CAPÍTULO 25: CONNOR

Madison

Me giré deseando que mis ojos reflejaran las llamaradas que tenía preparadas para él, pero aún no era el momento. Tenía el control y lo iba usar a mi favor. Connor estaba frente a mi. Se había deshecho de su casco y de las protecciones de la equipación y las había tirado al suelo a su lado. Ni si quiera tenía un rasguño y en cambio Ashton debía estar lleno de cortes. Pensarlo solo me encendía más y quise agarrarme a esa sensación para no dejar a Connor escapar.

— No estoy aquí para jugar Connor — dije acercándome a él sin miedo.

— Esto ha sido un juego desde el principio solo que yo no sabía con quién jugaba en realidad. Llevabas ventaja y aun así no te has aprovechado de ello.

— No se dé qué me estás hablando — respondí confusa, pero manteniéndome firme. No me importaba lo que tuviera que decir.

— Oh Madison... Deja de mentirme. Se te da fatal.

— ¿Por qué no me cuentas tú de que va todo esto?

— Eso de que puedas controlar el fuego... tengo que reconocer que casi no me lo creo cuando me lo contaron y mucho menos cuando me dijeron que el inútil de Ashton podía manipular el hielo — soló una risa ahogada y se acercó más a mi —. Ya sabía yo que había algo detrás cuando no es capaz de dar dos pasos sin tropezarse por la calle.

Entrecerré los ojos, esperando que aquello fuera un farol evitando que notara como mi corazón dio un bote al oír su respuesta, pero estaba muy seguro de sus palabras ¿Era cierto que alguien le había desvelado la verdad sobre nosotros?

— Tienes demasiada imaginación Connor. Puede que incluso estés loco, pero no por eso voy a dejar que te vayas sin más.

— ¿Vas a detenerme con tu fuego? — me retó.

¿Iba a hacerlo? Era la única arma que poseía. Lo único que me separaba de él de forma segura.

— Has golpeado a Ashton y has dejado inconsciente a un jugador. No te pienses que te vas a librar sin más. Ya nadie te va a poder proteger.

— ¿Y a ti? ¿Te has preguntado por que aún sigues viva después de tener a todos detrás de ti?

Comencé a tensarme al darme cuenta de que Connor sabía perfectamente de que estaba hablando. Se acercó más a mí y no retrocedí. No iba a tener miedo de él ni de mi propio poder.

— Se me está acabando la paciencia — le avisé.

— Estoy deseando ver que pasa entonces.

— No querrás verlo.

— ¿Eso ha sido una confesión? — preguntó levantando una ceja.

— ¿Qué narices quieres, Connor?— clavé mis pupilas en las suyas, pero ni si quiera le temblaban. Tenía la sangre helada o demasiada seguridad en sí mismo.

— La verdad como todos, pero ya la he encontrado en otra parte. Siempre supe que eras una asesina.

Continuó acercándose hasta que pude sentir su aliento caer sobre mí.

— No me conoces.

— En verdad sí. Se mucho más de ti que tu misma.

— No sabes nada — respondí notando como el fuego intentaba romper dentro de mis puños y mis ojos ya luchaban por hacerse ver.

Connor se relamía viendo que estaba consiguiendo sacarme de mi límite. Estaba sintiendo el calor tanto como yo.

— Se que tu estúpido deseo por ayudar a los demás siempre te lleva a situaciones como está. Encerrada con alguien como yo.

— ¿Alguien como tú? No te tengo miedo Connor — respondí con firmeza en mi voz.

— Sabiendo lo que sé ahora, deberías.

Dio un paso hacia atrás y se quitó la camiseta desvelando un tatuaje. Parpadeé varias veces. Tenía aquel dibujo tatuado que sabía que me iba a causar pesadillas el resto de mi vida. Las alas de esa terrorífica polilla se extendían por su pecho hasta sus hombros y la cabeza formada por una calavera estaba en el centro de su esternón.

La marca de los asesinos.

Tragué saliva al darme cuenta de que se había vuelto uno de ellos. Debía ser reciente. Aún tenía la piel enrojecida alrededor. Connor había pasado a ser letal, no tenía dudas de ello y seguramente sabría todos los puntos débiles que ni si quiera yo sabía que tenía.

— Y sé que no eres capaz de matarme, no pudiste en su momento y no lo harás ahora — continuó diciendo acercándose de nuevo a mí.

Me cansé de sus amenazas, de sus tiras y aflojas, de sus miradas tratando de hacerme pedazos a mí y a todos los que me importaban. Si quería ver mi fuego, mi capacidad y el potencial que ocultaba lo iba a ver. Posiblemente solo una vez.

— No quiero oírte una palabra más.

Mis ojos se mostraron y el fuego se hizo paso a través de mis manos. Connor parecía satisfecho con aquello, pero iba a cambiar de idea pronto. Se abalanzó sobre mí con fuerza y le empujé hacia atrás desatando el fuego sobre él. Cayó al suelo golpeándose contra la pared, pero eso no le frenó.

— Buen intento — dijo desde el suelo apenas dolido por haberle golpeado el fuego y acto seguido comenzó a reírse. Su piel estaba ennegrecida, pero sin una quemadura, el fuego no le había hecho nada —. Vas a tener que asustarme más si quieres que no te mate.

No me acobardé. Me enfurecí más al ver que le hacía gracia y que se me escapaba lo que estaba ocurriendo. Miré mis manos comprobando que el fuego que salía de ellas era real y no un producto de mi imaginación. Era imposible que estuviera intacto.

— Al parecer sabes menos aún de lo que yo me creía — se levantó del suelo y elevo la comisura de su boca, victorioso por ver la incomprensión grabada en mi rostro.

— No es posible — me dije, en voz alta.

— ¿Tanto te sorprende? Era cuestión de tiempo que alguien encontrara la manera de protegerse de ti. Ya no soy vulnerable Madison. No puedes acabar conmigo, pero yo contigo sí.

El ardor en mi seguía creciendo. Me nublé por completo. Quería hacerle daño. Quería hacerle sufrir y verle morir sin pensar en las consecuencias que eso podría traerme. Estaba jugando conmigo como llevaba haciendo desde el principio.

Se abalanzo sobre mí y el ardor de mi piel no le detuvo. Agarró mi cuerpo entre sus manos como si yo fuera la vulnerable, la que se podía quebrar y romper. Me revolví bajo su peso llevando finalmente mis manos a sus brazos cuando intentó estrangularme con las suyas. Fue como aquella pesadilla en la que Ashton era quien me intentaba asfixiar. En ese momento al menos sentía que me dolía menos por ser Connor, aunque estuviera quedándome sin aire. Me ganaba en fuerza física y el fuego parecía que ni le rozaba la piel. Mis ojos no le atemorizaban lo más mínimo. No había manera de pararle.

En el vestuario la temperatura comenzó a subir por las llamas. El detector de humos activó los rociadores de agua del techo haciéndome aún más difícil escapar de él. Me estaba ahogando tanto por la presión que Connor ejercía sobre mi garganta como por el agua que caía sobre mi quitándome el poco aire que podía coger.

Las llamas cesaron por el agua, aunque tampoco estaba consiguiendo nada con ellas. Era inmune a mí y al fuego que podía producir y eso tenía menos sentido aun que el hecho de que se hubiera convertido en uno de los asesinos.

Quité las manos de sus brazos intentando buscar otra manera de escapar de su agarre. Mis manos rebuscaron a mi alrededor algo con lo que defenderme. Di con un stick de hockey. Lo agarré con fuerza y traté de golpear a Connor con él. Se partió sobre su cabeza, pero él apenas se movió de su sitio. Aquello solo hizo que se enfureciera más y empezaba a sentir como mis manos se entumecían y mi visión se iba tornando borrosa poco a poco.

— Me prohibieron matarte, pero tengo demasiadas ganas como para no hacerlo. Puedo asumir las consecuencias.

Levantó una de sus manos de mi cuello, pero apenas sentí diferencia. Estaba aturdida y totalmente agotada apunto de gastar el último aliento que me quedaba. Agarró el trozo de stick que había dejado sobre el suelo y me apuntó con él.

Iba a clavármelo.

Estaba acabada de nuevo sin poder hacer nada. Mi poder era inservible sobre él e iba a morir sin saber por qué.

Poco después perdí la fuerza junto con la respiración. Lo di todo por perdido.

Entonces la puerta del vestuario comenzó a sonar con fuerza resonando en mi cabeza con lejanía. Alguien intentaba entrar desde fuera, pero yo misma había cerrado la puerta con pestillo.

Un estruendo se creó poco después y Connor soltó su agarré sobre mi dándome la mínima posibilidad para respirar de nuevo. Sentía mi garganta aplastada, como si no fuera posible que el aire entrara de nuevo. Comencé a toser tratando de saber por qué Connor me había soltado.

Alguien había entrado en los vestuarios y Connor había ido directo hacia esa persona. Comenzó un forcejeo y me di cuenta de que se trataba de Yeon, el padre de Alex. Tenía que hacer algo si no quería que también descargara su ira con él.

Agarré lo único que me quedaba a mi alrededor. Aquel stick de madera partido por la mitad con las astillas formando miles de alfileres puntiagudos. Me tambaleé hasta poder ponerme en pie, pero tuve mi objetivo claro. El fuego no le mataría, pero conseguiría herirle al menos y evitar que saliera de allí.

Cuando tiró a Yeon al suelo en uno de sus movimientos se volvió a girar hacía mí con la mitad del stick aún en su mano. Apreté la otra mitad del stick con fuerza entre mis dedos y se lo clavé en el abdomen sin darle tiempo a reaccionar. La madera se introdujo en su piel rompiendo el tejido y la sangre comenzó a nacer en ella manchando mis manos.

— Te necesito con vida asique más vale que no te mueras — le dije en un aliento cuando se inclinó sobre mí por el dolor.

Le solté y cayó de rodillas al suelo. Agarró la madera astillada entre sus manos sabiendo que no tenía posibilidad de escapar.

Me aparté de él y me tambaleé para llegar hasta Yeon. Me caí varias veces tanto por el agua como por la poca fuerza que tenía. Yeon solo estaba algo confuso por el golpe. Se levantó del suelo e incluso me ayudo a mí misma a no caerme.

— Márchate de aquí, yo me encargo de él — dijo una vez se puso en pie.

Intentó acercarse a Connor, pero le detuve agarrándole del brazo. Aún me faltaban las fuerzas para juntar si quiera dos palabras.

— Le necesito vivo.

— Es un asesino Madison. Debo ocuparme de él. No es necesario que veas esto.

— Mi fuego no le ha hecho nada — le aclaré con la voz quebrada —. Necesito saber por qué.

Yeon me miró con incomprensión. Sabía cuál era mi poder y mi capacidad por todos los rumores que habían estado corriendo sobre mí. Que Connor no tuviera una mínima quemadura confirmaba que aquello era cierto.

Era invulnerable.

Yeon asintió.

Mantendría a Connor a raya. Aunque era poco probable que llegara a ninguna parte con el stick clavado aún en su abdomen.

— Deberías irte, Ashton está muy grave. Una ambulancia se lo ha llevado al hospital junto con Stephen y Lena.

Parpadeé un par de veces intentando ponerme en situación y recordar porqué había ocurrido todo aquello. Era por Ashton.

— No... con ellos no puede irse...

Me llevé la mano a la frente para arrastrar las gotas de agua que me caían encima. Solo conseguí mancharme más con la sangre de Connor.

— Se quienes son Madison. Los tengo vigilados.

— Si crees que hay una tregua o que somos terreno neutral te equivocas. Están preparando algo grande y no podemos quedarnos atrás. Nos están pisando los talones.

— Encontraremos las respuestas que necesitamos con él.

Yeon y yo guiamos nuestra mirada hacia Connor viendo cómo se retorcía sobre el suelo intentando sacarse el stick de su cuerpo.

— Yo que tú no lo haría — le avisó Yeon —. Si te lo quitas te desangrarás antes y morirás.

— No estaría mal esa idea — dijo él en respuesta apretando los dientes.

Era un sádico. No le importaba hacer daño a los demás y morir si para él era una causa justificable.

La sangre se le había subido a la cabeza de la presión que estaba haciendo para quitarse el stick, pero se lo había clavado lo suficientemente profundo como para que no pudiera sacárselo él mismo, pero no tan hondo como para matarlo.

— Tengo que irme. Gracias por haber llegado a tiempo — le agradecí a Yeon con el último trozo de voz que me quedaba y salí de los vestuarios a toda velocidad.

Fuera solo quedaban los banderines y el confeti de los espectadores tirados por el suelo. Parecía que acababa de terminar una gran celebración, pero por poco aquello se quedaba en una tragedia. Todos se habían marchado y lo agradecía ya que la sangre nunca pasaba desapercibida. La tenía por toda mi ropa y mi cara además de que iba empapada.

Respiré hondo y me centré. Tenia que pensar en que hospitales podría estar Ashton y solo se me ocurrió uno. El Sanford. Al menos no conocía otro. Era en el que trabajaba Lena. Fui hacia allí todo lo rápido que mi cuerpo podía permitirme ya que empezaba a tener una molestia en el bajo vientre. Seguramente por el forcejeo con Connor.

Tenía cientos de cosas que asimilar pero aún así mi mente se detuvo en Stephen. Él tenía la culpa de todo. Debía de haberle contado toda la verdad a Connor y le había incluido en la guerra en la que nos estábamos metiendo. Antes costaba diferenciar más quienes eran los buenos, pero desde ese momento estuvo claro qué si nosotros no lo éramos, ellos tampoco. Connor había descubierto la verdad que todos ansiaban y quería acabar conmigo llevándose a todos por delante si hacía falta.

«¿Te has preguntado por que aún sigues viva después de tener a todos detrás de ti?».

Demasiadas veces lo había pensado, pero nunca creí que alguien pudiera tener esa respuesta y menos Connor.

Divisé el Sanford al fondo de la calle en menos de veinte minutos. Mi ropa ya se había medio secado, pero se había quedado fría y rígida. En la puerta encontré a Stephen hablando de nuevo con Sharon. Por una vez me pareció coherente que ellos dos estuvieran hablando. Sharon estaría preocupada por Nancy ya que había estado en el partido. Si hubiera sabido la verdad, comprendería que no había sitio en esa ciudad en el que Nancy estaría a salvo.

Entonces me di cuenta de algo al ver a Stephen. Había algo diferente en él. Algo que sabía que no había pasado por alto antes. Nunca le había visto hacer eso. Tenía un cigarrillo en la mano. Casi consumido por cada calada que le daba haciendo que no llegara mucho más lejos de la yema de sus dedos.

Creí que pasaría desapercibida detrás de ellos, pero mi respiración seguía haciendo demasiado ruido como para que no me oyeran.

— ¿¡Se puede saber dónde estabas Madison?! ¡Tengo a toda la policía de la ciudad buscándote! — gritó sacándose el cigarro de la boca y expulsando el humo al aire.

— ¿A mí? — solté casi en un bufido — ¡No hagas como que te importo! ¡Ni yo ni Ashton!

— ¿Ya empiezas con eso de nuevo? — dijo exasperado —. He recorrido el recinto por lo menos veinte veces buscándote... — cortó las palabras cuando bajó la mirada a mis manos y vio la sangre, secándose poco a poco pero aún visible como una mancha oscura sobre mis palmas.

— Me he cansado de esto Stephen — respondí antes de que dijera nada.

Me agarró por debajo de la axila con fuerza y me acercó a él bajando el tono de voz como si Sharon no lo fuera a escuchar. Estaba cabreado, pero no podía estarlo más que yo.

— ¿Se puede saber qué es esto? — miró las palmas de mis manos, intentando convencerse a si mismo de que no era lo que creía.

— No me vuelvas a agarrar así o lo sabrás.

Las palabras me salieron con ira, pero no me arrepentí de como sonaron. Era una amenaza clara. Ya no podía aparentar que era frágil. No iba a serlo nunca más.

Stephen vio el desafió en mi mirada y me soltó. Supe que había entendido perfectamente a que me refería y así quise que fuera. Ya me había cansado. No había tregua para nadie. Iban a por todos y Stephen quería seguir poniendo su sonrisa a modo de máscara delante de mí.

Entré en el hospital sin mirar atrás de nuevo sabiendo que Sharon estaría horrorizada por mi aspecto, pero Stephen tendría las cosas claras. No quería que se metiera en mi camino si la vida de Ashton estaba en juego.

Busqué el mostrador de recepción y para mi suerte Alex estaba en la sala andando de un lado a otro. Lo primeo que hizo fue analizar mi aspecto, buscando la respuesta a que habría ocurrido con Connor, pero ni yo misma lo sabía con certeza.

— ¿Le has...? — comenzó a preguntar al ver mis manos.

— No — negué —. Ha sido más difícil de lo que creía... vamos a necesitarle. Tu padre se ha quedado con él.

— Casi mata a Ashton — dijo con la mirada baja mientras se pasaba las manos por el rostro, al límite de su paciencia —. No sé qué es Connor, pero ya puedo confirmar que no es humano, no puede serlo. No ha podido estar a punto de matar a Ashton de un solo golpe siendo una persona corriente.

— Puede que no lo sea... — Alex me miró pidiéndome una explicación, pero Connor no merecía que desperdiciara más tiempo en él sin poder ver a Ashton —. Os lo explicaré todo luego. Tu padre me ha salvado. Tendremos que hablar con él luego para saber dónde le ha llevado.

Alex asintió, aún con la pena y la rabia reflejadas en él, pero por una parte parecía más tranquilo sabiendo que habíamos detenido a Connor. Solo respiraríamos a pleno pulmón cuando desapareciera por completo de nuestras vidas.

— Está en la tercera planta.

— ¿Has entrado a verle? — pregunté tratando de saber que me esperaba. Seguramente cuando le viera lo que le había hecho Connor me encendería de nuevo y cambiaria mi idea de mantenerle con vida.

Alex agachó los ojos por un segundo y asintió.

— He intentado que Stephen y Lena no estuvieran mucho con él, pero siendo Lena enfermera aquí... ha sido imposible.

— Seguramente Stephen y Lena sean el menor de nuestros problemas ahora...

Nos dirigimos al ascensor para subir a la tercera planta y esos escasos tres pisos se me hicieron eternos. Me miré las manos viendo la sangre adhiriéndose cada más a mi piel al igual que al tejido de mi sudadera.

Las puertas del ascensor se abrieron y dieron a una planta mucho más tranquila lo que me pareció extraño. Resultó ser una planta especial para los pacientes más graves. La mayoría eran personas mayores, con alguna enfermedad crónica y luego estaba la habitación de Ashton. Nancy estaba sentada en una silla con la cabeza entre sus manos y Alissa estaba de pie junto a ella sin quitarle el ojo a la puerta.

Nos vieron y sentí un pequeño alivio en el pecho al saber que Nancy estaba bien, pero sabía que el corazón se me encogería de nuevo al ver como estaría Ashton. Las dos se alarmaron por mi aspecto al instante, la sangre era demasiado escandalosa pero que yo estuviera ahí de pie les avisaba de que no era mía.

— ¿Estás bien? — preguntó Nancy para asegurarse.

— Estás loca — dijo Alissa detrás de ella a modo de bronca.

— Estoy bien — respondí para ambas.

Alissa bajó la vista a mis manos.

— Por lo que veo Connor no.

Traté de limpiármelas con la sudadera, pero no conseguí mejor resultado.

— Solo le he detenido. Está vivo. El padre de Alex se lo ha llevado.

— Con toda la sangre que tienes en las manos y en la cara dudo que duré un par de horas.

Me froté la frente de nuevo con la manga de la sudadera y conseguí quitarme un poco más.

— Mi padre tiene conocimientos médicos. Podrá cortar una pequeña hemorragia.

— Puede que no sea tan pequeña — solté en un suspiro —. Le clavé un stick en el abdomen. Si se lo saca puede que si se desangre.

Alex dudó sobre el estado de Connor por mi respuesta. Era más grave de lo que se había pensado. Nancy respiró profundo denotando el miedo en sus ojos. Probablemente se habría imaginado la escena.

Aquello fue lo primero que consiguió asustarla después de conocer la verdad y Alissa quiso aparentar que tenía aún el alma intacta y se apiadaba de Connor, pero estaba a punto de mostrar una sonrisa por la comisura de sus labios.

— Es poco comparado con lo que se merece por lo que le ha hecho a Ashton — terminó por decir.

Esa sensación ya estaba entrando en mí de nuevo. La pena, el dolor y la ira. Todas entremezclándose en mi esperando a ver cual ganaría.

— ¿Qué tiene? — me atreví a preguntar.

— Una contusión en la cabeza... luxación en un hombro... algunas costillas aplastadas... Si no llega a llevar toda la equipación... puede que no estuviéramos aquí ahora si no en la planta baja — Alex apretó los puños con impotencia y después suspiró, cansado —. Lena está dentro, ten cuidado.

Extendió la palma de su mano frente a mí y asentí sabiendo que era lo que tenía que hacer. Lo mejor era que Lena no me viera así porque no quería afrontar la pregunta de dónde había estado y de a quien pertenecía esa sangre.

Toqué a Alex y en una fracción de segundo me desvanecí ante los ojos del resto. Me acerqué a la puerta esperando a que alguno de ellos la abriera para poder escabullirme dentro sin que Lena viera nada extraño.

Necesitaba al menos unos minutos con Ashton. Que pudiera sentir que estaba a su lado. Que no iba a abandonarle e iba a hacer hasta lo imposible por llegar al fondo de todo. Destaparía a todos los asesinos y acabaría con ellos. Me había cansado de esperar en el banquillo. Había llegado el momento de dejar de esquivar a la muerte y mirarla directamente a los ojos. Así sería ella la que tendría miedo de nosotros.

Me abrieron la puerta y entré intentando no mover ningún objeto a mi alrededor, aunque Lena se percató de que alguien había abierto la puerta. Estaba sentada al lado de una fina cortina blanca que cubría una camilla. Sabía que detrás de ella se encontraba Ashton.

— Chicos os he dicho que esperéis fuera. Ashton necesita descansar.

— ¿Puedes venir fuera un momento? — le pidió Alex intentando pensar en como continuar la frase —. Nancy sigue bastante nerviosa y se está mareando.

Lena soltó un pequeño suspiro que por una vez pareció de preocupación recordándome a la vieja Lena. Aun así sabía que esa mujer que recordaba era falsa. Nunca existió.

Se levantó y fue en dirección a la puerta a la vez que yo me metía en la habitación. Rodeé la cortina sintiendo miedo y alivio a la vez porque él estuviera ahí detrás.

Estaba tendido sobre la cama y arropado con las sábanas. Tenía los ojos cerrados y unos tubos salían por su nariz conectándole a una máquina. Llevaba un vendaje en su cabeza al igual que en un hombro cubriéndole también el pecho a la altura de las costillas. No se le veían heridas por fuera, pero sabía que eso significaba que estaba el doble de destrozado por dentro. Quise ahogar un suspiro que sabía que se iba a convertir en lágrimas. Me dolía el pecho y volví a sentir esa molestia en el bajo vientre haciéndose más grande.

Me senté en la silla que había a su lado comprobando que Lena seguía aun fuera entretenida con Nancy. Quería hacerle saber que estaba ahí. En una situación normal supe que lo habría notado. Que me habría sentido ahí a su lado, pero no era el caso. Le observé intentando no entristecerme aún más. Le tenía por fin delante y eso era lo que importaba. Estaba vivo.

Comenzó a abrir los ojos con dificultad, molestó por la luz de su alrededor. Buscó con la mirada a alguien por la habitación. Por un segundo se paró en mis ojos y sentí como mi corazón daba un salto dentro de mi pecho. Miró de nuevo hacia la puerta, viendo a Lena fuera y se giró hacia mí de nuevo.

Sabía que estaba ahí.

Sacó una pequeña sonrisa y no pude evitar hacer lo mismo, aunque sabía que no podía ver mi expresión. Estiró su mano sobre las sábanas con lentitud y posé mi mano sobre la suya. Podía sentir mi tacto al igual que yo el suyo.

Tenía mil cosas que decirle, pero seguramente la primera hubiera sido que no había pasado tanto miedo en mi vida. Sus ojos seguían fijándose exactamente sobre los míos y se volvieron llorosos haciendo imposible que yo me mantuviera impasible. Apreté su mano con fuerza para transmitirle todo lo que no podía decirle sin usar palabras. Siempre iba a sostener su mano. No quería que ese sentimiento entre los dos acabara nunca.

— Supongo que si estás aquí tú también estás bien — se movió sobre las sábanas y puso una mueca de dolor.

— Se que no puedes oírme, pero sabes perfectamente que tú no estás bien.

Ashton soltó una pequeña risa llevándose la mano a las costillas por el dolor.

— Se lo que seguramente has dicho y no me ha hecho falta ni oírlo.

Quise reírme también y dejar un poco de lado todo ese mal augurio, pero la molestia en mi vientre persistía por culpa del forcejeo con Connor. Llevé mi otra mano hacia su rostro, acariciando con mis dedos su mejilla. Él cerró los ojos unos segundos sintiendo mi tacto y volvió a abrirlos, buscándome de nuevo.

— Espero que no te haya ocurrido nada peor que esto.

Me quedé tendida en su mirada, viendo como el sol reflejándose en sus iris los aclaraba aún más.

— Estoy bien — susurré para mí misma.

Estaba bien. Estando junto a él siempre lo estaba. Daba igual la circunstancia. Su presencia lo mejoraba todo, aunque todos los escombros se estuviesen venciendo de nuevo sobre nosotros.

Oí a Lena acercarse, no me quedaba mucho tiempo y él también lo sabía.

— Dime que vendrás de nuevo — me pidió en un hilo de voz.

Me acerqué a él, antes de que Lena entrara de nuevo intentando darle una respuesta que pudiera entender. Junté sus labios con los míos lentamente para que supiera que eso significaba un sí. Siempre significaría un sí. Cerró los ojos y cuando dejó de sentir mi tacto, los abrió, pero yo ya me estaba alejando de él.

Dejé entrar a Lena y salí con una sensación distinta en el cuerpo. Veía la traición inminente de Lena y Stephen. Dejándole a su cargo no se me iba a quitar ese presentimiento de que todo seguiría mal.

Una vez fuera, toqué a Alex y las miradas de todos estaban sobre mí. Esperando mi reacción, pero eso no era de lo que tenían que estar preocupados si no de lo que iba a venir después.

Nancy se dirigió hacia mí, sabiendo que hacer cuando ni yo misma lo sabía. Me dio un abrazo comprendiendo el peso de mis hombros y el motivo de mis heridas, tanto las de fuera como las de dentro.

— Gracias por sacarla de allí — le dije Alissa mientras abrazaba a Nancy.

— En verdad tuve que sacarla yo a ella. Quería ir detrás de ti y de Connor — respondió Nancy con una mueca esperando la respuesta de Alissa.

Ella no lo negó.

— Creí que podrías necesitarme.

— Solo me he llevado las magulladuras de siempre — dije intentando quitarle importancia. Noté como una lágrima estaba a punto de salir por mis ojos y la sequé con el borde de mi manga antes de que no pudiera frenar las demás.

— Tendremos que dejar a alguien vigilando a Ashton — dijo Alex tras un silencio.

— ¿Tu tampoco te fías de la buena de Lena? — preguntó con cierta ironía Alissa enarcando una ceja.

— Quisiera, pero sé que no debemos fiarnos de nadie.

— Hay muchos como nosotros trabajando de incognito en el hospital, les avisaré de que él está aquí también — continuó diciendo Alissa mientras salía del pasillo.

— ¿Gente como Marcus? — dije a modo de recordatorio —. No podemos poner la seguridad de Ashton en sus manos.

— Ni en las nuestras. Mira donde está ahora después de que todos estuviéramos presentes en el partido. No pudimos evitar que Connor casi le dejara vegetal. Esto no se trata de quien puede protegernos, si nosotros mismos u otros. Solo estaremos seguros cuando acabemos con las ratas como Connor.

Alissa tenía razón y por el momento no nos quedaba otra que dejar a Ashton con la supuesta gente de confianza de Alissa y esperar que Connor cantara todo lo que sabía. Solo así estaríamos a salvo.

— Avísales de que Stephen y Lena no pueden estar a solas con él y que vigilen a cualquier persona que quiera entrar a verle.

Alissa asintió y se marchó por el pasillo directa a avisarles.

— Debería dejar a Nancy en su casa... no es necesario que vea a Connor. Contra menos gente sepa que ella lo sabe será mejor.

— He visto a su madre abajo. Estará esperándola.

— ¿Mi madre?

— Ha debido de saber que estabas aquí. Está en la entrada con... Stephen — carraspeé la garganta. A ninguno de nosotros nos hacía gracia que Sharon estuviera tanto con Stephen.

— Ya no me puedes negar que no ocurre algo entre ellos.

— Quiero creer que solo es que tu madre se preocupa mucho por ti. Y cuando sucede algo siempre estoy yo en medio y por lo tanto... Stephen.

Nancy seguía sin convencerse. Yo tampoco estaba cien por cien segura de que solo fueran compañeros de trabajo. Tenía que haber algo detrás de todo eso.

Me metí al baño y me quité la sudadera para no dar más el espectáculo. Me lavé las manos, incontables veces hasta que dejé de verlas rojas. La sangre se quitó pero seguía sintiéndola sobre mis palmas, caliente y espesa como hacia una hora. 

Bajamos a la planta principal y como esperaba, en la puerta seguían Sharon y Stephen esperándonos. Stephen tenía un cigarro nuevo en su mano derecha y por como consumió el anterior, sabía que no le duraría más de unos minutos.

Sharon volvía a tener esa expresión de preocupación al ver a Nancy y evitó mirarme, pero no podía culparla. Si fuera ella también lo hubiera apartado la mirada.

— ¿Estás bien cariño? — le preguntó acercándose a ella para agarrarla como si fuera a caerse en cualquier momento.

— Si mamá — respondió en un suspiro —. Te he dicho que estaba bien. Solo quería ver a Ashton...

— Pensaba que eras amiga de Madison, no suya también.

Sharon acabó su frase mirándome, sin maldad alguna, pero con tensión dándose cuenta de que no tenía que haber dicho aquello por la mirada que le dio Nancy. Era obvio que tampoco quería yo me acercase, pero de igual modo Sharon estaba muy apegada a Stephen. Un asesino profesional que, si tuviera que matarla a ella y a Nancy para salir del paso, lo haría.

— Ya podemos irnos — respondió Nancy queriendo marcharse de ahí.

Alex dio un paso al frente para ir con ella, pero Sharon ya tenía pensado irse solo con Nancy. Le miró y Alex retrocedió hacia mi lado de nuevo. Nancy miró hacia atrás y traté de darle una pequeña sonrisa. Con Sharon estaría más segura.

En cuanto se marcharon, la tensión creció al estar a Alex y yo con Stephen. Alissa llegó por la puerta a los pocos segundos evitando que volviera a discutir con Stephen o incluso algo peor, enfrentarme a él.

— Nos vamos, ¿no? Tenemos cosas que hacer — Alissa habló haciendo caso omiso a la presencia de Stephen.

Yo asentí al igual que Alex, y los tres comenzamos a andar, pero sabía que Stephen no lo iba a dejar ahí, ya no.

— Madison — dijo llamando mi atención. Le dio una calada al cigarro, para después echar el humo mientras pronunciaba sus palabras —. Nos vemos en la cena. No te metas en líos — repitió como de costumbre, como si no tuviera nada más que decirme.

No respondí. Hacía tiempo que no me tragaba el papel de padre que tenía montado y él sabía que ya no me lo creía. Poco a poco iba a llegar a la verdad que escondía Stephen.

— ¿A que ha venido eso? — preguntó Alissa una vez nos alejamos.

— ¿El que de todo? — dije con cierta ironía — ¿Qué intente hacer de mi padre o que sepa con exactitud que es él mismo el que me mete en líos?

— Todo. ¿Se cree que somos imbéciles? Está marcado como las cabezas de ganado, es un asesino — respondió ella.

— Debe de saber todo ya. Qué soy yo, qué somos todos, que somos capaces de hacer y que no — solté en un suspiro en el que pude saborear el calor posado sobre mi lengua.

— Si eso es cierto, están esperando al momento correcto para atacar — dijo Alex.

— Y será pronto — me atreví a decir sabiendo que así sería.

— Y contra más tiempo pase sin que los demás lo sepan, seremos cada vez más vulnerables. Estamos solos en esta lucha.

— Ya no — se adelantó a decir Alissa —. Esta mañana cuando avisé de la demolición del Crawford's, le dije a Garret que pusiera a todos en aviso de que algo grande se acercaba. No podíamos esperar más — Alissa se giró para mirarme —. Les dije que uno de nosotros iría esta noche para contarles todo lo que sabíamos.

Sabía que su mirada significaba que tendría que ser yo la que fuera. No estaba segura de que a mí me fueran a escuchar. Ese título de la heroína que calcinó a varios asesinos no iba conmigo. No quería que me adoraran por haber matado a esos hombres.

— Tampoco es que sepamos mucho ahora — le respondió Alex.

— De momento si hay un sitio en el que podemos conseguir más información antes de que llegue la noche — dijo a modo de recordatorio Alissa y comenzó a aligerar el paso movida por su odio por Connor.

Quería tenerle al fin cara a cara. Yo no tenía menos ganas que ella.

Llegamos a la casa de Alex y al entrar todo estaba en total silencio. No había nadie o no parecía que lo hubiera.

— ¿Y tu padre? ¿No había traído a Connor aquí? — preguntó con impaciencia Alissa.

— No iba a dejarle en mitad del salón si estaba sangrando. Mi padre tiene una habitación segura donde guarda las armas y los informes de la comisaría. Estarán ahí.

Antes de que Alex siquiera terminara de pronunciar esas palabras el dolor en mi vientre creció en un instante al máximo que podía soportar. Me doblé hacia delante sin poder evitar soltar un grito de dolor.

— ¡Madison! ¡¿Qué pasa?! — Alissa se lanzó hacia mi tratando de agarrarme mientras caía al suelo.

Sentía como si me estuvieran desgarrando la piel con un puñal poco a poco, pero sin detenerse hasta que me atravesara por completo. Me llevé la mano a mi abdomen y al verlo, ambos me agarraron de ambos brazos para darme la vuelta y tumbarme boca arriba sobre el suelo. No podía dejar de retorcerme y mis gritos iban subiendo de volumen.

Alex trató de agarrarme de los brazos, pero ardían, era imposible controlarlo, no podía concentrarme en nada más que no fuera ese dolor y el fuego se aprovechó de la situación para comenzar a extenderse por mi piel.

Alissa agarró mi camiseta y me la levantó de un tirón descubriendo una gran herida sobre mi piel que comenzaba a sangrar como si acabara de formarme.

La incomprensión en su rostro se reflejaba mientras veía como esa herida iba haciéndose más profunda. No entendía cómo podía haber ocurrido, pero al ver el sitio exacto en el que esa herida estaba, solo un nombre pasó por mi cabeza.

— Connor... — dije casi sin coordinar las palabras — ¡Es Connor! — repetí antes de retorcerme de nuevo.

Alissa miró a Alex intentando entender que significaba aquello, pero no encontraron respuesta en el otro.

— ¡Papá!

Alex reaccionó y me cogió en brazos usando la sudadera que yo misma había dejado caer. Comenzó a correr por el pasillo conmigo en brazos y Alissa iba detrás nuestra con la electricidad escapándose por la punta de sus dedos. No estaba cabreada aún, pero si confusa y que hubiera señalado a Connor era suficiente para ella como para descargar su ira sobre él.

Me sentía mareada y estaba cansada como si hubiera corrido una maratón, pero no supe si era por la sangre que estaba perdiendo o por el dolor que me estaba desgarrando sin cesar. Vi el recorrido por el pasillo totalmente borroso hasta que entramos a una habitación con un montón de luces pareciéndose en mi cabeza a fuegos artificiales explotando en la noche.

— ¿¡Qué le has hecho?! ¡Respóndeme! — oí decir a Alissa a lo lejos.

Connor debía estar ahí pero no alcancé a verlo.

El dolor se hizo algo más pequeño cuando noté las manos de alguien sobre mi piel, presionando para cortar la hemorragia.

— ¿Qué le ha pasado? — preguntó Yeon intentando mantener la calma, pero en su voz se notaba que no sería así por mucho tiempo.

Sus manos temblaban sobre mi vientre al ver la gravedad de aquella herida que no parecía querer detener el flujo de sangre.

— ¡Nos ha dicho que ha sido Connor! — gritó Alissa fuera de sí.

— Es imposible. Él lleva aquí desde... — Yeon hizo una pausa y se fijó en mi herida con más detenimiento mientras notaba como las lágrimas recorrían la piel de mis mejillas por el dolor —. Tienen la herida en el mismo sitio, parece hecha por el mismo objeto incluso...

Ya no lo soportaba más, quería desconectar totalmente y dejar de luchar para no sentir ese dolor. Mi visión se fue tornando difusa y oscura como una noche fría de las que te erizaban la piel. Mis oídos se taponaron y aunque no entendía que decían las voces a mi alrededor eso no evitó que oyera como subían de volumen a medida que yo cerraba los ojos. Los rostros borrosos de Alissa, Alex y Yeon fue lo último que vi hasta sumirme en la oscuridad.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top