CAPÍTULO 13: HELEN
Madison
Me desperté por la mañana sin necesitar el despertador. Las rendijas de la ventana eran lo suficientemente grandes como para dejar pasar el sol a primera hora de mañana. Nada más levantarme otro mensaje encendió la pantalla de mi teléfono y me acerqué sin saber si realmente quería leerlo.
Era Nancy. De nuevo. Estaba preocupada por no responder sus mensajes. Acabaría presentándose en casa de Lena y Stephen buscando respuestas porque yo no tenía ninguna que darle. No quería tener que mentirla por teléfono y decirle que había elegido irme por que posiblemente Nancy si me creería y me dolería que creyera que me fue fácil dejarles.
Le di la vuelta al teléfono para no tentarme a responderla. Era cuestión de tiempo que dejara de enviar esos mensajes. Me preparé para marcharme y bajé al salón sin tener si quiera apetito para desayunar.
Helen estaba relajada sobre el sillón con su té entre las manos, seguramente esperándome para acompañarla. No quería molestarla, pero no sabía lo que ocurriría el día siguiente. No quería atarme a ese lugar si ella corría peligro.
— Buenos días — se adelantó a decir cuando entré al salón.
— Buenos días — dije posando la maleta sobre el suelo.
— ¿Ya te marchas?
— Si, quiero instalarme.
— Deja que llame a Dominic para que venga a por ti.
— No hace falta, el orfanato no está lejos.
Se quedó pensativa unos segundos. Sabía tan bien como yo que a cabezona no me ganaba nadie.
— Avisaré de que llegarás en un rato.
Helen sabía que no podría hacerme cambiar de opinión asique no lo intentó de nuevo, pero si trató de convencerme para que desayunara antes de irme. Realmente no tenía hambre asique tuve que negarme de igual manera. Nos despedimos en la puerta, aunque en los próximos días era posible que la viera por el orfanato, pero era mejor si la gente pensaba que no teníamos relación ninguna. Que la dueña del orfanato y una de las chicas fueran conocidas daría demasiado que hablar.
Tomé la dirección del orfanato y me presenté en la puerta en menos de quince minutos. Allí ya me conocían asique pude saltarme las presentaciones al entrar. Había caras nuevas y otras que llevaban más tiempo del que podía recordar. Siempre mirándome por encima del hombro ya que a pesar de mi edad había sido la que más oportunidades había tenido de irse y aun así siempre volvía. Casi todos sabían que estaba a punto de cumplir la mayoría de edad asique no me verían la próxima vez que cruzara esas puertas porque no podría volver y tampoco quería tener que hacerlo.
Los primeros días se convirtieron en un bucle en el que intentaba no pensar en ellos inútilmente. El recuerdo de la última vez que les vi a cada uno se había quedado grabado en ni cabeza, ya fuera bueno o malo.
La última vez que vi a Lena, todo acabó como empezó. Con una mentira. Ella me recordó que tuviera cuidado antes de salir de casa y yo la prometí que volvería.
Con Stephen no me imaginaba otra manera diferente de que hubiera acabado todo ya que no nos dejábamos pisar por el otro.
La última vez que estuve con Nancy, estaba contenta sintiendo que tenía una amiga de verdad, y yo destruí aquel vinculo en una sola noche.
Alex me pidió que tuviera paciencia y que todo se arreglaría, pero sin acciones sabía por experiencia que nada cambiaria.
Al pensar en Ashton no era capaz de recordar nuestro último momento juntos sin llorar. Todo fue perfecto hasta que la verdad salió a la luz. Solo recordaba sus ojos tristes inundados de lágrimas en medio del instituto, la ira en sus puños y sus palabras desgarradas. Era la imagen que daba vueltas en mi cabeza día y noche. Por eso sabía que no iba a permitirme ser la siguiente que le ocasionara dolor.
Cuando su primera llamada llegó, me quedé bloqueada, aunque en el fondo sabía que ocurriría. Él no dejaría correr la situación y menos con la explicación que había dejado en aquella carta. Al no responder, dejó un mensaje de voz. Uno tras otro se iba acumulando con los de Lena, Nancy y Alex. Día tras día continuaban y yo no tenía valor para responder, no tenía una respuesta que dar que no fueran lágrimas.
El fuego me fue consumiendo poco a poco mientras permanecía pegada a aquel teléfono haciendo que mi interior fuera un cumulo de cenizas que cada vez se hacía más grande. Aunque no tuviera intención de contestar había algo que me hacía dependiente de ver sus llamadas. Necesitaba oír como sonaban sobre el escritorito y como yo las dejaba perecer en el mismo lugar.
Conté siete días desde la primera llamada.
Siete días que fueron demasiado largos. A partir del octavo, Alex dejó de llamar. A los siguientes días ya no supe nada de Nancy y más tarde Lena dejó de insistir. Quedaban las llamadas de Ashton, una cada noche y siempre a la misma hora. No había parado de llamar desde hacía casi doce días, y yo seguía contemplando la pantalla absorta como si nada más existiera.
Ver esa llamada cada noche me daba la vida y me la quitaba a la vez. Hasta que una noche la pantalla no se iluminó más. Dejó de llamar, y los mensajes cesaron. Me había llevado veinte días llegar a ese punto, pero no me sentía como esperaba. Habían desistido, ya no iban a tratar de ponerse en contacto conmigo.
Esas llamadas y mensajes habían sido mi ración diaria de fármacos para combatir el dolor y me había quedado sin dosis. Tomé una mala decisión en un último intento de sentir de nuevo esa sensación que se había hecho adictiva. Aunque no era la primera ni la última vez que hacía una elección errónea sabía que me iba a destruir hasta el límite de lo que podía llegar a soportar.
Comencé a reproducir los mensajes de voz.
Necesitaba escucharles una vez más, aunque fuera para oírlos decir como de cabreados estaban conmigo. Los primeros que escuché fueron los de Nancy, estaba cabreada como esperaba, pero sobre todo decepcionada. Lo sabía por su tono de voz, por como sus palabras acababan. Algo no encajaba para ella, pero ya no podía hacer nada. Nada tenía sentido para ella, creía que me había marchado por mí misma pero no había manera de hacerle creer lo contrario. Me fui por ella, por todos. Nadie estaba seguro a mi lado.
Alex me advirtió de que Ashton no saldría de su melancolía si yo no estaba para cuando él volviera, pero ese mensaje llevaba más de diez días en mi buzón de voz.
Ya era tarde.
Lena quería saber cómo estaba. Aún me pedía que volviera porque Ashton no era el mismo desde que yo me había marchado. Incluso recibí un mensaje de Stephen que se había mezclado con los del resto. Me pedía disculpas, aunque no fuera propio de él. Pensaba que me había ido por su culpa. Nadie sabía que habíamos discutido esa noche asique se sentiría responsable de lo ocurrido. Aunque él no fuera el motivo lo mejor era que pensara que si lo era para no levantar sospechas de otras suposiciones.
Llegó el momento de Ashton, más mensajes de voz de los que pude contar. Empecé por el primero, desde la primera noche que volvió a casa hasta unos días atrás.
Madison... soy Ashton. Ya he vuelto a casa, pero he visto que no estabas. Se que yo también me marché, pero necesitaba un poco de tiempo a solas... no era por ti. No quería que me vieras así. Llámame cuando escuches esto por favor, quiero explicarme.
Hola Madison, soy yo... he visto tu carta, pero no entiendo nada. No sé qué quieres decir... ¿qué significa? ¿es en serio una despedida? No sé qué es lo que crees que has hecho, pero no me importa. Necesito que vuelvas, todos lo necesitamos.
Madison, soy yo otra vez... Lena se ha enterado, se ha enterado de todo... y aunque esté decepcionada y triste por una parte me alivia. Aun así, no dejan de hablar de mí, de nosotros y eso lo hace aún más difícil. Todo parece haberse torcido y que tu no estés aquí lo empeora... ¿Cuándo vas a volver Madison?
Madison, necesito hablar contigo... necesito saber que estás bien. Nancy está destrozada... sé que averiguaste algo en el hospital, pero no sé el qué ¿Por eso te marchaste? Podemos arreglar esto Madison, pero tienes que volver. No hagas que sea el final. Llámame por favor.
Madison... estoy intentando asumir que no vas a volver porque ni si quiera escuchas estos mensajes, pero aun así los sigo mandando cada noche. Solo necesito una respuesta... ¿Por qué? ¿Por qué ha ocurrido esto? ¿Cuál ha sido el verdadero motivo por el que te has ido? Es lo único que necesito para poder dormir sin preguntarme antes si hice algo mal.
Madison... Ya he perdido la cuenta de los días que han pasado... ¿De verdad nada valía la pena lo suficiente para ti? ¿Por eso te has ido? Lena se está escondiendo de toda esta situación en el trabajo y Stephen parece sentirse culpable. Nancy no ha vuelto a ser la misma, se ha aislado completamente... Yo no sé qué hacer, no sé cómo seguir. Veo cada día tu cama vacía, el sitio que ocupabas en la cafetería junto a Nancy y tus llaves sobre la mesa y al saber que nunca las volverás a usar...no sé qué siento exactamente Madison, es un vació que no se puede llenar.
Madison... creo que ya me he quedado sin cosas que decirte... sé que ninguna de ellas va a hacer que vuelvas... Me he estado forzando a no enviarte más mensajes, pero al hacerlo siento que hablo contigo, aunque no reciba respuesta alguna. Solo me queda decirte que no mentía cuando decía que eras especial, aunque creas que no es así. Yo tampoco he encontrado ninguna manera de despedirme justa. No la hay. Solo espero que estés bien y que todo lo que tengas ahora valga la pena por lo que has dejado aquí.
Su voz cesó con el pitido final del mensaje. Me estaba dando la libertad para irme. Me estaba dando una despedida, pero no supe como sentirme sabiendo que me había dejado ir. Ya no había mandado más mensajes después de ese. El buzón de voz se quedó sin mensajes y fue cuando sentí el vació del que él hablaba. Ir viendo los pequeños huecos en los que habían estado y que ahora estaban completamente desiertos me quitaba una parte de mí. Una parte más que se llenaría de fuego.
Parecía que cada día iba doliendo más cuando debía ser al revés, pero debía contentarme con que ellos estaban bien, era todo lo que importaba. En tres semanas no hubo ningún tipo de problema en el orfanato asique era el momento de marcharme para dejar libre a Helen. Era lo último que debía hacer por ella por todo lo que ella había hecho por mí desde hacía años.
Dejé mis cosas preparadas esa misma mañana y hablé con Helen. No estaba segura de mi decisión, pero en menos de veinticuatro horas iba a ser mayor de edad y no habría sitio para mí en el orfanato, al menos no de forma legal y no iba a dejar que Helen se metiera en problemas por mí.
Tenía algo de dinero asique tendría que usarlo para buscar un lugar permanente. Tuve que mentir a Helen para que pensara que tenía más dinero porque si no, no me hubiera dejado salir del orfanato. La prometí que la llamaría todos los días y probablemente si lo hiciera. Aunque tuviera que irme no quería perder el contacto con ella.
Estando en mi cuarto terminando de preparar todo, comencé a escuchar jaleo en la planta baja y en ese sitio no había muchas razones por las que estar celebrando algo. Agarré mi maleta y bajé las escaleras encontrándome un corrillo de chicos y chicas frente a la puerta. Todos estaban hablando a la vez haciendo imposible saber que decían.
Me hice paso hasta el centro encontrando que había una persona tirada en el suelo boca abajo. Me resultaba demasiado familiar y estando a tantos kilómetros de Sioux Falls no era una sensación que me gustara.
Era Alissa.
¿Qué estaba haciendo allí?
— Dios mío Alissa — intenté levantarla, pero estaba inconsciente y rodeada de gente que solo la observaba sin hacer nada — ¿A nadie se le ha ocurrido llamar a una ambulancia? — dije recriminándoselo al resto.
Algunos reaccionaron y se marcharon en busca de ayuda mientras otros se fueron sin más. Intenté despertarla. No respondía. Respiraba, pero no abría los ojos y eso solo hacía que me preguntara una y otra vez que estaba haciendo allí.
— No, no llames a una ambulancia.... — murmuró aún con los ojos cerrados mientras intentaba levantarse.
— ¿Qué te ha pasado? — pregunté con rapidez al ver reaccionaba.
— Tenemos que estar a solas... — dijo en el mismo tono de voz.
El equipo de seguridad apareció y seguido de ellos vino Helen. Me ayudaron a levantarla del suelo y la llevaron a una habitación vacía de la planta baja.
— ¿De dónde ha salido esta chica? — preguntó Dominic mientras la dejaban sobre una de las camas.
— Es de Sioux falls, del último sitio en el que viví.
— ¿Y qué hace aquí?
— No lo sé — contesté con sinceridad. Lo último que me imaginaba que podía ocurrir era que Alissa apareciera.
— Mirar su cuello — dijo Helen acercándose a ella y señalando una zona en su cuello rojiza e inflamada —. Tiene una marcha de un pinchazo.
Una conexión se hizo en mi cabeza al segundo. Un pinchado en el cuello fue lo mismo que le ocurrió a Logan. Alissa había aparecido medio inconsciente en la puerta y lo último que vi sobre Logan fue como le ponían una inyección que lo dejó fuera de combate. Era exactamente lo mismo, pero Alissa seguía consciente.
— Tenemos que revisar el edificio, puede que sea quien sea el que hace esto, esté aquí — dijo Dominic echando una mirada al resto de su equipo.
— Deberías estar con los niños y calmarlos, yo me quedaré con ella — le dije a Helen en un intento de que nos dejaran solas.
Helen estaba demasiado nerviosa como para pensar por lo que accedió sin pegas y se marchó de la habitación con el resto de hombres. Alissa seguía luchando por despertarse del todo, pero estaba demasiado sedada para ello. Esa situación solo me hizo pensar en una cosa. En algo que podía darle sentido a todo.
¿Alissa también era diferente? ¿Cómo yo y como Logan?
Eran demasiadas coincidencias que ya creaban un patrón.
— Tenemos que irnos — susurró con la voz débil —. Tenemos que irnos ya.
— ¿Irnos? pero, ¿qué te ha pasado Alissa? ¿qué haces aquí?
— No hay tiempo para esto... — tragó saliva duramente y trató de abrir sus ojos de nuevo.
— Dime para que no hay tiempo, explícamelo y te ayudaré.
— La que ha venido a ayudarte soy yo, todos corren peligro...
— ¿Quiénes? — pregunté comenzando a alterarme al no entenderla.
Alissa acercó su mano a mi brazo y lo agarró con fuerza. Sentí una energía que me recorrió de pies a cabeza. Algo inexplicable que me puso los pelos de punta. Volví mi mirada a ella y finalmente abrió los ojos. Destelleaban con un color cegador, brillantes como el sol al igual que los de Logan.
En cualquier otra situación me hubiera sorprendido, pero ese no fue el caso. No tenía miedo. Era como yo y me lo acaba de mostrar. Mis ojos se iluminaron al igual que los suyos, pero no supe explicar por qué. Fue como si el contacto con ella lo hubiera provocado. Realmente no nos conocíamos de nada, pero no había nada que nos hiciera más iguales que esos poderes.
— Tenemos que irnos — volvió a repetir.
Observé sus ojos amarillos, como si quisiera convencer a mi cabeza de que aquello no era producto de mi imaginación.
— ¿Quiénes son los que están en peligro?
— Todos los que hayan tenido contacto con nosotras. Tenemos que volver a Sioux Falls — dijo tratando de incorporarse.
— No — negué con la cabeza —. No puedo. No puedo volver.
— Los van a matar si no volvemos Madison — a pesar del estado de Alissa, estaba segura de lo que decía. Podía llegar a notar el miedo en sus palabras —. Contra más tardemos peor será. Casi muero por venir aquí a por ti, nos marchamos las dos ya — exigió.
— ¿Por qué era tan importante venir a por mí?
— Cuando conoces a alguien como tú lo último que haces es abandonarlo — hizo amago de levantarse. Antes de que yo la detuviera sus brazos flaquearon —. Probablemente no queden muchas más personas como nosotras dos. Están intentando quitarnos del medio por creer que somos peligrosas.
— Hablarás por ti porque yo si se de lo que soy capaz y lo odio.
— No por eso merecemos morir ni tampoco nuestros seres queridos. Necesito encontrar a mi familia y tu salvar a la tuya. Nos tenemos que ayudar la una a la otra.
— Si estoy lejos de Sioux Falls no les harán daño, por eso me marché. Tendríamos que irnos lejos no volver.
— Te equivocas. Si huimos, están perdidos.
Me quedé bloqueada unos segundos pensando en todo lo que estaba ocurriendo ¿La solución correcta era volver? ¿Podría protegerles de alguna manera? Creía que estando lejos lo conseguiría, pero seguían buscándome, me querían a mí y si no me conseguían los cogerían a ellos.
— No podemos esperar más, hay que irse — insistió de nuevo.
Asentí con el corazón en un puño. No era capaz de imaginarme que les hicieran algo mientras yo estaba a cientos de kilómetros de distancia.
Si tocaban a Ashton, no sería dueña de mis actos.
— Dudo que vayáis a ir a ningún lado.
Una voz grave a nuestra espalda nos sorprendió. Me giré sobre mis pies viendo a Dominic en el marco de la puerta sosteniendo una pistola.
— ¿Dominic? — dije intentando creerme lo que estaba viendo — ¿Qué estás haciendo?
— Impedir que un par de monstruos salgan de estas paredes.
Retrocedí inconscientemente observando como el cañón del arma apuntaba directamente a mi cabeza. Elevé una de mis manos lentamente poniéndola frente a él, tratando de persuadirle.
— No tienes por qué hacer esto Dominic.
El miedo se veía reflejado en mis pupilas y Alissa se mantenía tensa sobre la cama luchando contra el efecto de aquella inyección. Teníamos que encontrar la manera de salir de allí pero no quería tener que usar mis poderes. Consumiría todo el edificio y acabaríamos enterradas bajo los escombros. Esa definitivamente no era una opción que pudiera usar.
— Vas a tener que sacarnos tú de esta — susurró Alissa.
— Nadie os puede sacar de esta — respondió Dominic al oírla —. Se supone que tengo que llevaros vivas, pero ya me he cansado de estos juegos con la gente como vosotras. Siempre con vuestros trucos estúpidos.
— ¿Si me querías porque no me atrapaste la primera vez que nos vimos? — bufé.
— Porque necesitaba saber de dónde venias y Helen se negaba a decírnoslo, pero gracias a ti ya lo sabemos.
Le había dicho que éramos de Sioux falls apenas unos minutos antes. Era el último detalle que necesitaba para saber dónde encontrar a quienes nos importaban y yo se lo había puesto en bandeja.
— No hemos hecho nada malo — me defendí. Aunque no fuera del todo cierto no quería morir de aquella manera.
— ¿Eso crees? ¿Qué hay de tus padres Madison? — hizo una pausa deleitándose con mi reacción y ahí supe que conocían más de mí de lo que creía — ¿Y qué pasa con tu hermano Alissa?
— Os lo llevasteis vosotros — respondió ella con los dientes apretados al igual que sus puños.
— Tú le llevaste a ello. Le llevaste a la muerte tu sola.
— ¿Cómo? — dijo desconcertada manteniendo la tensión en su mandíbula.
Comencé a sentir su energía de nuevo y sabía que estaba a punto de estallar, pero no sabía de qué manera lo haría. Fuera como fuera no podía ser peor que el fuego. Mantuve la mirada clavada en Dominic esperando su próximo movimiento y tener una oportunidad de escapar, pero no tenía muchas opciones.
— Así es Alissa, es inútil que sigas buscándole. Está pudriéndose en un hoyo.
La respiración de Alissa se aceleró y sabía que algo malo estaba a punto de ocurrir. No sabía si quedarme ahí de pie o alejarme de ella porque la energía se volvió electrizante a su alrededor. A Dominic ni si quiera le dio tiempo a reaccionar cuando un destello de energía con la apariencia de un rayo proveniente de Alissa le alcanzó. Se mantuvo de pie unos instantes hasta que se tambaleó y cayó a plomo al suelo.
Dirige mi mirada a Alissa, viendo como sus ojos cegadores echaban chispas al igual que sus manos. Por loco que pareciera no tenía miedo de ella. Veía dos gotas de agua al mirarnos la una a la otra. Aunque fuera en el peor de los sentidos, éramos iguales. Ambas teníamos habilidades peligrosas que en ese momento nos habían salvado la vida.
— ¿Entiendes lo que te decía? — su voz estaba más débil pero ya sabia que no era por el fármaco.
Dominic había afirmado que su hermano estaba muerto.
Asentí sin saber que decirla al respecto. Teníamos que irnos en ese mismo instante antes de que alguien viera el cuerpo de Dominic frente a la puerta. Tenía dudas sobre si estaba vivo o muerto, pero no me iba a quedar a comprobarlo y sabía que Alissa tampoco. La ayudé a levantarse y nos dirigimos hacia la puerta mientras ella intentaba recomponerse, pero el efecto de la inyección seguía ganándola.
Al asomarme por la puerta vi al resto del equipo de seguridad al fondo del pasillo. Estaban en la sala principal con Helen. No quedaba ningún niño ahí abajo, pero si estaba ella.
— No puedo dejarla aquí — susurré intentando que no nos vieran.
— No puede venir con nosotras, ¿cómo la convencerías?
— Tiene que haber alguna manera.
— Va a estar peor con nosotras que aquí.
Medité sus palabras y puede que fuera cierto. Helen desconocía lo que era y de lo que era capaz, no tenía sentido que fueran a por ella. Aparentemente no teníamos relación alguna, aunque ella fuera posiblemente lo más parecido que tenía a una madre.
Alissa y yo nos agachamos para salir a hurtadillas por el pasillo. Mi mirada de cruzó con la de Helen por apenas unos instantes. Unos instantes en los que me miró con dulzura. De esa manera en la que decía que todo saldría bien, pero esa dulzura se transformó en un vació cuando presencié como acercaban un arma a su cabeza y apretaban al gatillo.
Sus ojos apagaron todo el brillo que desprendían dejándolos sin vida. Solté un grito de dolor que pudo haber dejado sorda a toda la ciudad. El cuerpo de Helen calló sobre la alfombra, tiñéndola al instante de rojo.
Alissa trató de agarrarme, pero fue incapaz. Mi temperatura se elevó en segundos y salió de mi sin que tuviera control alguno. Las llamaradas se extendieron por la planta entera cubriendo de fuego al resto de hombres que quedaban allí. No podía sentir lástima por ellos.
Sentía ira, de una forma tan intensa que no me dejaba ver nada más. El ardor me quemaba por dentro pero no tanto como el dolor que se iba haciendo paso en mí. Era imposible que ese fuego cesara. Solo terminó cuando no quedó más en mí.
Abrí los ojos, respirando cenizas en cada bocanada. Las llamas luchaban por mantenerse, aunque no había a donde adherirse.
No quedaba nada.
No quedaba nada de aquellos hombres, pero tampoco de Helen. Las cenizas que volaban por la sala, cayendo del techo como nieve era lo único que quedaba de ellos.
Las lágrimas comenzaron a descender con fuerza y no pude evitar lamentarme. Así era, una bomba que destruía cualquier cosa en segundos si perdía el control. Mi vista nublosa no me dejaba ver con claridad a mi alrededor, pero lo prefería. No quería ver con nitidez lo que acababa de provocar.
— Dios mío...Helen — dije enterrando mi rostro entre mis manos cayendo de rodillas al suelo.
El llanto apenas me permitía respirar entre tantas cenizas llenando mis pulmones.
— Madison... — la voz rasposa de Alissa se acercó a mi lentamente.
Alissa estaba cubierta de cenizas de pies a cabeza. Su piel y toda ella se había teñido en tonos grises y negros. Bajé la mirada viendo mis manos cubiertas de una capa negruzca como la que recubría las paredes y el techo y supe que yo tenía la misma apariencia.
— Tenemos que sacar a los niños... están todos arriba — dije intentando pensar con claridad para actuar.
— Los bomberos ya estarán de camino, tenemos que irnos antes de que vengan. Si nos encuentran aquí no nos salvaremos — aproximó sus manos a mí y me agarró para levantarme del suelo.
Tenía la respiración agitada y no era capaz de controlar las lágrimas, pero sabía que tenía razón. Acaba de presenciar como mataban a Helen y los siguientes serian Ashton, Lena y Stephen si no llegaba a tiempo.
No podía permitirlo, no podía dejar que ocurriera.
— No pueden hacerle esto a Ashton... no pueden, no pueden hacer algo así — dije a punto de ahogarme con mis palabras.
— No lo harán, llegaremos a tiempo.
Alissa tuvo que tirar de mi porque sentía que mis pies estaban clavados al suelo. No era capaz de digerir lo que había visto. La había perdido. Había perdido a Helen y no había podido hacer nada para evitarlo. La había fallado y no había vuelta atrás.
Salimos del orfanato por la puerta trasera que daba a un viejo callejón. Alissa echó un vistazo a nuestro alrededor y se puso la capucha de su sudadera ocultándose todo lo posible. Yo estaba en shock y lo único que pude hacer fue ordenar a mis piernas que comenzaran a correr. Mientras huíamos, la fachada iba cayendo en pedazos calcinados y el fuego luchaba por salir del edificio en busca de oxígeno.
Las sirenas de los bomberos ya se oían al fondo de la calle así que comenzamos a correr más rápido antes de que alguien nos viera. No sabía en qué dirección íbamos ni a qué lugar. Simplemente seguí a Alissa sin pensar. Mi cabeza estaba en cientos de cosas a la vez mientras la presión de mi pecho se hacía más grande.
Tenía demasiado que asimilar, pero todos los caminos acababan en Ashton. Deseaba tener la capacidad de volar o teletransportarme y presentarme en Sioux Falls en un instante, pero el camino más rápido nos llevaría horas. Tenía que advertirle de alguna manera, tenía que ser consciente de lo que se acercaba.
— Tengo que avisar a Ashton, tardaremos horas en llegar — le pedí mientras nos acercábamos a la estación de autobuses.
— ¿Qué se supone que le vas a decir? No puedes contarle lo que ha pasado.
— Tiene que saber que está en peligro.
— No podemos proteger a nadie mientras nosotras estemos aún en el punto de mira.
— ¿Entonces que sugieres? — dije algo molesta por la falta de opciones.
Tenía que reconocer que Alissa sabía mucho sobre lo que estaba sucediendo y debía escuchar lo que tenía que decir, pero necesitaba hablar con Ashton.
— Llegar cuanto antes y evitar a todas las personas que podamos. Contra menos gente nos vea mejor. Hay que tener cuidado con las personas que están metidas en esto, la única manera de reconocerles es por un dibujo que llevan tatuado.
— ¿Un dibujo?
Ella asintió
— Significa algo así como la el vínculo entre la vida y la muerte. Como si ellos fueran los elegidos para elegir quien vive y quien muere y así lo representa ese tatuaje. Con ello creen tener la libertad de poder matarnos, librando así al mundo de "gente mala". ¿Un poco irónico no crees? Unos asesinos que quieren matar a otros asesinos.
Nunca me lo había planteado así, pero era cierto que la palabra asesina venia incluida en mi apellido. Primero fueron mis padres y ahora había matado a más de cinco hombres a sangre fría sin inmutarme.
— Entonces no somos tan distintos — coincidí.
— La única diferencia está en que nosotros dejamos a los demás vivir en paz. Intentamos pasar desapercibidos, pero a ellos no les da miedo mostrarse como son, creen hacer el bien cuando no es así...
Quedó un silencio entre nosotras en el que ninguna de las dos sabía que más añadir. Sentía que si hablaba volvería a llorar. La imagen de Helen cayendo sobre el suelo volvía a mi cabeza, pero no me torturaba tanto como haber sido la culpable de reducirla a cenizas.
Quería llamar a Ashton, pero debía esperar a que estuviéramos solas para no levantar sospechas ya que en la estación había bastante gente. No podía cometer ni un solo fallo que me alejara un segundo más de Ashton. Reunirme con él era algo que ansiaba. Apenas habían sido tres semanas, pero había sido como una eternidad para mí.
— Esta no me parece la mejor manera de pasar desapercibidas — le dije en un susurro mientras nos acercábamos al cúmulo de gente que estaba esperando en la estación.
— No tenemos otra manera de volver, ¿quieres ir a pie?
— Solo estoy diciendo que hay mucha gente — le rebatí.
Alissa se acercó a uno de los postes de electricidad de la estación y lo agarró con ambas manos mientras echaba un vistazo a su alrededor.
— Cúbreme.
Un segundo después comenzó a desprender energía de sus manos hacia el poste de metal.
— ¿Qué haces? — pregunté conociendo casi al segundo la respuesta. La corriente de sus manos fue directa a las cámaras que estaban colocadas alrededor de la estación apagándolas una a una.
— Cámaras fuera.
Se sacudió las manos y se acercó a mí de nuevo. Nos aproximamos a las taquillas aparentando toda la normalidad que podíamos. Toda la normalidad que se podía aparentar cuando parecía que habíamos salido de una mina.
Parte de las cenizas se habían despegado de nosotras mientras íbamos corriendo, pero la ropa seguía hecha un desastre, nuestro pelo grisáceo y nuestras manos ennegrecidas.
Cogimos los siguientes billetes disponibles y esperamos lo más apartadas posible pero aun así sentía los ojos de todas las personas clavados en mí y en Alissa. Era lógico que nos mirasen al ir cubiertas de cenizas de la cabeza a los pies, pero la sensación de que nos miraran como bichos raros solo me hacía pensar que realmente lo éramos.
Me fijé en un hombre de mediana edad, estaba a unos cuantos metros de nosotras y era el único que no nos estaba observando. En otra situación lo agradecería, pero me parecía demasiado extraño que nuestro aspecto no le llamara la atención.
— ¿Cómo has dicho que era el tatuaje de los asesinos? — le pregunté a Alissa manteniendo un tono bajo de voz.
— Es un insecto... bastante extraño no sabría decirte, ¿por qué lo preguntas?
— ¿Es como una polilla... con una calavera?
Era lo que aquel hombre tenía tatuado en la parte baja de su brazo. No parecía un tatuaje común y era bastante visible, como si quisiera que el resto lo vieran.
— Sí — abrió los ojos sorprendida — ¿Cómo lo sabes?
Se me cortó la respiración por un instante mientras volvía a mirar a aquel hombre. Había levantado la vista en nuestra dirección, mirándonos fijamente esa vez.
— Corre — fue lo único que pude decir antes de agarrarla del brazo y tirar de ella.
Comenzamos a correr, casi tirando ella más de mí que yo de ella. La gente entorpecía nuestro camino, pero no nos detuvimos. Giré mi cabeza sin dejar de correr viendo como aquel hombre seguía nuestros pasos apartando a la gente a empujones y tirándola al suelo.
Alcanzamos el autobús y no dudamos en subirnos, pero el conductor aún no había arrancado el motor.
— ¡Arranque! — le pidió Alissa al conductor a gritos.
— Todavía no podemos salir, no está todo el mundo — respondió despreocupado. Sin ser consciente de lo que teníamos encima.
Me giré de nuevo y ese hombre ya estaba llegando al autobús, casi relamiéndose por llegar a nosotras.
— ¡No tenemos tiempo Alissa! — la dije atropellándome con las palabras.
— ¡Joder! — gritó perdiendo los nervios.
Teníamos unos segundos antes de que ese hombre nos cogiera y nadie se cuestionaría que se llevara a dos locas que acaban de subir a gritos a un autobús. La miré con el corazón en la boca y ella no dudó en lo que tenía que hacer para sacarnos de allí.
Prendió sus ojos ante todas aquellas personas y agarró las barras de la puerta llenándolas de energía para hacer que se cerraran. El hombre justo llegó dándose de bruces con el cristal de las puertas. Sus ojos estaban llenos de ira. Nunca había sentido más miedo que en aquel momento. Mirando cara a cara a la persona que nos quería muertas, pero no iba a conseguirlo, no ese día.
Alissa guio su mirada a la cabina del conductor y el motor se encendió. Las ruedas comenzaron a rodar dirigidas por ella dejando a aquel hombre rozando su propósito con la punta de los dedos. El conductor tomó el mando y comenzó a conducir sin saber bien que había ocurrido al igual que el resto de pasajeros.
— Por favor, no pare hasta llegar a Sioux falls — le pedí aún con el aliento entrecortado.
El conductor aceptó, más por miedo que por amabilidad. Me giré de nuevo hacia Alissa. Estaba en el mismo estado que yo, apenas podíamos mantenernos en pie después de todo lo que nos había pasado en las últimas horas. Habíamos escapado dos veces de la muerte y sabíamos que esa no iba a ser la última. Nos dirigimos hacia el final del autobús y nos dejamos caer sobre los asientos más apartados. Los pasajeros del autobús no sabrían explicar lo que habían visto asique realmente no fue una de mis preocupaciones.
Mi cabeza estaba saturada. Sentía que habían pasado varios meses en ese único día, demasiado para asimilar. Estaba exhausta. Necesitaba dormir, pero mi cabeza no me lo iba a permitir. Helen ocupaba mis pensamientos al igual que Ashton.
Incluso Logan.
¿Eso fue lo que tuvo que pasar él? ¿Y para qué? ¿Para acabar muerto? Sentía que seguíamos sus pasos y ya sabía a donde nos iba a llevar eso.
Alissa cayó agotada sobre mi hombro mientras algunos de los pasajeros estaban tensos por nuestra presencia. Solo quería permanecer en ese asiento y que todo mejorara por arte de magia. No podía soportar más la pena de mi pecho que me iba haciendo más presión a cada segundo que pasaba y era consciente de todo lo que había provocado. Era un efecto en cadena, un paso en falso lo cambiaba todo y no había manera de deshacer el error.
¿De verdad había una manera de cambiar el final?
Quería creer con todas mis fuerzas que así era, pero a cada minuto que pasaba me costaba más creerlo. No quería tener que esconderme y huir toda mi vida. Era lo que llevaba haciendo desde que tenía catorce años solo que, desde ese día, huía de personas diferentes. En vez de mí misma era de alguien cuyo rostro cambiaba cada día. Primero fue Dominic y después otro extraño esperándonos en la estación. Desconocíamos con quién sería el próximo encuentro, pero ellos ya nos conocían y sabían a donde nos dirigíamos.
Busqué mi teléfono entre mis bolsillos tratando de no despertar a Alissa, pero no lo encontré. Probablemente me lo habría dejado en el orfanato o se me habría caído en mitad de la huida. Ya no tenía manera de avisar a Ashton antes de llegar a Sioux falls. Era lo último que me faltaba para perder más los nervios. Nos quedaban más de siete horas de viaje por lo que quedaban siete horas más en las que Ashton corría peligro. Solo deseaba llegar, comprobar que estaba bien y no separarme de él.
Acabé cayendo dormida apoyada sobre Alissa. Pasaron un par de horas en las que bajamos la guardia, pero necesitábamos descansar para lo que fuéramos a encontrados en la parada de Sioux falls.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top