Prólogo

¿Cómo no pude darme cuenta antes?

¿Cómo no pude ver por todo lo que estabas pasando?

¿En verdad estaba tan ciego?

Nadie fue capaz de percibirlo a tiempo, nadie fue capaz de frenarlo, y ahora, a lo único que podemos limitarnos es a verte ahí, acostado en la camilla del hospital, conectado a un montón de máquinas que evitan que partas de este mundo, que tratan de aferrarte a la vida.

Por lo que los doctores nos contaron, esta no había sido la primera vez en la cual intentaste acabar contigo mismo, la ficha clínica que llevan con tus datos te delatan de que este fue tu tercer intento, pero no lo entiendo, si ya haz estado aquí más veces, ¿Cómo es que tus padres no hicieron nada? ¿Cómo es que tus padres no se preocuparon por ti?

Aunque bueno, yo también vi un montón de veces en las que llegabas con moretones nuevos a los entrenamientos, tú te esforzabas en esconderlos lo mejor posible, pero al momento de ir a las duchas y cambiarnos el uniforme, todas aquellas marcas quedaban a la vista. Yo nunca pregunté nada, me daba vergüenza el que te dieras cuenta que me preocupaba por ti, ¡Pero qué estúpido fui, por Dios! Mi orgullo y ego pudieron conmigo tantas veces, quería que te fijaras en mí, y como típico niñato a lo único que recurría era a molestarte y sacarte de quicio.

Si tan solo no te hubiese dejado ir esa noche, tal vez las cosas hubiesen sido diferentes, mi "madre" me advirtió que ya era muy tarde, que estaba cayendo demasiada nieve afuera y que era peligroso para ti irte solo, padre mencionó que podías quedarte en nuestro hogar, que por ellos no había ningún problema porque así estarías más seguro. Sin embargo tú seguías insistiendo en que debías irte, te veías molesto, exaltado, desesperado, y yo luego de minutos tratando de convencerte, exploté perdiendo la paciencia.

"¡Haz lo que quieras, estúpido Sempai! ¡Qué te den!" Fueron las últimas palabras que escuchaste de mi, antes que salieras por la puerta a paso apresurado, yo me encerré en mi habitación dando un fuerte portazo. Pude escuchar a mi madre, estaba preocupado, hablando con Hiroto-san quien trataba de calmarle diciendo cosas como que yo era un adolescente, que me dejara solo y ya después hablaríamos a la hora de la cena.

Lástima que la cena nunca llegó.

Aproximadamente hora y media después recibí un mensaje del grupo de WhatsApp que compartimos entre todos los del equipo, normalmente no suelo revisarlo muy seguido ya que siempre hablan de cosas que luego discutimos durante los entrenamientos, así que estar muy al pendiente de ellos no tiene caso. En fin, era un mensaje del entrenador Endo, por mera curiosidad quise saber de qué se trataba, el entrenador no suele escribir muy a menudo, solo lo hace para cosas puntuales e importantes, y como uno de los tantos dichos que dice mi madre, "la curiosidad mató al gato".

Endo-san
Kirino está en el hospital, unas personas lo encontraron en el parque bajo un montón de nieve, ahora mismo estoy yendo para allá, trataré de mantenerlos informados.
Leído 21:18✓✓

Mi mente quedó en blanco después de leer aquel mensaje, ¿Cómo que en el hospital? Sin importarme nada bajé las escaleras lo más rápido que pude, estaba a punto de salir cuando mis padres me detuvieron tomando levemente mi brazo.

"¿Masaki, a dónde crees que vas?" Me preguntaron, yo solo solté un "Está en el hospital, necesito ir a verlo", y minutos después ya nos encontrábamos en el coche de papá rumbo a la gran instalación color blanco que tanta mala espina me da.

Al llegar divisé al entrenador junto a una persona peliazulada, creo estar casi seguro de que son pareja ya que ambos compartían el mismo anillo. También vi a otros del equipo, Tenma, Tsurugi, Amagi-sempai y Sangoku-sempai. Creí que Shindou-san también estaría, no es que me guste el morbo ni nada de ello, pero según lo que tengo entendido, tú y él llevan saliendo por casi 8 meses, lo mínimo que se esperaría es que si uno de los dos está internado, el otro estuviese acompañándolo en todo momento.

Y eso que las cosas del amor no se me dan bien.

- Masaki-kun, debemos irnos, ya es muy noche y mañana tienes que ir al instituto. - Me sobresalto al oír las palabras de mi madre, estaba tan inmerso en mis pensamientos que ni siquiera me di cuenta de que ya había terminado la hora de visita, pasé un día más aquí con la esperanza de que despertaras.

Con este ya se cumplían tres meses.

Subo a mi cuarto, sin molestarme en prender la luz, estoy tan acostumbrado a este tipo de rutina que ya ni falta me hace.

Me tumbo en la cama, boca arriba, tengo que admitirlo, estoy agotado.

Como siempre ocurre, mil dudas invaden mi mente, mil preguntas de las cuales solo tú tienes las respuestas.

¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué intentaste acabar con tu vida? ¿Por qué tomaste esas pastillas? ¿Es que acaso ya lo tenías todo planeado, y por eso esa noche no aceptaste quedarte en mi casa?

Joder Kirino, te encontraron tirado a la sombra de un árbol, con metros de nieve sobre ti, estabas hipotérmico y con un bote de pastillas para dormir medio vacío en el bolsillo de tu chaqueta, de puro milagro fue que te encontraron a tiempo y lograron reanimarte después de casi veinte minutos intentándolo, tu cuerpo estaba tan frágil que caíste en un coma del cual aún no logras despertar.

¿Sabes lo que más rabia e impotencia me da? Que el cobarde de Shindou no se ha molestado en lo absoluto en ir a verte.

Siempre miente diciendo que pasa las tardes enteras contigo, que te lleva flores y te platica por horas. Frente al equipo queda como el mejor novio del mundo, "Eres muy atento, Shindou-sempai" "¿Cómo lo haces con los exámenes, no es agotador?", mentiras y más mentiras de las cuales solo yo soy testigo.

Irónicamente nadie del equipo sabe que yo soy el único que te visita, solo el entrenador Endou a quien le pedí que no dijese ninguna palabra. ¿Por qué lo hice? La respuesta es muy fácil, yo siempre me dediqué a molestarte, nuestra relación se basa en un odio mutuo, sería muy extraño que viniese de mi parte el ir a verte todos los días, quedarme por horas sujetando tu mano, pasando horas sin comer por temor a que si me alejo, quizá tu cuerpo no resista más y te vayas, o por la esperanza de que despiertes y ver esos bellos ojos color cyan que tanto se asemejan al cielo.

Mi cielo.

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