Capítulo 11; consecuencias.
La mañana siguiente, Mikey fue el primero en despertar. Recogió su ropa del suelo y, en silencio, se marchó. Estuvo lleno de incertidumbre cuando dio el primer paso fuera del apartamento, era como si su conciencia le estuviera gritando que se retractara y volviera dentro, pero cuando jaló el pomo y cerró la puerta, todo lo demás quedó atrás, incluso su corazón. Tuvieron que pasar cuatro días para que se volvieran a ver. Mikey no era un hombre de fiestas, pero cuando Taiju le invitó a una, no pudo negarse, en parte porque deseaba mucho ver a Takemichi, siempre que intentaba mandarle un mensaje o llamarlo, se reprimía, ¿qué le iba a decir? Tampoco era como si Takemichi estuviera tras él, al parecer, ambos tenían muy claros sus ideales y le dolía la indiferencia.
Suspiró por enésima vez, viendo a la distancia la figura familiar del chico que le gustaba. Takemichi era, de seguro, el alma de la fiesta; estaba riendo y charlando con todos, moviéndose con gracia y entereza, mientras bebía. El lugar era una especie de club nocturno, tenuemente iluminado y con la música tan alta que retumbaba en sus oídos. Era muy amplio, con mesas y muebles para los invitados. La gente se divertía sin límites, al día siguiente sería domingo, por lo que estaba seguro de que nadie pensaba de más, a excepción de él, a quien le estaba costando aclimatarse.
Cuando los ojos de Takemichi se enfocaron directamente en él, Mikey se llevó la bebida que sostenía a la boca y le dio un sorbo, tratando de ocultar el sonrojo. Era seguro que no funcionó muy bien, porque luego el chico le sonrió y le guiñó el ojo. Mikey temió derretirse en el piso del club, la sangre viajó al sur antes de que pudiera pensar en lo que estaba sucediendo. Era grandioso que el mundo de Mikey se limitara exclusivamente a Takemichi, como si fuera la pieza faltante de un engranaje de reloj, uno que debía girar para que su mundo tuviera un propósito. A pesar de ser tan distintos, él estaba tan enamorado, le encantaba el chico sencillo y el seductor; le gustaba el hombre inteligente y también el elocuente. Ojalá que las cosas entre ellos fueran distintas, menos complejas.
Intentó concentrarse en la charla de Inupi y Taiju al frente, ambos se habían unido a él, en un intento de hacerlo sentir en confianza. En lo personal, no estaban yendo por buen camino, mientras hablaban de la empresa y negocios, no le interesaba para nada, sin embargo, Mikey sonreía y asentía, como si fuera salvarse de la incomodidad y el aburrimiento. Taiju dijo algo sobre ganancias, pero Mikey encontraba más beneficioso observar a Takemichi esa noche, incluso con tragos de más, el chico se veía estupendo con un traje ceñido al cuerpo. Cada vez que se inclinaba para hablar con alguien, su trasero era una bendición de los ángeles y, su boca era una tentación viviente.
Inupi le preguntó algo, Mikey sacudió la cabeza y tuvo que dejar de mirar a Takemichi para responder, solo fueron segundos, mismos que bastaron para que se desapareciera de su campo de visión. Lo buscó alrededor, con la punzada en su pecho que le decía que algo andaba mal y casi estuvo tentado a ir por él, sin embargo, cuando por fin sus ojos lo captaron, la decepción fue inmediata. Medio impresionado y ansioso, dio un trago largo a la bebida y se dispuso a morir por dentro.
Takemichi estaba en la pista de baile, era el jodido rey, pero no estaba solo. Había un chico, tan alto como Takemichi, tan cerca de él, como si fuera otra fea extensión de su cuerpo. Ambos se balanceaban al ritmo de una exótica melodía occidental, medio pop, medio rock, y para mortificación de Mikey, se reían mucho. Se dijo a sí mismo que lo que sentía no eran celos, pero había un calor desconocido emanando de él que le crispaba los pelos.
No tenía derechos sobre Takemichi, sin embargo, verlo tan acaramelado con otro le hizo replantearse la relación. No quería solo follar, eso era obvio; no quería ser solo un compañero de trabajo, ni un simple amigo. Habían tantos deseos reprimidos dentro de él, que cuando vio que el desconocido rodeaba el cuello de Takemichi y se movía abiertamente en su espacio personal, fluctuando con tanta naturalidad de la que jamás Mikey podría conseguir porque ni Takemichi ni él se tenían confianza, entonces se dio por vencido. No era masoquista para quedarse a ver cómo terminaba todo.
Menos mal que nadie, ni siquiera Inupi, se fijó en lo afectado que estaba Mikey, usó de excusa el baño para huir de él, aunque no era del todo mentira, ya que si fue al baño para tratar de quitarse con agua fría la ansiedad acumulada en su garganta. Vio en el espejó frente al lavabo lo patético que era, las lágrimas que picaban en las esquinas de sus ojos. ¿Cómo podía seguir enamorado de la misma persona después de tantos años? Pero aún, ¿cómo podía desear algo con Takemichi luego de haberle roto el corazón al marcharse? Mikey fue, en el pasado, el peor ser humano del mundo.
Se sorbió la nariz y se limpió con papel de baño el rostro, para luego salir del baño. No necesitaba volver con los demás, Inupi y Taiju no lo extrañarían, menos Takemichi, por lo que se desvió a la salida, pero cuando estaba por llegar, alguien lo agarró del brazo.
Era Takemichi, luciendo descolocado.
—¿Te vas tan pronto?
—Sí, es hora. Es tarde y mi hermana suele preocuparse por mí, ya sabes —dijo, agradecido por no haber tartamudeado. Takemichi tenía el cabello pegado a la frente y sus ojos, por todos los cielos, sus ojos estaban más oscuros, probablemente era algún matiz por las luces artificiales. A Mikey le tocó desviar la mirada al suelo, no quería que Takemichi supiera lo angustiado que estaba.
—¿Por qué? La estamos pasando muy bien —Takemichi soltó su brazo, pero no lo dejó ir, al contrario, lo rodeó con uno de los brazos por la cintura como si fuera un candado, duro y seguro.
—Lo estás pasando muy bien —corrigió Mikey y se reprendió en voz baja por ser tan imprudente, no tenía la intención de decirlo, en especial porque Takemichi frunció los labios y, por un momento, se vio más confundido que antes.
—¿Hay algún problema? —cuestionó Takemichi, mientras recorría con la mirada el cuerpo de Mikey, buscando algún signo de maltrato—. Si alguien te molestó puedo decirle que pare.
El labio inferior de Mikey tembló. La preocupación de Takemichi era sincera, él no quería hacer otra cosa que abrazarlo y decirle que todo estaba bien, pero también quería gritarle que se fuera con su amiguito. Lo único que pudo hacer fue negar y colocar sus manos en el pecho del chico.
—No, lo siento. Nadie hizo nada y estoy bien, solo debo irme.
—Quédate un ratito más, luego podemos irnos juntos, si quieres. La noche es joven y podemos hacer lo que queramos. No tienes problemas con conducir, apenas y has bebido un cóctel sin alcohol.
Una de las manos de Takemichi se deslizó hacía su espalda baja, en lo que se inclinaba a susurrarle en la oreja. A Mikey se le puso la piel de gallina y la emoción del comienzo volvía a surgir. Le dolió pensar que Takemichi estuviera coqueteando con él y con alguien más al mismo tiempo.
—Por favor, Takemicchi... —susurró.
El chico fue más hábil y lo endulzó con un beso en el lóbulo de su oreja, luego lamió el contorno. Mikey soltó un gemido y, un emocionado Takemichi, lo tomó como una invitación para continuar con el camino de besos húmedos y calientes, hasta que sus bocas se encontraron. La presión inicial fue tenue, tentativa, después, cuando los dedos de Mikey se enroscaron en la camisa contraria, el roce se volvió más intenso y adictivo. Había un almizcle dulce y amargo en esa boca, experta y decida. No quería detenerse. Sin embargo, cuando estaban en lo mejor, alguien llamó en voz alta a Takemichi y el momento entre ellos se desvaneció. La persona que se había acercado no era otra que la misma con la que bailaba Takemichi antes, el chico parecía un poco tenso y tal vez, solo tal vez, molesto con ambos.
Algo dentro de Mikey se retorció, tenía ganas de vomitar. Había sido atrapado con las manos en un hombre que no era suyo. Empujó a su compañero lejos, odiando la mirada dolida que envió en su dirección. Y eso fue todo.
—En serio, debo irme. Lo siento, Takemicchi.
En medio de la conmoción, Takemichi no reaccionó. Mikey susurró otra disculpa, pero al otro hombre, y salió corriendo fuera de ese lugar, tan lejos como pudiera.
Buenas noches, ¿qué tal?
Yo bien, algo sad por este cap. pero lo superaré, jé.
Besitos en la cola. Por cierto, dije que actualizaría pronto y cumplí(?)
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