15.

En la hora del almuerzo tú llegaste, me lanzaste la carta y me pediste que te dejara en paz, que me alejará de ti.

Pude ver como las lágrimas bajaban velozmente por tu cara, necesitaba abrazarte, maldición.

Kendo llegó, te abrazó y te sacó de ahí.

Quería consolarte, correr para alejar a Kendo y abrazarte yo en su lugar.

Pero solo veía como te alejabas.  

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