CAPÍTULO 15: FUERA INCÓGNITAS
Madison
Tenía una sensación distinta en el cuerpo como si no fuera la misma. Aunque tanto para lo bueno como para lo malo lo seguía siendo y en ese momento lo bueno pesaba más. Ashton estaba junto a mí. Eso era todo lo bueno que tenía y no sentía que necesitara más. Seguía dormido, tan plácidamente que no reflejaba todo lo que había llevado a las espaldas las últimas semanas.
Su pómulo izquierdo se mantenía algo hinchado y sus cortes estaban casi curados. Eso solo me hacía pensar en cómo lo había tenido que pasar con los comentarios de Connor y teniendo que aguantar a la vez las miradas de todo el mundo al conocer su secreto.
Ashton se movió ligeramente sobre las sábanas y al darle la luz de la ventana, abrió los ojos. Me miró con los ojos aún entrecerrados dejando escapar una sonrisa.
— Bueno días — susurró llevando su mano a mi cabeza.
— Buenos días — me fijé en su mejilla de nuevo —. Deberías ponerte hielo.
— Si me hiciera algo lo haría — marcó una sonrisa graciosa.
Apreté los labios al darme cuenta de lo que había dicho.
— Cierto... el hielo no te afecta.
Se encogió de hombros soltando una pequeña risa.
— Se me pasará no te preocupes — se acercó más a mí y me dio un beso rápido.
No lo esperé y como una tonta solo me salió sonreír.
— ¿Nos vemos abajo para desayunar? — dijo después.
Asentí subiendo mi mirada de sus labios a sus ojos. No paraba de sonreír.
— Claro, voy a vestirme.
Ashton se levantó de la cama para dejarme salir y cogió la ropa para cambiarse. Fui hasta la puerta, pero antes de salir tenía que soltar una pregunta que llevaba tiempo rondándome la cabeza.
— Oye Ashton...
— Dime.
— ¿Cómo está Nancy?
Ashton abrió la boca como si quisiera contestar, pero acabó cerrándola. Aunque no me hubiera respondido, sí que había una respuesta. Algo demasiado malo como para contarlo. No quise insistir asique salí de la habitación y me fui a la mía directamente para cambiarme.
Era obvio que Nancy no estaba bien y no se merecía estar mal por mi culpa. Posiblemente ya no escucharía mis excusas. Para darle más situaciones que no podía explicar sería mejor no decirle nada. No había motivo plausible para ella por el cual me fui y tampoco lo habría en un futuro. No podía dejar que ella conociera esa verdad y unirla a las posibles víctimas como Helen ya que no solo estaba yo a su alrededor con poderes. Si le contaba mi naturaleza, Ashton acabaría teniendo que hacerlo e incluso Alissa y yo no podía tomar esas decisiones por ellos.
Había dejado algo de ropa que no pude llevarme asique al menos tenía que ponerme para un par de días. Rebuscando entre mis sudaderas vi que le di a Nancy y me alegraba recordar que ella la tenía. Después caí en que probablemente la habría tirado.
Terminé de vestirme y me dirige al pasillo para bajar a la cocina. La puerta del dormitorio de Lena y Stephen estaba abierta y la habitación vacía. Lena estaría abajo y Stephen en el trabajo, pero me encontré con lo contrario al bajar. Ambos estaban allí, hablando entre risas felizmente el uno con el otro. Ashton bajó después y por la expresión que puso estaba acostumbrado a ese comportamiento, pero le seguía revolviendo el estómago. Para mí también era extraño, pero poner mala cara no iba a ayudar.
— ¡Felicidades Madison! — exclamó Lena nada más poner mis pies en la cocina. Era demasiado entusiasmo hasta para ella.
— ¡Felicidades! —Stephen tenía una sonrisa amplia y seguía sin apartar sus manos de Lena.
— Gracias.
Me sentía un poco incomoda al ver todo lo que habían preparado, pero no era momento para poner pegas. Había una tarta enorme en la mesa y habían improvisado una decoración de cumpleaños con un par de guirnaldas de cumpleaños pasados seguramente.
— ¿Qué tienes pensado hacer hoy? — preguntó ansiosa Lena.
— No creo que haga nada, no suelo celebrarlo.
— Hoy podemos celebrarlo. No es un cumpleaños cualquiera, son tus dieciocho — insistió Stephen.
— Bueno...supongo que tienes razón — dije cediendo tratando de cambiar mi sonrisa a una más creíble —. Puede que esté bien tener un pequeño cambio.
Lena juntó sus manos complacida y Ashton parecía más relajado. Puede que estuviera esperando alguna respuesta cortante por parte de Stephen, pero realmente su comportamiento había cambiado. Lena se dirigió a la mesa y limpió con un trapo un largo cuchillo para cortar la tarta con él.
— Espero que te guste la vainilla, la he hecho hace un rato y era lo único que me quedaba en el armario.
No me esperaba nada por su parte teniendo en cuenta que se enteraron el día anterior de que era mi cumpleaños y menos un pastel. Tendría que haberse levantado bastante pronto para hacerlo.
— Vaya... sí, gracias Lena. Me encanta la vainilla.
Estaba sorprendida por el detalle y no me opuse a ello. Lena tenía incluso unas velas preparadas en uno de los cajones de la cocina. No estaba muy entusiasmada por soplarlas como si tuviera ocho años, pero incluso a Ashton parecía divertirle la situación. Estaba relajado y con una gran sonrisa.
Lena encendió las velas. Apenas eran dos pequeñas llamas, pero sentía que era como estar mirando a mi enemigo a la cara. Tan frágil, pero tan fuerte a la vez. Con apenas un soplido podía acabar con él, pero él podía derribarme con mucho menos.
— Recuerda, tienes que pedir un deseo — dijo Ashton antes de que soplara.
Lo pensé unos instantes y tuve el deseo perfecto para pedir. Si era cierto que los sueños se cumplían, iba a necesitar que ese sucediera. Cerré los ojos y acabé con la llama de las velas en un ligero soplido. Lena aplaudió con entusiasmo y después me dio un beso en la mejilla. De nuevo no lo esperaba, pero veía que ella estaba contenta y traté de sentirme de igual manera.
Nos pusimos a desayunar, estando por primera vez en mucho tiempo los cuatro juntos y sin tensiones sobre la mesa. Todo había vuelto demasiado pronto a la normalidad, pero no me molestaba que así fuera. Necesitaba borrar las últimas semanas de mi cabeza.
— ¿Sabes algo de la Sra. White? He visto en las noticias que no la han encontrado aún — preguntó Lena sin malicia.
Era obvio que no sabía nada y yo debía aparentar lo mismo.
— No... no nos hemos vuelto a poner en contacto. Seguramente esté bien. Se preocupa mucho por los niños del orfanato asique estará ocupada con ellos — respondí sin alterarme llevándome otro trozo del pastel a la boca para evitar hablar más del tema.
— Espero que sea así — dijo llevando su mano sobre la mesa para acariciar la mía.
Se hizo un silencio que por una vez no era incómodo, pero si me ponía los pelos de punta por no saber quién sería el siguiente en hablar.
— Por cierto, Ashton — Stephen comenzó a hablar rompiendo el silencio —. Ya está resuelto el tema de Connor, le expulsarán por haberte hecho eso.
— No hace falta que le expulsen del instituto... solo fue una pelea.
— No, del instituto no, del equipo de Hockey. Se que eso le importa más que la asistencia a clase.
Ashton tomo una bocana de aire concentrándose en su plato.
— El entrenador no te dejará que le expulsen, es el capitán.
— Ya lo he hablado con él. Ya hay un nuevo capitán.
— ¿Quién? — preguntó confuso.
— Tú — Stephen esbozo una sonrisa, orgulloso de su hazaña como si hubiera ganado un caso de su bufete.
— ¿Has hecho que le echen para que yo sea capitán? Ni si quiera estoy ya en el equipo. Me echaron hace semanas por faltar al partido contra el instituto Franklin.
— Esta todo arreglado, vuelves a estar dentro.
— Apenas ser jugar al hockey, no puedo ser capitán — continuó insistiendo Ashton.
— Eso no es lo que se dice por el instituto. Hablé con Alex y dice que eres muy bueno.
— Alex solo quiere que vuelva a jugar con él.
— La decisión ya está tomada. Está semana podrás empezar a entrenar con ellos como capitán.
Ashton bufó, irritado por las acciones de Stephen. Siempre intentaba controlarle de una manera u otra y pude ver que eso no había cambiado. Aunque esa vez intentara hacer algo bueno por él no estaba consiguiendo ese efecto.
— Tenemos que irnos. Llegaremos tarde a clase — dije intentando que la conversación cesara levantándome de la mesa.
Stephen no dijo una palabra más al igual que Ashton y ambos salimos por la puerta.
— No sabía que te echaron del equipo... — dije cuando nos alejamos de casa.
— Esa semana no tuve la cabeza para partidos... fue cuando pasó lo de Harper. Teníamos entrenamientos y el partido ese fin de semana, pero no fui y no esperaba que Connor no se fuera a aprovechar de ello.
— ¿Y qué vas a hacer ahora?
— El entrenador me matará si no soy el capitán después de haber tenido que echar a Connor.
— ¿No quieres el puesto? — pregunté confundida.
— No es eso Madison es que... el hockey es un deporte de mucho contacto. Me es más difícil controlarme y ya he llegado a descontrolarme jugando. Como es sobre hielo suelo pasar desapercibido, pero no será así por siempre. No debería arriesgarme y más sabiendo que nos están observando.
— Puede que así sea como podemos aparentar mayor normalidad, siguiendo con nuestras vidas como solíamos hacer.
— Con este poder no se puede tener la normalidad que quisiera — soltó en un suspiro.
No estaba seguro de sus capacidades y no podía culparle. Tener un poder acechándole cada vez que perdía mínimamente el control le quitaba toda la confianza de hacer las cosas que quería.
— ¿Puedo preguntarte algo?
Me miró de forma desenfadada de nuevo y asintió.
— ¿Qué duda pasa por esa cabeza ahora?
— Me gustaría saber...que pasó realmente la noche del lago. Sabiendo lo que se ahora... sé que estando allí no te hubiera pasado nada asique...
— La que hubiera sufrido las consecuencias hubieras sido tú — dijo finalizando mi frase.
— Pensaba que estabas en peligro. Ese fue el motivo por el que fui.
— El agua del lago te habría matado y aun así fuiste. Sabías que podrías morir allí, pero fuiste — dijo intentando llegar a una conclusión por sí mismo.
— No lo pensé, solo quería encontrarte y... no pensé en las consecuencias.
— Es complicado controlar los poderes. Estabas muy nerviosa.
— ¿Qué tienen que ver los poderes?
— Esa noche continué con mis sospechas de que tenías algún poder por que estaba seguro de que el hielo no se rompió por el peso de ambos. Se rompió por un cambio de temperatura, el tuyo.
— ¿Eso fue lo que ocurrió?
Asintió.
— Estoy completamente seguro. Comenzaste a asustarte y eso agrietó el hielo.
— No lo había pensado...no sabía que estaba desprendiendo calor, no fui consciente de ello.
Estaba tan asustada esa noche que mi propio poder se hizo paso en mi sin que yo me diera cuenta si quiera. Me controlaba como quería y esa noche podría haber muerto al no sentir que estaba siendo la causa de la rotura del hielo.
— ¿Por qué me da que sabes muy poco de tu poder? Conocer más de él te hace ser capaz de controlarlo. Saber los límites que tienes para contenerlo y cuanto puedes hacer con ello.
— Nunca lo he usado adrede. No puedo controlarlo y tampoco sería bueno que lo usara. Simplemente intento olvidarme de él y hacer como si no existiera y a veces siento que lo consigo hasta que mis emociones cambian de nuevo...
— En la situación que estamos puede servirte para protegerte a ti y a otros. Es el único motivo por el que yo me esforcé por controlarlo. No lo consigo siempre pero ya no le tengo miedo.
— ¿Cómo puedo controlar algo que no entiendo? ¿Algo que siempre ha parecido que me controlaba a mí?
Ser el día y la noche no nos ayudaba. El descontrol del poder de uno sobre el otro podía convertirse en una catástrofe. Éramos la cerilla y el bloque de hielo. Con mi calor iba derritiendo el hielo poco a poco y ese bloque de un golpe podía derribarme a mí.
— Con paciencia Madison, solo... — se paró a un lado de la acera y se puso frente a mi —. No le dejes controlarte. Es más mental de lo que piensas, el poder está aquí — dijo señalando mi cabeza con su dedo índice —. Voy a ayudarte a ello.
Respiré hondo intentando aclararme las ideas. No servía de nada que le diera vueltas a algo que no podía cambiar de forma inmediata. Ashton tenía razón, debía trabajar en ello.
— No quiero descontrolarme teniéndote cerca, no quiero que veas en lo que me convierto.
Estaba siendo sincera. Ese era mi mayor miedo.
— No te conviertes en nada, sigues siendo tú. No me voy a apartar de ti por eso, tenlo claro — agarró mis manos y la subió a la altura de mi rostro para inclinarse y dejar un beso en ellas —. Estamos juntos en esto. Para lo bueno y para lo malo.
Le miré a los ojos buscando si aquello era verdad. Su mirada se hablandó y eso era lo único que veía. Una sinceridad total a través de sus iris azules.
— Gracias Ashton....
Creí en su promesa. No quería pensar que algún día sus palabras llegarían a estar vacías y ese momento no habría significado nada. Quería luchar conmigo sin importar las consecuencias que eso le trajera.
Quería creer en él
Continuamos caminando hasta el instituto llegando en un par de minutos. La gente se percató de mi presencia junto a Ashton y las cabezas no paraban de girarse a nuestro alrededor. Ashton estaba todo amoratado y yo había resurgido de las cenizas.
Nunca mejor dicho.
Busqué con mis ojos a alguien que reconociera y no fuera a mirarme como un bicho raro, pero no había nadie que no lo hiciera. Nos hicimos paso desde la entrada hasta la primera clase del segundo aulario y todos continuaban siguiéndonos con la mirada a cada esquina que doblábamos.
— ¿Sería estúpido preguntar por qué nos miran tanto?
— Probablemente nos miren por la pelea que tuve con Connor. La gente sabe que fue por ti...que estés de vuelta les resultara extraño — se encogió de hombros —. ¿Te preocupa que nos miren?
— No me preocupan que nos miren, el problema es cómo nos miran... Como si hubiéramos hecho algo malo y todos lo supieran menos nosotros.
— Las cosas han estado tensas desde que te marchaste...
— ¿Cómo has llevado... que la gente supiera la verdad?
— Supongo que me preocupaba más Lena. Ese secreto era una carga que me he quitado de los hombros. Solo mentía por ella.
— Lo sé... y lo siento Ashton. No te merecías eso — me identificaba con él y seguramente podía entenderle mejor que nadie.
Negó con la cabeza.
— No fue culpa tuya — echó un vistazo a su alrededor y yo hice lo mismo. Harper estaba al final del pasillo, observándome como si acabara de ver un fantasma —. No he vuelto a hablar con ella. Desde ese día se pasea por los pasillos con cara de pena, como si fuera a cambiar algo. Connor tampoco se ha mantenido al margen. Me provocaba contigo para entretenerse porque estaba alterado por no saber aún nada de Alissa.
— Alissa... es verdad — dije más para mí misma buscándola a mi alrededor —. Lo había olvidado.
— ¿Qué pasa con Alissa?
— Está aquí.
— ¿Aquí? ¿en el instituto? No puede ser, lleva desaparecida más tiempo del que tú te fuiste.
— Lo sé, pero está bien. Me dijo que nos veríamos aquí — Ashton no parecía entender mi respuesta ya que tampoco era muy concisa pero delante de todo el mundo no podía decirle mucho más —. Te lo explicaré cuando estemos a solas, te lo prometo.
Asintió sin poner ninguna pega. El timbre sonó sobre nosotros y nos dirigimos a clase. La gente se sorprendió de verme entrar como si no me hubiera marchado semanas atrás, pero no centré mi atención en ellos. Me dirige a mi sitio, sin muchas expectativas de atender a las clases de ese día, pero tenía que aparentar normalidad.
Cualquiera podía estar metido en el ajo y simplemente estar ahí sentado esperando a que algo saliera mal y cogernos. No podíamos fiarnos de nadie y menos de la gente de esa ciudad que tenía contacto con nosotros a diario.
Cualquiera podía ser un asesino.
Ashton se dirigió a mi mesa y se sentó junto a mí. Eso significaba que probablemente Nancy no iba a asistir para cubrir el sitio a mi lado, pero Alex sí que estaba. Nos observó mientras entraba con una expresión atónita que se fue tornando a molesta. Lógicamente no me esperaba ahí y que Ashton hubiera cambiado su sitio para estar conmigo no ayudaba.
— Deberías sentarte con él — le dije en bajo para no llamar más la atención, cosa difícil —. Se le ve cabreado...
— Todos lo estábamos Madison... solo tengo que hablar con él y hacerle entender que no quisiste marcharte. Entrará en razón.
No esperaba que Alex se creyera nada de lo que le contáramos y no era necesario que Ashton tuviera que implicarse en ello poniendo en peligro su amistad con él. En sus llamadas, me advirtió de que Ashton estaría mal si no volvía y al no responder, asumiría que me daban igual.
Él y todos.
Ese sería el motivo por el que no nos escucharía. Parecía que la única manera aparente de solucionar las cosas era ir contando la verdad al completo. Qué ironía. Llegados a ese momento solo la verdad nos salvaría y únicamente nos quedaría esperar que no nos tomaran por locos. Puede que Ashton tuviera una alternativa. ¿Cómo si no habría conseguido mantener a las personas de su alrededor? El mínimo fallo siempre me ponía en el punto de mira y él sabía seguir adelante.
Pasaron dos clases más en las que esperé encontrarme a Alissa, pero no fue el caso. Alex nos evitó por los pasillos y una de las veces cruzamos mirada con Harper de nuevo. Se quedó igual de pasmada. Todos parecían estar viendo un fantasma recorrer los pasillos.
No supe nada de Connor en toda esa mañana y no sabía si contentarme por ello. Seguramente sí porque no tenía especiales ganas de verle después de que pegara a Ashton. No sabía cómo reaccionaría al tenerle cara a cara.
Antes de cantar victoria, Connor apareció al fondo del pasillo. En ese momento estaba sola porque Ashton seguía intentando que Alex hablara con él, pero puede que le fuera a llevar más tiempo del que creíamos.
Connor me miró de forma extraña, como si no creyera que fuera yo y en ese momento yo deseaba que así fuera. No iba a poder con una de sus sesiones de acoso en mitad de ese día. Solo quería encontrar a Alissa y solucionar las cosas lo antes posible con Alex.
— Vaya, que tenemos por aquí — dijo al llegar a mi —. Mira quien ha decidido salir de la madriguera.
No sabía dónde había estado asique eso me daba ventaja para terminar la conversación lo antes posible y no llegar a cabrearme.
— Se me hizo pequeña — dije cortando su juego —. Tengo prisa, tengo que irme.
— Eh espera, espera — dijo agarrándome de ambos lados de mi cuerpo deteniéndome — ¿Eso es lo único que me vas a decir?
Entrecerré los ojos al no entender que quería.
— No sé qué más esperas que te diga. No creo que mi vida sea asunto tuyo.
— Al menos que me has echado de menos — lo dijo totalmente enserio sacando una sonrisa maliciosa.
Cerré los ojos por un instante, negándome a creer que esas eran las palabras que había escuchado.
— Connor, no somos amigos. Pudimos haberlo sido en un principio, pero continuaste siendo un capullo asique se acabó.
— ¿Un capullo? — dijo confuso, como si esa descripción no fuera con él.
— Sí, un capullo — repetí — ¿O acaso se te ha olvidado la paliza que le disté a Ashton?
No quería entrar en su juego, pero me estaba arrastrando de lleno a ello.
— No estabas delante, no sabes lo que ocurrió.
— Si lo sé — dije apretando los dientes —. Pero has salido perdiendo, él va a ser el nuevo capitán. Estás fuera del equipo.
Me paré por un segundo al ver su reacción. Puso cara de no saber de qué le estaba hablando y me arrepentí al instante de haberlo dicho.
— ¿Cómo? — exigió saber mostrándose cabreado.
Ya no podía retractarme y tenía tanto que soltar que no me plantee relajar mi tono de voz.
— Lo que has oído, estás fuera del equipo.
Connor apretó la mandíbula y comenzó a respirar con fuerza sin apartar la mirada de mí. Por un instante sentí miedo de él. Estaba enfurecido a más no poder y sabía que no era una persona que se controlara. Como prueba estaba la cara de Ashton.
Ashton tenía razón. Si se atrevía a hacerme algo, no podría defenderme. No de manera justa si no quería inundar el edificio en llamas. Connor no se lo pensó más y volvió a agarrarme de los laterales de mis brazos, pero esta vez me empujó contra las taquillas y presionó mi cuerpo con fuerza contra el metal.
— ¡¿Os creéis muy listos verdad?! — gritó con su rostro casi pegado al mío obligándome a que le mirara, pero el miedo se estaba apoderando de mí y el fuego me había abandonado — ¡Esto no va a quedar así, ese equipo es mío y tanto tú como Ashton me lo vais a pagar!
No era capaz de moverme bajo las manos de Connor y por una vez deseaba que el fuego respondiera, pero no lo hizo. Tenía tanto miedo como yo y no salió a la superficie justo cuando más le necesitaba.
Connor soltó su agarré al ser golpeado desde el lateral por alguien y yo caí al suelo casi sin aliento. Las piernas me temblaban y no aguantaban más el peso de mi cuerpo. Me giré y vi que Ashton era quien le había empujado tirándole al suelo.
— No vuelvas a tocarla — la voz de Ashton era grave y firme, nunca le había oído hablar asi —. No me vas a ver perder como la otra vez, si te acercas simplemente a ella lo vas a lamentar.
Connor bufó desde el suelo y justo cuando creía que se levantaría a devolverle el golpe a Ashton, un profesor apareció y se fijó en nuestra escena.
— ¿Se puede saber que hacen? — exigió saber a medida que se acercaba a nosotros.
— La ha golpeado — respondió Ashton al instante mientras se llevaba las manos apretadas en puños a la espalda y pude sentir como desprendían su frío.
Connor mascullaba desde el suelo, pero estaba totalmente ileso mientras yo estaba tirada en el suelo contra las taquillas. Seguía sin ser capaz apenas de respirar con regularidad sintiendo mi garganta totalmente seca.
El profesor no dudó en cómo actuar y agarró a Connor del brazo para levantarle.
— Que sea la última vez que se mete en un lío Sr. Adams. Ahora tiene pendiente una visita con la directora — Se giró y me miró con preocupación — ¿Necesita ir a la enfermería? ¿Se encuentra bien?
— Estoy bien — respondí intentando calmarme. Lo último que necesitaba era que me llevaran a la enfermería y comenzaran a hacerme pruebas.
— Tiene suerte de no haberla hecho nada, pero esto va a tener sus consecuencias — le dijo el profesor mientras tiraba de su brazo para llevárselo.
Connor no añadió una palabra más. Mientras se iba se giró y nos miró a ambos, con una expresión sombría que me revolvió lo poco que me quedaba entero de estómago. Era malo y cruel hasta límites que no podía ni describir.
En cuanto desaparecieron de nuestra vista Ashton fue directo a mí y se dejó caer de rodillas frente a mí.
— ¿Qué te ha hecho? — me observó de arriba abajo repetidas veces —. Tenía que haberle parado los pies hace semanas — cerró los ojos, lamentándose.
— No me ha hecho nada — no sabía si era del todo cierto, pero no quería preocuparle.
Ashton cogió las palmas de mis manos y las examinó, pero seguía sin haber rastro del fuego. Las agarró con delicadeza y las entrelazó con las suyas, sin miedo alguno por que el fuego saliera.
— Se merecía que le hubieras calcinado— dijo en un susurró.
— Ni yo sé cómo no lo he hecho — confesé notando como la sensibilidad volvía a mis piernas.
Me ayudó a levantarme del suelo y con el peso de su cuerpo me echó una mano para mantenerme en pie.
— A la próxima no lo hagas, me he cansado de los juegos de Connor. Hasta que no le demos una lección no parará.
Ashton estaba claramente cabreado. Connor siempre había cogido todo lo que había querido sin que nadie se se lo impidiera, pero eso se había acabado. No iba a conseguir nada de mí que no fuera mi desprecio y como sobrepasara el límite de nuevo, seria yo misma la que obligaría al fuego a salir para acabar con él.
— Tenemos que encontrar a Alex — comencé a sentir dolor en la espalda, pero no le dije nada al respecto porque sabía que si le decía que Connor me había hecho daño iría a por él.
— ¿Seguro que estás bien? — preguntó con un tono preocupado.
— Lo estaré cuando todo esto acabe.
Sabía que no era a lo que se refería, pero era la verdad. Dejaría de sentirme frágil cuando todo estuviera resuelto y el más pequeño de mis problemas fuera Connor.
Fuimos a la cafetería con la esperanza de encontrar allí a Alex y con suerte a Alissa también. Confiaba en su palabra y sabía que aparecería porque de lo contrario significaría que la habían cogido y me negaba a creer eso. Era demasiado fuerte como para que alguien consiguiera ponerle las manos encima sin luchar.
Abordamos la mesa en la que se encontraba Alex mientras él estaba en una llamada. No quería esperar más para hablar con él asique nos sentamos para que colgara el teléfono.
— Te llamo luego, están aquí — dijo he hizo una pausa —. Sí, los dos. Luego hablamos.
— ¿Con quién hablabas? — preguntó Ashton.
— Con Nancy.
— ¿Le has contado que ha vuelto?
— Me ha parecido oportuno avisarla por si desaparecía de nuevo — Alex dirigió su mirada hacia mí con desinterés por lo que tuviera que decirle. Estaba más irritado de lo que me esperaba.
— Alex, todo tiene una explicación. Ella no quería irse, es...
— Ashton... estás eligiendo el mal camino — dijo cortándole —. Escúchate, suenas como ella. Con las mismas excusas que le soltaba a Nancy ahora intentas colármelas a mí.
— No son excusas, te pido que nos escuches — continuó él.
— ¿Cómo ha conseguido convencerte ella? ¿Has estado semanas llorando por los pasillos cada vez que alguien la nombraba y ahora todo ha pasado? ¿Cómo ha vuelto ya no importa por lo que pasaste?
Sentí un pinchazo en el pecho al escuchar aquello. Ya había visto a Ashton llorar, pero no le imaginaba deambulando por los pasillos con lágrimas en los ojos arriesgándose a que sus poderes dieran la cara y fueran visibles para todo el mundo. Ya sabía que Ashton era una persona que no ocultaba sus emociones y yo no me quedaba fuera de ese grupo. El poder siempre lo hacía todo aún más intenso.
Alex se levantó de la mesa con intención de marcharse, pero Ashton le paró en un último intento de que nos escuchara.
— ¿Recuerdas lo que hablamos los primeros días que Madison estuvo aquí?
— ¿De qué hablas?
— No me hagas decirlo aquí — dijo mirando a su alrededor a la cantidad de gente presente en la cafetería. Probablemente no nos estaban prestando atención, pero no podíamos fiarnos de todo el mundo.
— Ashton, de verdad se te ha ido la cabeza.
— Joder Alex... — Ashton se llevó las manos a la nuca y se desabrocho su cadena para dejarla sobre la mesa frente a Alex —. Es tuya, la has ganado.
Los miré confundida por el giro que había tomado la conversación. No entendía que tenía que ver con todo aquello esa cadena con una llave colgada y porque Alex parecía haber entendido a que se refería Ashton. Alex tomó la cadena entre sus manos y volvió a mirar a Ashton para pasar su mirada a mí, pero yo seguía sin entender de qué iba todo el asunto.
— ¿Lo dices enserio?
— Sí — respondió sin dudar.
Alex se quedó pensativo, revisándome de arriba abajo una vez más como si estuviera esperando una respuesta por mi parte.
— Vamos al baño — Alex se levantó con prisa de la mesa y se apresuró a abandonar la cafetería.
Ashton me agarró de la mano y siguió a Alex con velocidad.
— ¿Qué ha pasado? — le pregunté confusa mientras nos hacíamos paso entre la gente.
— Ahora lo vas a entender todo — dijo sin detener sus pasos hasta que nos metimos en el baño de chicas de la planta baja.
Nada más entrar Ashton posó su mano sobre la superficie de la puerta y la congeló uniéndola al marco para que no hubiera forma de abrirla si no se rompía el hielo.
— Vamos a necesitar privacidad.
— ¿Qué haces? Alex no puede ver... — me giré y Alex no estaba a pesar de que había entrado el primero — ¿Dónde está?
— Ven conmigo — Ashton me agarró de nuevo de la mano y me situó en el centro del baño — Vale, ahora necesito que hagas una cosa. Concéntrate y enséñame tus ojos.
— ¿Por qué?
— Tienes que ver una cosa y solo puedes hacerlo con tus ojos.
— No puedo utilizarlos sin estar... nerviosa antes. Nunca lo he hecho.
— Intenta sentir el calor, sin dejarle salir. Yo te ayudaré a controlarlo si no puedes con él. No te preocupes.
Suspiré por el reto que eso se suponía para mí. No entendí su petición, pero no estaba en posición de negarme a ello. Debía intentarlo al menos. Cerré los ojos para concentrarme y solté el agarre de Ashton sobre mi piel por si el fuego decidía salir también.
Me centré en mis pensamientos tratando de sentir el ardor en mi interior y no fue difícil que apareciera, pero si contenerlo todo. Mis manos empezaron a recibir el calor a través de mi piel, pero apreté mis puños para contenerlo y abrí los ojos. Volvía a ver a Ashton en tonos azulados al igual que todo a nuestro alrededor.
Se echó a un lado y reconocí otra figura tras él que tenía una temperatura normal. Mayor que la de Ashton y menor que la mía. Retrocedí al saber que se trataba de Alex y que estaba viendo en vivo y en directo mis ojos.
— ¡Ashton, no puede verlo! ¿Por qué me has hecho que los muestre?
— Tranquila, lo vas entender ahora. Cambia tus ojos de nuevo y vuelve a mirar.
Presioné mis párpados de nuevo para cesar el brillo de mis ojos mientras esperaba a ver la reacción de horror en el rostro de Alex. Esa no era la manera en la que me imaginaba que Alex supiera la verdad ya que seguramente saldría corriendo.
Abrí mis ojos y el hueco que había ocupado la sombra térmica de Alex, estaba vació de nuevo. Recorrí el espacio con mis ojos y no había ni rastro de Alex.
— ¿Qué es lo que he visto?
Al terminar la frase, Alex apareció de la nada frente a nosotros.
— A mí.
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