CAPÍTULO 24: EL ÚLTIMO PARTIDO
Madison
Salimos fuera y sentí como si hubieran pasado años estando ahí abajo. Tenía todo mezclado en la cabeza y me costaba diferenciar que había ocurrido de verdad y que no. Lo único que podía asegurar que era real era que la Sra. Kelly formaba parte de esa locura y era nuestra única salida.
— ¿Estás bien? Estás pálida — acabó preguntándome Ashton.
Asentí, intentando sacar de mi mente esas imágenes, pero al ver su rostro se clavaron más en mí. Pareció dejarlo pasar, pero sabía que más tarde me preguntaría de nuevo por ello.
— Nosotros tenemos que irnos ya. Lena nos está esperando — dije mientras nos alejábamos.
— ¿Por qué tanta prisa? — preguntó Alissa.
— Visita sorpresa — estaba poco convencida de que fuera a ser así. Sabía que iba a ser de todo menos una buena sorpresa.
— Eso no suena muy bien — coincidió ella.
— Aún no sabemos quien o quienes son — le aclaró Ashton.
— ¿No confías en Lena? — le acabó preguntando Alex.
— No lo sé. No quiero creer lo que llevo temiéndome semanas.
Alex puso una mueca. Sabía que cada vez salía más gente a la luz en la que no podíamos confiar y Lena y Stephen encabezan la lista.
Nos despedimos de ellos y nos adelantamos comenzando a callejear. Nos sentíamos vulnerables caminando por la avenida con los ojos de las personas sobre nosotros como si hacerlo estuviera prohibido, pero así era.
Nuestra casa iba a ser nuestro único lugar seguro sobre todo cuando Lena y Stephen no estuvieran. Ya no me fiaba de ellos. Ashton quería seguir teniendo esperanzas en que Lena no era una de ellos, pero yo ya no veía la parte buena en ella. No nos había atacado ni nos había hecho daño, pero sabía que era cuestión de tiempo.
Estaba deseando llegar a casa y poder estar a solas al menos por unos minutos con Ashton como solíamos hacer, pero esa visita sorpresa nos lo iba a impedir. No me imaginé quien podría ser, pero cuando pusimos un pie dentro no pude creer lo que estaba viendo.
Harper apareció por la puerta de la cocina y se lanzó directa hacia Ashton. Él retrocedió, pero no antes de que ella llegara a besarle.
Me quedé helada pero la sangre de mis venas no tardó en arder al ver aquello. Di un paso al frente, dispuesta a apartarla de él y me miró, retándome con la mirada.
— Yo que tú no lo haría — dijo advirtiéndome —. Si no queréis que abra la boca y cuente lo que estáis haciendo será mejor que me sigáis el juego. Hoy eres mío.
— Estás loca si crees que voy a seguirte el juego — respondió él apartándose de ella.
— ¿No me crees capaz? — hizo una pausa esperando su respuesta, pero él no abrió la boca — ¡Lena!
Ashton le tapó la boca rápidamente y accedió a regañadientes para que no montara una escena.
— Dime Harper — dijo Lena asomándose desde cocina.
— Nada, es que huele genial. No puedo esperar más para probarlo — sacó una sonrisa que no podía dejar de ver como maliciosa. Era como el demonio encarnado. Al lado de Stephen, él era totalmente inofensivo.
Harper tiró de Ashton hasta la cocina y él me miró con la mayor expresión de incomprensión que jamás hubiera visto, pero la mía no era muy diferente. Lo único que cambiaba era que él no tendría más ganas de matarla que yo.
En la cocina no solo estaba ella. Stephen estaba terminando la comida, Lena colocando la mesa y un hombre y una mujer estaban ya sentados en la mesa. No podía ser cierto. Esos eran los padres de Harper
¿Era una comida familiar?
Ninguno de ellos debía saber que ellos ya no estaban juntos y Harper se estaba aprovechando de la situación. Lo que me llevo a pensar que entonces Lena no sabía que todo el instituto se enteró de que Ashton fue también adoptado por qué Harper hizo que él lo confesara.
— Hola Ashton, ¿cómo te va todo? Hacía mucho que no te veíamos — el hombre estiró su brazo para estrechar su mano.
Iba trajeado y tenía el cabello totalmente blanco. Parecía más mayor que Stephen, pero aun así cuidaba su aspecto. Olía a un perfume fuerte y tenía la barba recién afeitada.
— Los exámenes y el equipo me han tenido bastante ocupado... — respondió él mientras se acercaba a saludar a la otra mujer.
— Hay partido esta tarde, ¿cierto? — preguntó el hombre con curiosidad —. Siempre he querido ver un partido de hockey sobre hielo.
Ashton asintió, deseando que no quisieran ir, pero el tono de sus palabras ya había dejado claro que así seria. Era el alcalde y el supuesto padre de su novia. No podía decirle que no.
— Tú eres Madison, ¿cierto? — preguntó la mujer al verme a lo que asentí —. Yo soy Diane y él es mi marido Roger.
Repetí su nombre en mi cabeza y al momento pensé en Nancy. Era el hombre con el que su madre había mantenido una relación y entendía que no hubiera sido un secreto siendo el alcalde. Tanto a Diane como a Roger se les veía felices, pero también se podía decir eso de Lena y Stephen cuando estaban con más gente.
Supe de quien había sacado los ojos Harper al ver a Diane. Eran como dos gotas de agua. Como lo éramos mi madre y yo. La mujer tenía una melena corta rubia y ligeramente rizada, y unos ojos claros como el cielo que transmitían serenidad justo al contrario que los de Harper.
Ambos me saludaron y entonces nos sentamos. Ashton se sentó en una de las sillas frente a los padres de Harper y ella se sentó a su lado, dejándome como única opción la silla que estaba en frente de ella.
No podía jurar que no me contendría a lanzarla una llamarada bajo la mesa por ponernos en esa situación. Quise convencerme de que esa no era la opción. Al menos no en ese momento. Tenía demasiadas ganas de desahogarme con ella y no lo podía ocultar.
Creía que esa comida iba a ser una trampa y después de ver de lo que se trataba, deseé que fuera un engaño y eso solo fuera una distracción. No quería seguir viendo como Harper manoseaba a Ashton delante de mí. Estaba acariciándole el pelo y tratando de besarle, aunque él buscaba la manera de evitarla.
Todos se conocían entre ellos y la que parecía sobrar era yo en aquella escena tan perfecta. Era obvio que tenían una buena relación. Stephen y Roger no paraban de hablar y Lena y Diane se reían con complicidad como si fueras amigas de toda la vida. Puede que lo fueran.
Luego estábamos Ashton, Harper y yo. Callados como tumbas mientras ella y yo nos apuñalábamos con la mirada. Yo ya la había quemado cuatro veces en mi cabeza, de diferentes maneras y cuando fui a planificar la quinta y una de las voces de la mesa se dirigió hacia nosotros sacándome de mis pensamientos.
— Bueno es hora de que os contemos a que ha venido esta comida hoy — dijo Stephen dejando ver lo eufórico que estaba.
Puse una mueca, casi sin querer saber que estaba ocurriendo. No quería más sorpresas.
— Como sabéis, Roger es el alcalde de la ciudad y ha tenido una gran idea para revalorizar la ciudad. Hay muchos lugares anticuados y sin uso alguno y los va demoler para crear más viviendas. Solo ha hecho falta hablar con los viejos propietarios de esos lugares, firmar el papeleo y todos nos los han vendido en menos de una semana. Al parecer estaban deseando quitárselos de en medio — terminó de decir Stephen para darle un largo trago a su vaso de vino.
— Cierto — continuó diciendo Roger —. Esto marcará un antes y un después en Sioux falls. Vamos a estar en boca de todo el estado cuando las obras comiencen. Estoy deseando demoler ese bar de mal augurio, el Crawford's. Tiene la ubicación perfecta para un nuevo centro de actividades. En unos días no quedará nada más que el proyecto de futuro que vamos a diseñar.
Casi me atraganté con la comida al oír las palabras de Roger. Intenté no alarmarme o al menos que no se me notara. No podía sobresaltarme ni alterarme. Ni yo ni Ashton. Levanté ligeramente la cabeza y vi el pánico en sus ojos mientras intentaba ocultarlo al igual que yo ¿Algo podía salir peor? Iban a tirar todos los edificios y locales antiguos de la ciudad y entre ellos estaba el Crawford's.
No podíamos permitirlo. Tenían que saberlo. Debíamos detener esas obras como fuera. Estaba claro que Stephen se iba a llevar una buena parte al haber conseguido los acuerdos con esas personas. Puede que incluso las obligara asique no iba a ser tarea fácil.
La pregunta era ¿quién había vendido el Crawford's?
Todos levantaron sus vasos para brindar y el choque de los cristales se quedó retumbado en mi cabeza como una señal de alarma. Mi mirada se cruzó con la de Ashton entre las copas cristal. Sabía que teníamos que actuar cuanto antes y evitar que nadie pusiera sus manos sobre el Crawford's.
Aquello se podría convertir en una guerra y no sería capaz de ir en contra de Nancy. Por raro que pareciera sentía que iban a demoler una parte de mí que apenas acababa de descubrir. Esas personas tenían una historia parecida a la mía por no decir la misma. Una vida de dolor y sufrimiento que me unía a ellos más de lo que alguna vez hubiera podido imaginar.
— ¿A qué hora es el partido Ashton? — preguntó Stephen.
— En una hora, pero no es necesario que vengáis. Es un partido sin importancia.
— Claro que vamos a ir, aún no te hemos visto jugar — continuó diciendo Lena —. Seguro que Roger y Diane están deseando venir.
— Lo habíamos dado por sentado — respondió Roger en una risa mientras Ashton se hundía en su silla.
El día iba a ser más largo de lo que me esperaba y no podía ni poner mala cara si no quería que se notara las ganas que tenia de desaparecer en ese instante. Ojalá fuera tan fácil pero solo con Alex cerca sería posible.
Mientras recogíamos la mesa, miré a Ashton al notar que él también lo hacía. Al verme, señaló con la cabeza el bolsillo de detrás de su pantalón. Su teléfono estaba ahí. Quería que lo cogiera y avisará sobre lo que iba a ocurrir en el Crawford's por que no podía hacerlo con mi teléfono pinchado. Lo cogí intentando que nadie me viera y me fui directa hacia la planta de arriba. En cuanto me encerré en el baño le envié un mensaje a Alissa.
"Van a demoler el Crawford's. Avisa a Garret. Hay que saber quién ha vendido la propiedad".
A los pocos segundos lo leyó, pero no contestó. Sabía que estaría llamando a Garret. Necesitamos una respuesta a quien había sido capaz de vender el Crawford's y así poder pararlo. No podíamos dejar que acabaran con ese lugar. Era el refugio y el escape de la realidad de toda esa gente y desde ese día, también el nuestro.
Dejé el teléfono en el lavabo y me di una ducha rápida tratando de relajarme. Sentía que así me quitaba las malas vibras provocadas por Harper, por Stephen y por todos los que me habían puesto al límite ese día, pero el agua caliente solo aumentaba mis ganas de cometer las fantasías que llevaban rondándome la cabeza toda la comida.
Al bajar todos estaban ya listos. Quedaba media hora para el partido. Harper se agarró al brazo de Ashton al salir por la puerta. No sin antes echarme una mirada, aún victoriosa sintiendo que estaba consiguiendo su propósito, pero no era así. Al final del día Ashton estaría conmigo y eso solo sería un mal trago. Él no la quería y nunca iba a conseguir cambiarlo. Nunca conocería a Ashton tan bien como yo. Nunca le querría como yo, aunque puede que ese fuera el problema.
¿Dónde estaba el límite?
No lo había. Era algo incondicional que llevaba escrito la palabra peligro en letras manchadas de sangre avisando de lo inminente, pero seguíamos haciéndonos los ciegos ante ello. Yo seguía haciéndome la ciega. ¿Eso sería lo que llevaría a Ashton a la muerte? ¿Ese vínculo prohibido entre nosotros?
No podía quitarme esa visión de la cabeza. Fue como lo que vi a través de los ojos de Logan, pero esa vez yo si estaba presente y se me hacía imposible no creer que no estuviera implicada en ello. La repetía una y otra vez en mi cabeza, sin saber si se podía cambiarlo. Lo que más me asustaba era no saber que si aquello era real. Si lo era... ¿era yo era la culpable?
Mis manos se encontraban llenas de sangre y no había nadie más en aquel lugar. ¿Sería capaz? Poner mis propias manos sobre él, haciendo que se desangre hasta que pierda la vida. Solo una persona podía darme la respuesta y era aquella chica. Quisiera o no debía darme una explicación. No podía irme a dormir de nuevo sin saber si al despertar Ashton estaría bien.
Nos fuimos en diferentes coches. No quedaba otra opción por que Harper no se separaba de Ashton asique sus padres los llevaron a ambos. A mí me toco ir con Lena y Stephen. Estaba metida en la boca del lobo una vez más.
Nadie habló durante el trayecto y la tensión iba subiendo por segundos. Stephen conducía concentrado en la carretera y Lena miraba por la ventanilla. Observé como un par de veces me miro desde el retrovisor al igual que Stephen con el espejo de en medio. Evité mirarlos, pero eso no evitó que no me diera cuenta.
¿Esperaban que dijera algo o solo me observaban? Me sentía como una rata de laboratorio a la que le quedaban los días contados, pero por alguna razón ese día estaba tardando más de lo que me esperaba y no sabía si eso era bueno o malo. Sentía que avanzábamos para desenmascarar todas las mentiras, pero puede que Stephen ya tuviera todo planeado junto con Lena.
Llegamos al instituto y Stephen aparcó unas plazas más atrás del alcalde. Cuando entramos en el recinto la presencia del alcalde no pasó desapercibida. La gente estaba preparada para recibirle y había hasta algunas cámaras esperando a pillar un primer plano.
Bajamos del coche y mi teléfono vibró en el bolsillo. Me quedé extrañada por ello. No podía ser Ashton porque aún tenía su teléfono. Era un mensaje de Alissa. Me había enviado una captura de pantalla y como mensaje había puesto unas interrogaciones. Descargué la foto. Era una publicación de una de las redes sociales de Harper. Salía ella con Ashton y sus padres de fondo con el título: "Partido de Axtell contra Whittier en la mejor compañía".
Por eso la gente sabía que el alcalde iría. Harper había hecho propaganda. ¿Estaba usando a su padre para ser el centro de atención y así impedirme estar con Ashton? Quería atraer la atención hacia ellos y ser la protagonista un día más como si Ashton fuera su trofeo para que todos pudieran verlo.
Respiré hondo como si eso me fuera a ayudar, pero solo me iba a servir alejarme de ella, aunque también tuviera que alejarme de Ashton. Pensándolo detenidamente puede que Harper nos estuviera haciendo un favor pensando que nos fastidiaba.
La gente creería que estaban juntos y eso nos quitaba el punto de mira de encima a Ashton y a mí. Por lo menos el tiempo que pudiera soportar que Harper estuviera con él.
Las cámaras les acorralaron y supe que Ashton quería salir de ahí con solo mirarle un instante. Lena y Stephen se quedaron observando la escena, pero yo no podía seguir ahí de pie.
— Nos vemos dentro — les avisé y comencé a andar hacia la pista.
La cantidad de gente se iba haciendo mayor a medida que me acercaba al edificio por lo que aquel partido no tenía nada de pequeño. El instituto al completo estaría ahí dentro más el instituto rival. Al llegar distinguí la melena trenzada de Alissa entre la multitud. Era imposible no darse cuenta de su presencia. Llevaba un abrigo de pelo que escondía un top azul eléctrico y unos pantalones de cuero negros con unas botas.
— No pierdes una ocasión para arreglarte, ¿verdad?
Se giró al oírme y puso una sonrisa.
¿Estaba contenta de verme?
— Tal vez he venido demasiado abrigada — dijo levantando la vista detrás de mí —. No sé por qué me da que la cosa se va a calentar.
No me hizo falta girarme para saber a quién miraba. No estaba entre mis planes una nueva pelea.
— No voy a entrar en su juego — le avisé antes de que ella misma se tomara la libertar de hacerlo.
— Ya no es un juego. Te ha declarado la guerra.
— Al contrario. Si la gente cree que está con ella, nosotros tendremos más libertad. Lo de hoy solo será un mal trago.
— Espero que el mal trago no se te atragante porque no me importaría darla una pequeña descarga como escarmiento.
Lo pensé por un instante, pero desvié mis pensamientos de aquella idea ya que podría incendiarme apenas con eso.
— Vamos dentro.
La agarré del brazo para evitar que se tomara la venganza por su cuenta y entramos al recinto. Como esperaba estaba a rebosar. El ruido era ensordecedor. Podría haber unas trescientas personas y todas estaban hablando a la vez. Era imposible concentrarse en nada ahí dentro y los únicos a los que se podía distinguir del resto eran los jugadores. Tenían las equipaciones ya puestas y se paseaban por el recinto haciéndose fotos con la gente. El Axtell mantenía su equipación azul y el Whittier iba de rojo.
Unos metros más delante nos encontramos con Alex y Nancy. Estaban de pie tratando de hablar en medio de la multitud. La mirada de Alex fue directa hacia Alissa, a modo de advertencia por estar Nancy presente. Nancy en cambio no se inmutó al verla y a mí me regaló una de sus sonrisas. Puede que llevara la verdad mucho mejor que nosotros y ni quiera tener a Alissa de nuevo frente a ella pudiera asustarla.
— ¿Preparado para el partido? — le pregunté a Alex acercándome más para que me oyera.
— Si, pero no esperaba tanta gente. No creo ni que se puedan sentar todos y no paran de entrar.
— Alguien ha hecho publicidad gratuita del partido — dijo Alissa denotando su desagrado.
Alex la miró entrecerrando los ojos sin entender a que se refería.
— Harper — le aclaré —. Ha subido a las redes que su padre iba a venir.
— ¿Y Ashton? — preguntó Nancy.
— Con ella... Ha amenazado con contarle lo nuestro a Lena y Stephen si no le seguía el juego.
— Me gustaría decir que me sorprende, pero ya sabes cómo es...
— Está claro que sus padres no saben que rompieron. Por eso está haciendo esto. Aparentar que no ha ocurrido nada — añadió Alissa.
— Mientras eso sea lo que cree la gente, estaremos más seguros todos — dije intentando creer que así seria.
— No del todo. Desde que estuvimos en el bar la noticia se ha extendido como el humo — Alex se acercó aún más, cerrando el circulo entre todos.
— ¿A qué te refieres? ¿Cómo lo sabes?
— Me lo ha dicho mi padre.
Lo reflexioné un instante y estaba claro. Si había una posibilidad de que solo uno de sus padres tuviera poderes, tenía que ser su padre.
— Entonces ha tenido que saber lo que yo era desde el principio — dije afirmándolo más que preguntándoselo.
—Nunca había conocido a alguien con el poder del fuego. Está corriendo el rumor de una chica de segundo nivel con potencial. Con la noticia del orfanato todos te atribuyeron el incendio a ti.
— ¿Eso quiere decir que ahora corro más peligro aún? ¿Van a querer castigarme por ello?
— No. Saben que mataste a varios asesinos. Ahora te consideran una heroína.
No sabía si esa era la palabra adecuada porque nadie merecía morir de esa manera ¿Para quién podía ser una heroína? Aunque no supiéramos que nos podrían haber hecho a Alissa y a mi si nos atrapaban, no merecían morir quemados. Nadie merecía algo así.
— Fue un accidente — le aclaré —. No quise hacerle daño a nadie y menos que acabaran muertos.
— Lo sé, pero gracias a eso estás aquí asique puede que dentro de lo malo fuera la única manera de que vosotras salierais con vida — dijo mirándonos a ambas —. En el momento en el que estamos tienes que tener algo claro Madison... es tu vida o la de ellos. Nadie te va a juzgar por hacer lo que sea para sobrevivir. A todos nosotros nos has salvado al menos una vez y cuando te ocurra a ti, tienes que hacer lo mismo y no arrepentirte de ello.
Lo pensé y no quería creer que esa reflexión tuviera sentido, pero era cierto que yo estaba viva gracias a esas muertes. En ese instante todo se había dividido en bandos y ya no eran los asesinos contra nosotros. Era la opción de vivir o morir y nos agarraríamos a la primera con todas nuestras fuerzas.
— Espero que ese momento no tenga que llegar de nuevo.
Le sonreí y él hizo lo mismo poniéndome una mano al hombro. Era cierto que lo daba todo por todo y por todos, aunque no siempre saliera bien. Por eso no me gustaba llegar a esas situaciones viéndome entre la espada y la pared.
— Será mejor que os sentéis, no tardará en empezar — se puso el casco sobre la cabeza y después se marchó perdiéndose entre la multitud dirección a la pista.
Las tres nos dirigimos hacia las gradas. Intentando buscar un hueco para sentarnos, pero no era tarea fácil. Busqué con la mirada algún hueco y mi mirada se cruzó con la del padre de Alex. Tenía una mirada diferente a todas las que le había visto poner sobre mí. Era una mirada amiga, que transmitía apoyo. Sabía quién era y esa mirada era su manera de mostrarme que no estaba sola. Sabía que era culpable del incendio, eso estaba claro si conocía mis poderes, pero no tenía miedo de que así fuera. Era una más de ellos.
Continuamos andando y en el medio de las gradas vi a Stephen y a Lena, guardándome un hueco a su lado y buscándome con la mirada. El teléfono comenzó a sonar en mi bolsillo y lo apagué al instante de ver que Stephen estaba llamando con el suyo. Estaba harta de ese teléfono y saber que podían escuchar todo lo que hiciera con él.
— ¿Quién es? — preguntó Alissa.
— Stephen. Me están buscando. Tenemos que alejarnos más.
— ¿Por qué? — inquirió Nancy y en el momento me di cuenta de que no le había contado nada sobre Stephen.
— Es una de las personas de las que tenemos que mantenernos alejados todos... al menos el tiempo que estemos fuera de casa.
— ¿Es...? — continuo ella intentando darle un nombre.
— Los llamamos asesinos — terminó por decir Alissa —. Forma parte de ellos.
— Entonces no podéis volver Madison — dijo agarrando mi brazo para que la mirara — ¿desde cuándo sabes esto?
— No saben nada, no te preocupes. Lo mejor que podemos hacer es seguir viviendo ahí.
Encontramos un hueco al final de las gradas, en la parte alta y nos sentamos. No era un sitio centrado, pero estaba elevado asique se veía bien toda la pista. Me situé entre ellas para evitar que estuvieran demasiado cerca ya que aún tenía mis dudas sobre Alissa, pero por el momento se estaba comportando.
Nancy no dejaba de mirar a su derecha en dirección a Stephen, como si al haberle contado aquello también hubiera cambiado su perspectiva sobre él, pero era lógico. Se te revolvía el estómago al saber que estabas rodeada de asesinos y que la primera era yo. Ninguno éramos lo que aparentábamos.
La agarré de la mano, intentando que dejara de mirarle, pero seguía preocupada y supe que había algo más detrás.
— ¿Qué estás pensando?
— Nada solo es que... si lo de Stephen es cierto y resulta que tiene algo con mi madre...
— No hará nada — le dije rápidamente —. Tú no tienes poderes asique todo apunta a que tu madre tampoco, estáis seguras.
En cualquier caso, si fuera su padre el que los tuviera, su madre tampoco tendría que preocuparse por estar cerca de Stephen, aunque a mí tampoco me hacía gracia que pudiera haber algo entre ellos. Tuviera poderes o no, que estuviera al lado de Stephen también la pondría en peligro si él era un blanco de la gente con poderes. Todos estábamos dentro de la misma guerra.
— No estoy segura de ello.
— La vigilaré para asegurarme.
— Gracias — me dijo con una media sonrisa.
Las luces del recinto se apagaron para encender después las de la pista y todas las personas de las gradas se sentaron. Abajo a nuestra derecha, un pequeño atril improvisado estaba colocado cerca de las puertas. Todas las luces se centraron en ese punto cuando el alcalde se situó tras él.
Estaban dándole más importancia al partido de lo que creía. Ya no me hacía tanta gracia toda aquella atención de las cámaras y de la gente teniendo en cuenta que Alex y Ashton iban a estar en la pista. Eso significaba más presión para ellos y no quería que nada saliera mal y trescientas personas lo presenciaran en vivo.
— Como todos sabéis hoy se va a presenciar un partido importante. No solo por el gran talento de ambos equipos si no porque hoy tendremos el primer partido oficial del instituto Axtell con nuestro nuevo capitán, ¡Ashton Allen!
Sus palabras revolucionaron aún más a la gente. Las luces se centraron en la salida de los vestuarios y Ashton se hizo paso tras la puerta junto con el resto del equipo. Estaba orgullosa de que Ashton recibiera el mérito que merecía, pero entonces entendí que eso también era malo.
Estaba recibiendo demasiada atención.
Salieron con su equipaciones ya puestas y sus casos en sus manos, listos para empezar. Le seguí con la mirada por la pista y me fijé en que se paró a buscar algo entre las filas de las gradas. Pasaba de unas personas a otras hasta que se detuvo en mí. Me miró y pareció relajar los hombros.
Me sonrió y no pude evitar hacer lo mismo.
Se colocó la protección de los dientes y se puso el casco caminando de nuevo hacia su equipo.
Sabía que la atención sobre nosotros no era buena, pero era su momento de gloria y no iba a dejar que nada ni nadie se lo quitara. Se lo merecía. Se merecía todo lo bueno que tenía por lo mal que lo habíamos pasado y por lo que posiblemente viniera después.
El equipo contrario salió de los otros vestuarios y el vitoreo de sus seguidores se hizo tan grande como el del Axtell. La gente estaba eufórica por el partido y no querían esperar más.
Por unos segundos se hizo un silencio profundo en el que solo se oía la respiración ansiosa de los espectadores a mi alrededor. Algunos tenían la boca llena de palomitas y vasos a rebosar de cerveza.
Los jugadores se pusieron en sus posiciones. Ashton estaba el centro, siendo el primero que pelearía por el puck y Alex a su izquierda. Ambos se miraron. Posiblemente planeando paso a paso sus estrategias sobre el juego. Lucharían por ganar, pero también sabían que tenían que protegerse y no dejar que sus poderes les delataran.
Cuanto todos los jugadores estuvieron preparados, el árbitro dio comienzo al partido.
El discó comenzó estando entre ambos capitanes y Ashton se hizo con él en pocos segundos. Los primeros minutos se pasaron volando al igual que la manera en la que Ashton se movía por la pista. Ni si quiera Alex era capaz de seguirle el ritmo cuando se hacía con el puck. En varios intentos, algunos del equipo contrario intentaron golpearlo contra la barrera para quitarle el disco, pero sobre el hielo era más rápido que ellos. La gente se revolucionaba más y más y comenzaron a ovacionar su nombre. Parecía que el partido iba cada vez mejor, con los Axtell ganando, aunque el Whittier seguía luchando por remontar.
Llegó el descanso y se notaba que el Axtell habían aguantado mejor la presión del primer tiempo. Estaba contenta porque todo estuviera saliendo bien. Mejor de lo que me esperaba incluso.
Salieron de nuevo a la pista y uno de los jugadores se había quedado rezagado en el vestuario. El número cinco de nuestro equipo. Se incorporó rápidamente y observé como Ashton le miró unos segundos hasta que el árbitro dio comienzo al segundo tiempo.
Todo empezó de la misma manera. Ashton le facilitaba al equipo todo lo posible la posesión del puck. Defendía a los jugadores como ellos hacían con él y en el momento de mayor presión le dejaban hacerse paso para asegurarse el punto.
En la siguiente jugada, Ashton estaba a punto de marcar el punto decisivo del partido, pero uno de los jugadores se chocó con él haciendo que perdiera el puck. El público se enfureció al ver que había sido uno de los jugadores del Axtell, el número cinco. Ashton le miró de nuevo y me buscó con la mirada entre las gradas después.
Me estaba avisando de algo, pero no entendía de que. Algo estaba ocurriendo en la pista y tenía que ver con ese jugador. El número cinco. Ashton no paraba de mirarle y trataba de alejarse de él a toda costa.
Me levanté de la grada intentando ver mejor la pista ¿Qué ocurría? ¿El jugador se había chocado por accidente o adrede? ¿Intentaba hacerle daño a Ashton?
— ¿Qué pasa? — me preguntó Nancy al ver que comenzaba a estar inquieta sobre las gradas.
— Algo está pasando en la pista — dije tratando de entender que era.
Alissa se levantó al instante y se puso a mi lado, analizando uno a uno a los jugadores de la pista.
— Ese no es el número cinco — dijo finalmente —. Ese chico es mucho más grande.
No me costó meditarlo mucho para darme cuenta de quien estaba en lugar de aquel jugador.
— Connor — solté con la voz ahogada —. Es Connor. Está tratando de golpear a Ashton.
Di un paso para bajar las gradas, pero Alissa me agarró del brazo evitando que lo hiciera.
— No puedes meterte en medio de la pista. Esto está lleno de gente y ahora todos te conocen. No puedes ir a ayudar a Ashton.
Solté un bufido, no podía quedarme ahí quieta sin hacer nada sabiendo que Ashton estaba expuesto por culpa de Connor.
Segundos después, Connor volvió a atacar a Ashton y esta vez consiguió empujarle contra los cristales que cubrían los laterales de la pista y estos se rompieron en mil pedazos. El estruendo del cristal se escuchó por encima de los gritos ahogados de todas aquellas personas al ver como Ashton caía al suelo cubriéndose por todos esos pedacitos de cristal.
Me faltó el aire por unos segundos.
Ashton no se movía.
— Pero si puedo ir a por Connor — dije desatando el fuego en mi interior. Ya solo estaba a un paso de soltarlo sobre Connor.
— ¡No Madison! — Alissa se arriesgó a tocarme para detenerme y apartó la mano con velocidad. Mi piel ardía. No podría controlarlo por mucho más tiempo — ¡No lo hagas, esto es lo que quiere!
— ¿¡Querías que confiará en ti no?! ¡Confía en mí ahora! ¡Saca a Nancy de aquí y llévala a un lugar seguro!
No me esperé más y bajé con velocidad las escaleras de la grada entre toda aquella gente que se movía histérica. No podría ayudar a Ashton, pero no iba a dejar que Connor se me escapara de nuevo. Vi como huía hacia los vestuarios mientras todos corrían a ayudar a Ashton. Alex fue de los primeros en llegar hasta Ashton y trató de apartar al resto de jugadores de él. Sentía unas fuertes ganas de llorar mezcladas con la ira que tenía preparada para Connor.
Llegados a ese punto la venganza tocando la punta de mi lengua me sabia mejor que cualquier otra cosa. Era como ese chupito que no me llegué a tomar en el Crawford's. Frío pero ardiente a la vez esperando a que le diera paso por mi garganta y desatara todo el fuego de mi interior.
Entré a los vestuarios y cerré la puerta detrás de mí dejando todo el caos fuera. Ahí dentro no ocurriría nada diferente. Eché el pestillo encerrándonos a ambos ahí.
Sabía que estaba dentro.
Recorrí el lugar con la mirada buscándole. Se había escondido como una rata que huía del fuego y hacía bien. No iba a poder responder por mis actos cuando le tuviera cara a cara. El fuego me llevaba a ciegas y no podía quitarme la venda. No quería quitármela.
Pasé entre las taquillas sin éxito hasta que al fondo vi unos pies que sobresalían por el suelo. A medida que me acercaba me percaté de que no era Connor. Era un chico tendido sobre el suelo con solo su ropa interior cubriéndole.
Le toqué para comprobar si tenía pulso. Solo estaba inconsciente. Aquel chico debía ser el número cinco del equipo. Connor se lo había quitado de en medio antes del segundo tiempo para poder llegar hasta Ashton.
— Tenía muchas ganas de verte Madison — una voz grave y ronca me sorprendió a mis espaldas.
Le reconocí al instante.
Connor.
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