CAPÍTULO 18: PROHIBIDO
Madison
El ruido de un motor fuera de la casa me avisó de que alguien venía. Por la figura que se apreciaba tras las ventanas comprobé que era un coche grande. Esperé que fuera el de Stephen y no el de Lena porque en ese momento no quería hablar con nadie más por raro que me resultara hasta a mí misma. Necesitaba que al menos una cosa hubiera ido bien y Stephen trajera buenas noticias.
La puerta trasera de abrió y Stephen entró por ella con una montaña de papeleo bajo su brazo y su maletín en la otra. No tenía la apariencia que había imaginado cuando había hablado con él por teléfono. Estaba agitado y sabía que no era buena señal.
— ¿Estás sola? — dijo en dirección a la cocina y le seguí.
— Sí — no estaba sola en la casa, pero estaba segura de que Ashton no iba a bajar — ¿Qué has conseguido?
— Tenemos que hablar, seriamente. No puedo defenderte si no me cuentas toda la verdad.
— No te he metido en nada — dije casi de forma automática mientras hacía memoria para saber si realmente le había mentido en algo que le hiciera falta saber.
— Es ahora cuando quiero que seas sincera — recalcó, mirándome a los ojos fijamente.
— Está bien — accedí a regañadientes.
Dejó caer las hojas sobre la mesa y buscó entre ellas hasta dar con la que necesitaba.
— He encontrado un informe de una detención tuya hace cuatro años. No sabía nada de este documento asique ahora sé por qué el fiscal tenía tanta impaciencia por qué hablaras.
— Era menor y la acusación no llegó a juicio — le aclaré.
— Pero a día de hoy sigues siendo la única sospechosa. El caso no siguió adelante, pero sigue reflejado en el informe, es un antecedente en tu historial. Es un hilo suelto del que ese fiscal y cualquiera puede tirar para echarte también la culpa de lo que ocurrió en el orfanato.
— ¿Y podrían llegar a hacerlo? — pregunté viendo como mi libertad comenzaba a tambalearse — ¿Unir un caso con el otro para culparme de ambos?
— Es la acusación de muerte de dos personas, y con lo que le ha ocurrido a la Sra. White se suma una más con la tentativa de asesinato de los huérfanos del centro.
— Ósea que si — dije contestándome a mí misma.
Pensaba que mi mayor preocupación era morir asesinada por un grupo de locos que creían que eliminándonos a la gente con poderes libraban al mundo de un supuesto mal que no entendían, pero acabaría muriendo en una celda.
Sabía que tarde o temprano las consecuencias de todo lo que había hecho llegarían, pero no creía que fuera a ser tan pronto. Sentía que por una vez estaba en el lugar correcto para cambiar las cosas y se me acababa el tiempo. Tenía los grilletes apunto de agarrarme las muñecas.
— Es complicado, pero puedo manejarlo. Eres una niña huérfana que perdió a sus padres y después tuvo la mala suerte de perder a la que fue su tutora legal por más de cuatro años. Nadie se creerá que lo hicieras.
Stephen había hecho bien su trabajo averiguando que ocurrió la noche de la muerte de mis padres, pero no me hizo más preguntas sobre el tema. Preferí que así fuera, no quería revivir de nuevo esa noche.
— ¿Y tú? — me atreví a preguntar.
— Lo que yo crea no importa, no soy el juez — dijo he hizo una pausa relajando sus hombros —. Eres mi hija desde el momento que entraste por esa puerta. Ya lo sabes.
Aunque no me gustaba esa respuesta era mejor que me protegiera por ser su hija que por el fuego como sentía que hacían el resto de personas a mi alrededor.
— ¿Hay alguna prueba? — dije intentando cambiar de dirección la conversación, aunque ya sabía la respuesta por parte del fiscal Keller.
— Una testigo ocular. Una señora anciana que vive en la calle de enfrente y estaba regando las plantas en el momento que comenzó el incendio. No será difícil desacreditar su testimonio.
— A mi si me parecía un motivo para meterme en la cárcel.
— No lo es. Te prepararé para la audiencia con todo lo que tienes que decir y lo que no.
— ¿Eso significa que habrá juicio? — dije al atar los cabos.
— No si puedo evitarlo. Solo será una vista preliminar privada en la que no podrán presentar una acusación firme.
— No les digas nada a los demás, sobre todo a Ashton. No quiero que sepan nada más hasta que se solucione... ¿Debería decírselo a Alissa?
— ¿Así se llama la chica que iba contigo?
— Sí.
Stephen lo pensó por unos segundos mientras se pasaba los papeles del informe de una mano a otra.
— Si no la identifican, no la necesitaré. Ella no estuvo allí, ¿entendido?
Asentí.
— Pero yo si estuve. Me fui de Sioux falls, eso lo sabe todo el mundo. Habrá documentos de mi vuelta al orfanato.
— Nunca llegamos a firmarlos. Lena estaba convencida de que volverías y no los firmó.
— ¿La Sra. White lo sabía?
— Sí. Ella estaba de acuerdo. Seguramente creyera lo mismo. Ante los ojos de la ley, tu no pisaste el orfanato el día del incendio y cualquier testigo que hubiera no puede demostrar lo contrario.
Esa iba a ser nuestra defensa.
Que yo no me marché de Sioux falls.
¿Funcionaría?
Suspiré al recordar más cabos sueltos de los que Stephen se podía haber si quiera planteado. Me lo vio en la cara, como el miedo se estaba apoderando de mi. Acabaría pagando por eso y por todo.
— Estuve viviendo con esos niños semanas, saben que estuve allí. No lo van a olvidar por arte de...
— Madison, yo me ocupo — me cortó y cuando fui a abrir de nuevo la boca me lo impidió una vez más —. Yo me ocupo.
Comenzamos a preparar todo lo que tenía que decir en la audiencia. Con suerte no me tocaría abrir la boca pero aún así debía estar lista por si algo se torcía.
Estuvimos varias horas en las que aprendí bastante más sobre los juicios y acusaciones de lo que me esperaba. La acusación no podía manipularme con preguntas confusas ni obligarme a declarar ya que nuestra postura iba a ser la de mantener que era inocente. Me explicó que en el momento en el que el juez viera que no había pruebas suficientes para declararme culpable dictaría sobreseimiento y debíamos de conseguir que fuera de manera definitiva porque eso significaría que tendrían que archivar el caso y no me podrían volver a juzgar por ello.
Después de ver que teníamos muchas posibilidades de que me absolvieran de los cargos, sentía que podía respirar con tranquilidad de nuevo. Mi cuerpo se fue relajando y mis expectativas subieron a medida que continuábamos repasando las posibles preguntas que me harían. Sabíamos que el fiscal Keller formaría parte de la vista asique no podía dejarme asustar de nuevo por él. Delante del juez tendría que mostrarse tranquilo y si estallaba sería un punto a nuestro favor.
En esas horas descubrí una parte de Stephen que no creía que existiera. Me estaba protegiendo y en un principio me costaba diferenciar si era por dedicación a su trabajo o por preocupación real por mí. Todos habíamos tenido motivos siempre para odiarle por una cosa o por otra y parecía que todo aquello había quedado atrás. No pude evitar recordar el momento en el que Nancy me contó que creía que su madre podría estar teniendo una aventura con Stephen.
No sabía si seguir sospechándolo. El hombre que tenía delante me parecía incapaz de hacerle algo así a Lena. Fuera lo que fuera o fuera quien fuera, Nancy ya estaba lejos de preocuparse de ello. Me alegraba que fuera así, que estuviera fuera de todo ese círculo vicioso que la rodeaba y que empezó con mi llegada.
Podía asegurar que Stephen era un hombre nuevo y por desgracia mi preocupación se fijaba esa vez en Lena. Toda la transparencia que ella tenía se había intercambiado con la reservada actitud que antes mostraba Stephen. Desde que volví la que era difícil de abordar era ella. Seguía manteniendo sus sonrisas, como si fuera realmente fuerte, pero conocía esa fachada. Solo era más gruesa para el resto, pero no era real.
No podía evitar relacionarlo con lo que ocurría en la morgue del hospital ¿realmente seria ella consciente de todo aquello? Si así era, tanto ella como el resto de sanitarios lo permitían y puede que lo único que nos mantenía a los demás con vida era que Lena desconociera nuestra naturaleza. Me extrañaba que, si así era, no hubiera atado los cabos con el incendio.
El aspecto que muchas veces delataba a Ashton, Lena decidía verlo como una enfermedad médica. Algo totalmente lógico y tratable. Era lo único que descuadraba en todo aquello. Era demasiado claro como para que ella no lo viera. Aunque si era verdad que iría en contra nuestra, prefería que nunca lo supiera.
No podría soportar que también Lena me viera como un monstruo del que sacar provecho. Me dolía pensar eso de Ashton. No estaba seguro de lo que sentía por mí. Posiblemente yo tampoco estaba segura de mis sentimientos por él, pero sabía que eso no involucraba su poder.
Se nos hizo tarde y decidimos dar por terminada la lección de ese día. Stephen se quedó recogiendo los papeles y antes de que saliera, me detuvo.
— Espera, te he conseguido un teléfono nuevo — lo sacó del bolsillo de la chaqueta y me lo entregó —. Así, aunque encontraran el antiguo, negaríamos que fuera tuyo. Te he mantenido el número para que la gente que lo tuviera pueda seguir hablándote.
— Gracias — dije una vez más con una mueca por las molestias que se había tomado y lo guardé en el bolsillo.
Salí de la cocina y mientras subía las escaleras, distraída, revisé la marca de mi brazo con la forma de los dedos de Ashton. Verla me hacía recordar que él era real, al igual que yo. Tanto lo bueno como lo malo coexistiendo en una balanza que no se podía trucar.
Al pasar junto a su puerta, esta desprendía frío, pero sabía que no era el momento adecuado de entrar.
Fui directa a la mía, aunque tenía mil cosas rondando mi cabeza como de costumbre. Necesitaba olvidar demasiadas cosas de los últimos días porque retenerlas en mi cabeza solo me hacía más daño. Mis ojos se cristalizaron con la imagen de Helen. Veía su rostro sobre el techo de la habitación. En cada pared vacía que me rodeaba y sentía culpa. La culpa por haberla llevado a ese final. Por acogerme una vez más había acabado en esa situación que no podía remediar. Ese fue su último sacrificio por mí y no tenía otra forma de pagárselo que haciéndoselo pagar a los que se lo habían hecho.
El dolor me nublaba y se transformaba en un incentivo para el fuego. Solo me quedaba hacer justicia. Por ella y por todos los que habían sufrido por parte de ese grupo de asesinos con complejo de héroes. Dominic y su equipo solo habían sido los primeros. Pronto tendríamos a más sobre nosotros y lucharía por todos. Por todos los que no habían tenido ni tendrían la oportunidad de defenderse.
No podía dejar de caminar de un lado al otro de la habitación, sobrepasándome con mis propios pensamientos. Unos me asustaban más que otros, pero tenían la misma idea principal. Quería verlos arder. A todos y cada uno de los que querían hacernos daño.
Ahí me di cuenta de que estar en compañía del fuego a solas no era bueno para mí. Sentía como tomaba el control poco a poco, metiéndose en mi cabeza para crear la ira en mi interior. Esas cuatro paredes iban a ser mi tumba si no salía y aplacaba al fuego distrayéndome con otra cosa. Stephen seguiría despierto y no me permitiría irme asique salir por la ventana era mi única salida.
Salí y dejé la ventana medio abierta para poder entrar de nuevo al volver. Así si Stephen salía al jardín la vería cerrada desde abajo y no sospecharía nada. Antes de bajar de la cornisa, la ventana de Ashton dio un resplandor que captó mi atención. Estaba completamente abierta mostrando el reflejo de la luna sobre ella. La curiosidad pudo conmigo y me acerqué. Al asomarme, su habitación estaba vacía. Ashton también necesitaba un respiro, era obvio. No quería preocuparme porque sabía que estaría en el lago. Posiblemente era el sitio más seguro para él. Nadie iba a poder acercarse sin tener todas las posibilidades de caer y morir bajo el hielo.
Bajé por la enredadera, notando como sus hojas se estaban congelando dejando un tacto frío y húmedo en mis manos.
Como sospechaba, Stephen seguía en la planta baja revisando papeles y más papeles sobre la mesa de la cocina. Estaba bastante concentrado asique salí por la parte delantera sin problema.
Estando fuera del radio de visión de la casa, me di cuenta que había comenzado a caminar en dirección a la casa de Nancy. No podía ir ahí. Por un momento había olvidado que no estaba. No iba a estar para escucharme como solía hacer.
Más adelante estaba el lago Covell. También me negaba a ir allí. Tenía que dejar a Ashton tranquilo. En mitad de la oscuridad de la calle me di cuenta de que había salido de casa para despejarme y en ese momento solo me venían más motivos por los que llorar de nuevo.
No quería estar sola. Por extraño que fuera no era lo que necesitaba. Quería estar junto a Ashton y decirle que le necesitaba. Ver a Nancy y abrazarla rogándole que me perdonara, pero ninguna de esas dos opciones era posible en ese momento.
Ahí recordé porque siempre había sido fría y distante con todos. No quería soportar el dolor de después. El dolor que queda cuando sabes que todo se está desmoronando y solo puedes quedarte de pie observando como ocurre.
Continué caminando recordando una ruta al llegar al último cruce. La casa de Alissa estaba en la calle en la que me encontraba. Estaba rodeada de grandes robles con apenas algunas hojas sobre ellos. También comenzaban a congelarse por el frío y sentía las palmas de mis manos de la misma manera. Comprobé a ambos lados de la calle que no hubiera nadie. Todo estaba tan silencioso que el crujir y el movimiento de las ramas era lo más sonoro a mi alrededor.
Me acerqué a la puerta, dispuesta a llamar. Coloqué mis nudillos sobre la madera y la puerta se abrió sola con un chirrido. Un escalofrío me recorrió la espalda de arriba a abajo. Que su puerta estuviera abierta era la señal de que algo no iba bien. Si entraba podría caer en una trampa, pero ni si quiera lo pensé. Entré, dispuesta a enfrentarme a quien estuviera allí si eso significaba que salvaría a Alissa.
Todo estaba a completamente a oscuras y el aire dentro era incluso más frío que el de fuera. Respiré hondo y una mezcla de tierra mojada y hojas me entró por la nariz. La piel de gallina permanecía en mí, avisándome de que tenía que estar alerta y lo siguiente que hizo mi cuerpo fue activar mis ojos. Ni si quiera había pensado en usarlos. El fuego estaba expectante por salir y estaba comenzando a armarme. Si había alguien en esa casa, iba a verlo estuviera donde estuviera.
Caminé con pies de plomo tratando de sentirme más segura a casa paso. La entrada daba directamente a un comedor y a su derecha unas escaleras hacia la planta alta. Reconocí el lugar al instante. Era el sitio en el que se estuvo Logan en el momento de su muerte. Era la misma casa en la que vi como todos morían. Giré la cabeza y a mi izquierda estaba el espejo en el que le vi reflejado.
Tragué saliva, reviviendo esas imágenes mientras evitaba que no me nublaran. Elevé mi mirada para ver la parte de arriba de la casa.
Ninguna figura térmica.
Fui girando sobre mis pies para comprobar toda la sala y al dar una vuelta completa, una silueta caliente apareció frente a mí. Al instante vi como una luz similar a un rayo se dirigía hacia mí. Lo diferencié por el calor que desprendía y pude esquivarlo tirándome al suelo. La molestia que tenía en la espalda por el golpe de Connor se hizo más notable cuando toqué el suelo. Sentía como se había repartido por toda la superficie. No dejé que eso me extenuara. Estaba dispuesta a contratacar sintiendo mis manos al rojo vivo hasta que oí la voz proveniente de esa figura.
— ¡¿Madison?¡ — gritó alterada la voz y reconocí de quien era.
— ¡¿Alissa?! — dije de la misma manera, conteniendo el fuego con la respiración jadeante.
La silueta se acercó a mi haciéndose reconocible ante mis ojos. Era Alissa, con sus ojos chispeantes y sus manos listas para atacar al igual que las mías.
— ¿Qué haces aquí? ¡Podría haberte matado!
— ¡No quería que me mataras! — le aclaré —. ¡Quería verte y pensaba que alguien había entrado, la puerta estaba abierta!
— Yo la dejé abierta, quería ver si alguien entraba — dijo despreocupada, tratando de controlar su respiración y me extendió su mano para ayudarme, pero yo aún no había retenido el fuego.
— Muy efectiva tu técnica... — dije con ironía mientras me levantaba del suelo por mí misma.
— Siempre hay que dormir con un ojo abierto — agregó.
— ¿Un ojo abierto? — dije sin creerme la respuesta —. Estabas preparada tras la puerta, estabas esperando a que alguien viniera y freírle vivo.
— Tienes suerte de que no te haya tocado a ti, no querría tener que lamentar tu muerte también — el rostro de Alissa se apagó por un momento y supe en que estaba pensando de nuevo.
Respiré hondo consiguiendo calmar el ardor y mis ojos me obedecieron devolviéndome el control.
— Siento lo de Logan... — seguramente necesitaba oírlo, pero solo eran palabras. Nada podría devolverle a su hermano.
Levantó la vista hacia mí y frunció una sonrisa, pero no respondió. Se dirigió a la puerta y la cerró dándole un golpe con el pie.
— ¿Necesitabas algo?
— Necesitaba... aclararme, pero ya me he despejado bastante — dije al ser consciente de que nos podríamos haber matado la una a la otra.
— No creo que aquí conmigo vayas a conseguir mucha paz — dijo evitando mi mirada de nuevo.
— Tampoco te conviene estar sola, lo sé. Sé que solo piensas en todo lo que ha pasado.
— ¿Por qué crees que es así?
— Porque a mí me pasa igual. Solo veo la cara de Helen en cada pared al acostarme en la cama.
Alissa inspiró y espiró de forma profunda como si coincidiera con mi respuesta, pero no quisiera admitirlo.
Con un gesto de su cabeza me pidió que la siguiera hacía la planta de arriba. Las escaleras nos llevaron a un pequeño piso con tres habitaciones. Nos dirigimos a la que supuse que era la suya y lo confirmé al poner un solo un pie dentro. Estaba llena de grandes mapas y fotos que empapelaban las paredes de arriba a abajo uniéndose unas con otras con cuerdas rojas clavadas con grandes chinchetas.
En las fotos reconocí a su familia. Eran las personas que vi sentadas en el comedor en aquella visión y los mapas señalaban puntos rojos alrededor de toda Dakota del sur. Alissa había estado yendo en serio con la búsqueda de su familia y ver todo el esfuerzo que había puesto en algo que ya no existía... me tocó hondo. Era una sensación que conocí anteriormente, pero verla en Alissa era desolador. Alissa se percató en como miraba todas aquellas paredes una y otra vez intentando entender la conexión y el resultado al que ella había llegado.
— Tengo que quitar todo esto, ya no vale de nada...
Seguía sin saber qué decirle. No había nada que pudiera decir que arreglara su situación. Me limité a mostrarle una sonrisa sincera, en señal de mi apoyo, aunque quería creer que ella ya sabía que estaría a su lado.
Me dirige hacia la silla que había frente a su escritorio y le pedí permiso con la mirada para sentarme mientras ella se dejaba caer sobre su cama. Tras un silencio en el que no podía dejar de observar esas paredes, ella finalmente habló.
— ¿Ahora entiendes por qué digo que nos protegemos entre nosotros? Tú misma lo has hecho. Has entrado para ver si estaba bien aun sabiendo que te podía ocurrir algo.
— El poder me ha ayudado, no he sido yo. Si hubiera entrado sin usarlo hubiera muerto seguramente. No hubiera visto a nadie venir.
— ¿Y qué hay de malo en ello? ¿En usar el poder?
— Yo no he reaccionado, ha sido él — repetí siendo obvio para mí el problema que había, aunque ella no parecía entenderlo.
— ¿Por qué hablas de tu poder en tercera persona? — preguntó frunciendo el ceño.
— No quiero merecerme nada bueno que sea por el poder, para mí no forma parte de mí — le aclaré.
— ¿Pero si te mereces cosas malas? Tu poder se puede exprimir al máximo y obtener más cosas buenas que malas, créeme.
— Escucha Alissa... no quiero hablar de esto... no deberíamos hablar de esto ahora — le pedí mientras me llevaba las manos a la cara para frotar mis ojos sintiéndolos pesados.
— Claro que hay que hablar de ello, ¿por qué te castigas tanto?
— Porque... Porque... — repetí en un suspiro sin encontrar las palabras — ¿De qué me vale lo bueno si solo es por el poder? Antes la gente me temía y ahora me ama por ello. No sé cuál de las dos opciones es peor — dije en un tono de voz enfadado, pero no lo estaba con ella si no conmigo misma.
Alissa observó el cambio de humor que habían tomado mis palabras, pero eso no la echó para atrás.
— Eso es porque crees que mereces más el odio que el amor. Por qué crees que las cosas malas que te ocurren por el poder son tu responsabilidad y las cosas buenas son mérito del él, pero ninguna de las dos es así. Tu controlas como fluye y si la gente te ama siéntete afortunada. Aunque no queramos, esto forma parte de nosotros y créeme que es mejor saber que hay gente que te defiende las espaldas por ello que estar totalmente sola.
— No quiero que el fuego me defina. Hasta tú estás aquí sentada por ello, si no fuera por el poder nunca hubiéramos hablado.
— Es cierto. Probablemente nunca hubiéramos hablado, pero no por eso es un error. No me arrepiento de haberte conocido. Ahí está la diferencia.
— No, ese es el problema — recalqué sintiéndome más enfadada —. Sin estos poderes no sería nadie para ti ni para el resto de personas. Este poder me está definiendo día a día ante los que me importan y lo odio. No puedo más con ello.
— Lo que ocurre es que hay cierta persona de la que si esperabas más que el resto. De mí no esperas más que lealtad. Te saqué del orfanato y tú me salvaste la vida y si volviera a ocurrir sé que ambas lo haríamos de nuevo, pero con Ashton es diferente, ¿me equivoco? — dijo he hizo una pausa esperando mi reacción. Elevé mi mirada hacia sus ojos al oír su nombre sintiendo una punzada en el pecho por la verdad de sus palabras —. Crees que los sentimientos que tiene por ti van ligados al poder y te da miedo que así sea. Que todo sea por el poder.
— Pensaba que estaba paranoica por pensarlo, pero a estas alturas no se si quiera si quiero saber la respuesta. No sé qué haría si así fuera... — dije escondiendo esta vez mi rostro entre mis brazos.
— No debería decírtelo, pero... creo que yo sé la respuesta Madison. Él sabe lo peligroso que es que estéis juntos y aun así no ha hecho caso. No le importa el poder, al contrario. Seguro que es en lo último que él quiere pensar.
— ¿Por qué crees eso?
— ¿Recuerdas lo que estuvimos hablando en los baños del instituto con ellos? Me pasé con Ashton cuando dijo el poder que tenía porque sabía que se tendría que mantener alejado de ti.
— ¿Por ser el mío el fuego? Se los riesgos que hay...
— No Madison. Es mucho más que eso — dudó por un instante, pero necesitaba que me contara la verdad —. Tenemos más de una norma que tenemos que seguir y entre ellas está la no ponernos en peligro entre nosotros y al resto.
— ¿Yo le pongo en peligro?
Asintió.
— Y él a ti. Está prohibido que dos poderes tan fuertes tengan cualquier tipo de contacto y él lo sabe, pero no ha obedecido la norma. Me burlé de él en ese momento por ello... pero no sabía que tú podías sentir algo por él — hizo una pausa, esperando mi reacción —. Esto... está mal Madison. También por eso Alex estaba tan tenso hoy. Sabe que si alguien que respete las normas se entera, Ashton y tú lo pagaríais muy caro al igual que nosotros por encubrirlo.
— No hay nada de lo preocuparse — intenté decir de forma firme —. Nunca nos haríamos daño, ni a nosotros ni a nadie.
— He visto la marca de tu brazo.
Bajé la vista a mi antebrazo inconscientemente.
— Fue un accidente — le aclaré.
— Lo sé y por eso es tan peligroso. Sois el detonante del otro. El simple hecho de estar juntos hace que os descontroléis. Aunque no queráis haceros daño, lo haréis. Y todo puede acabar peor que unas pequeñas marcas en el brazo.
Apreté la mandíbula evitando su mirada.
— Tú no lo entiendes Alissa — esa punzada en el pecho volvió y dolió mucho más al entender las palabras de Alissa.
— Claro que lo entiendo, él te importa — No lo negué. Sabía que era cierto —. Se que Ashton es todo lo que tienes desde que esa directora del orfanato no está... pero para los nuestros esto es ilegal Madison. La suma de vuestros poderes significaría el fin y para vosotros la muerte. Sois la debilidad del otro. Se que no debería meterme, pero... si él no consigue alejarse de ti... tu deberías de hacerlo por ambos.
— Nadie tiene por qué enterarse — dije negándome rotundamente a tener que alejarme de él por una norma.
— Eso creía yo sobre el paradero de mi familia y al final los encontraron a todos. Mi hermano no había hecho las elecciones correctas y les vendieron a los asesinos como si fueran perros. El resto de mi familia no tuvo nada que ver, pero pagaron el precio. No puedes fiarte de que los demás vayan a protegerte si lo que haces lo consideran como algo prohibido. Que te encubran al igual que nosotros solo les metería en problemas.
— ¿Qué hay de lo de no abandonarse? ¿Le delataron los mismos que tenían que protegerle?
— Cuando no cumples las normas la lealtad no es nada para ellos porque se pueden ver involucrados.
— ¿Por qué él no me ha contado nada de esto? ¿Por miedo?
— ¿Tú le contarías a él que no podéis estar juntos por una norma impuesta por gente que ni si quiera conoces?
— Estoy empezando a cansarme de esas normas...
— Créeme yo también, por eso he estado intentando todos estos años no tener contacto con nadie más con poderes, pero sabía que eras diferente. No te dejas asustar Madison.
— Tú tampoco — dije a modo de halago y sonrió. Era la primera sonrisa sincera que la veía desde que la conocía.
Cada vez tenía más claro que Alissa era el apoyo en el que podía confiar porque me veía como una igual. Sabía todos los fallos que había cometido y seguramente los que iba a cometer por seguir junto a Ashton y seguía sentada pacientemente frente a mí.
Llevaba bastante tiempo fuera de casa asique debía volver cuanto antes por si Stephen notaba mi ausencia. Bajamos de nuevo y antes de salir le di las gracias.
— Gracias por todo... nos vemos mañana.
— Se que de lo que hemos hablado solo me harás caso en una mínima parte, pero piensa bien en lo que haces... por desgracia cada movimiento que hacemos tiene consecuencias.
— Lo intentaré — quise asegurarle que haría lo correcto, pero no podría cumplirlo al cien por cien si eso involucraba el no estar más con Ashton —. Cierra la puerta con llave — dije a modo de broma ya que realmente no lo necesitaba.
Ella soltó una ligera risa y desapareció tras la puerta. Sentía como si hubiera resuelto todos mis problemas, pero realmente habían aparecido más. La decisión de estar junto a Ashton ya no estaba en nuestras manos, pero no estaba dispuesta a dar mi brazo a torcer. Nadie iba a decidir sobre nosotros dos. No iba a asumir algo así.
Al torcer la esquina para situarme en la calle de casa, vi como una luz tenue permanecía en el interior. Stephen se había quedado dormido sobre el papeleo. Si entraba por la puerta era posible que se despertara con el crujir de la puerta asique crucé el jardín para subir de nuevo a mi habitación.
No sirvió de mucho ya que antes de comenzar a subir la enredadera, Stephen se despertó. Se estiró de forma perezosa sobre la silla y se bajó de ella para acercarse a la nevera a por algo de beber.
— No deberías espiar a la gente. Está bastante mal lo sabes, ¿verdad? — susurró una voz a mis espaldas.
Me giré sobresaltada encontrando a Ashton a hurtadillas detrás de mí. Su expresión era neutra tirando hacia lo triste, pero su mirada se suavizó al mirarle a los ojos.
— En mi defensa diré que has sido tú el que me estaba espiando a mi primero — dije curvando una sonrisa. Bajé mi mirada a sus pies viendo como traían nieve repartida por la suela y los laterales y confirmé que había estado en lo cierto al creer que estaría en el lago.
— ¿Dónde has estado? — preguntó al ver que yo ya lo había deducido.
— He ido a ver a Alissa... y no hay que preocuparse de ella. Sabe defenderse sola.
— ¿Os habéis peleado? — pregunto con el ceño fruncido por mis palabras.
— No, no ha llegado a ocurrir — dije sin darle más detalles.
Ashton pareció un poco inquieto por mi respuesta, pero lo entendió al segundo.
— Entonces no hay que subestimarla...
Notaba por su voz que estaba nervioso y yo me sentía de la misma manera. Debía pedirle perdón por acusarle de que solo quisiera estar conmigo por el fuego cuando en realidad era lo que tenía que darle la fuerza para alejarse de mí. Había estado tan ciega que no había sido capaz de ver que me quería a su lado de verdad, con todas y cada una de las consecuencias que se nos venían encima.
— Me lo ha contado — solté —. Era algo que ya suponía, pero no sabía que era una norma...
Ashton abrió la boca, pensando en que respuesta darme.
— Debí decírtelo la noche que volviste. Antes de... besarte y meterte en esto... — dijo para después mirarme directamente a los ojos —. Entiendo que quieras alejarte de mí.
Su boca decía que debía alejarse de mí, pero sus ojos me estaban rogando por lo contrario.
— No me importa.
— ¿El que no te importa?
— Que seamos tan contrarios que no podamos estar juntos — solté un suspiro y vi como su mirada se iluminaba sin ser obra del poder. Tenía un brillo en los ojos que gritaba esperanza a pleno pulmón —. Perdóname por creer que solo me querías a tu lado por el poder...ahora sé que es todo lo contrario.
— No te di una respuesta, entiendo que pensaras eso. Me pareció mejor opción que lo creyeras y así te alejaras de mi porque yo no puedo hacerlo... el frío me consume cuando no estas cerca Madison.
Estaba siendo sincero y sabía lo que eso significaba. Ninguno era lo suficientemente fuerte como para alejarse del otro a pesar de lo que eso conllevaba, pero no me sentía mal por ello. Tomar esa decisión era solo nuestra y él quería hacerlo tanto como yo.
Se acercó a mí y posó sus manos sobre mis mejillas acariciándola lentamente. Sabía que ese pequeño gesto me dejaba bajo su control y no iba a luchar contra ello. Su piel fría en contacto con la mía me provocaba un cúmulo de sensaciones que no sabía describir. Todos mis sentidos se centraban en él cuando estaba cerca.
— ¿Por qué siento que es lo peor que podríamos hacer? — le pregunté manteniendo mis ojos fijos en él.
— Yo siento que es la mejor decisión que hemos podido tomar — susurró a escasos milímetros de mí.
Sus labios estaban a punto de rozar los míos cuando el ruido de un motor se escuchó acercándose. Ashton y yo nos quedamos inmóviles al no saber de dónde procedía hasta que vimos las luces de unos faros al otro lado del jardín.
Era el coche de Lena.
Nos asomamos por la esquina y vimos como Lena se bajaba del coche y se dirigía a la puerta. Al acercarse, miró en nuestra dirección por un instante y Ashton me agarró de la cintura para tirar de mí. Nos quedamos completamente quietos. Apenas haciendo ruido al respirar por si nos había visto. Oímos sus pasos, pero no nos atrevimos a mirar de nuevo. Después la puerta sonó al abrirse y cerrarse y ambos nos relajamos soltando un largo suspiro.
— Gracias — le dije en un hilo de voz.
Debíamos subir, pero la curiosidad de verlos a ambos hablar sin estar nadie más delante era demasiado fuerte para mí ¿Le diría algo Lena a Stephen antes de subir al dormitorio? Ambos estaban en casa a solas asique ¿Cómo actuarían? ¿Sería todo un teatro o realmente eran un matrimonio en la intimidad como lo eran en público? Le eché una mirada a Ashton y supe que él también quería quedarse a observar que hacían.
Nos mantuvimos bajo la ventana trasera que daba a la cocina y esperamos a que Lena entrara a la cocina. Stephen se dio cuenta de que alguien había entrado y cuando vio que era Lena algo cambió en su postura. Se quedaron el uno frente al otro a varios metros de distancia. No se acercaron más y tampoco se saludaron. Ni si quiera se dieron un beso como solían hacer delante nuestra y eso me extrañó. Lena dejó el uniforme colgado de una silla al igual que su bolso y se sentó frente a Stephen.
— ¿Qué tal en el trabajo? — le pregunto él.
Hasta su tono de voz había cambiado. Sonaba más suave, demasiado incluso.
— Demasiado que limpiar — respondió ella en un suspiro —. Llevas el caso bien, ¿verdad?
— Si, sí. Solo estaba repasándolo.
Cogió rápidamente todos los papeles para guardarlos en el maletín y algunos se le cayeron al suelo.
— No puedes perder, no puedes dejar que la declaren culpable. Tendrás que hacer lo que sea si se tuercen las cosas — Lena hablaba de forma distante, dejando toda la presión de la situación en manos de Stephen.
— Lo sé, lo se... — repitió pellizcándose el puente de la nariz, estaba exhausto.
Hasta yo sabía que no era un caso fácil. Mi libertad dependía del trabajo de Stephen y de lo bien que se le diera "hacer desaparecer" esas pruebas.
— Si la encierran, no podremos tener acceso a ella — le avisó ella con seriedad.
Fruncí el ceño por como sonó aquella frase en Lena. Referirse a tener contacto conmigo como tener acceso no era la forma más cariñosa ni tampoco la mejor para explicarse.
— Lo sé. Lo tengo todo controlado — insistió él intentando sonar firme, pero se podía notar como su voz temblaba.
«¿Qué está pasando?»
— ¿Le has dado el teléfono?
— Si, no ha hecho ninguna llamada aún.
— Vigílala de cerca, no quiero que se te escape nada. Cualquier novedad me avisas a mi antes que a nadie.
Me quedé sin aliento al escuchar esas palabras. ¿Darme el teléfono era algo que había estado planeado desde el principio? Metí mi mano en mi bolsillo y saqué el teléfono mostrándoselo a Ashton.
Lo habían pinchado.
No sabía cómo ni porqué, pero me querían tener vigilada y saber con quién hablaba o dejaba de hablar. Me sentía como un animal en su jaula personal, pero yo acababa de descubrir que estaba en una. Hecha a medida para mi e invisible hasta el momento.
Miré a Ashton sabiendo que mi expresión gritaba todo el terror que sentía en ese instante. Me sentía acorralada y traicionada. No entendía como la situación se había torcido hasta tal punto que ya no podía confiar en Stephen ni en Lena. Tragué saliva sintiendo que mi garganta estaba totalmente seca, no sabía cómo asumir algo así. ¿Significaba eso que era su conejillo de indias? No sabía para que plan, pero me estaban controlando y quien sabía desde hacía cuánto.
— Tenemos que subir, como nos encuentren aquí va a ser mucho peor — me pidió Ashton en un susurró.
Estaba paralizada, pero sabía que tenía razón. Acabábamos de escucharlos reconocer que me estaban vigilando, aunque aún no sabíamos el fin completo de aquello. Se me había helado la sangre y no sentía que mi cuerpo fuera a responder, pero debía reaccionar. Necesitábamos ponernos a salvo, aunque el sitio seguro resultaba ser en esa casa con ellos.
Comencé a trepar la enredadera que estaba a nuestro lateral y Ashton hizo lo mismo después de mí. Estando en la cornisa sabía que debía ir a mi habitación, pero ya no me sentía segura en esa habitación. Ashton ni si quiera se planteó otra opción que no fuera ir con él. Sabía que estaba asustada al estar en el punto de mira. Mantuve mi ventana entrecerrada y entré con Ashton a su habitación.
Me ayudó a bajar de la ventana agarrándome de ambos costados con suavidad, pero su tacto me dolía haciendo que no pudiera evitar poner una mueca de dolor.
— ¿Te he hecho daño? — preguntó al instante soltándome y después se miró las manos, pero no había tenido nada que ver con el frío.
— No, no... — dije frotándome los ojos sintiéndome consumida por la situación —. Es que estoy cansada, me duele todo.
— No, no es eso — dijo acercándose de nuevo — ¿Qué ocurre?
— De verdad Ashton, estoy bien — mentí y él lo sabía.
— Madison... te ha dolido cuando te he tocado — acercó sus manos a mí tocándome de nuevo y me aparté porque el más mínimo roce me molestaba.
No dije nada. Evité su mirada porque sabía lo que era y que él no lo iba a dejar pasar. Se colocó detrás de mí y comenzó a levantarme la sudadera.
Por un segundo dejé de oír su respiración.
Giré la cabeza para mirarle y se pasó las manos por el pelo observando cada centímetro de mi piel.
— Madison... por qué... ¿por qué no me lo dijiste?
— Solo me molestaba, no lo he llegado a ver — reconocí.
Me agarró de la mano y me situó frente a un espejo en la esquina de su habitación.
— Míralo, gírate — me pidió con la voz débil mientras apartaba mi pelo para que pudiera verlo.
Estaba totalmente amoratada por los golpes que me había dado Connor contra las taquillas. Sabía que estaría mal pero no como lo que estaba viendo. Los moratones iban desde los hombros hasta el centro de la espalda y de ahí bajaban en tonos violáceos.
Me sentía vulnerable viendo aquello. Había sido su saco de boxeo y había estado a punto de romperme. Ashton deslizó sus dedos lentamente sobre mi espalda y no había zona en la que no sintiera molestia. Eso parecía dolerle a él más que a mí.
Iluminó sus ojos y observé como iba pasando sus fríos dedos por toda mi espalda dándome un poco de tregua con el dolor. Mi piel se erizó, pero me gustaba la sensación cuando estaba provocada por él.
— Esto no va a quedar así — susurró, apretando los dientes con rabia.
— No, no hagas eso — le pedí girándome hacia él —. Es exactamente lo que quiere. Con él nunca va a ser una pelea justa.
— Sabes que no voy a poder Madison, ha sobrepasado el límite... yo... — dijo trabándose en sus palabras —. No puedo verte así y saber que él se ha salido con la suya. Puede partirme la cara las veces que quiera, pero a ti no puede hacerte daño.
Sabía que estaba frustrado y cabreado pero que se vengara de Connor no iba a solucionarnos nada. Era el favorito del instituto y en cualquier lio en el que nos involucráramos con él, saldríamos perdiendo. No podíamos llamar aún más la atención.
— Créeme yo quiero hacérselo pagar más que nadie, pero ahora no es el momento.
— Lo cumpliré solo si no se acerca a ti de nuevo. Pero solo lo cumpliré por ahora. No prometo que siempre me vaya a controlar con él.
No dijo nada más, pero expresión se suavizó y relajó los hombros. Solo esperaba no encontrarnos de nuevo con Connor ni tener que pelearnos con él. Seguir por nuestro camino era la mejor opción que podíamos tomar.
— ¿Te molesta menos? — preguntó intentando mantener un tono calmado en su voz.
Asentí.
— El frío nunca viene mal... — dije agradeciéndoselo. Después saqué el teléfono de mi bolsillo al recordar que lo tenía ahí —. Debería deshacerme de él.
— Si lo hicieras, se darían cuenta — soltó un suspiro —. No tienen por qué enterarse de nada más que las conversaciones normales que puedas tener.
Asentí de nuevo.
— ¿Crees que tiene que ver con... los poderes?
— Si saben de la existencia de los poderes seguramente lo sospechen, pero espero que no sea así...
No podría hablar de nada relacionado con los poderes ni por mensaje ni por llamada. Así se convencerían de que no tenía nada que ocultar, pero las pruebas no mentían. Esas pruebas que Stephen había prometido eliminar para salvarme. Ahí supe que no lo hacía por mí, lo hacía por orden de Lena. Por algo mayor que estaba encima de nosotros. Algo fuera de nuestro alcance.
— Lena trabaja en el hospital. Significaría que forma parte de los asesinatos... — solté en un suspiro sintiendo una presión en el pecho —. Esto se está convirtiendo en una caza de brujas cada vez más grande. Vamos a necesitar ayuda. Todos corremos peligro.
La situación era demasiado grande para nosotros. Aunque fuéramos cuatro no era suficiente si era cierto que Lena estaba metida en el ajo junto con Stephen. Necesitábamos convencerles de que nosotros no teníamos nada que ver. Tendríamos que aparentar no saber nada sobre el micrófono del teléfono y tener una actitud normal todo lo que pudiéramos, pero el día a día siempre daba un giro que no esperábamos.
— Ya lo he pensado... puede que Alissa conozca a gente que nos pueda ayudar — sugirió.
— Ella me ha contado que si alguien como nosotros se entera de esto... de lo nuestro, no nos ayudarán. Nos darán la espalda para que nos atrapen.
— Nadie lo sabrá, no dejaré que nos quiten esto — puso sus manos a ambos lados de mi rostro y me acercó a él hasta juntar nuestras frentes.
Quería creerle. Esas promesas sonaban demasiado bien cuando salían de su boca.
Nos quedamos en silencio, sabiendo que sobraban las palabras. Puede que fuera porque no había nada que decir que arreglara esa situación o también porque podía haber algo que la empeorara.
Después me abrazó, dándome la posibilidad de respirar con tranquilidad de nuevo. Me rodeó con sus brazos de una forma tan suave que apenas notaba el roce de su piel fría sobre la mía. Mi torso seguía desnudo. Solo estaba cubierta por la ropa interior, pero no me sentía insegura. Él lo hacía todo más fácil.
— Quédate esta noche conmigo, por favor — me pidió en un susurro.
Asentí sobre su pecho sabiendo que estando con él estaría segura. Tanto del resto como de mí misma. Conseguía apartar el fuego de mí con su presencia y esa era la mayor seguridad que podía sentir. Dejar de ser un peligro entre sus brazos era lo único que pedía al acabar el día.
Intenté conciliar el sueño, pero me llevó bastante rato a pesar del día que había tenido. Estaba cansada mentalmente, no físicamente. Tenía una diana colgando y Ashton estaba pegado a mí, arriesgándose a recibir él la flecha en mi lugar.
Comencé a acariciar su cabello concentrándome en la expresión de su rostro. Parecía relajado, pero podía notar como los músculos de sus brazos seguían tensos alrededor de mí. Ambos íbamos a descansar mal esa noche.
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