Capítulo 4
Después de tanto tiempo pude volver a ver esos ojos que tanto se asemejan al cielo.
Qué va, los tuyos son mucho más bonitos que eso.
Fuyuka-san llegó corriendo a tu habitación luego de que la llamara en un grito casi desesperado, yo no sabía cómo reaccionar, lo que estuve esperando por meses por fin se hacía realidad.
Sin embargo, había algo extraño en ti, algo que faltaba, ese brillo particular que siempre reflejaban tus bellos orbes había desaparecido, ahora estaban opacos, sin vida, como si solo se tratase de nubes negras en una fría tormenta.
Estuvieron haciéndote exámenes médicos por alrededor de una hora, una hora que pareció el infierno mismo para mí.
Tomé el celular mientras esperaba afuera de tu habitación, mis manos sudaban y mi pulso estaba notablemente acelerado.
¿Y si encontraban algún problema? ¿Y si tu cuerpo no reaccionaba como debía? Me estaba volviendo loco con mis propios pensamientos.
Por primera vez en mucho tiempo, me resigné a pedir ayuda. Necesitaba a mi madre por si algo malo sucedía.
- ¿Masaki-kun, está todo bien?
- Yo... Esto... Te necesito aquí, Kirino-sempai acaba de despertar, ahora lo están revisando... ¿Crees que puedas venir y acompañarme?
No escuché ninguna respuesta de parte de Midorikawa-san, solo un grito a lo lejos que decía algo como "vístete, el niño nos necesita".
Mi mente instantáneamente pensó tantas cosas impuras...
Colgué.
Creo que pasaron cerca de siete minutos cuando oí a un exaltado extraterrestre buscando a su hijo perdido.
No hace falta decir de quién se trataba.
- ¿Masaki, estás bien? ¿Te duele algo? ¿Tienes fiebre? ¡Hiroto, llama a una enfermera ahora si no quieres quedar en abstinencia!
- Mamá, estoy bien, te dije por teléfono que solo necesitaba que me hicieras compañía, joder, después se preguntan porqué no los llamo.
- Masaki, ese vocabulario. - Dijo papá arreglándose las gafas.
- ¡No es mi culpa! ¿Qué quieres que aprenda si escucho al tío Nagumo putear a quien se le pase por enfrente casi todo el día? - ¿Excusa barata? Pues sí, claro que lo era.
- Oye, mocoso, a mí no me metas en tus mierdas de asuntos, yo en ningún momento te he puesto una pistola en la cabeza para que aprendas ese puto vocabulario. - Oh, vaya, el pelo de tulipán también había venido.
- ¡Decidido! ¡No vuelven a entrar en la casa si el niño está cerca! - Gritó mamá, vaya que le gusta hacer escándalo.
Segundos después salió Fuyuka-san de tu habitación, no sé si fue coincidencia o si salió por todo el griterío que tenían los "adultos" afuera.
- ¿Cómo se encuentra? - Pregunté apartándome del grupo de los mayores.
- Respondió bien a las pruebas de motricidad, aunque sigue algo desorientado. Puedes pasar a verlo si quieres, solo trata de no abrumarlo mucho, puede que demore un poco más de lo normal en contestar si le haces alguna pregunta. - Concluyó otorgándome una cálida sonrisa para luego retirarse.
Suspiré. Había llegado el momento.
Entré.
- Hola, Kirino-sempai. - Me senté a un lado tuyo, en el pequeño banco que tanto tiempo estuvo acompañándome.
Esperé por alguna respuesta.
Esperé.
Y seguí esperando.
- ¿Sempai? - Dije tocando suavemente tu hombro para llamar tu atención. Te sobresaltaste y me miraste confundido.
- Kariya...
- El mismo, vaya que te gusta dormir, sempai. - Bromeé, mas tu expresión no cambió. Al contrario, volviste a mirar hacia abajo. - ¿Sabes cuánto tiempo estuviste inconsciente? - Negaste con la cabeza. - Cerca de cinco meses, tienes el sueño bastante pesado.
- Cinco meses... - Te oí decir en un susurro. Era extraño, como si estuvieses despierto, pero al mismo tiempo no estuvieras con nosotros. - ¿Qué me faltó?...
- No entiendo, ¿A qué te refieres?
- ¿Qué me faltó para morir?... - Fruncí el ceño al escuchar esas palabras. - ¿Por qué simplemente no me desconectaron?...
- ¿Qué pregunta es esa, Sempai? No lo hicieron porque eres especial, eres importante, y tienes muchas personas que te quieren y se preocuparon por ti.
- Eso no es cierto... No tengo a nadie... Takuto se fue... M-Me quedé solo otra vez... - Cerraste tus ojos, mientras unas débiles gotas caían por tus mejillas hasta chocar con las sábanas de la cama. - Y-Yo... Yo no merezco estar aquí...
Tu voz cada vez se volvía más apagada, sentí una pena enorme invadiéndome el cuerpo, no quería verte así, no quería ver ese hermoso cielo azul llorar.
Vi como dirigías la mirada hacia tu muñeca derecha, era la que estaba conectada a esos líquidos raros que vienen en bolsas y que siempre le conectan a los pacientes.
Frunciste el ceño, enojado, con los ojos fijos en la intravenosa.
¿No estarás pensando en lo que creo que estás pensando, verdad Sempai?
Tomaste tu muñeca con rabia.
Mierda, sí lo estabas pensando.
Rápidamente me avalancé sobre ti, no soy médico, pero sabía que si te arrancabas la aguja así podrías provocarte un daño grave.
Tú también lo sabías, por eso lo hiciste.
De alguna forma logré inmovilizarte, en un abrazo apretado, podía sentir como golpeabas mi espalda para que te soltara, querías liberarte a toda costa, mas tu cuerpo estaba débil y tus puños casi no dolían.
Tu fuerza desapareció, y sin saber en qué momento, comenzaste a llorar hundiendo tu rostro en mi hombro.
Ya no querías luchar.
Fui pasando una de mis manos por encima de tus cabellos rosados, no para que dejaras de llorar, al contrario, quería que te sintieras protegido a mi lado, quería que sacaras todo aquello que llevabas guardado y que te había inundado hasta el punto de querer irte de este mundo.
Nunca se me ha dado bien controlar este tipo de situaciones, no suelo ser alguien que demuestre sus emociones con cualquier persona, sin embargo, contigo fue diferente, siempre lo fue. Tú te diste cuenta de que había algo distinto en mí, apenas ingresé al Raimon y sospechabas de que fuera un SEED.
Desarrollamos una relación de amor-odio, disfrutaba sacarte de quicio y tú también a mí, hasta que al final y sin saber cómo terminé queriendo algo más contigo, ¡Sí, lo admito, Sempai, me gustas, me gustas y quiero protegerte con todo lo que pueda!
"Del odio al amor hay un solo paso".
¿Se me están pegando los refranes de mamá? Pues sí.
Aún recuerdo cuando escuché a Tenma decir que eras pareja de Shindou, me sentí como un idiota, no quería que fuese él quién estuviera contigo, ¡Quería ser yo, maldita sea! Aún así, tú te veías feliz, tus ojos reflejaban felicidad cuando estabas cerca de él, brillabas de forma diferente, o al menos... Así fue durante los primeros meses, después poco a poco te fuiste apartando, ya no me hacías caso cuando te tiraba alguna broma pesada o molestaba, y yo simplemente pensé que ya te habías aburrido de mí, me limité a observarte de lejos.
Cada vez más heridas en tu piel iban apareciendo, tenías morados en tus piernas, dudo que lo recuerdes, pero hubo una vez en la que caíste a causa de una barrida que te hice durante el entrenamiento, no había sido demasiado fuerte, de hecho apenas te había tocado, sin embargo eso te dolió más de la cuenta. Te dijeron que abandonaras la cancha para descansar, pero tú seguiste, te negaste, no querías irte a la banca, yo no entendí porqué te había afectado tanto, se notaba que dolía, ¿Pero por qué?
Luego fuimos a las duchas a cambiarnos el uniforme, yo me fui junto con Hikaru porque nuestras casas quedaban por el mismo camino, hasta que me di cuenta de que me había dejado la mochila en la sala del club, estúpido, lo sé.
Ahí te vi, seguías cambiándote, pasando un paño mojado por la pierna, tenías una herida horrible, Sempai, pero al instante noté que no había sido causada por mí, era antigua.
Antes de poder poner un pie dentro de la habitación, entró Shindou a buscarte.
Te estaba gritando, Ranmaru.
Quise entrometerme en su discusión, escuché un golpe, y para cuando entré ustedes ya se habían ido.
Sí, Kirino-sempai, yo lo sabía.
Y no, no dije nada. ¿Por qué? Porque por un momento quedé en blanco, paralizado, y no supe reaccionar, por un momento quise pensar que había escuchado mal y todo era producto de mi imaginación.
Esa misma tarde llegué extraño a mi casa, según palabra de mis padres, a quienes convencí de que solo estaba cansado por el entrenamiento.
Claro que hubo una persona que no me creyó.
- ¿Kariya, puedo pasar?
- No estoy de humor.
- Tú nunca estás de humor.
- Que te jodan, Suzuno-san.
Mi tío entró a la habitación, es el esposo de Nagumo-san, ese que tiene el pelo en forma de tulipán aunque se esfuerza en hacernos creer que es una llama.
- ¿Qué es lo que te preocupa?
- ¿No deberías estar ocupado con los demás aliens?
- Masaki, hablo en serio.
Luego de eso no tuve mucha más opción que hablarle sobre lo que había presenciado. Me hubiese gustado no hacerlo, evidentemente, sin embargo, a veces Fuusuke-san llega a ser igual o más insistente que mamá.
- Creo que algo malo está pasando con un compañero de equipo...
- ¿Ese que te gusta?
- ¿Q-Qué? ¡A mí no me gusta ese afeminado!
- Oh, con que te gusta Kirino, quién lo diría.
Genial, había caído de lleno en su trampa.
- Bien, ¿Y qué sucede con él?
- Él... Bueno, verás, él tiene un novio, es el ex-capitán, Shindou Takuto.
- ¿Y estás celoso?
- ¡Déjame contar la historia, hielo con patas!
Fuusuke-san solo rió, yo continué hablando.
- Esto...
¿Cómo se supone que explique esto de forma suave?
- Verás... Él y yo nunca nos hemos llevado particularmente bien, tenemos una relación algo especial, creo, me gusta molestarlo, ¡Es muy divertido ver su mirada de odio hacia mí! Es como si un peluche con pelo de algodón de azúcar me quisiese matar, un algodón de azúcar con ojos hermosos...
Me sonrojé por mi propio comentario, ¿En qué momento eso salió de mi boca?
El iceberg solo sonrío, yo continué hablando.
- Él lleva extraño desde un tiempo, lo he notado... Hoy salí del entrenamiento con Hikaru, olvidé mi mochila en la sala del club, Kirino-sempai estaba allí, se estaba limpiando una herida, y después... Después entró Shindou, yo me quedé escondido, ellos comenzaron a pelear, y... Escuché un golpe, no pude verlo, para cuando reaccioné ya se habían ido.
La cara de mi tío era todo un poema, pasó de burlarse de mí a estar preocupado.
- Esta no es una de esas bromas estúpidas tuyas, ¿Verdad?
- ¿¡Cómo se supone que juegue con algo así?!
Nos quedamos charlando por un rato más sobre ti, de alguna forma siempre me he sentido en confianza con Suzuno-san, incluso más que con mis propios padres.
Él me aconsejó que lo mejor que podía hacer era asegurarme de que las sospechas eran ciertas, y una vez lo comprobara, que hablara contigo para ayudarte.
Dicho y hecho, así lo hice.
Te estuve observando durante semanas, viendo como las ojeras en tu rostro se asentuaban a medida que los días pasaban, como tu felicidad poco a poco se apagaba.
No sé cómo lo hacía Shindou, supongo que la mayoría de las cosas ocurrían cuando ustedes dos se encontraban solos, porque cuando no, su relación parecía casi perfecta.
Hasta que un día, paseando por la ciudad, los vi.
Fue el día del accidente.
Estaban en el parque cerca de la cancha, el mismo en el que te encontraron aquella noche.
Discutían por no sé qué razón, la pelea ya había comenzado cuando yo llegué.
Me escabullí y escondí detrás de un arbusto (ventajas de tener el cabello casi verde), tú estabas con la espalda pegada en un árbol mientras el estúpido te gritaba.
Claro que quería intervenir, pero necesitaba pruebas de lo que te hacía, si no, sería su palabra contra la mía, y bien se sabe que el dinero compra todo, incluso el silencio y la justicia.
Saqué el celular y con mis manos temblorosas comencé a grabar la escena.
Cuando estuvo a punto de golpearte, me moví, no quería ver eso, no quería que sucediera, y de alguna manera lo impedí, ya que el ruido de las hojas los alertó. Shindou miró hacia todos lados, asustado, y luego solo se fue a paso rápido.
Sé que querías alcanzarlo, Sempai, pero no iba a dejar que lo hicieras, no quería que terminaras de cavar tu propia tumba.
Cuando Shindou estuvo lo suficientemente lejos, salí de mi escondite. Lo hice pasar como algo casual, no iba a abrumarte con preguntas en plena calle después de lo que acababas de vivir, primero quería que te relajaras, calmar tu respiración y que tus orbes volvieran a orientarse en la realidad.
– Oh, hola Sempai.
Te sobresaltaste y me miraste algo confundido.
- ¿Qué quieres, Kariya?
- Esto...
"¿Y ahora qué me invento? No creí que llegaría tan lejos con el plan, mierda" me dije.
- Solo estaba paseando por la ciudad, pensando en alguna forma para sabotear el equipo y que dejen de resistirse al sector V, tareas de un SEED, ya sabes.
Reiste, fue lindo escuchar aquello después de tanto tiempo.
- Ya, y yo soy niña.
Puse mi cara de inocente, y solté:
- ¿Acaso no lo eres?
Antes de que pudieras decirme algo salí corriendo, mientras tú me perseguías, igual como en los viejos tiempos.
No sé cuántas calles habremos recorrido, solo sé que en un momento pasé por en frente de cierta tienda de pasteles y mis ojos quedaron hipnotizados viendo el exquisito manjar que se exhibía.
Pasaron unos segundos hasta que me alcanzaste, creí que me gritarías o algo, mas no fue así, al contrario, te quedaste observándome por un rato, escuché una risa de tu parte, luego desapareciste de mi campo de visión por un corto periodo de tiempo, y volviste a aparecer.
Tocaste mi hombro para llamar mi atención.
- Ya, toma, parece que los ojos se te van a salir de tanto mirar ese pastel.
Me sorprendí, tenías una pequeña caja entre tus manos, la cual extendiste hacia mí para que la tomara.
Mis ojos se abrieron de par en par al ver el contenido que traía.
Era una rebanada del pastel de crema y fresas que había en la vitrina, tan perfectamente cortado, tan exquisito, que con solo recordarlo se me hace agua a la boca.
- Sempai...
"¿Ahora cómo se supone que reaccione?" Pensé.
- Gracias...
Mis mejillas ardieron un poco, mierda, me había sonrojado, evidentemente te diste cuenta de ello.
- Joo, quién lo diría, ¿El gran Kariya Masaki tiene vergüenza?
- Cállate estúpida pantera rosa.
Sonreíste, y luego de eso pusiste una mano por encima de mi cabeza para revolver mis cabellos, odiaba que hicieras eso.
Desviaste la mirada y a los segundos me dijiste "Nos vamos mañana, Kariya", me sobresalté, no podía dejar que te fueras así, necesitaba respuestas, respuestas que solo tú tenías.
Necesitaba ayudarte.
Tenía dos opciones, agarrarte del brazo y llevarte a rastras hasta algún lugar seguro, o hacer algo lo suficientemente irritante como para que te pusieras a perseguirme de nuevo.
Elegí la segunda, e instantaneamente pensé en tu cabello.
Fue entonces que en un rápido movimiento arranqué una de las ligas que siempre usas, aprovechando que ya me habías dado la espalda, tú quedaste perplejo unos segundos, pasaste tu mano por el lado que ahora estaba libre al viento, me miraste.
Sentí terror.
Corrí.
La segunda carrera del día, ¡Gracias, Kirino-sempai!
Era divertido escucharte por detrás gritándome cosas sin sentido alguno, igual a cuando nos conocimos, vaya, qué nostalgia.
Luego de correr sin rumbo fijo unas cuántas calles, me di cuenta de que estábamos en el barrio de mi casa, era mi oportunidad.
Abrí la puerta de la cerca que protegía mi hogar, escondiéndome detrás de uno de los árboles del lugar, por suerte ibas bastante más atrás de mí, así que me dio tiempo suficiente para mandarle un mensaje al tío Suzu pidiéndole ayuda para lograr que entraras a mi casa y poder platicar contigo.
Lástima que lo que tenía planeado sucedió un poco diferente, y en vez de que Fuusuke-san saliera por la puerta, quien apareció fue el tulipán.
- ¿DÓNDE ESTÁ EL PENDEJO ENAMORADO?
¿De verdad? ¿¡Era necesario gritarlo a todo pulmón!?
A los segundos llegaste tú, aunque no me di cuenta de tu presencia en ese momento, estaba teniendo una guerra de miradas con el alien ése.
Reaccioné después de escuchar a Suzuno-san salir por la puerta, preguntándote que si querías pasar y que por favor nos disculparas por la actitud tan infantil, ¿¡Pero y ese iceberg qué se cree?! ¡Por su culpa había pasado la peor vergüenza de la vida!
Bueno, al caso, supongo que lo hiciste de pura educación, pero finalmente decidiste acompañarnos, mis padres no se encontraban en casa, según ellos una reunión de suma importancia se había presentado y tuvieron que dejar la casa a cargo del tío flamas y el hielo.
Me impresiona que mis padres me tomen como alguien tan estúpido algunas veces, esas "reuniones de emergencia" ya las habían tenido antes, y siempre terminaban con mamá caminando raro y papá con un humor increíble que duraba hasta la próxima semana.
Saca tus propias conclusiones, Sempai.
Decidimos ver una película, te mentiría si dijera que recuerdo cuál fue, porque la verdad poco y nada de atención le tomé, no podía concentrarme con la semejante obra de arte que tenía ante mis ojos, tan bello, delicado, con colores que contrastaban entre sus orbes y el cabello, piel de porcelana... ¡Mierda, que me voy del tema!
Cuando la película terminó ya se estaba anocheciendo, el ambiente que llevábamos era bastante agradable, aunque debo admitir que los nervios me estaban comiendo por dentro.
Mis tíos nos dejaron solos luego de eso, ellos, a diferencia de los que me cuidan, no se habían inventado ninguna excusa barata, al contrario, Nagumo-san nos gritó desde el pasillo algo así como "Si nos necesitan, no molesten, voy a estar muy ocupado rompiendo al hielo, literalmente".
Ambos nos sonrojamos, eso había sido demasiado explícito.
- Bueno Kariya, creo que también es hora de que me vaya.
Yo suspiré, lamentándome internamente por lo que estaba a punto de hacer, sabía que esa era la única oportunidad que tendría para poder saber la verdad entre tú y Shindou.
Antes de que abandonaras la habitación te agarré del brazo.
- Kirino-sempai, necesito hablar contigo.
- C-Claro, ¿Qué sucede?
Te dirigí hasta el sillón donde antes habíamos estado sentados por horas, bajé la mirada, no sabía cómo comenzar.
Tomé una gran bocanada de aire para armarme de valor, saqué mi celular y busqué en la galería de fotos el video que delataba a tu novio sobre su agresión.
- Necesito que me expliques esto.
Tus ojos se abrieron de par en par al darte cuenta de qué se trataba luego de que le diera play, no sabes lo mucho que me dolió ver esas hermosas gemas inundarse poco a poco en lágrimas.
Para buena suerte tuya y mala suerte mía, tan solo minutos después se escuchó el auto de mi padre en la entrada de la casa, habían vuelto de reunión de trabajo.
- N-No sé de dónde sacaste eso.
- ¡Joder, Sempai! ¡Necesito que me cuentes qué está pasando!
- ¡No pasa nada, Kariya! ¡Deja de meterte en mis asuntos por favor!
Quisiste escapar, saludaste a mis padres quienes acaban de entrar por la puerta y les pediste perdón por no poder quedarte más tiempo, que algo había surgido y que debías irte enseguida. Ellos te miraron extrañados, no tenías la misma actitud con la cual te habían conocido en los partidos del Raimon, estabas ansioso, exaltado, desesperado.
Mamá preguntó si preferías quedarte con nosotros, una tormenta de nieve estaba a punto de empezar según papá, era peligroso que salieras, mas tú seguías negándote.
Ante toda la situación a lo único que atiné para que no te marcharas fue a tomarte del brazo, arrastrándote hasta mi habitación.
- ¡Joder, Kariya! ¡Ya suéltame!
- ¡No, Kirino-sempai, quiero ayudarte, maldición!
- ¡No hay nadie a quién ayudar, ya te lo dije!
- ¿¡Y de verdad esperas que me crea esa basura?! ¡Joder! ¿¡Por qué sigues protegiéndolo?!
- ¡Deja de meterte en cosas de otras personas! ¡Deja de querer meterte en mi puta vida!
La tensión crecía, los gritos iban y venían, cada vez más eran más fuertes. Sé que estabas desesperado, Sempai, por eso no te culpo por lo que me dijiste luego de eso.
- ¡Mierda, Kariya! ¡Deja de molestarme!
- ¡Entonces deja de actuar como un idiota y dime porqué lo vi casi golpeándote!
- ¡Maldición!
Explotaste.
- ¡Deja de preocuparte por mí, ¿Quieres?! ¡Joder qué pesado eres! ¡Ahora entiendo porqué tus padres te abandonaron en ese orfanato!
Y yo también exploté.
- ¡Haz lo que quieras, estúpido Sempai! ¡Qué te den!
De ahí, lo demás es historia.
Los gritos, el portazo, el mensaje, tu accidente, el hospital, todo había pasado demasiado rápido.
Y ahora estabas de nuevo aquí, conmigo, con nosotros, con vida.
No iba a dejar que te escaparas otra vez, no iba a dejar que la rabia del momento me consumiera porque sabía que luego me lamentaría si lo intentabas de nuevo.
Era mi segunda oportunidad, y no pensaba desperdiciarla.
Tu llanto no cesaba, ya tenías mi hombro completamente empapado en lágrimas, hundiendo tu rostro para que de alguna forma tus sollozos se callaran.
— No estás solo, Ranmaru...
Me abrazaste con más fuerza, yo me sonrojé, solo en mi cabeza te había llamado alguna vez por tu nombre.
— Estoy contigo, déjame ayudarte, por favor...
— Ya no puedo, Masaki... Ya no quiero seguir luchando, no quiero seguir aquí... Siento que lo perdí todo, no hay razón para quedarme aquí...
Me dolía tanto escuchar esas palabras...
Fue entonces que me armé de valor, separé nuestros cuerpos lo suficiente como para mirarte a los ojos, tú me observabas aún con lágrimas bajando por tus mejillas.
Y finalmente lo dije:
— Kirino-sempai, por favor, quédate... — Agarré tu camisa del hospital. — Quédate por mí.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top