Capítulo 9

Dos adultos y dos adolescentes en una misma sala, uno de los niños aún medio adormilado en los brazos del peli-azul, no habían querido despertarle todavía. ¿Por qué? La respuesta es muy sencilla, todos, a excepción de Ranmaru, sabían lo que ocurriría esa mañana, era hora de darle la mala noticia al menor, quién de por sí ya había sufrido bastante en su relación con el "Dios de la batuta".

El ambiente estaba tenso, Masaki e Ichirouta se encontraban más nerviosos de lo normal, el primero por haberle mentido a su Sempai todo este tiempo con respecto al paradero de su madre, y el segundo porque apesar de ya haberse acercado bastante al peli-rosa, aún seguía teniendo ese miedo de no poder hacer bien el papel de mamá, es decir, él ya lo quería como si fuese su propio hijo, quería protegerle a toda costa y que nada malo le pasara, enseñarle cosas y compartir junto a Mamoru la nueva experiencia de formar una familia, sin embargo, no podía evitar pasar noches en vela y con la ansiedad a tope, temiendo que en cualquier momento su pequeño decidiera irse del mundo otra vez, esta vez para siempre.

Y es que además del parecido que ambos tenían con chicas y la posición de defensa en la que jugaban, habían más cosas que compartían.

Kazemaru conocía de sobra el sentimiento de sentir que no era suficiente, no tener la voluntad de poder seguir adelante y caer en lo más profundo de la desesperación, todo con tal de volverse "fuerte".

Su época con los Dark Emperor's había sido una de las más duras de toda su vida, hechizado por el poder que le otorgaba aquel meteorito y que no le dejaba ver otra cosa que la venganza. Por suerte, una vez más había aparecido su salvador, su salvador de banda naranja y sonrisa contagiosa, quien lograba iluminar todo con solo su presencia, capaz de ver la bondad en todas las personas y devolver la esperanza donde ante no había nada.

Claro que quedaban secuelas de ello, con cada periodo de estrés Kazemaru se ponía demasiado ansioso y los nervios le comían, siendo incapaz de salir de aquella burbuja por sí solo. Sí por él fuese, pasaría las noches enteras junto a Ranmaru para asegurarse de que nada le pasara, pero ahí era cuando intervenía su prometido diciéndole que aquello no era necesario, y que sólo podría ir a verlo máximo tres veces por noche.

El problema estaba en que justo en este momento, Endo no se encontraba con ellos, y debía permanecer calmado por el bien de los dos menores, cuando en realidad la ansiedad y angustia se lo estaban comiendo por dentro.

- ¿Ichirouta? ¿Pasó algo?

- H-Hola Mamoru, esto... Te dejaste el almuerzo en casa, ¿Q-Quieres que te lleve algo para comer luego?

- Ichi, recuerda que hoy te dije que almorzaría junto con Kidou en la cafetería, debemos discutir acerca de la estrategia para nuestro siguiente partido.

- ¡C-Cierto! Vaya, qué distraído, lo siento. ¿Pero estás seguro de que no quieres que te lleve algo? Puedo hacerlo, sabes que no tengo problema con ello, además, a veces la comida de la cafetería no es tan buena, ¿De verdad no quieres nad-

- Ichi, bebé, trata de calmarte un poco, ¿Sí? Respira, anda, respira conmigo.

- ...

- Escucha, sé que estás nervioso por lo de hoy, por Ranmaru, pero no hay de qué temer, ¿Sí? Tarde o temprano sabíamos que llegaría el momento de contárselo, no podemos hacerle vivir una mentira.

- P-Pero... ¿Y si no soy suficiente? ¿Y si no logro darle todo lo que espera?...

- Ichi... Sí que es cierto que nosotros nunca podremos reemplazar a su madre, pero aquello no tiene que ser un fantasma para ti. He visto lo mucho que te esfuerzas por hacer lo mejor posible, y él también se da cuenta de lo mucho que lo quieres y apoyas... Mientras ambos demos lo mejor de nosotros será más que suficiente, y frente a cualquier cosa, recuerda que aquí me tienes para lo que necesites.

- Sí... Gracias Mamoru.

- Bien, ahora vuelve con los pequeños con la cabeza bien en alto y recuerda que en este momento, tú eres el único adulto que podrá estar para Ranmaru. Eres fuerte, Ichirouta, mucho más de lo que crees, y sé que podrás con esto. Avísame cuando terminen con la sesión, ¿Sí?

- Sí... Está bien.

- Ne, Ichi.

- ¿Qué pasa?

- Te amo.

- ¿Más que al fútbol?

- Mucho más que al fútbol.

Por una vez en mucho tiempo, Endo tenía razón en todo lo que le había dicho. Él era el único adulto en ese momento quién podría socorrer al peli-rosa por si algo malo sucedía.

Tomó una bocanada de aire y suspiró, cruzando miradas con Masaki, quién se encontraba sentado a su lado en el gran sofá de la habitación.

— Bien... Supongo que ya es hora. — Movió levemente el hombro del pequeño en brazos, llamándolo por su nombre, hasta que después de unos cuentos minutos aquellos bellos ojos cyan lograron abrirse. — Buenos días Ranmaru. — No obtuvo ninguna respuesta, solo un gran bostezo por parte del adormilado, quien se acomodó un poco con el plan de seguir durmiendo. — O-Oye, no te duermas.

— Tengo una idea. — Habló Masaki, parándose del asiento. — Con su permiso. — Hizo una leve reverencia y abandonó la habitación. A los pocos minutos volvió a entrar con un vaso de agua en mano. — Antes de que me reprendan o algo, quiero que sepan que lo que estoy a punto de hacer no lo hago por gusto, Sempai tiene el sueño bastante pesado y es capaz de pasarse toda la hora durmiendo.

El menor le hizo un gesto al peli-azul para que dejara a Kirino acostado en el sofá y se apartara. Seguido de esto, se agachó para quedar a su altura, cara a cara. Con una mano tomó su mejilla para que se volteara, de manera delicada. Se acercó al oído del más alto, chocando su respiración con el lóbulo del contrario. Estaba nervioso, el latir de su corazón le delataba.

Tomó aire, era ahora o nunca.

Lentamente acarició la mejilla de su superior, vaya, se veía tan tranquilo, tan calmado... Era una lástima que tuviese que despertarle.

Una sonrisa gatuna se formó en su rostro, tratando de aguantar la risa de lo que se avecinaba.

Levantó el vaso de agua que anteriormente había traído, y en un veloz movimiento derramó todo el líquido dentro del oído del peli-rosa.

— ¿Hmm...? — Abrió los ojos de golpe, el líquido que estaba sintiendo estaba demasiado frío. Como si fuera poco, lo primero que vio al despertar fue la cara de un inocente Kariya. Llevó una mano hacia su oreja, sus cabellos también se habían mojado. La sangre le hirvió en cuestión de segundos, incorporándose. — Tienes tres segundos...

La sonrisa en el rostro del peli-aqua se esfumó al escuchar eso, echándose a correr como si de su vida dependiera, porque bueno, de eso dependía.

— ¡VEN AQUÍ GATO COBARDE!

La atmósfera dentro de la habitación se relajó, ahora el encargado del peli-rosa reía viendo la escena que se estaban montando, Kariya corriendo en círculos al rededor del sofá y Kirino persiguiéndolo con una sonrisa que, la verdad, daba miedo.

Antes de que alguno de los dos se terminara sacando un ojo, Kazemaru decidió intervenir, tomando del brazo a Ranmaru quien bufó molesto, había estado a solo centímetros de atrapar a su presa.

— Bien, ya es suficiente, compórtense.

— ¡P-Pero Kariya-

— Nada de peros, Ranmaru, recuerda que estamos en un hospital, cuando salgamos ya podrás vengarte. — Kirino solo se cruzó de brazos, haciendo un leve puchero con sus labios en señal de desapruebo.

Por fin, después de veinte minutos, el especialista pudo comenzar con la terapia.

Le pidieron a los dos acompañantes que esperaran afuera de la sala, por precaución, no quería que otro alboroto se desatara allí dentro.

Luego de casi media hora, el doctor salió del cuarto, dejando al oji-cyan dentro.

— Ya pueden pasar, es momento.

— ¿Cree que esté bien? — Preguntó el peli-azul, la ansiedad había comenzado a formar parte de él nuevamente, sin darse cuenta.

— Cada ser humano tiene distintas formas de responder ante situaciones como esta, por lo que he podido presenciar, el avance de Kirino ha sido notable, en un principio casi no hablaba conmigo, ahora en cambio, se muestra más alegre y abierto a demostrar sus emociones. — Apretó los labios. — Será un proceso duro, de ello no hay duda, por eso necesitará más que nunca la contención de todos los que le rodean, ahora, eso no significa que no le puedan dejar salir o que tengan que acompañarlo a todos lados, él también necesitará su tiempo a solas, despejarse, deben respetar también su privacidad.

Luego de esto los tres entraron, Kirino se les volteó a ver algo extrañado, no era normal que el señor de la bata les hiciera pasar al final de la sesión, comúnmente era él quien salía a reunirse con el peli-azul.

— ¿Kazemaru-san? ¿Ocurre algo? — Preguntó al ver como el oji-avellana se sentaba a su lado, Kariya también hizo lo mismo. Ambos se veían serios.

— Kirino, debemos hablarte de algo importante, pero para ello necesito que estés lo más calmado posible. — Comenzó a hablar el oji-avellana.

— Entonces no es algo bueno... — Miró a Masaki en busca de respuestas, él negó con la cabeza. — Ya veo... ¿Qué sucede?

Ichirouta agarró la mano de Ranmaru, no estaba listo para darle la noticia, sin embargo, sabía que debía hacerlo. Las palabras de su esposo se le vinieron nuevamente a la cabeza,

"No podemos hacerle vivir una mentira".

Suspiró, cerrando los ojos por unos cuantos segundos, luego los abrió, estaba dispuesto a terminar con aquella farsa.

— Ranmaru, se trata de tu madre.

— ¿La corrieron del trabajo?

— No, verás... Es algo más complicado que eso. — Desvío la mirada levemente, encontrándose con un preocupado Masaki quien observaba a Kirino nervioso, probablemente estaba siendo presa de las mismas dudas, ¿Y si no lo soportaba? ¿Y si nada salía bien? ¿Y si decidía irse y esta vez no hubiese nadie que le salvará? Sacudió la cabeza rápido, no era momento de pensar en esas cosas. — Ranmaru, tu madre falleció.

En ese preciso momento el peli-rosa pudo sentir como le tiraban un balde de agua fría por la espalda, mientras todo se derrumbaba frente a sus ojos. Tenía que ser una broma de mal gusto, las preguntas del "¿Cómo, cuándo y dónde?" Inundaban su cabeza.

— ¿Fue un accidente de trabajo?... — Dijo apenas, su garganta había comenzado a cerrarse mientras un montón de lágrimas amenazaban con salir de sus ojos.

— No... La verdad es que la encontraron en su casa el día que despertaste... — Los orbes cyan de menor no mostraban nada más que asombro, en un notable estado de shock. Kazemaru atrajo al menor hacia su cuerpo para abrazarlo, sintiendo cómo éste comenzaba a temblar levemente. — Lo siento mucho Ranmaru...

— ¿Cómo fue que... — No conseguía terminar las frases, su mente aún se encontraba procesando aquella información.

Ichirouta miró hacia la silla donde se encontraba el doctor, buscando algún signo de aprobación, necesitaba saber si debía continuar o no con el relato. El psicólogo asintió.

— Tu madre... Fue un suicidio... Dejó una carta escrita antes de... Bueno... Antes de hacer lo que hizo...

— ¿Dónde está la carta?...

— Mis padres la tienen, les pedí que la guardaran en nuestro hogar por si en algún descuido la llegabas a encontrar, la idea no era que te enteraras por tu propia cuenta. — Intervino Masaki, al oír esto, Kirino se apartó de los brazos del oji-avellana, viendo incrédulo al enano que acaba de hablar.

— ¿Osea que tú también lo sabías? — Masaki desvío la mirada, asintiendo. — ¿Por cuánto tiempo estuvieron mintiéndome? ¡¿Por cuánto tiempo?! ¡Maldita sea! — Agarró sus cabellos con fuerza. — ¡¿Pero qué tienen en la cabeza?!

— Ranmaru, era lo mejor par-

— ¡¿Lo mejor?! ¿Es en serio, Kazemaru-san? ¡¿Lo mejor para quién?! ¡Mi madre lleva muerta durante meses, y yo creyendo que solo se encontraba trabajando! ¡ME ESTUVIERON MINTIENDO EN LA CARA TODO ESTE TIEMPO!

— Kirino-sempai, no es lo que crees.

— ¡¿Entonces qué es?! ¡Anda, explícamelo Kariya! ¡Dime que no es cierto que me mintieron diciendo que mamá había conseguido un empleo fuera de la ciudad y que por eso no podía venir a verme! ¡Dime que no es cierto que el único familiar que tenía ya no está conmigo! — Su voz comenzó a quebrarse, abrazándose a sí mismo mientras caía de rodillas al piso. — D-Dime que todo esto no es más que una larga pesadilla... Dime por favor que ella no pudo haberme abandonado... Ella no... — Las lágrimas bajaban con fuerza, sintiendo como todas las fuerzas se le iban. — Dime por favor que nada de esto está pasando... — Susurró.

— Kirino-sempai...

Ver a su superior de aquella forma, fan frágil, tan débil, era algo que le rompía el corazón. Hace menos de cinco minutos el peli-rosa había estado gritándole a todo el mundo, pidiendo explicaciones que nadie sabía cómo entregar, y ahora, su ánimo había decaído al igual que un viejo avión estrellándose.

En un movimiento inconsciente se aproximó hacia el oji-cyan, abrazándolo sin ejercer mucha presión por miedo a que le apartarán, sin embargo, lo que ocurrió fue todo lo contrario, Ranmaru se le abalanzó escondiendo el rostro en su pecho, agarrándolo con todas las fuerzas que le quedaban, soltando toda la rabia, impotencia y pena que sentía.

Al poco tiempo Kazemaru también se les unió, pasando su mano por la espalda de quien ahora era su hijo, escuchándole sollozar y respirar con dificultad, sabía que aquello pasaría, y que debía dejarlo desahogarse por todo lo que fuera necesario.

Al cabo de un rato el menor cayó rendido sobre el cuerpo de Masaki, tantas emociones y llanto le habían dejado completamente exausto, hundiéndose en un profundo sueño.

— Sempai se durmió otra vez... — Soltó Kariya sin darse cuenta, sintiendo como sus mejillas se volvían rojas al instante.

El mayor rió por lo bajo, se veía que Hiroto y Midorikawa estaban haciendo un muy buen trabajo criando al menor. Se despidió del especialista y tomó a Kirino en brazos con cuidado para no despertarle, saliendo de la habitación seguido por un avergonzado Masaki.

— Kariya, muchas gracias por acompañarnos hoy. — Sonrió. — Esto hubiese sido mucho más difícil si tú no hubieras estado, sé que él también te lo agradece mucho, haz sido de gran apoyo para Ranmaru.

— N-No es nada. — Dijo rascando su nuca, el mayor volvió a sonreír.

— Si tú lo dices... Dudo que Ranmaru vaya a despertar pronto, ¿Quieres acompañarnos a casa?

— No creo que pueda. — Bajó la mirada. — Papá es algo estricto con los horarios y solo me dieron permiso de faltar a clase mientras estuviéramos en el hospital, pero puedo pasar a verles después de clase, ¡Digo! Sí es que no le molesta.

— Claro que no me molesta, con todo esto que hemos convivido ya es como si fueses parte de la familia. — Revolvió los cabellos del menor con su mano libre, por suerte, Kirino era bastante delgado así que podía sostenerle solo con un brazo. — Te veo en casa a la tarde entonces, mucha suerte en el instituto.

Ambos se despidieron luego de eso, tomando caminos contrarios, el hospital de Inazuma era un lugar bastante céntrico, así que quedaba cerca del Raimon y de la casa del peli-azul.

Una vez Kazemaru llegó a su hogar, se quitó los zapatos y acostó con cuidado al menor en su cuarto, estaba tan cansado que ni siquiera se movió de la posición en que le habían dejado, sus ojos ya se veían hinchados, lo más probable es que cuando despertase un fuerte dolor de cabeza le comenzara a acechar, así que ante cualquier situación, Ichirouta procuró dejar la habitación lo más oscura posible, cerrando las cortinas para que ningún rayo de sol se atravesara.

Luego de esto abandonó el cuarto, dejando la puerta entreabierta, solo por si acaso. Se dirigió a la cocina para preparar el almuerzo, aliviado, al final las cosas no habían salido tan mal.

Estoy caminando a través de una gran y fría calle, mi cuerpo se siente liviano, no sé el lugar exacto en el que me encuentro, pero por alguna razón, se me hace familiar.

Una fuerte neblina me ciega, no logro ver el camino con claridad, aún así continúo caminando, sin ningún rumbo fijo, simplemente hacia adelante.

Paso por al lado de lo que parece ser una vieja cancha de fútbol, aunque no estoy seguro, como dije antes, no consigo ver las cosas con claridad, la blanca neblina no me deja ver.

Ranmaru...

Oigo mi nombre, pero no sé de dónde proviene, volteo mirando hacia todos lados, en busca de la voz.

Ranmaru...

Como por arte de magia, un camino se abre ante mis ojos, en el fondo logro distinguir una extraña luz, algo dentro de mí quiere seguirla, me llama, me atrae.

Mis pies se mueven por sí solos, voy en su dirección.

Ranmaru.

La voz se hace cada vez más fuerte y clara, me estoy acercando al final, puedo sentirlo, quiero saber quién me está llamando.

Mis pies se detienen al final del camino, una especie de umbral me impide seguir, mi cuerpo comienza pesar y ya no puedo seguir caminando.

— Ven Ranmaru.

Miro através del umbral, hay una imagen de fondo, borrosa, distorsionada.

Acerco mi mano, mas cuando lo hago, un inmenso dolor invade todo mi cuerpo.

— ¡Eso es Ranmaru, vamos, puedes hacerlo!

Sonará extraño, pero su voz me alienta a seguir.

Me levanto a duras penas, mis piernas pesan como si estuviesen atadas a bloques de concreto.

Toco aquella barrera nuevamente, el dolor es insoportable, quiero gritar, mas nada sale de mi boca.

— ¡Eso, ya falta muy poco!

Siento mi cuerpo desfallecer, y con la última de mis fuerzas me dejo caer, atravesando el umbral.

No puede ser...

Mis ojos se llenan de lágrimas en cuestión de segundos.

Ante mí se encuentra mamá, reconozco el lugar, es el patio de nuestra casa, solo que está algo cambiado, le faltan cosas.

Corro a abrazar a mamá, mas cuando lo hago, me doy cuenta de que hay algo distinto en ella también, se ve más joven, está agachada en el pasto y mira hacia el frente.

— ¡Vamos Ranmaru, tú puedes!

Volteo a mirar hacia donde ella lo hace, ahí me encuentro a un pequeño de cabello corto y color rosa, no debe tener más de un año de nacido, está caminando en dirección hacia mamá.

Me acerco al niño, lleva puesto un pantalón color verde oscuro y una camisa blanca.

Esos ojos cyan no los tiene cualquiera.

Soy yo.

Es un recuerdo...

— ¡Muy bien hijo, lo lograste! — Grita entusiasmada mamá, abrazando al pequeño que acaba de llegar a sus brazos...

Es un recuerdo de cuando me enseñó a caminar...

Se ve tan feliz...

Mamá... Necesito que me abraces así como ahora abrazas a mi yo de niño... Necesito sentir tus brazos rodeándome una vez más mientras me consuelas después de llegar a casa con un raspón en la rodilla... Necesito tenerte aquí conmigo...

En un pestañeo todo comienza a desvanecerse.

No, no quiero eso, no quiero que te vayas, por favor, ¡No te vayas ahora!

Corro en su dirección, pero cuando estoy apunto de tocarle desaparece por completo.

Golpeo el piso con fuerza mientras cierro los ojos, saladas lágrimas caen hasta chocar contra el césped.

— ¡Mamá, mamá! ¡Mira lo que puedo hacer!

Abro los ojos y me volteo, el niño ha crecido un poco, un poco bastante la verdad.

Sonrío inconscientemente, ya sé de qué se trata esto.

— ¡The wall!

Ocurre tal cual lo recordaba. Desde muy pequeño supe que quería ser defensa, y en ese tiempo se me hacía muy increíble cómo Kabeyama-san lograba hacer algo tan grande.

Claro que yo no logré concretar la técnica, solo solté un grito y ya, pero mamá me aplaudió y felicitó como si de verdad la hubiese hecho.

Todo vuelve a desvanecerse nuevamente, esta vez no hago el intento de alcanzarlos.

El escenario cambia, bajo mis pies ya no está el césped, en su lugar aparece un piso de cerámica, estamos en la sala de estar de la casa.

— Mamá, ya regresé...

— ¡Ranmaru! ¿Qué te pasó en la cara? Tienes la mejilla herida.

N-No fue nada, me tropecé en el camino y caí, no conseguía ver bien con todo el pelo en la cara, este... ¿Crees que puedas atarlo?

— Claro hijo, me lo hubieras dicho antes, anda, siéntate en el sofá, voy a buscar unas ligas.

Vaya... Creo que esa fue la primera vez que le mentí...

Mamá, ese raspón no fue por haberme tropezado... Ese día unos niños de la clase me empujaron por llevar el cabello suelto y pensar que era una niña... Desde ese día comenzaste a hacerme las coletas...

Desvío la mirada, no quiero seguir recordándolo...

— ¡Mamá, hoy hice un nuevo amigo!

— ¡Me alegro mucho, Ranmaru! ¿Cómo se llama?

— Su nombre es Takuto Shindou, ¿Puede venir a casa a jugar mañana?

— Claro, pero tienes que ordenar tu cuarto primero, no querrás que vea todo el desorden que te traes.

— Moo, está bien...

Me limito a observar todo de lejos. Vaya, estaba tan emocionado en ese entonces...

Como ha estado ocurriendo las últimas veces, los cuerpos de mi madre y el mío desaparecen por unos instantes, el entorno también lo hace, ahora estoy en la habitación de mamá.

Creo saber qué es lo que se avecina.

H-Hola mamá, ya regresé.

— Bienvenido Ranmaru, ¿Qué tal te la pasaste con Shindou?

— Bien, lo siento por no haber avisado antes que me quedaría con él, pero no me di cuenta cuando se hizo de noche... Esto... N-Necesito contarte algo.

— ¿Qué ocurre hijo?

M-mamá... Ayer... T-Takuto me pidió ser su novio.

— ¿Y sí aceptaste?

— ¿Eh? ¿C-Cómo sabes que yo...?

Ranmaru, soy tu madre, lo sé desde que te comenzaste a juntar con él, tus ojos se iluminan cuando ambos se reúnen y siempre que está por venir a buscarte para salir no puedes quedarte quieto de los puros nervios.

— ¿N-No estás enojada?

— ¿Por qué tendría que estarlo? Hijo, lo que tú decidas, el camino que tú tomes, yo siempre voy a apoyarte, me hace muy feliz saber que encontraste a una persona tan maravillosa como él, en serio, quiero que sepas que los quiero mucho a ambos y los apoyo, cuenten conmigo para lo que sea... Te amo mucho Ranmaru, eres mi más preciado tesoro, nunca lo olvides.

Después de eso los dos lloramos abrazados...

Mamá... Nunca te lo dije en el momento, pero no sabes el peso que me sacaste de encima con esas palabras...

La imagen de mi cuerpo desaparece, solo queda mamá en su cuarto, está acostada y con ojeras... Está cansada...

Su celular comienza a sonar, y rápidamente lo toma con las manos algo temblorosas.

— ¿Hola? ¿Ranmaru-kun? ¿Dónde están? Ya es muy noche... Oh, ya veo, se quedarán en su casa, está bien, pero procuren avisarme antes para la próxima, ¿Está bien? Cuídense mucho.

Mamá... Esto no lo sabes, pero esa noche no volví porque mi mejilla estaba hinchada, Shindou me había golpeado, y tenía miedo de que si llegaba a casa así te preocuparas por mí... Tú ya tenías suficientes problemas porque no conseguías ningún trabajo fijo... No quería preocuparte más de la cuenta... Lo siento... De verdad... Lo siento tanto...

Mierda... Te mentí tantas veces, te oculté tantas cosas... De verdad solo espero que algún día puedas perdonarme, no sabes lo mucho que me arrepiento de todas las veces que discutimos por mi culpa, tú solo querías ayudar y yo te apartaba enojado.

— Ranmaru, ¿Qué es esa herida en la pierna?

— No es nada mamá, solo me caí durante el entrenamiento, una barrida demasiado fuerte.

— Hijo, llevas jugando al fútbol hace años, ese raspón no es de una barrida, recuerda que llevo limpiando tus heridas desde que eras un niño.

— Mamá, basta, te digo que fue por el entrenamiento, ahora si me disculpas, mañana tengo un examen importante y necesito estudiar, ¿Puedes retirarte?

— P-Pero Ranmaru-

— ¡Que me dejes solo, joder!

Fui un pésimo hijo... No te culpo por querer abandonarme... Yo quise hacerlo en un primer lugar, solo que no me funcionó y seguí aquí, a diferencia de ti...

Necesito encontrarte, necesito decirte todas las cosas por las cuales me arrepiento, todas las veces que actué mal, necesito estar contigo otra vez, por favor, solo... Baja del cielo un rato, ¿Quieres? Solo cinco minutos, es todo lo que te pido, cinco minutos para abrazarte con todas mis fuerzas, para pedirte perdón, quiero volver a reír contigo, quiero volver a compartir cómo lo hacíamos cuando yo era solo un niño...

Mamá... Te necesito.

Kirino-sempai.

La voz de Kariya llega a mis oídos, ¿Qué hace él dentro de mi sueño?

Me acerco a mamá, no quiero que esto acabe, quiero quedarme con ella, quiero abrazarla, mas no logro alcanzarle, a cada paso que doy ella se aleja.

Mamá.

¡Mamá, no te vayas!

¡Por favor, no me hagas esto ahora!

¡Kirino-sempai! — Mis ojos se abren de par en par, estoy desorientado, por mis mejillas caen un montón de lágrimas que no puedo controlar, Masaki acaba de despertarme, yo le miro confundido. — ¿Te encuentras bien? Estabas gritando.

Me incorporo a duras penas, vaya, estoy en mi habitación, bueno, en la que habilitaron para mí.

— ¿Dónde está Kazemaru-san? — Pregunté, si lo que Kariya acaba de decirme es cierto, lo más normal hubiese sido que él viniera a despertarme.

— Tuvo que salir por un momento, dijo que ya volvía. — Pasó su mano por mi frente. — Joder Sempai, estás ardiendo en fiebre, quédate aquí, te traeré un vaso con agua, debes hidratarte.

Masaki tiene razón, creo que tengo algo de temperatura, aunque a decir verdad, ni cuenta me había dado. Mis ojos pesan y duelen un poco, eso sí que puedo sentirlo.

Escucho la puerta de entrada abrirse, es Kazemaru-san, está hablando con Kariya en la cocina, creo que ya le contó que me encuentro algo mal.

— Ranmaru-kun, ¿Cómo estás? Kariya dijo que tenías algo de fiebre. — Sí, ya le contaron. — Toma, es una aspirina, si quieres puedes seguir durmiendo, debes estar exausto.

— No, estoy bien, no te preocupes. — Tragué la pastilla con un poco de agua. — En un momento los alcanzo, deja me lavo la cara y ya está.

Dicho y hecho así fue, me levanté algo mareado, para cuando salí del baño estaban Kariya y Kazemaru-san sentados en la sala de estar, Kariya estaba con una rebanada de pastel en las manos, wow, sus ojos brillan con solo tener aquel postre en frente suya.

Estuvimos charlando por un rato, tengo que decir que ya estoy un poco más calmado, creo que también es producto del cansancio.

La verdad es que tengo muchas dudas al respecto de lo de mi madre, quiero saber porqué, cuándo, cómo fue, hay tantas dudas que me invaden ahora, pero que al mismo tiempo tengo miedo de hacer.

¿Y si lo hizo por mi culpa? ¿Y si fui yo quien la obligó a hacerlo? No quiero pensar que fue así, pero existe la posiblidad, y eso me aterra.

Oigo el timbre de la puerta sonar, Kazemaru-san se levanta a abrir, estoy de espaldas así que no consigo ver de quién se trata.

— ¿Viste un fantasma o qué? — Le pregunté a Kariya, está en frente de mí, su cara palideció al instante que la puerta se abrió, incluso dejó caer el tenedor con el cual estaba comiéndose el pastel.

— Jovencito, espero que tengas una muy buena explicación para esto. — Oh, vale, ya entendí, reconozco esa voz, es la mamá de Kariya. — ¿Acaso no pensabas avisar que vendrías a la casa de Kirino? ¡Casi me da un infarto cuando no llegaste! ¡¿Para qué tienes el celular si no lo contestas?!

¿A qué se refiere con "casa de Kirino"? Esta es la casa del entrenador y su pareja.

— M-Má, cálmate un poco, no escuché cuando me llamaste.

— ¡Te llamé más de 20 veces Masaki! ¡Por poco llamo a tu padre para que me ayudara a buscarte! — Se aproximó a nosotros, Kariya desvío la mirada. — Por favor no vuelvas a hacerlo, me preocupaste mucho... — Midorikawa-san le abrazó, Masaki asintió levemente.

— Lo siento...

— Está bien, solo trata de ser más cuidadoso para la próxima. — Sacudió sus cabellos. — Sabes que no soportaría perderte, y tu padre no me soportaría a mí sí eso sucede.

Sonreí de forma nostálgica, pasando mi mano por mí brazo izquierdo. La familia de Kariya es muy linda, a pesar de no tener ningún vínculo sanguíneo se ve que son muy unidos.

Sonará patético, pero me genera cierta envidia... Se supone que yo ahora iré a parar a uno de esos centros de adopción, aunque sinceramente, no me interesa en lo más mínimo ser adoptado por nadie, aún no es el momento... Mi mente aún se niega a procesar todo lo que ha estado pasando.

La tarde pasó rápido, Midorikawa-san decidió acompañarnos y al poco tiempo llegó el entrenador a casa, tengo que decir que la cara de Kazemaru-san se iluminó al momento de verle entrar.

Cenamos arroz con curry, estaba bastante bueno, aunque comí casi a la fuerza ya que no tenía mucha hambre, aún así sabía que debía alimentarme así que no tuve mucha más opción.

Al poco rato después de eso el timbre volvió a sonar, dejando ver a un cansado pelirrojo. Esta vez fue la madre de Kariya quien se emocionó al verle llegar, tanto que saltó encima de él, pude ver el rostro de Masaki teñirse de rojo por la vergüenza.

— Ranmaru-kun, ¿Pueden dejarnos solos un momento por favor? Necesito hablar algo con los padres de Masaki-kun. — Se me hizo un poco extraña la petición de Kazemaru-san, sin embargo acepté sin problema. — ¡No cierren la puerta!

Estuvimos en mi cuarto por menos de diez minutos, diez minutos de absoluto silencio donde ninguno de los dos era capaz de pronunciar palabra, fue bastante incómodo.

Al rato volvieron a llamarnos.

— Masaki-kun, debemos irnos, ya es tarde, toma tus cosas por favor.

Miré la hora en el reloj por inercia, iban a ser las 21:00.

Me despedí de todos, planeaba irme a mi habitación, sin embargo alguien me jaló del brazo cuando estaba a punto de hacerlo.

— Kirino, ¿Quieres entrenar conmigo un poco? Se viene un partido importante y hoy no pudiste estar en la práctica.

— Mamoru, ya es muy noche, no quiero que ninguno de los dos pesque un resfrío por estar jugando a estas horas.

— Estaremos bien Ichi. — Dijo el entrenador, dándole un beso en la mejilla. — Además, Kirino estará a mi cargo, no hay tienes de qué preocuparte.

— Mamoru, es justo por eso que me preocupo. — Se llevó una mano a su frente, acariciándola. Luego de acercó a mí. — No estén hasta tan tarde, y cualquier cosa, de verdad, CUALQUIERA, mándame un mensaje, estaré ahí lo antes posible.

No entendí, ¿Me acaba de encargar al entrenador?

Bueno al caso, nos dirigimos hacia una cancha que había cerca, el entrenamiento no duró mucho, a decir verdad, solo estábamos pateando el balón de vez en cuando.

— Kirino, sé que tú y yo nunca hemos llegado a hablar demasiado, pero tienes que saber que para cualquier cosa puedes contar conmigo.

— Endo-san... — Dudé un poco en si preguntar o no, sin embargo, decidí hacerlo de todas formas. — ¿Usted sabe algo acerca de qué pasó con mi madre?

— Sí... — Bajó un poco la mirada. — ¿Crees estar listo para ello?

No.

— Sí.

— Bien... — Tomó el balón que anteriormente estábamos pateando y se dirigió hacia una banca, yo le seguí. — ¿Qué quieres saber?

— Cómo fue, cuándo la encontraron, qué dice la carta, necesito saber todo lo que sepa. — Suspiró.

— Bueno, según lo que los forenses nos dijeron, este... — Me miró con inseguridad, yo asentí. — Fue una herida de bala, un disparo en el lado derecho, muriendo al instante... La encontraron en tu hogar, el día que despertaste. Una de las asistentes del hospital, Fuyuka, ¿La recuerdas? — Volví asentir. — Ella se había comunicado con unas personas para que la fueran a ver, ya que no pudieron comunicarse con tu madre por teléfono y creo que no había gran registro de ella en el hospital, y para que pudieran darte el alta necesitaban que alguien que estuviera a cargo tuyo te fuera a buscar... En cuanto a la carta... — Hizo una mueca, que no supe expresar si era de nerviosismo o desagrado. — Dios, si hago esto Ichirouta me va a matar... — Negó con la cabeza. — Creo que es mejor que tú mismo la leas.

Endo-san sacó de su bolsillo del pantalón su cartera, buscando algo dentro. Yo me limité a solo observarle, sin decir nada. Después de unos segundos sacó un papel doblado en cuatro y me lo extendió. Quedé paralizado unos momentos, sin entender lo que estaba pasando, según se suponía eran los padres de Kariya quienes tenían la carta, no él.

— Antes de que preguntes, le pedí a Hiroto que me la pasara esta tarde, cuando Kazemaru te pidió ir a tu cuarto con Kariya.

— Ya veo... — Tomé aquella hoja, está algo arrugada, supongo que se debe a que ya es un poco antigua. — Endo-san...

— Dime.

— ¿Cree que pueda?... — Titubié — ¿Cree que pueda dejarme solo un rato? Quiero leer esto, pero, este...

— Necesitas privacidad. — Sonrió, internamente me alegré, no sabía cómo decirlo. — Está bien, solo no regreses tan tarde a casa, ¿Sí? No quiero que Ichi entre en un ataque de nervios ni nada parecido. — Rió. — Trata de no alejarte demasiado, y si necesitas que venga a buscarte puedes llamarme.

— Gracias...

Luego de eso me quedé solo, solo con la última cosa que dejó mi madre antes de morir... Aunque tengo que ser sincero, hay algo que aún no logro entender, mamá nunca fue fan de las armas, de hecho cuando yo era pequeño siempre me habló de que eran peligrosas... No puedo imaginármela apuntando...

Desdoblo el pedazo de papel con algo de miedo, aún sentado en la banca.

Comienzo a leer, sí, es su letra...

"Pido perdón por este acto, no puedo soportarlo más.

En estos momentos no sé cómo o qué estoy diciendo, simplemente dejo estas palabras escritas para evitar malentendidos cuando me encuentren.

Necesito volver a encontrarme con mi hijo, necesito volver a verlo, y de esta forma es la única en la que podré reunirme con él.

Ranmaru, hijo, mamá ya está por llegar."

¿C-Cómo que necesitaba reencontrarse conmigo? ¿Cómo que era la única forma?

¿Mamá creía que estaba muerto?

Yo... ¿Yo la maté?

Fue mi culpa, maldición, si no hubiese caído en coma esto no estaría pasando, si no hubiese hecho lo que hice ella estaría viva, conmigo.

Mierda.

Soy un asesino.

No... No me encuentro bien en estos momentos...

Mi respiración está algo agitada, tengo que volver a casa del entrenador, tengo que intentar calmarme... No quiero preocuparlos, no quiero llamarles pidiendo ayuda, no quiero...

Mierda, mi mente es un completo caos.

Voy caminando por la acera del lugar, mi mente está fija en el piso, trato de no pisar las líneas para concentrarme en cualquier otra cosa.

Uno, dos, tres...

Asesino.

Uno, dos, tres...

Asesino.

No... ¡No lo soy, maldición! ¡Yo no quería matarla! ¡Si hubiera sabido que todo esto ocurriría no lo hubiese hecho!

Ya es tarde para arrepentimientos.

— Ichi, ya volví. — Avisó cerrando la puerta tras de sí, yendo a buscar a su esposo que se encontraba en la cocina. — ¿Me extrañaste?

— Claro que lo hice. — Se dio la vuelta para abrazarlo. — ¿Y Ranmaru?

— E-Esto... — Acarició su nuca, nervioso. — Estuvimos charlando un rato, sobre lo que pasó con su madre, y b-bueno... Me pidió si lo podía dejar solo un rato, le dije que no volviera tan tarde a casa. — Kazemaru se separó de golpe.

— Mamoru... ¡¿Dejaste a Kirino solo?! ¡¿No ves que le puede pasar algo?! ¿Un accidente? ¿Y si lo atropellan regresando a casa? ¿Y si no regresa? — El peli-azul había comenzado a agitarse, estaba apunto de jalarse los cabellos. — ¿Y si no conoce el camino? ¿O se pierde? ¡Mamoru, por Dios!

Antes de que a su pareja le diera un ataque nervioso (si es que no estaba sufriendo uno ya), Endo le tomó ambos brazos, en un fuerte agarre.

— Ichirouta, cálmate, no va a pasar nada malo. — Los dos adultos se miraron, el menor tenía lágrimas en los ojos. — Estará bien, ¿Sí? Además, el doctor dijo que debíamos darle su tiempo y espacio, ¿No lo recuerdas? — El oji-almendra bajó la vista, asintiendo. — Anda, sabes que no me gusta verte triste. — Pasó sus dedos pulgares por las mejillas del contrario, limpiando los rastros de las saladas gotas. — ¿Vamos a ver una película? Así el tiempo se pasará más rápido.

Así fue, los dos estuvieron de acuerdo en esperar al pequeño peli-rosa en la sala, Kazemaru porque así lo escucharía al instante que tocaran la puerta y Endo para complacer a su esposo.

Los minutos fueron pasando, primero diez, veinte, treinta... Una hora, dos, y Kirino seguía sin llegar a casa.

La ansiedad en el ex-defensa comenzó a crecer, miraba cada cinco minutos el reloj, tratando de permanecer calmado cuando la verdad es que estaba de todo, menos eso.

— Voy a llamarlo, ya es demasiado tarde para que esté en las calles. — Dijo apoyado en el hombro de Endo, sacando su celular y marcando a una velocidad sobrehumana. Espero unos segundos, mas no hubo respuesta. — No contesta...

— Deja intentarlo yo, le mandaré un mensaje. — Repitió la acción del de piel clara. — No le llegan... Tal vez se quedó sin cobertura.

— Mamoru, estamos en plena ciudad, es casi imposible que eso suceda. — Se levantó del sofá. — ¿Y si le pasó algo? Ya sé que tenemos que darle su espacio, ¡Pero joder, son casi las doce de la noche!

El castaño asintió, su prometido tenía razón, ya había tardado demasiado. Se levantó en dirección a la mesa donde antes había dejado las llaves de la casa.

— Ve por tu abrigo, yo echaré a andar el auto.

En menos de lo que ambos esperaban ya se encontraban viajando por las calles de Inazuma, buscando por todos lados al pequeño, sin ningún resultado.

— Mierda... Mamoru, ¿Qué hacemos?

— Primero, tratar de calmarnos, no conseguiremos nada si nos desesperamos antes de tiempo. — Tomó aire, aprovechando la luz roja para pensar. — ¿Qué tal si llamas a Kariya? Tal vez fue a su casa y olvidó decirnos o se quedó dormido.

— Está bien. — Sacó el móvil del bolsillo, colocándoselo cerca de la oreja. — Hola, Masaki-kun, ¿Kirino está contigo?... N-No, debía volver hace dos horas y nada que aparece, no responde a su celular ni a los mensajes, llevamos buscándolo con Mamoru desde entonces... Vale, nos vemos en tu casa, será más fácil. — Colgó.

— ¿Qué te dijo?

— No está con él, ahora presiona el acelerador hasta la casa de Hiroto si no quieres dormir en el sofá esta noche.

-----------------------------------------

Las calles estaban desérticas, el frío de la ciudad era capaz de calar en sus huesos.

En lo oscuro de la noche, se encontraba un perdido peli-rosa, corriendo deprisa, agitado, con la garganta seca y los labios agrietados.

Parecía estar escapando de algo, ¿Pero de qué? Nada ni nadie le perseguía.

Entró en un viejo terreno, presa de sus propios pensamientos que no hacían más que gritarle.

A lo lejos, comenzó a ver una luz blanca, y atraída por ésta comenzó a caminar en su dirección.

Cuando estuvo a punto de llegar, su cuerpo no resistió más, desmayándose en el lugar.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top