CAPÍTULO 26: ÁNGEL DE LA GUARDA

Madison

Los párpados me pesaban, pero poco a poco fui capaz de abrirlos a pesar de que mi propio cuerpo luchaba contra ello. Moví la cabeza para ver a mi alrededor notando como mi cuello estaba totalmente rígido al igual que el resto de mi cuerpo. Apenas entraba luz de fuera, estaba anocheciendo. Estaba sobre una cama, tapada con una sábana gruesa y suave. Miré a mi derecha encontrando una mesa pequeña y sobre ella un marco con una foto.

Alex y Ashton.

Era la misma foto que vi en la habitación de Ashton la noche que le dejé la carta de despedida. Pero no estaba en la habitación de Ashton, esa era diferente. Las paredes eran casi negras y los muebles de madera eran oscuros. Me costaba concentrarme y pensar, pero solo por esa foto debía ser la habitación de Alex. Seguía en su casa.

El dolor de cabeza se presentó en cuanto traté de levantarme, pero unas manos a ambos lados de mi cuerpo no me lo permitieron.

— Ni se te ocurra levantarte tan rápido — dijo una voz que no tardé en reconocer.

— Alissa... — susurré llevándome la mano a la cabeza. Sentía como si tuviera una sirena de policía dentro de ella.

— Estoy aquí, tranquila — respondió antes de que dijera nada más —. Tienes que quedarte aquí.

— No... no puedo... Connor... — no pude evitar poner una mueca de dolor al tratar de incorporarme de nuevo, pero tanto mi propio cuerpo como Alissa no me dejaron hacerlo.

— Ya nos hemos ocupado de él.

Estaba confusa y tenía demasiadas preguntas que estaba claro que Alissa no iba a resolverme por lo cortantes que eran sus respuestas. Una puerta se abrió en la habitación y el poco ruido que creó retumbó en mi cabeza.

— ¿Cómo está? — preguntó otra voz.

Me giré de nuevo hacia la puerta y cuando vio que estaba despierta se aproximó.

Era Alex.

— Confusa — respondí subiendo mi mirada hasta su rostro viendo el recorrido de sangre por su ropa.

— Hemos podido cortar tu hemorragia... pero nos ha llevado bastante saber por qué ha sido...

Tampoco entendía por qué, pero era cierto que ese dolor que me había tenido agonizando había disminuido. Me dolía más el resto del cuerpo asique probablemente por eso no lo sentía tan fuerte.

Me levanté la ropa lentamente, viendo lo ensangrentada que estaba al igual que mi piel. La herida estaba cerrada y cosida con mucha precisión, aunque sabía que eso me dejaría marca. Entonces las palabras de Alex cobraron sentido al contrastarlas con las teorías de mi cabeza. Esa herida estaba en el mismo sitio que la de Connor y había aparecido por arte de magia una hora después.

— Lo que le hice... ¿me ha pasado a mí también? ¿eso ha sido? — pregunté al encontrar las palabras correctas.

— Si... — Alex pensó en sus palabras antes de explicarme la situación —. Tiene poderes y los asesinos... le han contado todo. Que somos y de que somos capaces y eso ha sido suficiente para que creciera más el odio en él hacia nosotros. Han encontrado la manera de poder hacernos daño... usándole a él.

— ¿Qué clase de poder puede hacer algo así?

— Los manipuladores del poder — respondió Alissa —. Como Garret. Nunca había entendido porque era tan peligroso hasta ahora... si copias los poderes de alguien copias todo lo que esa persona representa.

— Pero espera... esto no tiene sentido... Me enseñó la marca... es uno de ellos, no puede tener poderes.

— Es la maquina perfecta para ellos Madison. Sin tomar los poderes de nadie es completamente normal y cuando le necesiten, puede hacernos esto — dijo Alissa señalando mi vientre —. Solo necesita tocarte una vez para hacer que a lo que tu seas inmune, él lo sea también como al fuego, pero a lo que tu seas vulnerable también lo será él.

Intenté que sus palabras encajaran en mi cabeza pero que Connor y yo de alguna manera estuviéramos conectados solo me revolvía el poco estómago que me quedaba intacto.

— ¿Durante cuánto tiempo?

— Temporal, lo que aguante reteniendo tu poder — me confirmó Alex —. Al ser la primera vez la herida ha tardado más en mostrarse, pero si vuelve a hacerlo... cada vez será más rápido.

Me pasé las manos por el rostro apoyándome de nuevo sobre la almohada. Sabía que aquello no sería temporal.

— No creo que vaya a ser tan fácil. Connor no se enfrentó a mí solo para asustarme, dijo que quería matarme, y lo hubiera hecho de no ser por tu padre.

Recordé sus manos sobre mi cuello y esa sensación de asfixia, cuando el aire apenas entraba en mis pulmones. Toqué mi garganta confirmando que estaba tan dolorida como lo recordaba.

— Él sabía que moriría si te mataba — dijo Alex como si fuera obvio, pero no había nada lógico en el comportamiento de Connor.

Él conocía las consecuencias entonces ¿por qué lo hizo?

— Quería que os enfrentarais, porque golpeara quien golpeara los dos resultaríais heridos — dijo Alissa, segura de sus palabras.

— Quería ver hasta donde llegaba porque todo lo que le hiciera se reflejaría en mí — acabé por decir.

— ¿Si fuese así por qué pelearse contigo? — preguntó Alex intentando darle sentido — ¿Por qué no hacerse daño él mismo?

No tuve respuesta.

Alissa comenzó a tensarse. Después de todo, no iba a poder enfrentarse a Connor si no quería matarme también.

— Porque es un juego — respondió Alissa —. Siempre ha sido un juego de los que están arriba y todos somos peones. Incluso Connor.

— Connor no es idiota — nos recordó Alex —. Sabe dónde se ha metido al igual que todos nosotros. Siempre nos ha odiado y quiere hacernos sufrir de cualquier forma, aunque eso signifique ser un peón más — Se giró para mirarme de nuevo —. Mira lo que os ha hecho a Ashton y a ti. Esto solo es el principio para él.

— Y tampoco podemos quitarle de en medio hasta que deje de estar vinculado a ella — dijo Alissa apretando sus dientes.

La situación había dado la vuelta por completo. Cuando creíamos que teníamos el control, dábamos cuatro pasos hacia atrás. Esa conexión con Connor tenia que acabar, pero antes necesitaba más respuestas.

— No puedo quedarme más tiempo aquí tumbada. Así no se solucionará nada.

Alissa negó con la cabeza.

— Dudo que puedas dar más de dos pasos sin caerte.

— Mejor. Así si me duele sabré que a él también — dije con cierta verdad en mis palabras. Aquello era lo poco que podía aprovechar de la situación.

Alex y Alissa al fin cedieron y me dejaron levantarme con su ayuda. Tenía tanta sangre y suciedad encima que lo primero que hicieron fue llevarme al baño para ducharme y así lavarme y curarme la herida. Alex nos acompañó hasta la puerta, pero solo Alissa pasó dentro.

Me hecho una mano para quitarme la ropa y esperó mientras me duchaba. No fue una de mis duchas calientes que solía tomar por las mañanas antes de ir a clase. Bajé la temperatura varios grados hasta que el agua pasó de estar caliente a tibia y después fría. La sensación del agua fría cayendo por mi piel me relajó los músculos, todas las tensiones parecieron irse con ella por el desagüe al igual que la sangre.

En cierto sentido me recordaba al tacto de Ashton. Tan suave y delicado, relajando cada parte de mi cuerpo. Lo echaba de menos. Todo se había torcido tan rápido que no recordaba que era de mi día a día antes de todo el caos.

Salí de la ducha y mi piel estaba totalmente limpia. Eso dejaba a la vista todas las marcas de mi cuerpo haciendo que los ojos de Alissa se fueran posando en cada una de ellas. Fue como si quisiera contarlas y preguntarme a que se debía cada una. Se quedó observando la de mi brazo. Una marca oscura que aún era visible con la forma exacta de los dedos de Ashton .

Supe que quería preguntar cómo ocurrió y aunque ya lo sabría, quería oírlo de mi boca.

Comencé a vestirme de nuevo con ropa que Alissa me había traído de su casa, a pesar de que nuestros estilos eran diferentes, trató de traerme algo con lo que estuviera más cómoda. Eran unos pantalones ajustados pero elásticos negros y un jersey de lana azul eléctrico. Ella adoraba ese color.

Terminé de vestirme y me apoyé sobre el lavabo dejándola que me curara de nuevo la herida. Estaba enrojecida e hinchada pero no había vuelto a escaparse una gota de sangre de ella.

— Siento todo esto — dijo rompiendo el silencio entre las dos.

— No es culpa tuya.

— Si me hubiera ocupado de Connor hace semanas esto no habría pasado.

— O igual hubiera pasado algo peor. No lo sabemos.

— Haber enfurecido al resto de asesinos no me preocupa. La guerra tenía que comenzar de un momento a otro.

Apreté los ojos por un segundo cuando Alissa presionó el algodón un poco más para quitar lo que quedaba de sangre alrededor de los puntos.

— Necesito más respuestas.

— ¿Crees que él te las va a dar?

— Lo hará.

Sabia como arrinconar a Connor y hacer que me dijera todo lo quería. Si creía que era él el que nos tenía en la palma de su mano, no iba a tardar mucho en darse cuenta de que estaba dentro de mi puño e iba a comenzar a apretar.

Alissa me tapó la herida y volvimos a bajar al salón donde Alex estaba esperándonos.

— Me acaba de llamar Lena. Van a dejar a Ashton ingresado mínimo dos semanas, necesita reposo absoluto.

— ¿Le siguen vigilando? — le pregunté a Alissa.

Ella asintió.

— Les dije que no podían dejarle solo. Hay uno de nivel cuatro con él todo el rato.

«Los invisibles» me dije para mí misma. Necesitaba que Ashton estuviera totalmente a salvo si iba a tener que estar encerrado en ese hospital durante semanas.

Seguía sin fiarme de dejar la seguridad de Ashton en manos de gente que no conocía, pero siendo realistas, todas las personas a las que había conocido, acabaron fallándome. No podía tener nada en contra de aquellas personas del hospital. Nos unían nuestros poderes y por eso sabía que iban a proteger a Ashton. Porque dentro de todo lo malo y lo bueno, éramos iguales.

— ¿Y Connor?

El simple hecho de pronunciar su nombre encendía el cielo de mi boca como si fuera una caja de cerillas.

Alex dudó en su respuesta.

— Dónde antes.

Me giré hacia el pasillo dispuesta a entrar a esa habitación de nuevo.

— No deberías meterte en esto ahora, ambos estáis muy débiles — me avisó Alex.

— Yo creo que ya hemos esperado suficiente, quiero tenerle cara a cara otra vez. No puedo dejarle pensar que es más listo que nosotros, que está ganando cuando no es así ni va a serlo.

Alex y Alissa se echaron una mirada. Alissa quería que fuera, sus gestos hablaban por sí solos. Estaba rabiosa por no haber podido evitar todo lo ocurrido ese día. Alex quería dar pasos precavidos en cuanto a Connor y ninguno de los dos se equivocaba. Había que tener la cabeza fría, pero sin dejar que nos pisotearan.

Cruzamos el pasillo en dirección a la habitación en la que estaba Connor. Traté de aparentar que al andar no me dolía la herida, no quería que siguieran preocupándose por mí más tiempo. Aunque me fuera a recuperar poco a poco, en ese momento tenía que centrarme.

Abría la puerta y lo primero que encontraron mis ojos fueron los de Connor. Fríos y con esa mirada despiadada que no podía dejar de ver en ellos. Estaba atado de pies y manos con esposas una silla metálica.

Tenía esa sonrisa perversa dibujada en su rostro a pesar de tener las ojeras más grandes que hubiera visto jamás. Yo debía de tener el mismo aspecto. Habíamos perdido mucha sangre y ese era el resultado. Una piel pálida y ojos inyectados en sangre sobre unas ojeras oscuras, pero él seguía elevando las comisuras de sus labios al creer que nos tenía donde quería.

En cambio, Yeon se puso serio nada más vernos.

— Alex, te he dicho que no volvierais a bajar aquí.

Se acercó a nosotros para echarnos, pero le detuve.

— He sido yo Sr. Kang — dije llevando mi mirada hacia Connor. Parecía que casi se iba a relamer al verme ahí, como si fuera su presa que acababa de entrar en la trampa.

— Que gran honor que la maravillosa Madison Harris quiera verme de nuevo después de casi perforarme el intestino.

— Podría haber sido peor — dije acercándome a él —. Podríamos haber muerto ambos, que tragedia sería, ¿no?

Él no respondió. Me miró con los ojos entrecerrados tratando de saber de qué iba todo aquello. Hasta a mí misma me sorprendía el buen humor que estaba mostrando hacia él. Puede que solo fuera ironía. Se me estaba pegando de él.

— Dijiste que querías matarme — ladeé la cabeza, buscando una respuesta por su parte.

— Y cómo podemos comprobar no lo hice — respondió él con arrogancia.

— Por qué — le exigí saber.

— ¿Me crees idiota? Se cómo funciona esto Madison. Solo me gusta divertirme un poco de vez en cuando.

— ¿Ya has hecho esto antes?

Él se rio, dándome un sí claro por respuesta.

— Se que solo me estabas provocando para ver hasta dónde podía llegar. Cómo un castigo, ¿no es así?

— Y te subestime, lo tengo que reconocer. Por pocas nos matas a ambos, ¿qué tal la herida?

Alissa no pudo evitar entrar en la conversación al ver el sarcasmo en cada palabra que Connor soltaba.

— Sabes que estás en el bando equivocado, ¿no Connor?

— ¿Equivocado? ¿Eso crees? — soltó una carcajada echando su cabeza hacia atrás —. Aquí no estoy en el punto de mira Alissa.

— Para nosotros sí.

— No lo creo — dijo negando con la cabeza para después clavar sus ojos en los míos —. Mientras que lo que me hagáis le ocurra a Madison solo podéis besar el suelo por el que piso.

Era camuflaje. Eso era lo que significaba para él. Yo era su escudo que nadie iba a travesar. Nunca quiso matarme. Acababa de darme la respuesta.

— No te creo Connor — sonreí, de esa manera tan burlona que él hacía —. No estás aquí por eso. No has venido a castigarme. Te han mandado para protegerme, ¿no es así?

Los demás se miraron confusos entre ellos, pero Connor se tensó. Se reclinó sobre la silla de nuevo intentando mantener el desafío en su mirada.

— ¿Tanta sangre has perdido? — preguntó como si yo estuviera delirando.

— ¿No es así? — insistí. Él no respondió —. Está bien, entonces levántate y vete. Sabes que con el fuego puedes cargarte esas esposas en pocos segundos.

Todos le observaron, temiéndose que lo hiciera. Connor elevó la mirada y me miró, cabreado. No hizo nada y tampoco lo negó. No se iba por que no quería. Esa situación era lo que quería conseguir. Con nosotros, estaba protegido. 

— Tú mismo me dijiste que no te dejaban matarme, pero parecía que lo ibas a hacer de todas formas, por diversión, aunque tu fueras a salir herido. Querías hacerme daño de cualquier manera posible y que yo te hiciera daño a ti era la única manera. Alguien de los asesinos me quiere con vida y vinculada a ti creen que puedo tener doble protección porque tu vida depende de ello ligado a mí. Tu solo te has aprovechado de ello. — esperé una respuesta por su parte. Una pequeña reacción que me hiciera saber que estaba por el buen camino. Se quedó expectante como el resto por saber cómo mis suposiciones continuaban —. Y por eso estas tan contento de estar aquí y no se te borra esa sonrisa de la cara porque cuando te soltemos, van a matarte por haberme hecho esto cuando dejes de estar vinculado a mí.

Me acerqué a él hasta tenerle cara a cara. Sus pupilas temblaban. Había acertado.

Y apostaba a que sabía quién había sido.

Stephen.

Fue el único nombre que vino a mi mente. Connor había tratado de quitarse de en medio a Ashton y hacérmelo pagar a mí también. Stephen aún no nos había tocado un pelo ¿y si por alguna razón éramos una especie de protegidos para él?

— Dime quien te mando protegerme.

Connor rodó los ojos, evitando mirarme. Estaba nervioso, aunque intentaba mantenerse fuerte.

— Me he cansado de esta conversación tan poco entretenida.

— Dame un nombre Connor.

Se quedó mirándome, con una expresión más sería en su rostro. No iba a hablar más, pero necesitaba un nombre. Un nombre que me dijera que persona del grupo de los asesinos me estaba protegiendo.

Me giré hacia Alissa y levanté la manga del jersey estirando mi brazo hacia ella. El fuego no le iba a hacer nada a Connor, pero puede que una descarga le hiciera soltar todo. Alissa me miró, pidiéndome permiso con su mirada a la vez que se mostraba asustada por lo que le estaba pidiendo.

Asentí.

— Última oportunidad para decirme quién fue.

— No le tengo miedo al dolor — dijo convencido.

— Yo tampoco Connor.

Era una de las pocas verdades que podía compartir. No tenía mayor tolerancia al dolor que el resto, pero no le tenía miedo. El dolor te hace fuerte y débil a la vez. Te hace humano, por eso lo necesitaba más que nada. Para sentirme todo lo humana que pudiera.

Los ojos de Alissa iluminaron la habitación y mi piel reaccionó al sentir la electricidad acercándose a mí, poniéndome los pelos de punta al igual que a Connor. Podía ver el miedo que negaba en su mirada.

— No podéis hacer esto — Connor buscó el respaldo de Yeon y Alex. No dijeron nada. Sabían lo que nos jugábamos —. Estáis mal de la cabeza — puso su mirada sobre nosotras de nuevo. El sudor comenzaba formarse en lo alto de su frente.

Puede que lo estuviéramos. Quien si no se torturaría a sí mismo para conseguir una respuesta. Connor había hecho mal. Por lo que quería era capaz de soportar el mayor de los males, mi propia locura.

Alissa envolvió mi brazo con sus dedos y la electricidad me recorrió de arriba abajo. Se estaba conteniendo. Era molesto, pero la había visto hacerlo mejor. Puede que fuera suficiente para hacer cantar a Connor.

Él tensó los brazos agarrándose con sus manos a la silla y apretó la mandíbula. Casi podía ver las chispas saltar sobre su piel.

Alissa paró y Connor tomó aire, respirando más pesado que antes.

— No vas a conseguir nada así — respondió, agitado.

— Me lo debes.

Soltó una carcajada.

— ¿Por ensartarme como a una salchicha y ahora tratar de freírme?

Alissa agarró de nuevo mi brazo y subió la potencia. Se hizo más molesto para mí y Connor apretó la silla con mayor fuerza. La paciencia de todos se acababa al ver que seguía sin decir nada. Sobre todo la mía porque cualquier castigo que le impusiera tendría que cumplirlo también.

— No te debo nada Madison — dijo apretando los dientes.

— Quieras o no estás de nuestro lado Connor. Tienes poderes. Ellos solo te usarán hasta que no les sirvas más.

— Tampoco sería buen recibido aquí.

— Si nos dices quien te mandó protegerla sí — le afirmó Yeon —. Yo me ocuparé.

Connor dudó unos instantes. No se fiaba de nuestra palabra, pero nosotros tampoco podíamos fiarnos de él.

Tragó saliva, y me miró de nuevo. Algo cambió en sus ojos, ¿era esperanza? No me podía ni imaginar que le harían los asesinos cuando le encontraran. Connor necesitaba un seguro de que con nosotros no le pasaría nada. ¿Podíamos prometer algo así después de lo que había hecho?

— Fue tu madre.

Contuve la respiración y se hizo el silencio mientras todos intentaban entender que significaba eso. Una frase tan corta y sencilla que lo complicaba todo.

— Lena no es su madre — respondió Alissa apunto de reírse —. Sabes menos aún que nosotros.

Connor no dejó de mirarme. Sabía que lo que había dicho iba a tener sentido para mí.

¿Mi madre estaba detrás?

— Madison sabe a qué me refiero.

— ¿Qué tiene que ver ella en todo esto?

— ¿Quién te querría más a salvo que ella?

— Estás mintiendo — me negué a creer que mi madre estaba cuidando de mi a pesar de haber fingido su muerte. No sabía nada de ella desde hacía años. Hasta hacía unos días creía que la única solución era que estuviera muerta y entonces, era posible que estuviera entre nosotros.

— Eres un puro reflejo suyo — Connor analizó mi rostro y continuó — Ella tiene los ojos más oscuros, casi negros. Pelo largo y ondulado...tu misma piel...

Aquello solo eran palabras vacías. Puras tonterías que podía intuir por mi aspecto. ¿Quién no se parecería a su madre?

Connor vio el cabreo en mi cara por intentar mentirme. Estiré mi brazo de nuevo hacia Alissa. Quería que lo hiciera a máxima potencia hasta que Connor escupiera un nombre. Hasta que ni yo misma pudiera soportarlo.

— Y una cicatriz en su palma derecha.

Se hizo el silencio de nuevo. Mi respiración fue la que se volvió más pesada y Connor parecía haberse quitado un peso sobre los hombros. Me había dado lo que quería, pero no me sentía satisfecha. Esa respuesta no era lo que esperaba.

Connor conocía a mi madre. La había tenido cara a cara y había retenido en su cabeza cada detalle de ella. Incluso esa cicatriz de su mano que se hizo con los pedazos de un jarrón que se rompió en casa. Al menos esa era la versión que yo conocía.

Me quede inmóvil teniendo el rostro de mi madre fresco en mi mente. La podía imaginar con claridad de nuevo. Como si hubiera sido ayer. La veía delante de mi acariciando mi frente antes de irme a dormir, dándome las buenas noches y dejando mi puerta entornada por si la necesitaba.

Ese sentimiento de nostalgia solo duro unos segundos hasta que una pregunta clave vino a mi mente. Si Connor era parte de los asesinos, ¿cómo mi madre podría haberle ordenado que me mantuviera viva? ¿De qué bando estaba ella?

— ¿Es eso cierto Madison? — preguntó Yeon preocupado.

¿Él también se había dado cuenta de que había algo que no encajaba?

Me giré hacia él, sin ser consciente de que mis ojos estaban llenándose de lágrimas hasta que al mirarle le vi borroso.

Asentí.

¿Lo que sentía era ira? ¿Confusión? ¿Tristeza? Puede que todo mezclado por saber que mi madre, la que creía muerta, estaba claro que no lo estaba. Connor me había dado la prueba de ello. Ella escapó del incendio, si tenía mi poder seguramente ni le habría costado hacerlo, pero... ¿Por qué dejarme ahí? A merced de la policía y todas sus preguntas, de las casas de acogida, dejándome creer durante años que yo los había matado... ¿Mi padre estaría vivo también?

Ella estaba jugando un papel en mi vida sin que si quiera lo supiera y parecía que así iba a seguir. Ocultándose en las sombras, pero haciendo de mi protectora a la vez, preparada para atacar en cualquier momento. ¿Cuánto llevaba haciéndolo? ¿Por qué no dejarme que la viera?

— ¿Es una de los asesinos? — las palabras dejaron mi boca sin ni si quiera haberlas procesado antes.

Tenía que saberlo, aunque la respuesta fuese un sí y me destrozara lo poco que quedaba entero de mí.

Connor ablandó su expresión al ver la mía, pero tenía algo siniestro en ella. Como si estuviera maquinando algo en su cabeza. Estaba desesperada y él se iba a aprovechar de ello.

— Solo me has pedido un nombre. El resto no entraba en el trato.

— ¿El trato? — Alissa se rio —. ¿Crees que tú tomas las decisiones aquí? Mira donde estás.

— Y mira donde estáis vosotros. Delante de un chico que tenéis que tener atado porque tiene más controlada la situación que vosotros. Se muchas cosas, pero no creáis que os las voy a contar todas.

No podía soportarlo más, su actitud y su arrogancia estaban pudiendo conmigo. Solté un largo suspiro y me alejé de Connor dándole la espalda y no perdió la oportunidad de reclamar lo acordado.

— Eh espera, ¿a dónde vas? Tenéis que soltarme. Ya te he contado lo que querías.

— Te hemos dicho que serías bien recibido, no que te fuéramos a soltar en cuanto que cedieras un poco — le dijo Alissa.

— A esto lo llamas "bien recibido"? — respondió señalando con la cabeza sus ataduras.

— No me fio de ti y aún más si sigues vinculado a ella. Te quedarás aquí atado hasta que nos cuentes todo a no ser que quieras que te echemos a patadas al agujero del que saliste.

Alissa le echó una última mirada a Connor para después salir por la puerta con Alex y conmigo. Connor se revolvió sobre la silla intentando soltarse mientras nos maldecía por dejarle ahí de nuevo. Era imposible sentir empatía por Connor. Él tampoco la sentía por nadie.

Le dejamos con Yeon para que intentara sacarle algo más de información. Ya teníamos una parte. La pieza más importante del rompecabezas que ni yo misma sabía dónde encajar.

Mi madre estaba viva.

Desde las sombras era la que hacía que yo volviera a casa cada noche sin tener que preocuparme de los asesinos. ¿Los controlaba por que formaba parte de ellos o la tenían tanto miedo que por eso me dejaban en paz?

Solté el aire que había estado reteniendo sin ni si quiera saberlo y algo de la presión de mi pecho se fue, pero solo fue hasta que respiré otra vez y el aire empujó en mis pulmones de nuevo. Era por Connor, estaba cabreado y yo lo podía sentir también. Podía sentir su propio ardor. Odiaba estar conectada de esa manera a él.

Alissa y Alex no dijeron nada. No sabrían cómo hacerlo, aunque podía ver la pregunta clara en sus cabezas.

— Se lo que estáis pensando — ninguno habló asique decidí hacerlo yo —. No sé por qué mi madre está haciendo esto, hace años que no la veo y...

Alissa me cortó.

— Pensaba que estaba... muerta...

— Eso creía yo también... Ambos murieron hace años, pero... — no supe como continuar. Todo lo que creía saber era falso, una fantasía, un recuerdo borroso que cada vez perdía más el sentido.

Alex suspiró.

— Nadie murió ahí — concluyó.

— ¿Tu no sabías que tu madre tenía poderes? — preguntó Alissa.

¿Podíamos confirmar que los tenía?

— La primera vez que supe de los míos propios fue la noche que... — me paré en seco, pero ya no tenía sentido que lo ocultara. Lo que ocurrió esa noche ya no estaba claro ni para mí —. Me enfade... muchísimo. Apenas recuerdo ya por qué. Las llamas comenzaron a salir de mis manos y se fueron extendiendo por los muebles... las cortinas... hasta que llenaron todas las habitaciones de la casa. Intenté subir a la habitación de mis padres, pero no fui capaz. Las paredes comenzaron a caerse y el techo no aguantaría mucho más y... les abandoné — tomé una bocanada de aire —. Lo último que oí antes de salir fueron sus gritos... mientras que se...

— ¿Creíste que...?

Alissa no llegó a terminar la pregunta. No hacía falta.

Asentí bajando la mirada.

Esa historia que estaba en mi cabeza ya no podía tener ese final. No pudieron morir ahí, pero sus gritos seguían grabados en mi memoria. ¿Qué ocurrió realmente?

— ¿Has estado cargando con ese peso durante años? — los ojos de Alex mostraban tristeza.

— Ashton me lo dijo. Me dijo que al menos uno de ellos debía tener mi poder, pero no podía creerlo... lo último que vi fue mi casa en llamas... sus gritos... y la policía sacando lo que quedaba de sus cuerpos en bolsas para cadáveres.

Ambos suspiraron. Que hubiera estado cargando en mi conciencia con algo así, me había ido matando poco a poco durante los últimos años. Estaba escrito de forma clara en mi rostro. En mis ojeras permanentes, mis ojos tristes y todos y cada uno de mis suspiros. Ya no podía quedarme atascada ahí. Íbamos desenterrando la verdad poco a poco y encontraría la verdad sobre mi madre, mi padre y todo lo que ocurrió esa noche. En la que creí que lo había perdido todo por haber emergido de mi interior mi lado más oscuro.

— Conseguiremos más respuestas. No soltaremos a Connor hasta que nos diga todo — me aseguró Alex.

— La única que nos podría dar esas respuestas es mi madre y si aún no ha aparecido... no creo que lo vaya a hacer y el motivo puede ser muy malo...

— Vete a descansar — me recomendó Alissa poniéndome la mano sobre el hombro —. Nada de esto te ayuda ahora. Yo iré al Crawford a informar a todos.

— No, quiero ir yo — le pedí —. No puedo volver a casa y quedarme a solas con ellos de nuevo. No sin Ashton allí.

Alissa dudó, pero sabía que podía ser tan cabezota como ella asique accedió.

— Está bien. Intentaré colarme en el hospital a hacer la guardia de Ashton.

Asentí con la cabeza con una pequeña sonrisa, dándole las gracias por ello. Me destrozaba ver a Ashton así. Le había prometido que volvería a verle, pero no sería esa noche.

Nos despedimos de Alex. Alissa con un ligero movimiento de su mano y yo le di un abrazo que decía "gracias por salvarme".

Salimos de su casa con la noche ya sobre nosotras. Era una noche fría plagada de estrellas. El jersey grueso de Alissa ayudaba bastante para soportar esa sensación. El aire se colaba entre mi cabello y movía también las trenzas de Alissa.

— ¿Estás segura de que quieres ir sola? — preguntó por última vez.

— Sí, puedo hacerlo sola — le aseguré.

Alissa asintió levemente llevando la mirada al suelo, como si se estuviera guardando algo más que decirme. Me abrazó pillándome totalmente desprevenida, pero no me aparté de ella. Era el primer abrazo que me daba y significaba mucho viniendo de ella. Alissa estaba agrietada y al final me había metido en una de sus aberturas demostrando que no era de piedra. Aunque no lo quisiera reconocer, sentía y se preocupaba por los demás.

— Gracias por no abandonarme Madison. Sé que me lo merezco por todo lo malo que te he hecho.

— Todos hemos hecho cosas de las que nos arrepentimos — deshice nuestros brazos y la miré —. Lo importante es que sigamos todos juntos porque somos los únicos que no nos vamos a fallar.

No dijo nada, pero me dio la razón con su mirada.

— Cuando conoces a alguien como tú lo último que haces es abandonarlo, ¿no? — le recordé con una pequeña sonrisa.

Acabó sonriendo porque recordara esas palabras y asintió.

— Le diré a Ashton que estás bien.

— Gracias — la di un último abrazo rápido y nos fuimos en diferentes direcciones.

Caminé dirección al centro de la ciudad, pasando el rio big sioux. Aunque era tarde y no había casi nadie por la calle, traté de evitar la avenida principal. No quería ser un blanco tan fácil, pero en ese momento la confesión de Connor vino a mí de nuevo.

«¿Te has preguntado por que aún sigues viva después de tener a todos detrás de ti?».

¿Daba igual lo que hiciera por que estaría protegida por mi madre? ¿Por eso me había librado de los asesinos todas las veces? ¿Si no me encargaba yo de ellos lo hacía ella?

¿Por qué?

¿Los lideraba o les podía hacer cosas impensables si llegaban a tocarme?

Eso significaba que me observaba como ellos y eso me producía un escalofrío que me recorría toda la espalda, como cuando sabes que algo malo se avecina.

Intenté dar todas las vueltas que pude por si alguien estaba siguiéndome de camino al Crawford's. Finalmente llegué y crucé la misma vaya por la que entramos todos la primera vez. La herida de mi vientre dolió cuando me agaché, pero no había otra manera de entrar. Me apreté la mano sobre la sutura y continué caminando.

Dentro todo seguía igual. Puede que incluso algo más sucio porque mucha de la basura que se llevaba el aire acababa llegando ahí dentro. Me ayudé de mis ojos para poder ver hasta que encontré la cocina y después la puerta que daba lugar al sótano.

El metal de la puerta rechinó con el suelo al abrirse. Miré a mi alrededor. Seguía sin haber nadie así que en cuanto que entré la cerré de nuevo. Bajé el tramo de escaleras oyendo esas voces distorsionadas tornándose cada vez más claras hasta que la luz se hizo al final. A diferencia de la otra vez, todos se percataron de mi llegada.

Me estaban esperando.

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