Capítulo 31 [FINAL]

En el silencio,

¿Puedes oírme?

Pedí ayuda a gritos en su momento,

Mi garganta se desgarró de tantos pedidos de auxilio.

¿Me crees un monstruo ahora?

Cariño, intenté salvarte.

Intenté salvarnos.

¿Puedes escuchar el silencio?

¿Puedes ver la oscuridad?

¿Puedes reparar lo que está roto?

¿Puedes sentir?

¿Puedes sentir mi corazón?

Tan pronto como pudieron, el joven adulto de cabellera color crema fue socorrido por su amado peli-plata. Las manos de piel nivea se llenaban de gigantescas manchas color carmesí, impregnando su característico olor a hierro por todas partes. El contraste entre la blanquecina piel y el líquido sanguíneo era impresionante.

A cada segundo, un latido más se apagaba, la respiración entrecortada se desvanecía en el aire, hasta ser nada.

Sus ojos profundos se cerraron, al mismo momento en el que miles de lágrimas acumuladas recorrieron sus mejillas.

—Shuuya...—Fubuki intentó hacerle despertar, incrédulo de lo que sucedía frente a él.—¡Shuuya!

Su garganta se desgarró gritando su nombre, en socorros cortados que no dejarían nada más que una profunda lesión en sus cuerdas vocales que duraría mínimo un par de días.

—¡Shuuya!—Gritó nuevamente, tomando el cuerpo frente a él de los hombros, la herida no dejaba de sangrar.—¡Goenji, ni pienses en dejarme! ¡No puedes..!—Entonces se quebró.—N-No puedes... Por favor no puedes dejarme... Ya llegará la ayuda, ¿Bien? A-Alguien logrará encontrarnos, te pondrás bien, y volverás conmigo, por favor, Shuuya, solo...

Abrazó al mayor, apegando ambos cuerpos. Toda su ropa se tiñó de rojo, al igual que sus manos y rostro. Claro que eso era lo que menos le interesaba.

Le abrazó, hasta sentir el último de sus latidos, la última respiración desvaneciéndose en la nada.

 Con ello, su mirada se oscureció.

El aura que desprendía cambió completamente, transformando a lo que antes era un chico tierno y dulce, en solo un recipiente de emociones vacías.

Observó los cuerpos a su lado, Suzuno inconsciente, Nagumo de igual forma. A su lado derecho, un poco más alejado, estaba el cuerpo de Kazemaru y Fudo. Tomó aire, desapengándose del frío cuerpo de su esposo, dejándolo reposar con cuidado en el suelo.

Se acercó a Haruya, con la mirada vacía hacia el piso. Una vez lo tuvo a escasos centímetros, la rabia e ira le invadieron todo el cuerpo. Los días en los que se hacían llamar una familia habían quedado en el pasado, ya no había ni el más mínimo rastro de ello.

—Te gustó jugar a ser parte de mi familia, ¿Verdad?—Murmuraba sin sentido.—Ahora ya no hay más... ¿Estás feliz, Nagumo Haruya?

Levantó su pie derecho, y con toda la fuerza que podía tener en ese entonces, comenzó a pisotear el cuerpo del peli-rojo, especialmente en el lugar donde la bala había ingresado momentos antes, quería descargar todo, de todas formas, ya no le quedaba nada.

No había nada.

Pisoteó una, y otra, y otra vez, sin importarle las personas a su alrededor, en ese momento, nada más existía, solo él, el causante del cesar de latidos de Shuuya, y un cuerpo ensangrentado.

Eso es, para él ya no se trataba de personas gritando por ayuda. Lo que tenía frente a él no era nadie a quién conociera. Era una lata vacía.

Él, también era una lata vacía.

Una máquina con solo un objetivo en mente: matar.

Podía ver la sangre salir del cuerpo que se hallaba en el piso, podía ver sus zapatos cada vez más embarrados con la misma, su ropa empapada, pero, no le importaba, absolutamente nada tenía sentido para él en ese momento.

¿Por qué?

¿Por qué ellos?

¿Por qué él?

—¡Shirou!—Escuchó de repente, aunque no lograba reconocer la voz, todo estaba en un mundo de distorsión en ese momento, en el que los únicos protagonistas eran él y el cuerpo que se encontraba pateando.—¡Shirou! ¡Shirou por favor basta!

Entonces, esa misma voz le tomó de los hombros, obligándolo a mirarle.

—¡Shirou!

Sus pupilas se dilataron, y sintió que se desvanecía en un segundo, siendo recibido por la figura a su lado en un abrazo cálido y apretado. El aroma del recién llegado comenzaba a impregnarse en la piel de Fubuki, y con ello, también venía la calma.

Lloró.

Sus cuerdas vocales se vieron desgarradas por segunda vez en la noche, soltando maldiciones y sollozos que se encontraban atorados en su garganta.

—A-Atsuya va a m-...—Comenzó a hablar con algo de dificultad.

—Lo sé.—Le interrumpieron de inmediato.—Lo sé, tranquilo.—Rió.—Tranquilo, todo estará bien, ¿Si? Respira... Todo estará bien.

¿Puedes ayudar al desesperanzado?

Bueno, lo estoy pidiendo de rodillas.

¿Puedes salvar mi alma bastarda?

¿Esperarías por mí?

Observo todo el desastre que se ha formado desde la lejanía, logré esconderme en un lugar estratégico donde nadie sea capaz de encontrarme, al menos no por el momento, hasta que sea el adecuado.

Takuto, ¿Recuerdas nuestra conversación antes de todo esto?

"¿Estás seguro?" te pregunté, tú fuiste terco, como siempre, y la respuesta que vino desde tus labios no fue para nada una sorpresa. "Si no estuviera seguro, no habría hecho todo esto" respondiste.

Entonces te miré frente a frente, y me di cuenta de que en realidad no estabas ahí, ya no estabas conmigo.

Tus ojos que tanto me han encantado desde que los vi por primera vez, habían perdido todo su brillo.

Al igual como cuando éramos niños...

¿Lo recuerdas, Shindou Takuto?

Lo más probable es que no... Déjame refrescarte un poco la memoria.

¿Recuerdas... Nuestro primer día de primaria?**

Yo tenía apenas 5 años, supongo que tú deberías tener 6 para ese entonces; era tu primer día de clases, yo estaba allí ya que mi madre trabajaba en la primaria y le era más rentable llevarme a jugar con los niños que dejarme solo en casa o con alguna niñera.

Me pasaba todo el día jugando, es por esto que mis ropas siempre estaban llenas de tierra y mis manos y cara iban igual de sucias, eso era algo que no le agradaba para nada a mi madre, creo que recién ahora comienzo a entenderlo.

Te vi en el primer receso, y desde un principio me llamaste la atención, eras el único niño que se encontraba en un rincón y no en el arenero o los juegos del lugar, eras el único tranquilo, apartado de todo el mundo. "¿Estará triste?" pensé en ese momento, y como no me gusta que las personas se sientan mal, decidí acercarme. Llevaba un balón de baloncesto en las manos, desde pequeño me gustó ese deporte, ojalá pudieras recordarlo, porque desde ese entonces fue que tu cara quedó grabada en mi memoria.

Estiré los brazos con el balón en mano, invitándote a jugar, mas nunca respondiste. Al contrario, te echaste a correr al instante en el momento en que el timbre se escuchó avisando que ya era momento de entrar a clases otra vez.

Pasaron los meses, y de un momento para otro, dejé de toparte tantas veces en la escuela. Aún así estaba entusiasmado, recuerdo añorar crecer pronto para poder estar contigo en la misma primaria y tener los mismos horarios al momento del receso, quería jugar contigo, me causabas curiosidad, algo que ni yo podía exlicar.

Al año siguiente, cuando por fin pude entrar a primero de primaria, decidí buscarte, una y otra vez en los recesos, mas nunca apareciste.

Le pregunté a mi madre por ti, y me comentó que te habías cambiado de escuela para asistir al Raimon...

Desde ese momento nuestras vidas se separaron, y lo acepté dolorosamente. Pasaron los años y finalmente entre a la Secundaria Gassan Kuminitsu con una beca en baloncesto, era una gran escuela, así que estaba muy feliz de haberlo logrado.

Ahí, por asares del destino, te volví a topar.

Desde ese entonces volvimos a coincidir, y me esforcé día a día para poder ganarme tu aprecio.

Aunque lentamente pude darme cuenta de toda la oscuridad que traías dentro... Aquel niño que tanta curiosidad me daba en un principio, no era más que el producto de alguien dañado e introvertido... No sabías controlar tus emociones, no sabías manejarlas, y sufrías internamente sin el ojo de tus padres. Nunca tuviste una figura materna o paterna que pudiera estar ahí en las buenas y en las malas, en la cual pudieras confiar si fracasabas y que no te pidiera ser perfecto.

Esa, era tu verdad, Takuto.

Con tal de enorgullecer y prevalecer el apellido Shindou, estabas dispuesto a hacer lo que fuera.

Y ahora llevas la soga al cuello...

Intenté salvarte, Takuto, en verdad que intenté hacerlo, intenté ser la figura de amor que no tuviste en el momento indicado, quise estar ahí para cuando te sintieras atrapado... Quise sacarte de todo ese mundo oscuro en el que estabas metido, y por un corto momento, quiero pensar que tú también nos viste como una pequeña pareja... Porque yo así lo hice, aunque supiera que seguías profundamente marcado por Kirino Ranmaru.

Quise ser yo.

Y ahora te observo desde lejos, en un escenario donde solo existen ustedes dos.

—Te encontré.—Escucho de pronto. Volteó lo más rápido que puedo reconociendo aquella voz tras mi espalda.

Me encontró.

—Kariya.

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N/A: **Si desean recordar esto, se encuentra en el capítulo n° 25 de la historia, ya verán como algunas cosas se van conectando<3.

Tengo miedo de acercarme,

Y odio estar solo.

Anhelo la sensación de no sentir nada en lo absoluto.

Mientras más alto llego, más bajo me hundo.

No puedo ahogar mis demonios, ellos saben cómo nadar.

—Nos volvemos a encontrar, Kirino.

—No actúes como si me hubieras perdido el rastro durante todo este tiempo.—Amenazó el recién nombrado.—Sé bien que nunca me sacaste el ojo de encima. Estabas atento a cada uno de mis movimientos, cada cosa que pudiera descubrir y que potencialmente pudiera delatarte.

—Pero qué acusaciones más graves son esas, Ranmaru.—Se jactó, soltando una carcajada.—¿Tienes pruebas de lo que dices? ¿Puedes asegurar todo eso?

—Da igual lo que pueda demostrar o no en estos momentos, de todas maneras no habrán testigos, ¿Verdad? Por eso nos citaste aquí, en un lugar donde el gps fuese incapaz de localizarnos, a las afueras de cualquier red para pedir ayuda... Dime, ¿Qué planeas luego de eso, Takuto?

—¿Luego de eso?—Agachó la cabeza, sonriendo de lado.—¿Crees que habrá algo luego de esto?

—Cuál es tu plan, Shindou.—Cyan y escarlata se miraron fijamente, un concurso de miradas absurdo en el cual decidían quién tenía más poder que el otro. Aunque la diferencia estaba clara.

—Mi plan...—Llevó una mano hacia el mentón, como si estuviera pensando en algo, cuando en realidad era más que obvio que ese diálogo ya se lo sabía de memoria.—Mi plan, Kirino, no es nada más y nada menos que exterminar a cada persona que se ponga en mi camino, y lamentablemente para ti, tu "familia"—Dijo haciendo comillas con los dedos.—Ya se entrometió bastante.

—¿Planeas exterminarme como lo hiciste con mamá?—Preguntó, a medida que se iba acercando poco a poco hacia Takuto.

—¿Tu madre?—Preguntó sarcástico.—Tu madre no fue más que un peón en el juego. Volar su cabeza fue fantástico, ¿Pero sabes qué es más divertido?

Esta vez fue Shindou quién se acercó, dejando su boca a milímetros del oído de Ranmaru.

—Lo más divertido, es que la culpa no fue mía.—Comenzó diciendo.—Lo sabes, ¿No?—Una leve carcajada escapó de su garganta.—Sabes de sobra que si aquella vez no nos hubieran visto, si nadie hubiera notado tus moretones, o si simplemente hubieras tenido éxito en tus múltiples planes por matarte, nada de esto estaría pasando.—Se acercó una vez más, rozando el lóbulo del peli-rosa.—Todo esto fue tu culpa...—Susurró.

Kirino apretó los dientes, podía sentir la tensión en su mandíbula. Respiraba de manera más fuerte de lo normal y su torrente sanguíneo iba más acelerado.

Podía sentirlo todo.

Podía sentir la ira.

—Vete al infierno.—Expresó.

Entonces rápidamente hizo de su mano un puño, golpeando en el estómago del castaño, quien se arqueó ligeramente ante el golpe. Kirino aprovechó aquel momento para impactar su rodilla contra la cara de Takuto, sintiendo el sonido de un "crack" enseguida.

Rió.

Quizás eso le dejaría un morado en la rodilla, pero la nariz rota de Shindou no se la quitaría nadie.

Por primera vez pudo sentirlo, aquella satisfacción de sentir su cuerpo impactar contra otro, derrochando toda esa ira acumulada que llevaba guardando por tanto tiempo.

Era éxtasis.

Antes de que Shindou pudiera siquiera intentar reincorporarse, Ranmaru lo tiró hacia el piso, presionándolo por la espalda mientras tomaba uno de sus brazos y lo colocaba hacia atrás, haciendo una especie de llave.

—¿Vas a confesar lo de mi madre?—Preguntó.—Dime, ¡¿Vas a confesar cómo la torturaste hasta su muerte?!

—Tsk...—Shindou no podía moverse, mentiría si dijera que no sentía el más mínimo dolor, aunque cierto era, que este se veía disminuído gracias al poder de la gema en su cuello.—¿Qué quieres que diga, Ranmaru?—El recién nombrado apretó un poco más el agarre que tenía, haciendo que Takuto expulsara un grito de dolor.—Bien, te lo diré.—Tomó aire, sonriendo levemente.—Ese día, cuando despertaste, era obvio que tu madre iría por ti, había estado frecuentando el hospital en busca de información... Información sobre mí... Sabes que nunca me han gustado las personas entrometidas... Entonces no tuve otra opción que matarla.—Dijo soltando una sonora carcajada al final.—Claro que fui astuto, como todas las otras veces en las que estuviste internado en el hospital y nadie sospechó. Fue fácil, qué te digo, inventar que no habías podido salir adelante, que habías muerto, evidentemente no lo soportó.—Rió.—Entonces la persuadí para que escribiera una carta de suicidio...—Sintió como el aire poco a poco le iba faltando, la presión ejercida por Ranmaru era demasiada.—Ella tenía miedo, así que la ayudé con el arma, apuntando a su cabeza... Ya sabes, lo demás es historia.

—Eres un malnacido...

—¿Y qué? Puedes insultarme todo lo que quieras, jamás encontrarán pruebas de ello, además, tú también morirás aquí, Ranmaru, todos lo haremos, así que tranquilo, ya pronto estarás con tu "mami".—Dijo lo último en un tono de burla, ganándose un golpe en la espalda de parte del peli-rosa.

Ya estaba harto.

—No moriré aquí, Takuto.—Aclaró su garganta.—No pienso morir aquí, cumpliré con el deseo de mi madre, y tú te pudrirás en prisión.

En eso, el interior de la camisa que Shindou llevaba comenzó a brillar en un intenso morado.

El castaño soltó una carcajada, mucho más larga y duradera que todas las otras.

—Creo que aún no entiendes qué es lo que sucede aquí, ¿No, Kirino?

El brillo que emanaba la gema era tal, que cegaba a cualquiera que lo viese a corta distancia.

—Déjame recordarte tu lugar...

Entonces, Takuto hizo un movimiento con su cuello, en el que todos los huesos de dicha zona tronaron.

Realizó un giro en su posición, agarrando la mano que Kirino mantenía sujeta para ejercer presión. Se escuchó un sonoro "crack", idéntico al que había sonado cuando le rompieron la nariz al castaño.

Pero esta vez no había sido su nariz, sino su brazo. La extremidad del oji-escarlata se había roto en dos... Pero él no sentía dolor alguno.

Él estaba siendo anestesiado por la Alius.

Entonces, en un momento de debilidad en el que Kirino desaflojó el agarre debido al ruido, Takuto logró darle la vuelta.

—Hola de nuevo.—Expresó.—Nos volvemos a encontrar.

Ahora era Shindou quién ejercía presión sobre Kirino.

—¿Sabes?—Comentó.—Golpearte me da un cierto dejo de tristeza, quiero decir, estás solo, sin tu madre, y sin nadie que te pueda apoyar... Tu vida ya es lo suficientemente miserable, ¿No crees?—Finalizó, soltando una pequeña risa que se escapaba de sus labios.

—Mi vida...—Comenzó hablando con dificultad, el humo proviniente de la mansión en llamas que tenían atrás volvía todo un poco más complicado.—Mi vida pudo haber sido miserable.—Tosió.—Pero solo lo fue por un momento, cuando ambos estuvimos juntos... Ahora tengo a personas que me apoyan y quieren mucho más de lo que tú decías quererme, personas de verdad...—Se acercó hacia Takuto un poco, quedando ambos a centímetros de sus rostros.—Sabes que realmente... Quién está solo en este mundo, eres tú.

El castaño apretó los dientes, al mismo momento en que formaba un puño con su mano, el cual fue a impactar hacia el estómago de Kirino.

Takuto no dejaba de golpearlo, Kirino soltaba gritos de dolor a cada segundo.

—¿Sabes qué?—Comenzó a hablar el oji-escarlata, aún sin dejar de lanzar golpes.—Ya me cansé de todo este show...

Entonces hizo una pequeña pausa, Kirino cayó al suelo, apoyándose en un gran árbol detrás de sí, con un inmenso dolor en todo el cuerpo y respirando con dificultad.

Shindou se acercó al cuerpo de Kirino, sacó un pequeño cuchillo, y luego lo lanzó, impactando a centímetros de la cara del peli-rosa, enterrándose en el tronco del árbol.

Kirino solo había estado esperando el impacto, en cambio Shindou solo se dedicó a reír por un tiempo. Sí, para él solo había sido un juego, para intimidar al peli-rosa.

—Dios, mirate, Ranmaru.—Comentó entremedio de su risa.—Tiemblas igual que un pequeño conejo.—Entonces se abalanzó sobre Kirino.—Dime, ¿Acaso tienes miedo?

Miedo: Sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario.

El cuerpo de Ranmaru sufría de pequeños espasmos, era cierto. Tenía la cara hinchada, y dolor en todo su cuerpo cortesía de todos los golpes proporcionados por Takuto.

Sentía un intenso sonido en sus oídos que no desaparecía con nada.

Apenas escuchaba las palabras de Shindou, sus ojos lagrimeaban a causa del humo detrás de sí, manteniéndolos entrecerrados y observando todo de forma borrosa.

"¿Así acabará todo?" Se preguntó.

El rostro lo sentía totalmente acalambrado, no podría emitir palabra aunque así lo quisiera. Poco a poco, sentía como las últimas fuerzas dentro de su cuerpo le abandonaban.

—¿Últimas palabras?—Dijo Shindou acercándose al rostro de Kirino.

Este último no era capaz de pronunciar ninguna palabra, de cierta forma su cabeza estaba divagando en cosas insignificantes, cosas como... Como cuando era feliz.

Cuando era pequeño y podía disfrutar con su madre, cuando comenzó a jugar fútbol sin ninguna preocupación...

Eran buenos tiempos...

Entre todo, recordó una pequeña foto que se había llevado de la casa de su madre, cuando apenas se enteró de todo lo que se convertiría su vida.

La misma que horas antes, le había mostrado a Kazemaru para que le ayudara con su peinado, homenajeando a su madre.***

Era pequeña, de no más de 7cm de alto. Allí, se podía ver a un pequeño Ranmaru de primero de primaria, con un balón de fútbol en mano, gastado y algo sucio, y detrás de él, su madre, de cabello oscuro.

Sonrió para sí.

Tenía esa fotografía con él.

Se deshizo del agarre de Shindou, sin desapegarse, al fin y al cabo no podía hacerlo. Metió una mano dentro del bolsillo de su pantalón, con algo de dificultad, Shindou no le dejaba moverse demasiado.

—¿Qué crees que haces?—Dijo en manera amenazante, Kirino no le hacía caso.

—Esto...—Comenzó a hablar con dificultad. Sacó la fotografía con cuidado, lento, hasta mostrársela a Takuto.—Esto serán mis últimas palabras... Observa aquello que destruiste...

Los ojos de Shindou se contrajeron de inmediato con la fotografía en frente.

Algo en él se quebró, algo que pudo reconocer al instante y que lo fracturó.

—¿Por qué...? ¿Qué haces con ella..?

Su mente se llenó de recuerdos, memorias de... De uno de los únicos momentos en los que pudo ser feliz.

Esa mujer, que estaba junto al pequeño Kirino, de cabello oscuro y largo, con ojos idénticos al más hermoso paisaje paradisíaco, unos vibrantes color cyan, los mismos de Ranmaru... Esa mujer, era la misma que había trabajado en su casa al comenzar la primaria, la primera que se había preocupado de que él disfrutara de una infancia normal, que le enseñó lo fantástico que podía ser el fútbol, y que lo apoyó durante los pocos meses que se encontró trabajando antes de que sus padres le quitaran todo... Antes de tener que utilizar el fútbol para algo en lo que ser perfecto, un deporte para destacar.

Esa mujer, que tanto aprecio y cariño le guardaba... Esa mujer, estaba con Kirino.

Era su madre.

Y él la había asesinado.

Su cabeza comenzó a bombardearlo con exceso de información, cosas que no había notado antes y que ahora se conectaban, siempre se preguntó cómo era que la madre de Kirino le tenía tanta confianza, y allí estaba la respuesta... Le había cuidado de niño, había estado con él intentando que fuera feliz.

Y él la había matado.

Era un monstruo.

Por un momento bajó la guarda, tambaleándose, su cuerpo perdió el equilibrio y por poco cae.

Entonces escuchó un ruido.

"Ahora, Ibuki".

Un pinchazo en su columna segundos después, y un mareo insoportable que no pudo aguantar.

Cayó inconsciente.

El peli-rosa apenas pudo saber bien qué era lo que estaba sucediendo, sintió un cuerpo caer sobre sí, pero no lograba reaccionar del todo.

Su cuerpo estaba al límite.

Entonces también cayó inconsciente, escuchando un último grito a lo lejos que gritaba desesperado su nombre.

Lo reconoció enseguida, y sonrió de medio lado. Sí, era un grito de Kariya.

--------

N/A2: ***Pueden recordar esto en el capítulo 27 de la historia<3.

"¡Kirino!"

"Atsuya-san, Shirou-san, ¡Ayúdenme por favor!"

"No reacciona, ¡Kirino-sempai no está respirando!"

¿Eh?

Escucho gritos, demasiado ruido a mi alrededor.

¿Por qué? ¿Qué es lo que sucede?

¿Acaso... Estoy muerto?

Puedo sentirlo todo, pero al mismo tiempo no siento nada... Es tan extraño... Oigo sirenas, y siento como trasladan mi cuerpo de un lugar a otro... ¿Es una ambulancia?

Pero no lo entiendo... No es posible, el lugar en el que estábamos no era reconocible en ningún mapa.

Siento mi cuerpo levemente levitar...

¿O quizás es mi alma?

¿Mi alma se ha desprendido de mi cuerpo?

Abro los ojos, tengo una luz blanca cegadora en frente de mí...

¿Esto es el fin?

 No lo entiendo...

—Ranmaru...

¿Eh?

—Ranmaru...

¿De dónde proviene?

—Ranmaru...—Doy media vuelta en el lugar, mis ojos se abren de la impresión al mismo momento en el que siento como se llenan de lágrimas.—Estoy aquí.

—M-Mamá...

Corro en su dirección, ella me recibe con un fuerte abrazo, puedo sentir su aroma una vez más, puedo verla una vez más, tocarla, puedo disfrutar con ella una vez más.

—Te extrañé tanto...—Dije en medio de las lágrimas y sollozos.—H-Hice todo, traté de que tuvieras justicia, estuvimos tan cerca...—Lágrimas amargas rodaron por mis mejillas, mientras apretaba los dientes de frustación.—Lo intenté, mamá, pero, me haces tanta falta... Por favor, no quiero que esto termine, no quiero perderte una vez más, quiero quedarme contigo, por favor, si esto es un sueño deseo que nunca acabe, que no me despierten de mi ilusión, por favor, por favor déjame quedarme contigo...

Mamá no responde, al menos no con palabras. En su lugar, puedo sentir la palma de su mano sobre mi espalda, subiendo y bajando suavemente. Escucho como intenta hacer un sonido para relajarme, un "shh... shh" idéntico a cuando era solo un niño y algunas cosas me asustaban.

Su aroma me relaja, todo en ella lo hace... Por favor, no quiero que termine...

¿Mamá, puedo quedarme entre tus brazos para siempre?

—Ranmaru...—Siento un ligero beso en la frente de su parte, luego coloca ambas manos en mis hombros.—Estoy orgullosa de ti, hijo... Lo lograste, hiciste todo... Ahora solo quiero que seas feliz, debes ser feliz, bebé... Y para eso.—Siento como se separa levemente de mí, ahora ambos nos miramos a los ojos, cyan con cyan.—Para eso debes volver con ellos.

¿Qué?

No lo entiendo.

Pero por favor, no me separes de tu lado.

—Mira.—Me dice, apuntando hacia abajo con la palma de su mano extendida.

Dirijo la mirada hacia donde ella apunta. Lo que al principio parece ser un cúmulo de nubes, poco a poco va desapareciendo. Ahora diviso una gran sala color blanco, comienza a haber mucho ruido, más del que puedo soportar.

—Fíjate bien.—Escucho a mi madre susurrar.

Entrecierro los ojos, ¿Qué quieres que vea, madre?

Oh...

Es mi cuerpo...

Es un hospital... Y sobre una camilla, descansa mi cuerpo conectado a distintos tubos y cables... ¿Tan mal estoy?

—Tu cuerpo está muy débil, Ranmaru...—Mamá se coloca detrás de mi espalda, mirando hacia mi misma dirección, colocando una mano sobre mi hombro.—Mira quién está contigo...

En ese mismo momento, cuando mamá termina su frase, comienzo a escuchar un llanto incesable cada vez más fuerte. Es amargo, y doloroso, que trata de ser contenido mas escapa de igual manera arrastrando la garganta.

Me duele escucharlo...

Es Kariya.

Se encuentra a un costado de mi cuerpo, agarrando mi mano. Está inclinado, su rostro contacta con mi abdomen, donde van a parar todas las lágrimas que veo caer por sus mejillas.

—Mamá...

—Debes volver, Ranmaru.—Mamá me abraza de costado, es un agarre apretado, donde sé que no quiere soltarme, pero al mismo tiempo, desea liberarme.—No puedes dejarlo solo... Él te ama mucho, y tú también a él, ¿No crees?—Esta vez se posiciona frente a frente, sonriendo.—Veo lo feliz que eres con él, Ranmaru. Tus ojos se iluminan de una forma en la que nunca pude ver antes, es distinto a cuando estabas con Takuto, es más... Más auténtico, pasionante, más explosivo... Es más tú.

Me quedo pensando en sus palabras, lo sé, mamá tiene razón... Quiero estar con Kariya, quiero estar con el entrenador Endou, con Kazemaru-san... Quiero seguir disfrutando mi vida, o comenzarla a disfrutar como nunca antes...

Sí, quiero volver.

—Mamá.—La abrazo con todas mis fuerzas, sintiendo su aroma por última vez. Ambos sabemos que será una despedida hasta mucho tiempo más.—Te amo.

—Yo te amo más, hijo...—Me besa en la frente, acariciando mis mejillas con una sonrisa.—Ve, apresúrate, ya es hora.

Sí... Ya es tiempo de volver.

El intermitente sonido de un "bip-bip-bip" era todo lo que le acompañaba.

Y todo lo que le aseguraba que su gran amor seguía con vida.

—Kariya.—Llamó una enfermera de cabellos morados y ojos azules.—Ten, te traje un poco de agua, debes hidratarte.

—Fuyuka-san...—Ahogó un sollozo.—¿Crees que despierte? Ya estuvo en coma una vez, y en uno de sus intentos de suicidio tuvieron que hacerle una cirugía en la cabeza... Su cuerpo está muy desgastado, y siendo sinceros...—Apretó los dientes con fuerza, cerrando los ojos con rabia mientras miles de lágrimas caían libres por su rostro.—No creo que él quiera continuar...

—Kariya-kun...—La chica titubeó por un momento, Masaki no se había desapegado de Ranmaru desde que este cayó inconsciente, a pesar de las quejas de los médicos para que le dejaran revisarlo.—Ven, toma un poco de aire, por favor... No te hará bien estar aquí todo el tiempo.

Entonces, al contrario de lo que la chica peli-morada pensó, Kariya no opuso ni la más mínima resistencia. Estaba cansado, apenas se podía el cuerpo, todas sus fuerzas las había gastado llorando. Comenzó a incorporarse, sintiendo un inmenso dolor en toda su columna, y luego se paró poco a poco. Fuyuka colocó una mano tras su espalda en señal de apoyo, animándolo a acompañarla fuera de la sala.

Llevaban apenas un par de pasos fuera de la habitación, cuando aquel sonido antes intermitente que marcaba los latidos de Ranmaru comenzó a descontrolarse.

—¡Kirino-sempai!

—¡Kariya, quédate aquí por favor!—Fuyuka le negó el paso enseguida.—¡Traigan un carro rojo, rápido!

Kariya ni siquiera pudo reaccionar. Sus ojos se llenaron de lágrimas una vez más, y colocó una de sus manos en la boca para evitar que los gritos y sollozos salieran de sí. Se quebró por una vez más, cayendo de rodillas, temblando, viendo como el cuerpo de Kirino se quedaba poco a poco sin vida, y las enfermeras utilizaban un desfibrilador para intentar salvarlo.

¿Pero y si él no quería ser salvado?

Kariya no podría aceptarlo.

Jaló sus cabellos con desesperación, observando todo el caos desde fuera de la sala.

Quería gritar.

Y gritó.

—¡Kirino-sempai! ¡P-Por favor!...—Su voz se quebró, y no pudo seguir hablando. En su lugar, quedó temblando, abrazándose a sí mismo.

"Por favor... No me dejes solo."

Entonces, la máquina que se encargaba de monitorear los latidos del corazón del peli-rosa volvió a su estado normal, con "bips" intermitentes cada tanto.

Kariya corrió en su dirección, sin importarle que las enfermeras siguieran en el lugar. Le tomó de los hombros, y le abrazó fuertemente, reposando su cabeza en el hombro del mayor, empapándolo de numerosas lágrimas.

La sala quedó vacía una vez más, solo con ellos dos dentro.

—Por favor, Sempai...—Sollozó.—No me vuelvas a hacer esto...

Fue entonces, que Kariya sintió como alguien colocaba una mano sobre su cabello, acariciándolo suavemente, consolándolo.

—No podría dejarte, Masaki...—Escuchó de repente, una voz algo gastada y cansada.—No después de lo que me pediste hace tanto tiempo.—Rió.

El peli-aqua aún no asimilaba bien la situación, sin darse cuenta que, en ese momento, estaba hablando con su hermoso cielo azul.

¿Era real?

—No vuelvas a dejarme, por favor Sempai...

—Masaki.—Le agarró por los hombros, deshaciendo el abrazo del menor. Los ojos de Kariya se iluminaron, formando una perfecta "o" con sus labios y sin poder reaccionar del todo, ¿Era un sueño? Porque así parecía, frente a él, Kirino estaba con vida, y le sonreía de forma tan dulce como siempre.—No puedo dejarte, ¿Recuerdas?

Kariya no contestó, aún en estado de shock.

—Una de las últimas veces que estuvimos en el hospital...—Continuó el oji-cyan.—Me agarraste así.—Dijo tomando la camisa que Kariya traía puesta, acercándolo hacia él.—¿Y recuerdas qué me dijiste?

Masaki quedó en silencio por unos segundos.

Su cabeza estaba dando vueltas por todos lados, parecía estar en el paraíso una vez más al poder observar esos hermosos ojos azules que tanto se asemejaban al cielo.

Su cielo.

Entonces lo recordó, aquella frase que le había dicho hace meses atrás al mayor.

Abrió la boca con cuidado, mas antes de poder pronunciar cualquier palabra, Kirino le interrumpió jalando nuevamente de su prenda.

Un beso robado.

Ese beso que por tanto tiempo estuvieron guardando.

La más pura muestra de su afecto en un roce de labios, una danza delicada, y que terminó cuando ambos comenzaron a quedarse sin aire.

Entonces Kariya sintió, y por fin lo dijo, lo mismo que hace meses atrás, terminando su frase.

—Sempai... Quédate por mí.

Hola hola!

Aquí Mili.

Quiero agradecer a todas las personas que se quedaron hasta el final con esta historia, fue un gran proyecto que nunca creí que fuera capaz de realizar jaja.

Sé que quedan algunas cosas pendientes, como el juicio sobre Shindou, pero sobre eso podrán leer en el epílogo que planeo subir pronto.

Me encantaría saber sus opiniones respecto al libro, si tienen algunas preguntas sobre este (tanto de la historia como lo visual), etc, para responderlas en una nota de lo que sería ya lo último de esta historia.

Les agradezco una vez más por llegar hasta aquí, por dejar sus votos o simplemente lecturas<3.

Sin más, me despido.

Nos vemos pronto!

Bye bye!

PD: Les dejo un pequeño dibujo, inspirado en la foto que se relata sobre Kirino cuando era pequeño junto con su madre<3.

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