Capítulo 12
Siento como todo mi cuerpo pesa y arde, todo está en completa oscuridad, no soy capaz de moverme, de hecho, no soy capaz siquiera de abrir los ojos.
Lo último que recuerdo en estos momentos es el abrazo de Kariya, luego todo se vuelve confuso dentro de mi mente, recuerdo también una luz blanca, quería acercarme a ella, quería alcanzarla, por alguna extraña razón me transmitía calma, necesitaba paz, necesito paz.
Pero... Al momento de estar a punto de conseguir tocarla todo se vino abajo... Mi cuerpo falló, tal vez debido al cansancio, corrí demasiado, o al menos eso creo.
Asesino...
Esa voz de nuevo... Abro los ojos, aún viendo todo en completa oscuridad, quiero saber de dónde proviene.
Asesino.
No lo soy, basta.
Tú la mataste.
Eso no es cierto, yo no quería hacerlo, ¡Yo no quería hacerle daño!
Ahora está muerta por tu culpa.
Mierda, ¡No, las cosas no pasaron así!
Sabías que cada acción traería consecuencias, él te lo advirtió, ¿No es así?
¿Y tú qué sabes? ¡¿Quién carajos eres?! ¡¿Por qué no te vas y me dejas tranquilo?!
Eso es mucho más sencillo de lo que crees, Kirino-kun.
Y es que...
Yo soy tú.
Soy todo aquello que odias, todo lo que reprimes y tratas de guardar en un frasco, en un cofre bajo llave.
No puedes escapar de mí.
Anda, acéptalo, conozco absolutamente todos tus miedos, tus culpas... Ya nos habíamos topado una vez, ¿No lo recuerdas?
Esa vez que fuiste débil y quisiste abandonar este mundo.
Casi lo conseguimos aquella noche, pero ¡Oh, vaya sorpresa! Cuando despertamos estábamos en la camilla de un hospital.
Si eres yo entonces sabes de sobra las razones que tuve para intentarlo esa noche...
Claro que las sé, fuiste débil, el temor caló por tus huesos, recorriendo todo tu torrente sanguíneo, tenías tanto miedo de lastimar a los demás, que preferiste abandonar la partida de juego.
El problema fue que justo en ese momento te olvidaste de una de las piezas más preciadas...
Olvidaste a mamá.
La dejaste sola.
Y la sentenciaste a morir.
¿Cómo quieres que no te acuse de asesino?
Ya no puedes escapar, Ranmaru, no puedes correr ni huir, ahora eres parte de mi tablón de ajedrez, te tengo en la palma de mi mano, puedo destrozarte y manipularte a como me dé el gusto.
Pero... Si tú eres yo, entonces al hacer eso también te estarías haciendo un daño a ti mismo, ¿Qué ganas con ello?
Corromper tu alma y corazón...
De todas formas, ¿Desde cuándo importa lo que le hagamos a nuestro cuerpo?
Vaya... Tengo que admitir que en eso tiene razón... ¿Qué importa lo que le hagamos a nuestro cuerpo?
Sé que no debería decir estas cosas, sé que debería tratar de pensar positivo, tratar de ver las cosas de diferente manera y no todo negro, pero es que joder, todo lo que ha dicho es cierto.
Yo le maté... Yo le abandoné...
Shindou me lo advirtió aquella vez, el día de nuestra última pelea, cuando todo se salió de control, y-yo... Yo quería ponerle fin a todo, estaba cansado, harto de sus maltratos y abusos hacia mi persona, y después de mucho tiempo me armé de valor para enfrentarlo, o al menos eso creí, pero... Una vez más me acobardé de miedo.
Maldición, soy un gallina.
¿Y ahora qué se supone que haga? ¿Cómo continúo? O más importante aún, ¿Debería continuar?
Madre, ¿Serás capaz algún día de perdonarme?...
— Ranmaru... — Escucho otra voz a lo lejos, pero aunque intento levantarme del piso, las fuerzas me fallan. Estoy exhausto.
O tal vez sí tengo fuerzas, y es solo que no tengo energías para continuar adelante, quién sabe.
Cierro mis ojos por un momento, no tengo la intención de volver a abrirlos, quiero dormir, quiero dejar de pensar, quiero... No lo sé, solo sé que no quiero volver a ver hacia ninguna parte.
Me siento muerto.
Muerto en vida.
¿Será que sí estoy vivo?
Recuerdo las caricias de mamá en mi cara cuando era pequeño, muchas veces iba a verme en la noche para asegurarse de que estuviera durmiendo, tengo que admitir que al principio me daba un poco de miedo la oscuridad, y aunque intentaba aparentar ser fuerte, mamá siempre me descubría temblando bajo las mantas de mi cama. Me acariciaba las mejillas con sus finas y delicadas manos hasta que me quedaba dormido...
Sé que todo es producto de mi imaginación, pero incluso ahora siento como si estuviese acariciándome, pasando por mis mejillas, frente y nariz... Se siente tan bien... Tan real...
— Ranmaru... — Vaya, incluso es como si escuchara su voz. — Ranmaru, despierta, abre los ojos bebé...
No... No quiero hacerlo, si lo hago, todo el hechizo se romperá, me daré cuenta de que en realidad estoy solo y que no hay nadie a mi lado, no quiero... Déjame vivir en mi ilusión un poco más, por favor, solo un poco, o quizás para siempre.
— Ranmaru... — Ahora está pasando por mi flequillo, es muy relajante. — Vamos, no queda mucho tiempo, anda, abre los ojos Ranmaru, hazlo por mí, por mamá...
¿Mamá?
Abro los ojos de golpe.
¿Esto es real?
— Mamá...
Ahí está, enfrente de mí, con su cabello suelto y mis mismos ojos, ahora que lo pienso siempre fuimos bastante parecidos, lo cual no me molesta en lo absoluto, supongo que de mi "padre" debí haber heredado la altura o cosas así, tampoco es que me importe mucho, a fin de cuentas, él es solo un fantasma para mí, abandonó a mi madre cuando se enteró de que estaba embarazada y desde ahí desapareció del mapa.
Pero eso no es lo importante ahora.
Lo importante es la persona que tengo a mi lado en estos momentos.
Viste un vestido blanco, el cual le cubre hasta los pies, su cabello se ve reluciente, al igual que su piel, tan suave, tan delicada... Puedo notar que ya no trae las ojeras de antes, incluso se ve más joven, como si hubiera rejuvenecido al morir...
Mamá... ¿De verdad eres tú?
Sonará algo extraño, pero alrededor de ella hay una especia de aura blanca que es capaz de iluminar todo el lugar. Transmite paz, calma, es una sensación que ya he experimentado antes, algo que hace que no me quiera apartar de ella.
Al igual que la luz blanca que vi antes de caer inconsciente...
¿Madre, acaso eras tú? ¿Me estabas llamando para volver a encontrarnos?
Mi labio inferior ha comenzado a temblar al mismo tiempo que mis ojos se cristalizan, quiero abrazarla, quiero volver a sentir sus brazos, pero al mismo tiempo, me aterra la idea de que cuando lo haga todo se esfume.
— Ranmaru... — Sus ojos han empezado a derramar lágrimas, no, mamá, no quiero que llores, no quiero causarte tristeza ni pena, quiero que estés feliz, quiero que me muestres la sonrisa que siempre tenías cuando yo era pequeño y ganaba algún partido. — Al fin puedo volver a verte...
Me está abrazando.
Mi cuerpo se niega a reaccionar, estoy en estado de shock ahora mismo, puedo sentir su calor, sus caricias, siento absolutamente todo.
— Mamá... Por favor perdóname, yo no quería hacerte esto, y-yo no quería separarnos, ¡Maldición! — Correspondo a su abrazo con fuerza, mi corazón está apretado y un millón de saladas gotas caen por mis mejillas, lágrimas de impotencia, de rabia hacia mí mismo. — Yo provoqué todo esto, yo soy el culpable de que ahora tú ya no estés conmigo, ¡Fui un cobarde que no supo cómo contarte la verdad de lo que sucedía y huyó! Huí por temor a hacerte daño, a que algo te pasara, y al final terminé matándote... — Terminé la frase casi en un susurro, siento a mamá negar con la cabeza.
— Nada de lo que ocurrió es tu culpa. — Comenzó a acariciar mis cabellos. — Hay muchas cosas de las cuales yo jamás me di cuenta, y entre ambos comenzamos a perder la comunicación que teníamos poco a poco. — Intensificó más el agarre. — Cuando Takuto llegó a casa para decirme que tú habías fallecido sentí una gran culpa, eras mi tesoro, y por no ser más precavida te perdí... — ¿S-Shindou? — La desesperación me invadió, y sin siquiera investigar dejé que jalara el gatillo, yo no era capaz de hacerlo.
Me separé de ella con nada más que asombro en mi rostro.
— ¿Shindou hizo qué...? — Suspiró.
— Supongo que será la única vez que pueda contarte lo que pasó. — Desvió la mirada. — El día en que te ingresaron al hospital recibí un llamado, notificándome que te habían hallado y que tu vida corría peligro. Fui a verte, quería saberlo todo, cómo y qué había sucedido. Una enfermera me contó sobre tu expediente, y las múltiples heridas que traías en el cuerpo... — Apretó los labios. — No me hizo falta pensar mucho para darme cuenta de que las fechas de tus ingresos coincidían con las veces en que Shindou o tú me llamaban para decir que se irían de viaje... En ese momento sentí demasiada tristeza, seguía sin entender muchas cosas, pero había algo que estaba más que claro, y es que él te hacía daño... — Comenzó a jugar con mis cabellos. — Corrí a casa lo más rápido que pude, quería encontrar alguna evidencia que le delatara, algún mensaje que te hubiera enviado, cualquier cosa me servía, pero necesitaba algo para poder ir con la policía y colocar una denuncia en su contra, así tal vez estarías a salvo...
— No hubieras podido encontrar nada... Nunca me amenazaba por mensajes de texto o con otras personas estando presentes... Siempre era en privado...
— Lo sé... Estuve buscando por horas en tu cuarto, y como tú dices, no hallé nada... Pero eso no me detuvo, y mientras pasaban los meses comencé a investigar sobre abogados y todo el papeleo que hay que rellenar, el tiempo me consumió y, aunque me duele mucho admitirlo, no pude volver a verte, el trabajo me tenía más que colapsada, casi me corren en un par de ocasiones, pero continué. — Hizo una pequeña pausa. — Cuando creí tener todo listo, quise volver al hospital para estar contigo, por si despertabas del coma, mas cuando estaba apunto de salir de casa, él se presentó en la puerta... Tenía la mirada perdida, se veía diferente, y se desplomó entre mis brazos diciéndome que lo sentía mucho y que tú no habías sobrevivido... — Sus ojos se llenaron de lágrimas otra vez. — Me sentí horrible en ese momento... Y aunque quería gritar y sacarlo de casa para que lo metieran tras las rejas, no pude hacerlo... Me rompió el corazón verlo de esa forma, tan débil y frágil, y recordé todos los momentos que ambos pasaron juntos, cuando ibas a su casa de pequeños y llegabas contando que habías tenido una de las mejores tardes de tu vida, que todo había sido maravilloso... Me culpé por no haber abierto los ojos a tiempo, y él comenzó a jugar con mi mente... Me dijo que los intentos de suicidio habían sido por mi culpa, que no te sentías amado, y que por eso también siempre que algo ocurría nunca me decían nada...
— ¡P-Pero todo eso es mentira! ¡Yo nunca me sentí así, yo sé de todo el amor que me tenías! — Solté entre lágrimas, joder, ¡¿Cómo pudo haber sido capaz de decirle tales cosas a mamá?!
— Me alegro que al menos eso nunca lo dudaste. — Me sonrió, aún así, pude ver tristeza en ella. — El caso fue que de un momento a otro perdí la noción de lo que estaba pasando, no tenía idea de qué hora era, no sabía qué hacer ni cómo continuar, tú estabas supuestamente muerto, y todo lo que quería era poder tenerte conmigo nuevamente... Y entonces lo hice... Con la esperanza de que pudiéramos volver a estar juntos, al fin y al cabo siempre fuiste mi razón de vivir.
— ¿De dónde sacaste el arma? — Necesito comprobar teorías, por favor, dime que lo que creo no es cierto.
— Él me la entregó, no sé porqué en el momento no pensé en que aquello era poco usual. — Rió nerviosa. — Me la ofreció para acabar con todo, y acepté, antes de eso se retiró un momento, según él debía preparar algunas cosas antes de, cuando regresó, me entregó un papel y un lápiz para que escribiera mis últimas palabras y que no hubieran malentendidos... Demoré un poco, aunque no demasiado, creo. — Teoría comprobada, ahí está. — Ya tenía todo listo, solo que el miedo se apoderó de mí y no pude hacerlo sola... Tomó mi mano e hizo que sostuviera la pistola, él jaló el gatillo por mí, lo demás es historia.
Así que cumplió su promesa... Cumplió lo que dijo que haría si alguien llegaba a enterarse.
— ¿Dolió mucho? — ¿Pero qué clase de pregunta es esa, Kirino? Aunque lo cierto es que no se me ocurrió ninguna otra cosa para decir.
— A decir verdad no recuerdo mucho, solo el sonido del disparo y ya está, nada de dolor. — Me tomó de los hombros de golpe, mirándome fijamente. — ¡Pero no es para que lo intentes! ¡No quiero volver a verte en un buen tiempo! — Fruncí el ceño confundido, ¿Eso es bueno o malo? —No me malinterpretes, pero te amo demasiado como para dejar que tomes las mismas decisiones que yo, tú debes seguir, demuéstrale que eres mucho más fuerte de lo que él cree, demuéstrale que no podrá contigo, Shindou no ganará esta batalla.
— Pero... ¿Cómo se supone que haga eso? ¿Cómo se supone que lo haga si ni siquiera hay pruebas que lo inculpen?
— Sé que encontrarás la manera, Ranmaru, siempre haz conseguido salir adelante, mírate ahora, eres todo un hombre, además, sabes que siempre contarás con mi apoyo, aunque no me puedas ver, siempre estaré para ti.
— ¿Crees que realmente me merezca todo eso? Ni siquiera sé en dónde descansa tu cuerpo, madre... En todo este tiempo no te he venido a visitar...
En verdad que me siento un pésimo hijo.
Desvío la mirada, no puedo verle a los ojos, siento vergüenza de mí mismo. Oigo su risa, no lo entiendo, ¿De qué se ríe?
— Eso no es cierto, Ranmaru. — Me abraza. — Créeme que ya me encontraste, solo que aún no te haz dado cuenta. — Separa nuestros cuerpos levemente y besa mi frente. — Nunca creas que no mereces algo, porque lo mereces todo. Ahora anda, ve y sé feliz, sé feliz por mí, quiero verte reír, disfrutar, quiero verte con la cabeza bien en alto, que salgas adelante y que logres todas tus metas, cada cosa que te propongas. Sé que puedes hacerlo... Y recuerda, que cada vez que tengas algún momento de incertidumbre o que no te sientas suficiente, siempre tendrás a mamá para apoyarte y ayudarte a seguir. — Apunta con su dedo índice hacia mi pecho. — Justo aquí.
Sí... Siempre estaré con mamá.
— Bien, ahora ven a mis brazos y cierra los ojos, deja que te arrulle una última vez, como cuando eras un niño. — Ambos sonreímos, evidentemente me acerqué a ella.
Mi cuerpo se relaja a medida que voy sintiendo sus caricias, mis párpados pesan y un sueño gigantesco me invade, cierro los ojos, sí, me apetece dormir un momento...
— Adiós Ranmaru...
Adiós mamá...
Un momento, ¿Cómo que adiós?
Intento abrir los ojos, mas no puedo hacerlo en el momento.
Mierda, no quiero, no quiero perderla, no ahora, por favor, no quiero que esto acabe.
Abro los ojos.
Desperté.
Despierto con un intenso dolor en todo el cuerpo, que a cada movimiento que doy se intensifica más y más, ¿Me habré desgarrado algún músculo mientras corría hasta acá?
Pero, ¿En dónde estoy?
Todo está oscuro, aún es de noche, es como si el tiempo no hubiera transcurrido mientras yo dormía.
Mientras estaba con mamá...
¿Fue un sueño o fue real?
Me levanto con dificultad y sacudo mis ropas para quitar la tierra que tengan, aunque poco y nada creo que puede importar teniendo tan poca iluminación en el lugar.
Mierda, debe ser ya muy tarde, Kazemaru-san debe estar preocupado por mí.
Es hora de volver a casa.
Abro una de las grandes puertas que separan la entrada del exterior, están hechas de barrotes, algo oxidados y viejos a mí parecer.
Voy caminando por las calles, no reconozco mucho, pero voy tratando de memorizar el camino para no perderme, o bueno, no más de lo que ya estoy.
Paso por el lado de una heladería, un salón estético y una veterinaria, vale, creo que si giro por esta calle llegaré a uno de los puntos principales de la ciudad, de ahí en adelante ya conozco el camino.
Escucho el sonido de ambulancias a lo lejos, no me gusta ser chismoso, pero la curiosidad me gana aproximándome al lugar de donde provienen las sirenas.
Vaya, al parecer ha sido un choque entre dos autos, aunque no consigo ver bien, hay mucha gente alrededor.
Uno de los coches se me hace familiar... Sí, creo que el entrenador tiene uno de el mismo modelos y color.
Los paramédicos están sacando a las personas de dentro, pero qué mal rollo da esto, solo espero que se encuentren bien.
Estoy apunto de regresarme, no quiero pasar más tiempo de lo necesario en las calles, bueno, tal vez no es tan tarde. Saco mi móvil del bolsillo de mi pantalón para comprobarlo, mierda, se me ha olvidado ponerlo a cargar antes de salir de casa y se ha quedado sin pila.
Volteo mi vista al frente una vez más, están colocando a una persona sobre una camilla para trasladarlo al hospital.
Un momento... Reconozco ese color de cabello, peli-verde.
No, qué va, solo debe ser una coincidencia, pero, solo por las dudas, me acerco un poco más.
Ya hay otra persona dentro de la ambulancia, castaño oscuro.
Endo-san.
Si el entrenador estaba allí, entonces aquel peli-verde tiene que ser Midorikawa-san, mierda, y si la mamá de Kariya estaba dentro, eso quiere decir que... No, Kirino, concéntrate, él no puede estar en el coche, probablemente se haya quedado en casa con su padre, sí, eso es.
Dirijo mi mirada hacia adentro del auto.
Están sacando a la última persona.
Cabello color aqua.
Mierda, no.
— ¡MASAKI!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top