5._Mensajes
Era un día soleado. Daishinkan vestía de manera menos formal aquella jornada. Llevaba las mangas de la camisa enrolladas a la altura del codo y tenía puesto un discreto calzado deportivo. El jardín era un desastre. A donde quiera que mirase había juguetes tirados y envolturas de caramelos. Sus hijos menores corrían entre las mesas de la fiesta de cumpleaños que acababa de terminar. Los mayores intentaban poner un poco de orden.
-¡Papi!- exclamó una vocecita clara a su costado, haciéndolo ver a su lado derecho- Papi, Vados me quitó mis galletas- le decía el pequeño que corría a él para aferrarse a su pantalón.
-¡No es verdad!- exclamó Vados que apareció corriendo desde detrás de unos arbustos. Dai la vio esconder algo tras su espalda cuando él la miró.
Ella tenía ocho años en ese entonces y Whiss, que tiraba de su pierna exigiendole que obligará a su hermana a devolverle sus galletas, acaba de cumplir cinco años. Era su fiesta la que se había celebrado y nada ponía a Whiss más demandante que obtener un poco de atención.
-Has comido suficientes galletas como para un mes. Deja a tu hermana...-le decía Dai, pero Whiss rompió a llorar.
-¡Eran mías!- exclamó tan fuerte y tan desagarradoramente que todos voltearon a verlo.
Dai se sonrió porque la reacción de su hijo le pareció cómica. No se atrevió a regañarlo por su caprichosa actitud. En lugar de eso apoyo una rodilla en el suelo y descansó su mano derecha en la cabeza del pequeño para decirle que lo llevaría a comer helado. En ese entonces Whiss usaba una melena hasta el hombro y era fácil meter los dedos entre su cabello.
-¡Eso no es justo!- exclamó Vados que se aproximó corriendo a ellos y le devolvió lo que quedaba de las galletas a su hermano- Ten, siento haberte hecho llorar- le dijo con una actitud un poco cínica- Hice algo bueno, ahora llévame a comer helado también- le exigió a su padre.
-¡No!- exclamó Marcarita aferrándose al brazo de Dai- Mío- agregó con el ceño fruncido. Tenía solo dos años y a su hermana Cus casi vuelta loca corriendo detrás de ella.
-Padre...dijiste que tomaríamos el té está tarde- protestó la mayor de sus hijos casi haciendo un puchero.
-Yo también quiero tomar el té- exclamó Vasos sujetandose del cuello de Dai y empujando a Whiss en el proceso.
-Vados no seas caprichosa y ve a levantar tus muñecas- le habló Korn que sostenía un montón de platos que estuvo recogiendo.
-¿Quieres tomar el té con nosotros, Korn?- le preguntó Dai.
- Claro que quiere- dijo Cucatail que apareció de un costado abrazando por el cuello a su hermano.
-Tengo que estudiar para un examen, no puedo perder el tiempo con...
-¡Papá!- grito Mojito apareciendo desde atras- Sour de cayó en el lodo- le dijo mientras tiraba de la mano de su hermano para hacerlo avanzar. El pequeño Sour estaba cubierto de fango.
Obviamente el más callado de su prole obtuvo su interés por lo que se desató toda una pelea de los demás hermanos por ello. Dai siempre sonreía, era un hábito, pero reír era algo que no solía hacer a menudo. Esa jornada lo hizo. Siempre reía cuando sus hijos se peleaban por un momento de su atención.
Una estrepitosa alarma lo arrebato de sus sueños con la delicadeza de una bomba. No abrió los ojos, pero si soltó un largo suspiro. Odiaba permanecer inmóvil en la oscuridad, por eso para poder interpretar su papel le pedía a Bills que lo durmiera. Al despertar, no aguanto mucho con los ojos cerrados ni oyendo esa alarma fastidiosa, por lo que tras estar seguro de que no había nadie más en la habitación se sentó en la cama y molesto, porque Bills seguía dormido, se levantó para ir a despertarlo. No lo hizo de la mejor de las formas.
Dai tomó un florero, le quitó las flores, y caminó con ese objeto en la mano hasta un costado de la cama. Observó a Bills y esperó a ese momento en que el doctor abría la boca para vertir el agua sobre su rostro.
-Buenos días- le dijo al pobre médico que despertó en medios de unos espasmos y la horrible sensación de que se estaba ahogando.
-¡¿Pero acaso se volvió loco?! ¡¿Cómo se le ocurre hacer algo así?!- le gritó Bills después de escupir un poco del agua con sabor a flores podridas que se tragó. Claro que todo su impetuoso ánimo fue aplacado al ver a ese sujeto a los ojos. La mirada de Dai cuando se enfadaba o no aprobaba algo era realmente aterradora.
-Levantese por favor. Es mi médico y debería estar despierto antes que todos- le dijo Dai y volvió a su cama justo antes de que tocaran a la puerta.
Bills fue a abrir de mala gana y dedicándole unas palabras nada amigables en su pensamiento a su estimado paciente. Al abrir la puerta se encontró con un muchacho bajito y regordete que sostenía un ramito de flores.
-Buenos días-le dijo amigablemente- He traído flores para mi padre ¿Puedo pasar?
-No con esas cosas en la mano, chico- le respondió Bills que después de quedarse viendo las flores recordó un par de cosas- No esta bien llevar flores a los hospitales. Menos a pacientes como tu padre- agrego.
En efecto. Esa habitación debía ser un área estéril, pues se suponía era el sitio de reposo de una persona en coma, por lo que todo lo que entrara allí debía ser bajo estricto protocolo. Eso incluía las visitas. Bills recordó eso en ese momento por lo que le dijo a Awamo que volviera más tarde.
-Entiendo- le respondió el muchacho marchandose sin protestar.
Bills fue a la habitación de Mary, pero volvió de allí un tanto fastidiado al no encontrarla. Trató de ubicarla llamándola por teléfono, pero al oír el celular de la chica del otro lado de la pared su molestia aumento.
-¿Qué sucede?- le preguntó Dai que se sentó en la cama al oírle poner seguro a la puerta.
-Necesito algunos recursos y su simpática hija no esta- le contestó Bills después de estornudar. Todavía llevaba la ropa mojada.
-Pida lo que necesite con cargo a una de las cuentas de Mary. Yo puedo darle el número de la tarjeta y clave.
-¿Ah, sí? Bueno entonces voy a pedir algunas cosas...- dijo Bills en voz baja y como esperando obtener algo para su complacencia.
Whiss conducía como si estuviera huyendo de la policía o algo así. Mary se veía un tanto nerviosa a su lado. Ella no era precisamente amante de la velocidad por un accidente en su infancia. Cada vez que se montaba en un automóvil, en el asiento delantero, se sentía inquieta. Esa era una de las razones por las que nunca aprendió a conducir un auto y por las que prefería las motocicletas. Ir en ese lugar a más de 160 km/hr le estaba resultando muy desagradable, por lo que decidió poner un alto a esa desenfrenada y sobretodo nada considerada carrera. De forma pesada puso su mano en el antebrazo de Whiss para pedirle que bajara la velocidad.
-¡Que bajes la velocidad!- le gritó cuando él abría la boca para replicar.
Para Whiss no pasó desapercibido lo nerviosa que ella estaba abordo de su automóvil, pero al mirarla en ese momento advirtió que la inquietud de la mujer no tenía que ver con la velocidad. Accedió a esa petición imperativa que su nueva hermana le hizo, quien solo le quitó la mano de encima cuando él comenzó a conducir a 90.
-Gracias- le dijo Mary y se cruzó de brazos.
-¿Nunca te habías subido a un vehículo como este, linda?
-Por supuesto que sí. Muchas veces- le contestó ella, pero sin mirarlo- En el de nuestro padre, pero él no conducía como piloto de la fórmula uno.
-Te pensaba una mujer más valiente, Mary- le dijo Whiss sonríendo burlón.
La mujer no contestó ni con un gesto. Permaneció sentada con los brazos cruzados sobre el pecho, viendo al frente.
-No hay muchas personas que se atrevan a desafiar a Vados- continúo Whiss, viéndola de reojo. Por un breve momento ella le miró también.
-Yo no la estoy desafiando- expreso Mary con una voz serena y una expresión igual de pacífica.
-Estas yendo contra su voluntad. Eso es un desafío para ella. En eso se parece a nuestro padre ¿no lo crees así, hermanita?
-Los diminutivos son tiernos cuando los usan los niños- le dijo Mary viéndole directamente esa vez- Cuando un adulto los usa es un poco raro. Y cuando un hombre los emplea me hacen pensar que tienen una cosita...- señaló la mujer bajando su mirada al regazo de Whiss.
Él, descuidadamente, siguió los ojos de mujer con los suyos acabando por descansarlos en su entrepierna. Procesó el comentario unos segundos y luego paso de azul a rojo.
-¿Qué pasó? ¿He acertado?
-Para que lo sepas todo en mi cuerpo es perfectamente proporcional a mi estatura.
-Claaaaro...
-Ni que tuviera que demostrarselo- exclamó Whiss torciendo la boca y apartando la mirada de ella.
-Eso estaría raro considerando que soy tu her-ma-ni-ta...
-¡Yo no me refería a eso!
-¿Por qué te exaltas? Vaya mente que tienes...
Se la pasaron así todo el viaje. Y es que por más que Whiss intentó quedarse con la última palabra, Mary no se lo permitió. Sin embargo, ninguno llegó a enojarse por eso. Pero si que se terminaron fastidiando. Para cuando llegaron a un prestigioso centro comercial, ambos tenían hambre y prefirieron ir a comer antes de internarse en las tiendas. Fue en el restaurante que Whiss le explicó que Vados planeaba presentarla en sociedad, en una fiestas, el siguiente sábado.
-Eso no es necesario- exclamó Mary cuando la mesera ponía delante de ella una taza de café y un plato con galletas.
-¿Crees que pertenecer a una familia como la nuestra es solo dinero, lujos y placer?- le cuestinó Whiss viendola con una expresión apática, algo que cambio apenas le dieron sus pasteles y demás- El prestigio de una familia determina muchas cosas, linda. Perder la credibilidad puede acarrear serías consecuencias en los negocios y no estamos dispuestos a perder socios y contactos en el gobierno solo porque nuestro padre adoptó en secreto a la hija de su amante. Nos guste o no eres un miembro de esta familia y deberás comenzar a comportarte como uno de nosotros.
Mary guardo silencio. Cuando ella, durante la cena, dijo que jamás pensó en estar ahí con ellos en esa mesa lo dijo en serio. No fue hasta ese momento que entendió la adopción de Dai la convertía en un miembro de su familia. Y en ese instante, en el que tenía a Whiss delante de ella, acabó de entender que desde el momento en que todo ese proceso legal se llevó a cabo él como los otros doce eran sus hermanos y serían sus hermanos sin importar si se iba del otro lado del planeta. Dai pudo proponerle se casara con él. Eso hubiera acabado con un divorcio, pero él la adoptó y eso era mucho más difícil de disolver. En ese país, algo prácticamente imposible.
Mary mordió una galleta en silencio, Whiss hizo un puente con sus manos, sobre la mesa, para descansar allí su rostro y clavar sus ojos en los de la muchacha.
-Mi padre nunca tomó una decisión precipitada. Nunca hacia algo sin un motivo. Qué razones tuvo para esconderte todos estos años, es la mayor intriga en toda esta situación- le dijo sonando bastante frío- Pero el tiempo lo revela todo y tal parece tú estarás mucho tiempo con nosotros, querida hermana.
Mary calló otra vez, pero no bajó la mirada ni se mostró tensa.
-Cuando terminemos de comer iremos a escoger un bonito vestido y unos zapatos. Por el dinero no te preocupes. Yo correré con los gastos el día de hoy. Es mi regalo de bienvenida- con esos palabras Whiss terminó el asunto.
Ella no le dio las gracias. No porque le estuviera haciendo un desaire. Solo pensó que no era necesario hacer algo así dado el motivo que él le dio para tomarse la molestia. A veces el silencio es más acertado, más elegante, más orgulloso.
Vados había salido temprano. Al volver a casa se encontró con unos camiones y personal médico en la entrada de su casa. Pudo distinguir a Bills hablando con ellos, pero para cuando se estacionó él había entrado a la mansión. Su hermano Sour estaba afuera y por medio de él, ella se enteró de que él médico de su padre había enviado a pedir algunas máquinas e instrumentos para acondicionar apropiadamente la habitación de su paciente.
-¿Y quién costio y autorizo todo esto?- le preguntó Vados un poco molesta.
Sour le señaló a la recién llegada con un ligero ademán. Mary acaba de llegar en compañía de Whiss. Él pensaba ayudarla con las bolsas, pero de forma educada Mary lo rechazó. Al ir hacia la casa Vados se le cruzó en el camino para preguntarle por las decisiones que Bills había tomado. Aquello tomó por sorpresa a la mujer que se giro a su hermana mayor con un semblante confundido.
-Si el doctor considero que era necesario traer nuevo equipo y cambiar esa habitación, está autorizado para hacerlo- le respondió Mary- Está es la casa de mi padre, por extención la de sus hijos y por ende también la mía. Además no estoy pasando por encima de nadie. Tenía pensado comunicarles está decisión durante el desayuno, pero Whiss me saco de aquí sin darme la oportunidad de contarles...
Vados miró a Whiss quien admitió que saco a la muchacha de la casa apenas está se levantó.
-Cus debía ir a la facultad y yo estaría ocupado por la tarde- agregó para justificar esa abrupta salida.
Mary no agregó otra cosa y subió a su cuarto. Bills estaba en el pasillo dando unas instrucciones a los técnicos cuando la vio pasar. Tenía que hablar con ella, pero se tardó un poco en alcanzarla. La muchacha ingreso a su cuarto y al dejar las bolsas en la cama observó que su ropa estaba tirada en el piso y su mochila echa pedazos. Entre ellos encontró un pedazo de papel con una nota impresa que decía: No estorbes. Mary vio sus prendas salpicadas de sangre o algo así, en ese momento no examinó las cosas. De manera inconsciente dio un paso atrás tocando su espalda con el médico que entró en silencio al lugar. Al sentir la tibieza de otro cuerpo, Mary se giro rápido y a la defensiva...para su alivio solo era Bills.
-Parece que aquí nadie te quiere aquí- le comentó el doctor con un tono irónico, viendo esa nota.
-Creo que será mejor empezar a dormir por turnos, señor doctor- le respondió Mary- Sí no me quieren a mí, tampoco lo quieren a usted...
Bills retrajo el labio superior enseñando su incisivo. Mary tomó la nota de papel, la dobló y la guardo.
-Como que huele dulce- comentó el médico tras olisquear el aire.
-¿Frambuesas?- murmuró Mary viendo su ropa.
Dai estaba en dormido así que no se enteró de que Korn estuvo a su lado un momento. Él se puso un cubrebocas para eso. Se retiró solo un minuto después.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top