Capítulo 20

— El gran "Dios de la batuta" cometió un error en su estrategia. — Murmuró el chico con complejos de gato, con los ojos fijos en el papel y las manos entrelazadas bajo el mentón.

Tenían un fallo del asesino, una prueba que lo delataba, tal vez no era la gran cosa, pero al mismo tiempo, era una de las piezas clave para poder comprobar la inocencia de la madre de Kirino.

Y ahora, todo se resumía a eso.

— Bien, eso nos da algo, pero... — Titubeó el peli-verde, volteando a mirar a su pareja. — ¿Hay alguna forma de demostrar lo que Kirino-kun dice? — Quedó pensando en sus palabras. — ¡No me malinterpreten! Yo si le creo, pero, bueno, no sabemos si el juez también lo haga, ¿No hay alguna forma de probarlo?

— ¡Las pruebas irrefutables! — Mamoru gritó entusiasmado, parándose del asiento donde antes estaba.

— Sí, sí, eso, cálmate fútbol maniático. — Fuusuke acarició su entrecejo, cansado, después de todo, ya era bastante tarde y el día había sido estresante. Miró hacia el castaño, levantando ambas cejas. — Tus diálogos han sido bastante flojos últimamente eh.

— Me suelen utilizar solo para frases sueltas y romper la cuarta pared. — Un aura depresiva le rodeó, mirando hacia el piso con un ligero puchero en sus labios.

— Claro, lo normal, la única vez que tuviste protagonismo en la historia Kirino se desapareció por casi toda la noche, ¿Qué esperabas? — Atacó el albino, y vamos, razón no le faltaba.

— Hay una forma. — Interrumpió el peli-rojo de ojos color jade, ignorando por completo la plática que sostenían Suzuno y el moreno. — La carta.

— ¿La carta? — Repitió el oji-cyan, arrugando la frente un poco, no lograba entender qué era lo que aquel relato de su madre podría aportar, ya que allí no había nada escrito que delatase a Shindou, si no todo lo contrario.

— Verán, hay ciertas diferencias entre las escrituras de personas zurdas y diestras. — Antes de que el mayor castaño pudiera abrir la boca para preguntar, Kiyama se le adelantó. — Me refiero a las personas que escriben con la izquierda y la derecha. — El moreno asintió. — Como aspectos generales, se dice que las separaciones entre palabras son irregulares, ya que ellos al momento de escribir se les dificulta ver las palabras que ya antes han escrito, porque su mano pasa por encima de éstas. Además. — Acomodó sus lentes un poco, apoyando su mano izquierda en la mesa, haciendo movimientos de izquierda a derecha. — Este mismo gesto hace que la tinta del lápiz o con lo que haya sido escrito, se corra hacia el otro lado, dejando rastros en la hoja. — Levantó la mirada, fijándose en Kirino. — Si logramos que alguien analice todo esto, un experto, podemos tomarlo a nuestro favor.

— Está bien, tenemos eso. — Interrumpió Kariya. — Podemos comprobar que el supuesto suicidio de Kirino-sempai no tiene sentido, pero... — Apretó los labios. — ¿Cómo hacemos para culpar a Shindou?

— Primero hay que dar con su paradero... — Sugerió el peli-rosa, y tenía razón, al fin y al cabo el ex-capitán del Raimon se había cambiado de escuela. — Endo-san.

— Gassan Kunimitsu. — Se adelantó, centrando su vista en el celular que traía entre manos. — Esa fue la escuela a la que se transfirió.

— Gassan Kunimitsu... — Repitió Masaki, arrugando su frente. — Un momento, ¿Esa no es la escuela a la que asiste el novio de Kurama-sempai?

— ¿El novio de... — Ranmaru quedó pensando unos momentos en las palabras del menor, luego de atar ciertos cabos, rió. — ¿Te refieres a Minamisawa? — El oji-ámbar asintió. — Sí, tienes razón... — Entrelazó sus manos, apoyando el mentón en éstas. — Pero la verdad es que no sé si él pueda ayudarnos con eso... No sé qué tan efectivo sea contar la historia a más personas...

— Sempai. — Sin pensarlo dos veces, posicionó su mano sobre la del peli-rosa. — Sé que es difícil, pero, puede que él pueda ayudarnos en esta oportunidad, además, no es necesario que le cuentes todo, es solo saber sobre Shindou, sobre los entrenamientos, tal vez podemos intentar que confiese de alguna manera luego de estos, o seguirlo hasta antes de que llegue a su casa, ver hacia dónde se dirige-

— Creo que ya entendimos tu punto, Masaki. — Interrumpió la madre del menor con complejos de gato. — Kirino, solo hazlo si te sientes seguro, no te pasará nada, estás protegido, lo sabes. — Vio al menor desviar la mirada, asintiendo levemente. Suspiró, a veces su hijo podía ser algo insistente con las cosas que le importaban, hasta el punto de emocionarse sin darse cuenta. — Se está haciendo tarde, quizás lo mejor sea que se queden en casa esta noche también, además, es divertido tener el hogar con tantas personas de vez en cuando. — Sonrió.

Dicho y hecho, así lo decidieron, sin mayor problema, al fin y al cabo las habitaciones ya estaban designadas (exceptuando a Haruya, quien una vez más dormiría en el piso de la sala de estar, pero bueno, detalles.)

[...]

El reloj de la habitación estaba a punto de marcar las 00:00hrs., absolutamente todos dentro de la morada de Hiroto y Midorikawa ya estaban en sus respectivos cuartos, últimamente los días estaban siendo demasiado agitados y cargados de estrés, y no era para menos.

La casa estaba en absoluto silencio, con nada más que el constante tic-tac del reloj de fondo, en casi completa paz, sin embargo, su cabeza estaba centrada en otra cosa, no conseguía conciliar el sueño, en un principio creyó que se debía a lo incómodo que era para su espalda dormir en el piso, todo porque su reina de hielo no le dejaba dormir con él en el sofá, quién sabría qué mosca le había picado en ese momento, tampoco es que le diera mayor importancia, aún así, los minutos y horas seguían pasando, y seguía sin conseguir quedarse dormido.

Una conversación ajena se repetía una y otra vez en su mente, cosa que había escuchado de casualidad al regresar del cuarto de los dueños de la casa en busca de cobijas y un par de almohadas, conversación que comprometía a nada más y nada menos que al entrenador del equipo Raimon, Endo Mamoru.

Flash Back

"La vida en pareja es divertida"

"Van a disfrutar mucho juntos"

"Son el uno para el otro... No, la verdad no, son completamente distintos"

Estúpido cubo de hielo, ¿Y ahora qué le hice para que me mande a dormir en el piso una vez más? No es bueno para la espalda, aunque claramente eso a él le importa tres pepinos.

O un pepino,

Mi pepin-

No, Haruya, basta, no es momento para eso.

Como sea, al menos esta vez tengo algo más para mi cama improvisada y no morir de hipotermia durante la noche, Ryuuji se quedó sin almohadas para él, pero bueno, tiene a Hiroto, de algo que sirva el vampiro con gafas.

Antes de llegar a la sala de estar, paso por la cocina, me apetece un vaso de leche, dicen que es bueno para dormir, y vaya que lo necesito. Ya casi todos están dormidos, así que no puedo hacer mucho ruido ni encender las luces, a duras penas reconozco el camino mientras le rezo al de abajo para no caer.

"¿Puedo hablar contigo un momento?" Escucho a lo lejos, es la voz de Fuusuke, creí que estaría dormido ya a estas alturas, ya que cuando fui a robar las cosas a la habitación de Midorikawa él ya se había acostado y cambiado la pijama.

"Claro, ¿Qué sucede?" Responde otra persona, hablan en susurros, no es extraño, de hecho es bastante obvio, vamos, que al menos los horarios de sueño se respetan. Yo aprovecho de cerrar el cajón recién abierto en busca de un vaso para el líquido, con cuidado de no alertarlos.

"¿Lo estás protegiendo?"  Suzuno está serio, lo noto en su forma de hablar. Me apego con cuidado a la puerta que conecta con la sala, no es bueno espiar conversaciones ajenas, lo sé, pero me preocupa, no suele hablar así a menudo.

"No sé de qué estás hablando"

"No soy estúpido, Endo, puedes engañar a todos los que quieras con tu fachada de payaso distraído, pero no a mí. Ya tenías la información sobre Shindou y dónde está estudiando antes de que Kirino te preguntara, ¿Por qué no lo habías dicho ya?"

"..." Le escucho suspirar, no tiene nada para defenderse, ¿Fuusuke... Fuusuke tiene razón?

¿Endo es un traidor?

Pero, no tendría sentido, él cuida de Kirino, junto con Kazemaru lo adoptaron, o tal vez... ¿Tal vez lo hizo y aprovechó la oportunidad para tener a Ranmaru controlado de cerca y después notificarle a Shindou?

Mierda, nada está teniendo sentido ahora.

Fin Flash Back

La cabeza no deja de darme vueltas, ese estúpido sonido del reloj marcando cada segundo que pasa me está volviendo loco.

Mamoru no puede... ¿Verdad?

Él ama a su familia... Aunque, en teoría, la idea de que Kirino formara parte de ellos nació de la nada, forzando un vínculo en cuestión de semanas, sé que Kazemaru le quiere como si de verdad fuera su hijo, pero... La relación con Endo es distinta, y no es para menos, al fin y al cabo tenían una relación de alumno-entrenador, pero...

No, Endo no sería capaz de aliarse a Shindou, puede ser un idiota pero no a tal punto, o al menos eso quiero creer, esa sonrisa que le otorga a todos, desde que éramos unos niños, esos ojos llenos de inocencia y queriendo lo mejor para todos, incluso siendo rivales en el campo... No, simplemente no puede ser.

Pero no le encuentro ninguna otra explicación.

No puedo hablar de esto con Fuusuke, se supone que no debí haber escuchado su conversación, y hablar con Kazemaru sobre el tema solo pondría en juego la confianza que tiene con su pareja.

Mierda.

Me doy media vuelta, quedando en dirección al sofá donde duerme Suzuno, me gusta verlo dormir, tan tranquilo, a veces sonríe sin darse cuenta, eso ayuda a saber que mi novio sigue teniendo sentimientos y que aún no se ha convertido en un témpano de hielo, es agradable.

Cierro los ojos un momento, creo que el sueño al fin está viniendo, mas a los minutos luego de ello comienzo a escuchar un ruido, casi inaudible de no ser porque mis sentidos se han afinado al estar tanto tiempo en silencio.

Fuusuke se está moviendo, le veo quitar las cobijas de encima de su cuerpo. Rápidamente cierro mis ojos, entreabriéndolos lo menor posible para que no note que estoy despierto y que le estoy observando. Termina de retirar las mantas y se para con cuidado, él a diferencia mía siempre a tenido la facilidad para ser cauteloso, a tal punto de casi no emitir sonido.

Puede que solo quiera ir al baño, o a la cocina por algo de beber, pero la verdad es que tengo curiosidad y las horas en vela me hacen desconfiar, quizás le estoy dando demasiadas vueltas al asunto.

Sí, debería descansar.

Un momento...

Se está quitando la pijama, trae ropa distinta debajo, jeans y una camisa, ¿Por qué estás con todo eso, Fuusuke?

De debajo de las cobijas saca una chaqueta deportiva, no entiendo nada, ¿Para qué planeaste todo esto?

Cierro los ojos lo más rápido que puedo luego de ver que se estaba volteando en mi dirección luego de colocarse la capucha, oigo débilmente sus pasos acercándose, posterior a eso, un beso depositado en mi frente y el aroma a su perfume entra por mis fosas nasales.

Se aleja, yo vuelvo a abrir los párpados.

Toma las llaves que reposan a un costado de la puerta de entrada, las guarda en su bolsillo y se retira, abriendo y cerrando lentamente la puerta para emitir el menor ruido posible.

Arrugo la frente, volteando hacia el molesto reloj y su tic-tac.

01:09am.

Fuusuke, mi querida reina de hielo, ¿A dónde vas a estas horas?

El frío de la madrugada calaba por sus huesos, a pesar de nunca tener problemas con la temperatura, esta noche por su cuerpo pasaban un millón de escalofríos de vez en cuando.

Aunque tal vez no se debía al frío, tal vez era su propio cuerpo alertándole que lo que estaba a punto de hacer era algo malo, se estaba metiendo en un terreno ajeno y peligroso.

Posó ambas manos sobre su boca, creando un pequeño espacio para luego exhalar y crear algo de vapor, todo con la idea de calentarlas un poco. Posterior a eso metió ambas manos en los bolsillos de su chaqueta, sacando el móvil de dentro segundos después.

-9°C.

Bueno, eso explicaría porqué su cuerpo temblaba tanto, o al menos le daba un motivo más para creerse esa excusa barata.

Muy en el fondo sabía que los temblores no eran por eso.

Temor.

Miedo.

Un constante juego en su cabeza que le alertaba y le pedía parar y retroceder por cada paso que daba, pero que sin embargo, no estaba dispuesto a seguir ni aceptar.

Ya había hablado con Endo.

Necesitaba respuestas, necesitaba ser de utilidad para acabar con todo esto lo antes posible.

Le sabía fatal no poder decirle a Kazemaru, Haruya, o Midorikawa, por ejemplo, pero sabía que si alguno se enteraba podía significar un mayor riesgo para su familia.

Se estaba metiendo de lleno en el campo del enemigo.

Revisó el gps en su celular una vez más, alertándose de que en dos calles más debía girar, dando entrada a un callejón oscuro, lugar donde antes ya se había encontrado con cierto joven de apariencia tranquila, inocente, e incapaz de hacer daño.

Todos tenían sus propias fachadas.

Sus propias mentiras por proteger.

Un olor fuerte a alcohol y desechos entró de lleno en su nariz.

Sí, había llegado.

En el fondo de la estrecha calle, dos personas le esperaban, uno más alto que el otro, con menos poder pero indudablemente más fuerza.

— No esperaba verte aquí, Ibuki. — Saludó el recién llegado hacia el peli-blanco, sonriendo mientras bajaba levemente la mirada.

— Llegas tarde. — Interrumpió el más bajo de los tres presentes. Sin importarle mucho, se dio la libertad de mirar la hora en el celular, percatándose de que el menor estaba en lo cierto, había llegado tarde, diez minutos tarde.

— Claro, claro, lo siento. — Levantó los hombros, restándole interés al asunto, sabía que con aquello solo haría enojar a la persona que tenía en frente, pero debía actuar de esa forma  si no quería dejarse intimidar.

O al menos actuar como si no le intimidaran ese par de niños.

Bueno, uno en particular.

— ¿Para qué querías verme aquí, Shindou? — Preguntó de una vez por todas, no debía tardar, debía llegar de vuelta a su hogar lo antes posible para no levantar sospechas.

— ¿Ya pensaste en mi propuesta? — Tenía que ser sincero, esperaba esa pregunta, no había ninguna otra razón por la cual le citaran a tan altas horas de la noche. — ¿Tienes mi respuesta?

Suspiró.

Ya no había cómo regresar.

— Sí, ya tengo tu tan ansiada respuesta. — Apretó los labios, lamentándose por lo que estaba a punto de hacer, pero sabiendo al mismo tiempo de que no había ninguna otra forma para poder hacer las cosas. — Y para probar mi lealtad hacia ti, tengo noticias que tal vez son de tu interés.

— Te escucho.

— Endo Mamoru se está acercando. — Pudo escuchar a Shindou chasquear la lengua al momento de pronunciar aquel nombre. — Aunque no es algo de lo cual no hayas tenido conocimiento, eres precavido con eso y supongo que ya lo tenías previsto. — Rió por lo bajo, mostrando una débil sonrisa. — Van por información al club de fútbol de tu escuela, con la idea de atraparte luego de los entrenamientos, seguramente se hará pasar como un viejo amigo del entrenador para que nadie sospeche y que tú no puedas negarte a hablar con él.

— Es una lástima. — El castaño suspiró. — Si va a los entrenamientos lo único que encontrará será a un montón de chicos corriendo, mas no a mí. Quién lo diría, Ibuki. — Habló observando al peli-blanco detrás de sí. — Tu idea de no ingresar al club de fútbol al final sirvió de algo.

— Sé que no es mucho. — Continuó. — Pero al menos te dará tiempo para escabullirte cuando se dé la ocasión, debes tener cuidado... — Se acercó a paso lento hacia el menor. — Quieren tu confesión. — Susurró cerca de la oreja del contrario, en un volumen bajo pero lo suficientemente alto como para que solo Takuto y Munemasa fueran capaces de escucharlo, ya que si otra persona fuera capaz de oírlos, aquello supondría la muerte para aquel transeúnte que de pura casualidad se encontraba dando vueltas por ahí.

No podían dejar rastros.

No podían haber testigos.

Y por eso mismo, el mayor de los tres sabía que debía ser lo más cauteloso posible si no quería poner a su familia en riesgo.

No tenía otra opción.

Debía entregarse al enemigo.

— Voy a necesitar que me mantengas informado de cada paso que dan en la investigación. — El contrario asintió, dando la espalda con la intención de irse, mas en un ágil movimiento, Shindou se abalanzó sobre aquel que segundos antes le había susurrado, tomándolo del cuello de la chaqueta que llevaba, empuñando un afilado objeto con su mano libre, cosa que utilizó para aprisionar el cuello del mayor. — Sabes lo que pasará si me traicionas, ¿Verdad? — Hablaba ejerciendo presión, rasgando poco a poco su piel, mientras débiles gotas de sangre emergían de la herida. — Sabes que si yo caigo, tú caerás conmigo...

— Sé a las cosas que me arriesgo. — Decía con dificultad. — No voy a poner mi vida en peligro por algo como eso, ni la de mi familia. — Apretó los labios, el filo del objeto y la posición en que estaba no le dejaban respirar muy bien, no podía moverse. — Te seré completamente leal, no tienes que amenazarme con esto.

Y como si eso hubieran sido unas cuantas palabras mágicas o hechizo, Takuto le soltó, dejándole caer de rodillas al piso, tosiendo en busca de aire.

El hijo de padres millonarios rió, una sonrisa maniática, tenía todo a su favor, una cuartada creíble, cero testigos, y ahora un cómplice involucrado en el núcleo de Masaki.

No habían fallos.

Una vez más, él ganaba.

— Oh, no lo tomes como una amenaza, querida reina de hielo. — Su sonrisa se amplió al ver el cuerpo delante de sí tensarse. — Así te llama él, ¿Verdad? — Shindou miró por unos segundos a su acompañante, Ibuki Munemasa, luego suspiró y volvió a voltearse hacia su nuevo cómplice. — Tómalo como un ritual de bienvenida. — Guardó el cuchillo luego de eso, dispuesto a retirarse. — Ya es tarde... Deberías volver a casa.

La persona aún tirada en el piso se incorporó con lentitud, había recuperado el aliento hace ya bastante tiempo, sin embargo, aquellas palabras le quedaban dando vueltas.

"Querida reina de hielo, así te llama él, ¿Verdad?"

Allí fue que lo comprobó, Shindou era cauteloso, y le había estado observando desde hace mucho antes como para saber que esa era la forma con la cual le trataba aquella persona.

Su persona.

— Que tengas linda noche. — La voz del castaño le sacó de sus pensamientos, volviendo a la realidad en la que se encontraba. — Es un gusto ahora contar contigo, Suzuno Fuusuke.

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