Obstáculos

"Los obstáculos no son más que un condimento del triunfo."

Mark Twain

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Lo primero que hago nada más salir del despacho es llamar a Anna.

- Hola pequeña...

- Matt...

- ¿Dormías? - le pregunto.

- Sí...esta noche tengo un vuelo y estaba intentando descansar un poco, pero no importa.

- Lo siento, tenía tantas ganas de hablar contigo que no pensé en la diferencia horaria. Si quieres te llamo más tarde...

- No pasa nada amor...ya estoy despierta.

Un estremecimiento me recorre de piés a cabeza cuando la oigo llamarme "amor"...

- Dímelo otra vez...por favor - le pido.

- ¿El qué? - me pregunta extrañada - ¿Qué no pasa nada? ¿Qué ya estoy despierta? Perdona pero aún estoy algo dormida - me dice mientras oigo como ahoga un bostezo.

- Descansa pequeña...hablamos luego. Tengo que coger un vuelo a Chicago. Cuando aterrice te llamo.

- ¿Un vuelo a Chicago? ¿Dónde estás? - me pregunta.

- En Washington. Vine a traer los papeles del alta médica.

- De acuerdo ¿Me llamarás en cuanto aterrices?

- Claro. Descansa...

- Vale...- me dice. Pero no cuelga el teléfono.

- Anna...

- Sí...

- Te echo de menos...¿Es raro, verdad? Apenas nos hemos visto y casi no nos conocemos, y sin embargo siento que me faltas...

- No sé si es raro o no...pero yo también te echo de menos...mucho.

- Duerme pequeña. Te llamo en unas horas.

El vuelo que apenas dura dos horas se me está haciendo eterno. Necesito hablar con Anna y explicarle la situación. No podremos vernos en Nueva York, pero encontraré la manera de verla en cuanto vuelva.

Llego a casa agotado. Tengo que informar a todo mi equipo y preparar la misión, pero sobre todo necesito hablar con Anna. Desde que salí de las oficinas de Washington, una sensación de intranquilidad me invade. Sé que este pequeño contratiempo es la excusa perfecta para que Anna dé marcha atrás y vuelvan sus dudas, pero tengo que conseguir tranquilizarla y que entienda que esto no tiene porque ser siempre así.

Aunque a quién quiero engañar...esto ocurre más a menudo de lo que me gustaría...

Me preparo un café y llamo a Anna.

- Hola pequeña...

- Hola pequeño... - oigo como se ríe y yo no puedo evitar sonreír.

- ¿Pequeño? Te recuerdo que mido veinte centímetros más que tú...por lo menos.

- Ajá...pero eres mi pequeño... - me dice.

- Eso me gusta...- le contesto - me gusta ser cualquier cosa tuya.

- A mí también ¿Entonces eres un poquito mío? - me pregunta. Y noto incertidumbre en su voz.

- Seré todo lo tuyo que tú quieras que sea...

- Vale...

- ¿Y tú? ¿Eres un poquito mía también?

- Creo que algo más que un poquito - me susurra.

- Me gusta que quieras ser algo más...

- A mí también.

Y ahora no sé cómo decirle que no podremos vernos y que me marcho pronto...mierda.

- Anna...

- Dime...

- Ha ocurrido algo inesperado y me temo que tendremos que posponer nuestra cita...

No contesta y decido contarle todo del tirón y que sea lo que Dios quiera.

- Cuando llegué a las oficinas de Washington, había varios jefes esperándome. Tengo una misión y estaré varios días fuera. No sé cuando me marcho, pero lo más probable es que sea de aquí a un par de días o quizás mañana mismo y tampoco puedo decirte cuando volveré... - espero pacientemente al otro lado del teléfono a que asimile la información. No tengo ni idea de cómo va a reaccionar y temo que estemos dando un gigante paso atrás en nuestra relación.

- ¿Anna? ¿Sigues ahí pequeña? Por favor dí algo... lo que sea... pero dime algo - le pido casi con desesperación.

- Vale...

- ¿Vale? Eso es un "Vale esto es justo lo que me esperaba, olvídate de que existo"... o quizás un "Vale entiendo lo que me estás contando pero no me gusta una mierda"... o más bien un "Vale tranquilo, no pasa nada, nos veremos cuando vuelvas"... necesito algo más concreto.

Oigo como se ríe al otro lado del teléfono y parece que puedo volver a respirar tranquilo. No me había dado cuenta de que estaba aguantando la respiración hasta que la he oído reírse.

- Digamos que es una mezcla de varios de esos "vale" que me has dicho. Es más bien un "vale, entiendo lo que me estás contando, efectivamente no me gusta una mierda... perooooo esperaré a que vuelvas y entonces tendrás que compensármelo con creces" y... yo decidiré como.

- Me parece justo - le digo.

- Eso dices ahora porque no sabes lo que tengo pensado... - me dice riendo.

- Ahora estoy asustado - le digo. Aunque estoy más intrigado que asustado, la verdad.

- Deberías....

- Entonces... ¿No estás decepcionada?

- Mucho. Pero entiendo que no está en nuestra mano cambiarlo. Es así y ya está. Esperaré a que vuelvas y mientras te echaré mucho de menos ¿Cómo lo ves? - me pregunta.

- Perfecto, me parece perfecto. Yo también pienso echarte mucho de menos.

- Vale...

- Ahora tengo que solucionar varios asuntos así que tengo que colgar, pero te llamaré en cuanto pueda.

- Salgo hacia el aeropuerto en un rato Matt y no sé si podremos hablar más tarde. Mi vuelo despega en unas horas. Te escribiré cuando aterrice y con suerte aún no te habrás marchado y podremos hablar ¿Te parece bien?

- Me parece bien....

- Matt....

- ¿Sí?

- ¿Tendrás cuidado? ¿Por favor? - puedo oír la desesperación en su voz y eso me rompe un poco el corazón.

- Siempre pequeña.

- Vale.

- Anna ¿Te acuerdas de Taylor?

- Sí. Es uno de tus hombres ¿No? ¿El que vino a verme al hospital?

- Sí. Aún sigue de baja, no me acompañará en esta misión. Voy a mandarte su número de teléfono. Si necesitas cualquier cosa, no dudes en ponerte en contacto con él. No sé el tiempo que estaré fuera y no quiero que te preocupes, pero si ocurriese alguna cosa, él estaría al tanto ¿Vale?

- ¿Sí ocurriese alguna cosa? Matt...

- Escucha pequeña, no tiene porqué ocurrir nada, pero mi trabajo es peligroso y si ocurriese algo, yo no podría ponerme en contacto contigo, pero Taylor sí ¿Lo entiendes?

- Sí.

- De acuerdo. Ponme un mensaje en cuanto aterrices y con suerte podremos hablar.

- Cuidate mucho Matt.

- Lo haré y te prometo que nos veremos pronto.

- Es una promesa...

- Lo es Anna... te lo prometo.

- Vale. Ten cuidado...

- Lo tendré. Adiós pequeña...

- Adiós.

Cuelgo el teléfono y a pesar de que debería sentirme algo más tranquilo, no es así. Me sorprende que haya aceptado tan fácilmente el hecho de que no podremos vernos y de que estaré fuera sin poder ponerme en contacto con ella. Creí que tendría miedo de que se repitiese la misma historia que tuvo con su anterior pareja, pero me alivia que no haya sido así. Quizás sea yo el que tenga miedo de no volver a verla...

Las misiones en las que mi equipo se ve envuelto normalmente son comprometidas, no suele haber misiones tranquilas, pero esta es especialmente peligrosa. La situación con Torres se está volviendo cada vez más complicada y esta misión me da muy mala espina.

Llamo a mi equipo y les cito al día siguiente en Washington. Un total de ocho soldados incluyéndome a mí formamos el equipo asignado para esta misión. Desde allí conduciremos hasta nuestra base, a dos horas por carretera y desde Virginia volaremos hacia nuestro destino final. Creo que he leído toda la información que me han dado unas cien veces, y algo huele mal en todo este asunto del topo. El matrimonio... el embarazo... algo no va bien.

Cuando me quiero dar cuenta, son las doce de la noche y todavía tengo que hacer una llamada más .

- ¿Taylor?

- Matt

- ¿Cómo estás? Sé que es tarde. Espero no molestar.

- No molestas, tranquilo. Aquí sigo, muerto del asco. Cómo no me den pronto el alta, me voy a arrancar la escayola a mordiscos. Estoy hasta los cojones de estar en casa.

- Tranquilo, seguro que ya te queda poco. Escucha... necesito pedirte un favor.

- Dime... ¿Estás bien?

- Sí, estoy bien. Pero salimos dentro de unas horas y la cosa no pinta nada bien...

- ¿Muy fea?

- Mucho.

- Joder... ¿Qué necesitas?

- He hablado con Anna y le he dicho que me tengo que marchar. No he podido decirle mucho más, ya lo sabes. Pero le he dado tu número de teléfono por si acaso. Si me ocurriese algo Taylor...

- No te va a pasar nada, Matt...

- No tiene porqué. Pero conoces los riesgos, y si me pasase algo ella no tendría los medios para saberlo. Necesito que tú te ocupes de hablar con ella si se diese el caso...

- Ok...

- Te mando luego su número para que estés en contacto con ella. No sé el tiempo que estaré fuera y necesito saber que ella no se va a preocupar más de lo necesario...

- Tranquilo Matt, yo me ocupo.

- Gracias.

- ¿Me puedes decir algo más?

- Poco más. Cuando vuelva y si todo sale bien, te contaré los detalles.

- Ok.

- Muchas gracias por todo.

- No hay porque darlas. Tú harías lo mismo por mí. Buen viaje Matt. Hablamos pronto.

- Eso espero Taylor... eso espero.

Apenas duermo y me despierto intranquilo. Lo primero que hago es mirar el teléfono y veo un mensaje de Anna. Ya ha llegado. La llamo inmediatamente.

- Matt...

- Hola pequeña.

Hablamos durante un rato y nos despedimos con la promesa de vernos pronto.

Más de una semana después...

Llevamos casi una semana metidos en este puto zulo y siento que me estoy ahogando. Mis hombres empiezan a ponerse nerviosos y rezo para que podamos acabar con esto y salir cuanto antes de aquí. El plan era sencillo. Teníamos los horarios de nuestra infiltrada pero en el último minuto algo tuvo que ocurrir que provocó que alterase sus rutinas y no hemos podido acercarnos a ella. Tampoco se ha puesto en contacto con su enlace en Washington y no sabemos muy bien que hacer. Estamos esperando noticias de mi contacto en D.C., pero él tampoco sabe nada. Llevamos metidos en este piso franco demasiados días y los ánimos de todos los que estamos aquí encerrados empiezan a decaer. Para evitar llamar la atención, apenas hemos salido de estas cuatro paredes, lo justo para comprar alimentos y poco más. Dos de mis hombres han estado montando guardia no muy lejos de la residencia de Torres intentando averiguar algo de la agente Rodríguez.

Suena el teléfono por satélite y todos nos miramos expectantes.

- O'Connor.

Por fin. Uno de nuestros hombres ha conseguido sonsacar a una de las doncellas de la casa y tiene información. Nuestro topo tiene cita en el ginecólogo dentro de dos horas. Tenemos que darnos prisa, puede que no volvamos a tener una oportunidad como esta. Tengo que hacerle bastantes cambios a nuestro plan original y no tenemos tiempo...mierda. Que sea lo que Dios quiera...

La consulta del médico está situada en un barrio bastante céntrico de la ciudad y tenemos que evitar llamar demasiado la atención. Hay que evitar por todos los medios que se personen las autoridades locales y tengamos que salir de allí cagando leches. Nuestro objetivo suele ir acompañada de dos escoltas y un chófer. El chófer será fácil de neutralizar, pero los guardaespaldas ya son otra historia. Estarán armados y preparados para cualquier eventualidad. La consulta del médico estará llena de civiles y de mujeres embarazadas y hay que evitar a toda costa daños colaterales. Por otro lado tenemos que tener en cuenta la posibilidad de que Torres decida acompañar a su mujer al médico y eso dificultaría muchísimo las cosas. Serían muchos más escoltas a los que eliminar y todo se complicaría a la hora de salir de allí.

Nos vestimos con ropa de civil para intentar pasar lo más desapercibidos posible. Dejamos atrás todo aquello que no nos pueda identificar en el caso poco probable de que alguien encontrase el piso franco y cargamos los dos coches que tenemos aparcados en la parte trasera del piso con todas nuestras pertenencias.

El tráfico es denso a esta hora de la mañana y tardamos un poco más de la cuenta en llegar a nuestro destino. El edificio donde está situada la consulta es una casa baja de una sola planta. Eso va a facilitar mucho la extracción. Ni ascensor ni escaleras donde puedan tendernos una emboscada. El plan es sencillo. Entraremos cuatro a por la chica. Otros cuatro se quedarán en los coches, dos en cada uno y se encargarán de eliminar al chófer. Una vez que tengamos a nuestro agente y hayamos eliminado a los guardaespaldas y al chófer, saldremos cagando leches de allí rumbo a otro piso franco situado a las afueras de la ciudad. Cada coche seguirá una ruta diferente y así intentaremos evitar que alguien nos siga. Esperaremos unas horas en el piso y de allí conduciremos hasta el punto de extracción, donde varios coches de la embajada nos estarán esperando. De allí a un aeropuerto privado de una ciudad cercana y a casa. Algunos de mis hombres cruzarán la frontera en varios coches para intentar distraer a posibles curiosos.

Hemos aparcado cerca de la entrada de la consulta. Llevamos poco rato esperando cuando vemos como se aproxima el coche de Torres. Afortunadamente sólo es un coche, lo que significa que viene sin su marido. Cuando Torres se desplaza lleva más escolta que el presidente de los Estados Unidos de América. Un escolta se baja primero para inspeccionar los alrededores y cuando parece que está satisfecho le hace una seña a los demás ocupantes que van desciendiendo del vehículo uno a uno. Primero la agente Rodríguez y justo detrás el otro guardaespaldas. Entran en el edificio y nosotros descendemos de los coches. No hemos podido inspeccionar el edificio de antemano, así que vamos un poco a ciegas, pero sabemos que el edificio tiene una puerta trasera que da a un callejón. Saldremos por ahí. La entrada es amplia y parece que la sala de espera está al fondo. Nos acercamos intentando no llamar la atención pero la recepcionista nos intercepta. Mierda... Cuatro hombres de traje con pinta de militares en la consulta de un ginecólogo no pasan precisamente desapercibidos... no. Tardo más de lo que me gustaría en reaccionar, y cuando lo hago sólo se me ocurre decir una cosa...

- Torres.

Parece que eso es suficiente para que la mujer nos deje pasar sin poner ningún tipo de objeción.

- Si buscan a su mujer, está en la sala de espera. Al fondo y luego a la derecha, no tiene pérdida - nos dice.

Le doy las gracias y seguimos las indicaciones que nos ha dado. Joder... por los pelos. Uno de mis hombres se acerca a la sala.

- Capitán - me susurra - no hay más pacientes esperando. Sólo están Rodríguez y sus dos escoltas. Creo que ahora es el momento, señor.

Asiento con la cabeza. Ahora o nunca. Le pido a otro de mis hombres que vuelva a la recepción y se encargue de la recepcionista y sobre todo que se asegure de bloquear la puerta principal. No podemos arriesgarnos a que entre alguien y dé la voz de alarma.

Quedamos tres. Yo me encargo de la chica y mis hombres de los guardaespaldas. Sacamos nuestras armas y entramos en la sala. Antes de que los dos matones puedan reaccionar, disparamos. Benditos silenciadores. Los dos hombres caen desplomados al suelo. Rodríguez empieza a gritar e intenta salir corriendo... pero que coño... La sujeto como puedo y me identifico esperando que de esa manera se tranquilice. En esta zona son muy habituales los secuestros exprés y lo más probable es que nos haya confundido con unos enemigos de Torres. Pero en lugar de calmarse, se pone aún más nerviosa y no me queda más remedio que taparle la boca para que no se oigan sus gritos. Intenta soltarse de mi agarre pataleando con todas sus fuerzas e intentando golpearme con la cabeza. No quiero golpearla, pero si no para de forcejear, no me va a quedar más remedio.

Dos mujeres con batas de médico salen de la consulta imagino que alertadas por el ruido. Una de ellas nos mira con cara de sorpresa justo antes de desviar su mirada al suelo y ver los dos cadáveres. Entonces se desata el infierno. Empiezan a gritar e intentan volver a entrar en el despacho. Les hago un gesto a mis hombres para que las retengan. Se nos acaba el tiempo y tenemos que salir de aquí. Amordazan a las dos mujeres y las dejan dentro del despacho. Aviso por radio a los hombres que nos esperan fuera para que se dirijan ya a la parte trasera del edificio. Rodríguez aprovecha ese momento para soltarse de mi agarre y salir corriendo. Mierda... Consigo alcanzarla antes de que se haya alejado demasiado. Forcejeamos en el suelo y en un descuido consigue llegar hasta mi cuello y tirar de la cadena que sujeta mis dog tags lanzándolas lejos de nosotros. No veo dónde han caído y no tengo tiempo de buscarlas... joder. Esto podría complicar mucho las cosas. Me levanto como puedo arrastrando a la mujer conmigo.

- ¡Salgamos de aquí! - les grito a mis compañeros justo cuando me llega la confirmación de que los coches ya están fuera esperando.

Odio golpear a una mujer, pero en este caso no me queda más remedio. Rodríguez se revuelve inquieta contra mi cuerpo y no ceja en su empeño de intentar golpearme. Intento ser todo lo suave que puedo. Se desmaya y con ella en brazos inconsciente nos dirijimos hacia los coches.

Ya dentro del coche vuelvo a respirar con algo de normalidad. Repaso mentalmente los acontecimientos uno a uno. Aquí hay algo raro y no sé exactamente qué es. La agente Rodríguez tenía que haber colaborado con nosotros y no lo ha hecho.

El resto del día transcurre según lo planeado y apenas doce horas después estamos embarcando en el avión que nos llevará a casa. Hemos tenido que drogar a Rodríguez, no nos ha quedado más remedio. Sus reacciones han pasado de la violencia a la desesperación y se estaba convirtiendo en un lastre difícil de controlar. En unas horas estaremos en casa y yo ya no tendré que preocuparme más de ella...

Apenas doce horas después...en algún lugar cerca de la selva...

- No sabemos que ha pasado Daniel. Lo único que hemos podido sonsacarle al personal de la clínica es que eran Yankees y que parecían militares.

- Eran militares - contesta Torres- Unos jodidos militares Yankees - dice mientras sujeta con rabia en sus manos unas chapas identificativas del ejército norteamericano con un nombre grabado en ellas...

Matthew O'Connor...

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