Your love was handmade for somebody like me

"Y desde entonces soy porque tú eres,
Y desde entonces eres, soy y somos,
Y por amor seré, serás, seremos."

Pablo Neruda

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El puto vuelo se me ha hecho eterno. Sólo han sido dos jodidas horas, pero parecía que no llegábamos nunca. Afortunadamente a estas horas no hay mucha gente en el aeropuerto y no tardo nada en pasar los controles de seguridad. Apenas hay cola para coger un taxi y no tardo más de diez minutos en subirme en uno. Le indico la dirección al conductor mientras enciendo el móvil. No tengo llamadas perdidas ni de Brian ni de Anna, no hay mensajes en el contestador y eso es una buena señal. Le pedí a mi hermano que si ocurría cualquier cosa me dejase un mensaje de voz o un mensaje escrito y tampoco hay ninguno.

Marco el número de Brian mientras me recuesto en el asiento y cierro los ojos, estoy destrozado.

- Matt.

- Brian. Estoy en un taxi camino del hotel. ¿Cómo va todo? - le pregunto nervioso.

- Bien, todo va bien. Tranquilo.

- ¿Anna?

- Está dormida. Llamé al médico como me dijiste, le puso un relajante muscular y le dio un somnífero. Ahora mismo está descansando.

- Bien... - por fin puedo respirar algo más tranquilo.

- ¿Qué coño está pasando, Matt?

- Es complicado, Brian... Tiene que ver con una misión que se torció un poco...

- ¿Un poco Matt? Si todo este lío tiene que ver con tu trabajo ¿Qué narices pinta esta pobre chica en todo ésto? Tenías que haberla visto...joder Matt, estaba hecha polvo...

- Joder Brian... ya lo sé. Creo que estaba en el sitio menos indicado en el peor de los momentos... - mierda - prometo contarte todo lo que pueda cuando llegue. Sólo dame una hora, por favor no la dejes sola.

- Mierda Matt ¿Con quién crees que estás hablando? Por supuesto que no voy a dejarla sola.

- Gracias...nos vemos en una hora.

- Aquí te esperamos.

Estoy agotado.

No sé que coño voy a contarle a Brian, si ni yo mismo sé lo que está pasando. Lo único que sé, es que Torres tiene algo que ver con todo ésto. Las chapas son una clara amenaza y el hecho de que dejasen otra en el pasaporte de Anna no es sólo una desafortunada coincidencia. Si ella no hubiese estado en casa...mierda. Tienen que haber estado vigilándonos, no hay otra explicación. ¿Cómo he podido ser tan descuidado? ¿Cómo he permitido que Anna acabe en esta situación?

Es muy tarde y apenas hay tráfico cuando entramos en la ciudad. Tardamos bastante menos de lo previsto en llegar al hotel y antes de que el conductor pare el taxímetro, le doy un billete de cien y sin esperar el cambio salgo del coche. Saludo al recepcionista con un movimiento de la cabeza y le pido una copia de la llave de mi habitación. Ni siquiera me planteo subir por el ascensor y me dirijo hacia las escaleras de emergencia. Las subo de dos en dos hasta llegar al cuarto piso y busco la habitación 402. No quiero asustar a Brian, así que en lugar de usar mi llave y entrar sin más, llamo suavemente con los nudillos. La puerta de abre inmediatamente.

- Matt - Brian suspira y me da un abrazo - Pasa, estarás agotado.

- ¿Anna? - pregunto.

- En la habitación, descansando.

Me dirijo hacia el dormitorio que tiene la puerta ligeramente entornada y la empujo con suavidad intentando no hacer ruido. Anna descansa acurrucada en la enorme cama y parece tan frágil que no puedo evitar sentir algo de pánico al pensar en lo que está sucediendo.

Joder...

Le pedí que se arriesgara por nosotros, que nos diese una oportunidad. Le prometí que no sufriría...y ahora está en medio de toda esta mierda que no sé ni qué coño es...

Me siento a su lado y le acaricio ligeramente las mejillas. Necesita descansar y no quiero despertarla. Suspira tapándose aún más con el edredón.

Si le pasase algo, no me lo perdonaría en la vida...

- Lo siento pequeña... - susurro.

Me levanto de la cama y me dirijo hacia el salón para hablar con mi hermano. Le debo una explicación aunque no sé qué es lo que le voy a contar.

- Lo siento mucho Brian. Siento mucho haberte metido en ésto. Pero no sabía a quién más acudir - le digo. Y es verdad. Cuando me llamó Anna y me contó lo del sobre y la chapa, la primera y la única persona en la que pensé fue en mi hermano.

- Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea Matt, pero me gustaría saber qué es lo que ocurre.

- Sabes que no puedo darte demasiados detalles sobre lo que hago...Brian.

- Lo sé de sobra, Matt. Pero creo que después de lo de hoy, podemos hacer una jodida excepción. ¿No crees?

- Sí, me imagino que sí podemos - digo nervioso.

No sé muy bien por dónde empezar, es complicado, pero al final decido hablarle únicamente de la última misión y de mis sospechas acerca de la CIA. De cómo perdí las jodidas chapas y de donde han acabado.

- ¿Me estás diciendo que ese cabrón sabe quién eres y que sabe dónde vives? - me pregunta. Puedo ver que está más asustado que enfadado.

- Me temo que sí...

- ¿Y qué coño pinta Anna en todo ésto?

- Nada. Ella no tiene nada que ver con todo este asunto. Sólo estaba en el lugar equivocado, en el momento equivocado.

- Matt, cuando fui a buscarla estaba muerta de miedo.

- Lo sé, joder...

- Escucha hermano, sabes que puedes contar conmigo para lo que sea. Si necesitas algo, sólo tienes que pedirlo. Pero tienes que solucionar ésto, sea lo que sea...

- Lo sé. Gracias Brian.

- No tienes por que darlas.

- Sí que tengo. Si tú no hubieses estado aquí, no sé qué hubiese hecho...

- Tengo que marcharme y volver a casa. Es tarde y no quiero que tu cuñada se preocupe.

- Sí.

- Matt...sé que probablemente sea egoísta preguntarte ésto, pero necesito saber si tengo que tomar alguna precaución...los niños...Si saben quién eres...

- No lo creo, Brian. Mi nombre nunca se ha asociado al de los hoteles y en el ejército nadie sabe quien es mi familia.

Puedo oír como respira aliviado y eso me enfurece aún más. Lo último que quiero es que mi trabajo acabe afectandoles a ellos. Siempre he mantenido al ejército lo más alejado que he podido de ellos. Y ahora...

- Hablamos luego, Matt. Cualquier cosa que necesites, avísame. ¿De acuerdo?

- De acuerdo, Brian. Gracias otra vez por todo.

Nos despedimos con un abrazo y le acompaño hasta la puerta.

- Cuídate mucho Matt, por favor...

- Eso haré.

Cierro la puerta y vuelvo al dormitorio. Me tumbo junto a Anna presionando mi pecho contra su espalda. Aspiro su aroma y automáticamente me relajo. Intento ordenar mis pensamientos y decidir que es lo que voy a hacer a partir de ahora. Nada está claro, mil preguntas sin respuesta inundan mi cabeza y no soy capaz de pensar con claridad. Aunque sí que hay una cosa que tengo clara y es que tengo que mantener a Anna a salvo y eso es lo único que me importa ahora mismo. El hecho de que Torres sepa quien es ella y su posible vinculación conmigo, la pone en peligro.

No sé cuánto tiempo ha pasado ni en qué momento me quedé dormido, pero cuando abro los ojos ya es de día. Anna se revuelve inquieta y murmura algo en sueños. La abrazo fuertemente y estrecho su delicado cuerpo contra el mío. Inmediatamente se tranquiliza y suspira hundiendo su nariz en mi cuello. Su respiración vuelve a regularse y siento como todo su cuerpo se relaja entre mis brazos.

Siempre me he considerado una persona pragmática, poco dada a creer en deidades de ningún tipo que controlen nuestro destino. He visto tanto sufrimiento y tanto dolor, que me niego a creer que todo lo que ocurre sea parte de un plan magistral. Nunca he creído en la idea de que exista una fuerza sobrenatural o un Dios que actúe sobre nosotros y sobre los sucesos a los que nos enfrentamos a lo largo de nuestras vidas. No creo que el destino sea una sucesión inevitable de acontecimientos de la que ninguna persona puede escapar. Creo que la vida que tenemos es el resultado de las decisiones que tomamos, somos responsables de las elecciones que hacemos y de las consecuencias que éstas tengan en nuestra existencia. Quiero pensar que fue la casualidad quien puso a Anna en mi camino y que ahora soy yo quien tiene que decidir si arriesgarse o no, aunque creo que esa decisión ya la tomé hace tiempo. Sin embargo, desde que vi a Anna por primera vez, no puedo evitar sentir que de alguna manera, estábamos predestinados a encontrarnos. Creo que los dos nos merecemos ser felices y volver a amar y ser amados.

- ¿Matt? - la voz de Anna me trae de vuelta de mi ensoñación.

- Buenos días pequeña...

- Has vuelto...

- Sí. ¿Cómo te encuentras? - le acaricio el pelo y la estrecho entre mis brazos aún más fuerte.

- Mejor ahora que ya estás aquí - dice contra mi cuello - ¿Tú? ¿Estás bien? - me pregunta mientras se incorpora ligeramente y me besa despacio en los labios. Acaricia mi cara con su nariz mientras va depositando suaves besos por todo mi rostro - Te he echado de menos...

- Yo también, pequeña - sé que tenemos que hablar de muchas cosas, pero ahora mismo me gustaría poder disfrutar de este momento sin pensar en nada más.

Suspira y vuelve a apoyar su cabeza en mi pecho.

- ¿Tienes hambre? Si quieres podemos desayunar en la cama. ¿Qué te parece? - le pregunto.

- Eso suena genial. Pide café...mucho café - me dice sonriendo.

Le doy un beso y me incorporo para coger el teléfono y llamar al servicio de habitaciones.

- ¿Zumo? - le pregunto.

- De piña.

- ¿Tostadas y bollos? ¿O prefieres fruta y huevos?

- Sí a todo.... - me dice riéndose - tengo muchísima hambre.

Asiento con la cabeza y sonrío mientras pido dos desayunos completos. Cuelgo el teléfono y la miro. Está preciosa recién levantada con el pelo revuelto y la marca de la almohada en la mejilla. Le brillan los ojos y parece descansada y tranquila. Después del ataque de pánico de ayer y todo lo que sucedió después, no sabía muy bien cómo iba a reaccionar al verme, y eso me atormentaba.

- Voy a darme una ducha y a cambiarme de ropa. Llevo más de veinticuatro horas con ésto puesto - me dice señalándose los pantalones y la camiseta - Cuando llegamos ni siquiera me puse el pijama y dormir con vaqueros no es demasiado cómodo.

Se levanta lentamente de la cama y se acerca a su equipaje. Se agacha para abrirlo y de repente retrocede poniéndose en pié y veo como todo su cuerpo se tensa. Se aleja de la maleta y se gira para mirarme y hay miedo en su mirada.

- ¿Anna? ¿Qué ocurre pequeña? - le pregunto mientras me levanto de un salto y me acerco a ella.

Y entonces la veo. Justo encima de su ropa. Mi chapa...

- Pequeña...

- Se me había olvidado. Por un momento se me había olvidado... - susurra.

Comienza a temblar y lo único que se me ocurre es abrazarla envolviéndola con mi cuerpo para intentar calmarla.

- Estoy bien, Matt. Estoy bien... sólo necesito... necesito... voy a darme una ducha - apoya las manos en mi pecho y se separa de mí sin mirarme a los ojos.

- Pequeña...

- Estoy bien, de verdad. Voy a darme una ducha y luego hablamos ¿De acuerdo?

Asiento con la cabeza porque no sé qué más hacer o qué más decir. Entra en el baño y cierra la puerta y yo me dejo caer en la cama.

Joder...

Cuando Anna sale del baño, ya han traído el desayuno y nos sentamos en la cama para almorzar.

- Anna... no estás comiendo nada. ¿No tienes hambre?

- Sí... bueno. Se me ha quitado un poco el apetito. Lo siento...

- No pasa nada pequeña, yo soy quien lo siente. Te has visto involucrada en todo este asunto por mi culpa.

- ¿Qué está pasando, Matt? - me pregunta. Y está asustada... joder.

- Es complicado... Anna.

- Por favor...

Mierda... no sé ni por dónde empezar. Todo este asunto es muy complejo y lo último que quiero es asustarla más de lo que ya lo está.

- ¿Te suena de algo el nombre de Torres? - le pregunto.

- ¿El narcotraficante?

- Sí, Daniel Torres Rojas.

- Creo que todo el mundo ha oído hablar de él.

- Me temo que sí - y es verdad. Es más famoso que el puto Escobar - Varias agencias internacionales llevan años trabajando conjuntamente para intentar acabar con él y con su organización, pero no es fácil. Es un escurridizo hijo de puta. Tiene a mucha gente de su parte y hay altos cargos gubernamentales de varios países que le deben bastantes favores. Miembros de la policía, jueces y políticos le apoyan desde la sombra y eso dificulta mucho acabar con su red de narcotráfico. A lo largo de los últimos meses, he participado en varias misiones relacionadas con Torres. Parece ser que ahora más que nunca, están decididos a verle caer. Hace unas semanas tuvimos una misión especial en colaboración con la CIA. Se supone que teníamos que traer de vuelta a un agente que corría peligro y que llevaba más de tres años infiltrado en la organización de Torres. No puedo darte muchos detalles porque es información clasificada, pero lo que sí que puedo decirte es que metimos la pata y ahora Torres posiblemente busque resarcimiento y quiera vengarse.

- ¿De ti? ¿Quiere vengarse de ti? Matt...

- No creo que sea algo personal. Pero fui yo el encargado de liderar la misión y aunque sólo cumplía ordenes, en estos momentos soy la cabeza visible.

- ¿Y las chapas? ¿Qué tienen que ver tus dog tags con todo ésto?

- Forcejeando con nuestro objetivo, las perdí. No supe que había pasado con ellas hasta ayer cuando me llamaste. Que también dejasen una chapa entre tus cosas creo que fue puro azar. Creo que Torres pensó que implicándote a ti en todo ésto, me podría presionar aún más a mí.

- ¿Presionarte? ¿Para qué?

- No lo sé, pequeña. No lo sé... - no estoy seguro de lo que Torres pretende conseguir con su amenaza, pero una idea empieza a formarse en mi cabeza. Si yo fuera él, intentaría recuperar a mi mujer a toda costa, y seguro que piensa que yo sé dónde está y que puedo ayudarle.

- ¿Y qué vas a hacer? - me pregunta.

- Aún no lo sé, pero tengo que solucionar todo este embrollo. Nos equivocamos Anna. Metimos la pata y ahora nos toca intentar compensar el daño antes de que ésto se nos vaya de las manos.

- Matt... ¿Qué hicisteis?

- Algo que no teníamos que haber hecho. Algo que espero podamos solucionar.

Tenemos que encontrar a esa chica, sea como sea.

- Anna... Sé que habíamos planeado pasar estos días juntos y te prometo que no hay nada en este momento que me apetezca más que estar contigo y solamente contigo. Pero la amenaza de Torres ha precipitado todo y tengo que intentar solucionar toda esta mierda antes de que nos salpique y ya no podamos hacer nada para remediarlo - suspiro mientras intento encontrar las palabras adecuadas - Tengo que alejarte de todo ésto. Necesito saber que estás a salvo y si te quedas a mi lado, puede que no lo estés.

- ¿Quieres que me vaya?

- No quiero que te vayas, pero creo que ahora mismo es lo más seguro.

- Lo sé... pero me va a costar muchísimo separarme de ti - me dice con tanta pena que casi acaba conmigo.

- Amor mío... - las palabras se escapan de mi boca antes de que pueda pensar en lo que estoy diciendo.

Me mira sorprendida e inmediatamente baja la cabeza y se retuerce las manos nerviosa. Joder...

- ¿Anna? Mírame por favor...

Levanta la cara lentamente y sonríe. Acuna mi rostro entre sus manos y me besa suavemente en los labios.

- Dí algo - le pido casi avergonzado. Que estoy enamorado de ella, lo sé hace mucho tiempo, pero necesito saber si ella siente lo mismo por mí.

- Bien...

- ¿Bien? - pregunto confundido.

- Sí amor mío... bien.

Suelto todo el aire que estaba reteniendo en los pulmones y la beso. Separa sus labios de los míos con suavidad ignorando mis protestas y acercando su boca a mi oído me susurra...

- Yo también estoy enamorada de ti...

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