Capítulo 30
Siento las manos sudorosas, es una sensación desagradable si se me permite decir.
El entrecejo duele de tanto que lo he arrugado hoy, rogando para que ninguna marca quede grabada para siempre.
Frente a mí, observo los maravillosos ojos color verde, que a la luz de cierta hora del día, se distinguen con pequeños destellos azules, es un espectáculo maravilloso.
Pero eso no es lo que veo en estos momentos.
Ahora mismo, su mirada fija en mí, no representa más que odio y ganas de desafiarme en cualquier batalla absurda para probar que él es el mejor, y yo soy débil.
Pero claro que no soy débil.
Vamos, Akio, ya hemos vivido esta escena antes, cuando ambos éramos unos niños bajo el control de quién me enseñó tanto y a la vez casi me arruina la vida; Kageyama.
—No quiero pelear contigo.—Confieso. Fudo procede a hacer una mueca de desagrado de inmediato, como si sintiera asco ante mis palabras.
—¿Te crees lo suficientemente bueno como para pedirme compasión?—Ríe.—¿O acaso solo me estás subestimando?
Está a unos pocos metros de mí. Entonces, decido hacer un movimiento rápido en un intento por movilizarlo. Él evidentemente es más ágil y rápido, y en un abrir y cerrar de ojos me esquiva para luego aprisionarme de espaldas.
Siento un líquido caliente correr por mi cuello, y una pequeña presión en la misma área.
—Mírate, el gran Yuuto Kidou sangrando al mínimo roce.—Mi respiración aumenta, de cierta forma lo sabía, Akio ya me había atacado antes, y ahora colocaba el mismo cuchillo en contra de mi garganta.—¿De verdad serás tan fácil de derrotar? Por favor, dame algo más de acción, deléitame.
Entonces vuelve a reír, y siento como guarda el cuchillo dentro de uno de sus bolsillos, luego se inclina, y de repente siento un contacto húmedo en la zona atacada; Akio estaba lamiendo la sangre de mi herida.
La piel se me erizó al instante del extremo contacto. Ardía, pero al mismo tiempo, se sentía cálido.
—¿Sabes algo que siempre quise hacer?—Me preguntó, una pregunta retórica, de esas que sabes él terminará de responder. En ese momento, siento como dobla mis piernas con un movimiento, haciéndome caer de rodillas frente a él.—Verte de esta forma, tan miserable.
Una vez más, vuelve a reír.
Se inclina sobre mí, tomándome de las muñecas para evitar mi escape. Siento su respiración frenética, al igual que esos verdes ojos que ahora están siendo teñidos por destellos violetas, destellos de Alius.
No quiero admitirlo.
Creo que estoy perdido.
—¡Endo!—Gritó Goenji al escuchar un cuerpo caído al piso y divisar al extrovertido de bandana anaranjada.
Él y Kazemaru, ahora estaban en el piso, inconscientes.
Shuuya se levantó de su lugar, sabía que esa no era exactamente su misión en ese momento, pero necesitaba ir a revisar el estado de Mamoru e Ichirouta. No era normal que, de la nada, ambos hubieran caído así.
—Endo.—Llegó a su lado, el castaño había caído sobre el cuerpo del peli-azul, así que con algo de dificultad se encargó de separarlos y que ambos quedarán recostados. Por suerte, pudo observar que ambos aún respiraban, aunque uno de los dos se encontraba en peores condiciones que el otro.
El cuerpo de Kazemaru sufría pequeñas convulsiones cada ciertos minutos, sudaba frío, pero al mismo tiempo, ardía en fiebre. En cuanto a Endo, solo tenía un par de rasguños en el cuerpo.
En eso, Goenji se percató de la mano del ex-portero, que brillaba intermitentemente en tonos violeta. En su palma, yacían restos del meteorito, el cual se había reducido a unos cuantos trozos pequeños, pero que aún conservaban su poder.
Entre todo eso, pudo observar en la parte de la nuca del portero lo que parecía una pequeña y casi imperceptible aguja plateada, de apenas un par de centímetros, y que podía pasar fácilmente como alguna basura del lugar.
—Vesícula biliar 20...—Soltó, captando al instante que aquel objeto, estaba perfectamente posicionado en un punto del cuerpo utilizado en acupuntura y otras prácticas para dormir a las personas.—Vamos, despierta.—Retiró la aguja, que una vez fuera se veía de unos 5 centímetros, guardó los trozos del meteorito en uno de los bolsillos de su chaqueta, y, no sutilmente, comenzó a sacudir a Endo para que abriera los ojos.
Ser padre le había quitado la poca paciencia que tenía, pobrecito.
—¡Endo!—Gritó, por suerte, segundos después el moreno consiguió despertar, con un inmenso dolor de cuello de por medio.
—Kazemaru...—Balbuceó, aún adormilado.—Kazemaru... ¡Kazemaru! ¡¿Dónde está Kazemaru?!—Se levantó de inmediato, casi cayendo en su lugar al instante debido a un inmenso mareo que le invadió ante el brusco movimiento.
—Está a tu lado, idiota.—Respondió Shuuya, tan carismático como siempre.—Está inconsciente, hay que sacarlo de aquí.—Centenció. Mamoru asintió de inmediato, y entre ambos adultos, llevaron a Kazemaru al lugar donde se encontraba Fubuki.
—No lo despiertes.—Le ordenó a Shirou.—Su cuerpo está teniendo los efectos secundarios de haberse sobre exigido tanto con el meteorito, será peor si despierta. Además, no sabemos cómo reaccione si lo hace.
El peli-plata solo atinó a asentir, observando como Goenji y Mamoru se iban una vez más.
Esta vez contra Nagumo, Fuusuke, Hiroto y Midorikawa.
Tal vez ese pequeño detalle de cálculos no sería tan fácil de superar.
Volviendo con Kidou y Fudo, la escena no había cambiado demasiado. Yuuto ni siquiera se había percatado del incidente con Kazemaru y Endo, su mente estaba enfocada en otra cosa.
Su mente estaba enfocada en tratar de escapar del agarre de Akio, quien ahora lo tenía atrapado contra su cuerpo apretándole la garganta; Yuuto poco a poco se quedaba sin aire.
—Fudo...—Intentaba hablar, suplicando a sus pulmones que aguantaran un poco más.—Reacciona, maldición... Reacciona.—Sus cuerdas vocales sufrían más y más a cada segundo, debía terminar con esto lo antes posible, por su salud, y la de Akio, sus músculos no aguantarían mucho más sin desplomarse, al igual a cuando eran solo unos niños, y el cuerpo de Sakuma se expuso tanto, que dejó de funcionar.
No quería que eso sucediera con su pareja, con Fudo, ni con ninguno de sus amigos.
No quería hacerlo, pero el oji-verde no le estaba dejando mucha más opción.
—Akio...—Tosió.—Perdóname...
Entonces, hizo un movimiento con su pierna izquierda, golpeando el muslo interno del de piel más clara. No le había dolido en absoluto, la verdad es que el poder de la Aluis ayudaba a anestesiar bastantes partes del cuerpo, la adrenalina corría tan fuerte por sus venas que dejaba de sentir cualquier cosa que pudiera interrumpir en su afán por ser el más fuerte. Sin embargo, sirvió para que Kidou lograra desestabilizarlo, y de esa forma, agarrarle del brazo que lo mantenía preso, aflojándolo, rematando con un golpe de cabeza de lleno en la nariz de Akio.
Kidou logró liberarse, y ahora Fudo estaba en el piso con la nariz, muy probablemente, fracturada.
Quedaba lo más difícil, arrebatarle la gema morada.
Pero entonces, el cuerpo de Fudo colapsó, y ya no pudo volver a ponerse de pie. Dentro de la cabeza de Akio solo se sentía un intenso sonido molesto. El dolor dentro de sus extremidades se volvió tan insoportable como agudo al mismo tiempo, sus pupilas se contrajeron, y aunque lo que más ansiaba en ese momento era gritar, sus cuerdas vocales no producían ni el más mínimo sonido.
—¡Fudo!—El adultos de googles color verde se aproximó lo antes posible ante el cuerpo que yacía desplomado en el piso. Intentó abrazarle, mas el más mínimo contacto hacía que los músculos se contrajeran provocando calambres insoportables en todas partes.
¿Pero, por qué ahora?
¿No se supone que con la Alius, no deberían sentir dolor? ¿No debían ser invencibles?
Los orbes color verde esmeralda se tiñeron de un ligero color rojo. El castaño oscuro no conseguía hablar, sin embargo, Kidou era capaz de ver todo el dolor que estaba sintiendo en ese momento.
—S-Sálvame...—Suplicó con sus últimas fuerzas. El chico a su lado por primera vez no sabía que podía hacer. Si tocaba el cuerpo de Akio, éste se rompía, pero si no lo hacía, terminaría rompiéndose de todas formas.
¿Entonces qué?
¿Qué quedaba para él?
Se sentía como si estuviera entre la espada y la pared, pero algo en él le hizo moverse de inmediato: Fudo, ante tanto dolor, ahora trataba de ahorcarse, apretando de su cuello lo más que pudiera. En ese momento, el problema moral de Kido dejó de tener importancia. Intentó retirar las manos del cuello de su novio, sin embargo este aún tenía demasiada fuerza, como si no pudiera controlar ya sus movimientos y la única opción viable fuera eliminarse.
Tal vez esa había sido la orden en sus cuerpos todo este tiempo.
Si su misión fracasaba, cada uno se eliminaría para no dejar ningún testigo.
Mierda.
Ahora todos estaban en peligro.
—¡Endo, Goenji!—Les gritó a sus compañeros que estaban pocos metros más allá.—¡Tengan cuidado, inmovilícenlos antes de quitarles el meteorito, no importa qué!
Entonces, como si su vida dependiera de ello (que, realmente, así era), tomó la cuerda en el cuello de Akio, y comenzó a tirarla hasta romperla, dejando una marca roja en su mano debido a la fuerza, pero era lo que menos importaba en ese momento.
Pudo ver los ojos verde esmeralda dilatarse al instante, llenándose de lágrimas retenidas.
—Ven...—Susurró el de googles, retirando con cuidado las manos de su novio.—Ya estás bien, tranquilo... Ya estoy contigo...
Segundos más tarde, Fudo perdió la conciencia sobre los brazos del castaño claro.
Estaba agotado, pero al mismo tiempo, aliviado.
Su pesadilla había terminado.
Entonces, mientras el castaño claro arrullaba al castaño oscuro, pudo darse cuenta de un pequeño detalle: la gema era casi imperceptible, se había consumido casi por completo.
Su mente conectó los cables de inmediato.
Claro, allí estaba.
Si el meteorito comenzaba a consumirse, se utilizarían los últimos poderes de este para eliminar a la persona que lo poseyera, y así eliminar cualquier testigo o evidencia.
Chasqueó la lengua, más que enojado. Shindou en todo momento solo los vio como un arma, un objeto, sometiéndolos a una misión suicida.
Siento gotas de sudor bajando por mi sien, el calor es algo casi insoportable gracias al incendio que hay detrás.
Si no nos apresuramos, las llamas terminarán consumiendo todo el lugar, y con eso, también a nosotros.
Volteo a observar rápidamente a Shirou, quién se encuentra apartado de la escena y cuida de Kazemaru; justo ahora, percibo que Kidou lleva a Fudo hacia el mismo lugar.
Por favor Fubuki, protégelos, eres el único que puede hacerlo.
Y por favor, protégete, yo te protegeré, no puedes faltarle a Hyoga, a los niños.
No puedes faltarme a mí.
—Goenji, concéntrate.—Advirtiò Mamoru; Nagumo y Suzuno están frente a nosotros.
—Me molesta que esto sea tan largo.—Oigo a Haruya. Luego chasquea la lengua, y muestra sus dientes en una pose desafiante.—Creo que ya es momento de ponerle fin.—Ríe—Vamos, Gazzele.
Entonces, fuego y hielo se abalanzan contra nosotros, e inmediatamente siento una presión y dolor intenso en la parte derecha del abdomen.
Dirijo la mirada por reflejo.
Mierda, me apuñalaron.
Y ni siquiera tuve tiempo para moverme.
—Creo que solo puede haber un goleador de fuego, ¿Sabes?—Haruya está en mi oído, se enorgullece de aquello que acaba de hacer, y siento como entierra más y más el arma.
Siento la bajada de presión sanguínea al instante, por suerte, Nagumo no ha sacado el cuchillo de mi interior, en ese caso ya estaría desangrado en el piso.
No quiero que Fubuki vea esto, por favor, Shirou, no me mires, no voltees.
Por favor.
Por favor cuida a Hyouga.
Prometo que todo estará bien.
Pero por favor, solo cuídalo por mí.
Trato de moverme para alejarme de Nagumo, sin embargo, mis movimientos son torpes, y por poco caigo al piso.
Observo a Mamoru, él también está acorralado, Fuusuke lo tiene con un arma en el cuello, al más mínimo movimiento, podría cortarle y, potencialmente, morir.
Mierda.
Creo que estamos perdidos.
Pero no quiero estar perdido.
Poco a poco, la temperatura de mi cuerpo va bajando, siendo algo de frío y los labios secos, la sangre de mis mejillas disminuye.
—¿Qué harás ahora, Goenji Shuuya?—Una vez más, es Nagumo.—Me encantaría poder matarte en este momento, pero no nos tienen permitido una muerte rápida e indolora.—Se alza de hombros.—De todas formas, ahora te volverás tan frágil como una hoja de papel.
Entonces me empuja, demostrando lo que acaba de proclamar, y yo caigo al suelo.
—G-Goenj- —Oigo a Mamoru, su garganta está lastimada, no consigue hablar con claridad.
—Cállate.—Ordena Suzuno, Endo hace un quejido, supongo que el peli-blanco acaba de apretar más contra su cuello.
Dios, qué pesadilla.
Siento el sabor de la sangre en mi boca, esto no es nada bueno, no es una buena señal.
—Tengo muchas ganas de pisarte la cara, ¿Sabías?—El peli-rojo vuelve a reír, y veo cómo se acerca hasta dicha parte de mi cuerpo.—Creo que podría hacerlo.
Solo me resigno a esperar el golpe, o lo que sea que a Nagumo se le ocurra. Mi alrededor se vuelve borroso, y cada palabra comienzo a escucharla con eco, como si estuviéramos en una cueva y cada cosa que dijéramos retumbara en las paredes.
Cierro los ojos.
Entonces, escucho un disparo.
Que resuena en mis oídos, un eco interminable.
Un momento, ¿Por qué escuché un disparo?
¿De dónde provino?
Abro los ojos.
Haruya está frente a mí, observando la palma de su mano.
—Fubuki...—Escucho decir a Endo.
Fubuki.
Fubuki.
¿Por qué Fubuki?
¡Maldición, ¿Qué pasó con Shirou?!
Trato de levantarme, más el mareo en mi cuerpo es insoportable y no logro incorporarme.
Entonces siento un cuerpo caer al piso.
Volteo con dificultad.
Es Haruya.
Haruya está en el piso, su boca está repleta de sangre.
¿Y Shirou?
—No vuelvas a meterte con mi familia.—Le escucho decir. Luego ríe, Dios, su risa es tan suave y maravillosa.—Creo que esta vez yo te salvé a ti.—¿A qué se refiere? Volteó hacia el lugar de donde proviene esa melodiosa voz, ahí está, casi como si fuera un ángel.
O tal vez la falta de sangre en mi sistema ya hizo que comience a alusinar.
No, sin duda es un ángel.
Mi ángel.
Mi ángel tiene una pistola en la mano.
Un momento, ¿Por qué mi ángel tiene una pistola en la mano?
—Sé que tienes muchas preguntas ahora, pero, solo para que lo sepas, es de Atsuya.—Dijo apuntando al arma. Luego se inclinó hacia Nagumo, a quien escucho respirar con dificultad, hasta llegar a su cuello. Ya entiendo, le está quitando la gema.—Uno menos.
Uno menos.
Uno menos.
Uno.
¡¿Y Suzuno?!
Siento recobrar todas mis fuerzas en segundos, al mismo momento en que observo a Fuusuke acercarse a nosotros, de manera apresurada, corriendo, y con una clara expresión de ira en su rostro.
Planea matarlo.
Mierda, planea matarlo.
Entonces me abalanzo contra Shirou, dispuesto a recibir el golpe.
Pero el golpe nunca llega.
En su lugar, oigo otro cuerpo caer al piso.
Abro los ojos, Shirou hace una expresión de asombro, pero al mismo tiempo, alegría.
Observo de dónde provino el ruido.
Fuusuke está en el suelo.
—¡Gané!—Escucho una voz entusiasta. Es Endo, mostrando los dientes en una gran sonrisa, alzando un objeto morado y brillante.—Le quité la gema en el momento que Fubuki disparó a Nagumo, ya que perdió concentración y casi ni se dio cuenta, el nudo en su cuello casi estaba desatado, solo tuve que jalar un poco.—Hizo una pausa, defendiéndose a pensar unos segundos.—Lo que no entiendo es porqué se desplomó en el piso, juro que no le hice nada.
—Su cuerpo...—Comienzo a decir, mi garganta también está desgastada, y tengo que toser unas cuantas veces antes de continuar.—Su cuerpo estaba al límite.
—Y el tuyo también, Shuuya.—Agrega Fubuki. Tiene razón, me estoy desangrando, no sé cuántos minutos más me queden.—Descuida.—Deposita un beso en mi frente, con delicadeza.—Te pondrás bien, ellos ayudarán.
Me quedo pensando.
¿Quienes son ellos?
Pero entonces, mi cuerpo decide dejar de funcionar.
Llegué a mi límite.
Hola hola!
Aquí la autora-kun.
Realmente no suelo dejar notas en mis historias, pero quería agradecer a todo aquel lector que ha seguido la historia hasta este punto, Q×M llegó a +1K de votos, ¡Muchas gracias!
Nunca creí que esta historia pudiera llegar a tanto (que, además, originalmente iba a ser un One-shot JJAAJA).
Aprovecho para dejarlos invitados leer una nueva historia que estoy escribiendo, se llama Photograph y se trata de un TakuRan, en esta Takuto si es un solecito como todos conocemos<3.
Sin más, ¡Nos vemos en el, quizás, penúltimo capítulo de esta historia!
Bye bye!
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