Capítulo 2
Narra Lassel
Tal como algunos lo habían anticipado y debido a la disminución considerable de problemas gracias a estas suposiciones, los reyes de los cinco reinos más fuertes de todo el Norte decidieron unir sus reinos en uno solo.
Una acción algo descabellada a mi parecer, pero según esto favorable para todos los habitantes de estos reinos pues ahora las riquezas y beneficios se repetirían hacia todos los miembros pertenecientes y ningún otro reino querría atacarlos.
Los rumores dicen que es algo que los propios reyes habían ya pactado desde su niñez debido a la guerra que ocurrió entre los demás reinos fuera de estos, esos años estuvieron llenos de ataques y saqueos tanto para ellos como para nosotros por parte de otros reinos externos.
Reunir los reinos y compartir su mandado, que descabellado suena eso.
En estos momentos me encuentro terminando de arreglarme para el gran baile que celebrara este hecho, un hecho llevado a la historia de ahora en adelante.
El principal motivo por el que he sido invitada es en agradecimiento por mis acciones estas últimas semanas, el reino de Freisen ha decidido que quiere una alianza con el ahora denominado reino de Zarresberg por lo que ha mandado tropas a diversos lugares dentro de nuestros límites territoriales a detener cualquier complot en contra de las coronas de Zarresberg. Además de ello mi escuadrón también ha sido enviado a unas cuantas batallas dentro de los reinos de estos reyes para poder apoyar a su pueblo, acción que ha sido recompensada con la petición de asistir a un baile.
El lugar estará lleno de guardias, de eso estoy segura, la nueva monarquía aun tiene desertores y los clanes que no están de acuerdo con su unión, se debe de proteger el palacio con gran ímpetu puesto que no solo los cinco reyes estarán presentes, sino también puestos altos de sus gobiernos, el consejo de todos los reinos y gran parte de los nobles pertenecientes a cada reino.
La mujer tras de mí termina de ajustar mi corsé el cual hace que mis pechos resalten, coloca encima de este un largo vestido color azul pastel ajustado de la parte del pecho, pero con múltiples capaz delgadas de la cintura para abajo dándole mayor volumen sin la necesidad de utilizar un polisón. El vestido consta de delicadas costuras en el área del corsé que rodean mis pechos haciendo que estos se noten delicados, pero atractivos, las largas mangas abombadas del vestido son del mismo color que este y la tela es algo transparente permitiendo ver así parte de mi piel.
Tomo asiento frente al tocador de mi habitación dejando que otra mujer acomode mi cabello ondulado, trenza solo la mitad este llevándolo a una media coleta.
—Terminamos, comandante. El rey nos pidió que le informáramos que no podrá asistir debido a algunos asuntos con el consejo, pero que usted es libre de quedarse el tiempo que guste, los reyes le han hecho saber a nuestro rey que su presencia es bien recibida en agradecimiento a los sucesos de estos días —informa la mujer al momento en el que me pongo de pie.
—Gracias, lo más probable es que el evento termine tarde, vayan a descansar, puedo encargarme de todo en cuanto regrese —agradezco recibiendo un ligero asentimiento de parte de ellas para verlas después retirarse de la habitación.
Camino a pasos firmes, pero delicados en dirección a las escaleras de mármol para después bajarlas, el mayordomo abre la puerta permitiendo que siga mi paso sin detenerme.
Un hermoso y gran carruaje me espera a la entrada de la mansión donde me hospedo, el carruaje frente a mí es totalmente negro, con detalles dorados y algunas piedras preciosas adornándolo. Algo extravagante a mi parecer, pero precioso, justo algo que indica de qué reino provengo.
Freisen es el reino más cercano a lo que ahora es la unión de los reinos conocida como Zarresberg. Freisen es un reino caracterizado por ser buen combatiente y por sus preciosas gemas, tal vez no seamos parte de los reinos más poderosos, pero al menos somos lo más cercano a ello.
El cochero me espera en la puerta del carruaje, al verme se acerca rápidamente a mi ayudándome a bajar las cortas escalinatas que me faltan, al estar más cerca del carruaje él tiende su mano para que la tome y suba a dicho transporte.
El cielo comienza a oscurecer y las estrellas a iluminarlo, todo en este reino es bello, la infraestructura, la seguridad, todo por lo que ayude a luchar merece completamente la pena.
Mis manos se han enfriado debido al fresco clima que hay hoy, sin embargo, no siento frío.
Es hasta que diviso un enorme e iluminado palacio que me doy cuenta de que los minutos ya han pasado, a algunos metros de mí se encuentra una gran rejada que nos da entra al hermoso palacio.
Grandes jardines nos reciben siendo iluminados por luciérnagas de vuelan por todos lados, hay un par de fuentes y un gran estanque cerca de un frondoso sauce iluminado por luces artificiales. En definitiva, esto último obra de los habitantes del reino de Zafira, su magia es luz, luz que pueden transmitir a objetos y hacerlos brillar, una magia tan pura y hermosa.
El carruaje sigue avanzando, entra a una gran glorieta y se detiene al momento en el que las grandes puertas de la entrada quedan justo en donde debo de bajar.
Un soldado abre la puerta y tiende su mano ayudándome a bajar, no es necesario, pero por cortesía acepto.
Frente a mí las grandes e imponentes puertas del inmenso palacio junto con los cientos de soldados que hay por todo el lugar sin molestar a los invitados me hacen recordar la suerte que tiene todas estas personas.
Ninguna de ellas ha tenido que ir a la propia guerra, muchos de ellos nacidos en cunas de oro. Una vida que creo yo realmente todos aspiramos, pero que pocos logran obtener.
Subo las escalinatas tomándome el tiempo de admirar todo a mi alrededor, continuo mi caminata hasta entrar finalmente al castillo, un gran pasillo con candelabros de oro iluminan este lugar, a los lados casi pegados a las paredes se encuentran más guardias, todos ellos en pose firme vigilado que todo se encuentre en orden.
Paso de largo continuando mi camino hasta llegar a las puertas abiertas del salón de baile donde un presentador está nombrando a las personas que pasan a través de ellas junto con el rango que poseen.
De mis guantes saco un pequeño papel y se lo extiendo delicadamente.
—Lassel de Carson —dice en voz alta y firme. —Comandante primera de los ejércitos del Reino de Freisen —ante tal mención muchas de las personas dentro del lugar giran sus rostros para verme.
Soy conocida en todos los reinos, eso lo tengo claro, mi nombre ha resonado al menos una vez en la boca de todos ellos, mi destreza, mi belleza y lo joven que soy en comparación con el puesto que tengo hacen que resalte sobre los demás.
Le doy un asentimiento en forma de agradecimiento al hombre mientras elevo mi rostro manteniéndolo completamente sereno, los murmullos no tardan en aparecer por supuesto. Todo lo que conocen de mi han sido rumores, ninguno de ellos jamás me ha visto a la cara.
Bajo las escalinatas dándome cuenta de lo mucho que odio de verdad esto de los castillos, el castillo del Rey de Freisen es igual, lleno de pasillos y escaleras que a mi parecer están de más.
Cuando ya estoy en el salón de baile tomo una de las copas de vidrio que ofrecen y caminando para alejarme lo más posible del resto de las personas la llevo discretamente hacia mi boca sin sorber el líquido, huelo el contenido asegurándome que no tenga nada mas que la bebida y al estar segura le doy un pequeño trago.
La música suena por todo el lugar, no tardo mucho en darme cuenta de que la orquesta que reproduce estas bellas canciones se encuentra en la esquina opuesta a donde yo me sitúo, el sonido de flautas, arpas y varios instrumentos más llega a mis oídos, todo en una perfecta y sincronizada armonía.
Los minutos pasan y las personas más importantes ya se encuentran dentro de la sala. A mi derecha y al fondo se encuentran la mayoría de los nobles de Zafira entablando conversaciones con algunos de los miembros de Galles y de Ferreira.
En el centro de la pista se encuentran varias parejas danzando al son de la música, la forma en la que se mueven con tanta fluidez me indica que están más que acostumbrados a este tipo de bailes, memoria muscular supongo yo.
A unos cuantos metros de mí se encuentran un grupo de damiselas con sus respectivas acompañantes hablando de lo apuestos que están muchos de los hombres aquí, y es que es cierto, la gran mayoría de ellos son hombres atractivos.
—Parece ser que no disfruta del baile, señorita...
—Lassel, es un gusto conocerlo joven...
—Lyssander, aunque las personas más allegadas a mí me llaman Sander —comenta con una sonrisa coqueta en su rostro mientras toma mi mano y besa el dorso de esta inclinándose solo un poco para hacerlo.
—Parece ser entonces que debería de llamarlo Lyssander puesto que no nos conocemos tan bien como para poder llamarlo del otro modo —entablo conversación con él.
—Puede llamarme como más le apetezca, señorita. Todo lo que ofrezca una señorita tan bella como usted será bien recibido por mi persona —una sonrisa adorna mi rostro ahora al escucharlo hablar con tanta seguridad.
—¿Y qué le hace pensar que tengo algo yo para ofrecerle a usted?
—Meras suposiciones si me lo pregunta, espero poder conocerla más a lo largo de esta linda velada. Sin embargo, no ha respondido a mi comentario principal —aclara tomando una de las copas que hay cuando el mesero se acerca a nosotros ofreciéndolas.
Yo por supuesto dejo mi copa sobre la bandeja sin tomar otra.
—No fui criada en este tipo de vida, Sander. Las damas y caballeros aquí parecer estar tan acostumbrados a este tipo de eventos, pero a mí me parecen abrumadores.
—¿Entonces por qué razón está presente en este lugar? —cuestiona intrigado fijando su vista en mí.
—Soy la comandante de Freisen, he sido invitada aquí y agradezco que los reyes hayan tenido esa consideración, por eso me encuentro aquí. Jamás los he visto y se dice que harán su aparición en poco, me siento intrigada por ellos.
Una descarga eléctrica pasa por todo mi cuerpo debido a su cercanía conmigo.
—En ese caso debo de agradecerles a los reyes por haberla invitado, si no jamás hubiera tenido el placer de conocerla.
—¿Y usted? —pregunto desviando la mirada para observar a nuestro alrededor. Al regresarla veo cierta curiosidad en su rostro, como si no entendiera mi pregunta. —¿Qué es lo que lo mantiene en este lugar? Parece ser que muchas de las damas que hay en el evento quisieran bailar con usted, no obstante, se encuentra huyendo prácticamente de todas ellas.
—El deber. El deber me mantiene aquí, pero siéndole sincero no pretendo bailar con nadie mas que con una sola mujer en este baile —el brillo en sus ojos al mirarme hace que mi corazón lata con fuerza.
—¿Quién es la afortunada mujer que bailara con el soltero más codiciado de seguramente todo el baile? —cuestiono admitiendo la suerte que tendría una mujer de tener la atención de este hombre.
—Si usted me lo permite, me gustaría invitarla a bailar a usted —comenta tendiéndome su mano para que la sujete.
—No sé bailar de la forma en la que todos lo hacen, son pocos los bailes que conozco a la perfección y no quisiera arruinar su velada —digo intentando rechazar su petición. No quiero bailar con nadie hoy.
—No habrá problema con ello, créame que todos seguirán nuestros pasos al irlos marcando. Por favor —pide aun sin bajar la mano.
He luchado en cientos de batallas, un sencillo baile no debería de asustarme en lo mínimo.
—Solo un baile —le advierto viendo como deja su copa sobre una bandeja.
—Solo uno —asegura tomando mi mano y caminando en dirección a la pista. —El primero de muchos —alcanzo a escuchar que susurra aquello sin darle tanta importancia.
Al estar en la pista ambos hacemos una pequeña reverencia el uno al otro mientras que él sonríe con alegría y me mira a los ojos.
El sonido de un arpa tocando los acordes específicos seguido de tambores y una melodiosa voz da inicio al baile, mis bellos se erizan al estar tan cerca del hombre frente a mí.
Mi madre decía que justo esta pieza era llamada como el baile de los trágicos amantes, esto porque al bailarla con alguien la pareja jamás se tocaba, si bien tenían acercamientos y casi rozamientos de piel, jamás se tocaban.
Las manos de Lyssander se encuentran entrelazadas en su espalda y con una pose recta, danzando da un paso hacia mí justo en el tiempo en el que yo me retiro, repetimos esta acción un par de veces mientras caminamos en círculos.
Mi mano derecha de eleva hasta la altura de mi rostro mientras que la izquierda la muevo de modo que el dorso de esta queda tocando mi espalda baja, coloco mi mano derecha justo a un lado mi rostro manteniendo la palma abierta y la estiro ligeramente hacia él, Lyssander hace lo mismo, pero con la mano contraria a mí de modo que estas jamás de tocan. Caminamos en círculo hasta estar en nuestra posición inicial, posterior cambia el sentido de la caminata, repetimos esto solo un par de veces antes de que la música se haga mucho más fuerte. Los tambores se han dejado de escuchar pasando a ser ahora el sonido principal guitarras y arpas junto con la melodiosa voz de la mujer, el ritmo se acelera mientras la mujer canta la parte más importante de la canción.
Un paso atrás, un paso a delante, él no deja de ver fijamente mis ojos ni yo tampoco puedo evitar retirar la mirada. Cambiamos de posición intercambiando nuestras manos con los pies.
El deseo que sentimos el uno por el otro hace que el ambiente se sienta tenso.
El fin de la canción llega justo cuando en un movimiento nuestros cuerpos quedan juntos, casi rozándose, su rostro está frente al mío, nuestras respiraciones agitadas se pueden oír perfectamente.
Una nueva canción comienza a sonar haciendo que nuestros cuerpos dancen al compás de ella.
Lyssander toma mi mano con delicadeza y hace una reverencia al tiempo en el que besa el dorso de mi mano, él se incorpora justo cuando yo hago la reverencia hacia su persona.
Posa una de sus manos en un agarre firme en mi cintura mientras que entrelaza su mano disponible con la mía, balanceamos nuestros cuerpos de lado a lado al ritmo de la música mientras giramos en nuestro propio lugar, toma mi mano despegando solo por segundos nuestros cuerpos para hacerme girar sobre mis propios pies, al terminar el giro nuevamente posa su agarre sobre mi cintura.
Las canciones pasan rápidamente y sin darnos cuenta la media noche está por llegar, el sonido de tambores retumbando junto con el de armas golpeando el suelo y murmullos masculinos siendo parte de la entonada nos hacen darnos cuenta que los reyes están por aparecer.
—Debo de retirarme, se me ha olvidado por completo que debo de hacer ciertas cosas. Le pido una disculpa señorita —dice apurado intentando salir rápidamente de donde nos encontramos.
—¿Un par de canciones y ya corres lejos de mí? —comento con un toque de burla en mi voz sujetando su mano con fuerza evitando que se vaya.
—Si por mí fuera estaría toda la velada con usted, pero debo de ir a mi deber. Le suplico me disculpe —su disculpa es tan sincera que no dudo en soltar su mano para permitir que se retire.
—¿Algún día nos veremos nuevamente? —cuestiono sin querer estar alejada de su presencia.
—Téngalo por seguro, no pienso separarme de usted nunca más, señorita Lassel —comenta comenzando a correr para salir del salón de baile y perdiéndose a través de los grandes pasillos del palacio.
Vaya...
Que don tengo con los hombres, no paso con ellos ni un día y ya están escapando de mí.
Ante tales sucesos y con una ligera presión el pecho decido salir del gran salón caminando en dirección a las puertas de cristal que hay del otro lado del salón, me muevo deslizándome entre todas las personas que se encuentran ahora mismo acercándose a un gran palco que hay sobre el salón de baile, seguramente por ahí saldrán los reyes.
Atravieso la puerta caminando en dirección al jardín que se encuentra a solo unos pasos de la salida del salón de baile.
Mis pies parecen tener vida propia pue no pasa mucho tiempo cuando estos mismos comienzan a tomar otro camino, divago por todo el jardín tomando un poco de aire fresco. El cielo estrellado es suficiente para iluminar de forma perfecta dicho lugar.
La curiosidad hace que siga caminando atravesando un gran tramo con arbustos de rosas, el olor a tierra mojada llega a mis fosas nasales permitiéndome saber que hace no mucho tiempo esta parte del jardín fue regada.
Sigo caminando hasta ver a lo lejos un precioso árbol con una banca debajo de este.
Al llegar a dicho lugar tomo asiento en la banca de mármol dándole la espalda al palacio y admirando la maravillosa vista que hay desde este lugar.
Un discurso es ahora lo que está sucediendo dentro del palacio, pero no logro entender casi ninguna de las palabras que siguen después del agradecimiento por lo que dejo de prestar atención a aquello.
Es hermoso ver todo un reino a mis pies, me hace sentir poderosa, llena de energía... desde aquí puedo observar las luces de algunos hogares encendidas, el sonido de la música a pesar de ya no ser tan fuerte sigue llegando a mis oídos acompañándome en esta velada.
Este lugar me hace sentir tan en paz que la única razón por la que sé que el tiempo pasa es por la posición de la luna en el cielo.
Inclino ligeramente mi cuerpo hacia abajo tomando una cuchilla que tengo sujetada a mi tobillo cuando siento una presencia detrás de mí.
Al tenerla entre mis dedos levanto mi cuerpo rápidamente girándolo en el acto y sujetando con mi mano disponible el brazo de un gran hombre mientras lo acerco a mí y coloco la cuchilla sobre su cuello presionándola lo suficiente para hacerle saber que si hace un movimiento en falso lo asesinare.
—¡Hey! Calma. Vengo en paz, señorita —pide elevando su única mano libre a la altura de su rostro en señal de paz.
Rápidamente al darme cuenta de lo que he hecho lo suelto pidiendo disculpas en el acto.
—Lo lamento tanto, no fue mi intención. Es solo una costumbre, de verdad le pido perdón —comento apenada.
No puedo creer que estando en un palacio tan protegido haya reaccionado de este modo, menos aun sabiendo que este hombre podría ser parte de alguna familia noble.
—Primero deberíamos de conocernos antes de que decida asesinarme —el tono coqueto en su voz me hace saber que no tendré problemas al menos por hoy.
—Una mala costumbre, no fue mi intención lastimarlo —comento haciendo una mueca al notar que hay una pequeña y casi imperceptible línea rojiza en su cuello.
—Por un rasguño no moriré —dice con una sonrisa egocéntrica en su rostro.
Tengo que admitir que los hombres aquí son bastante bellos, hace unos momentos bailaba con un caballero pelinegro de preciosos ojos azul eléctrico y ahora me encuentro frente a un hombre de cabellos dorados y ojos casi del mismo tono que mi vestido
—Pero si la hubiera hecho más profunda ya no estarías en estos momentos con nosotros, Conrad —la gruesa voz de otro hombre me hace notar que no estamos solos. Detrás de él se encuentran otras tres personas más.
—Yo...
—Hasta que los encuentro, ¿por qué siempre se tienen que alejar sin decirme nada? —la voz tan conocida de Lyssander llega a mis oídos interrumpiendo lo que iba a decir. —Oh, veo que ya conocieron a la señorita Lassel —habla dándose cuenta de que también me encuentro aquí.
—Lassel... —mi nombre es saboreado por los labios de un pelirrojo. —Ese nombre me suena bastante... ¿la conozco de algún lado, señorita? —cuestiona avanzando hacia mí, hasta el momento él y Lyssander eran los que más lejanos se encontraban.
—Seguramente no, al menos no que yo lo recuerde, joven...
—Bastion, solo Bastion —se presenta.
—Está bien, Bastion, solo Bastion —hago una pausa pensando en si lo he visto en algún lugar. —Lo lamento, en realidad no lo recuerdo.
—Eres la comandante del reino de Freisen, ¿no es así? —un chico rubio oscuro con ojos color miel logra identificarme.
—La misma —aseguro con una sonrisa en mi rostro.
—¿Por qué no lo menciono antes? —pregunta él mismo.
—No me gusta aprovecharme de mi título ni nada perecido, prefiero simplemente mezclarme con los demás entre la multitud —respondo moviendo mis manos mientras explico.
—Una joven tan bella como usted por mucho que quiera mezclarse en la multitud no lo podrá hacer... soy Arthur —se presenta luego de alagarme.
—Gracias por dicho cumplido —susurro viéndolo a los ojos.
El silencio invade solo unos momentos el ambiente antes de ser interrumpido por otro de los hombres presentes.
—¿Cuál es el motivo por el que ha huido del discurso de los reyes? ¿No está de acuerdo con su unión? —pregunta un chico de cabello platinado con una cicatriz que atraviesa todo su ojo.
—Soy un soldado, realmente no me importa mucho el tema de la política entre los reinos a menos de que eso involucre el peligro de mi reino. Solo sigo ordenes, ese es mi deber —comento seriamente posando mi vista en aquel chico.
—¿Entonces no tienes una opinión de ello? vuelve a cuestionar el chico.
—No creo que sea propio hablar de un tema del que no estoy informada del todo. No pertenezco a ninguno de lo reinos de los que está conformado Zarresberg, no sabría bien qué opinar —me encojo de hombros sin preocupación.
—Pero si tuviera que opinar, ¿cuál sería su juicio sobre todo esto?
—Creo que las opiniones están sobrevaloradas, en lo personal prefiero ver los hechos antes de opinar hago una pausa pensando en mis siguientes palabras. —Sin embargo, debo de admitir que me encuentro muy tranquila en este lugar, parece ser que esto ha sido una maravillosa idea y, aunque no estoy muy adentrada en el mundo de la política entre los reinos sé que han hecho un gran trabajo los reyes.
—¿En verdad no nos reconoces? —cuestiona incrédulo el pelirrojo ignorando por completo lo que acabo de decir.
—¿Disculpa? —pregunto sin comprender a que se refiere.
Lyssander le da un fuerte golpe en sus costillas provocando que este suelte un jadeo y yo haga una mueca ante tales acciones.
—No le hagas mucho caso, a veces creemos que se golpeó la cabeza durante su infancia —su burla Conrad de él aligerando el ambiente. —¿Cómo nos podría conocernos si crecimos en reinos diferentes, Bastion?
Mi ceño se frunce ante la discusión silenciosa que se lleva a cabo frente a mí. Todos los chicos parecen tener una guerra de miradas entre ellos debatiendo ciertas cosas.
Una linda mariposa conformada de luz se atraviesa en mi campo de visión haciendo que me enfoque en ella, es preciosa... jamás había visto algo así...
—No pareces ser del tipo de mujer que le gustan las cosas comunes —comenta Lyssander moviendo suavemente sus dedos.
Él es quien está formando esta bella mariposa, claro, debe de pertenecer al reino de Zafira.
—Tiene razón en ello —admito enfocando toda mi atención en la mariposa que ahora está posada sobre el cabello platinado de aquel chico.
—Que falta de educación de mi parte, parece ser que todos se han presentado menos yo. Alarich, ese es mi nombre —se presenta después de que yo haya posado mi vista en él mientras se acerca a mí y extiende su mano para que yo pose la mía sobre la suya y bese el dorso de esta.
—Un gusto, caballeros.
NOTA:
Hola mis lindos lectores, ¿cómo se encuentran en esta linda noche?
Debo de admitir que escuche las canciones de War Of Hearts (de Ruelle) y Lion (de Saint Mesa) al momento de escribir la parte del baile y la entrada de los reyes así que les recomiendo escucharlas como apoyo para esa pequeña parte jsjsjsj
Les pido una disculpa si hay errores ortográficos, lo cierto es que recién acabo de escribir el capítulo y me encuentro muy cansada como para revisarlo bien.
Siento que hice que toda la narración fuera demasiado rápido así que coméntenme si así les pareció para poder mejorar en un futuro mis narraciones, ya saben que no soy escritora profesional y siempre es bueno aceptar criticas para mejorar, además, siento que no es mi fuerte este tipo de narrativas :(
En fin, ¿les ha gustado el capítulo de hoy? jsjsjsj
Estoy enamorada de estos chicos, de verdad que sí :)
Gracias por su apoyo, no olviden votar y comentar <3
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