más tarde de la doce. Mañana tenéis clase.

Nancy le sonrió para darle las gracias. Eso eran más de dos horas hasta que tuviéramos que volver.

Le dio un último beso en la mejilla y salió con Alissa por la puerta. Yo fui la última en salir. Antes de cerrar la puerta Sharon dio un paso al frente, sin acercarse más de lo necesario a la puerta.

— Tener cuidado — dijo intranquila e intentando mantenerse seria.

Sabía que esa frase significaba "Cuida de Nancy".

— Lo tendremos — le dije intentando que se relajara, pero hasta que Nancy no volviera a entrar por la puerta no lo estaría.

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