Capítulo 16

— Sigo sin entender la diferencia entre tu plan y el mío. — Bufó Nagumo cruzándose de brazos.

— La diferencia — Bostezó, estaba cansado, el embarazo de su pareja últimamente se basaba en tener antojos a las tres de la mañana. — Es que este lo cree yo y no tú.

— Pero sigue siendo el mismo plan que teníamos de robar los archivos forenses. — Murmuró Endo cruzándose de brazos con un leve puchero, al mismo tiempo que era acariciado en los cabellos por su pareja.

— Lo sé. — Se encogió de hombros. — Pero solo por el hecho de yo haberlo creado sé que será exitoso. — Finalizó para posteriormente besar la frente de Shirou.

O al menos ese era el plan.

— ¡Aleja tu sucia humanidad de mi hermano, sayayin! — Gritó al instante Atsuya, cruzando la sala en menos de dos segundos, jalando del cabello a Shuuya para evitar el contacto entre éste y el peli-plata. — Le tocas un solo pelo en mi presencia y ya no vuelves a ver la luz del día.

— Atsuya, — Habló el mayor de los Fubuki. — Deja a Shuuya, no quiero que el padre de mi hijo se quede calvo por tu culp- — No consiguió seguir hablando, la sonrisa que traía antes en el rostro se desvaneció y sus ojos se opacaron por unos cuántos segundos, llevándose las manos a la frente y casi perdiendo el equilibrio.

Goenji y Atsuya se separaron al instante para socorrer al peli-plata, tomándolo por los hombros y espalda para no caer.

— ¿Estás bien? — Preguntó el peli-crema, era una pregunta absurda, la verdad, pues su pareja no parecía estar para nada en buenas condiciones.

Tomó sus manos con delicadeza para guiarlo hasta uno de los sofás de la habitación, ahí fue cuando se dio cuenta de que el cuerpo de Shirou estaba completamente helado, un sudor frío le cubría y su labio inferior había comenzado a temblar levemente.

Su temperatura había bajado a cero en cuestión de segundos.

— Shirou, mírame. — Al principio el menor parecía no reaccionar, sin embargo, unos cuántos instantes después sus ojos recuperaron el brillo natural de siempre, como si hubiera vuelto a conectar con el mundo. Miró a Goenji, otorgándole una pequeña sonrisa

— Estoy bien. — Comentó. — Lo siento, debe ser solo el cansancio, no tienen porqué preocuparse.

— Ven, acompáñame. — Ryuuji se levantó de su asiento, en busca del oji-gris. — Puedes descansar y dormir en nuestra habitación, no quiero que algo malo te pase.

Shirou asintió desviando la mirada hacia el piso, si era sincero consigo mismo, sentía algo de vergüenza por aquella escena, había ido a la casa de Midorikawa y Hiroto con la idea de pasar un buen rato, sin embargo, su cuerpo decidió jugarle una mala pasada, fallando cuando menos debía.

Acató a las órdenes de su amigo, muy en el fondo sabía que aquello era lo mejor, ya se lo habían dicho esa misma tarde, en la ida al doctor junto con Shuuya, una cita programada para saber cómo iba el progreso de aquel pequeño que poco a poco se desarrollaba en dentro de su vientre.

Se lo habían advertido, que un embarazo de su tipo no era algo normal ni común, un caso dentro de miles, y que su cuerpo tendría que acostumbrarse para formar el espacio adecuado para esa nueva criatura, los síntomas serían más fuertes; hormonas disparadas por cualquier parte y malestares que significarían un esfuerzo mucho mayor. Aún así, nada de eso le importó, era su hijo, el pequeño que llegaría para alegrar aún más la vida tanto de él como de su pareja.

Aunque aquello le costara un poco de su salud.

Se recostó con cuidado, movimientos lentos, dejándose arropar por Midorikawa quien se veía incluso más preocupado que el mismo Shuuya, y es que claro, ni el peli-verde ni nadie de su grupo de amigos le había visto nunca en esas condiciones, por lo general evitaban salir demasiado, por precaución, pero en el momento en que Haruya le había llamado en la noche para pedirle ayuda no lo dudó en ningún instante, convenciendo a Shuuya para que le llevara a casa de Masaki lo antes posible después de la cita medica.

En fin, solo sería un malestar, que con un par de horas de sueño y reposo cesaría.

Mientras tanto, en la sala de estar, Atsuya no dejaba de dar vueltas en círculos por todas partes, en un intento inútil por controlar su ansiedad, se había mudado a la casa de su hermano apenas se enteró del embarazo, sin importarle las quejas de su cuñado, conocía los síntomas y ya había visto a Shirou en peores condiciones, aún así, algo dentro de él no le permitía estar tranquilo, algo dentro de él le decía que las cosas no acabarían bien.

Algo dentro de él le alertaba.

— Ya se durmió. — La voz del peli-verde llegando al cuarto le sacó de sus pensamientos, volteando a mirarle al instante.

— ¿Cómo está? ¿Te dijo algo? — Preguntó alterado.

— ¿Eh? — El cuerpo de Ryuuji se tensó por unos segundos, no esperaba aquella reacción de parte del menor. Suspiró, llevando una mano hacia su mentón, haciendo memoria, luego negó con la cabeza. — No, no me dijo nada, solo se recostó y ya está.

— ¿Estás seguro?

— Que sí, hombre, — Se acomodó al lado de su pareja, dándole un tierno beso en la mejilla. — Shirou estará bien, ahora está descansando.

Decidieron dar por terminada la plática, al menos ese tema, para relajar el tenso ambiente que se había formado producto de lo anteriormente vivido.

Atsuya por su parte también tomó asiento en uno de los sofás del lugar, aunque el rápido compás que llevaba con su pie izquierdo le delataba por completo. Estaba callado, inclinado hacia adelante y con los codos apoyados en las rodillas.

Vamos, que se estaba comiendo la cabeza por dentro.

— ¿Para qué necesitan esos documentos? — Goenji rompió el silencio, centrándose en el tema principal del porqué los habían llamado la noche anterior. Ya sabía el plan, tenía conocimiento de éste, sin embargo, necesitaba las razones del porqué era tan importante obtenerlos, a fin de cuentas, el cuerpo de esa mujer llevaba enterrado meses bajo tierra y el caso también se había cerrado.

— Mi madre fue inculpada. — Soltó de golpe el peli-rosa. — Su caso se cerró como un suicidio, según lo que Hiroto-san y los demás me informaron. — Desvió la mirada. — Pero, yo sé que no fue así, yo sé que en realidad a ella la mataron, — Su tono comenzó a bajar, sus ojos poco a poco se opacaban. — Lo sé porque conozco a esa persona... Conozco lo que sería capaz de hacer si alguien se enteraba... Y mi madre ya había descubierto demasiado...

— ¿A qué te refieres con eso, Sempai? — Posó su mano sobre la del oji-cyan, en una especie de apoyo hacia el mayor, bien sabía que el tema le afectaba. Con mucho temor, se aventuró a preguntar algo que el más alto nunca había querido responder, algo que guardaba bajo llave, pero que sin aquello, no podrían avanzar mucho. — ¿A qué te refieres con "si alguien se enteraba"? — La mano debajo de la suya se tensó. Masaki la agarró con más fuerza. — Kirino-sempai... ¿Qué sucedió aquel día, cuando los encontré en el parque?

Los ojos de Ranmaru se abrieron de par en par, no le gustaba ese recuerdo, sabía a lo que el peli-aqua se refería, él había visto y grabado la discusión entre ambos, había grabado lo que fue el desencadenante de todo.

El desencadenante de que ese día él intentara quitarse la vida.

— No tienes que contarlo aún si no quieres o no te sientes preparado. — Se adelantó a hablar Hiroto. — Es un tema difícil, ¿No?

— Yo... — Sí, era díficil, era inmensamente difícil.

¿Cobarde?

Levantó la mirada, encontrándose con Kariya en seguida, se le veía preocupado, pero al mismo tiempo, demostraba seguridad, seguridad que estaba intentando transmitirle a Ranmaru. Tenía el ceño ligeramente fruncido, y con casi nada de duda en su mirada.

Tal vez llegó la hora de la verdad.

— La historia es un poco larga de contar, la verdad. — Rascó por detrás de su nuca. — Pero... Creo que puede resumirse en que, esto... — Cerró los ojos, tenía miedo, tenía miedo de lo que aquello pudiera provocar a futuro, su mente le frenaba a contar la verdad, aunque sabía que esa sería la única solución. La única solución que le daría paz a su madre. Tomó una gran cantidad de aire, aguantando la respiración por unos cuántos segundos, luego continuó con el relato. — No quiero decir su nombre aún, aunque sé que todos aquí serán capaces de reconocerlo.

— Hazlo como tú te sientas más cómodo, está bien. — Habló Kazemaru, acercándose al oji-cyan para darle apoyo, tomando su mano libre.

— Bien... — Suspiró. — Para ponerlos en contexto, yo estuve dentro de una relación por unos cuántos años con una cierta persona, yo le quería y amaba mucho, y bueno, él decía hacer lo mismo... El tiempo fue pasando, nosotros íbamos a viajes fuera de la ciudad, mamá se ponía muy contenta porque me veía, ella confiaba en él, pero, creo que la confianza que tuvo fue demasiada... Ella siempre decía que él era un buen chico, y yo nunca fui capaz de contradecirle... — Sus ojos picaron, las lágrimas poco a poco comenzaban a asomarse. — Pasábamos mucho tiempo juntos, y en una de esas tantas veces, él... Él me golpeó... — Su voz se quebró. — Y-Yo no supe cómo reaccionar en ese momento, nunca antes había sucedido, e incluso, incluso le denfendí, lo justifiqué, justifiqué su agresión y me culpé a mí en su lugar... — Cerró los párpados, con la cabeza hacia el piso, sintiendo las saladas lágrimas bajar por sus mejillas. — C-Creí que yo había tenido la culpa, y callé, no dije nada, pensando en que aquello no volvería a suceder, que solo sería una vez y ya, ¡Me prometí a mí mismo tratar de ser lo mejor para él, así no se enojaría ni explotaría en ira por mi culpa! — Quería parar, aquello dolía, dolía demasiado, era una herida que nunca fue cerrada completamente, y que ahora estaba siendo nuevamente abierta.

Bien es cierto que hay ciertas heridas que necesitan abrirse una vez más para lograr el cierre definitivo.

Sintió una mano en su espalda, era Ichirouta quien trataba de darle su apoyo, sin articular ninguna palabra. Volteó a verle, aunque le era un poco difícil debido a la gran cantidad de lágrimas acumuladas en sus ojos. El agarre en su mano por parte de Masaki también se intensificó, y mirando esta vez al menor, ambos asintieron.

Debía hacerlo.

Tenía personas que le querían y apoyaban en todo momento.

Estaba preparado.

Tomó aire una vez más y continuó hablando.

— Claro que me equivoqué, y la relación nunca volvió a ser igual, se había roto, más de lo que ya estaba... Las agresiones por su parte nunca pararon, y poco a poco comencé a sumergirme en un mundo oscuro, donde él era el centro de mi universo pero al mismo tiempo también era el causante de todo lo mal que me estaba sintiendo... Discutía con mi madre, quién solo trataba de averiguar qué era lo que me estaba pasando, yo llegaba a casa con heridas en distintas partes del cuerpo, cosa que siempre traté de ocultar, y más de una vez ella descubrió... Aún así siempre le mentí, no era capaz de decirle la verdad... Durante todo el tiempo que estuve en pareja, traté de acabar con mi vida tres veces... De las cuales dos de ellas mi madre nunca se enteró, al menos no a tiempo, bien se sabe que el dinero compra hasta el silencio... — Relamió sus labios. — Masaki me descubrió, a mí y a él, el día de la última vez que intenté quitarme la vida, estábamos en el parque, discutiendo... — Suspiró. — Discutíamos porque yo estaba cansado de sus abusos, y quería terminar con la relación, cosa que claramente no fue de su agrado.

— Así que por eso comenzó todo... — Murmuró el peli-aqua, recordaba la escena con claridad, solo que aquel día no había conseguido llegar a tiempo para presenciar el inicio del conflicto.

— Sí, así comenzó... Luego él enfureció, me gritaba cosas de las cuales la verdad es que no recuerdo, pero... Hay una cosa la cual nunca se me pudo olvidar... Mientras discutíamos, sentimos un ruido proveniente de los arbustos, él decidió retirarse por precaución, nunca dejaba que nos vieran en público siendo novios, creo que sus padres ni siquiera se enteraron de nuestra relación, ya que él siempre lo negaba para mantener su imagen perfecta ante el mundo... En fin, antes de retirarse, se inclinó hacia mí, y me advirtió que si algo sucedía, si alguien se llegaba a enterar, las consecuencias serían fatales... Luego de eso se fue y Masaki apareció...

— Y vinimos a mi casa, estabas alterado, supongo que fue por la discusión. — El peli-rosa asintió. — Me compraste un pastel y llegamos aquí, hasta que te pregunté sobre Shindou, te dije que los había visto.

— Y el mundo de me vino abajo... — Interrumpió, sin siquiera darse cuenta que Kariya acababa de revelar la identidad de su agresor. — Sentí que no tenía escapatoria, si tú ya estabas enterado, sería cuestión de tiempo para mi madre también lo supiera, junto con Hiroto-san y Midorikawa-san, evidentemente... Las palabras de Takuto no salían de mi mente, no quería que nadie pagara por mis actos, y me rendí... Sentí que era el único capaz de frenar todo lo que estuviera ocurriendo, porque aunque contaras la historia, yo ya estaría muerto, o bueno... Al menos ese era el plan... Pero me encontraron antes de poder concretarlo. — Desvió la mirada hacia el piso, una sonrisa nostálgica se dibujó en sus labios. — Creo que nunca voy a poder saber quiénes fueron las personas que me salvaron, pero aún así, les estoy eternamente agradecido. — Esta vez alzó la mirada, echando un vistazo rápido a todos los que de encontraban en la sala. — Porque gracias a ellos, ahora tengo el apoyo y cariño de personas maravillosas, — Se centró esta vez en el peli-azul. — Y una nueva familia.

Al momento en que todo aquel relato finalizó, pudo sentir como un gran peso abandonaba su cuerpo, era una atadura menos, un recuerdo que tal vez, al fin, podría comenzar a sanar.

Era el inicio de una nueva etapa.

— Claro que lamento lo de mi madre. — Miró a Goenji. — La hecho mucho de menos, y no puedo evitar culparme por lo que le pasó... Pero, aún así, sé que puedo darle justicia, quiero intentarlo, quiero hacer todo lo posible para que ella pueda descansar y que se sepa la verdad. — Tomó aire, había hablado demasiado y aquello le había cansado un poco. — Por eso necesitamos los documentos, ella no tenía ni la menor idea de cómo utilizar un arma, quiero pensar que podremos hallar algo que pruebe su inocencia en los registros sobre su cuerpo. — El peli-crema asintió.

— Eres muy valiente, Kirino. — Comentó Atsuya, el relato del menor oji-cyan le había atrapado, y sin saber cómo, su ansiedad también había bajado. — Con Shirou perdimos a nuestros padres cuando éramos muy pequeños, producto de una avalancha, incluso fuimos separados por un tiempo porque mis heridas resultaron ser mucho más graves y no lograba recordar nada del suceso, me sentía solo, perdido, y también estuve a punto de rendirme, porque no sabía cómo continuar, no tenía un camino. — Se paró de su asiento. — Pero tú... Tú lograste hacerlo de la mejor manera posible, y ahora luchas por tu madre. — Sonrió. — Eso no lo hace cualquier persona, en verdad que eres muy valiente, por atreverte a contar la historia, por atreverte a salir de aquel agujero y ahora encontrarte de pie. — Los ojos de Ranmaru se abrieron de la impresión, no esperaba aquel comentario de parte del peli-naranja, a decir verdad, nunca se lo había planteado de esa manera.

Luego de eso Mamoru también se les acercó, y entre el recién nombrado, Kazemaru, Kirino y Kariya, se hundieron en un cálido abrazo (en realidad la idea original no era que Masaki estuviera allí, sin embargo, Atsuya se encargó de empujarlo en contra de su voluntad para que él también participara).

Tal vez, por fin, todo marcharía bien.

Escucharon unos pasos provinientes de una de las habitaciones, el pequeño peli-plata ya se había despertado de su siesta, y tanto su hermano menor como su pareja quisieron ir con él.

Ya saben, típica escena de película, donde todos los de la familia se abrazan y son felices mientras se escucha una alegre música de fondo.

Lástima que esta no es una película.

Lástima que la alegre música no existe.

Lástima que aquel abrazo nunca llegó.

Antes de que Goenji o Atsuya pudieran alcanzar a Shirou, el rostro de éste se tornó más blanquecino de lo normal, sus ojos se opacaron y perdió el equilibrio.

Cuerpo al piso.

El mayor de los Fubuki cayó inconsciente.

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